- Y eso es todo lo que me dijo- dijo Lothriel, concluyendo su relato.

- No puedo creerlo...- murmuró Galadwen sorprendida-. ¿Legolas casado? Nunca pensé que... ¡Oh, Erú! No puede ser...

- Lo siento mucho, madre.

- No sé cómo no lo pensé- seguía diciendo la mujer, sin prestar atención-. ¡Qué tonta! Él debió pensar que yo lo estaba rechazando. Sólo quise que... Yo no era apta para él ya, pero... ¡¿Casado! ¿Es que todo me saldrá mal siempre?

- No digas eso- murmuró Lothriel apenada.

- Tienes razón, hija querida- sonrió Galadwen-. Te envié hasta él para que le dijeras que eras su hija, y me alegro que te haya aceptado. También te envié para que le pidieras perdón por mí, y para decirle que lo sigo amando.

- Y lo hice.

- Pero él prefiere hablar conmigo personalmente. Era obvio. Siempre ha sido así: fuerte y valiente para afrontar los problemas. Aunque...- miró cabizbaja el suelo- tengo miedo.

- ¿Miedo? ¿Miedo a qué, madre?- preguntó su hija, sorprendida.

- Tengo miedo a que me rechace- contestó Galadwen, con los ojos llenos de lágrimas-. No me refiero a un rechazo romántico, pues ya es tarde para eso, pero... tengo miedo que vea en mí a una persona... malvada.

- Se sorprendió mucho con tu historia. Casi no podía creer que tú hubieras... matado a tu padre y a... tu esposo.

- Es obvio- dijo la mujer-. Conoció a una Gal valiente, decidida, algo agresiva, pero no a una joven capaz de matar, y de esa forma...- hubo una melancólica pausa, que Galadwen interrumpió diciendo-: ¿Cómo es ella?

- ¿Quién?

- La esposa de Legolas. ¿Cómo es ella?- su cara se había dulcificado un poco.

- Bueno...

- ¡No tengas miedo, Lothriel! Sólo dímelo. Primero dime cómo se llama.

- Su nombre es Mislif. Viene de las Tierras Grises del Norte, de Pueblo Gris. Es muy bonita, pero...

- ¿Mislif...?- interrumpió su madre-. He oído ese nombre antes... Mislif de Pueblo Gris... ¿Es rojizo su cabello?

- ¡Sí, mucho!

- ¡Oh, por Erú! ¡Yo la conozco! La conocí un día en que fuí a Pueblo Gris a hacer unas compras para mi padre- mientras relataba esto, Galadwen se iba acordando cada vez de más cosas-. Era muy simpática, pero parecía triste. Ahora que lo pienso, parecía triste por estar en aquel lugar. Me preguntó mucho sobre el lugar donde yo vivía, también de Esgaroth, Erebor y el Bosque Negro. También conversamos acerca del amor... Ella no creía mucho en él, es más, creo que le provocaba hasta náuseas... ¡Oh...! Acabo de recordar que, cuando nos despedimos, me dijo: "Espero que conozcas a algún Elfo... para que te maravilles con la Hermosa Gente." Qué curiosa situación...

- ¿Por qué?

- Ella no se veía casada, y el amor le causaba un profundo rechazo. Me dijo aquellas palabras... Y ahora, ella está con Legolas. Qué irónica puede ser esta vida...- se quedó en silencio unos minutos; luego preguntó-: ¿Qué ibas a decir de Mislif: "es muy bonita, pero..."?

- Hay algo extraño en ella, madre.

- ¿Algo extraño? ¿A qué te refieres?

- Mislif tiene treinta y seis años, pero su aspecto es de un poco más de veinte, a lo sumo.

- ¿Veinte?- preguntó Galadwen, extrañada, recordando que por ese tiempo la había conocido.

