ADVERTENCIA: Este capítulo contiene un alto contenido en situaciones romanticorras, pastelorras y cargadas de azúcar, la autora no se responsabiliza de las posibles caries y daños mentales que pudieran sufrir los lectores. :P

El Verano de la Separación I

Sentado sobre una roca, envuelto en su capa, Fion aguardaba el alba. Las estrellas empezaban a desaparecer en el cielo dando paso a un frío azul celeste y los primeros rayos de sol. Las praderas se mostraban con ese tinte dorado propio del verano y los escasos árboles se mecían saludando un nuevo día. El viento creaba ecos en las quebradas cercanas al Camino del Norte y agitaba el cabello áureo del joven, que esperaba pacientemente el despertar de su padre.

Aquel era el cuarto año que acompañaba a su padre en las labores de pastoreo, y había llegado a la conclusión que cada día le gustaba más ser pastor. Disfrutaba viajando durante los meses cálidos, conociendo gente nueva a cada paso y aprendiendo de ellos. La emoción de enfrentarse a los peligros del camino, ladrones, lobos o una tormenta repentina, resultaba refrescante.

Sin embargo también se sentía feliz cuando volvía al hogar. El reencuentro con su madre y sus amigos. Sonrió al pensar como habían cambiado las cosas en tan poco tiempo.

Sorprendentemente, Malvin se había interesado por el trabajo de herrero y el año anterior entró como aprendiz en la fragua de Orathorn. Raf ayudaba a su padre con la tienda y se reveló su genio para el regateo y el comercio. Trandara se había convertido en el ayudante personal de su padre y aprendía los secretos de la medicina; además de iniciarse en el conocimiento de otras formas de curación gracias a una anciana que vivía a poco más de una milla de las afueras del pueblo, aunque todos la consideraban una bruja a Trandara no le importaba, sólo ansiaba ampliar sus conocimientos. Rian era la única que no había elegido todavía su profesión; a sus dieciséis años seguía ayudando a sus padres con las tareas de la casa, vistiendo como un chico y soñando con ser una guerrera.

- Buenos días hijo -.

- Buenos días padre, ahí tienes algo para desayunar -.

Borvar echó un vistazo al muchacho y sonrió divertido.

- Impaciente por volver a casa, ¿verdad? -.

- Sí, tengo ganas de ver a madre – respondió Fion, ausente.

- Si apuramos el paso llegaremos al caer la noche -.

Recogieron los morrales y sus pocas pertenencias y las cargaron en Rochith. El potro se había convertido en un magnifico garañón corcel, dócil con Fion y quisquilloso con el resto del mundo.

El joven elfo hizo sonar como de costumbre la flauta, un dulce trino en el aire temprano, y las ovejas se prepararon para seguirle.

Fion y sus amigos no eran los únicos que habían crecido, la aldea de Bosque Viejo también se había desarrollado. Al encontrarse junto a una importante ruta, el Camino del Norte, mucha gente había decidido trasladarse allí en busca de una oportunidad de prosperar hasta convertir el pueblo en una villa rica y llena de vida.

Antes siquiera de ver las primeras casas, Fion escuchó la algarabía que anunciaba las preparativos para la Fiesta de la Caída de la Hoja. Las calles se llenaban de coloridas guirnaldas, farolillos, música, variopintos tenderetes y juegos; durante una semana el trabajo se hacía a un lado y se disfrutaba de los festejos.

- ¡Borvar!, ¡Fion! -.

Fany había escuchado los cencerros de las ovejas y ya les estaba esperando en la puerta de casa. Los años no parecían hacerle mella, su sonrisa reflejaban su alegría tanto como sus ojos.

Abrazó a su hijo y su esposo durante interminables minutos y los cubrió de besos. Era algo que Fion siempre recordaría, el cariñoso recibimiento que su madre le dispensaba al volver al hogar.

- Ahora mismo los dos os vais a dar un buen baño, oléis a oveja mojada -.

- Nos llovió hace un par de días y tuvimos que rescatar a un par de animales que se nos asustaron – se disculpó Borvar.

- Después que os bañéis, os echaréis un sueñecito para aguantar esta noche – afirmó la mujer – No os preocupéis por los bártulos, yo me encargo de descargarlos -.

