EL PRECIO DE LOS RECUERDOS.

Cap1: El mejor asesino de Yord.

Aquel caballo de un color tan oscuro como la noche, cabalgaba con toda velocidad pasando entre los árboles de aquel espeso bosque.

Su jinete, un joven de aproximadamente 17 años de edad, halaba las riendas para dirigir a aquel animal. Sus ojos fríos y alargados, dorados como el oro y sus cabellos negro violáceos se mecían con aquel viento que golpeaba su rostro.

Vestía una camisa de cuello alto, cerrado y redondo de un color negro, este hacía juego con dos broches colocados en sus hombros que detenían una capa que se ondeaba a causa de aquella velocidad, sus pantalones, de un mismo negro al igual que sus botas, y sus guantes eran de un color grisáceo.

Levemente fruncía el ceño al recordar su encargo.

FLASH BACK Entró al gran salón, empujando con fuerza ambas puertas a los lados para así, abrirlas de par en par.
¿Para que mandaste a llamarme esta vez? –Aquel joven de cabellos violáceos, preguntó de forma fría y calculadora.
Que forma mas descortés al tratar a tu amo ¿no lo crees? - Exclamó con calma.

Estaba sentado en un gran y elegante mueble al fondo de esa gran y oscura habitación, que sus penumbras se debían a aquellas cortinas gruesas y de un color poco alegre.

Ese hombre parecía un poco mayor que el otro joven que acababa de entrar, tenía largos cabellos de un color grisáceo claro y sus ojos de un color rojo suave, mostraban seriedad y astucia en ciertos momentos.

No te quitaré mucho tiempo – Sonrió con sutileza al entrelazar sus brazos – Quiero que vayas al territorio vecino, y me traigas a la hija del conde, que habita en aquella región.

El joven de ojos dorados, quien hasta entonces solo miraba a otra lugar de la habitación con una expresión de aburrimiento, rápidamente volvió su vista hacia aquel hombre frente a él, al escuchar claramente aquello.

El conde ha muerto – Siguió con simplicidad poniéndose de pié sin dejar de cruzar sus brazos – como lo sabrás bien.

El joven lo miró con calma, aunque muy dentro de sí, deseaba matar a aquel hombre...pero algo muy fuerte lo detenía.

Solo deseo que vayas por lo que por derecho, ahora me pertenece.

¿Te pertenece? – Preguntó el joven alzando una ceja.

Aquel sujeto de ojos rojos sonrió ampliamente, aunque con un dejo de molestia.

Si, es mío – Respondió – Además, ¿ no te parece una ironía, ahora me traerás a la hija de aquel hombre que tu mismo eliminaste de este mundo...

Pronto aquel joven de ojos dorados perdió la paciencia, frunció un poco el entrecejo, un sentimiento de odio se apoderaba de él, aunque debía calmar aquella emoción ya que solamente le traería desgracias.

Si, él estaba atado a aquel hombre de cabellos grisáceos, este, le pedía muchos trabajos sucios y él solamente tenía que obedecer, pero aunque su rostro nunca demostraba emoción alguna, siempre sintió cierto remordimiento al haber cometido tantos crímenes.

Y no importa si ella lo deseo o no – Concluyó aquel hombre.

¡No quiero seguir con tus estúpidas decisiones! – Gritó molesto.

Si, talvez se estaba revelando, pero lo que ese sujeto le pedía en aquella ocasión era una locura.

Él hacía todos aquellos "trabajos" sabiendo que solo eso haría y nunca mas volvería a saber de sus victimas, pero ahora ese hombre le pedía...pedía, que le llevase a la fuerza a una joven que era hija de uno de sus tantos asesinados.

Por favor, Ren, sabes perfectamente que te tengo a mi merced.

Ren lo miró en forma neutral, sabía que tenía que guardar la calma, ya que si no lo hacía, perdería todo.

¿Te parece si proponemos un trato? – Preguntó el sujeto.

¿De que se trata? – Exclamó sin expresión alguna en su rostro.

Tu me traes, lo que quiero y te doy lo que mas deseas.

