Ninguno de estos personajes me pertenece. Ya quisiera, tener a InuYasha sería todo un logro y hermoso sueño.

Datos de Interés:

Texto en cursiva Pensamientos de los personajes.

–.– Cambio de escena.

FLORES AMARILLAS

Él sólo estaba buscando el modelo perfecto, ella sólo vino a devolverle su chaqueta. Algunas veces el destino quiere jugar con nosotros... y toca nuestra puerta, literalmente –Universo Alterno–

Capítulo primero:

De cuadros y tontos.

.

No, no podía. Era tan difícil. Sus ojos no desprendían aquella vida que él quería darle al cuadro, su primera pintura verdaderamente importante para el instituto. Suspiró, tratando de dar una ultima pincelada, queriendo llenar esos ojos oscuros, fríos en unos que desprendieran vida, unos que le dieran las ganas de seguir con su trabajo de artista.

Él negó con la cabeza, despertando de sus pensamientos, tratando de buscar una nueva modelo. La iba a lastimar mucho, ya que con mucho trabajo había intentado convencer a su novia para modelar, pero ahora… ¿Cómo decirle a la cara que no tenía esa pequeña pizca que necesitaba su obra?

Imposible… O, bien, como había mencionado Miroku: inútil.

En la soledad de su habitación, llena de la luz del día, estaba un pintor. Era muy grande en el instituto de pintura, maravillaban a todo el que clavara sus ojos en algunas de sus obras. ¿Ahora vendría y diría que no encontró una modelo perfecta para su cuadro?

'Tarde de Primavera' El nombre le vino a la mente al tiempo que el profesor dijo: "Tema libre". Siempre le sucedía eso, díganle un tema y él ya tenía hasta el nombre. Un borrador y el fondo listo. Una mujer sonriente y llena de vida, el punto final de su pintura.

Kikyo era una persona muy bondadosa, tenía un gran corazón, la conocía desde que entraron ambos al colegio de pintura. Pero, hace ya tres años que iban estudiando, la chispa se iba perdiendo lentamente y ahora sólo había amistad… o al menos eso era lo que él sentía.

'Te amo', esas palabras ya le costaba decirlas y le lastimaban mucho por dentro cada vez que Kikyo, en alguna oportunidad en la que estaban solos, lo decía. Más que nunca sentía el frío en sus palabras, su mirada congelante le era difícil sostenerla e intentar mantener encendido aquel frío corazón era muy complicado ya.

InuYasha suspiró una vez más, dándole terminada a su obra, sin estar contento de sí mismo. ¡Por supuesto que no podría! Aquel hermoso fondo, según Sango, llenos de árboles del sakura, dejando sus flores por doquier y Kikyo sonriendo levemente no lo encontraba realmente atrayente. Pero era lo que tenía hasta ahora.

¡.¡.!.!

'BANCK'

¿Su puerta…?

Inu se giró sobre la silla, saliendo de su habitación, encontrado a una chica jadeando. ¿Pero qué…?. ¿Era Kikyo?. Su cabello desordenado tapaba graciosamente algunas partes de su rostro, su pequeña boca se abría y entrecerraba, su pecho subía y bajaba. Parecía que había salido de un campo de batalla.

InuYasha se limpió ambas manos con un trapo, pero aún quedaron rastros de pintura, a igual que sus ropas. La chica extraña, o la que parecía ser Kikyo, levantó su rostro, observándole con sus ojos azules.

¡.¿…?.!

El aire se le quedó en los pulmones… Esa mujer no era Kikyo, los ojos rebelaban mucha energía y vitalidad. Ambos se quedaron en silencio, mirándose detenidamente, cómo si la vida dependiera de ello.

Se escucharon las pisas, gritos de las personas y un tal: 'Kagome, .¡.¿dónde estás, tonta?.!' de un muchacho, es más, la voces y gritos era de muchachos. Inu, ante tanto escándalo, despertó de su visión y alzó una ceja.

–Lo siento, InuYasha… –susurró la chica, mostrando su pequeña pero hermosa sonrisa, abriendo la puerta tras de ella y cerrándola con lentitud, como si no hubiera sucedido nada allí.

InuYasha parpadeó confundido. ¿Había dicho su nombre?. A grandes zancadas, llegó a su puerta y la abrió de un portazo. Eso era lo malo de vivir en un departamento, las personas se perdían en los grandes pasillos y todas las puertas era iguales. Se asomó, no había nadie allí, sólo una gran puerta marrón y algunos alaridos.