Se bañaron, durmieron un poco y se pusieron ropa apropiada para las festividades que empezaban esa noche. Fany dio de comer a las ovejas y a Rochith, además de darle un buen cepillado al rebelde caballo, y se había vestido con un bonito vestido verde oscuro con un corpiño de cintas rojas.

Fion se despidió de sus padres y fue en busca de sus amigos. Al primero que encontró fue a Raf, estaba comiendo un gran bocadillo de panceta en uno de los puestos.

- Fhola Fion – balbució con la boca llena – Fienfafe y jcome alfgo -.

- Yo también me alegro de verte amigo – rió el elfo y pidió un bocata con una cerveza - ¿Cómo han ido las cosas por aquí? -.

- Igual – el hobbit se encogió de hombros – La aldea crece y crece pero nada más, nunca ocurre nada extraño; sólo esos rebeldes que siguen dando la tabarra con que si el rey es un tirano, que si los impuestos, que si los guardias les quitan libertad, ya sabes. He quedado aquí con los demás, deben estar a punto de llegar, yo me he adelantado porque sólo he tomado un pequeño refrigerio antes de salir de casa y quería cenar bien -.

- ¡Fion! -.

La palmada de Malvin en la espalda de Fion por poco lo estampa contra el mostrador del tenderete.

- Malvin, ya veo que sigues en la herrería -.

- Sí – sonrió orgulloso al tiempo que movía los brazos para mostrar su aún escasa musculatura – Mi padre dice que parece que no soy tan torpe, creo que al principio tenía miedo que quemara el taller y las casas aledañas -.

- Creo que no era el único – rió Raf.

Conversaron un rato hasta que por fin divisaron a Trandara entre la muchedumbre, era imposible no verla con ese vestido azul intenso y el pelo rubio recogido artísticamente dándole un aspecto mucho más maduro. Arrastraba a alguien tras ella, tirando con fuerza pues la persona en cuestión parecía resistirse.

- Bienvenido a casa Fiondil – saludó la sanadora.

- Hola Trandara, me alegro de verte – saludó Fion - ¿A quién llevas ahí detrás escondido? -.

- Eso, dinos, ¿quién es? – añadió Raf.

- Riana, deja de hacer el idiota y sal donde puedan verte – espetó Trandara, intentando quitársela de encima, pero la muchacha se había agarrado a la cintura de su amiga y no se soltaba ni a la de tres.

- No quiero, me siento ridícula -.

- ¿Rian? – Malvin se mesó los cabellos - ¿Pero qué le pasa? -.

- Que es tonta – replicó la joven rubia – Rian, suéltame -.

- He dicho que no, no sé como he dejado que me convencieras -.

Fion se levantó del taburete y con facilidad soltó las manos que aprisionaban la cintura de Trandara. Cuando la sanadora se quitó de en medio los tres chicos abrieron los ojos como platos.

- ¿Rian, eres tú? – inquirió el elfo.

La muchacha llevaba un bonito vestido gris claro con pequeños bordados de enredaderas en el corpiño. El cabello le caía como una suave cascada azabache a mitad de la espalda, el único adorno era un broche en forma de media luna que le apartaba los mechones rebeldes del rostro. Y, por supuesto, el colgante de la esmeralda que siempre llevaba consigo. El rubor del rostro la hacía verse realmente linda.

- Estoy ridícula – repitió abochornada.

- No es cierto, estás guapísima – saltó Raf, acompañando sus palabras con un silbido de admiración.

- Apoyo a Raf, estás muy guapa – asintió Malvin.

- Preciosa – fue la única palabra de Fion - ¿Vamos a la plaza a bailar o queréis probar suerte en los juegos de los puestos? -.

Después de una rápida discusión optaron por ir a bailar un poco para bajar la cena, doble en el caso del hobbit.

- ¿Qué tal el viaje? – preguntaba Rian caminando junto a Fion.

- Nos cayó una tormenta hace dos días, a parte de eso todo bien – él sonrió divertido - ¿Por qué estás tan nerviosa? -.

