EL PRECIO DE LOS RECUERDOS.
Cáp.3: La casa Kuromie
Tamao frunció un poco el entrecejo, a pesar que estaba nerviosa, trataría de no mostrar temor frente a él. Se acercó a la puerta y lentamente comenzó a abrirla tratando que la persona al otro lado no pasara al interior del lugar.
Señorita Tamao ¿se encuentra bien? – Preguntó la mujer.
Si, si... no se preocupe...es solo que me duele un poco la cabeza y me asustó el ruido de afuera.
De eso venía a hablarle.
¿Acaso usted sabe algo? – Preguntó fingiendo y mirando de reojo al joven junto a la puerta.
He venido avisarle, que el joven Hero ha sido lastimado en un combate.
Tamao abrió grande sus ojos, al recordar como Hero parecía estar lastimado cuando lo vio desde el balcón, estaba a punto de decidir ir a verlo de prisa pero un pequeño movimiento de su "invitado"la hizo parar, este se apresuró a mirarla con dureza y frialdad, como sabiendo las intenciones de la joven.
Nana... – susurró con dificultad – de verdad estoy muy preocupada pero... iré a verlo mejor en la mañana.
como usted guste, por lo menos descanse un poco.
Si, muchas gracias por avisarme de el estado de Hero – Dijo sin evitar como una lagrima resbalaba por su mejilla.
Por favor señorita, usted siempre dice que le avise sobre el estado del joven, pero... no me gusta hacerlo ya que se preocupa demasiado.
Lo se... pero... en verdad agradezco lo que haces – Sonrió y se despidió cerrando la puerta.
Ren la miró por un segundo para luego decir con calma y simpleza.
Es hora de irnos -
Cuando terminó de mencionar aquellas palabras, tomó ágilmente a la chica de la muñeca y corrió a toda velocidad a la terraza.
E-espera – Gritó la chica, cuando ya estaban afuera, luego con mucha mas rapidez, la soltó de la muñeca, para rodear sus hombros colocando un brazo mientras que el otro lo colocaba bajo las piernas de esta. Saltó y se posaron en una rama.
Pudo sentir como la joven se había aferrado a él con fuerza, de verdad se había asustado.
Saltó nuevamente hasta caer en las orillas del muro que rodeaba el palacio y luego saltar hacia suelo firme.
Justo en la parte trasera, estaba aquel caballo oscuro, Tamao se impresionó ya que no se había percatado de la presencia del animal, con ese color parecía tener un buen camuflaje.
Ren posó a la chica sobre el caballo, luego subió él quedando delante de ella.
Si no quieres caer, sujétate – Dijo seriamente, dando un pequeño golpe al animal con sus talones para que avanzara a toda prisa.
Gracias a la rapidez de aquel corcel, Tamao tuvo que rodear con un brazo la cintura del chico que iba adelante, mientras su otra mano iba posada entre sus piernas tratando de retener la pijama; por la manera tan brusca en la que aquel chico la subió al caballo, está quedó en una posición no muy favorable haciendo que el vestido subiese bastante dejando ver muchas cosas.
Por lo menos avísame cuando hagas algo conmigo – Dijo un poco molesta pero al mismo tiempo apenada ya que tenía que aferrarse a él; aquel chico era muy sorpresivo.
Claro, esperaría mas tiempo si no estuviese en la guarida de mis enemigos – Respondió sarcástico sin dejar de mirar al frente.
Usted es un mal agradecido – Dijo con cierto reproche aunque no podía evitar cierta timidez al ser él, la primera persona a la que le hablaba en ese tono.
Tranquilizó aquella expresión de enojo, no era muy común que ella estuviese de ese humor, aunque luego miró hacia atrás; con aquella velocidad era obvio que nadie se había percatado de su huída. Pequeñas lagrimas salieron de sus ojos, y sin poder evitarlo se escapó de sus labios un pequeño sollozo, haciendo que Ren girase un poco para ver el estado en el que estaba la joven.
