Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 7. Despierta

Jarlaxle descargó una andanada de dagas sobre el golem de hueso hasta que finalmente atrajo la atención del gigantón, que volvió su cadavérico rostro hacia él, muy pronto Jarlaxle estuvo frente a las dos guadañas comenzó a moverse de un lado a otro esquivando y lanzando dagas con su inconfundible estilo de bailarin. Incluso bajo la lluvia la pluma de su sombrero bailaba con él.

Entreri se movió rapidamente y atacó al segador por la espalda, descargando un tremendo mandoble sobre la visible columna. Aunque fuese un golem sin duda necesitaría una estructura firme para mantenerse en pie. Garra de Charon demostró un vez mas su valia cuando destrozó varias vértebras. Las esqueléticas piernas se doblaron bajo el peso del cuerpo y el golem comenzó a mover sus guadañas con salvajismo tratando de acertar a sus dos atacantes.

"En momentos como este recuerdo porque viajo en tu compañía, querido colega."

"¿Entonces no es por mi encantadora sonrisa?".- Respondió Entreri con una mueca burlona, pareja a la de Jarlaxle, el maldito drow le estaba contagiando el sentido del humor.

Volvieron su atención a la batalla, aun quedaban enemigos que matar. Varios elfos les miraron con suspicacia pero la presencia de Drizzt, el vigilante a quien ya conocían de un encuentro anterior, les tranquilizó. Ahora tenían problemas mas apremiantes que dos cazarrecompensas de dudosa reputación.

Caderly trazó un nuevo conjuro y un rayo de luz sagrada fulminó a dos mastines sombrios. Sabía que ayudar a Artemis Entreri, aunque fuese indirectamente, iba a traer problemas. Pero de todos modos nunca estaba de mas hacer frente a una organización claramente maligna como aquella, ver aquellos golems de huesos, fruto de magia nigromantica, era mas que suficiente, por si el hecho de que estuviesen atacando la catedral no bastara.

Los enemigos caían y Caderly se sorprendio de la vanalidad de aquel ataque, aquellas criaturas estaban en clara desventaja numérica. No tenía sentido lanzarse de frente contra ellos.

Uno de los golems de hueso cayó y Caderly vió entre la lluvia, con sorpresa, a Artemis Entreri y Jarlaxle dirigiéndose hacia los mastines restantes despues de acabar con aquel segador. Parecía que despues de todo iban a tomar parte en lo que era su responsabilidad. Vió que el otro segador se las traía con otro drow que conocía mejor y con mas confianza, Drizzt Do'Urden había venido también.

El clerigo se sintió mas confiado y tejió otro conjuro, sumiéndose en la canción de Deneir, al rato varios combatientes se sintieron refrescados y mas fuertes que nunca gracias a la Bendición múltiple conjurada por Caderly.


Nashidela disparó su arco nuevamente y sonrió victoriosa cuando hizo blanco en el flanco de la bestia sombría. La elfa del bosque volvió a cargar el arco y apuntó.

La sonrisa se le heló en el rostro cuando dos filos atravesaron sus pulmones simultaneamente. Apenas si pudo volver el rostro para vislumbrar el sonriente rostro de su asesino.

"Saluda al Lord Silencioso de mi parte, preciosa."

Anuki besó la húmeda mejilla de la elfa y dejó caer su cadaver al suelo. Aquello era solo un preludio de los placeres que estaba por sentir. El clérigo había usado ya dos conjuros de poder considerable, y de todos modos no podía esperar mas tiempo.

Invocando el poder de las sombras, Anuki se volvió casi como una, difuso y semi transparente, comenzó a moverse por la zona en el mas completo silencio, lal lluvia cayendo a traves de su vaporosa forma sin descubrir su posición, dirigiéndose inexorablemente hacia Caderly.


Drizzt se apartó el cabello mojado de la cara y comprobó que la batalla estaba ganada. Los mastines caían ante las flechas de los elfos y las armas de los clérigos, que lejos de limitarse a los conjuros demostraban que la defensa de la catedral también estaba en sus armas.

