°O° ¡No me la creo¡Un review¡Genial!

Esto significa que seguiré escribiendo, jejeje...

Bien, aquí está el segundo capítulo. ¡Ojalá les guste!


La leyenda de Zelda no me pertenece, bla, bla... Creo que se saben el resto...

1

El Mercenario

Era un viajero muy joven. Le era difícil conseguir empleo, especialmente en esta época en la cual los monstruos aparecían otra vez en las lejanas tierras del Noroeste.

A sus dieciséis años poco podía saber él sobre el trabajo de Mercenario, o Espada a Sueldo, como se les llamaba frecuentemente a estos caminantes. Sin embargo, desde pequeño había demostrado una excelente disposición hacia el uso de aquella arma, y se podría decir incluso que ya era un maestro de aquel arte.

Pero a pesar de que ser un Mercenario y viajar por el continente era algo divertido para él, era realista. Las oportunidades de trabajo para alguien de su edad eran escasas, y habitualmente no tenían nada que ver con asuntos heroicos, como matar Dragones o rescatar poblados. Comúnmente eran cosas sencillas, como encontrar animales extraviados, o buscar alguna planta escasa en la región.

Pero su misión actual era diferente. Se trataba de buscar una persona, la cual había desaparecido hace una semana en el Noreste de Hyrule, cerca de la frontera con Calatia, el hogar del último héroe legendario.

El viento sopló con más fuerza. El joven, aunque bastante animado por la perspectiva de su trabajo, se estremeció y le subió la capucha a su capa, ocultando sus cabellos dorados y sus ojos azules.

Repentinamente, escuchó un grito desesperado. Desenvainando su espada, corrió hacia el bosque.


"¡Déjenme ir!" Gritaba una joven muchacha de cabello dorado.

" No nos iremos sin algo de oro, jovencita. ¡Entréganos lo que tengas, si quieres ver otro día!" Le respondió un villano.

La atacada no respondió. Sólo preparó su arco de caza, alistándose a disparar.

"La niña no parece tener dinero, Neth" comentó uno de los ladrones.

"No, pero es bastante hermosa. Tal vez podríamos llevarla al campamento, los muchachos necesitan algo de diversión..." rió uno de los rufianes.

"Pero primero, hay que atraparla" dijo uno de los villanos, mientras sacaba un cuchillo, y se abalanzaba sobre la adolescente.

La flecha de la víctima voló a gran velocidad y se clavó en el cuello de su atacante, quien se desplomó casi inmediatamente, muerto.

La acción enfureció a tal grado a los ladrones que sacaron sus cuchillos y empezaron a atacar a la indefensa joven.

De repente, como una sombra salida de la nada, el Mercenario apareció, ubicándose entre los rufianes y la muchacha, con la espada en alto.

"¿Y tú quien diablos eres?" Le preguntó el líder de la banda.

"Mi nombre es Laran. Y parece que necesitan aprender modales"

Laran saltó hacia su enemigo, y lanzó una veloz estocada en su cuello. Otro de los rufianes trató de golpearlo por atrás, pero lo pudo esquivar a tiempo, y le cortó el brazo con el revés de la hoja.

El último de los ladrones se lanzó desesperadamente sobre el héroe. Laran detuvo su ataque con su espada, y luego lo eliminó con un certero golpe en el hombro.

El mercenario limpió su espada con la punta de su capa, y volteó para ver a la persona que había rescatado.

Sin duda era muy hermosa. Sus cabellos dorados descendían hasta su cintura en una sola cascada rubia, y sus ojos eran azules como las aguas del océano. Pero estaba asustada. Muy asustada. Y no era tiempo como para concentrarse en su hermosura.

"¿...Estás... bien?" Preguntó Laran, inseguro.

"...Sí... yo... yo... gracias, señor... Laran..." murmuró ella, mientras se sentaba bajo un árbol, y contenía unas lágrimas.

No pudo.

"¿Qué... qué te pasa?" La volvió a interrogar el viajero, mientras envainaba su arma.

"Yo... yo... acabo de... de matar a alguien... nunca... lo había hecho..."

La joven lloró fuertemente mientras se hacía un ovillo junto al tronco del árbol en que se apoyaba. Laran, a pesar de no saber muy bien qué hacer con ella en ese momento, se sentó a su lado, y la abrazó.

Ambos se sonrojaron. No era el efecto deseado, pero al menos ella dejó de llorar tan desesperadamente.

Un rato después, tras haber llorado lo suficiente, ella se volteó y lo miró cara a cara.

"¿Cómo... lo soportas?" Fue su única pregunta.

