Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 12. Hacia terreno peligroso

"Vaya, sois un hombre afortunado, maese Raurik."

Artemis agredeció el cumplido con un cabeceo, habían logrado hacerse pasar facilmente por habitántes de Mulhorand que iban a comprar a la gran ciudad y nadie había cuestionado por un instante su fachada ni la de los drows. Sobre todo la de estos dos.

Aunque habrían pasado mas desapercibidos si Jarlaxle no se dedicase a desplegar encantos con estudiadas caidas de ojos y balanceos de caderas, o si hubiese sido un poco mas parco en el relleno del pecho, o el seductor maquillaje. Jarlaxle lucía pechos y contoneos de sacerdotisa de Sune, deidad de la belleza, en vez de ser una recatada dama del sureste.

Drizzt desde luego trataba de llamar menos la atención situándose tras Entreri y cubríendose más pero parecía que su timidez resultaba casi mas encantadora que los contoneos de Jarlaxle.

Tener dos esposas atractivas y exóticas era la causa de las felicitaciones que Entreri recibía cada vez que indagaban o compraban algo.

"Querido esposo, estoy agotaaaada¿podemos detenernos un momento a comer algo?"

Jarlaxle se había metido completamente en su papel aprovechando ademas para colgarsele del brazo y abrazarle con voz melosa, a sabiendas de que Entreri detestaba profundamente aquella actitud y no podía hacer nada por evitarlo sin dar un espectáculo.

Gruñó su asentimiento, despues de todo estaba anocheciendo y tenían que buscar un alojamiento adecuado. Tras un par de preguntas dio con una aceptable y entraron.

"¡Ah!"

Entreri se volvió y vió que Drizzt estaba dirigiendo una mirada asesina a un tipo.

"¿Qué ocurre?"

Drizzt masculló algo de que no tenía importancia pero Entreri sumó dos y dos sin mucha dificultad. Ese tio le había metido mano... a una de sus esposas, y nadie iba a tocar lo que era suyo.

"¿Sueles tocar lo que no te pertenece? Quizá deba cortarte las manos."

El tipo sonrió con desprecio y se cuadró con sobervia y poca vergüenza.

"Me gustaría verte intentarlo, basura del desierto."

Unos instantes despues el desgraciado estaba en la salida de la taberna con las costillas magulladas y buscando sus dientes.

Entrerise limpió los nudillos y acto seguido agarró a Drizzt por el trasero con gesto posesivo para dejar bien claro a los presentes que no iba a tolerar mas estupideces. Recibió no pocas miradas de respeto y nadie hizo comentario alguno.

Drizzt por su parte tenía los nervios a flor de piel, el modo en que le agarraba Entreri le estaba haciendo enfebrecer. Cuando se había vestido con aquellas túnicas no había esperado tener tanto éxito entre los hombres y desde luego no había esperado que su... marido le defendiese o abrazase.

2Vamos."

Drizzt salió de sus cavilaciones y los tres se sentaron para cenar.

"Oish, que bonito gesto ha sido ese."- Susurró Jarlaxle manteniento el tono coquetuelo.

Entreri consideró la opción de amordazar a Jarlaxle pero estaba algo distraido, volvía a tener una de aquellas migrañas, como si tuviese un clavo en la cabeza.

Por no hablar de lo que le distraía el cuerpo de Drizzt contra el suyo. La discusión con el drow no tenía nada que ver con el hecho de que le deseara, eso era algo completamente aparte. Tocar el trasero de Drizzt había sido algo casual no premeditado, pero no podía negar que había apreciado el tacto de las redondeadas y prietas nalgas. Y la verdad era que Drizzt no parecía molesto en absoluto.

"Ejem... ¿entonces que haremos a continuación?"

Entreri sonrió sutilmente notar el leve rubor en el rostro del drow, quería devorarle otra vez los labios... pero no... si Drizzt quería hacerse el duro y aferrarse a su moral allá él, él también sabía jugar a eso, y poner las cosas difíciles al otro.

"Por aquí pasan muchas cosas, demasiadas de hecho. No me sorprendería que la agitación tuviese relación con Arma."

"Mañana podríamos ir a indagar a la zona clerical, no me sorprendería que la secta hubiese empezado a tener conflictos con la competencia."

Eso tenía sentido. Entreri asintió y se dirigieron a la habitación que habían alquilado. Con cama de matrimonio, no estaría bien visto que las dos esposas durmieran solas.

