Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 8. Vigilia

Fue un instante eterno, para quienes observaban desde el exterior apenas pasaron unos segundos de cegadora luz azul. Para el centro de aquel estallido parecieron pasar horas.

Todo a su alrededor era una marea azulada, de una pureza deslumbrante, Entreri se sentía arrastrado por ella, nunca se había sentido así... libre.

Era como si algo hubiese saltado dentro de él, como una puerta abierta o un candado roto, soltando algo contenido durante demasiado tiempo. Era agradable, liberador. Estaba de rodillas en el centro de aquella vorágina de energía, en una extraña calma, relajado, una suave corriente de aire ascendente alborotándole el pelo y acariciándole le piel.

Artemis... Artema... Arma Artema...

No sabía de quien era la voz, pero nuevamente le resultaba conocida, tranquilizadora. No necesitaba que le dijese nada, la voz quería que se dejase llevar, que lo dejara todo en sus manos, todo iría bien... todo sería perfecto... lo unico que tenía que hacer era dejarse llevar.

Pero tenía la impresión de que se olvidaba de algo... ¡la energía¡la energía que estaba liberando!

No te hará daño... suéltala... libérate... abráza tu renacer...

¿Renacer¡No¡La energía liberarla lo destrozaría todo!

Ellos no importan... tú eres lo que importa... olvídales... esto es bueno para ti...

No... y aunque dijese la verdad, aunque aquello fuese bueno para él...

Abrió los ojos, aunque no sabía que los hubiese cerrado, a su alrededor todo se veía como si estuviese bajo el agua, un agua azul, cristalina... o como si fuese él quien estuviese sumergido. Todo parecía estar paralizado... no, se movía lentamente.

Jarlaxle estaba allí, se le había caido aquel maldito sombrero y buscaba algo en sus bolsillos, quizá uno de sus mil artilugios para dios sabe que. Miraba en su dirección con alarma y preocupación.

En cuanto a Do'Urden... el vigilante parecía estar corriendo hacia él. ¿Qué clase de idiota corría hacia una fuente de luz claramente peligrosa? Solo él podía hacerlo.

¿Por qué¿Por qué extendía las manos como si tratase de alcanzarle¿Por qué se leía preocupación en sus ojos lavanda?

Entreri se forzó a mantenerse firme, no podía perderse en aquella mareo, si lo hacía los iba a matar a todos, no debía...

Debes hacerlo. ¿Acaso merecen algo mejor?

¿Merecían otra cosa? Aquello le recordó su propio lema¿cuántas víctimas de Artemis Entreri merecían un final mejor?

La respuesta siempre había estado clara para él, pero ahora...

Estos no... estos merecen algo mejor.

¿Por qué? Tienen las manos manchadas de sangre y el corazón lleno de mentiras... no merecen nada mejor... esto es lo mejor... será rápido...

Drizzt no.

El pensamiento bastó para darle fuerzas, el vigilante muy bien podía tener las manos tintas en sangre, pero no de inocentes, nunca de inocentes, no sabía nada de los demas, y sabía que Jarlaxle no era inocente en absoluto, pero era su amigo... en cuanto a Drizzt, el vigilante y él habían sido enemigos, sus respectivas némesis, de algún modo tenían una extraña historia en común y... no quería matarlo...

Si aquella energía no era solo una fuerza ajena, sino que estaba sujeta de alguna forma a su voluntad, tenía que ser capaz de dirigirla. Y lo haría.

La marea se convirtió en un tornado a su alrededor, forzándole, tratando de desmandarse en vez de ajustarse a sus deseos. Entreri sintió que toda la tranquilidad se esfumaba para ser un torbellino agresivo, como un animal feroz que se revuelve, negándose a ser domado.

Finalmente todo se precipitó, oyó su ropa desgarrándose por la violenta reacción, sus heridas sangrando, y la voz en su cabeza tronando.

¡DESPIERTA ARTEMA¡DESPIERTA!

Se perdió en el caos y la luz cegadora.


