Datos de interés:

-...- diálogos.

- "..." – pensamientos.

Canción

ººººººººººº

Incomplete

Backstreet Boys

By Liz Kraft

Habían pasado ya otra semana más donde InuYasha y Kagome parecían querer volver a ser los mismos, pero algo se los impedía o ellos mismos se los impedían. InuYasha estaba cada vez más hosco, las citas con Kikyo ya no se habían repetido más. En realidad, ya no quería verla. Le hacía daño. Pero más daño le hacía ese silencio entre él y Kagome.

Como extrañaba las tardes en su compañía hablando de todo y a la vez de nada. Kagome había sido quien le enseñara a apreciar lo bello de la vida: el ruido de las aves al amanecer, las gotas de lluvia caer sobre su rostro, los rayos de sol que despuntaban al alba, los pequeños animales correr por las praderas, los silencios llenos de tranquilidad y reflexión. Pero ahora esos silencios estaban llenos de arrepentimiento e incomodidad.

Caminaba sin rumbo fijo en realidad. Sólo quería disfrutar del aire de la tarde sin que nadie le cuestionara ese nuevo hecho en él. Todos se reirían al ver al gran hanyou InuYasha disfrutando de la brisa de la tarde... En soledad. Eso dolía; dolía la soledad que ahora se apoderaba de él. Ese vacío que sentía en su interior que poco a poco lo dejaba sin sabor, deseando más de eso que no sabía que era. Y ahora, no sabía hacia dónde iba. Escuchaba a lo lejos los murmullos de los días compartidos con Kagome. Rememoraba vagamente la noche en que había luna nueva y él estaba semi-inconsciente, y ella estaba cuidándolo. Entre sus recuerdos había logrado elegir uno solo donde él le murmuraba cosas.

- Kagome, hueles bien -ella se había asombrado diciéndole que él siempre se quejaba de su olor-: Eso no es verdad. Estaba mintiendo -había respondido él antes de caer inconsciente.

Sonrió radiante. Ese era un recuerdo muy dentro de su ser. Algo que siempre llevaría. O aquella vez en que ella le había reclamado que él la miraba así porque le recordaba a Kikyo y él la tomó de la muñeca acercándose peligrosamente y quedándose completamente estático había visto un ligero rubor en las mejillas de Kagome antes de ser apartado bruscamente por sus manos. Que días aquellos.

Estaba en esas cuando escuchó gritos que provenían del campamento y luego un olor a sangre que impregnaba el ambiente. "Kagome", pensó aterrado, de seguro habían sido atacados mientras él no estaba. Corrió lo más rápido que sus poderes de hanyou le permitían y llegó hasta el campamento viéndolo completamente destruido. Sango y Miroku peleaban codo a codo para vencer al monstruo enorme que se presentaba frente a ellos. Sus tres ojos en la cabeza, muchos tentáculos con aguijones afilados en las puntas. En un lugar no muy alejado Kagome hacía intentos sobrehumanos por mantenerse en pie. Tenía una horrible herida en un hombro que sangraba a borbotones, sus piernas estaban llenas de raspones que también sangraban, pero en menor medida.

- ¡Inu... Yasha! –había gritado ella con el último aliento de fuerza que le quedaba.

- ¡T-tiene un fragmento! -gritó Shippo angustiado-. ¡Kagome me lo dijo! -Miroku y Sango estaban teniendo problemas, pero eso no los detendría.

- ¡Argh! ¡Maldita bestia! –gritó el hanyou furioso al ver el estado deplorable en que Kagome se encontraba.

Y arremetió contra el monstruo, sacando el Colmillo de Acero y atestando un horrible y certero golpe en el pecho de aquel ser, hizo que se destruyera. Kagome se arrastró hasta donde el monstruo se encontraba y tomó el pequeño fragmento que al contacto se volvió de color rosado. La joven miró su herida y cerró los ojos con pesadumbre y dolor, creía que de ésa no saldría.

Empty spaces fill me up with holes

Distant faces with no place left to go

Without you within me I can't find no rest

Where I'm going is anybody's guess

- ¡InuYasha! -gritó Shippo desesperado y afligido-. ¡Está perdiendo mucha sangre! -dijo el zorrito llorando desconsoladamente.

- ¡Kagome! -dijo el hanyou acercándose con rapidez-. Kagome... Kagome..., dime que estás bien..., dime que hacer -le pedía una y otra vez. Por primera vez InuYasha no sabía qué hacer.

- I-Inu... Yasha -decía ella entrecortadamente-. Perdón..., y-yo no debía enfrentarme s-sola... -de sus ojos brotaban lágrimas.

- ¡Cállate tonta! -le dijo entre molesto y preocupado-. Te llevaré a la aldea más cercana, ¿de acuerdo?

Cargó con ella y la colocó en su espalda, ella se aferraba a él con las escasas fuerzas que le quedaban. Shippo, Miroku y Sango iban montados en Kirara para alcanzar a su amigo. Kagome se había quedado inconsciente en el camino a la aldea. InuYasha sintió su peso y se temió lo peor, pero escuchar la débil respiración que salía de su nariz le daba impulso para seguir con su camino. Al cabo de 30 kilómetros que se le hicieron eternos al pobre de InuYasha llegaron a la aldea donde había gente que ya antes había sido ayudada por aquel grupo de forasteros.

