¡El último capítulo me dejó poco satisfecho! Así que, en vez de escribir un nuevo capítulo de mi historia de Fire Emblem, mejor termino éste... Lean y dejen Review...
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Batallas en la floresta
"¿Ves algo, Goron?"
Un joven Goron llamado Dhar, proveniente de Holodruom, estaba acuclillado en medio de un claro. Sonriendo, levantó su cabeza y contempló al grupo.
"¡Al fin! Si no estoy siendo engañado, alguien pasó por aquí, hace poco tiempo. Lo único desconcertante es que sus huellas son de pies hylios descalzos..."
"No muy desconcertante, por cierto. Si yo me perdiera en un bosque, el calzado sería una de mis prioridades más bajas..."
Esa tarde, y siguiendo las pisadas recientemente descubiertas, la Expedición Kalaran avanzaba silenciosamente. No sabían que sorpresas les deparaba la extraña floresta.
"Laran..."
El mercenario, que había estado concentrado en el camino, volteó su cabeza con rapidez. Zelan, a su lado, observaba preocupada un objeto en su mano.
"¿Es eso una brújula?" Preguntó el joven.
"Así es. Pero esto ya me está asustando" comentó ella, mientras le pasaba el instrumento.
La manecilla se movía como loca, en sentido de las manecillas de un reloj.
"Diablos"
"Parece que el bosque contiene demasiados minerales debajo. Es muy extraño que tantos árboles puedan crecer en un lugar con estas características..." comentó un mercenario de apariencia docta, mientras examinaba la brújula por sobre el hombro del muchacho.
"Extraño o no, sigamos marchando, Graham. Mi raza no nació para los bosques..." se quejó Dhar, mientras trataba de seguir las huellas.
Mientras el grupo entero caminaba, en una sola línea uniforme, una sombra los contemplaba oculto tras el tronco de un imponente árbol.
Los días transcurrieron con lentitud. El rastro se debilitaba y volvía a crecer de manera intermitente, pero los mercenarios no se quejaban; eran gajes del oficio.
En realidad, el tiempo que pasaron fue agradable, o lo hubiese sido de no ser por los árboles, y la sensación de respeto que infundían. Más de una vez, les pareció ver movimientos furtivos entre el espeso follaje, lo cual les hacía ser muy atentos.
Y lo extraño era, en realidad, el tamaño del bosque. Nadie podía decirlo con seguridad, pero parecía que el bosque continuaba creciendo mientras ellos caminaban. De ningún otro modo podrían estar tanto tiempo en él.
Cada tarde, cuando armaban el campamento, los integrantes del grupo se reunían alrededor de una fogata, cenaban en conjunto, y conversaban animadamente. Pero, tras una semana de esta rutina, empezaron a callar más, a desesperarse poco a poco.
El bosque nunca terminaba. Las huellas siempre, siempre continuaban.
"Creo que tengo miedo"
La declaración de Laran había logrado, de algún modo, deslizarse por sus labios una tarde mientras cenaban. Todos los que estaban cerca se volvieron a él.
"Nava" murmuró Ram el zora, mientras le palmaba el hombro.
"Quiso decir 'Todos' " tradujo Mako.
Esa noche, tras armar las tiendas de campaña, los expedicionarios fueron a dormir rápidamente. Los únicos aún despiertos eran Laran y Zelan, quienes harían guardia por las siguientes dos horas.
"Hey..."
Zelan se acercó a su amigo lentamente.
"¿Era cierto eso sobre tener miedo?"
Una sonrisa triste apareció en la boca del aludido.
"Sí. Mucho miedo. Estos árboles... son muy extraños. No piden respeto, como los Templos o los Castillos, lo imponen. Solo una rama de ellos me parece más real o majestuosa que el Trono del Rey de Hyrule..."
"Comprendo"
Ambos se sentaron de espaldas al fuego. La noche seguía tranquila.
"Así que¿Has visto el Castillo Real?"
"Muchas veces. Mi padre usualmente tenía misiones en la Ciudad de Hyrule"
"Nunca he estado allí. Mi padre era un sacerdote del Orden de los Sabios; uno menor, por supuesto, pero muy respetado en mi aldea. Aún no puedo creer que haya..."
Una lágrima escurrió por su mejilla. Él la abrazó con suavidad.
"Perdón... yo no debería... pero es... tan difícil... no creo que algún día pueda hacerme la idea de que..."
