Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 9. Dias de ayer

"No pongas esa cara, no era tan malo. Sencillamente actuaban como si les projese repugnancia o miedo."

Drizzt no dio crédito a sus oidos¿qué no era tan malo? Él sabía perfectamente lo que era ser odiado y despreciado por los demas sin haber hecho nada que mereciera tal trato. Era horrible, mucho peor si se sufría siendo solo un niño. Pero Entreri lo decía con seriedad, y una máscara petrea que no dejaba traslucir dolor u odio.

"¿Nunca supiste por qué?."- Inquirió Caderly.

"No, murmuraban a mi paso, me evitaban y a veces me insultaban. Pero nunca me dieron un motivo en particular."

Jarlaxle no vió muestra alguna de dolor o pesar en el rostro de Entreri, pero aquella impenetrable máscara era todo lo que necesitaba, el humano no hubiese recurrido a aquel severo rostro de no tener un sentimiento que ocultar y controlar.

"Eso es todo."

"¿Eso es todo?."- Drizzt miró a Entreri con incredulidad.

No podía ser. ¿Acaso era normal que un niño sea odiado por todos sin motivo¿Cómo podía Entreri no haberse extrañado o preocupado por ello? Drizzt sintió con hondo pesar que probablemente Entreri pensaba que no había que preguntarselo, que se merecía aquel odio y no tenía sentido cambiarlo ni entenderlo.

"Si, realmente el resto no es importante en este caso."

Si las defensas personales de Entreri se hubiesen materializado todos se hubiesen topado con un muro de acero. No tenía sentido continuar la conversación. Caderly se dio cuenta de ello sin necesidad de consejos y suspiró al tiempo que se disponía a marcharse.

"Quizá en la aldea en que naciste sabían algo de todo esto."

"Olvídalo, la aldea quedó abandonada por una epidemia de peste hace mas de veinte años."- En los ojos de Entreri se entrevió un destello de satisfacción al anunciar el funesto destino de su aldea natal.

Caderly asintió y se marchó seguido por Jarlaxle, que se había propuesto conocer la biblioteca de Caderly como su propia mano... y quizas hacerse con un libro o dos. Antes de salir, Jarlaxle guiñó un ojo a su socio.

"Entonces nosotros continuaremos investigando, descansa, amigo mio, lo necesitas. Déjalo todo en mis manos."

Entreri no pudo sino responder con una mirada escéptica por lo que Jarlaxle se dirigió a Drizzt.

"No le quites el ojo de encima, va a descansar le guste o no."

"Yo no..."

Drizzt no pudo continuar porque Jarlaxle se marchó tranquilamente cerrando la puerta tras de sí y dejándoles a ambos en el dormitorio.

Repentinamente Drizzt se sintió... nervioso, violento... no sabía exactamente lo que sentía, pero quería irse... y a la vez quedarse. Se sentó en la silla, igual que antes, pero esta vez se sentía algo tenso plenamente consciente de estar a solas con Artemis.

Entreri tenía la mirada puesta en la ventana, a otro lado de la cama, pero su mente estaba en otra parte. Los aldeanos, los vecinos de su aldea natal, todos ellos que le habían odiado, despreciado e insultado... ¿por qué¿Es que sabían que tenía relación con aquel extraño poder que era Ente... ¿Ente Artema? Quizá todos habían estado en lo cierto.

"Un penique por tus pensamientos."

Entreri se volvió hacia Drizzt, el vigilante hacia honor a su título permaneciendo allí, pero Entreri no se sentía vigilado en el sentido negativo. Drizzt le estaba cuidando, protegiendo... era la primera vez en mucho tiempo que bajaba la guardia de ese modo, incluso con Jarlaxle seguía manteniendo una cierta dosis de cinismo.

"Mis pensamientos valen un poco mas."- Respondió con una sonrisa.

Drizzt se sintió aun mas tenso por el amistoso comportamiento de Entreri, cielos, si incluso le había sonreido. Sintió un intenso calor en las mejillas y las orejas... ¡se estaba ruborizando! Silenciosamente agradeció que su piel de ónice ocultara el sonrojo, o al menos eso esperaba.

