OSCURA SINFONIA
(I)
24 de diciembre
-Violeta¿quieres bajar de una vez?- gritaba un hombre desde abajo de las escaleras.- Van a llegar dentro de poco los invitados.
-Ya voy Anthony.- dijo la mujer bajando las escaleras llevando de la mano a un niño pequeño.- Estaba arreglando a Severus que hoy está muy juguetón.
-Olvídate un rato del niño y haz lo que tienes que hacer. Esta cena es muy importante y no voy a permitir que ninguno de los dos la estropee. Más vale que vigiles a "tu hijo" para que no haga nada inapropiado.
-No tienes de que preocuparte- contestó ella enfadada.- "Mi hijo" esta muy bien educado. No como otros.
-¿Qué estás insinuando?- dijo perdiendo el control y golpeándola en la cara. Ella levantó el rostro plantándole cara. Él hombre bajo la mirada y salió de allí.
-¿Tienes pupa mami?- preguntó el pequeño haciendo un puchero.- Yo te curo.
-No te preocupes mi niño. Mama está bien. Tú padre está un poco nervioso y no sabe lo que hace.-le explicó la mujer tocándose la zona donde le había golpeado.- Vamos a la cocina a ver como van los preparativos.
Violeta cogió al niño de la mano y lo llevó hacía la cocina. Tenía que comprobar que todo estuviera listo para la cena de esa noche. Anthony solo le había dicho que iba a asistir gente muy importante, pero no sabía quienes eran los invitados. Podía imaginarse que Sean Malfoy y su esposa Barbara iban a ser uno de los invitados.
La relación entre Sean Malfoy y Anthony Snape era muy tensa. Siempre había existido una cierta rivalidad entre ellos, no obstante, su posición social hacía que tuvieran que coincidir muy a menudo. A Violeta, no le desagradaba del todo el hombre, siempre se había portado muy bien con ella y, además, Barbara había resultado una buena amiga. Y Severus pensaba igual. Los pequeños Malfoy y él se habían vuelto inseparables.
Mientras ella revisaba el trabajo de los elfos, el pequeño Severus jugaba con el elfo encargado de su cuidado. A Violeta le sorprendía que se llevaran tan bien, conociendo el desprecio que Anthony tenía por los elfos domésticos.
Cuando quiso darse cuenta, el niño se había comido todos los bombones de chocolate que habían preparado de postre.
-¡OH! Severus ¿qué has hecho? Tú padre me va a matar.
-Ta rico.
-Ya veo que esta rico.- En ese momento se escucho el timbre de la puerta principal.- Vamos a ver quién es el invitado que tiene tan trastornado a tu padre. Y deja los bombones en su sitio. O lo que queda de ellos.
-No quero.
-Severus, si te los comes todos, no quedarán para después y tú no te comerás tu cena y papa se enfadará.
-Yo quero chocolate.- dijo el pequeño remarcando las palabras.
-Ahora no. Nos vamos.- contestó bruscamente haciendo que el niño empezara a llorar y a patalear.
Violeta arrastró al pequeño hasta la entrada lloriqueando. Allí, se encontró con su marido que estaba recibiendo al primer invitado, a alguien que hubiera deseado no volver a ver jamás.
-¿Qué modos son estos de recibir a los invitados, Violeta?- preguntó Anthony.- ¿Y qué ha estado haciendo el niño? Mira como se ha puesto la ropa.
-No te preocupes, Anthony. Seguro que su mujer estaba ocupada u no ha podido venir antes.- dijo el invitado.- Encantado de volver a verla señorita Snape. Sigue tan bella como siempre.
-¿Tom... Riddle?- susurró sin poder reaccionar.
-Ahora se me conoce más como Lord Voldemort, pero me alegra que una mujer como usted todavía me recuerde.
-Hola, señor.- saludó el pequeño intentando llamar la atención.
-Y ¿este quién es?- preguntó arrodillándose a la altura del niño.- Te llamas Severus¿no?
-Si, señor.
-Llámame Tom, pequeño. Y ¿Cuantos años tienes?