Una anciana atendió a Kagome pidiéndole a InuYasha que saliera a buscar ciertas plantas, Shippo también ayudaba al hanyou para hacer su trabajo menos desesperante. Al poco rato entregaron las plantas a la anciana y se quedaron esperando. Sango estaba horrorizada y Miroku estaba impávido como si no importara, pero la verdad era que estaba demasiado preocupado que hasta se había olvidado de acosar a las jóvenes aldeanas. Shippo gimoteaba entre los brazos de la exterminadora, mientras que InuYasha estaba sentado con las manos dentro del haori con un rostro desencajado.

La anciana salió de la choza donde se encontraban.

- ¿Está bien? -dijo Shippo esperanzado.

- Sí, tranquilos. La jovencita es muy fuerte, mucho más de lo que aparenta ser -dijo la anciana-. Deberá quedarse para que la herida sane.

- N-no p-puedo d-darme ese l-lujo -la voz débil de Kagome llegó a las orejas de InuYasha y se giró.

La vio ahí de pie en la puerta, sosteniéndose a duras penas, tomándose con su mano sana el brazo herido. El corazón de InuYasha se hizo pequeñito, pequeñito. Como había personas tan fuertes que no les importaba el peligro a morir si era por cumplir un deber. Se acercó a ayudarla de inmediato.

- ¡Pero niña... debes descansar! -exclamó la anciana.

- ¡Estás loca! ¡¿qué te pasa, Kagome! Aún estás muy débil -le dijo el hanyou cargándola en brazos y metiéndola de nuevo a la casa.

Cuando la metió de nuevo a la casa, InuYasha sintió desfallecer. Cómo lograría no estar cerca de ella si quería estarlo. Necesitaba velar por ella, le había hecho una promesa y aunque ella lo hubiese liberado de ésta, no la rompería. No de nuevo. La recostó con sumo cuidado donde antes descansaba y la cubrió con una manta cercana. La joven lo miró directamente a los ojos, había tanta desesperación, preocupación y abatimiento en esa mirada ámbar. Sus ojos chocolate estaban llenos de ansias, dolor, penumbra y eso le dolió al hanyou. Dolía profundamente no poder decirle lo que ella le hacía sentir. Retiró su mirada ligeramente sonrojado.

- Tenemos que encontrar los demás fragmentos -dijo débilmente.

- Pero debemos quedarnos -le dijo él impasible-. Estás muy herida -acarició su mejilla en un caprichoso impulso quimérico.

Sentir la tersa piel en sus manos lo hizo sentir enteramente humano. Esa sensación de calidez que ella le brindaba no se la daba nadie más. "Intento no pensarte, pero me es imposible", pensó el joven InuYasha sonriéndole con ternura, algo que ella no había tenido el honor de presenciar. Kagome cerró los ojos y casi al instante el sueño la venció, logrando así que InuYasha saliera a buscar a Sango y a Miroku que ya estaban decidiendo sobre la guardia.

I've tried to go on like I never knew you

I'm awake but my world is half asleep

I pray for this heart to be unbroken

But without you all I'm going to be is incomplete

- Tendremos que hacer guardia -dijo Sango-. Debemos vigilar que se recupere.

- Yo me quedaré toda la noche -dijo InuYasha.

- Pero estás cansado, InuYasha -dijo el monje-, tú también deberías descansar.

- No descansaré hasta que ella esté fuera de peligro -masculló con frialdad.

- No te haremos cambiar de opinión ¿verdad? -dijo Sango, mientras cargaba a Shippo quien ya estaba dormido en sus brazos. InuYasha negó-. Entonces que así sea. Pero pobre de ti si le sucede algo -le amenazó.

Miroku y Sango, con Shippo en brazos, desaparecieron en la casa de en frente que la anciana había dispuesto amablemente para ellos. InuYasha entró de nuevo a la casa donde estaba Kagome y se sentó junto a ella, para cuidarla. Y en esos momentos de silencio su mente se lo llevó reiteradamente a pensar en las palabras que le había dicho hacía dos semanas. "No volver". Ella no iba a volver. Pero él ¿estaba dispuesto a verla partir así como así? Sin siquiera mover un músculo, una garra. ¡Sin pestañear siquiera!

La miró dormir como aquella noche en que se había extraviado. Observó su cuerpo envuelto en la fina manta y pensó en como deseaba estar junto a ella. No sabía cómo diablos conseguiría alejarse, tal cual lo había pedido Kagome, pero requería toda su fuerza de voluntad para lograrlo.

- "Eres fuerte Kagome, sé que saldrás con bien de esto. He tratado a duras penas de continuar como si nada, pero creo que no puedo" –InuYasha sonrió nostálgico-. "Heme aquí, cuidándote en medio de las sombras. Todo está dormido y mi mundo comienza a desmoronarse, a dormitar junto contigo" -el hanyou miró por un resquicio del techo la luna que casi estaba desaparecida, mañana habría luna nueva-. "Ruego para que este corazón no sea destrozado otra vez... no quiero... ¡no quiero! Aunque, pensándolo bien, ¿qué harías tú, pequeña, para herirme?" -la miró con ternura, pero luego frunció el ceño- "podrías irte...;" -se dijo mentalmente con desgano- "irte y dejarme solo nuevamente..." ¡Sólo otra vez! – dijo esto último en voz alta.

