CAPITULO 3: TARI Y NAHIR
-¿Tú eres Tari?- preguntó Argol, sorprendido, mirando a la chica que tenía enfrente con la boca abierta de la sorpresa.
La chica que tenía enfrente no era como ninguna otra que el caballero de Perseo hubiera conocido antes. No era muy alta, le llegaba apenas a la mitad de la cara. Llevaba puesta una blusa de color blanco, y sobre ella un saquito de mangas largas color castaño claro. Llevaba una falda blanca que llegaba hasta sus tobillos, y unos tenis blancos también. Sobre la cabeza y cubriéndole todo el cabello y el cuello, llevaba una mascada de color blanco y marrón. En resumen: la única parte de su piel que estaba a la vista eran sus manos y el óvalo de su rostro.
-Así es- dijo ella, alzando una ceja y cruzando los brazos, un tanto desconfiada- ¿y tú eres...?-
Argol sacudió la cabeza repetidamente, como para sacudir su sorpresa.
-Me llamo Argol, Argol de Perseo- dijo éste, inflando su pecho- soy un caballero de plata en el Santuario de Atena...-
-Sí, sí, como sea- dijo Tari, tomando su maleta de ruedas y jalándola, dirigiéndose al lado contrario del sitio donde estaba de pie el caballero. Argol la miró sorprendido y la siguió.
-Oye, espera- dijo Argol una vez que la alcanzó, caminando junto a ella- se supone que te tengo que llevar a...-
-¿A mí?- dijo Tari, deteniéndose y mirándolo, frunciendo el entrecejo. Le lanzó una mirada evaluadora y luego sentenció- no te conozco...-
-Ya lo sé- dijo Argol- pero tu prima Isis me pidió que...-
-Vaya, ese pretexto es nuevo- dijo Tari, volviéndose y preparándose para continuar su camino.
-No es un pretexto- dijo Argol- te digo que tu prima me dijo que...-
-No es cierto- interrumpió la chica, poniendo los ojos en blanco- Isis me conoce bien y jamás, y óyelo bien, JAMAS mandaría a alguien como tú a recogerme...-
-¿Y se puede saber porqué no?- dijo Argol, ahora enfadado.
-Porque no- dijo simplemente Tari.
-Bueno, bueno, lo admito, Isis no me lo pidió- aceptó Argol- yo me ofrecí, y no le di tiempo de negarse, ¿contenta?-
La chica lo evaluó con la mirada una vez más.
-No- dijo Tari, sacando su teléfono celular y marcando algunos números- ¿Isis? Sí, ya llegué... escucha, aquí está un tipo con cara de pervertido aquí que dice que viene por mí...-
-¡Oye!- exclamó Argol de mal humor. La chica lo ignoró.
-Sí, ah, de acuerdo- dijo Tari- está bien, está bien, te veré más tarde... sí, prometo tratar de comportarme, sí... hasta luego- y colgó el teléfono.
-¿Y bien?- dijo Argol.
-Pues al parecer tendrás que lidiar conmigo por un par de horas, según lo que me dijo mi prima, y...- dijo Tari, y de pronto frunció el entrecejo- ¿porqué me miras así?-
-¿Porqué rayos te vistes así?- dijo Argol, mirando de arriba a bajo la extraña vestimenta de la chica- me muero de calor de solo verte así...-
Tari pareció ofenderse por ese comentario, así que tomó de nuevo su equipaje y siguió estirándolo hacia la salida. Argol reprimió un coraje y la siguió.
-Oye, te hice una pregunta- dijo Argol, tratando de quitarle la manija con la cual la chica jalaba su equipaje- ¿qué no contestas lo que te preguntan?-
-No si no quiero- dijo ella, jalando a manija para apartarla de la mano de Argol- soy musulmana, ¿contento?-
-No- dijo Argol, jalando la manija hacia sí mismo- que yo sepa, Isis también es musulmana y no anda vestida así...-
-Isis es un caso aparte- dijo Tari, acentuando su gesto de molestia y jalando la manija para arrebatarle su maleta- ella eligió romper con las reglas del Islam, y ese no es mi problema... y no tengo porqué explicarte nada de esto...-
-En ese caso eres una maleducada- dijo Argol, jalando la manija otra vez.