¿Acaso ella será amiga de esos inútiles?. se preguntó InuYasha, frunciendo el ceño y cerrando la puerta. Remangó un poco más su camisa azul celeste, llena de pintura y se encaminó hacia su cuarto, que estaba al lado del cuarto de pintura. No me importa… Eran iguales, pensó, con un extraño brillo en sus ojos violetas.

se preguntó InuYasha, frunciendo el ceño y cerrando la puerta. Remangó un poco más su camisa azul celeste, llena de pintura y se encaminó hacia su cuarto, que estaba al lado del cuarto de pintura. , pensó, con un extraño brillo en sus ojos violetas.

Inu tenía un plan, un enorme y perfecto plan.

–.–

Más rápido, necesitaba ir más rápido. Jadeaba, sintiendo cómo de a poco se le iban sus fuerzas. ¡Qué vergüenza!. pensó recordando lo que había sucedido hace unos cinco minutos, tratando de escapar de los enojados chicos. ¿Cómo pudo pasarle esto?.

–¡Oi, detente!. –jadeó Kagome, casi sin voz a su amigo, quien se dio la vuelta y se acercó a ella, mostrando una sonrisa burlona -. No… no puedo más.

Shippou se río, mostrando sus dientes blancos.

–Eso te pasa por entrar al departamento de InuYasha, Kag. ¡Kouga te matará!. –respondió el niño de catorce años, de encendido cabello y ojos verdes -. Ya sabes lo celoso que es..

Kagome asintió, apoyándose en la pared que había cerca. Nunca más en su vida diría algo cómo lo que dijo, o más bien trataría de cuidar a Kirara. Esa gatita… era muy hermosa y muy inteligente, pero la metía en cada lío..

–Y no sé por qué, Shippou –suspiró Kag, recuperando el aire y observando pensativamente al cielo azul. Eran tan hermosas las mañanas de primavera -. Él sólo es mi amigo.

Shippou mostró un rostro resignado, sabiendo muy bien que su prima era muy despistada cuando se trataba de su alrededor.

–¡Cuándo se entere que entraste al departamento de un hombre!. –volvió al tema Shippou, haciendo una imitación de la voz de Kouga -: "¡.¿Pero qué diablos hacías ahí, Kagome-san?.! .¡Esa bestia me es insoportable y tú vas hacia su departamento!." Síp¿cuáles eran tus flores favoritas?

–Las amarillas, .¿por qué?

Parpadeó. Shippou mostró una vez más su sonrisa burlona.

–¡Para llevártelas a tu tumba!. –y le sacó la lengua, comenzando a correr una vez más siendo perseguido por Kagome.

Higurashi vivía en el mismo edificio que InuYasha, e iban al mismo colegio. Ella siempre se quiso relacionar con él, había algo que la obligaba a mirarle cada vez que pasaba a su lado, sin embargo, por alguna razón, no podía. Eran compañeros de salón, pero dudaba si él conocía su existencia. Además… sabía muy bien qué él tenía novia, ésa era Kikyo.

Los ojos azules de Kagome parpadearon una vez más, llegando nuevamente a su mente aquella imagen de InuYasha entre un cuarto de su hogar. Su cabello negro largo estaba sujetado por una coleta muy baja, una camisa celeste manchada de pintura, unos pantalones negros también manchados. Aquella imagen del pintor… Apretó el paso, siguiendo a su primo… Ese era InuYasha.

Ahora iban de camino hacia la casa de Kouga, su mejor amigo desde pequeña. No sabía por qué, pero desde los quince él se comportaba de un modo más extraño con ella. Sus ojos algunas veces le incomodaban por la dulzura que salían de ellos, y más de alguna vez Kouga la tomó de la mano mientras iban caminando; paseando como amigos.

–¿Y ya terminaste tu pintura, Kagome?. –preguntó Shippou, cuando habían parado de jugar y se dirigían al dojo de Kouga -. La ultima vez que la vi, te faltaba el cielo.

–¡.¡.¿Miraste mi pintura?.!.! –gritó Kagome, abriendo sus ojos a más no poder cuando el niño asintió. Rodeó su cuello con un brazo, y puso sus nudillos contra su cabeza, apretando fuertemente -. ¡Eso es secreto, primo!. .¡Sabes bien qué no me gusta que miren mis trabajos, y peor si no estaban terminados!

Fácilmente, Shippou se deshizo de aquel abrazo, donde había sido anteriormente estrujado por Kagome. Diablos, cada vez era más fuerte.

–Sólo te preguntaba. .¿Y de dónde sacaste ese modelo tan… extraño, Kag-chan?

La pelinegra se cruzó de brazos, en un gesto orgulloso, sin percatarse que en sus mejillas estaban levemente sonrojadas.

–No te importa. Y sí, ya lo terminé hace una semana. Sé, también lo sé, falta un mes para entregar el trabajo –dijo ella, respondiendo cada pregunta que se le formulaba a la mente de Shippou.