Por aquel resquicio del techo cruzo una estrella fugaz. Sobre las cabezas de aquellos dos amantes en silencio: una de ellas recuperándose de una herida y la otra tratando de no hundirse en aquel momento. InuYasha percibió un olor salado y sintió escocer sus ojos. Una gota de "agua" se deslizaba por su mejilla. ¿Estaba llorando? Otra lágrima corría libremente por su cara. El joven hanyou se sorprendió a sí mismo; tanto tiempo en soledad y volviéndose cada vez más duro que había olvidado lo que era llorar. Ese sabor salado que tenían las lágrimas, el dolor en el pecho que poco a poco se sosegaba y disipaba, el cansancio enorme que daba al llorar. Pero él no detuvo sus lágrimas, ni las impidió sino que las dejó escapar.

- Si te vas, me dejarás incompleto –susurró mirando a Kagome.

Comenzó a reír por lo bajo, si Sesshomaru lo mirara en ese estado se avergonzaría de inmediato de su pequeño e híbrido hermano. Y encima de avergonzado: furioso; un hijo del gran Tai Inuyoukai Lord Inuyaisho llorando por una humana. "Patético", hubiese dicho Sesshomaru. La risa continuó, pero al cabo de unos segundos se convirtió en sollozo y el sollozo en un llanto silencioso seguido de convulsiones por retenerlo.

- "De vez en cuando cuéntame tus debilidades, InuYasha" -el hanyou le reclamó diciéndole que entonces estaría siendo vulnerable y ella sólo respondía: - "Sí, pero ahora no estás sólo"

InuYasha recordó esas palabras, aquella vez que buscaban el campo de plantas medicinales para curar a Sango (N/A: ¿Vieron el capítulo? Fue de lo más tierno! .). Kagome siempre había estado junto a él y no lo juzgaba como vulnerable por tener aquellas debilidades, al contrario siempre había dicho que eso forjaba a las personas mucho más fuertes.

Muy dentro de su ser, InuYasha sabía que podía seguir siendo su amigo a pesar de que en el fondo no quería hacerlo así. Tenía que aceptar el hecho de que ella se estaba yendo de sus manos en cuestión de dos semanas. Sentía que estaba ahogándose. Ahogándose en un océano del que no lograba escapar. Mentalmente se dijo que sí podría.

Voices tell me I should carry on

But I am swimming in an ocean all alone

Baby, my baby

It's written on your face

You still wonder if we made a big mistake

Entonces la escuchó removerse y entre sueños percibió que murmuraba algo.

- InuYasha - su voz sonaba débil.

- Shh... aquí estoy – susurró acercándose y colocó su mano en la frente. Ardía en fiebre.

Salió de la casa con rapidez llevando consigo un recipiente para traer agua del pozo más cercano. Al regresar, InuYasha se hincó junto a Kagome, tomó un trozo de tela que estaba cercano a la cabeza de la chica y lo remojó, para luego colocarlo en su frente. La joven lució un semblante un tanto más tranquilo, pero eso no lo hacía sentirse sereno. Se sentía inmensamente agitado por la situación. La herida había sido de gravedad y ella se empeñaba en continuar con la búsqueda de los fragmentos. Toda una mujer.

- Qué fuerte eres, Kagome –murmuró en voz baja.

Cerró sus ojos ámbar y dejó escapar lo que sería su última lágrima... de esa noche. Acercó su rostro al de Kagome esperando verla despertar y sonreírle como siempre lo hacía.

InuYasha's POV

Abre los ojos pequeña. ¡Ábrelos! Déjame observar en tu mirada que aún piensas que lo que me dijiste fue un error. Déjame ver escrito en tu rostro lo arrepentida y temerosa que estás. No me dejes ahora... no lo soportaría.

Fin InuYasha's POV

InuYasha seguía en su arduo trabajo tratando de bajarle la fiebre a Kagome mientras que ella se removía constantemente. El hanyou pasó su garra por el rostro de la joven con suma delicadeza como si intentara con esa caricia quitar todo el dolor que ella sentía. Shippo, Miroku y Sango lo miraban desde las penumbras. InuYasha tomó la mano de Kagome con el motivo de sentirla más cerca y luego percibió el aroma de sus amigos, arrancando de sus labios una irónica sonrisa, pero sin despegar su mano de la de Kagome.

- ¿Por qué están ahí parados sin decir nada? -preguntó haciendo que los tres amigos se sobresaltaran.

- I-InuYasha... -le llamó Shippo- ... e-escuchamos sollozos, ¿eras tú? -preguntó con timidez.