Drizzt se sintió profundamente aliviado de poder quitarse las prendas, le dolía la cintura por culpa del cinto de tela que se habían puesto para acentuar la cadera, y el relleno del pecho daba un calor insoportable. Fingir ser mujer era realmente incómodo.

"Si tengo que volver a ponerme esto me desmayaré."- Comentó molesto.

"Pues a mi me encanta¿visteis como me miraban todos? Estoy buenísimo."

Entreri enarcó las cejas ante la declaración de Jarlaxle, si el drow hubiese nacido mujer habría sido todo un espécimen. Si ya como hombre era vanidoso... no quería ni imaginárselo.

Drizzt rió levemente ante la expresión escéptica de Entreri, el humano sacudió la cabeza y se quitó las prendas de beduino para poder dormir. Drizzt miró de reojo, no era la primera vez que veía el cuerpo de Entreri, él había ayudado a atenderle en la catedral de Caderly, pero ahora no podía sino recrearse en el fibroso cuerpo de firme musculatura, en las claras cicatrices sobre la piel broncinea... Era un delito que Entreri llevase camisa.

Alzó la vista por el torso hasta el poderoso cuello, la angulosa mandíbula, los labios carnosos, llenos, Entreri se relamió y Drizzt sintió una conocida tensión. Volvió la vista rápidamente y se cambió a toda prisa para que sus compañeros no viesen su incomodidad.

Entreri por su parte, sonreía ampliamente, sabía que Drizzt le había estado mirando, se había relamido a propósito. Si el drow quería hacerse el duro allá él, uno de los dos iba a ceder en aquel juego y no sería él.

Jarlaxle, metiéndose en la cama, tenía una enorme sonrisa plasmada en el rostro, estaba pasandoselo de miedo viendo la interacción de aquellos dos¡y tenía asiento en primera fila!


Arma se irguió en toda su estatura, no, no estaba libre. Pero ya había conseguido completo control sobre su forma. Estaba totalmente despierta. Solo necesitaba salir de allí. Necesita al portador de la llave.

Necesitaba a Arma Artema.

Su otra mitad. Su alma gemela. Su semilla en el reino de los mortales.

Hacía siglos que había sido libre, había extendido su poder con las razas creadoras, que habían aclamado su nombre con temor y reverencia. Había dirigido a esas razas sin oposición y las había lanzado contra las deidades y sus siervos. Había combatido contra ellas y había disfrutado enormemente de ello.

Hasta que se habían unido contra Arma. Se había descuidado, no había esperado aquello. Pero así había sido, y los mortales se habían unido por ende, arrasando su dominio y retirándola a los reinos desérticos, hasta el imperio Imaskar, y allí la habían destruido y aprisionado.

El mundo pagaría. Su venganza sería sonada. Desataría sobre el mundo tal lluvia de muerte que los mortales perderían la fe en los dioses, y cuando esto debilitara a las deidades, cargaría contra ellas con todo su odio de milenios. Y solo quedaría ella, y los pocos que sobrevivieran al holocausto se arrodillarían y aclamarían su nombre con desesperación.

Por su dolor, todos pagarían su venganza.

Arma Artema estaba allí fuera. Reencarnándose siglo tras siglo, de una envoltura mortal a otra, hasta la actual, la elegida para aquel magnífico momento. Y estaba despierta al fín, despues del letargo de vivir agazapada en los portadores.

Artema, mi arma, mi retoño, Artema... hablame.

Estoy aquí... estoy aquí... pronto... muy pronto... voy hacia ti...

Siiii... ven... ven a mi...


Entreri se removió levemente. Estaba entre Drizzt y Jarlaxle, todos acostados en la cama. Algo le había robado el sueño. Sentía algo extraño, un desasosiego.

Había algo dentro de él. Lo notaba. Lo había notado desde el incidente de la explosión de energía. Algo dentro de él le estaba haciendo aquello... se sentía extraño, tenía la sensación de ser otra persona. Aunque procuraba no pensar en ello no podía seguir ignorándolo. Le ocurría algo, las migrañas, la sensación de ser mas joven, los sueños extraños que no era capaz de recordar, solo imágenes inconexas.

Nada tenía sentido, a veces creía ver desiertos, a veces una ciudad extraña, bestias indescriptibles... pero nada tenía guión, no sabía como interpretarlo.

Necesitaba aire fresco. Se levánto con cuidado, procurando no molestar a sus compañeros y salió de la habitación.