Y él mismo acababa de eliminar uno de los golems de hueso, y le bastó una ojeada para ver que el otro también había sido eliminado por los cazarrecompensas que ahora colaboraban en la eliminación de los cánidos. Sacó la estatuilla de su mas preciada amiga y llamó a Guenhwyvar, acabarían con aquello cuanto antes.

La gran pantera apareció con un gruñido de satisfacción, en un instante tensó los músculos... pero curiosamente no saltó hacia los mastines sino que se volvió hacia la entrada de Espíritu Elevado y hacia Caderly, gruñendo amenazadoramente.

Drizzt frunció el ceño y confió en los instintos de su amiga.

Caderlý, a salvo en la escalinata, estaba sumido en la canción de Deneir, su diosa, probablemente tejiendo mas conjuros para ayudarles.

Pero...

Drizzt pestañeó, pensando que la lluvia le engañaba... no, había una especie de bruma dirigiendose hacia Cáderly, un jirón de niebla... pero allí no había niebla.

¡Alguien iba a atacar a Cáderly mientras preparaba un conjuro! Drizzt y Guen corrieron hacia él, pero no llegarían a tiempo, estaban demasiado alejados.

"‚?Entreri¡Caderly está en peligro!"

Entreri no se paró a perder el tiempo pidiendo explicaciones, corrióhacia Cáderly y vió inmediatamente el extraño girón de niebla que se acercaba al clérigo.


Anuki se preparó para el gran golpe, quizá ni necesitara usar el regalo de su amo, aun. Lo usaría para destruir la catedral por completo, despues de degollar a Caderly.

En un instante se volvió físico de nuevo. Y en ese mismo momento una daga enjoyada se clavó en su espalda.


Caderly salió de su trance con una exclamación de sorpresa al aparecer a un hombre justo a su lado, con dos filos curvos en alto y su sorpresa fue mayúscula cuando dicho hombre cayó muerto a sus pies con la daga de Entreri entre los omoplatos, firmemente clavada en su columna.

El clérigo no pudo sino agredecer con un gesto al ex –asesino, que se encogió de hombros y fue a recuperar la daga que tan diestramente había lanzado.

Antes de que pudiese tocar su arma, la enorme pantera de Drizzt se lanzó ante él y le hizó echarse hacia atrás con la espada en alto¡el maldito gato casí le había embestido!

La mágica pantera aplastó las orejas contra la cabeza y gruñó amenazadoramente, como si estuviese protegiendo el cadaver.

Caderly no pudo sino preocuparse, se apartó cautelosamente y Drizzt llegó a su lado.

"¿Qué ocurre¿Guenhwyvar?"

"Dile que se esté quieta".- Espetó Entreri, molesto.

El vigilante no se extrañaba de que Guen fuese agresiva con el ex –asesino, pero esa actitud...

"¿Por qué protege el cuerpo?".- Preguntó Caderly confuso.

Drizzt negó con la cabeza, no, Guen no estaba protegiéndolo, para hacer eso se habría situado sobre el cuerpo, no frente a él.

"No está protegiéndolo, no quiere que lo toquemos. Debe tener algo."

No tenía que jurarlo. El cadaver empezó a retorcerse.

Guen apartó, retrocediendo lentamente, sin dejar de gruñir y sin apartar la vista de los espasmos que estaba teniendo el cuerpo, parecía que se retorciera de dolor incluso después de muerto.

Ante la atónita mirada de los presentes, la piel se desgarró, los músculos parecieron reventar y el cadaver se abrió como una grotesca cáscara de carne para revelar la larva que había contenido. Esta empezó a crecer a ritmo incontrolable.

"¡Retroceded¡Retroceded todos!".- Ordenó Caderly a su espalda.

Drizzt observó como la criatura se incorporaba y se preparó para el combate.


Arma se estremeció. Aquel retoño de su ser, que había otorgado a una de sus marionetas, estaba libre y creciendo. A traves de sus ojos vió por fin la luz del día, a traves de su piel notó la fria lluvia chocando y resbalando sobre su cuerpo, el olor de la sangre y el sudor, del bosque y de los mortales que le rodeaban.

Cuanto tiempo había pasado desde que había visto todo aquello.

El mundo no parecía haber mejorado mucho desde su última visita. Seguía poblado de gentes crédulas y criaturas débiles. Se movían a su alrededor como estúpidos, sin comprender ni entender nada, miraban sin ver, oían sin escuchar...