El joven de los ojos ámbar asintió con la cara ensombrecida. ¿Cómo era posible que Shippo, siendo tan pequeño, hubiera logrado percibir el olor a sal y escuchar los sollozos en silencio de él? Shippo era más inteligente de que aparentaba. El pequeño zorrito se acercó a él, subió a su espalda de un rápido movimiento y sin pensárselo mucho InuYasha se vio envuelto en sus pequeños brazos. Y aunque no lo lograra rodear completamente le agradeció mentalmente ese hecho y con su mano libre acarició la cabeza de su infante amiguito.

- Queríamos saber cómo seguía –mintió Sango.

- Sigue igual –respondió InuYasha-. La fiebre ya ha cedido un poco. Espero que mañana amanezca mucho mejor.

- Si te viera la anciana Kaede no se lo creería –dijo Miroku.

- Lo sé –dijo el hanyou.

- Será mejor que vayamos a seguir durmiendo –dijo Sango.

Shippo se subió al hombro del monje y ambos salieron de la casa. Sin embargo, Sango se quedó dentro mirando a InuYasha con total devoción y cariño.

- ¿Por qué sigues aquí? –le preguntó el joven.

- Sólo quería decirte algo...

- Dilo –apremió.

- No estás sólo en esto, InuYasha –le dijo Sango-. Todos estamos contigo ;)

Sango salió también de ahí dejando a un InuYasha bastante petrificado. Tres personas que le demostraban cariño y él se la pasaba discutiendo, regañándolos o gritando. Qué mal agradecido era. Entonces de sus labios se formó una dulce sonrisa.

- Gracias... amiga –susurró.

Al día siguiente...

(Narrado en 3era persona: Kagome's POV)

El dolor se había ido y ella había logrado descansar, ¿es que acaso estaba muerta ya? No; no podía ser. Lograba sentir algo tibio que sujetaba su mano derecha. Trató de incorporarse sin atreverse a soltar aquello que la tenía fuertemente tomada de la mano. Por el resquicio del techo le llegó un rayito de sol y ella lo agradeció. Notó que no podía moverse mucho puesto que algo estaba acurrucado muy cerca de ella, a la altura de su vientre. Cuál y cuán grata fue su sorpresa al descubrir el cabello plateado y las orejas de InuYasha a su lado, sujetándola como si fuera a marcharse.

- "Pobre, debe estar cansado" –pensó la chica.

Inconscientemente se arrastró hasta quedar a su nivel, se acostó sobre su costado derecho para poder observarlo mientras dormía. En ningún momento pensó en soltarlo, de hecho, mantuvo el agarre firme sin dudar un momento. InuYasha se removió y empezó a olfatear.

(Fin narración Kagome's POV)

Sintió un olor a jazmines penetrante y entonces se removió para comenzar a aspirar aquel aroma. Abrió los ojos con lentitud y somnolencia encontrándose con un par de ojos color chocolate que le miraban entre divertida y curiosa.

- Hola –dijo ella en voz bajita.

- Hola –repitió él.

- ¿Pasaste toda la noche en vela? –él asintió-. Debiste permitir que los demás ayudaran –InuYasha la miró enternecido y negó-: ¿Por qué no?

- Porque..., porque..., -titubeó. Necesitaba reunir suficiente valor para decirle que simplemente no había querido: - ... porque no quise

- Esa no es la respuesta que yo esperaba, pero... mejor no pregunto más –InuYasha le sonrió.

- ¿Te sientes mejor? –preguntó él.

- Sí. Muchas gracias.

No dijo nada más, de hecho InuYasha se quedó mirándola con infinito embelesamiento y admiración. Kagome le sonreía sin saber muy bien porqué él no se movía de su lugar. Sin embargo, el hanyou comenzó a mover sus orejas, como si percibiera algo y entonces Shippo entró corriendo a la casa.

- ¡¡Kagome!

- ¡Shippo! –exclamó ella.

El kitzune se subió por encima de InuYasha y luego se acurrucó a un lado de Kagome para abrazarla. Las manos de Kagome e InuYasha indudablemente tuvieron que separarse, aunque los dueños de aquella caricia no quisieran hacerlo.

I've tried to go on like I never knew you

I'm awake but my world is half asleep

I pray for this heart to be unbroken

But without you all I'm going to be is incomplete

Durante ese día Kagome fue atendida en todos los aspectos, desde un sorbo de agua hasta el más mínimo movimiento. Kisha, la anciana del pueblo, le pidió a Kagome que se quedara una noche más sólo para estar seguros de que la herida estuviera sanando con bien.

Aquella tarde Shippo y Sango estaban junto a Kagome, mientras que Miroku e InuYasha estaban fuera. La joven sacerdotisa estaba fascinada al escuchar como el pequeño kitzune le contaba como era que InuYasha no les había permitido estar a su lado la noche anterior.

- ... hubieras visto la desesperación en sus ojos Kagome –dijo Shippo emocionado-. Jamás lo había visto así... de hecho, anoche estaba ll...

- ¡Shippo! –le reprendió Sango y dejó ver en su cara una clara frase: "¡Cállate, eso no!".

- ¿Estaba qué, Shippo? –preguntó una Kagome curiosa.

- Ehm... nada... Nada, Kagome –contestó Sango.

- Si no me lo dicen voy a... a...

- ¿A qué? ¬¬ -dijo Sango.

- ¡Voy a gritar tanto que con el esfuerzo se abrirá la herida!

