Disclaimer: los personajes no me pertenecen, ya quisiera yop y los uso sólo para fines de entretenimiento y pq me gusta esta pareja.

Chico(a)s siento la tardanza... créanme que tengo más de dos semanas con este cap terminado, pero por unas y otras razones no había podido pasarlo en limpio a la PC... en fin, ya lo logré... hubo alteraciones y cosas así, pero siempre me sucede.

WARNING: Para todos aquellos q son menores de edad ni siquiera lo piensen... en serio, no lo lean... tengo una hermana de 11 años a la cual le prohibí leer estas cosas y éste fic contiene lemmon o escenas bastante explícitas.

A todos los demás... disfrútenlo y dejen reviews.

Datos de interés:

-...- diálogos.

- "..." – pensamientos.

Canción

ººººººººººº

"Unbreakable"

Westlife

By Liz Kraft

Took my hand (Tomó mi mano)

Touched my heart (Tocó mi corazón)

Held me close (Sosteniéndome cerca)

You were always there (Siempre estuviste ahí)


By my side (A mi lado)

Night and day (Noche y día)

Through it all (Por todo aquello)

Maybe come what may (Que tal vez vendría)

El día estaba profundamente soleado, no había nubes y en el cielo limpio, las aves revoloteaban juguetonas. Era un día perfecto para descansar y relajarse. Kagome, Shippou, Sango, Miroku e InuYasha estaban sentados a la orilla de un riachuelo. Shippou jugueteaba con Kirara y Sango, quien lo cuidaba como si fuera su propio hermano; Miroku observaba la actitud de la exterminadora y sonreía cuando ella reía. ¿Desde cuando le agradaba verla feliz? Desde casi siempre, verla triste y doblarse de dolor cada vez que Naraku utilizaba a Kohaku para luchar con ella, no le gustaba en lo absoluto.

Por su parte, InuYasha miraba embelesado a lo que él decía era su chica. Era solamente de él y de nadie más. Kagome se encontraba leyendo bajo la sombra de un haya. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero esta vez "mataría" al perro. La curiosidad del hanyou y sus incesables ganas de estar con Kagome fueron más fuertes que su voluntad, así que bajó de aquel cerezo donde se encontraba descansando y se acercó a ella con sigilo. Kagome estaba absorta en su lectura, según lo que había dicho necesitaba terminar de leerlo para hacer un ensayo sobre éste y entregarlo a su profesor de literatura. InuYasha seguía avanzando y mientras lo hacía pensaba en la mejor forma para darle un buen susto; avanzó escondido como si cazara una presa y justo cuando tomó aire para gritar "boo", la chica se había adelantado.

- ¡Abajo! –el joven cayó al suelo por el peso de aquel conjuro.

- ¡Ouch¿Por qué haces eso? –se sobó el golpe que acababa de darse.

- Crees ser el único con tus sentidos extra desarrollados, pero... –la chica separó la vista del libro unos minutos y negó con la cabeza- ... yo también los tengo –InuYasha ladeó la cabeza y levantó una ceja, curioso y un: "¿De qué hablas?", se leía claramente en su rostro-. Jajaja... viajar contigo me ha enseñado tus movimientos, sonidos y hasta tu olor... en pocas palabras te conozco –la joven le dio una dulce sonrisa, gesto que él devolvió.

El medio humano se sentó junto a ella y lanzó un profundo resoplido, cuando Kagome se concentraba en sus deberes no había quien le quitara esa concentración. Miró el cielo azul y limpio, al mismo tiempo que sentía la calidez de una mano suave sujetando la suya. Un ligero tono rojizo adornó sus mejillas; aún no estaba totalmente acostumbrado a aquellas muestras de cariño y detalles que Kagome tenía con él. Entrelazó sus dedos con los de ella y apretó su mano con ternura, dándole una media sonrisa. De alguna manera tenía que hacerle ver a Kagome que realmente la quería junto a él y que sus caricias y detalles le eran agradables. La joven lo miró algo preocupada.

- ¿Qué sucede... estás bien?

- Sí, sí..., sólo... trato de acostumbrarme –terminó la frase y bajó su mirada.

- ¿A mí? –preguntó curiosa.

- No, tontita. A ti ya estoy acostumbrado –sonrió-. Trato de acostumbrarme a tus detalles.

Kagome dejó el libro a su lado, sujetó el haori con ambas manos y lo jaló haciendo que InuYasha se precipitara de lado, hacia ella. Depositó un dócil beso en su mejilla, notando como su hanyou cerraba los ojos asustado y luego los abría sorprendido por aquel suave roce de sus labios en su mejilla. La joven vio como la sangre subió hasta las mejillas del joven y se encendían de inmediato, lo que causó que riera a carcajadas. InuYasha al sentirse descubierto por la chica, solo atinó a reírse junto con ella, de una u otra forma el que ella riera por su sonrojo no le molestaba de ninguna manera. El hanyou la atrapó entre sus brazos haciéndola sentir segura y protegida bajo aquel abrazo sereno.

- Prométeme que siempre estarás conmigo –musitó ella cerrando los ojos y sujetándose con fuerza a sus brazos.

- Lo prometo... –respondió él.

- Que estarás día y noche... atravesando cualquier cosa... –siguió ella.

- Te prometo estar contigo día y noche, enfrentando y venciendo cualquier obstáculo... juntos –InuYasha besó su cabeza en señal de que su promesa estaba cerrada.

El día pasó sin ningún contratiempo, Shippou seguía brincando con Kirara, mientras que Sango y Miroku conversaban pacíficamente a la orilla del riachuelo. Cuando hubo oscurecido Shippou y Kirara cayeron rendidos uno a lado del otro; el pobre kitzune estaba tan cansado de tanto jugar y correr que no le quedaban fuerzas para nada. Sango y Kagome lo miraron enternecidas al escuchar su apacible respiración.

- Ni siquiera pidió de cenar –dijo Sango.

- Estaba exhausto, querida Sango, ya era hora de que se le acabara la energía –Miroku le sonrió.