Cuando volvió en sí, todo estaba sensiblemente mejor.

Estaba tumbado en una cama amplia, las suaves sábanas le cubrían y estaba amodorrado por el calor de un lecho mullido. Pero la pereza nunca había sido uno de sus defectos, de modo que miró a su alrededor con presteza, incorporándose levemente, pues aun se sentía algo debil, exhausto pero no inválido.

Estaba en un dormitorio modesto pero acogedor, y la suave luz mortecina del amanecer entraba entre las cortinas corridas sobre la ventana. Para completar la idílica escena incluso se oían pájaron piándo en el exterior.

Junto a él, sentado en un sillón puesto contiguo a su cabecera, dormía Drizzt. El drow se había quedado dormido en el asiento, acurrucado como un niño que hubiese trasnochado. Entreri sintió como una semisonrisa espontanea se formaba en su cara al mirar a Drizzt, tenía cara de no haber roto un plato en su vida, placidamente dormido, con el cabello niveo cayendo en cascada sobre sus hombros, enmarcando su faz de ónice, relajada y juvenil.

Esa debía ser la forma de dormir de quien tiene la conciencia tranquila.

No veía sus propias armas, pero tampoco veía las cimitarras de Drizzt. Era la segunda vez que encontraba al drow velando su sueño. A su lado.

Un mechón de pelo blanco cayó sobre la cara del drow y este arrugó la nariz como una ardillita, Entreri no pudo sino ensanchar la sonrisa, en un acto casi instintivo alargó el brazo y retiró el mechón con suavidad.

Drizzt se removió y Entreri retiró el brazo rápidamente¿en que estaba pensando?

Los ojos lavanda se abrieron y Drizzt se incorporó al momento, avergonzado por haberse dormido cuando se suponía que había insistido en velar el sueño de Entreri.

"Buenos días¿cómo estas?"

Entreri se sentía extraño por la amabilidad de Drizzt, se sentía mas cómodo cuando el vigilante se mostraba esquivo, molesto, engreido de su superioridad moral, altivo en su desprecio por su enemigo... no sabía como comportarse si le miraba con preocupación genuína.

"Bien... algo cansado."

Drizzt se sintió aliviado. Cuando Entreri había sido envuelto en ese tornado de energía se había temido lo peor.

Había sido algo impresionante y aterrador, cuando Entreri había quedado de rodillas sobre el cuerpo de la bestia caida, tras soltar su daga vampírica, había quedado claro que algo iba mal, parecía terriblemente tenso.

Y de pronto un halo de luz intensa e hiriente se había creado a su alrededor, como una explosión. Drizzt no había tenido tiempo ni de pensar, se había impulsado hacia Entreri, corriendo hacia él para tratar de detener aquella reacción o lo que fuera, sacarle de allí.

Por un segundo, pese a la dificultad de visión, había estado seguro de que sus miradas se habían cruzado, podía jurar que había visto a Entreri en el centro de aquel torrente de... ¿energía¿magia? No lo sabía, pero le había visto, aun arrodillado, pero erguido, con el cuerpo acunado por aquella fuerza, como si estuviese medio flotando. En ese momento había sentido aquellos ojos grises, desbordantes de luz, iluminados como la luna misma.

Y despues todo había sido un estallido, Entreri se había convertido en el centro de una columna de luz, un tornado que había salido disparado como un torrente y se había perdido hacia el cielo. Las nubes de lluvia se habían apartado dejándo un gran círculo de cielo azul sobre Espíritu Elevado.

Cuando sus ojos se habían recuperado lo suficiente de la terrible explosión, Entreri estaba tumbado de bruces en el suelo. Había corrido junto a él, aterrado al ver su estado, las ropas totalmente destrozadas, las heridas sangrando abundantemente y varias abrasiones nuevas, al tocar su piel la notó fria al tacto y su alivio no pudo ser mayor al notar que aun vivía.

Jarlaxle no había tardado en correr junto a ellos y apresurarse a usar sus artilugios mágicos para estabilizar la situación de Entreri.