Ren abrió sus ojos aun mas, como muestra de asombro, ¿Acaso esta era su oportunidad de librarse de ese hombre, luego tranquilizó aquella emoción , que mas bien se había trasformado en un sentimiento de cierto alivio, lo que hizo que perdiese un poco de fuerza.

No podía demostrar o sentir alguna clase de sentimientos y menos emociones ya que estos estaban estrechamente unidos, y no podía perder toda su fuerza, ¡no, no frente a aquel hombre.

Veo que te interesa mi propuesta – Sonrió con descaro.

Quiero que me quites este maldito sello – Exigió el joven sin rodeos.

¿Y que me dices de tus recuerdos? ¿deseas que te los regrese completamente?.

Ren presionó sus puños con cierta fuerza, sabía bien que con ese sujeto no se podía jugar, pero... ¿era capaz de cumplir ese trato?

Por supuesto, cumpliré con mis palabras – Respondió como si hubiese leído los pensamientos de él.

No tengo tiempo para juegos, Yord, -Lo llamó por su nombre - ¿Acaso es tanto tu deseo por esa mujer? –Preguntó sin delicadeza alguna.

Claro – Respondió – desde su corta edad, siempre fue una jovencita bastante hermosa, pero no para exagerar, aunque, no tiene nada de malo deleitarse con una mujer joven y menos si es hija de un antiguo enemigo- Sonrió con maldad.

¿Piensas tomarla a la fuerza? – Ren preguntó sin inmutarse.

Tu trabajo solo es traerla aquí, sea como sea – Exclamó tratando de no responder a una respuesta tan obvia – Pero, si te atreves a hacerle daño te mataré.

Ren no dijo mas, giró sobre sus talones y caminó directamente a la puerta.

Esta era su oportunidad, no tenía que fallar, además, quería con todas sus fuerzas matar a Yord, aunque no sería nada sencillo.

FIN FLASH BACK

Maldito Yord – Susurró, provocando que su cuerpo perdiese fuerza y a causa de eso llevase su mano a su cabeza para tratar de controlar su mareo.

Lo maldecía, simplemente lo maldecía, pero si no controlaba aquel sentimiento de odio (que es el que mas experimentaba) poco a poco se debilitaría hasta que su enemigo aprovechara aquello y lo matara de un solo golpe.

Trató de tranquilizarse y a su rostro volvió un semblante inexpresivo.

Oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Pero, señorita... – Trató de llamarla el anciano que estaba atrás de ella.

No se preocupe por favor – Sonrió – solo deseo...llevarle esas flores a mi padre, recuerde que eran sus favoritas-

Pero usted debe recordar que es muy peligroso que salga sola, y mas ahora...que su padre ya no está con nosotros.-

Lo se... pero debe entender – Se justificó la chica.

¿Le parece mejor si llamo al joven Hero para que la acompañe? – Preguntó el anciano con una sonrisa, la joven sin embargo, sintió como sus mejillas se calentaban un poco, tan solo al escuchar ese nombre.

Sus cabellos llegaban un poco abajo de sus hombros, estos eran de un color rosa bastante agradable a la vista, sus ojos color rosa mas oscuro, le daban un aspecto tierno y amable.

Traía puesto un vestido que cubría casi completamente sus tobillos, este era de un cuello amplio que dejaba ver una parte de sus hombros, aunque las mangas de este eran largas, ajustado de su cintura por un cinturón, el color de este era un café claro mientras su vestido era color crema bastante elegante.

El anciano sonrió al mirar el sonrojo de aquella joven que prácticamente había visto crecer y por desgracia, hacía pocos días perdió lo ultimo que le quedaba de su familia... su padre. Aun así, ella trataba de mostrar una sonrisa y se comportaba de una manera agradable aunque en ocasiones no pudiese ocultar su dolor.

No-no es necesario – Respondió tímidamente, y es que no podía evitar tener cierta simpatía por ese joven, aun así jamás pensó que ese sentimiento fuese algo muy fuerte, pero ella esperaba ansiosamente que él se dignara a decirle algo, y la razón es que él también parecía interesado en ella, pero hasta esos momentos no había dado ningún paso.

Ellos se atraían mutuamente, pero cada vez que ella quería hablar sobre eso, él se ponía bastante nervioso y eso, a ella le parecía bastante divertido aunque no podía negar que era igual de tímida o se atrevía a decir aun más que él.