"Bueno... una pieza de oro entonces."

"Parece un precio razonable por un pensamiento."- Convino Entreri.

"¿Y cual es?"

"Pensaba en lo que me llamaban los aldeanos."

Drizzt permaneció en silencio, si Entreri quería decir algo mas no lo haría bajo nada que pareciese un interrogatorio.

"Decían que yo era una abominación, una blasfemia... que no debería haber nacido."

"Debió ser muy duro crecer así."

Entreri frunció el ceño, parecía confundido por el comentario.

"Los drows no debeis tener infancias mejores."- Replicó.

"No puedo decir que fuera buena pero... no se... se esperaba de mi que fuese un miembro util de la familia, ademas siempre tuve a mi padre."

"Zaknafein supongo."

Drizzt asintió, problablemente Entreri había odio hablar de ello en Menzoberranzan o Jarlaxle le había contado algo. Zaknafein. Drizzt siempre consideraría a su padre como su salvador, en mas sentidos de los que cabía imaginar, le había ayudado a no perderse en la cruel educación de sus hermanas y de la Academia. Aquella chispa había impulsado a Drizzt a ir mas allá, a abrir los ojos y ver mas allá del oscuro mundo que le rodeaba.

"¿Cónociste a tus padres, Entreri?"

El aludido dudó un instante, meditando la pregunta y su respuesta.

"Me crié solo con mi madre... a mi padre no le conocí hasta unos años mas tarde."

"Madre soltera... es increible como las mujeres son capaces de salir adelante con todo lo que un hijo conlleva. Las mujeres drow jamas lo entenderían."- Murmuró Drizzt.

A veces lamentaba no haber tenido una madre, una de verdad, no el cruel desapego de Malicia y su egoismo, para las madres drows sus hijos eran solo herramientas que utilizar en su ascenso a lo largo de las telarañas de poder. Cuando Drizzt veía a Delly, la esposa de Wulfgar, cuidar de un bebe que no era de ninguno de los dos... sentía una profunda tristeza, como el dolor de un miembro amputado. El nunca había conocido la seguridad y fe totales que los niños ponen en sus madres. Aquel vínculo especial que creaba el instinto maternal.

Entreri notó la tristeza en el rostro de Drizzt, que no había conocido el amor de una madre. Como ladrón y despues asesino en Calimport, Entreri había visto a muchas madres que vendían a sus hijos a cambio de drogas o dinero, que se prostituían acompañadas de sus hijas o ignoraban a sus hijos, tratándoles como a animales, o volcando en ellos la ira que no podían dirigir hacia sus maridos.

Madres que no se merecíanese nombre.

Pero también había visto a las que trabajaban jornadas interminables para alimentar a sus hijos sin guardar nada para ellas, mujeres que afrontaban cualquier amenaza aunque solo fuera para dar tiempo a sus niños de escapar, que se interponían entre el puño del padre y el cuerpo de sus retoños.

Había conocido a su madre. La había perdido con solo seis años. Pero cuando pensaba en ella recordaba perfectamente su rostro y su voz, y sobre todo su olor. Su madre siempre olía a la hierbabuena que recogía en los caminos. Bonita, amable y gentil... probablemente por eso estaba muerta, nada tan hermoso podía durar demasiado en aquel oscuro mundo.

Drizzt seguía teniendo aquella expresión tan triste... tonto, que mal enmascaraba las emociones... o quizá no quería esconderlas.

"Tuviste a tu padre¿no?"

Drizzt se sorprendio, había sido parco, pero aquello había sido una forma de consuelo. Sonrió.

"Si... tuve a mi padre."

"Yo tuve a mi madre, con eso basta."

Dicho esto Entreri se recostó con desgana.

"Puedes irte, Drizzt, no voy a levantarme."

Drizzt captó al instante la necesidad de Entreri de estar solo y se marchó, él también necesitaba tiempo para pensar y tomar el aire le haría mucho bien.


Arma estaba impresionada.

