CAPITULO 5

Los Wesley

Los primeros meses de Hermione en el colegio se habían pasado volando, ya se acercaba el día de brujas. A pesar de que el tiempo transcurría esos extraños flashes y sensaciones no desaparecían, la atrapaban en cualquier lugar, en cualquier momento, estando con cualquier persona, en especial estando con él

Su ingreso al equipo de quidditch habían aumentado su seguridad, bueno un poco, al menos los únicos que lo molestaban ahora eran Neville y Malfoy. De echo poco después de su selección como nuevo buscador lo había encontrado encerrado en un armario con los anteojos al revez, y a pesar de eso su jubilo no ceso, menos aun cuando le quito la snich a Malfoy de las narices en el partido Gryfindore versus Slyderin de la semana pasada.

Ya les había explicado a sus atolondradas amigas la razón por la que la habían visto tan frecuentemente en su compañía. Parvati la había elogiado por los resultados que había obtenido con su alumno, y después de haberle preguntado muchas veces si realmente no le gustaba el chico del cabello alborotado le pidió que se lo presentara. A veces su amiga la desesperaba bastante.

Para su desilusión Harry se había empezado a llevar con Ronald Wesley, al parecer se habían hecho amigos durante el entrenamiento. Ahora Parvati tenia la loca idea de que salieran el trío de los leones – como había bautizado a Harry, Ron y Dean- con ellas tres. Hay que había hecho ella para merecer eso, no pensaba compartir su tiempo libre con Ronald sumándoles el de sus responsabilidades de prefectos.

Quizás no era tan abominable como Malfoy y Neville, de hecho no les llegaba a los talones, pero es que siempre había sido grosero con ella, desde el primer día en Hogwarts. Los gemelos Wesley le llamaban el pequeño gruñón orejas rojas, pues cuando se azoraba estas se le ponían de ese color y escupía una grosería.

La castaña patrullaba por los pasillos del colegio, cuando de repente escucho unas voces airadas provenientes de un salón contiguo. Dudó por un momento acercarse, sin embargo las voces eran excesivamente conocidas. Al asomarse por el umbral de la puerta pudo distinguir sin mucho esfuerzo dos cabezas pelirrojas.

Media hora después todo Hogwarts comentaba sobre la bofetada que la prefecta le había propinado a uno de los chicos mas apuestos del colegio.


Ron Wesley patrullaba los pasillos del colegio, era una de sus tantas ocupaciones como prefecto. Cuando recibió la medalla –hacia un año- no se la podía creer, su madre había estado encantada, otro prefecto en la familia, lo gemelos le habían hecho burla, pero había sido una gran noticia. Sobretodo en las tiempos tan oscuros que atravesaba la toda la comunidad mágica.

Sin embargo, el jubilo no había durado mucho, pues justo después de las vacaciones de navidad los mortífagos habían asaltado La Madriguera.

La Sra. Wesley se encontraba de compras y Percy trabajando, pero el Sr. Wesley y su hermano Bill habían pasado a casa para recoger unos documentos para el ministerio. Al regresar la Sra. Wesley vio la marca tenebrosa flotando en el cielo. Había sido un gran golpe para la familia.

¡Maldición!

Se sentía tan impotente, era solo un mocoso y no había podido hacer nada para evitar ni mucho menos remediar la situación. Lo peor de todo habían sido los murmullos de lastima en los pasillos. Por lo menos la señorita sabelotodo ceso de regañarlo.

Era extraño, por que si uno buscaba un sinónimo de entrometida en un diccionario lo mas seguro es que encontrarían la palabra Hermione Granger escrita bajo una fotografía de la susodicha.

"¡Basta suéltame!"

El pelirrojo paro en seco. El conocía esa voz, pero no podía ser, quien la estuviera lastimando se vería en grandes problemas.

Un cuarto de hora después se enteraría sobre el golpe que su compañera de curso le propino a ese sujeto.


Las lagrimas cubrían en rostro de la muchacha, que error tan fatal había cometido¿Cómo demonios se había metido en eso?

Todo había empezado el año pasado, lo que sucedió ese maldito día le había arruinado su vida. Se sentía tan sola, si tan solo contara con una verdadera amiga para desahogar sus penas, pero nunca la había encontrado.

