Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 13. Aliento de dragón

Ciudades ardiendo. Torres derrumbándose como un castillo de naipes. Una marea de gente corriendo entre gritos, buscando en vano un refugio. Tornados de energía salvaje y desatada vagando por la faz del mundo. Rios teñidos de sangre. Bestias primigenias emergiendo de las entrañas de la tierra.

Un desierto de polvo extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Una criatura arcaica emergiendo de la arena como un niño monstruoso abriendose paso desde el útero materno.

Entreri se incorporó con una exclamación ahogada, la vivided del sueño resonando en su interior. Demasiado real, demasiado extraño. Aquello no había sido un sueño normal... era como una especie de visión. Muy perturbador.

Una mano sobre su hombro le devolvió a la realidad. Unos ojos lavanda le observaron con preocupación.

"¿Una pesadilla?"

Entreri asintió, casi había olvidado que estaba compartiendo cama. Resultaba realmente incómodo verse obligado a dormir con los dos drows, sobre todo por Jarlaxe, que robaba mantas con enorme avaricia.

"He conseguido otra manta".- Dijo Drizzt, como si hubiese pensado lo mismo que él.

"Bien."

Arropándose con la manta adicional, Entreri logró volver a conciliar el sueño, la presencia de Drizzt a su lado, mas reconfortante de lo que hubiese pensado.


El despertar al amanecer fue realmente sorprendente.

"¡Dragooooon!"

El grito de alarma se repetía por todas partes y Entreri y sus compañeros se incorporaron totalmente desorientados, no todos los días uno despertaba de ese modo.

"¿Un dragón? No me digas que Hephaestus nos ha seguido hasta aquí, creía que ese lagarto se habría olvidado ya de nosotros."

Entreri gruñó ante el comentario de Jarlaxe, Hephaestus era un dragón rojo que habían... "persuadido" para que lanzase su aliento de fuego sobre la reliquia maligna Crenshinibon, y la explosión de luz había dejado ciega a la sierpe. Pero no creía que un dragón, ni siquiera uno tan viejo, viajase tantos miles de kilómetros para ir tras ellos.

Se vistieron y salieron al exterior justo a tiempo de ver un impresionante dragón azul sobrevolando la ciudad. De cuando en cuando el suelo se sacudía al recibir una terrible descarga eléctrica que arrasaba con varios edificios en un instante, los dragones azules podían usar su aliento como si de un relámpago se tratase.

"Espero que esto no sea algo habitual."

Drizzt podía jurar que no debía serlo, los dragones eran prepotentes, sobervios y engreidos, pero no estúpidos. Ninguno atacaría semejante urbe de no tener una poderosa razón.

Yairshalajaresh sobrevoló la ciudad de nuevo, la sierpe azul nunca antes había tenido motivos para aventurarse tan lejos de su hogar, nunca habría descargado su poder sobre una ciudad tan grande, sabiendo que eso llenaría de vengativos humanos su desierto.

Pero el dragón ya no era dueño de sus acciones. Ocultarse del poder que había aparecido bajo las arenas del Raurin no le había servido de nada, aquel ente había sabido de su existencia y eso había sido su perdición, durante meses había sufrido el acoso de Arma Omega, hasta que había estado demasiado debilitado para oponer mas resistencia.

Ahora no podía dejar de oir su voz, retumbando en su cabeza, prometiendo liberarle si cumplía con una simple misión.

Yairshalajaresh dirigió su aguda vista sobre el gentio de humanos hasta... si... ¡al fin lo había encontrado!

Les había visto, a Entreri se he había puesto el vello de la nuca en punta nada mas sentir los ojos de la sierpe sobre ellos.

"Hay que salir de aquí."

No tenía que decirlo dos veces, los drows y el humano echaron a correr como alma que lleva el diablo tratando de usar los callejones mas estrechos que podían, no obstante la ventaja de volar que usaba el dragón resultaba dificil de superar, los dragones gozaban de sentidos muy agudos incluso para su tamaño, puede que a sus ojos fuesen como ratones, pero podía distinguirlos perfectamente.

Yairshalajaresh rugió, estaba tan cerca... la voz era mas fuerte que nunca, apremiante.

¡Matalos¡Usa tu relámpago¡Usa toda tu fuerza¡ATACA!

La sierpe azul no se lo pensó dos veces, fijó la vista en el humano y los drows que corrían a su lado, abrió las fauces y descargó todo su poder.

El relámpago rasgó la pálida luz del amanecer, la electricidad se impregnó en todo el ambiente, energía mágica y elemental brotó de la boca del dragón e impactó directamente sobre su objetivo.


Entreri se quedó sin aliento, todo su cuerpo se convulsionó bajo el impacto, aquella fuerza... se parecía demasiado al poder que había experimentado en Espíritu Elevado. Aquella energía, era casi el mismo poder en bruto.

Era un vórtice... como agua yéndose por un agujero... volvía a ocurrir, lo estaba absorviendo.


Drizzt y Jarlaxe cayeron al suelo, Drizzt tenía el pelo completamente herizado y le castañeaban los dientes, Jarlaxe no estaba mucho mejor, temblando y con los pendientes y anillos dándole calambres. Y ninguno de los dos comprendía como podían seguir vivos despues de un ataque semejante.