Cuanta fortaleza, cuanta determinación... pese a no tener experiencia alguna en el campo de lo arcano o lo divino, había manejado un poder que superaba cualquier cosa que los mortales hubiesen visto anteriormente.

Había sido una sorpresa encontrar al portador de la llave. No se había percatado de su presencia hasta que la vida de su retoño había sido drenada por aquella daga mágica y había tocado a su portador. Inmediatamente la imagen de la llave había aparecido ante Arma. Había visto, oido y contactado casi plenamente a traves de la energía que le envolvía.

Había estado tan cerca de lograr su propósito sin tan siquiera acercarse fisicamente. Había rozado la libertad sin tan siquiera usar el ritual apropiado. El vínculo creado por la protoenergía había sido el canal ideal para el contacto. Pero el portador había roto el contacto a tiempo y había dirigido la energía con la fuerza de voluntad, no solo evitando una destrucción caótica sino conservando su forma y su mente al hacerlo.

Arma Artema no estaba despierta... pero tampoco dormía, tenía que haber oido su llamada.

No habían perdido nada. Pronto el portador vendría a ella, y Arma Omega estaría esperandole.


Drizzt había estado paseando y despues se había reunido con Caderly, que le había hablado de los descubrimientos que había proporcionado Jarlaxle. Entreri podía ser, o bien la reencarnación o bien el portador de aquello denominado Arma Artema, que era a su vez el eje central de la liberación de Arma Omega, el ente que había atacado Espíritu Elevado.

Era algo muy perturbador.

Era ya noche cerrada, pero Drizzt no tenía sueño, tenía demasiado en que pensar, y era una noche muy agradable, ni fria ni calurosa. No quedaban rastros de la batalla que se había librado allí y el jardin era la perfecta estampa de la tranquilidad, era muy agradable.

Sus pasos le llevaron hasta uno de los estanques. Allí oyó el sonido de piedras lanzadas sobre la superficie del agua y se acercó.

Entreri estaba allí, desobedeciendo claramente los consejos de reposo. Vestido con un una holgada ropa de dormir, Entreri se veía extrañamente juvenil tirando piedras para que rebotaran sobre el agua, en un gesto despreocupado nada propio de un hombre tan severo.

Se le veía triste, y pensativo. Llevaba el pelo suelo, caido sobre los hombros, negro como el ala de cuervo, dandole un aire despreocupado que quedaba eclipsado por la tristeza que se veía en sus ojos, convertidos por la luna en brillantes espejos acerados.

"¿Vas a estar ahí de pie mucho rato?"

Drizzt no se sorprendió de que Entreri le hubiese oido, aunque si de haberse quedado mirando. Se sacudió los hombros y se acercó, sin pedir permiso se sentó a su lado, de algun modo sabía que Entreri no rechazaría su compañía.

"Tendrías que estar descansando."

"No tenía sueño, y tu tampoco por lo que veo."

Entreri lanzó otra piedra, consiguiendo seis rebotes y finalmente apoyó los brazos sobre las rodillas, mirando la superficie del estanque con aire pensativo. Drizzt le imitó, el silencio no era incómodo aquí fuera, resultaba agradable incluso.

"Mi madre me quería... pero le costaba."

Drizzt se sintió la persona mas privilegiada del mundo, aquellas simples palabras saliendo de los labios de Entreri le convirtieron en una persona especial. Dudaba que jamas Entreri hubiese hablado de su pasado con nadie, siquiera con Jarlaxle.

"¿Por qué?"

"Todos me odiaban... y a mi madre la ignoraban o la trataban con lástima, como si la compadeciesen por ser mi madre. A ella le costaba amarme cuando era culpable de sus problemas, siempre tenía tristeza en la mirada."

"Tu no tenías la culpa."- Replicó Drizzt.- "Quiza estaba triste porque no podía protegerte del odio de los demás."

Entreri ladeó la cabeza con cierta duda, parecía que no se le había ocurrido esa posibilidad. Drizzt semisonrió al ver como Entreri se confundía ante la posibilidad de que no hubiese sido algo tan duro como lo había imaginado.