Eran insectos que no entendían que su mundo estaba abocado a su extinción. Y no eran capaces siquiera de reconocer a su verdugo.

De momento tendrían un entremes.


Entreri rodó sobre su mismo evitando el tremendo coletazo que hizo temblar el suelo.

La criatura no se parecía a nada que hubiese visto antes, parecía una especie de quimera prehistórica, algo primigenio o de otro plano. Por un lado parecía tener las características de un insecto, varias patas articuladas y coraza quitinosa, pero su aspecto asemejaba una especie de felino de ojos encendidos como esmeraldas, la cola por otra parte parecía mas propia de un reptil, ancha en la base y delgada como un látigo al final.

Los rugidos reverberaban desde su cavernosa boca, que carecía de dientes, aparte de las mandíbulas en picos.

El silbido impresionado de Jarlaxle le confirmó que ni el resabiado drow había visto nada parecido en su larga vida.

"Es grandote".- Se limitó a comentar el mercenario.

Entreri sonrió, no tenía que jurarlo, la criatura tenía cinco metros de alto y ocho de largo, suficiente para ser preocupante viendo como se revolvía y rugía con obvio mal humor.

"Cuanto mas grande mejor, mas sitios donde golpearle".- Le replicó.

Jarlaxle soltó una carcajada mostrandose de acuerdo y sacó sus dagas mágicas.

Entreri se adelantó y Drizzt se acercó, pasándole una daga que acababa de extraer de su bota. Con un asentimiento, ambos corrieron a la par hacia la bestia para separarse justo ante el ataque de sus mandíbulas y acechar por los flancos mientras Jarlaxle atacaba desde lejos, junto a él Caderly tejía conjuros que le permitieran discernir la naturaleza de la bestia.


Arma sintió la ira de su retoño, sintió en su propia piel los pinchazos, los cortes que las armas mágicas hacían sobre su cuerpo recién nacido.

Aquella bestia estaba condenada a tener una vida corta, pues no era un ser completo, pero nunca había esperado ser tan acosada cuando apenas había comenzado a sentir el mundo.

Quizá había que dar algo de crédito a aquellas criaturas.

Pero aquello no iba a continuar. Arma exigió la muerte que aquellos insectos y su retoño rugió con afirmación.

Se derramaría sangre, se devoraría carne, así eran siempre los comienzos de grandes eras.


Drizzt gritó cuando la afilada extremidad laceró sus costillas y solo la intervención de la leal Guenhwyvar impidió que ese fuera su fin. La pantera arrancó de cuajo la pata agresora y se situó frente a Drizzt mientras este se recuperaba.

Entreri se escabulló de un intento de presa de la chasqueante cola y trató de no perder el ritmo de sus pies mientras no perdía de vista el traicionero apéndice. Aquel maldito animal era demasiado rápido y fuerte, y su maldita armadura quitinosa apenas sí podía ser atravesada por su espada. Tenía una herida algo seria en la cadera y unas cuantas contusiones en todo el cuerpo.

Y la bestia mas que cansada parecía juguetona. Las dagas de Jarlaxle no le hacían ni cosquillas y los conjuros de Caderly apenas si podían hacer efecto, la criatura parecía tener defensas específicas contra la magia divina, ni los conjuros adivinatorios habían dado nada con lo que trabajar.

Jarlaxle disparó una lluvia de dagas contra la cabeza de la bestia, tratando de desconcertarla al menos, finalmente una de ellas hendió en uno de los ojos.

El rugido llevaba una carga obvia de dolor cuando movió la cabeza, enloquecida. Drizzt se lanzó al suelo cuando las patas y la cola se movieron de un lado a otro en salvaje furia. Entreri hizo lo mismo, pero no tuvo tanta suerte, súbitamente la bestia se volvió hacia él con la cabeza a ras del suelo. Sin duda le hubiese destrozado de no haber interpuesto la espada en su camino, no obstante la fuerza de la embestida le hizo soltar su espada, para evitar ser lanzado por los aires se agarró al cuello y usó la fuerza del impulso atacante para impulsarse sobre el animal en vez de ser empujado.

