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La Universidad de Hyrule
"¡Al fin, hemos llegado!" Exclamó Laran.
Ante él y su nueva amiga se erguía una imponente ciudad con altas murallas, y un hermoso diseño.
"¿Es ésta Kalaran?" Preguntó Zelan.
"Así es. Es la ciudad más cercana a nuestro destino que posee una sucursal de la Real Universidad de Hyrule. Cuando me contrataron al sur de Calatia, me dijeron que en una sucursal se me daría más información sobre mi objetivo"
"Encontrar al explorador perdido en los bosques de la frontera"
"Así es. Al parecer estaba estudiando la presencia de un instrumento mágico o algo así... Bien, ya se hace tarde. ¿Te gustaría ir a una posada esta noche?"
"Claro. Gracias, Laran"
Ambos jóvenes tomaron un sendero que los levaría a la urbe.
Mientras caminaban, Laran pensó en lo que había pasado dos días atrás. Ella, tras haber sido despojada de todo lo que tenía en su vida, le había pedido a él, un perfecto desconocido, que la llevara a Hyrule. Y él, sin pensarlo mucho, aceptó.
Sin embargo, ahora se preguntaba la razón. Es decir¿Cuántas jóvenes se alían a un mercenario cualquiera y le piden que las lleve a un lugar que se encuentra a unos 60 kilómetros de su hogar?
Luego reformó la pregunta. ¿Cuántos mercenarios aceptaban esa propuesta?
Sin embargo, sabía que no debía cuestionar esta situación, aún no. Ella todavía sentía, muy de cerca, el dolor de la muerte de sus padres, y él no quería hacerla sentir peor.
Tras unos instantes de marcha, ambos llegaron a una pequeña posada, en la cual planeaban dormir aquella noche. Luego de pedir una habitación, ambos dejaron sus bultos a los pies de sus camas, y se tendieron sobre ellas.
Zelan volteó y miró a Laran.
"..."
"¿...Qué?"
"...Laran... quisiera que me... respondieras algo..."
"...Sí, claro..."
"¿...Qué hay de tu familia?"
El mercenario no contestó inmediatamente. Esbozó una sonrisa triste, y dirigió su mirada al techo.
"No... no es algo de lo que me gusta hablar... yo..."
"Lo siento"
"¿Eh?"
Zelan parecía estar un poco apesadumbrada... debido a él.
"¿Qué... qué es lo que sientes?"
"...Creo que... bueno... al verte así..."
Ambos callaron. Un silencio muy incómodo reinó en el cuarto.
"Están muertos. ¿No es así?"
"...Sí..."
"Por favor... lo siento... no pensé que..."
"No lo sientas. Tú no lo sabías... Bueno... quieres... ¿Quieres comer algo?" preguntó el joven mientras se levantaba de un salto "Mañana será un día muy ocupado"
Ella parpadeó. El cambio de ánimo del mercenario fue demasiado brusco.
"...Está bien... creo..."
Ya abajo, en el salón comedor, ambos se sentaron en una mesa, mientras esperaban que los atendieran.
Mientras tanto, Laran empezó a divagar, como siempre lo hacía al recordar aquel incidente, hace ya cuatro años.
"¡Maldición¡Son demasiados!" Gritó un joven espadachín, mientras levantaba su arma y le lanzaba una estocada a un monstruo.
"¿De dónde demonios aparecieron tantos¡Retirada!" Exclamó el que parecía ser el más experimentado.
Ambos corrieron hacia el pueblo que estaba tras ellos. Sin embargo, el más joven recibió una flecha en la espalda, y cayó al suelo de bruces.
Sin tener tiempo para recoger a su camarada, el otro guerrero se refugió tras la empalizada provisional que los pobladores habían edificado.
Una mujer de cabellos dorados lo observó con preocupación.
"¡Graham¿Estás bien?" Preguntó.
"Si, lo estoy. Pero mi grupo fue eliminado. Lahat fue el último en caer."
La mujer calló. Miró hacia las afueras, y contempló un gran ejército de criaturas que se acercaba lentamente al pueblo.
"Quieres decir... que nuestro hijo..."
"Lo siento, amor."
Ambos se abrazaron, llorando. De sus cuatro hijos, solo quedaba uno con vida.
"¿Está Laran a salvo?"
"...
