FLORES AMARILLAS

Capítulo diez.

Te amo

Lo único que importa ahora era el dinero, eso dicen. El amor, la amistad, hasta la intimidad ya han 'pasado de moda'. ¿Para qué servía el amor¿para qué necesitamos la amistad? Con el pasar del tiempo, el ser humano se fue olvidando de a poco de lo maravilloso que es mirar el cielo estrellado, con luna o sin ella. Se olvidaron de lo hermoso que es estar cerca de esa persona tan especial, se olvidaron de sonreír, se olvidaron de sentir.

Muchas personas aún siguen preguntándose qué es el amor. Otras lo viven, porque tuvieron la suficiente paciencia de esperarlo, no importa cuanto tiempo lleve. Algunas, por no decir muchas, creyeron que lo encontraron y no era así, y siguen intentándolo más no lo encuentran.

¿Para qué sirven los sueños, me atrevo a pensar. ¿Para qué está ese mundo fantástico, lejos de todo lo que nos hace daño¿Y por qué debo tener un acompañante, qué siempre me sonríe? Sé que la repuesta está cerca, pero no quiero encontrarla. Sé que él está cerca, pero quiero esperarlo.

¿Qué sería la vida sin el amor¿Cómo sería ese momento en que el humano se olvidara lo que es ser humano? Tal vez sería un momento triste, porque dicen por ahí (en los viejos libros), que el humano es el único que puede transmitir sentimientos, que puede sentir compasión... pero que es tan peligroso a la vez, y algún día se terminará matándose a sí mismo.

Los mayores de antes siempre tenían algo que enseñar, algo que decir y eran atentamente escuchados. Ahora nadie se detiene a pensar dos veces, nadie se atreve a sentir, nadie quiere pensar en las consecuencias. Si seguimos así, todo se terminará, todo morirá y no quiero que eso pase.

¿Podrías ayudarme a que eso no ocurra¿Podrías ayudarme... o a enseñarme lo que es amar, InuYasha?

–.–

Una vez más, InuYasha se encontraba besándola. Siempre que eso hacía, sus barreras bajaban rápidamente y era totalmente vulnerable a sus sentimientos. Quería sentirlo más cerca, pero no como la misma cercanía de siempre, esta vez quería algo más profundo... Algo más, que nunca antes había sentido.

Rompió el beso sutilmente, no quería arruinar ese bello momento por dudas suyas. Quería pensarlo, porque tal vez... No podía confiar en las palabras de InuYasha, podría salir lastimada. Tenía miedo de que siempre se repitiera; de siempre salir con el corazón roto por él.

InuYasha la abrazó más fuerte por su cintura, como reclamándola por medio aquél abrazo. Ella sonrió, jamás pensó que él podría ser tan posesivo. Se dejó abrazar, cerrando los ojos y sonriendo abiertamente. "Necesito... algo más", meditó Kagome, medio dormida.

El sol iba cayendo lentamente por el horizonte y las estrellas se podían ver por el cielo azul oscuro. Se encontraban en un banco que había cerca de la entrada al bosque, y era maravilloso ver el atardecer desde ese lugar.

–Se respira paz –comentó Kagome, algo risueña, separándose no por mucho del muchacho. Él la rodeó con una mano y miró el cielo, entrecerrando los ojos -. Mañana será un lindo día¿verdad?

–¿Eh…¡Ah, sí, sí…! eso creo –murmuró InuYasha, como despertando de sus pensamientos. Verdaderamente, no encontraba el motivo, el lugar, la ocasión y cómo decirle.. decirle... Sus mejillas se tiñeron de rojo¡no era capaz!

¡Es demasiado vergonzoso! 'Cobarde, pareces un niño que quiere dar su primer beso' "Diablos, debo dejar de pelear conmigo mismo", pensó InuYasha decidido. Pero eso era lo de menos¿qué pasaría si Kagome lo rechazara, no es que le importase, claro.. ¡Pero él no podía…! No estaba seguro, no, tal vez lo dejaría para otro momento. Un suspiro resignado escapó de sus labios, no había otro momento..

–¿Huh¿Te pasa algo, InuYasha? Te noto raro –dijo Kagome algo preocupada, se encontraba bastante extraño y aparecía que algo lo atormentaba.

–¡No me pasa nada, zorra! –respondió agresivo el chico, inmediatamente se arrepintió. Kagome se puso tensa y se levantó, diciendo que debía preparar la cena, dejándolo completamente solo y como una piedra -. Grrr¡diablos!

'Tonto' "¡Cállate!"

Kagome entró a la casa y cuando estuvo 'en sus dominios' soltó un sonoro gruñido, cerrando con fuerza la puerta de refrigerador. ¡La ponía enferma esa actitud que tomaba InuYasha para ocultarle las cosas! Ya lo de los insultos era lo de menos, comprendió que él no lo decía para lastimarla.. ¡Oh, con un demonio¿Debía de ser tan agresivo luego de besarla?

"¡No dejaré que me vuelva a tocar¡Lo prometo!", se dijo Kagome bastante ofendida. Nunca, pero nunca más, por más que lo deseara, por más que la buscara; lo dejaría besarla otra vez. ¡Será lo ultimo que haga o se deja de llamar Kagome Higurashi!

Ya más tranquila comenzó su cena. ¿La comida¡Ohh, lo que le salía bastante bien! Tortilla con salchichas en forma de pulpo y, como segundo plato, un poco de onigiri (las clásicas bolitas de arroz). Unos instantes después entró InuYasha, le mandó otra mirada mordaz, y ni siquiera le dirigió la palabra.

"¡Qué carácter!", pensó el chico con una gotita en la cabeza.