- Debe ser aburridísimo estar con cuatro adultos –dijo Kagome mientras escribía sobre una libreta, recibiendo así miradas de desaprobación y desconcierto-. ¿Qué? –preguntó inocente-, yo sólo digo que es muy pequeño y nosotros a veces somos duros con él... sobre todo InuYasha –el joven la miró molesto, pero al ver su sonrisa traviesa el enojo se esfumó.

- Algunas veces, Kagome..., me sorprendes –Miroku la miró y le sonrió.

- ¡Feh! Él decidió estar con nosotros ¿no? –dijo InuYasha en tono arrogante.

- Sí, pero no pidió ser un adulto siendo tan pequeño –dijo Sango-. En fin, -dio un suspiro-¿alguien quiere cenar?

Todos asintieron. Miroku, muy amablemente, se ofreció para ayudarle a Sango, quien se lo permitió después de darle un golpe en la cabeza; el monje se había aprovechado de la situación y la había tocado, lo que provocó el golpe anterior. Luego de que hubieron saldado cuentas, Miroku aceptó de buena gana no propasarse con Sango y se pusieron a hacer la cena. En unos 20 minutos más los cuatro jóvenes estaban sentados disfrutando de la deliciosa cena; al terminar la exterminadora y el monje dijeron estar muy cansados y se fueron a dormir. Kagome e InuYasha se quedaron sentados uno junto al otro disfrutando su compañía.

Swept away on a wave of emotion (Arrastrado por una ola de emoción)

Over caught in the eye of the storm (Atrapado en el ojo de la tormenta)

And whenever you smile (Y siempre que sonríes)

I can hardly believe that you're mine (Me cuesta creer que eres mía)

Believe that you're mine (Creer que eres mía)

- ¿Te apetece caminar? –el hanyou preguntó a su chica.

- ¿Si digo que no, como aquella vez q tú me lo dijiste? –InuYasha la miró entristecido.

- ¿Serías capaz? –preguntó el joven dolido.

- Por supuesto que no... sabes que me fascina caminar a tu lado –el medio demonio le sonrió complacido y una pequeña llama de malicia apareció en sus ojos.

Kagome se levantó junto con él y ambos partieron sin rumbo fijo. Caminaron por un buen rato simplemente tomados de la mano, sin emitir sonido alguno. Escuchando la respiración del otro, los pasos que daban, los sonidos de la noche. InuYasha se detuvo de repente y Kagome por instinto también lo hizo; habían sentido la presencia de alguien en ese lugar, cosa que no le gustó en nada a la joven miko. Entonces, flotando cerca de ellos: las serpientes caza-almas de Kikyo, buscaban a InuYasha; Kagome lo miró y éste no supo ni qué decir, prueba de ello fue que abrió la boca para decir algo, pero al no encontrar palabras mejor la cerró.

- ¿Vas a ir? –preguntó Kagome con voz fría.

- Sí, pero..., quiero que vayas conmigo –le dijo.

- ¿Qué¿Estás loco! –exclamó ella enfurruñada.

- No, no estoy loco. Pero quiero que vayas porque quiero que se acabe esto. Necesito que se de cuenta que no me manipulará con un amor que ni siquiera ella siente.

Kagome lo miró tan decidido que terminó por aceptar su petición. El hanyou y la miko fueron guiados hasta la presencia de la sacerdotisa, que le lanzó una mirada fría y arrogante a su reencarnación. La joven de ojos color chocolate tampoco sentía nada de gusto al verla ahí, llamando a alguien que no era suyo. Ya no más.

- ¿Por qué la trajiste, InuYasha? –preguntó Kikyo fríamente.

- Porque quise hacerlo –respondió él-. Es la última vez que accedo a tus llamados, Kikyo... la última.

- Pero ¿de qué hablas, InuYasha? Nos veremos en la eternidad del infierno –la sacerdotisa de barro y huesos lo miró desafiante.

- No –sentenció él-. No iré contigo..., olvídate de esa promesa. Una promesa infundada.

- Pero ¿qué diablos dices, InuYasha? Eres hombre de palabra –el joven no respondió ante aquello y entonces Kikyo volteó hacia Kagome dándole una mirada de profundo desprecio-. Todo es por tu culpa, mocosa insolente... ¡se ha interpuesto entre nosotros! –esto ultimo se lo gritó directamente a InuYasha.

- ¡No es cierto! –le espetó InuYasha-. Ambos sabemos que nuestro amor se murió hace meses, quizá desde antes.

Kikyo sacó su arco y lo tensó dispuesta a herir a Kagome, InuYasha se interpuso entre ella y la flecha; no dejaría que nadie hiriera a Kagome, ya una vez había estado a punto de perderla y no estaba dispuesto a hacerlo de nuevo. La sacerdotisa estaba llena de rencor y odio, ésa que se parecía tanto a ella, ésa que se decía su reencarnación le había quitado el amor de InuYasha aunado con la promesa hecha hacía años. El hanyou se acercó a Kikyo en un intento desesperado por detenerla, Kagome se movió unos cuantos centímetros hacia la derecha y la mujer hecha de barro encontró la oportunidad perfecta para lanzar la flecha, sonriendo triunfal. Ésa moriría. InuYasha no reaccionó de inmediato, sintió el roce de la flecha en su mejilla y se volteó asustado a ver hacia donde estaba Kagome.

Lo que sucedió a continuación fue casi increíble: la flecha lanzada por Kikyo levantó tierra en su trayecto haciendo la vista imposible. Cuando la tierra se hubo disipado, InuYasha y Kikyo estaban estupefactos: la flecha estaba suspendida en el aire a unos centímetros del corazón de Kagome, sus ojos habían tomado un sentimiento de lástima. Un campo violáceo-dorado la envolvía y ella se mantenía suspendida a unos cuantos centímetros del suelo. Tocó la punta de la flecha y ésta al contacto se desintegró con tanto poder.

- Ka... Kagome –la llamó y la miró desconcertado.

El aura violácea-dorada ya no era tan fuerte, pero seguía brillando. La joven lo volteó a ver con sus ojos color chocolate llenos de cariño y él entendió que le decía que todo estaba bien. El hanyou le tendió una mano y ella la aceptó gustosa, descendió al suelo con infinita calma y se abrazó a él con fuerza.