-Eso crees tú- dijo Tari- y suelta mi maleta-
-¿Porqué?- dijo Argol- si yo te voy a llevar al Santuario de Atena, ¿lo olvidaste?-
-No- dijo Tari, deteniéndose y soltando la manija. Una sonrisa muy peculiar se dibujó en su rostro. La misma sonrisa que pone un niño a punto de hacer una travesura- ¿así que tú vas a cargar mi equipaje por mí? ¡Que amable! Aunque temo que esté demasiado pesado para ti...-
Argol frunció el entrecejo ante ese atentado tan deliberado contra su orgullo. ¿Demasiado pesado para él? Ni soñarlo. Para demostrar que no lo estaba, el caballero de plata soltó la manija y cargó la maleta entera. Pesada no era la palabra adecuada para eso...¡pesadísima! Pero Argol no lo admitiría ni en un millón de años.
-¿Ves como si puedo?- dijo Argol, esforzándose para no aparentar fatiga al cargar semejante bulto- y ahora, ¿nos vamos?-
-Creí que nunca dirías eso- dijo Tari con una sonrisa astuta.
Los dos se dirigieron al estacionamiento del aeropuerto, donde Argol había dejado el auto del Santuario: un Mercedes Benz, el cual era para uso de Saori a menos que haya algún trabajo especial. Argol puso la maleta en la cajuela, abrió la portezuela del copiloto para que Tari subiera, luego rodeó el auto y se introdujo del lado del conductor.
Tari, sin embargo, no se subió, sino que rodeó el auto siguiendo a Argol y aprovechando para mirar el auto.
-¿Qué sucede?- dijo Argol, mirando a la chica- ¿no subirás?-
-¿No vendrá nadie más?- preguntó Tari.
-No, ¿quién más tendría que venir?- dijo Argol.
-Yo no puedo subirme a un auto sola con un hombre...- dijo Tari.
-¿Y porqué no?- dijo Argol.
-Porque no puedo- dijo Tari- a menos de que yo vaya en el asiento trasero, como si se tratara de un taxi...-
-¿Qué?- dijo Argol, indignado- yo no soy un chofer, soy un caballero. Si no te gusta, te puedes ir al Santuario caminando...-
Tari lo miró por unos segundos. Frunció el entrecejo una vez más, se dio la media vuelta y comenzó a caminar con dirección a la calle. Argol dejó caer su cabeza hacia el volante e hizo sonar el claxon con la frente.
-Por todos los dioses...- dijo en voz baja- ¿porqué yo?-
Pero después de medio segundo levantó la vista. Tari se había perdido de vista entre la gente. Poniendo los ojos en blanco se levantó, cerró el auto y salió corriendo tras ella.
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Shaka, por su parte, estaba aún esperando que llegara su nueva alumna. El caballero de Virgo estaba sentado en uno de los asientos de la sala de espera.
Aunque no lo aparentaba, estaba un poco preocupado. Nunca antes había enseñado a una mujer. ¿Cómo debía dirigirse con ella? Era una chica rica, al fin y al cabo... una voz interrumpió sus pensamientos.
-"El Jet Privado Prassad acaba de arribar por la puerta F. Private Jet Prassad has just arrivet to the F gate"-
-Aquí está- dijo Shaka para sí mismo. El caballero respiró hondo, se levantó y se dirigió a la puerta indicada. Primero, salieron de ella al menos cuatro hombres uniformados. Cada uno medía al menos dos metros de altura.
-¿Usted es el señor Shaka de Virgo?- dijo el hombre.
-Así es- dijo Shaka.
-Bueno, ¿y dónde está su seguridad?- dijo el hombre.
-¿Seguridad?- dijo Shaka sin entender.
-Sí, para protegerla...- dijo el hombre.
-No se preocupe, será suficiente mientras esté conmigo- dijo Shaka.
El hombre miró a Shaka un poco desconfiado, pero finalmente asintió.
-Bien, de acuerdo- dijo el hombre- las cosas de la chica están siendo enviadas directamente a la dirección...- sacó un portapapeles- Casa de Virgo, Santuario de Atena, ¿correcto?-
-Correcto- dijo Shaka tranquilamente.
-Bien, entonces todo está listo- dijo el hombre, y se volvió al resto- todo listo, chicos, podemos irnos...-
Los cuatro hombres uniformados se apartaron, revelando a la hermosa chica. Shaka estuvo a punto de abrir sus ojos de la impresión. La chica era la viva imagen de su padre Emir Prassad, pero con toda la belleza que los dioses pueden obsequiar a una mujer mortal. Hermosos ojos azules, largos cabellos negros, piel ligeramente bronceada y mejillas sonrojadas.