Por favor – Pidió ella – No le diga a Hero que saldré, él se preocuparía y vendría a buscarme, cuando él tiene otras cosas que hacer.

El anciano la miró con seriedad, pero por la forma en que la joven pedía aquello, no tuvo mas que acceder a su petición.

Solo trate de cuidarse, señorita Tamao.-

Si – Sonrió, levantando su mano como señal de despedida.

Caminó por largo rato, todas las personas que la miraban pasar, decían cosas por lo bajo, aunque Tamao trató de no prestarles atención.

Todos en aquel pueblo la conocían obviamente por ser la hija del conde; normalmente vestía colores alegres, pero no ese día.

Algunos balbuceaban, que la causa de la felicidad de aquella joven, se había apagado para siempre, y todo gracias a los hombres de Yord.

Yord, era conocido como un hombre sanguinario que dominaba sus tierras con puño de acero. Nadie podía revelarse ante él, simplemente porque este hombre sabía artes ocultas y sobre todo tenía a su disposición a muchos hombres que en realidad eran asesinos. Todos los sabían, pero eran las fuerzas de aquellos hombres, los que obligaban a las personas a callar.

Esos sujetos, casi nunca se dejaban ver y cuando lo hacían, casi siempre estaban en una especie de caravana; estos se distinguían por uniformes de un color bastante oscuro, acompañados de una capa, que a pesar que era de buen ver, todos eran tiranos y personas sin escrúpulos.

Tamao, había escuchado de ciertos rumores , sobre el jefe de todos estos hombres, es decir, que aparte de Yord, alguien mas los guiaba.

Se decía que ese hombre era el mas fuerte y rápido de todos sus asesinos y si Yord lo permitía, ese sujeto pelearía de una manera sorprendente.

La razón, por la que en esas tierras, sabían mucho de esos hombres, era que el padre de Tamao se había revelado ante Yord, negándole un trató, provocando así, la ira de este.

De la muerte del conde, casi no se habla, pero todos concordaban que el culpable de esto era Yord.

Tamao lo sabían bien, pero no sabía como actuar. Llegó hasta las afueras de el pueblo y a las orillas de un riachuelo, pudo ver algunos narcisos, las flores favoritas de su padre; se inclinó, y tomó varias que llevaría a la tumba del mencionado anteriormente.

Las miró por un segundo, y una tristeza, se apoderó de ella, sus ojos se notaban vidriosos y daban aviso que pronto saldrían lagrimas de ellos, pero unos gritos la distrajeron de inmediato.

Se escuchaban gritos de dolor y provenían de las afueras del lugar, se podría decir, desde un callejón bastante aislado. Tomó las flores, y se dirigió al lugar donde venía todo aquel desorden.

Oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Hizo un movimiento vertical y su espada partió en dos a un sujeto frente a él.

Prácticamente aquel joven de cabello violáceo, había sido interceptado por muchos sujetos que intentaban de alguna manera asaltarlo, aunque ya había acabado con la mitad de estos.

Les advertí... – Exclamó con su característica frialdad – Que si no se largaban, los mataría.

La mayoría de los sujetos, portaban alguna arma blanca, pero no fue suficiente para detener al joven.

Uno de esos hombres estaba tan asustado, que se hizo hacia atrás, topándose de espaldas a una pared.

Tu-tu...-Trató de hablar – No puede ser...

El joven miró a los últimos sujetos sin ninguna expresión en el rostro, destrozó a los últimos y decapitó al que estaba contra la pared, esto hizo que la sangre de sus victimas salpicara y se esparciera por todo el lugar. Para cuando Ren se fijó bien en todos los cadáveres en el piso, miró a alguien de pie.

Sus ojos dorados denotaban asombro, al percatarse que era una joven, su vestido estaba bañado en sangre y tenía salpicado un poco de aquel liquido rojo en su rostro y en aquellas flores que llevaba cargando con ambos brazos.

La pelirosada tenía una expresión de miedo que se reflejaba en sus ojos y sus labios parecían temblar ya que estos estaban entreabiertos.

Ren, se había paralizado por algunos segundos, tanto que sintió como casi resbalaba su espada de su mano.