Entonces llego él, el dueño de sus sueños, su amor platónico, ella sabia como era pero su oídos se volvían sordos cuando hablaban mal de su príncipe azul. Lamentaba tanto el hecho de ser tan fantasiosa, de vivir en el mundo de la ilusión.

Sus hermanos siempre habían cuidado de ella, pero ahora tenían suficientes problemas como para andar de niñeras de su pequeña hermanita.

Aun no se explicaba como había sido tan tonta como para caer en sus redes.

"¡Vaya aquí este mi pelirroja consentida!"

Virginia Wesley quedo petrificada al escuchar estas palabra de la persona de la que se escondía. Volteo lentamente para quedar cara a cara con el nuevo verdugo que ella misma se había impuesto. Vio como se acercaba lentamente a ella y la jalaba hacia el aula de al lado.

"Has sido una niña mala, es que acaso te escondías de mi."

Ginny no podía lograr articular palabra.

"O no me digas que ya te has arrepentido, si yo me la paso muy bien contigo."

El muchacho se le acercaba peligrosamente, ya estaba casi encima de ella cuando logro reaccionar y lo alejo de un empujón.

"¡Déjame en paz!"

Su reacción dejo perplejo un rato al muchacho, pero su rechazo la hacia mas interesante, después de todo solo una chica se había atrevido a hacerlo antes y pronto seria su turno. Se le acercó de nuevo con la clara intención de besarla

"¡Basta suéltame!"- grito con un tono que llegaba a la suplica.

De repente la puerta del salón se abrió de un golpe y un muchacho alto con la túnica algo desgastada ingreso al aula agitado.

"¡Suéltala ahora mismo!"- el grito del prefecto surgió efecto al instante, pero un segundo después el chico de la cara redonda sonrió maliciosamente.

"Pero si no estamos haciendo nada que no hayamos hecho antes, solo me pregunto porque tu hermana esta tan renuente conmigo"

"¿Es eso cierto?"- la cara del prefecto estaba adquiriendo peligrosamente el tono de su cabello- "¡Responde!"

"Yo..."

"¿Que sucede Ginny? Te da pena confesar ante tu hermano"

En ese momento Ronald exploto y saco la varita de su bolsillo .

"Si no desapareces de mi vista en este instante te echaré un maleficio tal que no te podrás mover en una semana"- la mirada del pelirrojo emitía tal furia que el muchacho opto por salir de la habitación lo mas rápido posible

Cuando este desapareció Ron dirigió la mirada acusante hacia su hermana

"¿Cómo demonios se te ocurrió enredarte con ese tipo?"

"Yo no..."

"Sí, ya se que no pensaste, es que eres una retardada que no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor, como fuiste tan estúpida como para..."

"No soy ninguna retardada"- los insultos de su hermano habían surgido efecto

"Entonces porque lo hiciste ¡No te puedo estar cuidando todo el tiempo!"

"Y no necesito que lo hagas Ronald ¡Ya no soy una niña!"

"Pues es eso lo que pareces, una niña tonta"- ambos rostros habían comenzado a adquirir tonalidades rojas

"Ya se que fue un error pero..."

"Pero nada¿Como le has podido hacer esto a tu familia?"

"¿Qué sucede aquí?"- una cabeza castaña había ingresado al aula y miraba preocupada la escena

"Lo que me faltaba la señorita entrometida hace su aparición"- espeto Ron – "Nada que sea de tu incumbencia, solo me acabo de enterar de que tengo una zorra como hermana"

"¡Eso no es cierto!"- Ginny había comenzado a llorar otra vez- haces las cosas mas grandes de lo que son.

"Déjala en paz Ron no vez que ya esta muy mal"

"No necesito consejos de cómo llevarme con mi hermana"

"¡Sal de aquí Ron y déjala en paz!"

El grito de la prefecta saco al pelirrojo de sus casillas pero lo obedeció. Verlas a ambas lo ponían enfermo.

Ginny callo al piso llorando, cuando sintió que alguien la abrasaba. En poco tiempo la castaña se entero se lo ocurrido.

Poco tiempo mas tarde la noticia de que Hermione Granger había abofeteado a Neville Lombottom llego a los oídos del director de Hogwarts junto al relato de la profesora McGonnagall de todos los hechos ocurridos.

"Creo que a llegado la hora de bajar a este chiquillo de su pedestal, el mundo mágico esta pendiendo de un hilo si él es su única opción"- murmuro con triste Albus Dumbledore mientras miraba por la ventana.