FLORES AMARILLAS

Capítulo siete.

Cuando todo termina.

Era un miércoles atareado y todo había cambiado, casi poniéndose patas para arriba. Cuando InuYasha pensó que nada podría estropear su 'suerte', vino el profesor diciéndole que necesitaba lo más rápido posible su cuadro (y era el mismo cuadro que, antes, había modelado Kikyo). Así que, tenía problemas, grabes problemas. Uno: Kagome estaba ocupada. Dos: Eso significaría que ya no necesitaría más a Kagome. Tres¡Odiaba la pintura!

El rosa no iba con ella, necesitaba saber algo más de Kagome, algo que le diera a decir: 'miren, parece que está viva'. Necesitaba encontrar aquella esencia y espontaneidad que deslumbraba la personalidad de Higurashi. Tal vez… InuYasha borró mentalmente lo pétalos color rosa e intentó poner otro color. El verde de los árboles le agradaba, puesto que ella tenía aquel olor sutil a bosque, mezclado con esencia de flores.

Y, justamente, no encontraba esas flores. Le daba vergüenza tener que preguntarle, y conociéndose, sabe que no lo haría. Intentó dar con otra cosa, pero no conocía a alguien que pudiera ayudarle. Kouga estaba descartado, sabiendo perfectamente que ellos dos eran 'grandes amigos' y eso no le agradaba en lo más mínimo.

¡Keh!. ¿Tan difícil era encontrar un color que diera con la personalidad de Kagome?., pensó InuYasha, casi rendido.

Miró la pintura nuevamente. La chica se encontraba vestida por un simple vestido hasta las rodillas de color celeste muy claro. Estaba parada en medio de una laguna y rodeada de árboles, con un color verde oscuro. Casi como el bosque de su sueños. Aunque pareciera chica, se podía notar los vivaces ojos azules de Kagome y esa sonrisa pura y nítida, casi inocente.

Todo parecía oscuro, por eso estaba buscando un color que la hiciera resaltar entre tanta oscuridad. Porque ella era como una estrella, una estrella fugaz en un cielo oscuro y tenebroso, tapado por las nubes. Oh, eso quería mostrar su pintura, claro.

InuYasha se fijó en el reloj y vio que aún le quedaba media hora hasta su próxima clase de dibujo básico. Tapó nuevamente su pintura y corrió las cortinas, dejando que entrara un poco menos de luz. Necesitaba estar a oscuras, eso le ayudaba a pensar.

¿Pero, para qué?. Diablos, necesito comer, pensó decidido, yendo nuevamente hacia la cocina y abriendo el refrigerador. Como esa vez, se dio cuenta de que no tenía hambre; al menos no mucha. Agarró la botella de agua y bebió de ella, después la colocó en su lugar y se sintió satisfecho.

¡Con un demonio!. ¿Qué mierda me pasa?. ¿Por qué… estoy tan confundido? No podía evitarlo, se sentía extraño pensar que todo se estaba acabando. ¡Sin embargo… ellos eran vecinos, podrían verse!. ¿Y el motivo? Antes hubiera dicho que era por la pintura, buscándola¿y ahora qué? "Hola, Kagome, necesito que me digas que falta a mi pintura para no verte más".

¡Ja! Siendo un tonto, hasta para él le sonaba estúpido. ¡Grr¡.¿Por qué estaba dudando?.!. ¡Era un tonto!. ¡Kagome no era nada de él!. '¿Y porqué la besaste?', dijo su cerebro. Porque.. porque.. Y-Yo... ¡Fue un impulso!. ¡Eso no significó nada! '¿A, no?. ¿Y en la fiesta que hicieron mamá y papá?.¿qué, eh?. Estuvieron a punto de...' ¡De nada!. ¡Estaba borracho, era eso! '¿Y cuándo la besaste después, qué me dices ahí?' ¡Suficiente!. ¡Kagome no es nada mío y punto!. De acuerdo, la besé. ¿Y qué?. Nadie se murió por eso, y menos yo.

InuYasha gruñó en voz baja al darse cuenta de que estaba peleando consigo mismo. ¡Esa zorra inútil...!. ¡Lo único qué hizo fue estropear todo!. No, Kagome no tiene la culpa de nada. Soy yo el idiota. Ella no tiene la culpa… de que yo no…

Esta bien, se estaba mostrando muy abierto para su gusto. Cuando fijó su vista en el reloj, se dio cuenta de que se le hacia tarde. ¡Diez minutos!. ¡Demonios!. ¡.¡Llegaré tarde!.!

El muchacho de cabellera larga y negra, agarró sus cosas y salió corriendo como alma que lleva al diablo al instituto.

–.–

–¡Es maravilloso, Higurashi! –felicitó una vez más Midoriko, juntando sus manos al observar la 'pintura' -. Simplemente perfecto. Mira, el sombreado; la escena; el perfil del personaje. ¡Fantástico!