- ¡Noooo¡Se suponía que morirías... bruja! –gritó Kikyo.

- No te guardo rencor, Kikyo. Al contrario, lo único que puedo sentir por ti es lástima –la miró con sus ojos, llenos de calidez-. No has entendido que amar no significa poseer ni mucho menos hacer que la otra persona cambie... –Kagome observó las orbes doradas de su amado-, amar es aceptar al otro y adaptarse a las situaciones.

- ¡Tonterías¡Él me pertenece! –gritó furiosa la antigua sacerdotisa y protectora de la Shikon No Tama.

- No, no lo son... –InuYasha observaba embelesado a Kagome-. Amar es entregarse por completo..., es estar en las buenas y en las malas..., es no dejar caer al otro... ESO, es amar –terminó el hanyou sujetando con fuerza a su chica y luego se giró a ver a Kikyo-. Perdóname. En el pasado fuimos felices, pero eres eso: mi PASADO y Kagome es mi PRESENTE y quizá podría ser mi futuro...

- ¿Es tu última palabra? –dijo Kikyo elevándose con sus caza-almas.

- Sí, es la última –dijo InuYasha.

- ¡Un día de éstos te arrepentirás! –le gritó y desapareció.

Kagome suspiró aliviada y dejó caer su peso en InuYasha, quien al sentirla desvanecerse se preocupó por ella. La sujetó con mayor fuerza por la cintura y levantó su rostro hasta el suyo propio. Miró sus ojos color chocolate, cansados por el despliegue de sus poderes espirituales. Kagome sonrió lentamente y él le acarició su mejilla. El ojo de la tormenta había desaparecido junto con aquella mujer hecha de barro y huesos.

This love is unbreakable (Este amor es inquebrantable)

It's unmistakeable (Es inconfundible)

Each time I look in your eyes (Cada vez q miro en tus ojos)

I know why (Sé por qué)

This love is untouchable (Este amor es intocable)

I feel that my heart just can't deny (Puedo sentir q mi corazón no puede negar)

Each time you whisper my name (cada vez que murmuras mi nombre)

Oh baby, I know why (Sé por qué)

This love is unbreakable (este amor es inquebrantable)

- ¿Cómo hiciste que la flecha se detuviera? –preguntó Miroku.

- Aunque ustedes no lo vean, cuando tengo oportunidad trato de controlar toda mi energía espiritual –explicó Kagome.

- Me da gusto que lo hagas –dijo Shippou.

- A mí también, Shippou. Sabía que me ayudaría alguna vez.

Shippou, Miroku y Sango escuchaban con atención el relato de la noche anterior. Obviamente, Kagome suprimió las lindas palabras de su hanyou solamente para ella. Rió internamente y esbozó una sincera sonrisa. InuYasha la observaba desde las ramas del árbol. La noche anterior estaba dispuesto a hacerla pasar una noche inolvidable, pero Kikyo intervino y la noche se convirtió en día. También estaba sorprendido por el despliego de sus poderes espirituales, pero por dentro estaba contento por ello. Su niña se estaba haciendo fuerte y eso lo llenaba de orgullo.

Reanudaron su camino por las aldeas, querían encontrar lo que fuese: un rastro de Naraku o la presencia de algún fragmento, pero ni lo uno ni lo otro. En la siguiente aldea encontraron comida y refugio, como siempre gracias a las mentiras del monje sobre alguna que otra nube de desgracia sobre aquel lugar.

Kagome descansaba junto a Sango y Shippou, la joven tenía la pequeña libreta y un lápiz en la mano, y junto a ella el libro que había terminado de leer. Estaba absorta en su escrito, que ni se dio cuenta cuando Sango se sentó frente a ella y la observó detenidamente.

- Te ves muy ocupada¿qué haces? –preguntó Sango.

- Termino el ensayo que tengo que entregar sobre el libro –respondió Kagome escribiendo sobre la libreta una cita que le había llamado la atención del libro-. ¿Necesitas algo?

- Nada en especial –dijo la exterminadora-. Sólo me causaba curiosidad el afán con el que hacías ese... ¿ensayo, lo llamaste? –la joven asintió y le dio una radiante sonrisa-. Estás contenta¿no es así?

- Sigh... Sí lo estoy –Kagome miró a su amiga-, se arreglaron nuestros problemas y ahora... estaremos juntos.

- Es bueno saber que InuYasha dejó su orgullo a un lado¿no? –la voz de Shippou hizo eco en la habitación-, es decir, jamás lo hubiese pensado de él.

- InuYasha es un cabeza dura –dijo Sango-. No es ofensa, pero solamente tú has sabido sacar lo mejor de él –Kagome se ruborizó por el comentario de su amiga.

Shippou se fue a descansar, mientras que Sango y Kagome conversaban un rato más. La joven sacerdotisa le pidió algo de auxilio a su amiga para continuar con su ensayo y al cabo de unos dos horas y media, el documento estaba terminado ahora el problema se centraba en que estaba hecho un asco y debía pasarlo en limpio. La miko bostezó igual que su amiga y decidió que mejor el día siguiente lo haría; así, quedó rendida en el suelo de la habitación.

A la mañana siguiente la joven de ojos chocolate se levantó excesivamente temprano, jaló la manta de su cama para cubrirse con ella y salió, encontrándose con InuYasha a las afueras de la cabaña. Se acercó a él y lo rodeó con sus brazos, haciéndolo quedar entre la manta y su abrazo, le dio un beso en la mejilla y él se sobresaltó.

- Me asustas.

- Perdón, no era mi intención –Kagome se sintió culpable-, sólo quise decir buenos días.

- Descuida, me agrada tu forma de dármelos –InuYasha sonrió y de un movimiento la sentó entre sus piernas y se cubrieron con la manta.

- InuYasha, yo... –el hanyou la miró curioso-, debo ir a mi época a ponerme al corriente y a dejar mi escrito –hubo unos minutos de silencio y la mirada de InuYasha se vio opacada.

- ¿Tardarás muchos días? –preguntó seriamente.

- No lo sé, pero yo... ¿quieres venir conmigo? –su voz sonó ilusionada.