- ¿Lo harías? –dijo un Shippo preocupado.

- No, pero me lo dirán, ¿no es así? –Sango suspiró resignada.

- Anoche, Shippo despertó alarmado porque había un olor extraño en el aire.

- ¿Olor?

- Sí –dijo el kitzune-. Olía a sal. Pensé que estabas llorando de dolor y que el tonto de InuYasha te había dejado sola, así que nos levantamos y fuimos a la casa donde estabas –Shippo se cruzó de brazos con aire de sabio-. Sin embargo, el único despierto era InuYasha y digamos que entonces lo entendí.

- ¿Entendiste...? ¿entendiste qué? –Kagome puso cara de inocencia.

- U.U Kagome no eras tú quien lloraba –dijo Sango algo desesperada-. ¡Era InuYasha! –exclamó al no ver claridad en la mirada de su amiga.

- Sip... –dijo Shippo- ... estaba sollozando cuando nos acercamos, pero luego el sollozo se volvió un llanto imperceptible. Hasta que entramos.

- ¿E-estaba ll-llorando? –Kagome estaba temblorosa, ¿InuYasha llorando? Simplemente increíble. De sus labios asomó una linda sonrisa-: Estuvo toda la noche conmigo, ¿verdad?

- Así es. No lo pudimos mover –siguió Sango-. ¿Quieres saber una cosa, Kagome? –la joven asintió-, jamás he visto a InuYasha tan... preocupado y destrozado.

Kagome bajó la mirada, no quería que se diesen cuenta que eso último le había dolido. Ella había provocado el rompimiento de aquel lazo de amistad entre ambos, pero sabía que era necesario. Saber que InuYasha pasó casi doce horas cuidándole y sufriéndole era algo que no todos los días te decían.

Afuera, InuYasha conversaba con Miroku. Ambos había ido a darse un baño a las aguas termales, después de todo, InuYasha pasó toda la noche en vela y estaba cansado. Mientras estaban en el agua Miroku se quedó observándolo, ¿por qué una persona como InuYasha mostraba tanta aspereza cuando se trataba el tema de los sentimientos, en ese caso los suyos? Y si Kagome era involucrada, InuYasha casi era irracional.

- ¿Por qué me miras así Miroku?

- Nada InuYasha. Es sólo qué... –Miroku vio el resplandor del sol entre los árboles-, nunca había visto tanto dolor en una persona, mucho menos si esa persona eres tú –el monje lo miró directamente a los ojos, dándose cuenta lo que sus palabras provocarían en su amigo.

- No sé de qué me hablas... ¡tonto! –masculló el hanyou molesto.

- Oh, claro que lo sabes, pero estás más preocupado por tu orgullo que por ese sentimiento que crece en ti.

- ¡Cállate Miroku! –gritó el hanyou enojado. Miroku se detuvo frente a él y éste apartó la mirada.

- Mírame InuYasha –le pidió con dureza, pero éste lo ignoró logrando que el monje perdiera la poca paciencia que tenía con él-. ¡¡Mírame a la cara de una maldita vez! –el joven hanyou guiado por su instinto lo miró a los ojos fríamente-. Tú y yo sabemos una cosa: si Kagome te pidió que siguieran como amigos y nada más, es por tu culpa.

- ¡Feh! ¡¿Mi culpa! –miró al monje con sus orbes doradas casi saliéndose de sus cuencas-. ¡¿Por qué diablos va a ser mi culpa!

- Por esa indecisión que se apodera de ti cada vez que tienes que decidir entre vengar la muerte de Kikyo o proteger a Kagome –Miroku seguía hablándole con dureza-. Con esa actitud lo único que haces es hacerle daño a Kagome y no te das cuenta, ¡baka! -InuYasha lo miró molesto-. Sí, mi querido amigo, tu realidad es muy distinta a como tú quieres aparentarlo. ¡Te empeñas en parecer el monstruo más severo, duro y fuerte de este mundo y escondes a ese hombre que ama! ... ¡sí, que ama, InuYasha! Porque tú: la-a-mas –Miroku terminó la frase repitiendo la palabra sílaba por sílaba-.

InuYasha se quedó pasmado. "Amarla", se dijo mentalmente. ¿Por qué ese monje tonto parecía que todo lo sabía? Ese dolor y ese sufrir por ella, o más bien por saber que al terminar la Shikon ella se iría, ¿significaba todo aquello que la amaba? Y entonces su corazón dio un vuelco dentro de su pecho y empezó a latir con fuerza. ¿Qué era eso? Ese calor que se esparcía por cada célula de su cuerpo, ese latir imprudente, eso que sentía era... ¿amor?

- ¿Sigues conmigo, amigo? -le dijo el monje preocupado notando en sus orbes doradas algo que impregnaba su ser.

- S-sí –respondió InuYasha saliendo de sus ensimismamiento.

- Bien, menos mal –dijo Miroku-. Vamos, no tardará en anochecer y sé que no te gusta estar fuera mientras eres humano por completo.

Regresaron en silencio. Al hanyou le latían las palabras de Miroku en la cabeza: "Amar... Amarla... Amar a Kagome". A pesar de no definir bien qué era lo que estaba pasando dentro de sí mismo, de una cosa estaba seguro: más tarde sería un humano completo y quizá así lograría decidir algo. Si no era que todo empeoraba.