El pelirrojo miró a su prima. Aquella hermosa jovencita de diecinueve años, de espeso cabello negro, con las puntas enruladas. Su tez era muy blanca, casi como la nueve. Sus grandes ojos eran de color azul marino, como los océanos mismos. Los labios de un color rosa palido, que siempre tenía su perfecta y alegre sonrisa. Ahora vestía una blusa de seda manga corta, de color azul, que conminaba con sus ojos y una falda rosa palido, seguido de sus piernas blancas y que terminaban en unas simples sandalias. Eran tan linda su prima, pensó orgulloso.

¡Por supuesto!. Ellos crecieron juntos, él la vio crecer desde muy abajo. Conocía su personalidad amable, pero también muy explosiva. No era recomendable hacerla enojar, porque ahí perdía toda su inocencia e ingenuidad; era un ogro. Le gustaba ayudar a los demás. Y más le encantaba leer y dibujar, en especial si se trataba del Japón feudal.

–¿Y por qué hiciste un híbrido?. –río burlonamente Shippou, comenzando una nueva carrera, seguido de su histérica prima.

No importaba, siempre, siempre su hobbie sería molestarla.

–.–

Inu abrió sus ojos, observando toda su habitación en penumbras. ¿Qué hora era? se preguntó observando su reloj, bostezando sin poder evitarlo.

¿…?

¿Las nueve y media, los ojos violetas simplemente querían cerrarse y dormir. Pero no. Debía llamar a Kikyo, tenía que contarle sobre su plan y descargarla de ser una modelo. No saldría de esta, pensó con desanimo, recordando aquella joven que entró en su departamento y que era muy parecida a Kikyo.

Su plan cada vez le gustaba menos, pero muy en el fondo le maravillaba más. ¿Se daría cuenta?. ¡Pues claro, idiota!. Kikyo no es ninguna estúpida, y se sabría diferenciar.

Un suspiró pesado salió de sus labios, al tiempo que se recostaba en la cama y miraba el techo con atención. Tumb, tumb, tumb. ¿Música?. Agudizó el oído, hasta llegar a la conclusión de que eran sus vecinos que cada semana hacían una fiesta, una más exitosa que la otra.

Más de una vez estuvo invitado, porque era muy atractivo para las mujeres de su curso. Recordó lo celosa que era Kikyo, de lo que nunca podía confiar en él, porque el muy bastardo de Naraku la había violado. Recordó el momento en qué le contó su secreto, aquél espantoso día donde escuchó su desagrado por los hombres y en dónde se le había declarado.

Volvió a suspirar. Mal día, mal día, se dijo frotando sus sienes, molesto de escuchar la ruidosa música. Se levantó de la cama y se colocó las zapatillas, sin atarse los cordones, y se encaminó hacia la cocina. Abrió el refrigerador y sacó un jugo de naranja.

¿Qué hacia ello allí?. Si ni siquiera le gustaba el jugo de naranja, pensó tomando un poco, saciando su sed. Cerró los ojos por un momento, sumergido en la soledad de su departamento. Estaba muy cansado, quería volver a dormir, no deseaba llamarla...

Abrió los ojos, pensativo.

Bueno. Miró con los brazos cruzados al la altura de su pecho, su departamento. Estaba solo, como siempre. Su vista se detuvo en la puerta, quedándose prendido por unos momentos. Su mirada era expectante. ¿Q-Qué estás haciendo, InuYasha?. Se despertó el joven, sacudiendo su cabeza y abriendo nuevamente el refrigerador, buscando comida.

Sin embargo… No tenía hambre. ¡Ya deja eso!. Sus mejillas se tiñeron de color rojo. ¡Sólo agarra esa estúpida manzana y cómetela!. Hizo lo que su cerebro malhumorado le ordenó, agarró la manzana y la presionó contra sus labios, pero no la mordió.

No, esta vez no podía comer. Guardó la fruta en su lugar y cerró el refrigerador, suspirando. Conocía a esa chica de algún lado, lo sabía, pero su cansada memoria no quería saber nada más… Nada, excepto los ojos azules de esa chica.

Le llamó la atención porque se parecía a Kikyo, y también porque sería el modelo perfecto para su cuadro. Los únicos problemas eran: Kikyo y la chica. Su novia le armaría un escándalo y, seguramente, volvería de su viaje echando humo por las orejas. La chica… ¡Ni siquiera sabía dónde vivía!. Y le resultaba vagamente familiar.

Hoy no es tu día, InuYasha. Nada te está saliendo bien.

Pero lo que no sabía, era que el destino estaba tocando su puerta.

'TOC, TCO'

Bueno, no tan literalmente..

Inu dio su vista penetrante hacia la blanca puerta, preguntando si sería Miroku, tal vez para llevarlo hacia esa fiesta. Salió de la cocina, pasó por el living y fue hacia la puerta más grande del pequeño departamento. Giró la perilla, mostrando la mitad de su cuerpo y miró quién era.