Jarlaxle y Drizzt esperaron a que Entreri saliera para incorporarse y mirarse con curiosidad.

"¿ A donde irá?"

"¿Y yo que sé? Ve tras él a averiguarlo."- Replicó Jarlaxle con una risilla.

"Quizá quiere estar solo."

Jarlaxle le miró como si fuese idiota, otra vez.

"¿Qué? Por favor... lo que necesita es que vayas, le des un abrazo y le mimes un poco."

"Oye Jarlaxle, ya te he dicho que no..."

El mercenario le acalló y se dirigió a él con tal autoridad que Drizzt se quedó de piedra.

"No te he dicho que vayas y le bajes los pantalones. Te he dicho que vayas a abrazarle, que es lo que estas deseando hacer. Conozco a las personas y té diré algo, Entreri está jugando a seducirte, y eso no es razón para que tú no contraataques."

"¿Contrataque?"

"¡Por supuesto! A veces eres un poco lentito, amigo."

Drizzt se indigno por el insulto pero lo cierto era que Jarlaxle era demasiado rápido para él.

"Lo que quiero decir es que puedes tratar de ganarte su corazón del mismo modo que él pretende tu cuerpo. No me dirás que sería una excelente vuelta de hoja a la situación."

Drizzt se preguntó cuando tiempo llevaba Jarlaxle pensando en ello.

"No sé como..."

"Con perseverancia, naturalmente, tu ventaja es que Entreri no se lo esperará. Vé tras él y usa todo tu encanto. Venga... mira que eres lento."

Esta vez el vigilante le enseñó el dedo corazón a Jarlaxle antes de marcharse, el mercenario tenía la mala costumbre de insultarle y no le agradaba en absoluto. Pero iba a hacer caso del consejo... si, despues de todo¿qué mejor plan? No podía negar su deseo por Entreri, pero maldito fuera si cedía a ese deseo antes de que Entreri le entregara algo mucho mas importante.

Con esta decisión, sus ojos lavanda centellearon mientras salía tras Artemis fuera de la posada.

Entreri trató de calmar sus pensamientos, se sentía mal, no físicamente. Seguía teniendo la sensación horrible de que algo no cuadraba dentro de él, algo iba terriblemente mal.

Le parecía oir un susurro desde su interior, desde el alma.

"¿Artemis?"

Drizzt. Ahora no estaba por la labor de hablar con el vigilante.

"¿Qué quieres?"

"Saber como te encuentras."

Artemis se volvió tratando de aparentar que no ocurría nada, pero al parecer no era tan buen actor como creía porque Drizzt se acercó con preocupación y le puso una mano sobre el hombro.

"Solo necesitaba algo de aire fresco."

"Hace un frio helador."- Replicó Drizzt.- "Vamos adentro, trata de dormir."

Sin darle tiempo a reaccionar, Artemis abrazó a Drizzt por la cintura y juntó sus cuerpos en un estrecho abrazo. Juntando sus cinturas, su rostro a milímetros del otro. Drizzt se estremeció al sentir la respiración de Artemis sobre sus labios.

"Tengo ideas mejores que dormir."- Susurró Entreri contra su boca, sin llegar a besarle.

"Artemis..."

Era dificil pensar con Artemis tan cerca, su cuerpo contra el suyo, sus ojos hipnotizándole frente a él, sus labios rozando su piel... una mano descendiendo por su vientre, hasta acariciar el prominente bulto por encima de unos pantalones que le estaban torturando.

"Artemis..."- Repitió, meciendose contra él, deseando más.

"Mmmh... vaya, lo siento Drizzt."

Y de pronto le soltó y retrocedió, dejando a Drizzt completamente anonadado.

"¿Qué...?"

"No quiero hacer algo de lo que luego te arrepientas, no quisiera que los remordimientos te torturaran despues."

La sonrisa de Entreri era mas maliciosa que la de un diablo. Drizzt no había visto nunca esa mirada traviesa en los ojos del humano, el maldito estaba disfrutando de su juego.

"Hasta mañana."

Entreri regresó a la taberna sintiéndose mucho mejor, le había costado mucho autocontrol parar, pero había valido la pena por ver la expresión de Drizzt. Y las preocupaciones que le habían estado acosando estaban ahora algo menos pesadas.

Estaba deseando terminar con todo aquello para dedicarse por completo a torturar a Drizzt.