"No lo sé. Es... difícil de explicar. No me gusta matar, y de hecho no lo he hecho muchas veces, pero... es sólo que yo mato defendiéndome a mí, o.. a alguien más..."

"Como yo."

"Como tú, por ejemplo... pero... ellos... es decir, los que maté... querían matarme... de modo que me defendí, como es natural..." balbuceó torpemente el joven, exponiendo sus ideas.

"..."

Ella no le respondió. Sólo le devolvió el abrazo, y se levantó.

"Gracias" murmuró "Si... si estás viajando, y no tienes donde dormir, puedes... puedes... ir a mi casa... estoy segura de que mis... padres dejarán que te quedes..."

"...Bien... pues... me gustaría..." respondió Laran.

"...Mi nombre es Zelan... señor..."

"...No tienes por qué decirme señor... sólo debo de ser un año mayor que tú..."

"Está bien... Laran... yo... gracias. En serio, gracias..."


"Mi aldea está detrás de esas colinas, Laran" comentó Zelan, mientras ella y su compañero se acercaban a su hogar.

"¿Cómo se llama? Inquirió el mercenario.

"Zarana. Es un pequeño pueblo, cerca del bosque que separa Calatia de Hyrule."

"Hacia allá voy yo. El bosque."

"Está a dos días de camino. ¿Por qué debes ir?"

"Un hombre desapareció, un tal Kalaz Izad. Era un investigador de la Real Universidad de Hyrule, y creo que estaba buscando una especie de libro entre algunas ruinas cercanas. ¿Sabes algo?."

La muchacha estaba a punto de responder, pero sólo abrió sus ojos desmesuradamente, y corrió hacia su poblado.

Una gran nube negra se elevaba sobre su localización.


"¡Mamá¡Papá!" Gritó Zelan, histéricamente "¡Respondan!

Al llegar a la cima de la colina, sintió pavor, y de no haber sido por Laran, quien corría detrás, se hubiese caído rodando por la pendiente.

Ante ella, estaba su pueblo, destruido y con un gran incendio en el centro.

Y en el cartel que anteriormente rezaba "Bienvenidos a Zarana" tenía grabado, un símbolo, con fuego.

Una pirámide de muchos niveles, con una gran G en el centro.

" ¿Quién diablos pudo haber hecho esto?" Preguntó el joven hylio mientras él y su compañera caminaban por las calles llenas de cadáveres.

Ella estaba muy callada, como era de esperarse. El único indicador de que aún estaba despierta eran sus ojos abiertos y su triste y lenta caminata.

Se acercaron al centro de la urbe. Allí se erguía un gran edificio, construido de una forma más sólida que los otros que habían visto cerca.

Sobre su entrada, había sido tallado el símbolo de la Trifuerza.

"¿Un templo?" Preguntó Laran.

Zelan solo asintió.

Por alguna razón, Laran se sintió atraído por el extraño edificio. Sus imponentes paredes de piedra, que parecían surgir de la tierra misma, le daban un aspecto de majestuosidad increíble.

Sin pensarlo dos veces, el mercenario se acercó y abrió la puerta.

Detrás de él, Zelan dejó caer una lágrima.

"Mi padre... trabajaba allí. Era sacerdote..."

Las lágrimas llenaron sus ojos de nuevo. Ella se lanzó al suelo, y empezó a gritar y a tomarse la cabeza, de una manera desesperada en un principio; luego dejó de gritar, y solo atinó a balbucear unas cuantas incoherencias.

El mercenario hylio se acercó. Le trató de decir algo, pero prefirió no hacer comentarios.

Como supuso que ella no quería escuchar a nadie en ese momento, solo miró el interior del templo a través de una de las ventanas.

Allí dentro se elevaba, en una mesa de piedra, un pequeño letrero frente a un almohadón. No pudo leer el letrero desde esa distancia, pero supuso que antes se exhibía allí algo muy importante.

Pero lo que lo impresionó fue lo que vio en el patio del lugar. Cerca de un árbol, boca abajo, estaba tendido un hylio adulto. Un pequeño charco de sangre escurría por debajo de su pesada túnica de sacerdote.

¿Era el padre de Zelan? Laran no lo sabía. No quiso acercarse, pero sabía que, sin importar quien fuera, ella no podría soportar ver el cadáver.

"Vámonos" fue lo único que el mercenario pudo decir.

La jovencita ya no lloraba. Estaba cansada, y sollozaba entre gemidos. Pero pareció escuchar la orden del viajero, y se levantó.

"¿...Adónde?" Fue su única pregunta.

Laran no pudo contestar.