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¿Cómo se encuentra? – Preguntó una mujer al ver como uno de los guardias salía de una habitación.
Estará bien...aunque casi pierde la vida – Contestó este.
Pero... ¿quién ha sido capaz de hacerle esto, se supone que el señor Hero es uno de los mas fuertes,...entonces...
Supongo que sabes la historia sobre aquel asesino capaz de matar en cuestión de segundos, verdad?
Como no hacerlo, desde hace dos años se habla de él y se dice que esta a las ordenes de Yord – Contestó la mujer
Pues... ese sujeto existe... y casi mata al señor Hero.
La mujer se asustó bastante.
Lo mejor es no decirle nada de esto a la señorita – Dijo el guardia.
La mujer asintió, aunque ya había avisado a la joven del estado de Hero, por lo menos omitiría quien había sido el responsable.
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La oscuridad aun permanecía, y no se daba ninguna señal del amanecer.
No sabía cuanto había pasado desde que comenzó a llorar e silencio, pero se sobresaltó un poco al sentir como el caballo se detenía bruscamente.
Ren bajó de inmediato sin dejar de mirar al frente.
Baja de una vez – Dijo secamente.
Tamao lo miró con confusión, para luego mirar hacia al frente y sobresaltarse aun mas.
Era un gran acantilado y justo en medio estaba, lo que parecía ser un puente colgante. Tragó saliva y obedeció al muchacho tratando de bajar de el animal.
Al notar que le era difícil, Ren optó por tomarla de la cintura y depositarla en el piso.
Cuando bajó completamente, la pelirosada se alejó de él rápidamente colocando una mano en su pecho y con la otra limpiaba las lagrimas en su rostro.
Ren no le sorprendió para nada aquellas acciones de la joven, así que no le tomó importancia y volvió su mirada al frente.
El caballo estaba a su lado, le dio una pequeña palmada haciéndolo relinchar, comenzando a correr hacía aquel puente colgante; su paso fue veloz aunque pudo notarse como algunas tablas se desprendían de el puente cayendo al vació, pero llegó al otro lado.
¿por...porque? – Susurró Tamao un poco asustada al pensar que aquel animal caería.
Este es el camino mas corto, y para pasar, debemos hacerlo individualmente ya que tal parece que el puente no resiste demasiado.
Ren la miró por el rabillo del ojo, la joven estaba con su pijama y sus pies descalzos, pero pudo notar cierto temblor en su cuerpo, algo era obvio, ella le temía a las alturas.
Supongo que este sitio sería un espacio perfecto para arrojar cadáveres – Ren sonrió para sus adentros, aunque su rostro no expresaba emoción alguna, por lo menos se divertiría un rato, y lo logró al ver el rostro de la joven.
Esta cerró fuertemente sus ojos, realmente estaba asustada con él; nunca imaginó decir esas palabras a nadie, pero ese joven se las merecía.
Te...te odio – Aun mantenía sus ojos fuertemente cerrados, pero poco a poco los abrió; aquellas palabras las dijo desde lo mas profundo de su ser.
Ren la observaba sin inmutarse, mientras estaba de brazos cruzados, luego volvió a mirar el puente.
Si – dijo con calma – definitivamente sería un buen sitio para arrojar cadáveres.
No sabía si aquella frase la había dicho como una indirecta a ella, pero esta se sorprendió al ver que el chico no hacía nada.
E-es que acaso no me escuchaste?
El joven giró hacia ella mientras alzaba una ceja, aquella expresión era tan seria y sin emociones que intimidó a la pelirosada.
Me han dicho muchas veces esa frase, ¿para que molestarme, ahora que una niña me lo dice?; ahora lo importante es ver como cruzar.
Al escuchar esa respuesta, sintió un poco de pena por él a pesar que a este no parecía afectarle. Dejó esos pensamientos aun lado al recordar la parte de "cruzar" ¿qué es lo que haría?