-Tres- dijo levantando tres dedos.
-Que grande eres ya. Dentro de poco podrás empezar a entrenarte para unirte a mí. Yo me encargaré personalmente de ti. ¿Querrás?
-Siiii- contestó ilusionado.
-Creo que todavía es demasiado pronto para hablar de estas cosas.- dijo la mujer cortante.- ¿Qué os parece si esperamos a la resta de invitados en el comedor?
-Escúchame, Violeta.- le susurró Anthony cuando el invitado se había alejado lo suficiente con Severus.- No voy a permitir que te comportes así ante él. Cuando Severus crezca pasara a entrenarse para ser un mortífago y no hay nada que discutir.
-Y yo te advierto que voy a hacer todo lo posible por impedirlo. No voy a entregar a mi hijo a nadie y aún menos a él.
-No compliques más las cosas querida. Si él lo quiere en sus filas, lo tendrá, hagas lo que hagas tú. Además, parece que se llevan bien.
El hombre se alejó de ella como si nada hubiera pasado y ella se quedo en el pasillo derrotada sabiendo que él tenía razón. Pero no iba a rendirse. Tom Riddle le había hecho mucho daño y no iba a dejar que le quitara a su hijo. Ella se encargaría de que Severus tuviera una vida feliz y libre.
Al poco rato llegaron la resta de los invitados. A la mayoría los pudo reconocer como antiguos compañeros del colegio. Entre ellos se encontraba la familia Malfoy, los señores Black...
Como hombres de confianza del Lord, Sean y Anthony se sentaron a ambos lados de él junto con sus familias. Las conversaciones durante la cena fueron amenas y de poca importancia. Pero poco a poco fueron llegando los temas por los cuales se celebraba esa cena de Navidad. Violeta escuchó como su antigua pareja iba relatando los planes que tenía en mente. Planes para acabar con los muggles y sangre sucia y dominar el mundo mágico.
Violeta sintió que le entraban nauseas a medida que iba escuchando. No podía creer que pretendieran hacer todo aquello. Y todos se comportaban como si estuvieran hablando del tiempo. ¿Cómo podían estar tan tranquilos? Recordó los últimos años en Hogwarts, la forma en que se había empezado a comportar Tom. Como cada vez se había vuelto más oscuro y cruel.
Durante algún tiempo se había arrepentido de no haberle plantado cara a su padre y haberse casado con él. Pero después de ver en quién se había convertido, lo único que podía hacer era alegrarse de no haberse unido a aquel monstruo.
Cansada se retiró del comedor. No soportaba seguir en ese lugar. Le traía tantos malos recuerdos. Cogió a Severus que se había quedado dormido sobre la silla y se lo llevó a su habitación.
-Que tengas dulces sueños, mi niño.- susurro dejando un beso sobre su frente.
-Tienes un hijo muy simpático.- dijo una voz a su espalda.- Se parece a ti.
-¿qué haces aquí?
-He venido a verte. Quería estar a solas contigo.
-No me toques. Vete de aquí. No vuelvas a acercarte nunca más a mi ni a mi hijo.
-Violeta ¿cómo eres así¿Ya has olvidado todo lo que pasamos juntos¿Tan poco importante fui para ti? Yo todavía no he podido olvidarte. Cada noche sueño contigo.
-¿Qué quieres que recuerde¿Cuando me violaste¿El día que mataste a mi padre delante mío solo para vengarte?
-Él se lo buscó, querida. Si no hubiera intentado separarnos, nada de esto hubiera pasado. Él me quito lo que más amaba.
-¿Cómo puedes ser tan cínico? Tú nunca me amaste. No conoces el significado de esa palabra. Tú solo me veías como una propiedad tuya, como a un trofeo.
-Yo te amaba, Violeta, eso no lo dudes nunca. Las cosas hubieran sido muy diferentes si te hubieras casado conmigo.
-Nada hubiera sido diferente. Nunca me hubiera casado contigo. Eres un loco. Hace mucho que dejaste de ser el Tom del que yo me había enamorado, aquél que me hacía reír y con el que me sentía protegida.