Kagome se encontraba, a esta altura, muy sonrojada de que ovacionara tanto. Sólo era un boceto más, mostrando sus sentimientos, mostrando ante el mundo los sueños que ella tenía. Sí, esa pintura estaba destinada aquel sueño… o realidad, no lo sabía, de ese sábado. Sólo era un boceto que su profesora encontró e insistió mostrarlo.

–Profesora… N-no es para tan-tanto –balbuceó la muchacha, tímidamente, tratando de recuperar la hoja de su cuaderno -. ¡Es sólo un boceto!

Midoriko mostró sus brillantes ojos negros, felices, a Kagome.

–¡Aún así es maravilloso!. ¿De dónde sacas tanta imaginación, Higurashi? –preguntó la profesora, con voz chillona, al tiempo que sonaba el timbre y todos se iban.

–Pues... –Kagome dudó en contestar¿sería demasiado loco si dijera con la verdad? -. De un... ¿sueño?

La mujer de cabellos negros y lisos, le entregó la hoja. Kagome suspiró aliviada. Midoriko caminó hasta su escritorio y sacó una papel y una lapicera, garabateó algo y se lo dio a la muchacha.

–Tienes un gran talento y me parece muy hermoso que lo saques de tus sueños –respondió la joven mujer, volviendo a su pose seria -. Este es el número de una amiga mía, tiene una tienda donde venden pinturas. Ella sacó varias obras de Kagura Ohkawa.

–Ahhh.

Kagome recibió el papel entre sus manos, viendo el número telefónico y casi llorando de la emoción. Qué cosas. Pensar que ella conoció a Kagura hace unos cuantos días atrás, seguramente esa mujer estará con su marido disfrutando del embarazo.

–Bueno, me retiro –se despidió Midoriko, haciendo un gesto con la mano, Kagome hizo una reverencia respetuosamente.

Miró nuevamente su boceto, dando con los ojos del hanyou. Aquella escena le hizo recordar a InuYasha, cuando ella le preguntó qué eran realmente. Se encontraba tan confundido pero seguro a la vez, como no queriendo admitir algo, igual a su hanyou. Sólo quiero… pensó Kagome, colocando la hoja en su pecho y cerrando los ojos. Sólo quiero permanecer a su lado.

–¡Kagome, aquí estabas!. ¡Vamos, te invito el almuerzo! –exclamó Ayumi, al entrar al salón y verla justo allí -. ¡No te quedes ahí parada, Ayame nos está esperando!

–Eh, sí, sí, espera que guarde esto –dijo Kagome, algo confundida, guardó el boceto y el número telefónico. Si la profesora Midoriko tenía razón, y si la suerte la acompañaba; tal vez podría ayudar a su tía Kaede, a Shippou y a los niños del barrio.

¡Ah! Y a Kirara también.

Mientras las dos iban caminando, justo pasaron frente al aula donde daban clases de dibujo básico. Kagome miró despreocupadamente y vio a InuYasha, con el cejo fruncido en señal de concentración y hasta excluido del mundo. Se quedó parada mirándolo atentamente, viendo su rostro blanco y sus extraños ojos violetas que, aunque no lo parecía, estaban rodeados por un dorado suave. Será el sol, pensó Kagome, despertándose de su 'sueño' y siguiendo a Ayumi, que estaba a unos cuantos pasos lejos de ella.

–¿Qué te pasó, Kagome?. Parecieras que estabas como en otra parte –preguntó Ayumi preocupada, al tiempo que salían al patio del Instituto Urasue. Una pelirroja se acercó, seguida de una pelinegra de ojos castaños.

–Chicas, les presento a Tsubaki, una compañera que se mudó a mi departamento –presentó Ayame. Ella era prometida de Kouga, impuesto por el acuerdo de sus padres y a Kagome le parecía lo más sensato; ya que Ayame estaba secretamente enamorada de Kouga -. Tsubaki, ellas son mis amigas: Kagome y Ayumi.

La pelinegra les mostró una sonrisa, que fue correspondida por las dos muchachas.

Kagome le pareció que Tsubaki era muy simpática y se llevó bien con ella desde el principio. Parecía que la conociera desde hace tiempo. Pero, recordó, sin quererlo, que InuYasha se encontraba en clase. Odiaba admitirlo, sin embargo… Quiero verlo otra vez.

Ésta vez fue la primera vez, desde el sábado, que vio a InuYasha Igarashi.

–.–

–¡Je!. InuYasha; ¡estás enamorado! –exclamó Miroku, al ver como, a cada paso, su amigo se llevaba algo por delante. Casi tiró un vaso de vidrio -. ¿Quién es la 'desafortunada'?