Ren la miró nuevamente, suspiró con fastidio y se acercó a ella; cuando estuvo frente a ella se giró y se puso de cuclillas dándole la espalda.
Sube –
¿Q-que? –Preguntó sorprendida.
Solo sube; si no cruzas rápidamente me harás perder el tiempo.
Tamao tembló un poco, pero decidió obedecerlo por ahora.
Puso sus manos sobre los hombros de este y él por su parte se puso de pie tomando a la joven por sus muslos, lo que hacía que aquella pijama se corriese hacía arriba.
Tamao se sonrojó bastante, al sentir porque lugar la sujetaba el chico, se puso tan nerviosa que quitó las manos de los hombros de Ren y rodeó su cuello con fuerza mientras cerraba sus ojos.
¿Qué crees que haces? – Preguntó con cierta molestia al sentir ese apretón por su cuello.
¿Qué, que hago? – Preguntó apenada y un poco incrédula por la actitud del chico – Mira tus manos.
Tonterías – Dijo secamente.
Él no parecía importarle aquello, pero tampoco parecía querer quitar sus manos de ahí, haciendo a la joven sonrojar mas y pensar que ese chico solo era un aprovechado.
Sostente – Exclamó este.
E-espera- Habló con nerviosismo – Tu.- tu dijiste que era mejor pasar individualmente... ¿ crees que pueda resistirnos a ambos?.
Ren no respondió, comenzó a correr asustando a la joven. Pasó rápidamente por el puente causando que tablas cayeran, de verdad estaba en un mal estado pero al final dio un saltó para llegar a la otra orilla.
No lo se – Dijo aun sosteniendo a la joven y captando la atención de esta – No se si nos iba a sostener, pero que sorpresa, parece que si lo hizo – Se puso de cuclillas y dejó a la joven aun mas aterrada por aquellas palabras de él, esa noche realmente había tenido demasiadas emociones.
Se acercó al caballo y tomó las riendas de este para comenzar a caminar a su lado, Tamao por su parte lo seguía con cierta dificultad y el chico sabía porque.
Al estar descalza, solo causaba que se lastimara por aquel camino.
Lo mejor es pasar la noche aquí –
La pelirosa dudó un poco, pero no hizo mas que obedecer y aquello era obvio, no podía revelarse, tenía desventaja en todo.
La noche era fría, en medio de grandes árboles se dejaba ver una fogata que después de varios minutos pudo hacer aquel chico de cabellos violáceos oscuros; se sentó apoyando su espalda en un tronco posándose frente al fuego y por la posición, quedando frente a la joven que estaba al otro lado del fuego, abrazando sus piernas.
Miraba perdidamente aquella fogata, comenzando a sollozar de nuevo.
¿Puedes dejar de llorar? – Dijo con frialdad arrojando otro leño al fuego.
¡¿Cómo me pides eso! – Gritó un poco mientras dejaba resbalar muchas lagrimas.- A-además...tu eres un ser cruel, malvado que no piensa en como se siente ser arrebatado de tus seres queridos.
Ren miró el fuego con cierta ironía en sus ojos, no respondió, puso sus brazos atrás de su cabeza y cerró sus ojos.
¡¿No me estas escuchando! – Preguntó un poco molesta sin dejar de derramar lagrimas.
El chico aun no respondía, mientras Tamao no dejaba de mirarlo con cierto molestia y dolor, pero este no abría sus ojos ¿acaso estaría dormido?.
¿Qué importancia tenía, no hizo mas que desviar su mirada, tenía bastante frío y no podía dejar de pensar en el estado de Hero.
No, no dejaría tocarse por Yord, solo deseaba que Hero la encontrase rápidamente.
Sus pensamientos fueron pronto calmados al sentir como el sueño la invadía, se abrazó un poco mas así misma y quedó profundamente dormida en aquella posición.