Lo comprendieron en cuanto miraron a Entreri, tenía el cabello negro tan herizado como Drizzt, estaba a cuatro patas, jadeando y respirando con dificultad, gotas de sudor resbalaban por su piel bronceada y parecía estar sumido en una terrible angustia, un intenso dolor.

"No..."

Drizzt se acercó gateando, aun dolorido por la tensión eléctrica y sin pensárselo dos veces abrazó a Entreri, que gimió en su abrazo, al parecer sin saber lo que que ocurría a su alrededor, tratando desesperadamente de respirar y calmarse.

"¡Artemis¡Artemis, aguanta!"

No podía. Dolía demasiado. Le zumbaban los oidos, sentía un redoble de tambor en su interior, todo era demasiado intenso, los ruidos del exterior, el aleteo del dragón, el poder en estado puro rodeándolo, los cálidos brazos de Drizzt sosteniéndole contra su pecho, llamándole, Jarlaxe gateando hacia ellos.

El sonido del dragón tomando aire para exhalar su poderoso aliento de nuevo. No podrían sobrevivir de nuevo a algo así, no podría contener aquello.

Dejame salir. Dejame salir, dejame ayudarte. Soy Artema, y no puedo ser derrotada. Artemis trató de calmarse nuevamente, pero no podía, era demasiado... ¿Es así como caeremos¿Este es nuestro final? Muertos a manos de un lagarto alado¿Para esto hemos luchado tanto tiempo. ¿Quién eres¿Qué eres?. No soy yo, somos nosotros, Artemis, estamos unidos desde el inicio de los tiempos, siempre he estado a tu lado, somos nosotros. Deja que seamos uno.

NO SEREMOS DERROTADOS.

Drizzt no fue capaz de explicar lo que ocurría. De pronto todo se volvió demasiado brillante, Entreri pareció estallar entre sus brazos, quedó cegado y no puedo ver nada, todo se volvió negro y no podía oir nada por encima de un fuerte zumbido. Cuando pudo recuperar el uso de sus sentidos no estuvo preparado para lo que le esperaba. A su alrededor todo era devastación, al menos dos manzanas de casas habían sido arrasadas por una onda expansiva circular que había barrido todo por completo, en cuanto al dragón... su destrozado esqueleto era todo lo que quedaba de él.

Artemis estaba junto a él, tendido en el suelo, respiraba normalmente, parecía dormido o inconsciente, como si nada hubiese ocurrido. Jarlaxe también estaba allí, empezaba a incorporarse lentamente, con expresión perdida.

"... vaya... ¿estamos todos aquí?"

"Depende de a que te refieras con todos."- Replicó Drizzt, se preguntó si ellos eran los unicos supervivientes de la explosión, o lo que fuera que había ocurrido.

"... cof... ¿Drizzt?"

El vigilante se precipitó junto a Entreri y le ayudo cuidadosamente a incorporarse un poco apoyándose en él.

"Artemis... ¿te encuentras bien?"

"Cansado, pero bien."

Jarlaxe miró a su alrededor y silbó impresionado, hubiese juradao que alguien había soltado una cadena de bolas de fuego y rayos relampagueantes en un mismo punto o quizá habían inventado un nuevo conjuro llamado apocalipsis o algo por el estilo.

"Mejor que desaparezcamos antes de que a las autoridades se les ocurra echar un vistazo."

Sin necesidad de palabras, sacó tres pociones de invisibilidad y las tomaron. En poco tiempo ambos drows ayudaban a Artemis a salir de la zona destruida mientras la gente empezaba a salir de sus casas y las patrullas intentaban mantener el orden para poder investigar.

Cuando por fin llegaron a una zona en pie, Drizzt sostuvo a Artemis contra él mientras Jarlaxe trataba de conseguir una habitación lo antes posible, sin fachada de mujer iba a ser bastante complicado pero no había tiempo, si tenía que hacer soborno tendría que hacerlo.

Artemis se apoyó en él, dejando caer la cabeza sobre su hombro, exhausto.

"El Raurin..."- Murmuró.

"¿Cómo?"

"El desierto del Raurin."- Aclaró Artemis, algo adormilado.- "Está allí."

"¿Cómo lo sabes?."

Entreri se abrazó a él, casi de modo mimoso y Drizzt tuvo dificultades para no besarle impetuosamente, Artemis estaba realmente encantador, cuando estaba cansado, o al menos con él, se relajaba y el perpetuo ceño fruncido desaparecía.

"Lo he visto, no sé bien como... lo vi antes."

"Entiendo... ¿recuerdas algo de lo que ha ocurrido?"

"No lo sé... todo era como un sueño."

Drizzt sintió el desasosiego de Entreri, quería decirle que todo iría bien, que él se ocuparía de todo, que nunca volvería a estar solo ni a necesitar protegerse de todos... pero no se atrevía a soliviantar el orgullo de Entreri... o quizá tenía que decirlo si quería acabar con esa barrera.

"Artemis... yo..."

"He conseguido habitaciones."- Dijo Jarlaxe saliendo de la posada.

Drizzt suspiró, entre aliviado y molesto, y los tres entraron a descansar y hacer planes ahora que parecía que el mundo entero se les venía encima.

Nota de la autora: Esto está yendo muy lento, lo sé, cosas del fin de curso y los trabajos de última hora, a ver si termino de una vez con los estudios y puedo ser mas cumplidora con el fanfic. Espero seguir con la inspiración a tono, hasta el proximo capítulo.