Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 11. Tierras lejanas
"¿Estas seguro?"
Entreri no se molestó en contestar nuevamente y cargó su macuto sobre el excelente corcel gris. Estaba decidido, había pedido a Caderly que les procurase un teletransporte lo mas cerca de Mulhorand que fuese capaz y estaba decidido a partir sin mas dilación.
"Deberíamos informarnos un poco mas."
"No hay mas información, tu mismo me lo dijiste."- Replicó molesto por la insistencia de Jarlaxle por retrasarle.
"¿No te parece un poco precipitado?"
"¡Si no quieres venir, no vengas, no te lo he pedido!"
Jarlaxle frunció el ceño ante la explosión de mal humor y su expresión se tornó algo amenazadora, Entreri, no obstante, le ignoró y tomó las riendas del caballo para llevarlo a la sala desde donde Caderly les teletransportaría.
Jarlaxle vió marchar a Artemis y se mordió el labio, pensativo. No habían dicho nada a Entreri acerca de la posibilidad de que fuese parte de la profecía de Arma Omega, o más aun, que fuese el ávatar de un ente similar, dedicado a liberar al otro. Le preocupaba que ir a Mulhorand fuese negativo con esa circunstancia, podía ser precisamente lo que quisiera ese ser, igual que la trampa inicial para llevarles hasta la base de la secta.
Claro que¿qué otra opción tenían? No podían esperar a que Arma decidiese lanzar sobre ellos mas agentes, humanos o no. Ya había demostrado el poder que era capaz de enviar contra ellos.
"No te enfaaades."- Jarlaxle aceleró el paso hasta ponerse a la par de su arisco amigo.
Entreri le ignoró nuevamente y Jarlaxle le siguió incansablemente haciendo pucheros.
"No estoy enfadado contigo."- Dijo al fin, hastiado del comportamiento del drow.
"Me alegro mucho. Dame un minuto para ensillar mi caballo y voy contigo."
Entreri asintió y esperó pacientemente el regreso de Jarlaxle.
"¿Qué se supone que estas haciendo?"
Drizzt miró el libro que tenía entre las manos y después a su alrededor, preguntándose que horrible acción había perpetrado para que Jarlaxle le hiciese esa pregunta con incredulidad.
"Eh... ¿leer?"
"¿Y tu equipaje? Vamos a salir en nada y tú no tienes ensillado el caballo."
"Pero... yo no voy a ir a ninguna parte."
Jarlaxle le miró como si hubiese dicho que iba a unirse al clero de Lloth.
"¿Cómo¿Qué tontería es esa? Vamos a Mulhorand, hombre."
Drizzt miró de un lado a otro bastante confuso, no quería ir a Mulhorand, no tenía motivo alguno para seguir viajando con Jarlaxle... y Artemis. No quería encontrarse con Entreri, este ya estaba suficientemente enojado con él, y no quería profundizar mas en los turbulentos deseos que le provocaba su presencia. Lo mejor era que se separaran allí y no volvieran a encontrarse.
"No voy a acompañaros."
"¿Será posible? No te tomaba por un cobarde."
Drizzt le dirigió una mirada entre confusa y furiosa¿a que se refería el insolente?
"Tienes miedo de Artemis."
"No temo a Artemis y lo sabes de sobra. Nunca le rehuí por miedo."
"Ahora lo haces, y no me refería a temer su esgrima."- Replicó Jarlaxle sentándose sobre la mesa con toda tranquilidad.
El vigilante pensó en mencionar a Jarlaxle que las mesas no eran para sentarse pero estaba demasiado intrigado por lo que quisiese decirle. Se cruzó de brazos y le miró con indignación.
"¿Y bien?"
"Por favor... ¿ayer jugabais a meteros la lengua hasta la garganta y hoy no quieres hacer un viaje exótico con él?"
Drizzt se puso rojo hasta obtener un tono purpureo granate y Jarlaxle se preguntó sino se desmayaría por ruborizarse hasta ese punto, el vigilante era tan exágerado para esas cosas.
"No es.. esto... ¡pero si ya viste como acabó!."- Exclamó sobreponiéndose.
"Ah si, tu pidiendo amor y Entreri enfurruñado como un tejón."
"¿Un tejón?."- Drizzt enarcó las cejas.
"Parece uno¿a que sí? Uno de esos bichos me atacó hace unos meses solo por pasar cerca de su madriguera, juro que me recordó muchísimo a Artemis, a él no le gustó nada la comparación pero yo creo que tienen un aire¿no crees?"
La verdad era que mas de una vez había pensado en esa curiosa similitud pero... Drizzt sacudió la cabeza y recuperó el hilo de su pensamiento, aquello no tenía nada que ver con lo que estaban discutiendo.
"Bueno... basicamente esa situación no va a repetirse, quedó bastante claro. No voy a... a acostarme con alguien que no siente algo mas profundo por mi."
Jarlaxle alzó las manos con inocencia.
"No digo nada acerca de eso, son cosas vuestras. Solo digo que sería de gran ayuda que nos acompañaras, nos enfrentamos a algo muy poderoso, y sé de buena tinta que Caderly se quedaría mas tranquilo si vinieras."
Eso era cierto. Estaban enfrentando la probable resurrección de una antigua entidad de gran poder que no parecía tener buenas intenciones, eso podía implicar a todo Faerun. No era muy buena idea dejar algo tan grave en manos de Jarlaxle y Artemis, no por falta de talento o poder, sino por falta de principios morales correctos¿quién sabía que podía ocurrir?
"Iré."
"En cuanto a la relación entre Artemis y tu..."
"No hay ninguna relación, ni la habrá."- Gruñó Drizzt.- "Puede que Entreri pueda separar sexo y sentimiento, pero yo no voy a hacerlo, y eso es definitivo."