Lo envié a casa de mi hermana, al este. Espero que al menos
ellos puedan resistir..."
"¿Al este¡De ahí
vienen esas malditas criaturas!"
"¡Laran...!"
Ambos fueron silenciados por una ola de ataques contra la precaria fortificación. Tomando una lanza, la mujer miró a su esposo.
"No fue un final muy feliz, Graham."
"...Nunca dije que lo sería, Gwen. Somos mercenarios, y nuestro deber es luchar por quien nos contrate."
"Todos en este pueblo han muerto, si tu informe es cierto. ¿Qué sentido tiene quedarse aquí para morir?"
"No lo sé. Pero yo prometí proteger el lugar, cariño. Y no me moveré."
Ambos se acercaron un poco. Se tomaron de las manos, y se besaron, probablemente por última vez.
Los monstruos rompieron la pared.
"¡A la carga!" Ordenó Graham.
Horas después, cerca del amanecer, el pueblo estaba desolado. Los cadáveres de sus últimos dos defensores habían sido mutilados y quemados en parte.
Sin embargo, la espada del mercenario, empapada de sangre enemiga, permaneció ahí, indemne, sin que ninguna criatura inmunda osara tocarla.
Fue en ese momento que el niño llegó. No llevaba nada de equipamiento de ningún tipo. De hecho, parecía que había salido velozmente de un lugar para ocultarse o escapar de alguien.
Contempló desolado el paisaje. Se arrodilló y murmuró unas palabras.
"Mama... Papá..."
"Fui el único sobreviviente del ataque al pueblo de mi tía. Y escapé hacia donde estaban mi familia, solo para encontrarlos muertos.
" Lo único que pude salvar ese día fue la espada de mi padre" Pensó Laran, mientras tocaba la empuñadura de su arma. "La he usado pocas veces, puesto que aún no soy un mercenario tan cotizado como fueron mis padres y mis hermanos mayores. Espero poder enorgullecerlos algún día."
Los pensamientos del mercenario fueron interrumpidos cuando escuchó, por un instante, una conversación entre dos personas que acababan de llegar.
"¡...Te lo digo, Ram, toda la aldea de Kakariko fue aniquilada hace un par de días!"
¿Hace dos días?
"...Zelan, por favor, esplera aquí. Yo voy a volver pronto."
En un puesto cerca de la chimenea, dos personas estaban comiendo. Ambos llevaban unas capas verdes y largas, pero lo curioso era su apariencia. Uno era un hylio, común y corriente, salvo el hecho de que llevaba una túnica anaranjada. Y el otro personaje, más alto que su compañero, era una criatura con piel banquecina, con unas aletas sobresaliendo de entre sus ropas.
"... Disculpen..." comentó Laran.
"¿Sí¿Qué deseas?" Preguntó el hylio recién llegado, quien aparentaba ser solo un par de años mayor que el mercenario.
"Quisiera saber a qué se refería con eso de que la aldea Kakariko fue destruida."
"Oh, sí. Un suceso muy triste. Verás, hace unos días, yo escuché algo sobre unos viajeros que se acercaron a Kakariko. Su intención era poder reaprovisionarse, para luego llegar hasta aquí... sin embargo, en ésa aldea, encontraron una desagradable sorpresa. Todos, absolutamente todos los lugareños había muerto.
"Malkaluta nevai, kakuruwa hierme" dijo Ram, el zora que estaba sentado con el hylio.
"¿A qué te refieres con que soy muy fácil de persuadir¡Debe ser verdad! Piénsalo: las bestias monstruosas se acercan cada vez más a los poblados, grandes señores de países lejanos batallan entre ellos... ¡Es como se predijo hace tiempo¡Hylia se acerca a su fin!"
"Miraka, tike nauv..."
"¡Yo no soy un exagerado, pescado con piernas!"
"... ¡Naaty!"
"¡Cállate! Estoy cansado de que me insultes en Labrynnio..."
Laran agradeció la información y volvió a su puesto. Zelan lo miró con extrañeza.
"¿Qué ocurre?"
"...Nada... nada en absoluto..."
"...Bien..."
Poco después, llegó su plato. Pero a pesar de estar hambriento, el joven hylio no comió casi nada.
Había mucho en qué pensar. Ya eran dos aldeas atacadas, y ambas sin razón aparente.
