- ¡Rian!, ¡Rianawyn! -.
La muchacha se detuvo en seco, la mano sujetando todavía el tirador de la puerta.
- Ya voy madre -.
Rian sabía que cuando su madre echaba mano de su nombre al completo se avecinaban problemas.
- Te dije que dieras de comer a las gallinas -.
- Lo siento, se me olvidó -.
- Eres un desastre, ve a hacerlo ahora -.
- Pero he quedado con mis amigos -.
- Rian, obedece o te quedas sin cenar -.
La niña, pues sólo tenía doce años, salió al patio en busca del cubo para el grano. Mientras alimentaba a las gallinas su mirada abarcó el horizonte, allí había otros reinos, otras aldeas y ciudades donde vivía otra gente distinta.
- Algún día me marcharé de este aburrido lugar y seré como los héroes de las leyendas – se dijo – Me enfrentaré a orcos y a trolls, y encontraré tesoros y ya no tendré que dar de comer a las gallinas y los cerdos -.
- Sigue soñando Rian -.
En la valla se había sentado Teir, uno de los muchachos de la aldea; tenía dos años más que ella y una inteligencia nula, no la necesitaba para heredar la labor de cazador de su padre.
- Llegas tarde Teir, ya he dado de comer a los cerdos – replicó Rian.
- Vuelve a insultarme y me dará igual que seas una chica -.
- Debes dar gracias todos los días por tener esa excusa ¿no? -.
Algunos muchachos más llegaron en ese momento, el resto de la pandilla de Teir.
- La niñata me ha insultado, ¿qué le hacemos? – preguntó a los otros niños.
- ¡Al río! -.
Cuatro saltaron dentro de la cerca para agarrar a Rian. En medio del revuelo de los aterrorizados pollos, ella enarboló el cubo y le atizó a uno de los chicos en la cabeza y a otro en un hombro.
- ¿¡¿¡Qué hacéis aquí!?!? -.
La chiquilla sonrió al ver a su padre. Nadie se atrevía con Thurek, el leñador más fuerte de los alrededores, capaz de tumbar a un toro con las manos desnudas. Los muchachos huyeron en desbandada.
- Gracias padre -.
- No sé por qué, yo creo que te las estabas apañando muy bien – Thurek estalló en carcajadas y revolvió el negro cabello de su hija – Es una pena que no nacieras chico, sino tendrías un gran futuro en el ejército -.
- Me da igual ser una chica, sé que puedo luchar mejor que muchos chicos – se rebeló ella.
- Y a mí me parece que tu madre va a tener razón, quizás no debí contarte todas esas historias de caballeros y doncellas guerreras – suspiró el leñador.
- ¿No quieres que sea una guerrera? – Rian arrugó la nariz, era un gesto que hacía inconscientemente cada vez que le disgustaba algo.
- No es eso, me sentiré muy orgulloso si te haces guerrera, pero eres una muchacha bonita y lista y preferiría que encontraras un buen marido y tuvieras una vida tranquila – le explicó su padre.
- Una vida aburrida querrás decir – la niña agitó la cabeza – No, yo seré una heroína -.
- Como quieras, pero ahora las personas no necesitan héroes mata dragones y destructores de las fuerzas del mal, sólo piden que sus cosechas sean prósperas, su ganado abundante y su familia esté sana y feliz -.
- Lo que tú digas padre, ¿puedo ir a jugar un rato con mis amigos? -.
- No vuelvas tarde para cenar o tu madre se enfadará -.
Rian le dio un beso a su padre y salió corriendo. Sus compañeros de juegos la esperaban junto al viejo pozo; el hobbit Raf Colinaverde, Trandara la hija del sanador, Malvin uno de los ocho hijos del panadero y Kervo sobrino del jefe de la aldea.
- Ya era hora -.
- Lo siento, mi madre me ha pillado cuando salía de casa y luego he tenido una bronca con Teir y esos idiotas que le acompañan -.
- Tenemos noticias frescas – la interrumpió Raf – Han llegado forasteros para instalarse aquí -.
- ¿Forasteros? – Rian le miró perpleja.
- Sí, un matrimonio y su hijo, traen un rebaño bastante espectacular de ovejas – puntualizó Trandara, con su dulce voz y ese tono altivo de quien cree saberlo todo – El hombre es tan grande como tu padre pero con mucho pelo, Kervo decía que parece un oso, y la mujer es menuda con pelo corto, muy rizado y rubio -.
