Hoy sé que nada es en vano
que siempre hay que decidir
ayer soltaste mi mano
hoy sé lo que quieres decir
Acabó el torneo, tú lo hiciste acabar con tu estúpida ambición. Y al final, te salió mal. No puedo decir que no me alegrara, después de todo, casi matas a mi prometido. Pero saber el precio que pagué por verte derrotado… no verte. Ayer soltaste mi mano, la última mirada antes de que desaparecieras de nuestras vidas. Siempre fuiste un tonto, Hao. Porque te creíste inmortal, y resultó no ser así. Y puede que eso fuera lo que me enamoró de ti, ese aire de superioridad, esa arrogancia, ese juego burlón al que nos tenías sometidos esperando recuperar tu otra mitad. A pesar de saber que era mía. Porque lo sabías¿no?
Y siento miedo
de tu silencio
porque me hace dudar
En realidad nunca pude saber nada de ti, a pesar de saberlo todo. Porque no dijiste nada. O sí lo dijiste, pero fue tan ambiguo, como si en realidad no le dieras importancia, como si no me tuvieras en cuenta. No sé porqué. Estaba a tu altura, pero preferiste no mezclarme. Y yo tampoco me mezclé. Y así, separados por nosotros mismos, nos deshicimos el uno del otro. Solo miradas, solo palabras cruzadas. Y en el fondo, algo nos decía que debíamos actuar.
Dime que haga las maletas
y yo lo haré
puedes llamar a mi puerta
allí estaré
pídeme lo que tu quieras
te lo daré
Si solo hubieras dicho una palabra… si solo hubieras abierto los labios en una sonrisa franca, dejando de lado la cruel ironía que te caracterizaba… porque, a pesar de todo mi odio, de mi desprecio… de mi miedo… a pesar de todo ello, te amaba. Te odiaba, te amaba… ni siquiera yo misma lo sabía, pues pasaba las noches despreciando tu imagen en mis pesadillas, y los días esperando la caída del sol para volver a dormirme y volverte a ver. Siempre fuiste un idiota, Hao. Porque fuiste el único que me logró desconcertar de esa manera. Porque te aborrecía, sí. Porque eras el único que había conseguido despertar mis sentidos lo suficiente como para ello.
Hoy sé que tarde o temprano
todo llega a su fin
Y se acabó. Desapareciste. Ya no estás… Pues bien, no te voy a llorar. No te voy a llorar. No te voy a llorar. No te voy a llorar…
No obstante me niego aceptarlo
aun no me voy a rendir
Voy a encontrar un modo de volver a hablar contigo. No pudiste haber desaparecido para siempre. Un modo de mirarte a los ojos y descubrir de una vez por todas qué es lo que siento. Y si tú también lo sientes. Siempre fuiste un estúpido, Hao. Porque estabas rodeado de aliados, pero nunca llegaste a querer a ninguno. Y nos guste o no, (y a ninguno de los dos nos hace maldita gracia), en ocasiones son sentimientos como el amor los que nos mueven a actuar de manera poderosa, los que nos otorgan fuerza y coraje. Porque podemos perderlo todo, y no ganar nada. Pero tenemos una causa.
Y siento miedo
de tu silencio
porque me hace dudar
¿Qué más quieres que te diga¿Que te recordaré¿Que pensaré en ti¿Que cuando me case con Yoh imaginaré tu rostro en el suyo? Sabes que no lo haré. No por nada en especial. Simplemente no es mi estilo amargarme por alguien que no se amargó por mí. De acuerdo, lo reconozco. Estaba celosa. Celosa de que tu fueras como yo quería ser, sin preocuparte por nada ni nadie, salvo por ti mismo. Nunca fui lo suficientemente fuerte para ser así. He tratado de imaginar que hubiera pasado si tu hubieras sido el gemelo bueno, si yo estuviera prometida contigo… seguramente, todo sería igual. Me enamoré de tu crueldad. De tu frialdad, de tu sarcástica indiferencia. De tu superioridad y tu seguridad. De tu egocentrismo. De tu arrogancia. Me enamoré de lo que te hizo el espíritu de fuego, no de ti.
Dime que haga las maletas
y yo lo haré
puedes llamar a mi puerta
allí estaré
pídeme lo que tu quieras
te lo daré
Ahora que estás muerto, nunca llegaré a saber nada. Quizá sea mejor así.