- Sí. Si fuera Elfa, pasaría inadvertida. Pero me pareció muy extraño que se mantuviera tan joven. Olvidándose de eso, es una mujer muy simpática y alegre. Por lo que he oído de ella, es bastante enérgica y no tiene ni una gota de vida hogareña en sus venas. Viaja constantemente, entre Ithilien, donde viven, y Minas Tirith, en Gondor. También va, pero no con frecuencia, a Rohan.

- ¿Sabes dónde la conoció Legolas?

- No lo sé con certeza- contestó Lothriel-. Sólo sé que ella fue la única mujer en la Comunidad del Anillo. Debe de haber sido ahí. ¿Recuerdas esas canciones que mencionaban a una tal Estrella del Norte?

- ¿Es ella?- exclamó la mujer, más sorprendida-. ¡Oh, Eru! ¡Parece que mi antigua amiga ha logrado lo que deseaba! Y dime... ¿cómo son los hijos de Legolas y ella?

- Sólo alcancé a conocer a uno de ellos. Se llama Ithril, Brillo de Luna, pues tiene unos ojos preciosos, de un color gris; tiene alrededor de mi misma edad y es muy simpático. La otra hija se llama Lothril, ¿puedes creerlo? Pero su nombre viene por sus cabellos: son rubios, como la flor elanor. Eso me dijeron. De ahí su nombre: Brillo de Flor. Sin embargo, no pude conocerla, sólo la vi de lejos, pues tenía que partir.

- Me alegra mucho saber que Legolas al menos ha sido feliz, y que Mislif lo ha ayudado a eso- suspiró Galadwen, más tranquila.

- Pero..., ¿irás, verdad?

- Claro- contestó la mujer-. Llegó el momento de volver a verlo, de dar la cara. Le hice daño, lo sé, por eso debo pedirle perdón y explicarle todo; sólo para que... quedemos libres, o por lo menos yo, de conciencia. Ya no puedo pedirle nada más. Pero me preocupa la reacción de Mislif... No creo que se merezca esto.

- ¿Sigues molesta?- preguntó Legolas, sentándose a su lado.

- No. Ya no- contestó Mislif. Parecía estar ausente. Ambos estaban sentados en un banco de piedra tallada, cerca de los campos de flores de Lothril.

- Qué bueno.

Ninguno de los dos habló en largo rato, se limitaban a mirar cómo las flores se movían al ritmo de la fresca brisa, bajo los rayos del Sol. Legolas, finalmente, se acercó un poco más a Mislif y le tomó la mano.

- ¿Qué es lo que te pesa en el corazón, Legolas?- preguntó ella.

- Prefiero que no lo sepas aún.

- Si me lo dijeras, podríamos hacer de esa carga algo más liviano.

- No- contestó él-. Esto es sólo mío- acercó su rostro y la besó largamente-. Mislif...- dijo finalmente.

- ¿Qué ocurre?

- Pase lo que pase dentro de poco- dijo Legolas, mirándola fijamente-, nunca olvides que eres la persona que más amo.

- Legolas, ¿qué...?

- Sólo eso quería decirte- sonrió el Elfo, poniéndose de pie-. Enomentuvalve (Nos vemos).

- La dama Galadwen, de las Tierras del Norte, acaba de llegar y desea verlo, Señor de Ithilien.

Y había llegado. Por fin, y luego de más dieciséis años se verían nuevamente los rostros. ¿Cómo sería? ¿Extraño? ¿Igual que antes? No, eso no era posible, pues el tiempo había cambiado mucho la situación, y ya nada podría ser como antes. Legolas pensaba en todo esto, mientras se había puesto de pie y esperaba que por la puerta entrara Galadwen.

Ésta última estaba horriblemente nerviosa, y no era para menos. Había titubeado muchísimo entre partir a Ithilien o no; pero lo había hecho, y ya no había vuelta atrás. Sólo el umbral de una puerta la separaba de su pasado y del temor que le traía recordarlo. Sin quererlo, recordó, y en el peor momento, aquellas palabras que había cruzado hacía mucho tiempo:

"- ¿Legolas... ?- había preguntado Galadwen, abrazada a él-. Tú siempre me vas a querer, ¿verdad?