I don't mean to drag it on,

But I can't seem to let you go

I don't wanna make you face this world alone

I wanna let you go (alone)

Al regresar a la casa, Shippo, Sango y Kagome seguían dentro. Sango estaba terminando de preparar algo para la cena, claro con las cosas que Kagome siempre carga en su gran maleta. InuYasha la volteó a ver por unos momentos en los cuales ella le dedicó una de sus hermosas sonrisas desinteresadas.

- Vaya, ya han vuelto –dijo Sango-. Estaba planeando enviar a Shippo por ustedes, ya se habían tardado.

- ¿Uno no se puede dar sus gustos? –dijo Miroku sonriente-. Estuvimos conversando, por eso nos tardamos de más, lo sentimos, querida Sango.

- Bah, descuiden... Kagome es una excelente paciente. No se ha movido de su lugar –respondió la exterminadora.

- Claro, ¡cómo quieren que me mueva si no me dejan! –reclamó la joven sacerdotisa con desgano-. Yo quería salir a caminar –Kagome hizo puchero.

- No seas necia, tonta –le dijo InuYasha, recuperando su habitual forma de ser.

- ¿A quién llamas 'tonta', remedo de bruto? –Kagome entrecerró los ojos y lo miró desafiante, obviamente estaba jugando con su compañero de viaje.

- ¡Feh! Yo sólo digo la verdad... obviamente no puedes salir porque sigues débil –InuYasha volteó a verla también desafiantemente.

Sango pasó por delante de él sin prestarle atención a aquellas discusiones que eran "pan de todos los días" y puso un plato de sopa frente a Miroku y uno frente a Shippo. Estos dos estaban viendo a los dueños de la discusión con total aburrimiento, pero era divertido ver como parecía todo volver a normalidad entre aquellos dos.

- ¡Ush! InuYasha... –Kagome lo miró como cordero a medio morir y luego una pecaminosa sonrisa adornó su rostro-. ¡A-BA-JO!

El collar que llevaba InuYasha en el cuello hizo su parte y llevó al hanyou hasta el piso en un estruendoso y seco golpe. Shippo se tapó la boca para no estallar en carcajadas, al igual que Miroku y Sango ocultaban un sonrisa divertida.

- Kagome... –InuYasha apretó los dientes- ¡Esto no es gracioso! ¡Y ustedes no se burlen! –gritó el hanyou furioso y salió de aquella casa dejando a Kagome estupefacta.

- Creo que me he pasado U.U –dijo la joven.

- No te preocupes ya se le pasará –le dijo Miroku para tranquilizarla-. Siempre se le pasa ;).

Pero aquel enojo no se le pasó de inmediato al joven InuYasha. Al salir de la casa caminó sin rumbo fijo, dándose cuenta después que sus pies lo habían llevado al lago cercano a la aldea. Se fijó en el reflejo que le devolvía el agua cristalina: sus cabellos plateados cayendo sobre sus hombros, aquellas orejas que eran la única pista de que era un hanyou, sus ojos ámbar que se veían llenos de... ¿tristeza? No lo sabía con exactitud, pero no le molestaba el hecho de que Kagome hubiese conjurado el collar, era ese pesado dolor dentro de su cuerpo que lo ponía histérico.

El sol se ocultó tras la montaña y entonces la falta de luna hicieron que el aspecto de aquel reflejo cambiara por completo. Ahora estaba de pie un hombre, un ser humano por completo; su cabello largo hasta la cintura era de un color negro como aquella noche, sus ojos habían adquirido un color oscuro, un violeta casi imperceptible, eran más bien negros. InuYasha se tiró al suelo y dio un golpe al agua, como si quisiera borrar aquel reflejo. Aquella escena era observada por Kagome que minutos después de que él salía de la casa, a pesar de los insistentes reclamos de los demás había salido en su búsqueda.

- Sé que estás ahí –le dijo el hanyou luego de un rato de seguir tirado con las manos metidas dentro de la tierra-. Sal de una vez.

Kagome obedeció casi de inmediato. Aunque generalmente iba vestida con su uniforme del colegio, esa noche iba vestida de un kimono de un tono azul electrizante, adornado con flores de color rosado, algo prestado por la anciana del pueblo. Su cabello caía suavemente sobre su espalda y hombros. InuYasha se puso de pie mientras se quedaba mirándola deslumbrado y ella se sonrojó por aquella mirada tan penetrante.

- ¿Por qué estás aquí? ¿por qué Sango te permitió salir en tu estado? –le preguntó con brusquedad.

- Estoy bien, InuYasha. Sango no me permitió salir, salí porque quise –respondió ella con algo de pesadumbre en su voz-. Estoy aquí porque..., creo que hoy me excedí –dijo levantando su mirada que antes la tenía incrustada en el suelo-, lo siento.

El hanyou se quedó paralizado, ella se estaba disculpando por algo que no era enteramente su culpa. Kagome se acercó un poco más a él y pudo vislumbrar algo de tristeza en sus ojos oscuros. InuYasha no podía ni moverse, de un momento a otro le asaltó el terrible deseo de tomarla entre sus brazos y abrazarla. No sabía de dónde venía aquel sentimiento, pero él también se adelantó.