- ¿Para qué? No podré estar contigo todo el tiempo –InuYasha habló con seriedad.

- ¿Eso es un "no"? –el joven medio demonio no dijo nada. Él sabía que no era la mejor forma de decir no, puesto que ella se sentiría de pésimo humor, sin embargo, InuYasha no sabía ni qué decirle-. De acuerdo –masculló ella deshaciendo el abrazo y se levantó-, regresaré en una semana –dijo con la voz entrecortada-. ¿Me llevarías al pozo¿O tampoco estás para eso y prefieres que le diga a Kirara que me lleve?

InuYasha la cargó sin previo aviso y se la llevó al pozo devora huesos. En el camino, el hanyou se dio cuenta que Kagome despedía un olor a molestia, no era el aroma normal de ella, ese aroma lo estaba torturando porque sabía que él era el causante de ello. Por la tarde, cuando el sol se escondía tras la montaña y sus últimos rayos caían sobre la pareja, ambos estaban frente al pozo. InuYasha la miró acercarse a él y sintió un enorme vacío dentro de él¿se iba ir sin despedirse? Entonces ella volteó a verlo con sus ojos llenos de tristeza y melancolía.

- Gracias –dijo Kagome con frialdad y algo dentro de InuYasha se hizo pequeñito.

- Por nada –contestó con la mirada en el suelo.

- InuYasha... –él volteó a verla-, recuerda que te quiero –Kagome besó rápidamente su mejilla y brincó al pozo dejando a un hanyou sintiéndose realmente estúpido y solo.


Shared the laughter (Compartidas las risas)

Shared the tears (Compartidas las lágrimas)

We both know (Ambos sabemos)

We'll go on from here (Q seguiremos desde aquí)

Cause together we are strong (Porque juntos, somos más fuertes)

In my arms (En mi brazos)

That's where you belong (Es ahí donde perteneces)

(Narración en 3era persona: Kagome's POV)

¿Quién se creía él? Sólo le estaba pidiendo que la acompañara a su época. Pero no, él y su maldito orgullo... ¡ush! Caminó fuera del templo y luego se dirigió a su habitación, deteniéndose en la puerta de su hogar, puesto que las luces estaban totalmente apagadas y ningún ruido salía de aquel lugar. Al entrar, encendió la luz del recibidor y luego se dirigió a la cocina, de donde sacó una manzana del refrigerador encontrando pegada a éste una pequeña nota que rezaba:

Querida Kagome:

Tu abuelo y yo hemos acompañado a Souta a un evento fuera de la ciudad. Estaremos fuera por una semana, cuídate mucho y pórtate muy bien. Dejé algo de comida en el congelador.

Te quiere,

Tu madre.

Suspiró con cansancio. Ni modo, estaría sola en casa. Terminó su manzana y lanzó el centro al bote de basura. Se colgó la mochila amarilla al hombro y por fin se dirigió a su cuarto, con paso cansado y tranquilo, aún recordaba la forma en que se había despedido de InuYasha y su manera de decirle que no iría... tenía que ser tan insensible. Entró a su habitación, en el camino aventó la mochila a una esquina y encendió la lámpara de noche de su buró; se sacó la blusa del colegio, quedándose con la interior de tirantes de color piel que llevaba aquel día. Se arrojó sobre su cama boca abajo y enterró el rostro en las almohadas. Que terco era ese hanyou..., pero cómo lo quería y eso era algo que no se podía cambiar de un día para otro. Rió por lo bajo y decidió meterse a dar una buena ducha, se puso su pijama (que constaba de un short y una playera) y se acostó en su mullida y fresca cama.

(Narración en 3era persona: InuYasha's POV)

De verdad que era un bruto. No le costaba nada ir con ella, pero ¡argh! –golpeó el suelo con furia-, no podría estar con ella todo el tiempo y eso era lo único que él quería, compensarle todo el tiempo que su mente había estado divagando entre ella y su antiguo amor. Y además estaba esa dichosa "escuela", lo cual lo tenía de malas, sobre todo por aquel chico que siempre la rondaba y la invitaba a salir: Hôujo. Recordó la forma en que ella le había dado un débil beso y se sintió aún peor.

- No sé qué sigues haciendo aquí –Miroku se acercó a él-, lo único que quieres es estar con ella.

- ¡Pero ella no! –espetó InuYasha-. Ya la viste, se fue a su época y regresará en una semana.

- Eres un tarado, InuYasha –Shippou le enseñó la lengua luego de su afirmación-. Ella sólo quería que la acompañaras y no quisiste hacerlo.

- En esta ocasión le doy la razón a Shippou –dijo Sango-. Kagome intenta hacerte parte de su vida y tú, de plano no te dejas.

Las orejas del hanyou se doblaron un poco, haciéndolo ver como si acabara de ser regañado; y en cierto modo así era, Sango y Shippou le regañaban por lo tonto y necio que era. Volteó a verlos.

- ¡Feh! De acuerdo –InuYasha se cruzó de brazos-, mañana iré con ella.

Todos sonrieron agradecidos de que su joven amigo entrara en razón y se acostaron a dormir. Mañana sería otro día e InuYasha estaría con su chica.

/ Con Kagome /

Kagome despertaba de su largo descanso, se estiró sobre la cama y de inmediato se metió a la regadera, relajando sus músculos debajo del agua que corría libremente por su cuerpo. Estar en casa a solas era sumamente agradable, no porque no le gustara la compañía de su familia, pero estar en soledad con sus pensamientos era justamente lo que necesitaba. Sabía que amaba a InuYasha y que la discusión del día anterior había sido una completa estupidez. Después de tantas cosas compartidas como las risas, las lágrimas, los sinsabores, la tristeza, el frío, el calor, los amigos, la alegría..., los celos. Rió débilmente: celos. Todas las peleas habían sido causadas por celos: con Kouga, con Hôujo y con cualquier chico, ya fuera bestia o humano, que se le acercara.