- No... - había respondido Legolas, para sorpresa de la joven-. No te puedo querer si ya te amo...

- ¡Legolas!- había exclamado ella feliz, dándole besitos en la boca.

- Amin mela lle, Gal... Y eso que no tenía pensado querer a nadie; pero... ¿por qué me preguntas eso? ¿Sientes que yo no te quiero?

- ¡No! No es eso...- se había apresurado a decir ella-. Sólo quería oírlo de tus labios..."

Y lo había oído... Ese había sido uno de los momentos más felices junto a Legolas, ya que se había sentido enormemente amada y protegida. Sonrió con tristeza al volver a la situación actual. Ahora no era más que un recuerdo... Suspiró y cruzó con decisión el umbral de la puerta. Y ahí estaba Legolas... Igual que antes. Claro, no podía haber cambiado mucho; sin embargo, podía notarse que el peso de muchas vivencias lo habían marcado. Ahí estaba su rostro... igual de hermoso, su cabello, ¡todo!

Y ahí estaba Galadwen... Visiblemente mayor, pero con su hermosura de siempre. Sólo tenía un aspecto algo enfermizo, la piel pálida, y una expresión de nerviosismo. Sin embargo, en sus ojos se mantenía aquella luz y energía juvenil que antes le había encantado.

- Bienvenida, Galadwen- dijo Legolas, dando inicio a la conversación-. Siéntate, por favor.

- Gracias- contestó ella, tomando asiento frente a él, en la misma butaca en que días antes se sentara Lothriel.

- ¿Cómo estuvo el viaje?- preguntó el Elfo, sin saber cómo llegar a la línea del asunto.

- Bien. Los caminos están mucho mejor que antes, y ya el peligro es mucho menor- contestó Gal, evitando mirarlo a los ojos. Sabía que, si lo hacía, él notaría su tristeza y temor; pero quería mantenerse firme.

- Me alegro. Estaba preocupado por Lothriel, pues el viaje hacia el norte no le había sido muy fácil al venir.

- Lothriel llegó muy bien a casa- murmuró Gal-. Muy bien...

- Espero que regrese pronto- dijo Legolas, mirándola fijamente.

- Si no hay problema, estará feliz de regresar. Se llevó muy buenos recuerdos de aquí. Dijo que Ithilien era un lugar hermoso, y que la gente de aquí la había tratado muy bien.

- Eso tratamos.

- Me dijo que se había llevado bien con... tu hijo- Y ahí ocurrió: lo miró a los ojos, y sintió que todo desaparecía alrededor. Legolas no captó eso, pero sí que había una tristeza y ansiedad en el rostro de ella.

- Sí. Ithril me dijo que le había agradado bastante- siguió el Elfo.

- Lothriel me dijo que, curiosamente, tienes una hija llamada Lothril- sonrió Galadwen-. ¡Vaya coincidencia!

- Recuerdo que se sorprendió mucho al oírlo. Ambas se sorprendieron, pero Lothril no alcanzó a conocer a tu hija, porque estaba ocupada.

- Nuestra hija...- se oyó decir Gal. Inmediatamente, abrió desmesuradamente los ojos. Legolas, por su parte, arqueó las cejas sorprendido.

- Sí- dijo, clavando en ella una mirada seria-. Nuestra hija- hubo una pausa incómoda, hasta que Legolas, decidido, habló de nuevo-. Creo, Galadwen, que ya es hora de que conversemos todo; sin rodeos.

- Está bien- dijo ella, sentándose derecha en la butaca. Miró a Legolas y dijo-: Vine, porque tú me llamaste y porque quería personalmente pedirte perdón por todo, todo lo que te hice.

