Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Este capítulo es SLASH, relaciones m/m explícitas. Queda dicho.

Capítulo 19. Oasis

Entreri se sumergió en la cristalina agua con un suspiro de alivio, el oasis tenía un aspecto paradisiaco. El lugar estaba a medio día de viaje del campamento de los bedin y Entreri había ido hasta allí para bañarse adecuadamente y sobre todo tener un poco de tranquilidad, la agitación que reinaba en el campamento no hacía sino recordarle que estaba en el ojo del huracán.

Solo quería alejarse de aquel caos en que se había convertido todo. Ahora tenían un ejército y un objetivo, pero le quedaban demasiados interrogantes. ¿Qué iba a hacer exactamente? Destruir la secta. ¿y¿Acabaría eso con Arma Omega? Y lo que era mas importante¿Acabaría con Arma Artema¿Acallaría aquella voz?

Falto de aire, regresó a la superficie y se echó el cabello hacia atrás con un gesto.

Se sentía mejor, solo, en el agua pristina y clara, rodeado por la verde selva en miniatura en medio de la seca extensión del desierto, el cielo anaranjado por el anochecer, revelando toda una suerte de tonos mientras las primeras estrellas se asomaban en la oscuidad.

Nadó hacia la orilla y se sentó en el agua, sumergido hasta los hombros y sentado con los brazos sobre las rodillas, todo maravillosamente tranquilo.

- ¡BU!

Entreri resistió con enorme fuerza de voluntad el impulso de dar un bote y gritar pero dio un respingo muy poco propio de él.

- Eres un... un idiota.- Logró gruñir ante el sonriente rostro del drow de chispeantes ojos lavanda.

- Te he asustado, confiesalo.

- Ya te he confesado bastante, Drizzt, no fuerces la nota.

Drizzt se arrodilló frente a él y Artemis sonrió admirando el brillo de la piel de onice húmeda y el cabello blanco aplastado por el agua. El agua cristalina le permitía vislumbrar el cuerpo y lamentó la falta de una mejor iluminación para ver a aquella fascinante criatura.

- Te vi marchar tan solo... he venido a hacerte compañía, no es seguro estar solo por aquí.

- Quería estar solo.- Explicó Artemis.- Pero me alegra que estes aquí.

- ¿De veras?

Entreri se recreó en la expectante expresión de Drizzt y tuvo la tentación de darle un simple beso y marcharse, pero estaba demasiado cansado para esos absurdos juegos, aquellos tejemanejes que habían tenido lugar desde Espíritu Elevado ya no tenían sentido.

Estaba con Drizzt, con todos los sentidos que podía tener la expresión.

- Nunca me había alegrado tanto de estar en compañía de alguien.

Drizzt se cernió sobre él de forma casi amenazadora y Artemis se lo permitió. A Drizzt podía permitirle cualquier cosa y tener la seguridad de que no recibiría daño alguno. Solo a él.

Se besaron dando y recibiendo, compartiendo en un beso el alivio de saber que ambos eran correspondidos.


Jarlaxle apuró otra copa de licor y se recostó entre las dos preciosidades que escuchaban embelesadas su relato, el mercenario estaba relatandoles lo ocurrido durante aquel viaje, adornando las partes adecuadas por supuesto.

Aquellos bedin eran buena gente, un poco ariscos, pero agradables cuando te aceptaban. Jarlaxle miró a sus hermosas acompañantes y concluyó, muy agradables.

Aparte de divertirse, Jarlaxle cavilaba. Sabía que, aunque dificil, no era imposible que tuviesen éxito, los sectarios podían ser poderosos en su terreno, pero los bedin eran experimentados guerreros y ansiaban venganza, una poderosa combinación.

Una vez hubiesen eliminado a los sectarios venía lo complicado. Las deidades dependían de su numero de fieles para existir y poseer poder, pero por lo que podía deducir, Arma Omega no era exactamente una deidad, de hecho parecía ser enemiga de estas por lo que podía deducirse del poema imaskari que habían traducido y el poder usado por sus agentes, que no era arcano ni divino.