"Quizá tengas razón."- Entreri le miró con intensidad.- "Odio que tengas razón¿sabes, siempre pareces tener una respuesta para todo."

El vigilante se pregunto si Entreri tambien le acusaba de tener razón en el conflicto moral que habían vivido siempre en sus combates, sus códigos de conducta, los principios contra la disciplina falta de corazón.

"Lo siento. Intentaré no hacerlo tan a menudo."

El humano le sonrió nuevamente, empezaba a hacerlo mas y mas veces, Drizzt sentía que el corazón le saltaba en el pecho cada vez que aquella debil sonrisa asomaba, por breve que fuese el momento de sinceridad.

"¿Y tu padre no sabía nada de aquello?"

Entreri arrojó otra piedra al estanque, pero esta no rebotó.

"No, ni le importaba. Era un inquisidor de la iglesia de Tyr, el dios de la "justicia"."- Entreri dedicó un instante a mirar las ondas producidas en el agua.- "Mi madre y yo abandonamos el pueblo en que nací cuando la situación se volvió insostenible y fuimos a Memmon en busca de la ayuda de mi padre. En un principio nos dio la bienvenida pero... unos días despues acusó a mi madre de brujeria y la mató."

Se hizo el silencio. Drizzt no pudo sino ver la singular y horrible similitud entre aquel capítulo de la infancia de Entreri y la suya. Distintos a los demas sin saber la causa, un progenitor amado muerto a manos del otro. La madre al padre, el padre a la madre.

Esas cosas siempre dolían.

"Y despues te abandonó."- Supuso Drizzt.

"Si... y me fui a Calimport. Eso es todo."

Si, el resto era facil de imaginar. Un niño abandonado en una ciudad grande y peligrosa. Sin futuro y sin esperanzas... luchando por sobrevivir tras haber visto el horror que era el mundo. Drizzt se tumbó sobre la hierba observando el cielo.

Penso en todo lo que le había dicho Caderly sobre Arma... y sobre Entreri. Quiza lo sabían, quizá los aldeanos sabían algo oscuro respecto al nacimiento de Entreri y también su padre, no la verdad pero algo similar. Algo que hubiese presagiado un cruel destino. Debía ser muy duro ser odiado sin obtener ninguna explicación, siendo así no era extraño que la definición del bien y el mal quedase mutilada¿cómo podía explicarse un niño que todos le odiaran sin haber hecho nada malo? Quizá había llegado a la conclusión de que eso no importaba o aun peor, que era algo malvado por naturaleza y no podía cambiarlo.

"Drizzt..."

"¿Aja?"

"Te vi... mientras estaba en aquella luz, gracias."

Drizzt se incorporó levemente, con la sorpresa grabada en la cara.

"¿Por qué? No hice nada."

"Estabas allí."- Replicó Entreri.

Artemis desvió la vista, decir aquello le había costado, pero se sentía bien. Nunca antes le había hablado tanto a alguien de sí mismo y de su pasado, bueno, quizá a Dwahvel, pero era diferente. Este era Drizzt, y... contarselo le había sentado bien, como si se hubiese quitado un gran peso de encima.

Drizzt le tocó el hombro y Entreri se volvió. Sus miradas se quedaron prendidas, Entreri no podía sinó preguntarse como podían ser tan intensos aquellos ojos lavanda.

Antes de que palabra alguna saliera de sus labios, Drizzt le besó.

Sus labios eran suaves, sedosos, deslizándose sobre los suyos, uniendose hasta ahondar el beso y hacerlo mas tierno y jugoso. Se separaron y en un instante Drizzt se puso tan rojo que su piel se tornó púrpura, con un tartamudeo se incorporó y salió practicamente corriendo.

Artemis se quedó sentado un rato mas, anonadado.

Nota de la autora: Este no acostumbra a ser mi ritmo habitual de subir capítulos pero es que he estado liada con trabajos para la universidad. Ademas este capítulo no acababa de gustarme, mmmh... bueno, lo dejaré así que si no no actualizo nunca. A ver si saco mas tiempo para mis fanfics, hasta la vista y gracias por seguir leyendo y animándome.