Salió de la ducha envuelta en su toalla y con el cabello húmedo. Se puso el sostén negro, una blusa de tirantes negra y unos jeans bastante ajustados de las caderas. Salió del vestidor con un cepillo desenredándose el cabello todavía húmedo; se encontró con que la ventana se encontraba abierta con las cortinas ondeando por el débil viento de la mañana. ¿La dejé abierta, pensó. ¡Bah! Quizás sí... Tomó aire con la nariz y sonrió. Era ese olor; ese olor lo conocía, olía a bosque, mezclado con la brisa de la mañana y a árboles frescos¡estaba ahí! Después de todo había venido.

- ¿InuYasha? –cuestionó al aire, que no respondió.

Se sintió abatida. Dejó el cepillo en el tocador de su cuarto. Quizá eran imaginaciones suyas. La ventana pudo haberla dejado abierta y la sensación de extrañar a su hanyou la hacía creer cosas inciertas. Se acercó a la ventana para cerrar el cristal, pero se quedó mirando el cielo unos cuantos minutos; que ganas tenía de volver, pero necesitaba ir al colegio y ponerse al corriente de las actividades. Levantó sus manos hacia la orilla de la ventana para correrla y entonces, sintió unas manos recorrer su cintura haciéndola estremecer, para luego cerrarse alrededor de su cuerpo. Ese olor de nuevo.

InuYasha la había observado desde que salió del baño, cepillándose el cabello; la escuchó preguntar por él y la vio sentirse mal por la respuesta inexistente. Se contuvo las ganas que tenía de sujetarla fuertemente y quiso mejor ser tranquilo con ella. La rodeó por la cintura, sintiendo en cada yema su tersa piel, quemándole los dedos; escondió su cara en la curvatura del cuello y el hombro, depositando un beso en su piel, haciendo que Kagome se erizara por el contacto tibio de sus labios. La necesitaba; necesitaba tenerla con él, abrazar su cuerpo, oler su aroma, ver sus ojos, tocar su piel.

- En mis brazos es donde perteneces –susurró bajito en su oído.

La joven sonrió ante su sinceridad y estrechó sus brazos alrededor de su cuerpo.

I've been touched by the hands of an angel (He sido tocado por las manos de un ángel)

I've been blessed by the power of love (He sido bendecido por el poder del amor)

And whenever you smile (Y cuando sonríes)

I can hardly believe that you're mine (Es difícil creer que eres mía)

Kagome se giró entre su abrazo y lo miró.

- Pensé que estabas molesto –la chica hizo puchero.

- No, sólo soy un completo idiota. Lo siento –se disculpó, alcanzando a rozar su nariz como si de una caricia de algún animal se tratase. (N/A: se lo imaginan ... se vería lindoooo).

- Lo importante es que ya estás aquí. ¿Quieres desayunar?

El hanyou asintió contento y ambos bajaron a la cocina. InuYasha se sentó en la mesa según las indicaciones de Kagome, mientras ella sacaba frutas del refrigerador. El joven se quedó mirándola, era como cuando niño se ponía a observar a su madre cuando cocinaba o cuando se quedaba por las noches a contarle alguna historia fantástica de un gran youkai. Un ligero dolor le recorrió el pecho, su madre había sido muy buena y siempre la dijo que no se avergonzara de su aspecto, aunque las condiciones fueran adversas, él debía sentirse orgulloso de lo que era. Pero no era momento para pensar en eso, al contrario, debía sentirse agradecido por haber encontrado a tan buena mujer que llenara su vacío y para ayudarle a aceptarse tan cual era.

- ¡InuYasha!

- ¡Feh¿Por qué gritas¡Mis orejas son muy sensibles! –cubrió sus orejas con las manos.

- Perdón, pero es que estabas en otro lado –InuYasha vio como se sonrojaba por haberle gritado y eso lo hizo descubrir el porqué la amaba-. ¿En qué pensabas –preguntó la chica colocando un plato de diversas frutas frente a él.

- En mi madre –respondió él, engullendo su platillo.

- Oh, yo... lo... –titubeó la joven.

- No lo sientas, no estaba recordando nada malo... simplemente verte hacer y deshacer en la cocina me hizo recordar que cuando pequeño me pedía que no me avergonzara de mi aspecto –suspiró-. Tú me has hecho comprenderlo, mejor que nadie... –Kagome se sonrojó de nuevo y continuó con sus alimentos.

- Debe estar orgullosa de lo que eres –le confesó.

- Quizá... Debiste conocerla, de seguro ella estaría encantada contigo –InuYasha tomó su mano y la apretó.

Cuando terminaron recogieron la cocina y se refugiaron en la habitación de Kagome, quien comenzó a pasar en limpio su ensayo. InuYasha se sentó sobre la cama enfurruñado porque la joven no le prestaría atención en las siguientes tres o cuatro horas; "Saldremos a caminar cuando termine... lo prometo", le había dicho. No obstante, el hanyou se quedó dormido después de dos horas de no ver frutos. Luego de terminar con el ensayo y ver que su 'hombre' estaba dormido, decidió dejarlo descansar mientras ella hacía algo de geometría. Luego de horas de estudio miró su reloj en su buró, 2:30 pm¡era tardísimo! Y se moría de hambre. Se acercó a InuYasha con cuidado y se sentó en la orilla de la cama y acarició su rostro, vio cómo los ojos ámbar del chico se abrían lentamente ante esa muestra de cariño y sonreía.

- Vamos flojo –le dijo dulcemente-. Ven, mamá le dio la loca idea de comprarte ropa para la próxima vez que vinieras; luego iremos a comer.

El chico asintió y se desperezó, lo llevó hasta la habitación de Souta, de donde sacó unos vaqueros, una playera roja y una gorra del mismo color. Lo ayudó a quitarse el haori, dejándole el gi blanco puesto; para los vaqueros decidió mejor explicarle la mecánica del asunto (N/A: no es tan complicado ponerse unos jeans¿no?) y lo dejó solo para que terminara de vestirse. Después de unos minutos salió un InuYasha vestido más civilizadamente, no es que se visitera como mendigo, pero el haori no era algo muy contemporáneo. Kagome le colocó la gorra de Souta sobre la cabeza escondiendo sus orejas, haciendo que su flequillo saliera por entre el agujero de la gorra.