Por lo tanto la muerte de los sectarios no tenía porque afectar a Arma. Debilitarla, quizá, matarla no. Y por supuesto quedaba Arma Artema.

¿Era Artema parte de Artemis o era una entidad separada conviviendo con él? No podían dejar aparte esa situación, no quería tener que volver a enfrentarse a un Artemis Entreri poseido ni mucho menos a otra explosión de protoenergia desatada.

¿Cómo iba a arreglar aquello? Porque algo estaba claro, en aquel momento era el unico pensando en cosas serias, sabía a ciencia cierta que sus dos compañeros de aventura estaban haciendo de todo menos preocuparse en aquel instante.


Drizzt gimió a viva voz y balanceó la cintura mientras sus pies arañaban la tierra desesperadamente. Entreri estaba haciendo cosas con la lengua que jamas había imaginado posibles, la entrada de su cuerpo estaba viviendo sensaciones completamente nuevas.

Sabía que aquello tenía que ser placentero, no era ignorante respecto a la mecánica de las relaciones entre hombres pero... nunca había pensado que un beso literal en el trasero fuese tan agradable.

La lengua de Artemis ahondó en su interior y Drizzt clavó los dedos en la tierra arenosa. Iba a correrse, se correría en un instante si Artemis seguía demostrandole de ese modo su habilidad.

- Ah... aaah... Artemis... Artemis, por favor... me voy a...

- Mmmh…- Se limitó a responderle Artemis, mientras le introducía uno de los dedos y lamía y besaba la entrada alrededor.

Drizzt empujó contra el delicioso invasor, y alzó la vista. Fue una mala idea, ver a Artemis entre sus piernas, moviendo la cabeza tras su verga húmeda y turgente, la espalda inclinada, el delicioso trasero levantado en el aire... sintió que se le tensaban los testículos.

Y Artemis escogió ese momento para introducir un segundo dedo en el interior de Drizzt, su ano se contrajo compulsivamente, el escroto se tensó y el orgasmo le recorrió, dejandole tendido sobre la hierba y jadeando desesperadamente.

- Oh... cielos... Artemis...- Logró musitar.

El humano se irguió ante él, de rodillas, recorriéndole con la mirada. Drizzt se estremeció bajo el hambriento escritinio y su hombría empezó a endurecerse en un tiempo record.

- Eres magnífico.- Declaró Artemis.

Y así era, Artemis no podía dejar de maravillarse mirando a Drizzt, era perfecto, realmente perfecto. Sus gemidos al llegar al orgasmo habían sido tan eróticos que Artemis había sufrido un calvario para contenerse de penetrarle en ese mismo instante.

- No... tu lo eres.- Replicó el vigilante. Y sus ojos lavanda le recorrieron como lo había hecho él mismo.

No podía esperar mas. Artemis rebuscó un momento entre su ropa hasta dar con el vial de aceite. Generalmente lo usaba para tratar quemaduras y magulladuras por abrasión pero resultaría ideal para esta situación, y tenía que confersar que había tenido la esperanza de usarlo para este menester desde hacía tiempo. Tratando de tocarse lo menos posible cubrió su ansiosa verga con el aceite y se volvió.

Se relamió y se tendió sobre Drizzt, las piernas del drow se abrieron y rodearon su cintura acomodándole entre ellas. Artemis gimió y Drizzt le imitó al moler sus caderas con las propias.

- Oh... si...

Entreri le besó, ardiente, uniendo sus calientes labios y siendo correspondido con identica ansia, la lengua de Drizzt robaba la suya de forma posesiva. Artemis gruñó reververando en sus bocas y abandonó la placentera actividad para atacar la sensible punta de las orejas del drow, torturando la erógena zona mientras una de sus manos se deslizaba entre los cuerpos de ambos y sus dedos untuosos daban con la todavía húmeda abertura del ano.

- Rapido, Artemis... más por favor...- Suplicó Drizzt.

No hacía falta que lo pidiera, él mismo no podía esperar más. Situó su hombría ante la abertura y la tocó con el glande.

- ¿Estas listo?

- Si... si, adelante.- Drizzt pasó los brazos por el cuello de su amante.