- Me siento rara llevando vestido, tengo la sensación de que todo el mundo me mira y se ríe -.

- Te puedo asegurar que reírse es lo último que harían, en serio Rian, luces muy hermosa -.

Ante aquella afirmación ella le dedicó una resplandeciente sonrisa y Fion sintió como si miles de mariposas revolotearan en su estómago. Confuso, se concentró en apartar a la gente para poder llegar a la plaza.

- ¡Esto está abarrotado! – exclamó Raf.

- ¡Venid, allí hay hueco! -.

Malvin les guió hasta un lateral más tranquilo. La música era rápida y alegre, un montón de personas hacían corros, daban vueltas y reían cada vez que los músicos aceleraban el ritmo y dificultaban realizar los movimientos. El grupo de amigos se unió a los que bailaban formando un círculo, imitando los pasos que indicaba el trovador al mando de la banda.

La frenética música dio paso a una más lenta. Antes que supiesen qué estaba pasando, Trandara agarró a Raf y Malvin y se los llevó a una supuesta búsqueda de algodón de azúcar.

- Nos vemos en el puesto de las dianas – fue lo único que alcanzaron a oír antes que sus amigos desaparecieran entre el gentío.

Rian, completamente ruborizada, sólo podía pensar en como mataría más tarde a su amiga por lo que estaba haciendo esa noche.

- ¿Me he perdido algo? – interrogó Fion.

- A mí no me preguntes, estoy tan confundida como tú -.

- Bueno, ¿quieres bailar? -.

- ¿Bailar? – balbució Rian.

- Sí, acabamos de llegar aquí y no me apetece pulular buscando a estos tres por media feria – le ofreció la mano con una sonrisa – Venga, no puedo bailar yo solo -.

- Como quieras -.

Se adentraron un poco en la plaza. Fion le rodeó la cintura con los brazos y ella, dubitativa, apoyó las manos en sus hombros.

- ¿Qué tal te ha ido estos meses? – preguntó él, para llenar el incomodo silencio.

- Igual, nada cambia en este lugar y creo que jamás cambiará – suspiró Rian – A veces desearía que sucediera algo, hasta el paso de un dragón sería bienvenido -.

- ¿Sigues queriendo marcharte y convertirte en una guerrera? -.

- Sí, aunque ahora sé que es un sueño que posiblemente no consiga nunca -.

- Pareces especialmente pesimista esta noche, ¿ocurre algo de lo que quieras hablar? -.

Ella le miró a los ojos, a esos dos remansos azules llenos de risas y ternura, y se sintió incapaz de hablar. Se había prometido a sí misma, y a Trandara de paso, que no lo demoraría más, que hablaría con Fion esa misma noche, pero ahora luchaba contra un auténtico ataque de pánico.

El muchacho intuyó que algo no estaba donde debería, algo que preocupaba a Rian. Le cogió de la mano y la llevó fuera de la plaza, lejos del bullicio, a las tranquilas calles que iban hacia las afueras de la villa.

- Un día nos prometimos que siempre confiaríamos el uno en el otro – comenzó Fion – Yo compartí contigo mi secreto y nunca me he arrepentido, ahora tú callas algo que te preocupa, puedo leerlo en tu expresión, ¿confiarás en mí y me lo contarás? -.

- No es tan importante, es una tontería a la que doy muchas vueltas, eso es todo -.

Fion la observó y volvió a sentir ese vacío extraño en el estómago. Siguió la suave línea del rostro parcialmente desdibujada por mechones oscuros, el brillo de sus ojos en la penumbra y el gesto serio de sus labios. Instintivamente extendió la mano y rozó las sedosas hebras negras; ella levantó el rostro, interrogante, sin rechazar la etérea caricia.

- Deberías llevar el pelo suelto más a menudo, te sienta muy bien -.

Ella sonrió, entre vanidosa y azorada.

- Fue idea de Trandara, se le ocurrió arreglarme así cuando le dije que quería gustar a... – se calló a mitad de la frase completamente roja.

- ¡Así que es eso!, te gusta algún chico -.

Por alguna razón desconocida aquella revelación molestó a Fion y el verse enojado lo aturdió aún más si cabe. En tanto, Rian enrojecía hasta cotas insospechadas.