- ¿Para qué se supone que es esto? –dijo señalando la gorra en su cabeza.

- Se llama gorra y es para que no se vean tus orejas –le dijo Kagome con diversión.

Salieron de la habitación. Kagome tomó su bolso y luego salieron a la calle. Kagome tomó la mano de InuYasha para guiarlo con mayor facilidad por la ciudad. El joven de cabello plateado estaba sorprendido por tantas cosas nuevas y diferentes para él, que si bien no era la primera vez que iba al mundo contemporáneo, no se terminaba de acostumbrar. Las casas eran enormes, los autos le producían sobresaltos cada dos por tres y la gente lo miraba como si fuera un turista más. Llegaron al restaurante de comida rápida, la chica ordenó la comida y luego se sentaron tranquilamente. Justo cuando terminaban de comer, apareció por la puerta un joven que reconoció a Kagome y se dirigió rápidamente a ella.

- ¡Higurashi, qué sorpresa! –el chico era Hôujo, uno de los compañeros de escuela de Kagome al cual InuYasha no le tenía nada de afecto.

- ¡Hôujo! –la chica se sorprendió y miró al chico a su lado, quien frunció el ceño.

- ¿Ya estás mejor? Tu abuelo dijo que estabas en cuarentena.

- ¡Ah!... Yo... sí, ya estoy mejor –Kagome sintió que InuYasha se movía inquieto en su asiento-. Hôujo, te presento a InuYasha.

- Mucho gusto, -dijo Hôujo tendiéndole la mano, cosa que el hanyou estrechó sólo por la mirada de advertencia que la chica le dio.

- InuYasha es... –comenzó Kagome.

- El chico con el que sales –terminó el joven Hôujo abatido-. Eri me comentó algo, pero no quería aceptarlo. Supongo que debo darme por vencido –sonrió.

- Hôujo yo..., lo siento...

- Descuida –el joven le restó importancia-. Y tú, joven InuYasha, tienes suerte de tenerla contigo... cuídala mucho.

- Siempre lo hago –InuYasha tomó la mano de Kagome en forma posesiva, sujetándola con fuerza.

- Bueno, pues que disfruten su día. Te veo el lunes –se despidió el joven.

- Claro, nos veremos –Kagome se despidió de él con la mano.

Hubo unos momentos de silencio incómodo. InuYasha, aunque tenía su mano alrededor de la suya tenía en su rostro, rastros visibles de su molestia. Kagome lo miró hasta lograr captar su mirada, la cual se suavizó un poco al ver esos ojos color chocolate.

- Siento que presenciaras eso –le dijo-, pero creo que era mejor así, que estuvieras conmigo para aclarar todo de una vez por todas.

- Está bien. Es sólo que... –lo pensó un poco-, me molesta que los demás se acerquen.

- Celoso –masculló Kagome divertida e InuYasha la vio enfurruñado-. Oye, te quiero sólo a ti –susurró y le guiñó un ojo-, vayamos a casa ¿si? –el asintió.

This love is unbreakable (Este amor es inquebrantable)

It's unmistakeable (Es inconfundible)

Each time I look in your eyes (Cada vez q miro en tus ojos)

I know why (Sé por qué)

This love is untouchable (Este amore s intocable)

I feel that my heart just can't deny (Puedo sentir q mi corazón no puede negar)

Each time you whisper my name (Cada vez que murmuras mi nombre)

Oh baby, I know why (Sé por qué)

Salieron del restaurante y caminaron de vuelta al templo Higurashi. En el camino, antes de llegar, se detuvieron en el parque donde se pusieron a caminar alrededor de él. El aire estaba fresco y hacía ondear el cabello de ambos, las aves iban y venían entre los árboles. Sus manos entrelazaban les daban más confianza en si mismos. Luego de varias vueltas se pusieron a discutir lo harían el resto de la semana; InuYasha, a regañadientes, no podía ir a la secundaria con Kagome, pero podía acompañarla y espiarla lo que duraran sus clases y luego regresar juntos. Sin darse cuenta, la noche había caído sobre ambos y volvieron a la casa.

Al llegar al templo, subieron las escaleras en silencio y a oscuras. InuYasha sintió una descarga recorrer su cuerpo y se sorprendió pensando en cómo se sentiría la piel de Kagome bajo sus manos. Sacudió su cabeza como para despejarse, pero sólo logró fijar su vista en las caderas de Kagome contoneándose a su paso y otra descarga eléctrica le recorrió la espina dorsal. "Debo dejar de juntarme con Miroku", pensó algo sonrojado. Entraron a la habitación de la chica e InuYasha agradecía de antemano el hecho de que Kagome encendiera la luz... sin embargo, eso no sucedió y en hanyou trató de controlarse.

La chica, desde que venían caminando por el parque, había decidido que aquella noche sería sólo de los dos... para amarse en la oscuridad. Por tal razón no había encendido la voz y por eso se había metido a su vestidor y se había puesto un camisón que hacía poco su madre le había regalado. Salió del vestidor con una vela en cada mano y el medio demonio la miró nervioso.

- Ka-Kagome... –su nombre sonó como en un suspiro.

Dejó las velas sobre su buró y sobre el escritorio de su habitación, y se acercó a InuYasha caminando con sensualidad. Se mordió el labio inferior y sonrió con inocencia.

InuYasha estaba prácticamente inmóvil, la veía venir en un claro intento por seducirlo, lo cual estaba logrando con creces. La temperatura del hanyou fue en aumento al sentir el aliento de Kagome tan cerca; la chica lo provocó aún más humedeciendo sus labios y mirándolo infantilmente. Todo su cuerpo era un mar de sentimientos en un ir y venir, sin lograr identificar alguno de ellos. Su aroma lo estaba trastornando, si ya estaba algo excitado, el aroma de la chica lo estaba volviendo loco. Sujetó su pequeña cintura y parecía que sus manos le quemaban al sentir la fina seda bajo sus dedos; sintió unos deseos enormes de hacerla suya... de marcarla como su mujer, de hundirse en ella, pertenecerle, quería sentirla pegada a su cuerpo y la apretó hacia él, escuchando como ella soltaba un gemido apenas audible.