Recuperó rápidamente su postura inexpresiva, para recordar un gran detalle. Según su trabajo, no debía dejar que nadie lo mirase ya que si alguien lo hacía, debía eliminarlo de inmediato.

De pronto recordó, que aparte de esa joven, alguien mas lo había visto en ese mismo pueblo, ese era uno de los guardianes de ese lugar, ese hombre había presenciado completamente todo y aunque escapó en ese instante y le comentó a todas las personas sobre los asesinos de Yord, días después se le encontró muerto. Por supuesto, gracias a que él mismo se encargó de silenciar a ese hombre, aunque... esta vez, era una mujer... ¿qué haría, nunca había matado a una mujer pero... debía hacerlo.

Se acercaba lentamente a ella, esta se asustó y dio unos pasos hacia atrás, para luego girarse y salir de aquel callejón corriendo, pero Ren fue mas rápido ya que de un solo salto, se posó justo frente a ella, apuntándole con el arma que era de un color plateado.

Tamao estaba mas que asustada, y no hizo mas que caminar nuevamente de espaldas hasta topar en la pared.

Ren la miró sin ninguna expresión en su rostro, haciendo que ella se asustara aun mas, provocando que las flores que llevaba en sus manos, cayesen al piso.

El joven de cabellos violáceos se distrajo un poco al mirarlas, al igual que Tamao. sin embargo, esta no podía apartar aquel temor de morir en ese lugar, no sin antes cumplir con su padre primero.

Por-por favor... – Tartamudeó nerviosa haciendo que Ren, volviese su vista hacia ella, nuevamente – Si-si deseas matarme... esta bien – Dijo cabizbaja sorprendiendo a Ren quien no había hecho ningún ruido.- Pero... necesito llevar estas flores a la tumba de mi padre... por favor – Pidió con un poco de mas valor.

Ren no dejaba de apuntarle con el arma, luego hizo un movimiento rápido haciendo que la punta de su arma, quedara clavada en la pared, centímetros cerca de la cabeza de Tamao.

Esta había cerrado sus ojos fuertemente, pensado que aquella espada iba atravesar su cabeza, pero se sorprendió al abrir sus ojos y saber que el arma estaba a centímetros de ella, al igual que el portador de esta.

Ella podía sentir su aliento, estaban de verdad muy cerca, tanto así que Tamao se olvidó que hace algunos segundos él trataba de matarla, solamente se ponía nerviosa por la cercanía.

Al principio, gracias a la sorpresa, no se fijó bien en él, al contrario de ahora ya que estaban a una distancia minúscula, podía notar que ese joven era de verdad atractivo, esto hizo que comenzara a sonrojarse, no por su apariencia, si no porque, ningún hombre antes, había estado tan cerca de ella y ahora, ese chico estaba a un distancia muy limitada.

La pelirosada llevó instintivamente sus manos a su propio pecho, entrelazándolas.

Después de analizar aquella expresión, Ren se separó de ella tomando el arma que aun estaba clavada.

Tamao se sorprendió por aquella rapidez y solo observó como él le daba la espalda.

No he visto a nadie, solamente a los que he matado. – Dijo él, provocando que Tamao lo mirase con duda.

Él balbuceaba las cosas para si mismo aunque con obvia razón iban dirigidas a la pelirosada.

Notó como la chica no se marchaba, la miró por la altura del hombro. - ¿Qué estas esperando, Lárgate – Dijo de la forma mas fría posible.

Tamao quedó bastante sorprendida, aunque luego se puso de cuclillas y recogió las flores; aun así seguía mirando a aquel joven por el rabillo del ojo.

Se percató de que él sacaba un pequeño trozo de tela de su bolsillo y con esta limpiaba la sangre en la hoja de la espada, luego de eso, decidió no seguir mirándolo mas, se dispuso a salir del callejón, no sin antes que su curiosidad la dominara para mirar por ultima vez hacia tras y ver para su completo asombro que aquel joven había desaparecido.

Sus manos temblaron un poco, al dirigir su vista hacia el piso y encontrarse con todos aquellos cadáveres, pensó que lo mejor era irse rápidamente de ahí, presionó contra su pecho aquellas flores y huyó de ese sitio.

Continuara...