Demonios. No sacaba nada con divagar. No era asunto suyo, y punto.
A la mañana siguiente, Laran fue despertado por Zelan cuando ésta abrió las ventanas.
"¡Vamos, Laran¡Ya es tarde!" instó ella.
"Jum... ¿Qué hora es?"
"Las nueve y media."
El muchacho se arrebujó en sus mantas.
"...Debo estar en la Universidad a las once de la mañana..."
"Si eres siempre tan perezoso, no me extraña que no tengas tanto trabajo."
"... Eso es algo diferente..."
Tras desayunar algo ligero, ambos se encaminaron hacia el edificio.
No fue difícil ubicarlo: se encontraba sobre una colina muy alta, contemplando majestuosamente la ciudad.
Y sobre la puerta principal, al centro, estaba el grabado del Protector de Hyrule, el Ave Fénix. Fuerza, sabiduría y coraje era lo que aquel animal mítico representaba para los hylios, de modo que fue el emblema por excelencia de la Familia Real desde hace miles de años.
"¿Qué se les ofrece?" Preguntó un afable anciano al notar la presencia de los dos jóvenes.
"Venimos aquí por esto" explicó Laran mientras mostraba un papel que llevaba hace ya varias semanas en su bolsillo.
Decía así:
Estimado y noble mercenario:
Yo, el Profesor Shiren Kavani, Sumo Rector de la Real Universidad de Hyrule, os saludo. Deseo vuestra presencia en la sucursal más próxima de nuestro establecimiento a las 11:00 de la mañana del día 4 de Nayru.
Haga el favor de informar a sus colegas en la profesión de este llamamiento. Necesitamos con urgencia toda la ayuda posible.
Atentamente, y agradeciendo desde ya su cooperación
Shiren Kavani
"Veamos... creo que los mercenarios que acudieron están en el Aula 14, al final de aquel pasillo de la derecha..." respondió el hombre.
"Muchas gracias..."
Ambos se detuvieron un momento antes de decidirse a entrar.
"¿Estás segura de que quieres acompañarme? Tal vez sea algo aburrido..." Comentó Laran.
"No
importa. Si te parece bien que entre..."
"Claro, claro. Pero
al hacerlo, serás considerada mercenaria. ¿Estás
segura?"
"Sin problemas."
El joven suspiró. No le molestaba estar con ella. El problema estaba en la aprensión que ella le había tomado.
Pero el mismo recordó la sensación. El dolor. El miedo. Todo lo que sintió al ver muertos a sus padres. A su familia.
El deseo de tener a alguien a su lado.
Nunca se había curado por completo. No era muy sociable, y acostumbraba trabajar solo.
Tal vez, el estar con ella por un tiempo podría ayudarles a ambos.
"Entremos, pues..." sentenció mientras abría la puerta.
¡Ratas¿Pueden creer que acabo de actualizar esta historia?
Perdón a las cuatro... eh... tres... bueno, a los que sean que les interesa esto. Es lo único "serio" que he publicado hasta el momento, y le tengo mucho cariño a la historia. No la pienso dejar de lado (Le calculo unos veinte capítulos, como máximo...)
Bien, ya sé que el capítulo está algo "flojo" y la verdad si lo piensan bien, lo único que hicieron fue llegar a una ciudad, hospedarse e ir a una universidad. Nada muy complicado, pero necesitaba demostrar lo que cada personaje sentía, como la "extraña" hospitalidad de Laran (Desea estar con alguien, ya que sufrió un trauma en su niñez)
Eso es todo... por ahora. Espero que ya no me demore tanto en actualizar.
¡Hasta pronto¡Dejen review!
¡Notas extra!
Debbye, tu nombre no es raro. Disculpa si te molesté con eso. ¿Ok?
Dany-kanuto-Link, los pendientes salen en A Link to the Past, el juego de SNES. Que yo sepa no aparecen en ningún otro (Eh... ¿Cuenta mi fic?)
Shane Kamiya, gracias por decir que escribo bien. Era obvio, pero siempre es bueno recalcarlo (Sarcasmo, sarcasmo...)
Quizá estos sean los únicos reviews que conteste. Parece que acaba de salir con una regla de que no puedo contestar reviews, y etc, etc...
Este sitio es bastante bueno, pero tiene reglas muy extrañas...