-Todavía puedo protegerte. Si estas a mi lado nadie te hará daño.
-No, no puedes protegerme de ti. Me das miedo, Tom.
-No digas eso. Si vuelves conmigo cuidaré de ti.
-Te recuerdo que estoy casada con Anthony, tu amigo.
-ME importas más tu que él. Si sigue vivo es porque me hace falta.
-¿Vas a matarlo?- preguntó asustada.
-¿Te importaría?
-Contéstame- le exigió ella perdiendo el control.
-Te has enamorado de él. Es eso ¿verdad?
-No, pero se ha portado muy bien conmigo y es el padre de mi hijo. Ya no soy capaz de amar. Solo me importa mi Severus, nadie más.
-Yo también podría ser un padre para él. No le faltaría de nada- Anthony no es ningún problema.
-No. Vete y no vuelvas nunca más a esta casa.
-Escúchame, Violeta. Serás mía, cueste lo que cueste. Antes prefiero verte muerta que en manos de otro.
Tom salió de la habitación dando un portazo. La mujer se sentó sobre la cama con la cara enterrada entre las manos.
-Mami
-¿Te has despertado?
-Shi. ¿Por que lloras?
-Vuélvete a dormir, cariño.
-Una canción.
Violeta empezó a cantarle una canción de cuna que le cantaba cada noche para que se durmiera, la misma que le cantaba a ella su padre cuando era pequeña. Cuando el niño se durmió, apagó la luz y sin hacer ruido salió de la habitación.
25 de diciembre
-Mami, papi, despertad.- gritó el niño sacudiendo a su madre.
-¿Qué pasa Severus? Si solo son las seis de la mañana.- dijo el hombre de malhumor.
-Ya ha venido Papa Noel. Hay muchos regalitos. Vamos.
-Es verdad, los regalitos.- contestó la mujer satisfecha de ver al niño tan contento.
-Siiiiiiiii, hay muchos.
-Venga, querido. Levántate.
-Cinco minutos más.
-Papi, vamos...
/10 minutos después/
-Mira mami.
-A ver que es eso. Dijo tomando el regalo que acababa de abrir el muy ilusionado niño. ¿Tú le has comprado un juego de pociones?- preguntó al oído de su marido.
-No, habrá sido mi madre.
-Has visto mami, ya podré jugar como tú. Papi. Léeme que pone aquí. Pidió tendiéndole una tarjeta que iba junto al regalo.- ¿Es para mí?
-Sí, Severus.
-¿Es de Papa Noel?
-No, cariño, no.- contestó el hombre riendo ante la inocencia de su hijo.- Papa Noel no suele dejar cartas. Es de Tom¿lo recuerdas? El hombre de ayer.
-Si.
-¿Qué quiere esta ahora?- preguntó bruscamente Violeta.
-Dice que es un regalo de su parte y que espera que le guste mucho y que aprenda muchas cosas. Tú madre podrá enseñarte a hacer pociones, es muy buena.
-¿Me enseñaras, mama?
-Claro que sí, mi niño. Y ya verás como serás el mejor mago en pociones.
-Querida, este paquete es para ti.
La mujer cogió el regalo y lo abrió. Dentro había un hermoso collar de perlas con su pulsera y sus pendientes a juego. Dentro también había una tarjetita como la que venía en el regalo de Severus.
-¿De quién es? Debe de ser carísimo.
-No... No pone nada.- contestó nerviosa guardándose la tarjeta sin que Anthony la viera.
-Voy a cambiar a Severus, que deben de estar a punto de llegar tu madre y mis hermanos.
Violeta cogió al niño que jugaba emocionado con sus nuevos regalos y se lo llevo para arriba. Mientras subia, sacó la tarjeta y la leyó.
Querida Violeta,
Espero que pienses sobre lo que hablamos a noche. Cumpliré mi promesa, algún día volverás a ser mía. Mía y de nadie más.
Te ama, T.R.
"Maldito seas, Tom Riddle, maldito seas. Y lo peor es que continuo amándote."