- No hay nada que perdonar, Galadwen- contestó Legolas-, pues lo que pasó aquella tarde se borró rápidamente de mi mente. Con aquella flecha que me lanzaste, y con tus palabras, no sólo brotó sangre, sino que se fue todo el amor que pude haber sentido por ti.

- Entiendo muy bien que te hice daño en aquel momento, pero trata de entenderme, Legolas- dijo ella con tristeza, pues las palabras del Elfo la habían deprimido-. Yo ya no era digna de ti, y todo por culpa del maldito de Arad. Sólo quise...

- Ahora entiendo muy bien, Galadwen- dijo Legolas, poniéndose de pie-. Al principio me costó entenderlo, pero luego de un tiempo, y ahora con las palabras de Lothriel, logré entenderte. Por eso te digo que ya no hay qué perdonar.

- ¿Y qué pasará conmigo ahora?- preguntó ella, poniéndose de pie también-. Tú podrás haberte olvidado de todo, pero yo no. No pasé seis años de mi vida encerrada con un hombre al que no amaba, sólo para llegar a un punto en que no sé qué más hacer.

- ¿Y qué quieres que yo haga, Gal?- preguntó Legolas. Ella lo miró unos instantes sorprendida. Le... ¡le había dicho Gal!-. ¿Quieres que deje a Mislif por ti?- dijo el Elfo, bajándola a la tierra-. ¿Que me vaya contigo al norte, dejando en Ithilien lo que más amo?

- Sabes bien que nunca te pediría eso...- De pronto, la puerta de la habitación se abrió de golpe, y en el umbral apareció Mislif, con los ojos brillándole con una mezcla de sorpresa, dolor y rabia.

- ¡Mislif...!- exclamó Legolas, con una ola de pánico entrándole.

- Así que éste era tu pequeño secreto, Legolas: un antiguo amor- dijo ella, dando unos pasos hacia adelante y mirando fijamente a la mujer que tenía al frente. De repente fue como si le hubieran tirado una jarra de agua fría, pues reconoció a Galadwen-: ¡Tú!- exclamó, aún sorprendida-. ¡Galadwen! ¡No puedo creerlo! ¿Cómo has estado? ¡Tantos años!

- Eeeh...- Gal no sabía qué decir. Estaba bastante aturdida.

Más aturdido estaba Legolas, quien no entendía si ellas se conocían, o si Mislif le estaba jugando una broma bastante cruel.

- Así que- dijo Mislif, recordando algo-, finalmente lograste conocer a un Elfo.

- Yo...

- Mislif, no empieces a sacar conclusiones apresuradas...- dijo Legolas, pero fue interrumpido por su esposa.

- No te preocupes, melamin- dijo Mislif, sin despegar la vista de Gal-. A pesar de que me dirás que soy horriblemente infantil, me tomé la libertad de oír tu conversación. Una muy conmovedora, me parece; pero que me podrías haber contado antes, si no tenías qué esconder.

- Perdóname, pero no sabía cómo ibas a reaccionar- murmuró Legolas, nervioso. Mislif no dejaba de mirar a Galadwen, como tratando de leerle los pensamientos. Mientras que Gal veía cómo la miraba con una expresión de curiosidad o ira una joven que estaba prácticamente igual que cuando la había conocido. Al principio, había creído que se trataba de la hija de Legolas, pero casi al instante, y bajo una gran sorpresa, la había reconocido. Lothriel había tenido razón: se mantenía impresionantemente joven.

- No te preocupes, Legolas- contestó Mislif, mirándolo por primera vez-. Te creo completamente, a pesar de que me encantaría hacer lo contrario, pues esta rabia que siento me impulsa a algo así. Pero no he pasado por tantas pruebas para desesperar ahora. Los dejaré terminar de conversar- anunció-. No haré escándalo alguno, pero lo que sí pediré es una conversación a solas contigo- dijo, mirando a Galadwen-. Hay mucho que decirnos.