InuYasha gruñó, colocando el vaso otra vez en su lugar. Estaba echo un idiota desde la clase de dibujo básico. Sí, había notado que Kagome lo miró y luego se fue y, desde entonces, le sucedía esto. Por unos momentos... Tuvo el deseo de salir del aula y agarrarla por el brazo y... '¿No es que ella no era nada para ti, eh?'

–¡Keh!. ¡No molestes, Miroku! –exclamó Inu, con malhumor -. Y no digas estupideces.

El muchacho de coleta rió divertido. Cómo le encantaba ponerlo nervioso, y ahora que estaba de malhumor mejor todavía. Hay, hay, mi querido InuYasha, eres tan impaciente.

–¿Y qué me dices de la señorita Kagome, eh? La ultima vez que la vi (y la única, también), ella estaba en tu cuarto de arte. Por cierto¿sucedió...? –Miroku lo miró pícaro, con una sonrisa de oreja a oreja. Dando un gesto con la cabeza para no tener que decirlo

InuYasha se le quedó mirando, con los ojos abiertos y algo sonrojado. ¡.¿Pero qué estupideces le pasaban por la cabeza?.! 'Aunque es verdad. Tú y ella, por poco y hacen el..' ¡No necesito recordarlo!

–Miroku –riñó entre dientes InuYasha, acercándose a su amigo y tomándolo del cuello. Miroku estaba acostumbrado a esas reacciones, por lo que no lo tomaba en serio -. ¡Hazle un favor al mundo y MUÉRETE!

Y luego lo soltó, como quien no quiere la cosa. Fue hasta su refrigerador y se quedó mirándolo. Se preguntó por qué iba a él, si no tenía hambre. Solamente quería tomarse unos segundos, pensar con claridad, porque eso necesitaba en este momento. Necesitaba claridad, como los rayos amarillos del sol.. InuYasha cerró los ojos; los rayos amarillos del sol.. Eso le hacían recordar.. Kagome. ¡Eso era!

–Flores amarillas –susurró Inuyasha, abriendo grande sus ojos. Necesitaba pintarlo ahora, porque lo veía nítido, estaba en su mente.

Cerrando la puerta se encaminó hacia su cuarto, pero luego se detuvo en mitad de camino. Si lo terminaba hoy, eso significaría que ya no vería más a Kagome. Que todo se terminaría, y que no podría volver a tener esa excusa.

–Miroku.

–¿Sí?

Una sonrisa muy extraña y atemorizante bendijo los labios de InuYasha.

–Lárgate.

El muchacho pervertido no necesitó que se lo dijeran dos veces. Mostró una mueca algo sorprendida, al ver esa sonrisa que le daba cierto miedo y corrió hacia la puerta, la abrió y de un portazo, dejó a InuYasha sólo en su departamento.

Inu apagó aquella sonrisa psicópata, para ser reemplazada por una de pena. Lo siento, Kagome.. pensó el muchacho, yendo hacia su cuarto y comenzando a pintar.

¿Qué importaba las clases?

¿Qué importaba ahora?

Todo había terminado, ya no vería a Kagome, ella no necesitaría mover un músculo porque ya lo pintó. Ahora estaba frente a sus ojos, la obra maestra; su preciada obra. Estaba Kagome, completa, rodeada por la vegetación del bosque, verde oscuro, y de unos pétalos amarillos. De flores amarillas.

Esa era Kagome… Su Kagome.

–.–

La chica estornudó, al colgar el teléfono. Estaba contenta consigo misma, porque logró, de una muy difícil manera, hablar con la dueña. Le era un poco simpática, aún que sonaba un poco superficial. Con tan sólo decir el nombre de 'Midoriko' la mujer se mostró más interesada y logró una entrevista para el ese viernes.

'DING, DONG'

Kag giró sobre sus talones y fue abrir la puerta. Estaba muy contenta con el cierre de su 'negocio' y al ver a InuYasha ahí, la alegró mucho más. Sin embargo, el muchacho no la miraba, su vista se encontraba en sus zapatillas y se negaba hacer contacto visual.

–¿InuYasha, qué sucede? –preguntó bastante confundida y preocupada. Algo en su conducta le traía mala espina y aquella sensación no le agradaba.

"Tengo un mal presentimiento", meditó InuYasha, antes de tomar el valor suficiente para levantar la cabeza. Eso sí, sus ojos nunca se encontraron con los de ella. No¿cómo podía hacerle eso? Hace unos pocos días ella le pidió permanecer a su lado, puesto que lo único que quería era verlo feliz y él le hacía esto.

–Hola, Kagome –dijo con voz seca, carraspeó un poco nervioso. Sus ojos violetas volvían a tener aquel color rojizo -. Vengo… vengo a decir que la pintura..

–¡Es cierto, la pintura!. ¡Oh, perdóname, InuYasha!. ¡Lo siento de verdad, yo no quería...!. ¡Se me pasó por completo!. Pero no te preocupes, ahora mismo me cambio y voy...