Al cabo de un rato, Violeta y Severus volvieron a bajar al salón ya arreglados. Allí los esperaba Anthony junto a su madre y los hermanos de ella.
-Yaya.- gritó el niño saliendo corriendo hacía ella.
-Ven aquí mi nietecito.- dijo cariñosamente abrazando al niño.
-Bueno días, Margarette. Me alegra que haya venido.- saludó Violeta a su suegra.
-¿Que joyas más bonitas, querida?
-Si, son un regalo.
-Yayi, toy aquí.
-¿Qué quieres, Severus¡Ah! Ya se. Estas esperando tu regalito. Aquí lo tienes.- dijo entregándole un paquete grande y alargado.
-¡Regalito¡Qué grande!- cogió el regalo y lo abrió destrozando todo el papel. ¡OH! Una escoba. Mami, papi, una escoba. ¡Mirad! Es pa mí.
-Y tú no dices nada a tus hermanos.- dijo un joven haciéndose el ofendido.
-Claro que sí, Gabriel. Qué alegría que hayáis venido desde tan lejos. Pensé que no vendríais. – Le contestó Violeta.- No sabéis como os he echado de menos.
-Y nosotros a ti, hermanita- añadió la otra joven.- ¿Puedo hablar contigo a solas?
-Claro que sí, vamos a fuera. Todavía recuerdo como nos gustaba la nieve de pequeñas.
Las dos mujeres salieron al jardín que estaba cubierto por un manto blanco, mientras los de dentro jugaban con la nueva escoba de Severus.
-Me he enterado que Riddle estuvo ayer aquí. ¿Como se atreve ese a venir a tu casa?- dijo la mujer enfadada.
-Mónica, no empieces.
-¿Qué no empiece? Si no le dije nada a nadie sobre lo que te hizo es porque tú me lo suplicaste, pero... Deberías decírselo a Anthony.
-Nunca ¿me has oído? Que no se entere.
-Pero ese hombre está loco. A saber que es lo próximo que se le ocurre hacer.
-Si Anthony se entera podría hacer una locura y no quiero que le pase nada. Tú lo has dicho, está loco y es capaz de todo. – Violeta le contó todo lo que había sucedido el día anterior, excepto lo del regalo.-... Incluso le ha hecho un regalo a Severus. ¿Y si quiere utilizarlo para recuperarme? No soportaría que le pasase nada a mi niño.
-Tu marido debería saber la verdad. Esto también le incumbe a él.
-¿Qué es lo que debería saber?- preguntó el hombre apareciendo a sus espaldas.
-No es nada, querido.
-No me mientas. ¿Qué pasa Mónica?
-Qué que pasa? Pues que ese hombre al que llamas amigo y que sigues como un corderito...
-¿Qué sucede con él?
-Déjalo Mónica. Ya se lo cuento yo.
-Pero cuéntaselo todo. Ahora mejor os dejo solos.
Violeta le explicó con todo tipo de detalles todo lo que había sucedido con Tom Riddle, desde que empezaron a salir, cuando la violó y luego mató a su padre, hasta lo de la noche anterior.
-¿Y crees que sería capaz de matarme?- preguntó Anthony algo nervioso y sorprendido por lo que había escuchado.
-No lo se, pero de él me espero cualquier cosa.
-¿Y qué podemos hacer?
-No se, pero yo solo te digo que prefiero morir a que él vuelva a poner una mana sobre mi.
-No podemos hacer nada.- dijo el hombre derrotado tras unos segundos pensando.- No podemos huir ni podemos enfrentarnos a él. Debemos pensar en el niño. Solo podemos esperar a que el actúe.
-Anthony, él es...- empezó la mujer a decir sin atreverse a continuar. El hombre asintió sabiendo a que se refería.- Lo siento.
-No es culpa tuya. Para mí todo continuara como hasta ahora.- contestó dándole una sonrisa de confianza a su mujer.- ¿Lo sabe?
-No.
-Es mejor que continué igual.
Pero el miedo, el rencor y las dudas poco a poco ahondarían en el corazón del hombre ocupando el lugar de otros sentimientos. Y ya nada volvió a ser igual.