- Sí, y con mucho gusto iré- murmuró ella, sintiéndose más tranquila.

- Hasta entonces- dijo Mislif, saliendo de la habitación.

- ¡Oh, Elbereth!- suspiró Legolas, sentándose en su butaca, mientras se tapaba la cara con las manos-. ¿Ustedes se conocían?

- La conocí antes que a ti- dijo Galadwen-. Un día tuve que ir a Pueblo Gris a hacer unas compras y ella me acompañó. Nunca habría pensado que...- se interrumpió-. ¿Cómo se mantiene tan joven? Parece una...

- Galadwen- interrumpió Legolas-, antes de terminar nuestra conversación, quiero que sepas que Lothriel cuenta con mi aceptación, y es cosa de tiempo para tomarle el real afecto que se merece.

- Te lo agradezco, Legolas.

- Pero eso es todo lo que puedo hacer, lo sabes bien- dijo el Elfo, poniéndose de pie-. Aunque quisiera, ya no podría quedarme a tu lado; y lo siento, de verdad. Años atrás vivimos algo realmente bello, pero lamentablemente se acabó, Gal. Sin embargo, no me gustaría perder contacto contigo, ahora que sé que existe Lothriel. P- podríamos ser amigos..., si lo deseas- sonrió.

- ¿Amigos?- preguntó ella, sorprendida. Entonces vio la sonrisa de Legolas, aquella misma de la que se había enamorado; pero a la que miraba con otros ojos ahora: ya no era la sonrisa de su enamorado, sino la de un buen y gran amigo. Sin quererlo, Gal rompió a llorar; pero no era de pena. Era un llanto muy parecido al que había tenido luego de matar a Arad: se estaba desahogando de todos esos años y años de incertidumbre, del miedo que le daba volver a ver a Legolas. Pero ahora todo era diferente. Él la había perdonado y le había sonreído, ofreciéndole su amistad-. Sí- dijo Gal, una vez que pudo controlarse-, ser amigos me parece muy bueno- se puso de pie-. Legolas, me alegra mucho haber solucionado todo esto, y más porque así Lothriel podrá estar junto a ti, si lo desea.

- Me alegro entonces- sonrió él-. Eeh... ¿Hablarás con Mislif?

- Si ella me lo pidió, y yo acepté, no veo por qué no. Tenemos mucho que conversar, me parece.

- Bien.

- Bueno... Bienvenida a Ithilien- comenzó diciendo Mislif-. Siéntate, por favor.0

- Gracias.

- Es todo un gusto volver a verte. Al principio no te reconocí completamente, pero me alegró volver a ver tu rostro, a pesar de las malas circunstancias. Lamento haber actuado como lo hice antes- dijo Mislif, de pronto-. Suelo ser algo impulsiva.

- No te preocupes. Yo soy parecida en ese sentido- contestó Gal.

- ¿Sí? ¡Vaya, en algo nos parecemos!- sonrió Mislif-. Qué extrañas circunstancias para encontrarse, ¿no crees?

- Me temo que sí- rió Galadwen-. Perdón...

- ¡Oh, no te preocupes! Supongo que no será culpa tuya, ni de nadie- suspiró Mislif-. Pero bueno...- se puso de pie-. De lo que quería hablarte era de Legolas, debes saberlo.

- Sí.

- ¿Cómo es que lo conociste?- dijeron ambas a la vez.

- Lo siento...- murmuró Gal.

- Tú dílo primero- dijo Mislif-, porque parece que lo conociste antes que yo.

- Sí. Fue un breve tiempo después de que te conocí a ti, ¿sabes? Recordé aquellas palabras tuyas al hacerlo: "espero que conozcas a algún Elfo..." Nos conocimos antes de toda la Guerra.

- ¡Oh, ya veo! Entonces, cuando yo lo conocí estaba contigo...