Entreri se posicionó sosteniendo su peso sobre los brazos y capturó los jugosos labios del drow al tiempo que empezaba a penetrarle lentamente.

Drizzt gimió quedamente, la excitación, la extraña sensación, el leve dolor, el poderoso placer... tenía la cabeza ligera, el corazón desbocado... Artemis jadeaba sobre él, los ojos entrecerrados mientras el sudor brillaba sobre su piel, Drizzt le pasó la lengua porla barbilla, recogiendo el salado sabor de la piel y su calor. Era delicioso, todo él lo era.

Artemis soltó un gemido estrangulado mientras la estrechez de Drizzt le envolvía. Era tan estrecho, le estaba destrozando, le comprimía de forma casi dolorosa. Estaba al borde del descontrol y no quería hacer daño a Drizzt. Siguió entrando lentamente, demasiado, apenas podía controlar el temblor de sus piernas por la tensión de no embestir.

Cuando finalmente estuvo completamente dentro se quedó quieto, tratando de encontrar su voz. Miró a Drizzt, perdiéndose en aquellos ojos, no le había dañado, brillaban con un deseo feral.

- Drizzt...

- Mas... muevete... ¡haz algo!.- Suplicó Drizzt.

Como volviese a suplicarle algo así acabaría por desmoronar sus esfuerzos. Artemis tomó aire y empezó a moverse ritmicamente, y lentamente. O al menos lo intentó, cuando Drizzt le embistió desde abajo, empalándose en él, cualquier intento de ser suave saltó en pedazos.

Los suaves movimientos se volvieron fuertes y pélvicos, Artemis bajó la cabeza y respiró aceleradamente, embistiendo una y otra vez en el ajustado ardor de Drizzt. El drow, por fortuna, estaba disfrutando, cada empujón daba implacablemente en su próstata, desatando oleadas de placer, el vaivén violento y primigenio le estaba enloqueciendo, el poderoso cuerpo de Entreri sobré él, los musculos tensandose, los testículos dando contra sus gluteos a cada embestida, y sin embargo no se sentía violentado ni dominado por su posición bajo aquel hombre, sino que sentía que poseía un enorme poder sobre este, le había hecho perder el control, Artemis no era capaz de parar, no era capaz de reducir el ritmo.

Artemis Entreri era su prisionero del mismo modo que Drizzt lo era de él.

Drizzt se arqueó con un gemido ante el feroz ataque, la primigenia furia del deseo desatado e incontenible, se unió al vaivén, encontrando las embestidas de Entreri y respondiéndolas hasta arrancar de su amante profundos gruñidos de masculino placer.

- ¡Artemis!... ¡Artemis!

Ya casi estaba... ya casi… Drizzt llevó las manos hasta su hombría y apenas precisó unos instantes para derramarse, dijo el nombre de su amante a voz en grito mientras su esencia bañaba sus propias manos y los abdominales de Artemis. Sus entrañas se tensaron y su ano se contrajo espasmodicamente sobre la verga de Entreri, uniéndoles completamente, forzando el poderoso orgasmo del humano, que se derramó en su interior y se desplomó sobre él temblando y jadeando.

- Te quiero.- Logró decir Artemis cuando hubo recuperado el aliento.

- Y yo a ti... ¿Artemis?

- ¿Mmmmh?

- Pesas.

Entreri rió y se apartó, tendiéndose al lado de Drizzt, que suspiró al sentir el frio de la noche sobre su piel húmeda de sudor.

- Necesitamos otro baño.- Dijó Entreri, pensando exactamente lo mismo que él.

- ¿Puedo frotarte la espalda?

El humano arqueó una ceja, no dudó un instante que Drizzt pensaba hacer algo más que frotarle la espalda.

Nota de la autora: Vacaciones, vacaciones, tanta playa y tanta fiesta no dan ganas de escribir, pero de cuando en cuando trataré de seguir actualizando.

Bueno, este capítulo es puro slash, no me he comido mucho la cabeza, pero ya estoy preparando el resto de la trama, que la cosa tiene que ir acabando.