Miró sus labios y recordó que la noche de luna nueva ella le había robado un beso, y así, deseó devorar esos labios que tanto le provocaban curiosidad. Se acercó lentamente, pidiéndose a sí mismo no lastimarla con sus colmillos; finalmente los rozó y nada a su alrededor existía, todo se esfumaba en ese tímido roce, que luego se convertía en un beso más profundo, encajando a la perfección uno en el otro. InuYasha se llenó de una emoción que nunca antes había sentido, esa humedad y esa tibieza de sus labios no se podían comparar con nada, ni nadie. El hanyou aferró el cuerpo de Kagome al suyo, quería sentirla cerca... sólo de él. Abrió la boca esperando que ella le permitiera introducir su lenta, cosa que no tuvo que esperar mucho, Kagome se dejaban hacer sin mucho esfuerzo uniéndose a la lucha que su medio demonio empezaba.

El hanyou se separó de ella y la cargó en vilo, besando de nuevo sus labios; la depositó suavemente en la cama y él se acostó junto a ella, sintiendo la calidez de su cuerpo junto al suyo. El chico dejó sus labios para comenzar a besar su cuello y sus manos tomaron rumbo hacia sus brazos desnudos; recorrió cada mínimo detalle con eterna tranquilidad. Luego se puso a jugar con el lóbulo de la oreja de Kagome, estimulando los sentidos de la chica, para luego escucharla respirar agitadamente; el joven sonrió entre su juego tomando aquel indicio como un aliciente para continuar amándola en la penumbra y silencio de aquella habitación. Kagome detuvo el juego enderezándose un poco y volteando los papeles, quedando ella sobre él, con sus rodillas alrededor de sus caderas.

- ¿Quieres jugar?... Juguemos –dijo con malicia.

Su sonrisa se tornó seductora e InuYasha sonrió divertido... sería una noche estupenda. Kagome unió sus labios con los de él, los besaba con desesperación y con ansias... quería memorizar todo su sabor, las sensaciones que le provocaban sus labios; dio un ligero mordisco en el labio inferior del hanyou incitándolo a jugar con ella. InuYasha colocó sus manos en su espalda y la recorría con libertad; las manos de Kagome tomaron vida y se dispuso a viajar a través de su pecho, bajaron hasta la orilla de la camiseta y acarició su estómago con calma. "Estorba", pensó la chica y sensualmente comenzó a sacarle la prenda por encima de su cabeza, lanzándola lejos. Volvió a encontrar sus dulces labios, para luego besar su cuello y depositar suaves y tibios roces sobre la piel de su pecho y torso, arrancando de la garganta de InuYasha ligeros suspiros y su respiración entrecortada. Kagome se encontró con el botón de los jeans y mirando fijamente los ojos ámbar de su amor lo desabrochó..., justo cuando comenzaba a bajar el cierre, InuYasha tomó sus muñecas y volvió a tomar control sobre la situación, mirándola agitada e intensamente.

- Te quiero –susurró él y dejando una de sus manos libres, acarició su mejilla rosada con su garra.

- Yo también... pero, no te detengas –contestó ella.

InuYasha le tomó la palabra y continuó con su trabajo, metió las manos por debajo del camisón, acariciando primeramente sus piernas, erizando su piel..., el camisón se arrugó cuando InuYasha llegó hasta sus muslos y comenzó a acariciarlos con delicadeza..., era una locura, se sentía embriagado por esas sensaciones. Le quitó el camisón, como minutos antes ella le sacó la camiseta y la observó semidesnuda, disfrutando de su visión, de esos senos cubiertos por ese pedazo de tela; se sonrojó un poco. Palpó con sus manos los pechos de su mujer, encontrando una nueva forma de experimentar placer y dárselo a la joven, quien se estremecía por el contacto de sus manos. Las manos de ella recorrieron su espalda, sintiendo cada cicatriz en la yema de sus dedos.

This love is unbreakable (Este amor es inquebrantable)

Through fire and flame (Por el fuego y la llama)

When all this over (Cuando todo esto sobre)

Our love still remains (Nuestro amor todavía permanece)

El hanyou siguió acariciando su cuerpo, con una de sus garras se deshizo del sostén que la joven portaba, dejando a su vista un par de senos perfectos, cosa que lo excitó aún más. Los tomó con cuidado, despertando en ella sensaciones nunca antes sentidas; gimió de placer al sentir su lengua jugar son sus pezones, murmuró su nombre como si de un suspiro se tratase y lo detuvo tomándolo de la cara y besando sus labios. Kagome terminó de bajar el cierre de los jeans y ayudándose con sus pies y manos se los quitó a InuYasha, quien soltó un pequeño murmullo de risa.

- Juegas bien –le dijo divertido.

- Tú también –respondió agitada.

InuYasha quitó lo que quedaba de ropa de ambos, -lo cual no era mucho-, se quedaron completamente desnudos, rozando sus cuerpos, mezclándose el sudor de ambos... saboreando la saliva de sus bocas. El joven bajó sus manos hasta la entrada de Kagome y ahí palpó con sus dedos, sintiendo el calor que de ella emanaba, el fluido que le dejaba en claro que ella estaba totalmente lista para lo que viniera. La miró fijamente, como esperando que ella se lo permitiera.

- ¿Segura que quieres que lo haga? –preguntó él.

- Sí –susurró.

El hanyou acercó su miembro a su entrada y delicadamente comenzó a entrar en ella. Los ojos de Kagome se cerraron con dolor y sus manos las enterró en su espalda. InuYasha la penetró un poco más, ahogando el dolor de Kagome con sus labios y caricias. Kagome dio un pequeño grito haciendo que su hanyou se detuviera a observarla preocupado.

- ¿Estás bien? –preguntó.

- S-sí... n-no te detengas.