Había estado realmente angustiado, cuando Caderly había instalado a Entreri en un dormitorio había insistido en velar su descanso hasta que recobrara la consciencia.

El sueño de la inconsciencia suavizaba los afilados rasgos de Entreri, relajando la hosca expresión, Drizzt se había pasado horas observándo aquella esquiva expresión en el atractivo rostro.

"Duerme un poco más."

"¿Qué ocurrió?"

"Se formó una... torre de luz, se perdió en el cielo."

Lo había conseguido. Entreri se relajó visiblemente al confirmar su éxito al expulsar aquella energía hacia el lugar adecuado. Suspiró y cerró los ojos, dejandose llevar por el sueño.

Drizzt sonrió al ver como Entreri volvía a dormirse y se recostó en su asiento, ahora ambos podrían dormir mas tranquilos.


Caderly dejó a un lado el libro y suspiró, ni sabía porqué había vuelto a intentarlo. Apenas tenía nada con lo que trabajar. Lo único que sabía era que la secta servía a un ente mucho mas poderoso de lo que imaginaba, si el monstruo que habían visto era una muestra de su poder, así como la energía liberada por su muerte.

Aquello había sido mucho mas que magia divina o arcana, había sido protoenergía, fuerza en estádo puro, como la usada por los geomantes pero en forma salvaje.

Y si sus ojos no le habían engañado, Entreri había sido capaz de canalizarla y dirigirla.

No sabía donde empezar a buscar, ninguno de sus tomos sobre protoenergía eran lo suficientemente detallados ni mencionaban secta o llave alguna.

"Bonita biblioteca."

Caderly alzó la vista y vió a Jarlaxle paseándose por la sala, el drow le saludó amistosamente y se acomodó sobre la mesa con toda naturalidad.

"¿Qué quieres?"

"Tengo algo que te alegrará el día."

Caderly enarcó las cejas escépticamente y Jarlaxle le tendió un pergamino.

"Es un retazo de un libro Imaskar, la antigua civilización que dominó Mulhorand, Kessenta y Únzher durante siglos antes de su caida ante los dioses extranjeros."

El clérigo sabía de todo aquello y tomó el pergamino con cuidado en respeto a su antigüedad, cada retazo de información de aquellas civilizaciones era precioso. Lo hojeó descifrando con dificultad el arcaico dialecto, se trataba de una especie de poesia de carácter didáctico infantil sobre la precaución de respetar a los dioses y cumplir con las tradiciones.

"No entiendo¿qué es..."

"Lee detenidamente la última parte."

"Así pues respetad a las deidades,

pues mientras guardeis estas verdades

Arma Omega en su prisión dormirá

Y Arma Artema nunca nacerá."

Jarlaxle asintió y señaló el párrafo para puntuar su afirmación.

"No suelo creer en la casualidad, y Artema se parece mucho a Artemis."

"Y todo parece indicar que la secta nació en los antiguos imperios".- Coincidió Caderly.- "Los sectarios hablaban de Artemis como una llave... y si ese Arma Omega está en una prisión..."

Atar cabos no era muy dificil. Aquello tenía muy mala pinta.

"Arma Artema... quizá ya ha nacido".- Murmuró.

El mercenario drow asintió, sin duda algo le había ocurrido a Entreri, la cantidad de poder que había manejado el día anterior había sido increible, y Jarlaxle sabía lo suyo de poder. Los nodos de protomagia eran raros incluso en la antípoda oscura, pero había visto de lo que eran capaces las escasas pero devastadoras tormentas de protomagia. Surgían de la misma tierra, no podían ser generadas por nadie y mucho menos controladas.

No le gustaban las combinaciones exploxivas a menos que fuese él mismo quien las organizara.


Drizzt agradeció la comida que le habían llevado y regresó a su puesto junto a la cama. Entreri seguía placidamente dormido, resultaba extraño verle tan... tan humano. Terminó su comida y dejó la sopa de Entreri sobre la mesilla, tendría que despertarle por mucho que le pesara, no le haría ningún bien no comer.