Eso si: no eran los picarones y alegres ojos azules de Miroku, tampoco los tiernos y dulces de su madre, menos serían los molestos e irritantes ojos de Kouga. No. No le pertenecía a ninguno, porque eran únicos, y tenía mucha más vida que los oscuros de su novia.

Es… ella. Inu abrió ligeramente la boca, sorprendido por encontrarla allí, parada y con algo entre las manos. El rostro de la muchacha desconocida estaba encendido levemente, sonrojada por la vergüenza. Los ojos violetas de InuYasha, siempre lograron incomodarla.

–Eum… Disculpa… .¿Huh…?. .¡Q-quería devolverte esto, InuYasha!. –balbuceó Kagome, extendiendo sus brazos y mostrando una chaqueta negra.

InuYasha parpadeó, recordando la noche dónde llovía y estaba esa chica mojándose, llorando desconsoladamente porque su madre se había muerto… Abrió los ojos. ¡.¿Esa muchacha era…?.!

¡.¿TÚ?.! –gritó.

La puerta color marrón y de números dorados, formando un perfecto 39, se abrió, revelando a una muchacha de cabello enrulado: Ayumi.

–¡Algunas personas queremos dormir, InuYasha!. –y cerró la puerta de un portazo, bastante molesta. El chico de ojos violetas parpadeó una vez más, sorprendido por el humor de su vecina… Esa mujer parecía embarazada.

Volvió su atención a Kagome, que parecía un poco aturdida por el grito de Ayumi y el de InuYasha. Sin embargo, el ceño se marcó en su inocente rostro.

–.¡Oi!. ¿Vas a agarrarla o quieres qué me la quede yo?. –preguntó molesta, viendo como InuYasha sólo miraba su prenda.

El chico la agarró con desen, arrebatándole de las manos de Kagome. La chica lo miró más enojada. ¿Pero quién se creía?. ¡Y ella de buena gana le había devuelto su chaqueta limpia y planchada!. –seca también- Kagome puso ambas manos sobre su cintura.

–¿Y?.

Inu la miró.

–¿Y qué?.

–¿Se dan las gracias, o me parece?.

El chico la miró ofendido.

–¡Keh!. Cómo si debiera dártelas. ¡Gracias a ti pesqué un resfriado!

La muchacha abrió la boca más molesta, incrédula de que ese joven fuera quién la consoló en ese día. ¡Por Dios!. ¿Dónde quedó el compresivo y buen mozo de InuYasha?.

–Pues primero no me hubieras ayudado, así tu 'perfecta salud' –ironizó Kagome -, estuviera intacta, señor quejón.

–¡La verdad no sé para qué te ayudé!. Te di mi chaqueta, te consolé y encima quiere las gracias –se quejó InuYasha al aire, hablando más para sí mismo que para Kagome -. Y me llamo InuYasha, pe...

'PAPP'

La mejilla de InuYasha estaba roja. Pero no necesariamente era ese sonrojo que le daba cuándo pensaba en… La voz de Kagome lo interrumpió:

–Tonto, tonto… ¡.¡TONTO!.!

Y hasta la música del vecino 49 dejó de sonar. Kagome, en un gesto orgulloso y levantando la barbilla, se dio media vuelta y se cerró la puerta del departamento 44. Fueron unos segundos de silencio, en los que Inu no lograba despertar de aquella cacheteada.

Una mano posó en el lugar adolorido, y en donde se formó una marca perfecta de una mano. Nunca una mujer le había pegado en su vida…

¡.¡LA TONTA ERES TÚ, ZORRA!.!

Y, con furia y acompañado nuevamente por la música, cerró su puerta con fuerza. Estaba muy molesto, demasiado molesto.

.¡Modelo!. ¡Modelo, ella!. ¡Por favor!. ¡Fui un idiota a pensar que sería perfecto, un completo TONTO!. Pero recordó las palabras de Kagome ('Tonto'). Un momento… ¡Yo no soy ningún tonto!.

Pero recordó las palabras de Kagome ('Tonto').

–.–

Kag se tapó hasta la cabeza con las sabanas.

¡.¡InuYasha es un tonto!.! ¡.¡TONTO!.!

Cerró los ojos. Lo importante sería dormir, mañana tenía clases temprano y debía madrugar. Pero era difícil, con el insensible rondando por su mente… ¿Y qué hago pensando en él?. la chica pensó, abriendo los ojos entre la oscuridad, ¡Verdaderamente Sango-chan tenía razón!. Debo estar muy cansada...

Cansada iba a estar el día siguiente.

Continuará...

¡Comenten!ver quiero su opinión.

…Y, sí quieren, puedo alargar un poco más los capítulos…

Vamos, no es difícil apretar el botóncito 'Go' y escribir un comentario (constructivo si es posible u.u).

¡.¡Sayonara, minna-san!.!