Comenzó a abrir sus ojos con lentitud, estaba acostada en el piso de costado derecho y frente a ella pudo mirar una bota pisando con fuerza los pequeños leños que en la noche anterior habían sido usados para la fogata.
Desde hace varias horas, había sentido un cierto calor, algo que la cubría, se levantó de presto, no recordaba haber dormido en aquella posición.
Cuando se hubo sentado, miró hacía arriba, encontrándose con el joven, sin aquella capa, en realidad no tenía ni la camisa, solo estando con sus pantalones, aquellas botas y el vendaje que ella le hizo en su brazo. Tamao se ruborizó al mirarlo e inclinó la cabeza, no podía negar que se miraba muy atractivo así, luego miró que aquello que la cubría era aquella camisa manga larga de ese joven, y que al estar de costado, lo que usó como almohada era la capa de este.
¿Acaso tu... – Susurró la joven sorprendida, era obvio que él la había cubierto y puesto su capa para que durmiese bien.
Ya era hora – Interrumpió a la joven de una manera fría y bruscamente le arrebató la camisa comenzándosela a poner.
Te- te lo agradezco – Dijo un poco apenada, por lo menos debía agradecer aquel gesto, que definitivamente la sorprendió viniendo de una asesino cruel, como ella lo había llamado.
El joven terminaba de abrocharse la camisa por el cuello, para luego mirarla de reojo.
No pienses ninguna tontería, tengo que llevarte sana y salva ante Yord, si fuese mi decisión, te hubiese matado hace ya tiempo atrás.
La pelirosa quedó un poco pensativa para luego responder.
Pero... la primera vez que nos vimos... no sabías quien era... aun así no me lastimaste...en pocas palabras... no me hubieses eliminado.
El joven no respondió, ¿cómo responder por sus acciones, cuando ni el mismo las comprendía?.
Toma la capa- Exclamó tomando la prenda y arrojándola al regazo de la joven – Cúbrete con ella, pronto estaremos en los terrenos de Yord ya que estamos cerca de uno de los primeros pueblos de la región.
La pelirosa no se atrevió a preguntar mas, subió al caballo posándose atrás de el joven, aferrándose a él y cubriéndose con aquella capa.
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¡No esta! – La mujer estaba completamente alterada y bajó corriendo aquellos elegantes escalones, hasta llegar a la habitación donde estaba Hero.
Este, se encontraba vendado completamente de su brazo, tenía pequeñas gasas en una de sus mejillas a causa de golpes. Ya había despertado y hablaba con dos de sus hombres que estaban a su lado de pie.
¿Qué ocurre? – Preguntó Hero confundido.
La- la señorita Tamao, ¡no esta!- Dijo agitada asustando a los guardias y haciendo que las pupilas de Hero se dilataran a causa de la sorpresa; no es que estuviese exagerando, pero la noche anterior nose encontró pista sobre aquel asesino... ¿acaso era posible que...
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Llegamos – Dijo mirando algunas casas frente a él; por aquel recorrido, ese sitio estaba en un extremo bastante difícil de encontrar o por lo menos eso pensó la pelirosada, ya que al único lugar que había visitado en aquella región era... el palacio de Yord.
Hizo que el caballo fuese mas lento, haciendo que las personas que estaban fuera lo miraran y se apartaran de inmediato de su camino, con temor y respeto.
Tamao estaba un poco cubierta desde la cabeza, pero aun así podía ver aquellas reacciones en las personas.
Ren dirigió al animal hasta una casa bastante grande al frente, tenía dos pisos y justo cerca de aquella puerta principal tenía un letrero que decía: Kuromie.
La pelirosa dudó mucho sobre ese nombre extraño pero se distrajo cuando Ren bajó del animal y sin previo aviso la tomó de la cintura haciéndola bajar y causándole cierta vergüenza.
Hizo que la joven caminara rápido al interior de aquel lugar, abrió la puerta y la cerró detrás de sí.
Tamao corrió la capa de su cabeza, solamente dejándola sobre sus hombros.