InuYasha negó con la cabeza, Kagome se detuvo al instante. Nunca lo había visto tan serio.

–No, no es eso, Kagome –Inu volvió a respirar profundamente -. Vengo a decir que ya está terminada.

Kagome abrió los ojos.

–¿Qué… qué quieres decir con eso? –balbuceó, nerviosa. No.. No podía terminar, no, justo hoy que había tenido un buen día. No, ella quería estar con InuYasha.

Lo sabía, sólo se conocieron en un mes y medio y ella ya lo quería; ya lo necesitaba. ¿Cómo pudo pasar esto?. Él sólo la insultaba y la maltrataba, no se llevaban bien y, sólo por la culpa de ella, se conocieron. ¿Por qué lo quería tanto?. ¿Fueron sus ojos, tal vez, sus pinturas? No.. La única explicación lógica que encontró, a parte de que su mundo se destruía, es que su forma de ser y aquel InuYasha escondido lograron conquistarla.

Sin embargo… Ahora debían separarse. ¡Separarse!. ¿No eran amigos? Los ojos azules de Kagome empezaron a lagrimar.

–Qué ya no tengo que verte –respondió InuYasha, encontrando la única forma para que Kagome no lo confundiera más -. ¡No quiero que me vuelvas a dirigir la palabra, Kagome! Sólo te necesité para hacer la pintura –respiró, no sabía porque, pero se le hacía cada vez más difícil. "Pero es lo mejor.." -. Para mí, siempre fuiste una zorra cualquiera. Una perra inmunda..

Kagome levantó la mano, y con todas sus fuerzas, pegó la mejilla de InuYasha. Sintió tanto asco y repulsión, rencor y enojo. ¡Fue una estúpida!. Él lo único qué pensó de ella fue que era una zorra. Una perra. Sólo porque… porque no tenía dinero. Cerró la puerta con fuerza y corrió a su cuarto, llorando amargamente.

'Espero qué estés feliz, tonto' "Era lo mejor que podría hacer", pensó InuYasha, sintiendo aún la mano de Kagome golpearle la mejilla. 'Eso es mentira¿eres libre, verdad¡Y haces algo estúpido!' "¡Siento que no puedo...!" '¿Qué no puedes qué, eh¿Amarla¿Es eso, imbécil?' "N-n-no" '¡Sí, es eso!' "¡Yo no puedo amar a Kagome!".

InuYasha gruñó frustrado, cerrando la puerta de su departamento y golpeando la pared con toda la frustración y confusión que sentía. No estaba seguro de lo que sentía, qué era lo que le sucedía. ¿Por qué actuaba de esa manera¡Es estúpido! Kagome Higurashi era… 'Lo más importante' "¡No, no lo es!", pensó InuYasha, agarrando su cabeza con ambas manos. 'Ella es lo único verdaderamente importante que tienes' "¡Kagome es nadie para mí!" '¿Y por qué lastimarla de esa manera?' "Y-Yo.. ¡No lo sé, no lo sé!"

El muchacho se internó en la oscuridad de su departamento, sentándose en la silla de la mesa, bajando la mirada. Pensar que hace unas semanas, él comió ramen junto con Kagome. Pensar que hace un mes, ella tocó su puerta y le trajo nuevamente su chamarra. Pensar que, lo ultimo que pudo ver fueron sus ojos azules tristes. Y… pensar que se moría por besarla, otra vez. Aunque sea abrazarla. "¿Por qué tengo miedo de lastimarla… de nuevo?" Al fijarse en la nada, sus ojos parecieron brillar y, por una milésima de segundo, en vez de ser violetas fueron dorados.

No quería verla más... ¡No quería sentir aquello nunca más! Pero... ¿Qué es lo que siento, realmente?

–.–

Kagome miró por la ventana, notando que la luna estaba a punto de desaparecer. Vio como las estrellas brillaban más, parecía casi hasta contentas. Soltó una lágrima más, pero no la limpió. ¿Qué había pasado?. ¿Por qué InuYasha se comportó de esa forma tan… tan horrible con ella?. Él la había abrazado; inclusive besado y ahora…

"Cuando todo termina…", susurró Kagome, muy bajo. Estaba devastada, pero lo superaría. Podría vivir sin él, así lo hizo con su padre y así aprendió vivir sin su madre.

Y así, pensó Kagome decidida, cerraría toda esta locura. No vería más a InuYasha… Sí, eso era lo mejor. El trabajo terminó, por lo tanto… Borrón y cuenta nueva.

Continuará…

Hola, chicas. Quiero pedirles una disculpa por este capítulo tan raro, pero necesitaba que esos dos se separaran.. Como se dice: "Todo tiene un por qué y para qué". Espero que me perdonen y no abandonen la historia.