"¡Artemis¡La cola!".- Gritó Jarlaxle, impresionado por la maniobra de su socio, pero consciente del blanco facil que era ahora, desarmado sobre el lomo de la bestia.

Entreri sabía perfectamente de lo precario de su situación, si se caía acabaría entre las afiladas patas y si seguía allí aquella cola acabaría por destrozarle. Y no le quedaban mas armas que un par de dagas ocultas, que nada harían contra ese ser.

Por el rabillo del ojo vislumbró el previsible barrido de la cola y trató agacharse lo máximo posible.

Casi lo consiguió, en el ultimo momento, cuando creía que había evitado el barrido, la punta de la cola, el forma de látigo, chasqueó contra su espalda. Entreri apretó los dientes con su espalda era lacerada de arriba abajo. No se soltó.

Al mirar por encima del hombro había visto un destello, y si era lo que creía que era estaban salvados.

Drizzt atacó con saña, tratando que apartar la atenció de la bestia de Entreri y las dagas que nuevamente golpeaban la cabeza le indicó que Jarlaxle hacía lo mismo.

"¡Maldita sea!"

Jarlaxle dejó de usar las dagas y desenvainó un estoque, no había posibilidad de hacer suficiente daño a distancia y las cosas se habían puesto feas.

Caderly se sumió en la Canción de Deneir buscando desesperadamente un conjuro que pudiese hacer efecto a aquello, fuera lo que fuera.

De pronto todos abandonaron sus acciones al ver que de pronto la bestia se quedaba paralizada, con extraños y débiles espasmos.

Jarlaxle se quedó confuso unos segundos antes de darse cuenta de lo que ocurría.

"Oh, Artemis, realmente aprecio que seas mi socio".- Murmuró.


Sobre el lomo de la bestia. Entreri se aferraba a su daga vampírica.

La daga había quedado clavada en el cuerpo la criatura mientras esta crecía, sin soltarse tras haber sido clavada en el cadaver del que había salido. Su empuñadura enjoyada sobresalía en la armadura quitinosa, firmemente incrustada en ella.

Algo raro ocurría. Sentía la fuerza de la bestia entrando en él, y el calor consecuente. Pero había algo raro. No se estaba curando.

La energía no estaba pasando a él, se estaba... acumulando en él.

Las patas de la bestia cedieron y se desplomó. Entreri se apresuró a soltar el pomo de su daga, la energía acumulada dentro de él era... demasiada...

Le recordaba a la experiencia con energía psiónica que le había procurado Kimmuriel, el lugarteniente de Jarlaxle. Pero en esta ocasión era sutilmente diferente, la energía parecía una ola chocando contra él, tratando de liberarse como una explosión descontrolada... sin control, sin dirección... un estallido.

Tenía que dirigirlo... no podía liberarla de modo salvaje... no daría tiempo a escapar a Jarlaxle y los demas... no debía...

Jarlaxle supo inmediatamente que algo malo le ocurría a Entreri, estaba de rodillas sobre el agonizante animal, con los puños cerrados y jadeando entrecortadamente, como si estuviese realizando un gran esfuerzo o sintiendo un gran dolor.

Ciertamente estaba herido por el combate pero... Jarlaxle fruncio el ceño y se acercó cautelosamente, sin acercarse demasiado al cuerpo de la bestia, que aun estaba viva.

"Artemis, dime que te ocurre..."

Entreri oyó a Jarlaxle, abrió la boca tratanto de contestar, pero una oleada de energía hizo presión contra él, se sentía sobrepasado, tenía que soltar...

"Jarlaxle..."

"¿Qué?"

"¡ALÉJATE!"

Y el mundo explotó a su alrededor.

Nota de la autora: Fanfiction ha jorobado el sistema de la linea de diálogo, así que ahora se indican con entrecomillados, no es que me guste el sistema, pero en fin.

Efectivamente me he comprado el último libro de Forgotten Realms, con una historia corta... demasiado corta, de Jarlaxle y Entreri, y he metido las últimas descripciones físicas y emocionales de nuestros cazarrecompensas favoritos.

Siempre dispuesta a continuar escribiendo sigo en ello gracias a vuestros ánimos y graciosas sugerencias, hasta la vista.