Se limitó a abrazarla, y a asegurarle que todo estaría bien. Luego, la llevó así, pausadamente, hacia las afueras de su antiguo hogar. Le prestó su manta, y le dijo que lo esperara bajo un árbol.

"Volveré... dentro de poco. No más de dos horas, como máximo." Le murmuró vagamente "Tú... trata de descansar... "

"No puedo" respondió ella, fríamente. Luego se levantó. "¿Podrías tú?"

"...No. No podría. Pero no creo que te gustase ir de vuelta a tu..."

"¿Pueblo?"

"..."

"...Ellos... todos, incluso mi familia... todos murieron... y no sé por qué... no sé quién, o qué lo hizo, ni la razón... "

"Yo..."

"Laran... por favor... no me dejes aquí sola..."

Ella lo abrazó. Él sólo atinó a devolverle el abrazo.

Ambos estuvieron en vilo toda la noche, confortándose con la presencia del otro.


El mercenario buscaba las señas que explicarían la muerte de tantas personas. Todos habían sido muertos con espadas o lanzas, pero fuera de eso, no pudo averiguar más.

Separándose un rato de Zelan, se acercó al cadáver que había visto cerca del templo.

Realmente parecía el padre de su amiga. Tenía los mismos ojos, y un rostro muy similar. Al parecer, había muerto atacado por tres personas, mientras escapaba del templo.

El pensar en eso, le hizo recordar algo. ¿Qué era lo que había estado dentro del edificio¿Tendría algo que ver con la muerte de estas personas?

Laran abrió la puerta, y se acercó a la mesa de piedra. Entonces, leyó la inscripción.

"El pendiente de la Sabiduría, uno de los tres utilizados por el antiguo Héroe de Hyrule, descansa aquí, en este pedestal, desde el año 5321. Ha sido un regalo de las diosas para nuestro fiel pueblo..."

¿Podría ser eso¿Podría ser que la razón de tanta destrucción, de tanta muerte, fuera el deseo de obtener aquel objeto?

Pero¿Quién¿Quién pensaría en eliminar toda una aldea solo por un pendiente, aunque fuese tan valioso?

Sólo tenía una pista. El símbolo de la Pirámide.

Con gran respeto, Laran volteó y cerró la puerta. No quería dejar sola a Zelan en esta situación. Cualquier conjetura podría esperar.

Ella durmió intranquila esa noche. Él estaba en el suelo, cubierto sólo por una manta. Ella en cambio, estaba en una cama muy amplia y cómoda.

Su cama.

Ambos habían decidido dormir allí al menos esa noche. Laran había entrado primero, para ver si ahí dentro había alguien muerto. No había nadie. Su padre y su madre debieron haber estado en otro lugar de la aldea en el momento del ataque.

Recordó que, en la mañana de hace dos días, su padre la había enviado a cazar algo para la cena. Aunque a ella le gustaba mucho cazar, no entendía por qué la enviaban exactamente ese día, si recién habían ido a cazar anteayer.

Ella en ese momento no protestó. Pero lo que la turbó sobremanera fue el hecho de que su padre le dio un pendiente azulado, muy hermoso, dentro de una caja.

"Cuídalo bien, hija" le aconsejó tu padre "Llévalo siempre contigo, sin importar lo que pase"

Ella cerró la mano sobre el recuerdo de su padre que guardaba en el bolsillo. Estaba muy triste, pero ¿Qué podía hacer? Llorar no iba a revivir a nadie...

Tampoco quería quedar allí, sola, en medio de aquel horrible espectáculo de casas destruidas y cadáveres familiares.

Zelan sabía lo que quería hacer. Ella quería irse de ahí. Aunque no sabía hacia dónde, o qué esperaba obtener.

Quería irse con Laran. Quería alejarse de ese lugar, y llegar a otra parte.

¿Hyrule?

Parecía buena idea. Seguramente, Laran la acompañaría hasta ese país, y la dejaría para luego seguir con su misión.

Al menos, esa era la mejor idea que se le podía ocurrir en ese instante...

Irse lejos, y con su nuevo amigo. Ya no había nada que la atase allí.


...¿Qué les pareció? Bien, primero que nada, gracias a Lady Deborah DD 'Debbye' (... Y yo creía que ya había visto MUCHOS nombres raros...) por el review ; ) ¡Me instas a seguir escribiendo! Y por cierto, tu historia no está nada de mal...

¡Adiós, fieles lectores¡Y recuerden my recomendación: Pórtense mal para que sus padres valoren cuando se portan bien!

Por cierto, , Laran será "el Link"... y , Zelan será "la Zelda"... Pero bueno, luego sabrán más de ellos, Jejeje...

See ya!