Jarlaxle asintió con un suspiro de rendición y se marchó con el recado de reunirse todos en la sala de conjuración de la catedral.
Y como de costumbre había conseguido exactamente lo que quería. Ya se ocuparía de la negativa de Drizzt y la superficialidad de Artemis. Todo tenía una solución cuando se dejaba en manos de un manipulador nato.
Entreri frunció profundamente el ceño al ver entrar a Drizzt en la sala, cuando Jarlaxle le había prometido una sorpresa no se había esperado aquello. Y no le agradaba, que Don Recta Moral se fuese a otra parte a buscar su perfecto amor platónico y verdadero donde todas las parejas se complementaban y eran felices para siempre.
Drizzt parpadeó varias veces... realmente Entreri parecía un tejón con aquella expresión enojada pero callada.
"¿Por qué vienes? No te necesitamos."
"Porque alguien tiene que asegurarse de que se hace lo correcto."- Replicó Drizzt con furia ante aquel desprecio.
Jarlaxle y Caderly sintieron la tensión que había aparecido en la sala y se alejaron inconscientemente del par. Despues de todo ese tiempo parecía que volvían a estar como al principio, dispuestos a acabar el uno con el otro a la menor oportunidad.
"Muy bien, gran paladín, ven si quieres, pero si te interpones en mi camino..."
"¿Qué haras?."- Acotó Drizzt con las manos sobre las cimitarras.
"¡Nadie hará nada!"
Jarlaxle sacudió su sombrero entre los dos hombres como quien separa a un par de crios revoltosos y les miró con clara decepción y una reprimenda acerca de su infantil comportamiento. No había tiempo que perder.
"Caderly por favor, puedes lanzar tu conjuro cuando te parezca conveniente, se portarán bien."
Por el frio acero de los ojos de Entreri y el ardiente lavanda de los de Drizzt nadie lo diría, pero Caderly no pudo sino encogerse de hombros y comenzar con el ritual de teletransporte.
Los viajeros cerraron los ojos a los caballos para que no se espantaran durante el conjuro y en unos instantes el mundo se desdibujó a su alrededor en un torbellino de colores mientras la habitación de Espíritu Elevado se transformaba en un paisaje desértico.
Entreri se recuperó de la desorientación que siempre provocaba aquel medio de transporte y observó sus alrededores, estaban en una zona rocosa, el viento traía la arena del desierto, pero podía ver un vergel de vegetación y había zonas fértiles llenas de cultivos. Mas allá de los cultivos donde habían aparecido se alzaba una enorme y majestuosa metrópolis que bordeaba el enorme y caudaloso rio en torno al cual se extendían los campos de cultivo y las palmeras. Si Caderly no se equivocaba aquello era Skuld, capitál de Mulhorand.
Se trataba de una gran ciudad, el doble de grande que Calimport, lo que la convertía en una auténtica metrópolis. Tras las excelentes murallas de piedra que ningún ejército había conseguido rebasar se podían ver enormes edificios de piedra blanca o beis, geométricamente perfectos templos y palacios construidos a la escala de gigantes.
Drizzt estaba realmente asombrado, jamas había visto nada parecido, inmediatamente llamó a Guenhwyvar, la pantera sin duda querría ver tan precioso lugar.
Jarlaxle silbó con admiración, nunca había estado en Mulhorand y aquella exótica tierra era realmente asombrosa, y ni siquiera habían entrado aun en la ciudad.
"Vamos antes de que los campesinos empiecen a mosquearse."- Indicó Entreri.
El grupo cogió las riendas de los estremecidos y confusos caballos y abandonaron la plantación hasta un sendero en dirección a la ciudad.
¡Estaba allí!
Podía sentirlo... estaba cerca, esta vez estaba físicamente cerca.
Había venido, mucho antes de lo esperado. Tan cerca que podía sentir el poder agazapado.
¿Artema¿Artema?
Estoy aquí.
Entreri se masajeó las sienes, había sentido un terrible aguijonazo de jaqueca. Tenía muchos ultimamente, por fortuna eran espaciados y puntuales, pero eso no los hacía menos molestos.
"Entreri ¿qué opinas?"
El humano suspiró y dirigió su atención a Drizzt, estaban en las afueras de las murallas, meditando acerca de un problema que no habían tenido en cuenta al emprender el viaje. En aquella zona no había drows y practicamente ningún elfo, pero ese hecho solo hacía que hubiese mas probabilidades de que los dos elfos oscuros tuviesen dificultades para entrar en la ciudad debido a la desconfianza, despues de todo Mulhorand se encontraba ahora en plena guerra contra la vecina Unzher y los extranjeros no podían ser vistos a la ligera.
"Desde luego teneis que disfrazaros."- Convino.
"Y el gran Jarlaxle tiene la solución."
Entreri y Drizzt observaron como Jarlaxle regresaba del mercadillo exterior con sendos trajes mulhorandinos... de mujer.
"¿Disculpa?"
"Bueno, muchas tribus del desiertos tienen la costumbre de cubrir casi por completo sus cuerpos, sobre todo a las mujeres. Y tú tienes rasgos que pueden pasar por Mulhorandinos o por lo menos de ascendencia."
"¿Drizzt y tú os hareis pasar por... mis esposas?"
"¡Exactamente! Nadie se pondrá a mirar fijamente a las mujeres de otro hombre."
Drizzt cogió con aprensión las túnicas y se preguntó si todo aquello no era demasiado complicado, seguró que tenía que haber otra posibilidad.
"Vamos, vamos, no perdamos el tiempo."
Entreri se frotó las sienes nuevamente, esta vez no debido a la migraña.