- ¿Cuándo lo conociste?- preguntó Gal.

- Unos días antes de que partiera a Rivendel. Sí... Recuerdo que le llegó el mensaje de que debía partir, por eso tuvimos que dejar, en parte, el Bosque Negro.

- Entonces, lo conociste un poco antes de que todo entre nosotros terminara- dijo Gal, ya sin tristeza.

- Así parece- murmuró Mislif, con una sombra de angustia en los ojos.

- ¿A qué le temes, Mislif?

- A que Legolas recuerde el amor que sentía por ti y se sienta confundido.

- Eso es imposible...

- ¿Por qué imposible, Galadwen?- exclamó Mislif, cubriéndose el rostro con las manos-. Apuesto a que alguna te juró que te amaría por siempre, pero se alejaron. ¿Por qué no podría pasarme lo mismo ahora? ¿Por qué no puede enamorarse de ti nuevamente?

- Simplemente, y mírame, Mislif- dijo Galadwen, tomándole las manos-, porque Legolas está enamorado de ti. Ya no se fijará en nadie más, si te ha convertido en su esposa. A mí nunca me habló de formalizar algo, y eso que estuvimos un largo tiempo juntos. Además, no podría dejarte, pues tienen dos hijos hermosos. ¡Míralos!- Mislif levantó la mirada hacia sus hijos, que se paseaban cerca-. Son el tesoro de él.

- No tengo miedo a que se separe de mí físicamente; pero si su corazón está con otra persona, no sé qué haré- dijo Mislif, tristemente-. No quisiera pasar mis días sabiendo que la persona que amo ama a otra y...- se detuvo de golpe-. L- lo siento...

- ¡Oh...!- Galadwen comprendió-. No te preocupes, Mislif- le dijo dulcemente-. ¡Escúchame bien! Sé fuerte y ten confianza en Legolas, porque te ama mucho; lo he visto en sus ojos. Alguna vez tuvo una mirada así cuando estuvimos juntos, pero ahora la dirige hacia ti; y debes sentirte feliz, pues es un regalo grande.

- Lo sé...

- Además- dijo Gal, mirando hacia las flores-, ya acordamos que lo pasado lo olvidaríamos, para guardar aquello como una amistad. Tal vez te suene extraño, pero creo que ser amiga de Legolas me llena un gran vacío, pues nunca he sentido amistad fuerte hacia alguien.

- Me gustaría mucho ser amiga tuya también, Galadwen- dijo Mislif, sonriendo-. Eres una buena persona, y estoy segura de que, si Legolas vio algo en ti hace tiempo, es porque tienes un gran corazón. Además, ya no conocíamos. También le tomé cierto cariño a Lothriel, así que puede venir cuando sea; y tú con ella. Me harías muy feliz si vinieras seguido, pues siento que contigo tengo cierta semejanza.

- Muchas gracias, Mislif- dijo Galadwen sonriendo-. Tú también eres una buena persona, se nota. Y también me encantaría poder conocerte mejor, porque no tuvimos la posibilidad de conversar más en Pueblo Gris, y porque... pues, nunca es tarde, ¿verdad?

- Tú lo has dicho. Cuando estemos arrugadas y con el cabello blanco, tendremos que preocuparnos por eso- sonrió Mislif.

- A propósito...- dijo Gal-. No quiero incomodarte ni nada de eso, pero... ¿cómo haces para verte así de joven? Tienes un año más que yo, pero luces como de...

- ¿Veinte?- rió Mislif-. Es una larga historia, pero lo que te puedo decir es que la bondad de los Elfos nunca dejará de sorprenderme ni dejaré de agradecerla.

- Creo que entiendo algo- sonrió Gal.

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Weno, este ha sido el MixFics, ojalá que les haya gustado y que dejen ezzzozzz preciosos reviewzzzzzz… xDDDD… Yapis, nos vemos pronto, Chau!