- Sin embargo su hijo es de lo más raro – continúo Kervo – Demasiado alto y flacucho, además su piel es tan blanca como la leche y el pelo es completamente liso y de un rubio dorado perfecto, parece una chica -.
- Es muy guapo – sonrió Trandara – Por eso Kervo está molesto, cree que le va a desbancar de su puesto, en el fondo creo que le gustaba tener a todas las chicas de la aldea persiguiéndole -.
Rian no pudo evitar reír. Lo que decía su amiga era cierto, Kervo era un muchacho muy atractivo, atlético, de rizado cabello negro, grandes ojos oscuros y piel bronceada. Todas las chicas estaban tras él.
- Bueno, ¿qué os parece si me lleváis al lugar donde van a vivir? -.
- Siempre que Malvin no meta la pata – señaló Raf.
- ¡Ey!, yo no meto la pata, no puedo evitar tener problemas de coordinación – protestó el aludido.
- Pero es que siempre parece que tus piernas quieren ir hacia un lado y el resto del cuerpo para otro – rió Trandara.
- A eso en mi pueblo se le llama ser un patoso redomado – dijo el hobbit – Como Herbet Tuk, según sus parientes una auténtica deshonra para la familia, y es que son muy conocidos por sus ansias aventureras y... -.
- Dejad al pobre Malvin y vamos a espiar un rato -.
Los cinco niños corrieron hacia las afueras. Allí habían plantado una gran tienda de campaña y una improvisada cerca para las ovejas; algunos hombres del pueblo estaban ayudando a los recién llegados a construir una cabaña, era un gesto habitual entre las gentes de campo siguiendo el código del "hoy por ti, mañana por mí". Los niños se escondieron tras unos setos y observaron.
- Aquel es el hombre, Brogar o Borvar dijo que se llamaba – informó Kervo – Aquella es la mujer, Fany, pero no veo al hijo -.
- Estará dentro de la tienda – sugirió Raf.
- No, está allí -.
Siguieron la mirada de Malvin. Un chico, extremadamente esbelto y con el largo cabello rubio recogido en la nuca, llevaba un haz de leña hacia la tienda. Preparó una hoguera y puso una gran olla sobre el fuego.
Rian tuvo que reconocer que Trandara tenía razón, aquel muchacho era muy guapo, no, era más que guapo, era hermoso a pesar de parecer un tanto enclenque; exhibía la misma fluidez y elegancia de movimientos que un felino, y los rasgos de su rostro le daban el aire orgulloso de un ave de presa.
- Va a tener problemas – afirmó la chiquilla.
- ¿Por? – inquirió Malvin.
- Es obvio, Teir y su panda de mini trolls descerebrados no se quedarán de brazos cruzados al descubrir que tienen una nueva victima para amargarle la existencia – le explicó Raf – Deberíamos hablar con él y ponerle sobre aviso, no le deseo a nadie las perrerías que esos animales me hicieron a mí -.
- Vendremos a verle después de cenar – decidió Kervo – Nos encontraremos aquí a la hora de siempre -.
- Odio tener que escaparme por la ventana, me mancho el vestido con la suciedad de la pared – protestó Trandara, aún así todos sabían que su amiga acudiría.
Se despidieron hasta la noche y, tras advertirle a Raf que no se entretuviera con la segunda cena, cada uno corrió a su casa.
Para la escapada nocturna Rian sustituyó su vestido por una camisa, pantalones y botas, era la ropa que se ponía cuando acompañaba a su padre en sus ocasionales viajes a Bree.
Desde su cuarto saltó al montón de heno del patio. Sin pararse a quitarse las pajitas de la ropa y el pelo, salió escopetada en busca de sus compañeros. Como de costumbre fue la primera en llegar, los otros tenían mucho más difícil escaquearse de sus padres.
La familia recién llegada conversaba en torno al fuego, se veían contentos. El chico les dijo algo a sus padres y se levantó, sus pasos le llevaron hacia los solitarios campos. Rian decidió seguirle, podía resultar divertido.
Sentado sobre un tronco, el joven sacó una flauta y tocó una serie de notas. Al momento un espectacular halcón surgió de la noche y, dócilmente, se posó en su brazo. Los ojos de Rian se abrieron de par en par.