- ¿Cómo es? – preguntó el elfo.

- Pues alegre, atento, divertido, valiente, y se podría decir que dulcemente cándido – enumeró la muchacha – El problema es que me da miedo decírselo por si me dice que no le intereso -.

- ¿Hace cuanto que... que te gusta? -.

- Unos dos años -.

- ¡Dos años! -.

Rian sentía ganas de reír y gritar, esa conversación era absurda, una locura de medianoche que sólo los dioses sabían en qué acabaría.

- Sí, dos años, ¿qué me aconsejas que haga? -.

- ¿Yo?, yo no... -.

- Vamos Fion, me dijiste que confiara en ti, dime, ¿cómo reaccionarías si yo llegara y te dijera que me gustas?, quiero saber como podría actuar el chico en cuestión -.

Se imaginó a Rian hablando con un chico, haciéndole esa pregunta, y se sintió desfallecer. ¿Cómo podía estar pasando aquello?, él había llegado esa mañana a casa después de agotadoras jornadas para llegar a casa, disfrutar de su familia y amigos, y ahora se encontraba con semejante dilema.

- ¿Fion?, responde por favor -.

- No puedo -.

Una expresión de tremenda desilusión asomó a los ojos grises de Rian.

- De acuerdo, siento haberte metido en esto -.

La muchacha dio media vuelta y se marchó a la carrera. Fion se quedo donde estaba, conmocionado.

- Socorro – musitó, dirigiéndose a nadie en particular.

Trandara frunció el ceño al ver como Raf se comía dos manzanas con caramelo al mismo tiempo.

- Guarda los modales Raf, que las manzanas no van a salir corriendo -.

- Nunca se sabe – sonrió él, irónico.

- ¡Ey!, ¡por ahí viene Rian! – anunció Malvin y agitó la mano en alto para llamar la atención de la joven - ¡Rian, aquí! -.

La expresión de Trandara se oscureció todavía más si cabe, algo en su plan había fallado.

- Hola chicos – saludó Rian y se sentó con ellos en el muro que rodeaba al pequeño cuartelillo de la guardia real.

- ¿Y Fion? – preguntó Raf.

- No lo sé ni me importa -.

El hobbit enarcó ambas cejas y miró interrogante a Trandara, como si ésta pudiera dar explicación al enfado de su amiga.

- Chicos id a buscar a Fion, nos encontraremos en el puesto de las dianas como habíamos quedado antes, ¿vale? -.

- Vale, no tardéis mucho – dijo Malvin corriendo al lado de Raf.

- ¿Qué ha pasado? – exigió Trandara, en un tono de voz que no admitía discusiones.

- Es un tonto, no creo que esté interesado en mí o en cualquier otra chica – renegó Rian – Además me he puesto en el más absoluto de los ridículos, no podré volver a mirarle a la cara y... -.

- Deja de dramatizar Riana, los dos sois igual de tontos, ¿qué le has dicho exactamente? -.

Rian le contó a grandes rasgos la conversación.

- ¡Perfecto! -. La sanadora se frotó las manos con una sonrisa maliciosa en el rostro.

- ¿Qué? -.

- Estoy convencida que ahora mismo Fion cree que estás interesada en un chico, pero ni por lo más remoto se imagina que él es ese chico -.

- ¿En serio? -. Rian sintió una pequeña esperanza.

- Sí, ahora deja que yo me encargue, tú sólo haz como si fueses muy feliz -.

- No me parece justo lo que estás tramando, podemos hacerle mucho daño, ¿no? -.

- Sólo un poquito; esta noche lo conseguiré para ti como que me llamo Trandara -.

No muy convencida, Rian se dejó arrastrar por su amiga al tenderete de las dianas.

Raf y Malvin encontraron a Fion en un rincón de la plaza. Se había sentado en una de las macetas que adornaban la fachada del ayuntamiento y observaba a los músicos con expresión ausente.

- Fion, ¿te encuentras bien? -.

- ¿Eh?... sí, ¿por? -.

El hobbit se cruzó de brazos y le examinó atentamente.