Se acercó y le llamó suavemente, pero Entreri no reaccionó.

"¿Artemis?"

Este murmuró algo y Drizzt se acercó para escuchar.

"No... no lo soy..."

"¿Artemis?"

"No lo soy... es mentira..."

"¿Qué no eres?"

"No... no soy un monstruo."

Drizzt se estremeció y apretó el hombro a Artemis tratando de despertarle y apartarle de tan perturbadores pensamientos. Sus esfuerzos se vieron recompensados cuando Entreri le miró con una adorable expresión medio dormida.

"¿Qué pasa?"

"Es la hora de comer, tienes que recuperar fuerzas."

Entreri asintió y se incorporó en tanto Drizzt le pasaba la bandeja con la comida.

"¿Dónde está Jarlaxle?"

"Con Caderly, están en la biblioteca revolviendo un poco los libros."

Entreri asintió y comenzó a comer. Había tenido sueños perturbadores, rememorando una y otra vez su mas joven infancia, sus primeros recuerdos. Las miradas suspicaces, los comentarios desaprovadores... las extrañas acusaciones que nunca había comprendido.

Devolvió la bandeja a Drizzt cuando llamaron a la puerta y Jarlaxle y Caderly entraron por ella, resultaban una curiosa pareja con sus sombreros de ala ancha casi idénticos siendo ellos dos tan dispares.

"Buenos días, enfermito¿cómo está mi más mejor amigo?2

Entreri miró a Jarlaxle con resignación mientras este se sentaba a su lado en la cama y le empezaba a examinar con ojo clínico.

"¿Has dormido bien? Estas un poco pálido, espero que te hayas terminado la sopa, siempre he pensado que has adelgazado demasiado¿no te habras levantado? Tienes que guardar cama hasta que te repongas, y abrigate un poco más..."

"Dejalo de una vez, mama gallina."

Jarlaxle puso expresión ofendida y se cruzó de brazos.

"Encima de que me desvivo por ti, eres un desagradecido."

Caderly se quitó el sombrero y cogió una silla. Aquello no gustó a Entreri, se parecía demasiado a un intento de interrogatorio.

"Entreri... ¿has odio hablar alguna vez de Arma Artema?"

"¿Debería?"

El clérigo se frotó las sienes, estaba claramente estresado.

"Entreri, necesito que nos cuentes cualquier cosa de tu infancia que te parezca peculiar, algo extraño que pueda darnos alguna pista."

Como era de esperar, Entreri se puso inmediatamente a la defensiva, Jarlaxle ya le había advertido de ello, el calishita no soltaba prenda a menos que él quisiera, nunca cuando se lo preguntaban.

"No hay nada que relacionar con esto".- Respondió al momento.

"Por favor, estamos aquí para ayudar."

Drizzt dio un leve respingo, Caderly acababa de cometer un grave error, ofrecer ayuda a Entreri era completamente inutil.

"No necesito ayuda, de hecho he sido yo quien ha ayudado a tu iglesia, de lo cual empiezo a arrepentirme".- Escupió Entreri.

"No vamos a juzgarte."

Inmediatamente Entreri calló, mirando a Drizzt, cuya serena expresión le caló profundamente. No iban a juzgarle... era lo que Drizzt había hecho con él desde que se conocían, lo que mas odiaba de él, que osara juzgarle.

Intentó con todas sus fuerzas odiar al vigilante, buscar mentira en sus ojos, reprobación, desprecio... no los encontró.

Todos permanecieron en silencio hasta que Entreri se decidió.

2Bien... pero esto no es una maldita confesión ni una excusa ni nada parecido, no voy a justificar nada."

Drizzt asintió al igual que los otros dos presentes. Sus ojos y los de Entreri estaban prendidos en su intensidad.

"Nunca supe el motivo, pero mi pueblo natal todos parecían pensar que yo era... una especie de monstruo."

Nota de la autora: Sigo en ello, despacito, pero sigo.