La chica en cuestión llevaba puesto un rico vestido de seda color rojo, sandalias doradas y varias joyas de oro también, una peineta de plata entrelazada en sus cabellos y una daga dorada colgando de su cinturón. En su mano llevaba una bolsa de seda, de color rojo también, y con su otra mano aún apretaba contra su pecho al pequeño tigre.
Por su parte, Nahir quedó al instante petrificada. ¿Ese chico era el gran maestro, al que sus padres enviaron? No parecía ser más de un año mayor que ella. Tampoco dejaba de ser un tanto apuesto Pero de pronto, su sabiduría innata se impuso sobre sus ideas.
Por su parte, Shaka salió de su sorpresa casi de inmediato.
-Bienvenida a Grecia, señorita Nahir- dijo Shaka, inclinándose levemente.
-Gracias, maestro Shaka- dijo Nahir, sacudiendo la cabeza, aún impresionada de ver que el gran maestro Shaka era un chico apenas un año mayor que ella- le agradezco que haya venido por mí...-
-No es nada- dijo Shaka- ¿nos vamos?-
Nahir asintió. Shaka estuvo a punto de dar un paso cuando vio pasar a Argol corriendo y gritando algo.
-Vamos, vuelve acá, no seas...- gritaba el caballero de Perseo mientras pasaba corriendo frente al caballero de Virgo, sin verlo. Shaka alzó una ceja, intrigado.
-Que demonios...- dijo para sí mismo. Por medio de su cosmo, pidió a Mu que los teletransportara de regreso al Santuario, pues no tenía ganas de encontrarse con Argol, menos si éste estaba de mal humor.
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Volvamos con Argol y Tari. La chica había conseguido perderse entre la multitud de personas en el aeropuerto, pero tenía una gran desventaja: una chica vestida como ella sobresalía entre la multitud.
-¿Una chica con la cabeza cubierta por una pañoleta? Se fue por allá...- decía la gente a la que el caballero preguntaba.
Argol tardó al menos media hora en localizar a Tari entre la multitud, pero su necedad evitó que se rindiera antes de encontrarla. Una vez que lo hizo, la detuvo del brazo para que no se le escapara.
-¡Alto!- dijo Argol- ¿qué crees que haces?-
-Suéltame- dijo ella, retirando su brazo y haciendo el ademán de limpiárselo- ningún hombre puede tocarme...-
-Pues deja de caminar de una vez por todas...- dijo el caballero.
-¿Y como vamos a llegar al Santuario?- dijo Tari.
-En auto- dijo Argol entre dientes- se hará como tú quieres, puedes ir en el asiento trasero, pero vámonos de una vez...-
Tari sonrió.
-De acuerdo, vamos- dijo ella.
Mientras caminaban, Tari no borró su sonrisa. Los dos subieron al auto y Argol salió del estacionamiento a toda velocidad. Un hombre los miró alejarse, atraído por el rechinido del auto. Al parecer había sido interrumpido mientras mantenía una conversación por radio.
-Afirmativo, base- dijo el hombre a través de un radiocomunicador, reanudando su conversación- como dije, ya llegó-
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La impresión de Nahir al llegar al Santuario fue la misma que la de las demás chicas que habían llegado. El otoño estaba comenzando, y las hojas de los árboles estaban pasando del color dorado a uno castaño. La chica sonrió. Nadir tuvo razón: Grecia era bellísima.
Una vez que Shaka agradeció a Mu por haberlo transportado ahí, el caballero de Virgo se encargó de mostrarle a Nahir los alrededores.
-Estas son las Doce Casas- dijo Shaka- aquí vivimos los doce caballeros dorados, los más poderosos de la orden de Atena. Las amazonas viven en el recinto que ya te mostré. Los caballeros de plata y bronce viven en aquellas pequeñas casas de allá...-
-Vaya, ¿mucha gente vive aquí?- preguntó Nahir.
-Más o menos- explicó Shaka- viven aquí la mayoría de los caballeros, y los aprendices. También algunas chicas que no son amazonas, pero luego te explicaré lo que sucede con ellas...-
-Bueno...- dijo Nahir.