- Aiya Halatir, ¿man vinyar colalyë? -. (q noticias traes?)
Era para volverse loco. Aquel extraño chaval estaba hablándole a un halcón en un idioma de lo más raro, y lo peor de todo era que el animal parecía entenderle y responderle de alguna forma.
Rian se movió lentamente entre las altas hierbas a ver si podía acercarse un poco más, no obstante el ave rapaz tenía otros planes. Nada más la niña dio un paso el animal percibió el movimiento y el olor a humano; preparado para defender a su amo en todo momento, se abalanzó sobre la intrusa. Halatir no era un halcón normal, enseguida vio que aquello sólo era un cachorro humano y se limitó a inmovilizarlo a base de picotazos de advertencia.
- Vale, vale, ya me estoy quieta -.
El chico observó perplejo a la presa de su amigo, una niña de oscuro cabello despeinado y lleno de pajitas, tez morena por el sol y vestida como un muchacho.
- ¿Y tú quién eres? -.
- Rian... oye, ¿podrías decirle a tu mascota que se quite de encima mío? -.
- Sí, lo siento, Halatir hekat -. (apártate)
El halcón alzó el vuelo y se posó en el tronco, desde allí no perdía de vista los movimientos de la niña. Ella hubiese jurado que si el ave pudiese hablar sus palabras habrían sido "te estoy vigilando así que ten cuidado".
- Perdona a mi amigo, es un poco desconfiado -.
- No hay problema, supongo que me lo merecía por andar espiando – Rian escrutó aquel atractivo rostro sonriente - ¿Cómo te llamas? -.
- Fiondil, pero todos me llaman Fion – respondió él - ¿Qué hacías espiando? -.
Su voz era suave y clara, la niña enseguida pensó en los trovadores de Bree y juzgó que Fion debía cantar mejor que muchos de ellos.
- Bueno, en la aldea no suelen ocurrir demasiadas cosas emocionantes y la llegada de tu familia ha roto un poco la normalidad, ¿de dónde venís? -.
- Del sur, de un pueblo cerca de Tharbad -.
- ¿Por qué os fuisteis? -.
- Eres muy curiosa – Fion enarcó una ceja - ¿Cuántos años tienes? -.
- Once, ¿y tú? -.
- Catorce, no eres una niña muy normal ¿no? -.
- Tú aspecto tampoco es muy normal ¿sabes? – Rian se cruzó de brazos, molesta – Y no soy una niña -.
- No quería enojarte, pero no he visto muchas ni... muchas chicas vestidas de esa manera y con semejante carácter – intentó explicarse.
- Eso es porque no soy como otras chicas, a mí no me divierte jugar a cuidar muñecas, yo quiero ser una doncella guerrera como las que aparecen en las leyendas -.
- ¿Leyendas?, vaya, yo conozco unas cuantas -.
- ¿En serio? – los ojos de Rian se iluminaron.
- Sí, ¿cuál es tu favorita?, quizás conozca alguna parecida -.
- Es un cuento rohir, el de la doncella que destruyó al Rey Brujo -.
- Se llamaba Eowyn y era princesa de Rohan – apuntó Fion.
- ¿Quieres decir que no es sólo un cuento? -.
- Claro, Eowyn existió y muchos de los héroes de las leyendas también, las leyendas son la manera que tiene la gente de recordar los sucesos de tiempos antiguos -.
- Me estás tomando el pelo – Rian arrugó la nariz.
- ¿Por qué habría de hacerlo?, no te miento -.
- ¿Quién te ha contado esas historias? – preguntó ella entonces.
Fion bajó la cabeza y fue a sentarse en el suelo, junto a su halcón.
- Oye, te he hecho una pregunta -.
Rian fue tras él pero manteniéndose a una distancia prudencial del ave.
- Una pregunta a la que no puedo contestar -.
- ¿Por qué? -.
- Primero porque no me creerías y segundo, en caso de que me creyeses, me odiarías -.
- No lo entiendo -.
- Me caes bien Rian y me gustaría ser tu amigo, pero tendrás que aprender a respetar que yo tenga mis secretos -.
La muchacha se quedó pensativa, Fion era muy raro y distinto a cualquier persona que conociera antes, llegó a la conclusión de que merecía la pena ser su amiga.