- Parece que se te haya muerto alguien, tienes la misma cara larga que mi primo Rendol cuando se le murió su canario -.

- ... -.

- Aunque también tienes la misma pinta que mi primo segundo por parte de padre, Tod, cuando Rosa le dijo que no quería ir con él a la fiesta que había en Casa Brandi -.

Fion le dirigió una mirada amenazante.

- Creo que acerté – le comentó Raf entre risas a Malvin - ¿Quién será la afortunada? -.

- Deja de burlarte – se quejó el elfo.

- Si nos explicaras qué problema tienes nos sería más fácil -.

- Ni hablar, lo mejor para que todo el pueblo se entere es que te hable a ti del asunto, ¿dónde está Trandara? -.

- Ella nos pidió que te acompañáramos a donde se encuentra – respondió Malvin - ¿Vienes? -.

- Llevadme con ella -.

El dardo dio por tercera vez en la diana. Ufana, Rian cogió el dragón de peluche que acababa de ganar.

- Magnifica puntería como siempre – dijo alguien detrás de las dos amigas.

- ¡¡¡Kervo!!! -.

Trandara y Rian le abrazaron simultáneamente, hacía más de un año que no veían al muchacho de cabello rizado después que marchara a la academia militar de Annúminas.

- ¿Cómo te va? – preguntó Rian, entusiasmada.

- Muy bien, conseguí ascender de puesto y mis jefes se muestran satisfechos con mi trabajo, incluso he salido a patrullar en un par de ocasiones y he visto algo que te encantará -.

- ¿El qué? -.

- Las justas del Reino Reunificado, este año se celebraban en Annúminas en lugar de Minas Tirith -.

- Ya tocaba, la última vez fueron hace cuatro años – apuntó Trandara – Aunque no sé que le veis de divertido a dos hombres enlatados montados a caballo y atizándose con esas pértigas -.

- Veo que nada cambia por aquí – rió Kervo – Tan práctica y encantadora como siempre Dara -.

- Y tú igual de zalamero y atractivo -.

Ambos se miraron a los ojos unos instantes y se echaron a reír.

- Sin embargo Rian sí que ha dado un cambio espectacular -. Kervo la tomó de una mano y la hizo girar sobre sí misma. – La ropa de chico no te hace justicia amiguita, eres demasiado bonita como para echarte a perder de esa manera -.

- Gracias Kervo, pero volveré a la normalidad en cuanto pasen las fiestas, me siento incómoda con vestido – replicó ella – Además, con estas faldas no podría darte la paliza que te mereces por no venir a visitarnos antes -.

- Mis disculpas, la vida de soldado es toda sacrificio -.

- Idiota...¡aaah! -.

El chico la cogió en brazos y se la cargó a hombros cual saco de patatas.

- Creo que ahora te ganaría con demasiada facilidad – señaló Trandara con aire de grave ironía.

- ¡Kervo!, ¡bájame! – protestó Rian entre risas.

- ¿Soy más fuerte que tú? -.

- Yo me preocuparía seriamente por tu alimentación si Rian fuese más fuerte que tú – apostilló la sanadora.

- ¡Vale!, ¡tú ganas! -.

Kervo la dejó en el suelo y le dio un sonoro beso en la mejilla.

- ¡¡¡Kervo!!! -.

Raf y Malvin se aproximaron inmediatamente a saludar a su viejo amigo. Fion venía detrás y tenía una expresión mezcla sorpresa y disgusto.

- Hola Fion, me alegro de verte -.

El muchacho moreno extendió una mano y el elfo se la estrechó a regañadientes.

- Igualmente, ¿qué tal en Annúminas? -.

- Ocupado, como les decía a las señoritas, en la academia no nos dan un minuto de respiro pero he conseguido que me concedieran un permiso para visitar a mi familia y amigos -.

Raf intervino para preguntarle algunas cosas a Kervo y Fion aprovechó para acercarse a Trandara.

- Tengo que hablar contigo -.

- ¿Conmigo?, ¿de qué? -.

- Rian -. Él esperaba que su amiga fuese lo suficientemente curiosa como para prestarle atención.

- Chicos esperadnos aquí, Fion y yo vamos por unos refrescos a aquel puesto, no tardamos nada -.