Y lo sujetó con mayor fuerza, InuYasha continuó penetrándola con cuidado y al mismo tiempo había tanto deseo en esa entrega; y mientras lo hacía, Kagome alcanzó a rasguñar su espalda y su respiración cada vez se agitaba más. InuYasha comenzó a moverse con ritmo sobre ella percibiendo con sus sentidos desarrollados un placer indescriptible. Kagome susurró su nombre cada momento en que él la embestía. Besó sus labios con desenfreno, no quería detenerse, quería mantenerse dentro de ella el tiempo que fuese necesario para hacerla suya. Buscó su cuello y comenzó a lamer por detrás de las orejas de la chica, quien se dejaba hacer; y ahí, enterró sus colmillos, saboreando la dulce sangre que de esa herida se desprendía.

La había marcado. Marcado como su igual, como su mujer..., como su hembra. Aquella a la que respetaría y amaría por el resto de sus días. La velocidad con la que InuYasha la hacía suya era cada vez más rápida y casi vertiginosa, ella se sentía desfallecer en cualquier instante; sin embargo, lo que el medio demonio la hacía sentir era realmente placentero, y todo el dolor que pudo haber sentido cuando InuYasha la marcó se desvaneció en ese instante. Instante en el que él pronunciaba su nombre con esa voz ronca y varonil que poseía, momento en el que el clímax se acercaba y necesitaba que llegara pronto.

Y llegó tal como lo había pensado, llenando su cuerpo de una energía indescriptible... de un calor que los envolvió por completo. Esa nube cegadora que los hacía llegar hasta el cielo y regresar a la tierra para fundirse en un dulce beso. InuYasha había estallado en ella, dejando su semilla... convirtiéndola en suya..., completamente suya. El chico se dejó caer a un lado de él, quedándose dentro de ella un poco más; sintiendo como las palpitaciones del sexo de Kagome se hacían cada vez más débiles. Y besó su frente con ternura, soltando un suspiro. La joven besó su pecho dándole a entender que aquella había sido su mejor noche.

- Te amo tanto –le dijo Kagome.

- Y yo a ti –dijo InuYasha, rodeándola con su brazo-, me haces la persona más feliz del mundo.

This love is unbreakable (Este amor es inquebrantable)

It's unmistakeable (Es inconfundible)

And each time I look in your eyes (Y cada vez que miro en tus ojos)

I know why (Sé por qué)

This love is untouchable (Este amor es intocable)

I feel that my heart just can't deny (Siento que mi corazón no puede negar)

Each time you whisper my name (Cada vez que murmuras mi nombre)

Oh baby, I know why (Oh nena, sé por qué)

Cause each time I look in your eyes (Porque cada vez que miro en tus ojos)

Oh baby, I know why (Oh nena, sé por qué)

Separaron sus cuerpos de aquella unión que los hacía uno, pero no dejaron de abrazarse. Kagome entrelazó sus piernas con las de él y subió la sábana para cubrir sus cuerpos; InuYasha volteó su rostro hacia ella y besó sus labios con paciencia, rememorando el primer encuentro con esos labios que tanto ansiaban ser besados por su boca.

- ¿Tienes que ir a la... cómo le llamas?.. ¿escuela? –preguntó él.

- Sí, pero eso será dentro de dos días¿por qué?

- Yo pues... yo... –el hanyou titubeó-. ¿Puedes explicarme que es eso que llamas 'escuela' y todas esas cosas raras que hay allá afuera? –Kagome se sorprendió ante su pregunta y lo miró desconcertada.

- ¿Ahora? –él asintió-. Bien. La escuela es una institución donde vas a aprender cosas como geometría, aritmética... conocimientos básicos que servirán de por vida –Kagome tomó aire-. Conforme vas creciendo, vas cambiando de grado y aprendes muchas más cosas. El grado más alto es la maestría, la cual te da más estatus y herramientas para triunfar en la vida diaria.

- Parece algo confuso. Entiendo lo de la escuela, pero ¿estatus?

- Es una forma de hablar –dijo ella sonriendo-. Además¿qué te preocupa? Serás un youkai completo y no te importará –su voz sonó dolida, pero ella se empeñó en sonreír.

- No estoy seguro de eso –murmuró él-. Sólo quería saber, porque siempre que tratas de involucrarme en tu vida yo no me dejo hacer...

- Pues hace unos momentos fuiste sumamente dócil –Kagome levantó su ceja con malicia.

- Oh, entonces fui dócil... ¡vaya, qué pena! –dijo con un sarcasmo imperceptible-. Será mejor que... vuelva a empezar –la miró penetrantemente. Tomó sus muñecas y de un rápido salto se colocó alrededor de su cintura muy cerca de su sexo aún caliente-. Esperemos que no... te canses –dijo.

La besó hambriento, devorándola con sus labios, mordisqueando de vez en cuando su labio inferior. Acariciando con frenesí sus senos y piernas; arrancando de su boca varios gemidos y su aliento tibio rozando sus orejas, volviéndolo loco... un adicto al sonido de sus gemidos y de su nombre entre susurros. Dejó lo que hacía con los senos de la chica y pasó su lengua por su rostro, muy cerca de su oído, haciéndola estremecer y susurrar un débil: "No me tortures".

Y finalmente la penetró de nuevo, pero ahora con mayor lentitud que la vez primera; disfrutando cada uno de los gestos que Kagome hacía al hacerlo. La embistió una, dos..., varias veces más sofocando sus gritos con los de ella en cada beso que le daba. Estaba siendo algo salvaje, pero lo estaba disfrutando mucho. Siguió entrando y saliendo repetidas veces, diciendo su nombre cada vez que lo hacía; hasta que terminó liberando su semilla dentro de ella. Y se rindió junto a ella, envolviéndola en su abrazo fuerte y musculoso.

- Este amor será inquebrantable... Nada hará que me separe de ti... –murmuró InuYasha en su oído.

- Yo tampoco me alejaré. Te amo, tal y como eres.

- Yo también te amo... mi Kagome.

Y ambos cayeron profundamente dormidos, uno junto al otro. Su último pensamiento se lo dedicaron a lo que feliz que se sentían al estar juntos ahora... y siempre. Un amor como el suyo no podría ser quebrado por nada, porque era tan fuerte que ninguno lo permitiría..., porque veían en sus ojos el porqué de lo que sentían..., o escuchaban en el susurro del viento lo mucho que se amaban.

This love is unbreakable (Este amor es inquebrantable)