- Vale, dejaré que tengas secretos, como vas a vivir aquí tendré mucho tiempo para descubrirlos -.
- Muy bien – sonrió él.
- Una cosa más, si vas a ser mi amigo tienes que saber que hay una panda de niños insoportables, en cuanto te vean lo más seguro es que intenten darte una paliza -.
- En todas partes hay niños como esos – musitó Fion, su expresión se tornó triste – Se divierten haciendo daño a otros -.
- Tú tranquilo, mis amigos y yo te defenderemos – afirmó la morena chiquilla y le puso una mano en el hombro.
Como un resorte, el halcón le dio dos chillidos.
- Vale, que no voy a matarle – se disculpó Rian – ¡Jo, que genio! -.
- Halatir, ahora ella es amiga mía, lo más apropiado sería que dejarás de mirarla como si fuese a devorarme -.
El ave hinchó sus plumas y voló hasta un árbol cercano.
- Se ha enfadado – dedujo Rian.
- Se le pasará, en cuanto te conozca será más amable – fue al pie del árbol –Vanya sínomello Halatir, omentuvalvë arin -. (Vete de aquí, nos veremos mañana).
El halcón chilló su protesta.
- La, vanya -. (No, vete).
Finalmente Halatir obedeció y se marchó.
- Es un cabezota -.
- ¿Se puede saber qué le has dicho y en qué lengua hablabas? -.
- Le he dicho que se marchase, en cuanto a qué idioma es éste me temo que entra dentro de la categoría de secreto -.
- Pues vale – de repente Rian recordó algo – ¡Demonios, van a matarme! -.
- ¿Quién? – interrogó Fion.
- Mis amigos, ven conmigo -.
- Pero, Rian... -.
Ella le agarró de la mano y le llevó, medio a rastras medio corriendo, al lugar donde había quedado con los demás.
- Ahora sabemos porque no había llegado – rió Trandara.
- No es justo Rian, tendrías que habernos esperado – protestó Malvin.
- Lo siento – se disculpó y tiró de su nuevo amigo – Chicos este es Fion, Fion ellos son Raf, Trandara, Kervo y Malvin -.
- Hola, encantado de conoceros – saludó el recién llegado.
- Nosotros también estamos encantados, Raf Colinaverde para lo que necesites amigo – el hobbit le estrechó la mano, entusiasmado.
Sin embargo Kervo no se veía tan contento como su pequeño compañero.
- Nos va a causar problemas, Teir querrá destrozarle esa bonita cara – gruñó.
- Yo no dejaré que lo haga, ¿y tú? – inquirió Rian – Fion ahora es los nuestros, y no me importa tener que pegarme con Teir para defenderle -.
Fion parpadeó perplejo, ¿una niña de once años iba a protegerle?.
- Rian, no creo oportuno que te metas en líos por mi culpa, ya estoy acostumbrado a no ser bien recibido -.
- Acepta la ayuda de Rian, ella siempre nos ha protegido de esos niñatos – aconsejó Trandara – Y también Kervo -.
- ¿En serio? -.
- Ya te dije que quiero ser una guerrera cuando sea mayor – sonrió la morena chiquilla – Puede que ellos sean más fuertes pero yo soy mucho más lista que todos juntos -.
El rubicundo muchacho acabó sonriendo también. Cabía la posibilidad de que por fin hubiese encontrado un hogar, un lugar donde sus vecinos le aceptasen y tuviese amigos de verdad, sólo tenía que procurar no hacer cosas raras. Un estremecimiento le recorrió el espinazo al recordar lo sucedido en la anterior aldea, como la gente había pasado de insultarle y marginarle a intentar hacerle daño a él y sus padres.
- Fion, ¿me oyes? -.
- Ah!, sí; lo siento, me he distraído – se llevó una mano tras la cabeza, abochornado.
Rian le dio una fuerte palmada en la espalda.
- No te preocupes, cuidaremos de ti, ¿verdad chicos? -.
- ¡¡¡Sííííí!!! -.
Kervo frunció el ceño. Ese debilucho iba a resultar un incordio.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
N. de A.: Bueno, creo que ya veis por donde va la cosa.
El personaje de Fiondil fue creado para una de mis partidas de Rol y mis tres jugadoras acabaron a tortas por ver quien se hacía con el muchacho ^^U. A mí me gustó tanto que decidí escribir su historia.
Hasta el prox cap.