InuYasha's POV

Tengo tantos deseos de rodearte con mis brazos y saciar este apetito que tengo de ti. Te veo acercarte cada vez más y me miras como si hubieses hecho algo mal, pero no es así. Tú no has hecho nada mal, el tonto he sido yo, el ciego he sido yo, el indeciso también soy yo. No dices nada, ¿por qué no me hablas, pequeña? ¿por qué esa repentina idea de irte cuando todo termine? No quiero dejarte sola. No quiero que enfrentes tu mundo en soledad. No quiero porque yo sé lo que significa la soledad.

Vaya, ahora lo entiendo. Esto que crece dentro de mí, esa necesidad por verte, el deseo de abrazarte, la devoción que te tengo, todo esto es amarte. AMARTE. Me miras con los ojos entrecerrados, como si quisieras descubrir qué es lo que pienso. No me mires así, pequeña. ¡No me mires así, carajo! Derrumbas esa pared que con tanto esfuerzo he construido.

Fin InuYasha's POV

I've tried to go on like I never knew you

I'm awake but my world is half asleep

I pray for this heart to be unbroken

But without you all I'm going to be is incomplete

Kagome se acercó libremente hacia InuYasha, ya que éste no decía absolutamente nada. Y lo miró con un sentimiento muy puro, que lo hizo despertar de su letargo, despertar de su batalla interna.

- ¿Por qué no dices nada? –dijo ella con su dulce voz.

- Yo..., digo..., tú no has hecho nada –respondió él apartando su vista de la de ella.

- ¿Por qué evitas mi mirada, InuYasha? ¿qué te hice? –su voz suena espantosamente dolida.

- No; no eres tú. Es decir, no me has hecho nada, Kagome –trató de no sonar triste, pero no era muy bueno fingiendo, al fin de cuentas era un humano como cualquier otro.

- ¿Entonces por qué no me miras? –reclamó ella.

- Porque..., no puedo –musitó casi entre dientes. Kagome lo miró interrogativa, pero él no despegó su vista del agua-. No puedo, Kagome, porque... cada vez que te miro a la cara me invade un sentimiento de desasosiego, de irracionalidad..., como si ninguna otra cosa me importara.

- No te entiendo, InuYasha... –unas pequeñas lágrimas saladas asomaban por sus ojos color chocolate y a InuYasha ése olor en específico le hería el alma-. De veras que trato de entenderte, pero hay veces que me pareces el ser más desconocido. Dices no poder verme a la cara porque te llenas de un sentimiento con el cual... yo estoy profundamente identificada –su voz sonó apagada.

- ¿Qué dices? –por primera InuYasha levantó la mirada, pero se topó con que ella la tenía clavada en el cielo oscuro.

- ¡¿Qué no lo entiendes, InuYasha! –espetó ella casi con brusquedad-. Ese sentimiento de desasosiego y de irracionalidad también es parte de mí... todos... los días –terminó.

Se quedaron en silencio varios minutos. Cada uno trataba de digerir lo que el otro acababa de decir. Si ella también se sentía como él por qué entonces seguir con la farsa de estar bien; esa farsa de sentirse contenta y de seguir adelante... ¡¿por qué demonios! El largo cabello de InuYasha se movía con el viento al igual que el de la joven frente a él. Debajo de aquella noche sin luna, sus ojos oscuros tomaron un aire de eterna soledad y tristeza, mientras que los de ella denotaban dolor y sufrimiento. ¿Por qué se empeñaban en ser fuertes si separados no lo eran?

- InuYasha, ¿por qué pasaste toda la noche junto a mí? ¿por qué estuviste llorando anoche? –Kagome reanudó su conversación unos minutos después del silencio. El hanyou se sobresaltó con la última pregunta, seguramente Shippo le había contado. "Nota mental: darle un golpe a Shippo ¬¬".

- Y-yo... –tartamudeó.

- Anda... dímelo, InuYasha, quiero saberlo... necesito saber qué es lo que pasa en este momento por tu cabeza..., por ese corazón que obligas en forjar de acero –pidió ella con total amabilidad y se giró a verlo al mismo tiempo que él volteaba para toparse con sus ojos.

Por primera vez en toda la noche pudieron verse a los ojos. ¿Cómo decirle a ella todo lo que sentía? "Simplemente hazlo", le dijo una vocecita en su cabeza. Pero..., ¡no debía! Ella se lo pidió; le pidió que sólo fueran amigos para que él fuera feliz con Kikyo. "Pero estamos de acuerdo en que no la amas a ella", le respondió de nuevo esa voz, "esta jovencita que tienes frente a ti ha sanado tu corazón sin molestarse en herir el suyo propio". ¡Maldita conciencia! Tenía razón. Kagome lo había curado con el simple hecho de estar con él, darle palabras de aliento, una que otra discusión, sus sonrisas, sus miradas de complicidad o de alegría.