-Al terminar las Doce Casas, está el templo del Patriarca y el templo Principal, donde vive Atena. A esos dos lugares no puedes ir. Tampoco te recomiendo que te acerques mucho a la entrada del Santuario, y si vas al recinto de las amazonas o a salir del Santuario por alguna causa, hazte acompañar de alguien en el trayecto, pues esos sitios no son muy seguros porque los guardias no cumplen bien su trabajo-
-De acuerdo- dijo Nahir, tratando de recordar todo.
-Bueno- dijo Shaka, conduciendo a Nahir al interior de su templo- este es el templo de Virgo, será tu hogar en el tiempo que estés aquí. Esta es tu habitación- añadió al abrir la puerta- tus cosas ya están aquí...-
Nahir iba a agradecer a Shaka cuando el pequeño tigre dejó escapar un rugido.
-¿Qué pasa, Sahib?- dijo Nahir, acariciando la cabeza del pequeño tigre- ¿qué tienes, gatito?-
-¿Gatito?- dijo Shaka, mirando un tanto inseguro al pequeño felino- ¿segura que no es peligroso que lo tengas?-
-Para nada- dijo Nahir- he tenido a Sahib desde el día que nació...-
-Bueno, pero mantenlo vigilado- dijo Shaka- creo que es todo. Será mejor que descanses, sé que tu viaje fue muy largo y muy pesado. Mañana comenzaremos, ¿de acuerdo?-
-De acuerdo- dijo Nahir- gracias por todo, maestro Shaka...-
Shaka sonrió.
-Puedes llamarme solo Shaka, si así lo deseas- dijo el caballero de Virgo.
-Gracias, Shaka- sonrió ella.
-Ve a descansar, Nahir- dijo Shaka- mañana tendremos mucho que hacer-
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Argol y Tari no tuvieron la misma feliz llegada al Santuario. Tari se la pasó todo el camino criticando la manera de conducir de Argol, aunque esta vez, por raro que parezca, no lo hizo por molestarlo, sino porque la verdad estaba muy asustada de la velocidad que tomaba, ya que ella estaba acostumbrada a los embotellamientos y el tránsito lento en las pequeñas calles de El Cairo. Argol pareció notar eso y pisaba el acelerador más de la cuenta.
Tari agradeció a Alá el hecho de haber llegado viva al Santuario una vez que el caballero detuvo el auto.
-¿Y bien?- dijo Argol- ¿disfrutaste el viaje?-
Tari le lanzó una mirada de franco odio. Ya se las pagaría.
-"Disfrutar" no es la palabra que yo buscaría- dijo Tari, mirándolo muy enfadada- ¿y ahora que se supone que voy a hacer aquí?-
-Esperar a que Isis venga por ti- dijo Argol, de mal humor- y espero que sea pronto...-
-Hablas por mí- dijo Tari, mirando a su alrededor- ¿y que se supone que es este lugar?-
-El Santuario de Atena- dijo Argol.
-Oh, sí, recuerdo que Isis lo mencionó una vez- dijo Tari, alzando los ojos- su novio es un caballero de oro, ¿no?- miró a Argol con una sonrisa astuta- ¿tú que me dijiste que eras?-
-De plata- dijo Argol.
-¿Y eso es más o menos que de oro?- dijo Tari- supongo que menos, ¿no?-
-Así es- dijo Argol entre dientes, sospechando la dirección que tomaría esa conversación.
-Oh, ya veo- dijo Tari- ¿entonces el novio de mi prima tiene mayor rango que tú? Mira que interesante...-
-¡Medio momento!- exclamó Argol- no se que esté pasando por esa retorcida cabecita tuya, pero más vale que...-
-Sí, sí, como sea- dijo Tari, interrumpiéndolo de nuevo- supongo que este Santuario de Atena no es solamente este montón de rocas y ruinas, ¿verdad?-
-No- dijo Argol- si quieres, podemos entrar...-
Tari asintió, y siguió a Argol, quien iba cargando su equipaje. Ambos estaban rogando a sus respectivos dioses que Isis llamara pronto. Bueno, más Argol que Tari, como se habrán dado cuenta...
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CONTINUARA...
¡Hola! Espero que les esté gustando. Ya vieron que al pobre Argol le va a llover, y pues Shaka no se queda atrás. Espero que les esté gustando. Muchas gracias por seguir leyendo.
Abby L. / Nona