Apenas se alejaron unos metros, Trandara miró expectante a su compañero.

- ¿Y bien? -.

- Pues antes hemos hablado y... y... me ha dicho que le gustaba alguien – explicó Fion.

- ¡Estás celoso! – rió la muchacha.

- Por favor Dara, deja a un lado tu negro humor por un rato – suplicó él - ¿Sabes quién es el chico en cuestión? -.

- Aunque lo supiera no te lo diría, ¿qué clase de confidente sería yo entonces? – replicó con fingida indignación y añadió para el tendero – Dos naranjadas -.

- Cuando Rian me lo estaba contando no daba crédito a lo que oía, fue extraño, la imaginé al lado de otra persona que no fuese yo y me enojé y entristecí al tiempo -. Fion cogió la bebida y suspiró. – Es absurdo, ella es mi mejor amiga -.

Trandara le apoyó una mano en el hombro.

- Díselo, todo lo que me has contado ahora – le guiño un ojo con malicia – Puede que te sorprendas -.

Volvieron con los demás y buscaron un lugar cómodo donde sentarse y escuchar las historias de Kervo.

- ¿Viste a la reina? – inquirió Malvin.

- Sí, estuvo este verano en Annúminas, es una joven dama realmente hermosa, elegante y de una sobresaliente inteligencia -.

- Se te ha pegado esa forma empalagosa de hablar que tienen los de la corte, creo que estamos perdiendo a nuestro querido Kervo – sonrió Trandara – Dentro de nada empezará con los "vuesos" y las florituras -.

- Ni en broma – replicó el joven soldado – Los aristócratas son insoportables, una panda de moscones que pululan en torno a la realeza -.

- ¿No hay ninguno que se salve? – intervino Rian.

- Bueno, siempre hay excepciones pero escasas – se encogió de hombros – Tantos títulos se suben a la cabeza y vuelven subnormales a las personas -.

- Si yo fuera una duquesa estaría todo el día comprándome joyas y vestidos -.

- Nadie lo dudaba Trandara – rió Raf – Yo me lo gastaría en los más suculentos banquetes y alimentos exóticos, y en hierba para pipa aunque mi madre dice que soy demasiado joven como para darme al vicio -.

- Yo no sabría qué hacer – opinó Malvin – Me conformaría con el dinero suficiente como para poner mi propia herrería cuando sea mayor -.

- Pues yo me entrenaría con las armas y saldría a los caminos en busca de aventuras – dijo Rian.

- ¿Y tú Fion? – preguntó Kervo - ¿Qué harías? -.

- Renunciaría al título, a mí me gusta ser pastor, si eres un noble careces de libertad –.

- Me quedo con la opinión de Fion, aunque yo prefiero la vida militar a la pastoril -.

El elfo optó por ignorar el tinte jocoso del comentario de Kervo, lo último que quería era acabar a tortas con él.

- Es extraño – dijo Kervo – En los cuatro años que te conozco juraría que hoy es la primera vez que te veo enfadado, ¿acaso las ovejitas te han dado un disgusto? -.

Ni siquiera lo pensó. De repente, Fion se encontró sujetándose la dolorida mano con la que acababa de propinar un violento puñetazo a Kervo. El joven soldado le miraba ofuscado desde el suelo, un reguerillo de sangre manaba de la comisura de su boca.

- Buen golpe para una nena como tú – sonrió al tiempo que se incorporaba - ¿Podrías repetirlo? -.

- Las veces que quieras -.

- ¡Chicos basta! – gritó Rian, interponiéndose entre ambos contendientes.

- Hazte a un lado – le ordenó Kervo.

- No... – protestó, pero Trandara tiró de ella y la quitó de en medio.

- Si quieren destrozarse la cara déjales, es algo que los chicos necesitan hacer de vez en cuando para demostrar lo machotes que son -.

La pelea fue corta y bastante desagradable. Ninguno ganó y los dos acabaron hechos una piltrafa a base de puñetazos y patadas.

- Bien, se acabó, ya os habéis hecho daño de sobra – irrumpió la sanadora – Ahora será mejor que me acompañéis a lavaros esos cortes y moratones -.