- Kagome... –susurró débilmente; una oleada de valor le llenó su pecho-: Si quieres saberlo, te lo diré –suspiró resignado-. Anoche..., anoche me quedé contigo porque me sentí responsable de tu estado, no debí alejarme –InuYasha aspiró hondamente-. Y luego verte ahí, tendida, sangrando a borbotones me sentí tan inútil... estabas arriesgándote por esa maldita perla que solo nos ha causado sinsabores...

- Pero, InuYasha es mi de...

- No, no, no, déjame terminar. Sé que es tu deber completar la perla, pero no era solo eso –admitió llenándose de nueva cuenta de ese calor en su pecho-. Me quedé contigo porque así lo quise; porque QUERÍA estar contigo... esa noche y las que siguieran después de ésa si era necesario –InuYasha se sentía más seguro cuando hablaba-, ¿sabes el martirio que he pasado desde que me dijiste que te vas a ir? –Kagome negó-. Sé que no. Y no lo sabes porque soy un descuidado, un indeciso... un completo tonto –terminó la frase.

Kagome se acercó otro poco más y le sonrió dulcemente. Levantó su mano y proporcionó una caricia a su joven rostro. El chico dejó que la caricia hiciera lo suyo a través de su cara. Se sentía diferente, ese sentimiento de desasosiego comenzaba a evaporarse justo como aquella caricia que parecía llegar a su fin. En un intento desesperado por no perder la calidez de su mano la sujetó con la suya con suavidad.

- No me alejes –pidió el hanyou doloridamente y una lágrima escapó furtivamente.

Kagome la secó con su mano libre, posándola después en su pecho y lo miró con ternura. Nunca se imaginó ver a InuYasha derramando una sola lágrima y mucho menos si lo hacía pidiéndole que no lo alejara de ella. El hanyou acarició su mano con delicadeza y con su otra mano libre sujetó a Kagome por la cintura acercándola más hacia sí. La joven abrió los ojos al doble al sentir ese abrazo e inmediatamente se refugió en su pecho. Cerrando los ojos concibió la idea de que InuYasha estaba rodeando su cuerpo, haciéndola caer en un llanto silencioso, pero no menos importante.

- No llores, pequeña –le dijo-. Me parte el corazón cada vez que te pones así... por favor –suplicó.

- L-lo siento –dijo ella secando sus lágrimas-. Yo... quiero saber algo –titubeó.

- Dime... lo que sea.

- InuYasha..., ¿por qué crees que te pedí que te alejaras? –preguntó ella aún refugiada en sus brazos-. Me refiero a que... ¿qué crees que me haya hecho pedirte eso?

- Porque te he hecho más daño de lo que me puedo imaginar; porque cada vez que me iba a buscar a Kikyo una parte de tu corazón era invadido por ese mismo sentimiento que me llena a mí al saber que no vas a estar...

InuYasha pasó una mano por el cabello de la joven. Si lo pensaba bien, siendo enteramente humano nada le impedía ser la persona más tierna del Sengoku Jidai y eso también era bueno porque podía decirle a Kagome lo perfecto que se sentía a su lado. Volvió a guardar silencio, con Kagome entre sus brazos nada ni nadie más le importaba, solamente estaban ellos dos bajo una luna negra y desaparecida que era la única testigo de sus sentimientos.

- Kagome yo..., te necesito conmigo... ahora y siempre –dijo InuYasha mientras la sujetaba con mayor fuerza.

- ¿Pero sabes lo difícil que será lo nuestro? –dijo ella con tono triste-. Somos de mundos diferentes y quieras o no me tendré que ir... –su voz volvió a sonar entrecortada, trataba de impedir que las lágrimas salieran.

- No me importa –le dijo él con firmeza y la miró fijamente-. No me importa nada más que tú y yo... solo nosotros. Vamos a darnos la oportunidad de disfrutarlo, ¿por favor? Cuando todo esto acabe veremos que hacemos ¿sí? –InuYasha la miró con tanta ternura que Kagome no hizo más que asentir con la cabeza.

- De acuerdo... –Kagome se levantó de puntillas hasta alcanzar a rozar sus labios-. Te quiero –susurró.

- Yo también lo hago –le dijo él asomando una hermosa sonrisa.

Era cierto, ya verían después qué sucedería con ambos. Mientras tanto podían disfrutar de su compañía y de saber que tanto uno como el otro eran correspondidos. Quizá, cuando la perla de Shikon fuera terminada, el deseo de uno de ellos cambiara por completo el curso de la vida del otro. En ese momento, sólo existían ellos dos. Solamente ellos dos.

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Espero que les guste. No sé si quieran otro capítulo. Mi idea era hacer un song-fic donde la canción describiera los sentimientos de Kagome, luego sería un song-fic donde se expresara los sentimientos de InuYasha después de lo que Kagome le diría y para finalizar uno donde la canción dijera lo que los dos sentían en ese momento. Pero creo que me extendí demasiado con este song-fic. El de "No" de Shakira solo tiene 15 páginas... y éste me salió de 20! O.O Me reí mucho cuando me di cuenta de ello. En fin, ¿qué opinan?

Saludos,

Liz

PD. ¿Qué significa 'baka'? Es que no sé nada de japonés (si es q está en ese idioma, ¿no?)