"Yo nunca lo hice"
Ella lo miró, con ojos humedecidos. Su tristeza aún estaba presente, sin duda, y seguía sintiéndose sola. Pero el solo hecho de sentir que alguien estaba con ella, que alguien la abrazaba y trataba de confortarla, y el saber que no era la única persona del mundo con aquella pena, lograban animarla un poco.
Zelan apretó más fuerte. Laran simplemente sonrió y depositó una lágrima en la rubia cabellera de la joven.
Y en ese instante, la flecha zumbó y se clavó en un árbol, rozando su cabeza por centímetros.
"¿Qué demonios sucede?" Cuestionaba a viva voz el joven goron mientras sentía que un hylio lo desenroscaba y lo zamarreaba.
"¡Estamos bajo ataque!"
Dhar se levantó velozmente, desequilibrando a quien lo despertó. Tomando su pesado Martillo, salió de su tienda lanzando un grito de batalla.
Las cosas afuera eran terribles. Dos de los integrantes de la expedición yacían muertos en el suelo, mientras que el resto se organizaba.
Los atacantes eran extraños hombres envueltos en capas negras. Laran había matado a uno de ellos, descubriendo que estaba luchando con hylios.
El arco de Zelan silbaba a lo lejos. Se había escondido tras una de las tiendas, junto con los demás arqueros, y disparaba con algo de renuencia.
Era en el lado ese del campamento en donde se encontraba el fulgor de la batalla. Ram tajaba a sus enemigos con veloces cortes de sus navajas; Mako lanzaba sus hechizos con velocidad, quedando exhausto tras un rato. Si uno de los compañeros no se hubiese interpuesto entre él y una lanza enemiga, hubiese visto a las diosas sin demora.
Todos los mercenarios con armas de corto alcance golpeaban ferozmente a sus enemigos, sin darles tregua. A pesar de estar desorganizados, los desconocidos representaban un buen reto, puesto que aventajaban numéricamente a la expedición en una razón de tres a uno.
La espada de Laran trazó un arco y desarmó a su contrincante. Rápidamente, le enterró el arma en el cuello, hiriéndolo de muerte. Al caer, la manga de la túnica subió a la altura de sus codos... mostrando un tatuaje de una pirámide con una gran G en el centro.
"¡Son los que atacaron la aldea de Zelan!" Pensó, mientras corría hacia donde se encontraban sus compañeros.
La batalla, corta pero violenta, había terminado. Diez de los mercenarios habían muerto, pero los enemigos habían sido aniquilados.
"¡Laran!"
"¡Zelan, me alegro que estés bien!" Exclamó él, mientras corría y la abrazaba. Había peleado admirablemente.
"¿Quiénes son nuestros muertos?" Preguntó Evan, el líder.
"Veamos. Rhemin ha caído. Que Din lo bendiga, era valiente. También Oda y Tak, de flechazos en la espalda. Cobardes. Estos cuatro no los puedo reconocer... recibieron golpes de espada en sus rostros"
Los que sobrevivieron bajaron la cabeza con respeto. Valientes camaradas habían muerto, y otros tres estaban heridos, entre ellos Dhar el Goron. Muchas flechas envenenadas le habían penetrado en la firme espalda, y aunque los piquetes no hacen mella en los de su especie, se sentía mareado y cansado.
Tras enterrar a los muertos, empezaron a revisar a los enemigos. Todos tenían el mismo tatuaje, estaban descalzos, y eran de semblante sombrío, no muy diferentes a los cadáveres que eran ahora.
Mako comprobó que las huellas de sus contrincantes provenían del mismo punto donde se dirigían antes de aquella batalla. Eran las huellas de uno de aquellos personajes las que habían seguido al interior de la floresta... Dondequiera que estuviese el explorador perdido, ahí estarían aquellos malvados.
"Por todas las diosas..."
Frente a ellos, la Expedición Kalaran, se erguía una imponente Torre de color ceniza. Aquella espectacular visión, entre la desolación y el miedo generado por el bosque, creaba un contraste altísimo. Estaba ubicada en un claro desprovisto de arbustos o malezas, y no tenía grietas o musgo trepando por las paredes. Se veía como recién construida.
Zelan observó por largo rato el edificio. Mirando alrededor, rompió el silencio.
"¿Cómo puede ser que nadie vea esta Torre desde afuera de este lugar?"
"He leído que antiguamente, los Sacerdotes podían invocar encantamientos sobre edificios que no debían ser vistos, como el Templo del Tiempo. Pero todos se abrían con claves de algún tipo... éste lugar está a nuestra vista, aquí, en medio del bosque..." respondió Graham.