No obstante, Fion se marchó sin darle oportunidad a nadie de detenerle.

- ¡Hombres! -. Trandara puso los ojos en blanco y se agachó para examinar a Kervo. – Rian, haz el favor de buscar a ese guapo idiota y que por lo menos se limpie las heridas, no me gustaría que una cicatriz estropeara su rostro -.

La muchacha salió corriendo por el camino que había tomado Fion, mas le fue imposible seguirle la pista entre tanta gente. Utilizando un poco de ingenio se hizo una idea de donde podía haber ido y tomó un atajo.

Jamás pensó que pudiera comportarse de una manera tan violenta y, lo que era peor, absurda. De acuerdo que Kervo le estaba provocando, pero había hecho eso mismo durante cuatro años y nunca le importó, ¿por qué justo esa noche había decidido partirle la cara?.

Se arrodilló sobre la hierba, seca por el calor, y metió la cabeza en el río. Aguantó bajo el agua todo lo que pudo, agradeciendo el frío sobre sus heridas. Cuando la sacó se arrancó la tira de cuero anudaba sus cabellos y se quedó allí sentado, escuchando el rumor del arroyo y sintiendo como el agua del pelo calaba sus ropas.

- ¿¡Te parecerá bonito!? -.

Sobresaltado, se volvió y descubrió a Rian a escasos metros. La oscuridad del bosque impedía que pudiera verle la expresión, pero sólo por el sonido de su voz dedujo que estaba muy enfadada.

- ¿Se puede saber por qué has pegado a Kervo? – preguntó ella, parándose frente al desconcertado elfo.

- No lo sé -.

- Fion, tú no eres así -. Rian se arrodilló junto a su amigo.

- ¿Y cómo soy? -.

- Mmmm... alegre, atento, divertido, valiente, y dulcemente cándido -.

Él dio un respingo al recordar la descripción. Luchó por ordenar sus pensamientos sin éxito y lo único que pudo sacar en claro era que si le daban otra sorpresa más esa noche seguramente su corazón no lo resistiría.

- Fion di algo, por favor, cualquier cosa – suplicó la muchacha, hecha un manojo de nervios.

- ¿Soy yo? -.

- ¿Qué? -.

- El chico al que te has estado refiriendo en todo momento -.

- Sí – musitó Rian.

- Soy idiota -.

No supo por qué, pero aquella tajante afirmación hizo estallar a Rian en carcajadas.

- ¿Y ahora qué? – suspiró el elfo.

- Lo siento, me has hecho gracia -.

- Al menos sirvo para algo -.

Ella se sentó en su regazo y le rodeó el cuello con los brazos.

- Estás empapado – protestó la muchacha.

- Lo siento – fue lo único que alcanzó a balbucir Fion.

- No pasa nada... bueno, yo he medio reconocido mi interés por tu persona, señor elfo; creo que lo correcto sería que tú hicieras otro tanto, ¿no te parece? -.

- ¿Es necesario? -.

- Al menos inténtalo -.

Fion buscó las palabras adecuadas, algo realmente difícil reparando en la proximidad de aquel cuerpecito cálido e insinuante pegado al suyo. Dio gracias a la oscuridad por ocultar su sonrojo y la maldijo por impedirle ver claramente la expresión de Rian.

Armándose de valor, aproximó su rostro al de ella y la besó en la boca. La sintió estremecerse entre sus brazos y responder a su caricia.

- Melanye Riana -. (Te quiero ^^)

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N. de A: Vaya pedazo de capítulo más pastelorro que me ha quedado, espero que sea una fase temporal y no permanente, porque lo último que quiero es hacer un fic rosa ^^. Por cierto, este capi en realidad era más largo, mucho más largo, pero preferí partirlo en dos para no meter veintitantas pages de golpe :P.

Gracias por los reviews!, aunque no he dejado mucho tiempo como para que podáis ponerlos ^^, sólo las locas de cari_chan y Mayu que están todo el día como yo metidas en fanfiction.net XD.

Tenna rato!!!

PD: ¿Habéis visto el nuevo pedazo de trailer de "Las Dos Torres"?, ¡es de infarto! *_*