Miró a su alrededor, parecía vasillo excepto por una lugar a la izquierda que parecía una recepción, donde se encontraba un anciano de cabellos blancos y una barba que rodeaba su cara, se miraba muy amable. Luego miró el establecimiento, parecía haber sido construido con madera muy fina; al fondo se encontraban varias mesas con sillas, también estaba una escalera que daba al segundo piso y dos pasillos a su lado que daban a lugares muy distintos ( o por lo menos eso supuso ella).
He vuelto Vermouth – Dijo Ren.
Tamao parpadeó varias veces, aquel nombre jamás lo había escuchado.
El anciano sonrió mirando al joven y luego a la chica a su lado.
¿ Ahora ya traes a tus mujeres aquí? – Preguntó con cierta burla haciendo sonrojar a la chica y haciendo que Ren lo mirase sin haberse inmutado.
No – Respondió secamente.
¿Un pedido de Yord?-
Así es.-
Si ese es el caso debes quedarte aquí por un tiempo.-
Lo siento, iré rápidamente hacia él y le entregaré lo que pidió – Por aquella forma tan despectiva al hablar, Tamao lo miró queriendo reprochárselo, pero no salió palabra alguna de su boca.
Para este momento, todos deben estar buscándola y los mas obvio, irán donde Yord; son ordenes de él las que te dicen que debes quedarte aquí hasta nuevo aviso.
Ren frunció el entrecejo y presionó sus puños. La pelirosa por su parte, volvió a notar una emoción en él aunque solo era enojo.
Esta bien – Dijo sin ocultar su molestia – Lo haremos como lo pide el idiota.
El anciano rió a carcajadas.
Por un momento olvidé como eras en realidad.
Ren no hizo nada, mas que mirarlo de reojo para luego responder con otra cosa.
Por cierto, quiero que le des algunas ropas –Señaló a la joven
Tamao lo miró con sorpresa.
¿Ah, pero... no tengo ropas para dama...-Respondió el anciano.
Pero querías una nueva mesera no es así?
¿Qué? – Dijo Tamao bastante sorprendida.
Pues mientras estemos aquí, ella trabajará contigo.
Pe-pero ´¿cómo puedes decidir por mi? – Le reprochó al fin aunque con cierta timidez.
El anciano miró a la joven de manera divertida. Ren no hizo caso a lo que ella decía y volvió a mirar al viejo.
Se supone que los demás vendrán aquí ¿No es así?
Lo demás? –Susurró Tamao sin comprender.
Si, pero...
Pues si la miran así, es obvio que querrán sobre pasarse con ella.
Por aquel comentario , Tamao decidió mirarse a sí misma, para notar como los botones de la pijama en la parte de sus pechos estaban casi completamente desabrochados; se ruborizó bastante y comenzó abotonarlos.
Ren la miró de reojo y ella lo notó, sonrojándose aun mas y girando para darle la espalda y que él no mirase.
¿ Acaso él miraba sus pechos, no sabía desde cuando estaba así, sintió vergüenza al pensar que ese sujeto la había estado observando desde hace bastante, provocando que un color carmesí intenso se dejara notar en sus mejillas.
Entonces, sígueme – Dijo el anciano que comenzó a caminar hacia uno de los pasillos al fondo.
Tamao dudó un poco, si debía seguirlo o no, sin razón alguna dirigió su mirada al joven de cabellos violáceos.
Puedes confiar en él – Dijo con seriedad.
No se explicó porque, pero al escucharlo de él hizo que se tranquilizara y obedeciera siguiendo al anciano.
Continuara...
Oooooooooooooooooooooooooooooooooo
N/a: agradezco mucho que sigan leyendo este, fic y bueno ojala el cap les guste, y gracias por sus comentarios shadow, mayi, pretty ice angel janneth tamao ( por cierto es muy raro que no te funcione el document manager, ¿por qué no me explicas como lo has usado? Talvez ese sea el problema) y hikaru hamiya .