Su explicación falleció con un susurro. Desde la fortaleza, un hylio vestido de la misma manera que los atacantes escapaba velozmente, mientras sostenía un libro en la mano.
"¡Deténganlo, rápido!"
Sin necesidad de más aliento, el grupo entero corrió en su persecución, mientras desenvainaban o preparaban sus armas.
Un arquero lanzó un flechazo que rozó al enemigo. Rápidamente éste volteó, encarándolos.
"¡Vaya, hermanos míos! Tarde han llegado, si buscan al explorador. Ha caído bajo mi mano hace unos minutos, en la Torre... todo por el bien de Ganon, por supuesto..."
¿Ganon?
"¿A qué te refieres con lo de 'hermano' y lo de Ganon, eh?" Preguntó Evan,.
"Son muy impacientes, hermanos. Dentro de poco lo sabrán. Por el momento, les diré mi nombre: Duncan Highland, Seguidor de Ganon, el Supremo. Y ahora, como regalo de despedida..."
Duncan levantó su mano, y empezó a murmurar unas extrañas palabras en un idioma incomprensible. Los mercenarios corrieron hacia él, encerrándolo en un círculo... pero antes de poder hacer algo, todos vieron como una criatura enorme, salida de la nada, atravesaba a Evan con una lanza.
"¡Moblins, escuchen mis órdenes: que no quede ninguno de mis hermanos con vida!" Gritó el enemigo, mientras escapaba hacia el oeste.
"¡Formación de cubo, rápido!" Ordenó Dhar, mientras golpeaba a un Moblin en la cabeza.
"¡Arqueros atrás, escudos al frente y lanzas en la segunda fila!" Exclamó Graham, mientras esquivaba una lanza enemiga.
El grupo, a pesar de estar muy bien organizado, estaba siendo nuevamente superado en términos numéricos. Siguiendo la estrategia, Laran levantó su escudo y empezó a detener los golpes de lanza, mientras que Zelan, en el centro de la formación, disparaba sus flechas con menos temor que antes.
Pero las esperanzas de poder ganar se difuminaron con rapidez. Los Moblins, excelentes soldados, lograron abrir una abertura en la formación, al matar al mercenario con escudo de la esquina derecha. Rápidamente, las bestias entraron al cubo formado por los guerreros, asesinando a cuantos podían. Los arqueros, casi indefensos, desenvainaron sus navajas y trataron de defenderse; Laran dejó su puesto para poder defender a los guerreros del centro, mientras el caos se imponía con rapidez.
"¡Retirada, hacia el oeste!" Exclamó Mako, mientras golpeaba hábilmente con su bastón a un enemigo. "¡Debemos seguir a Duncan!"
"¡Al diabo con la misión!" Gritó uno de los mercenarios, antes de caer al suelo con una lanza atravesada en el pecho.
"¡Somos gente de palabra, y terminaremos con esto!" Sentenció Dhar, golpeando a la bestia más próxima a él. "¡Hacia el oeste!"
Los que aún estaban vivos, escaparon con celeridad. Zelan sintió que alguien la tiraba; trató de zafarse desesperadamente, pero se calmó al ver que sólo era Laran.
"Tu brazo..." murmuró ella, mientras observaba la sangre escurriendo lentamente.
"Un rasguño, nada más. ¡Vámonos!"
El grupo entero se dirigía a la misma dirección. Los Moblins corrían detrás, lanzando sus venablos. Uno de los mercenarios que corría junto a Laran fue alcanzado por las armas, y se desplomó gritando.
"¡Dispérsense en grupos de a cinco!" Ordenó Mako, mientras cogía a Ram y se ubicaba al lado de Zelan.
"¡Pronto¡Sigan las huellas del hombre oscuro!"
La expedición se diseminó con velocidad. Los Moblins, confundidos, siguieron a un par de grupos que habían escapado en la misma dirección. El grupo de Laran no perdió tiempo, y se escondió tras unos arbustos cercanos.
"Hola,amigos..." saludó un jadeante (y todavía irónico) Mako mientras estudiaba a su grupo con detención. Dhar se les había unido a último minuto.
"Mako¿Rhi ma hatya kiit?" Preguntó Ram, mientras se sentaba exhausto.
"No lo sé, Ram. Pero creo que la mayoría de los que sobrevivimos escapará..."
Laran simplemente suspiró, limpió su arma, y la envainó.
Hace unos minutos, eran cuarenta y cuatro. Y ahora, no más de dieciséis.
La expedición había fracasado.
No me vean así... no soy TAN sádico... pero TENGO que ponerle acción de vez en cuando¿Eh?