Bostezando se fue hacia la sala y se sentó en el sofá, agarró el control remoto y con un movimiento de su dedo las luces y voces del aparato llenaron el silencioso lugar. InuYasha miraba la televisión sin mirarla, pasando de canal a canal, preguntándose que rayos había pasado hace unos minutos. Sabía que la repuesta era simple, no era su culpa... era simplemente que esa es su personalidad y no podía cambiar tan radicalmente. "Pero para eso está Kagome", sonrió levemente.

–Tu comida, InuYasha –gruñó la voz amenazadora de Kagome muy cerca de su oído, el chico estaba tan sumergido en sus pensamientos que salto un poco, medio asustado.

–Ehhh...

Dos minutos después se encontraba un InuYasha con una venita en la frente y en su puño apretado: ahí mismo, en la mesita de té que estaba a sus pies había un plato de sopa, que en el interior de esa sopa había ramen. ¿Qué pasa? Estaba todo frío y mal cocido. ¡Esa Kagome¿Se creía que era tonto o qué¡Podía oler el olor de la comida que estaba haciendo desde la cocina¡Diablos, ésta chica era muy loca y rencorosa!

–Oi, Kagome. ¿Estás segura que esta es mi comida? –preguntó confundido, ella asomó su cabeza sobre el marco de la puerta, parpadeando inocentemente y una sonrisa algo traviesa, en su mano balanceaba una espátula.

–¿Eh? Pues sí, InuYasha, era lo único que podría hacerte –su voz dulce y alegre, cambió drásticamente a una muy parecida a la de un ogro -. A menos que mí comida te haga mal, perro..

–Pe-pero, Kagome... –la gota crecía más y más y más, hasta hacerse gigante. ¡Qué diablos…¡Se estaba dejando intimidar por una chica! -. ¡Oye¿Quién te salvó de Musou? Yo ¿Quién te dio esa ropa? Yo (bueno, fue Shiôya, pero la gastó de mi dinero). ¿Quién te dejó dormir aquí la otra noche¡Yo! –se levantó, cruzándose de brazos -. Es que... ¿aún estás disgustada conmigo? –se acercó bastante a su rostro, y viendo satisfecho como ella retrocedía unos centímetros, sonrojada -. ¡Ah, ya déjalo, Kagome!

–¡Eres tú quién aún no me tiene la confianza suficiente!

–¡Qué no es eso, tonta!

–¿Ves¡No quieres decírmelo! Y me llamo Kagome, InuYasha¿cuántas veces debemos discutir por lo mismo? es KA-GO-ME.

El chico miró a otra parte, sabiendo perfectamente que ella tenía la razón. ¡Pero no podía dejarlo así como así!

–¡Entiende; estaba pensando en otra cosa!

–¿En qué, por ejemplo? –Kag se cruzó de brazos, y él notó que llevaba puesto un delantal lila claro con volados rosas transparentes; ese lo usaba su madre para hacerles la comida cuando era pequeño.

–Estaba pensando en… en mi madre –mintió Inu. ¡Estaba cansado, harto de discutir con ella y.. (un gruñido de su estómago), bueno, hambriento también!

Kagome se río encantadoramente.

–Lo dejamos para otra ocasión –contestó Kagome, dejándolo pasar en la cocina donde había varios platos -. Ven, es el platillo favorito de los niños. Según ellos, soy buena cocinera.

InuYasha se sentó y agarró lo primero apetitoso que vio: una salchicha en forma de pulpo. Kagome se molestó por eso, pero intentó disimular. Le ofreció un poco de tortilla y el muchacho se la comió toda, dejando un pedasito para ella. Luego, sus manos que buscaban desesperadamente, fueron hacia un plato lleno de arroz..

–¡QUEMA! –chilló InuYasha.

Con picante.

–.–

Kagome se río de buena gana al verlo correr hacia la canilla del fregadero y beber un gran baso de agua. No podía evitarlo, aquello fue muy chistoso para ella y ahora se estaba atragantando con su propia comida. El muchacho pegó su mirada violeta contra ella, callándola de repente; nunca antes había visto esa mirada tan ofendida y llena de rencor..

–¿Qué... jejeje.. pasa, InuYasha¿Te quemaste o te comieron la lengua los ratones? –bromeó Kagome divertida, tratando de ignorar aquella mirada tan penetrante.

–¡Keh!

Con mucho orgullo y dignidad (la única que le quedaba), le dio la espalda y subió de dos en dos los escalones de la escalera. Kagome lo siguió con la mirada y al perderlo de vista, suspiró aliviada. ¿Qué podía decir? Fue divertido vengarse de esa manera, pero creía que se había pasado de la raya... Una sonrisa 'inocente' adornó su rostro. ¡Nah!

Mientras tanto el chico de cabello negro se encerró en su habitación, gruñendo palabras que ni él mismo llegaba a entender, pero todas dirigidas a ella. ¿Pero quién se creía, eh¡Encima bromearlo de esa forma¡Esa perra, ya vería quien era InuYasha Igarashi!

Su perfecta sonrisa malvada y sus ojos brillantes dieron a entender que el plan 'maléfico' de Inu ya estaba hecho. ¡Oh, ahora verá con quien se metió esa Kagome! Sabía perfectamente cómo tomaría su venganza, nada podía malir sal... Ejem, salir mal. 'Esto no llegará a nada bueno' "Jejeje, Kagome se arrepentirá de reírse de esa forma…"

Se frutó las manos, como todo un villano de las caricaturas. ¿Qué podía decir? Solamente necesitaba que Kagome se fuera a su cuarto, que ella se cambiara y ¡presto! Él se metería en la habitación y ella se llevaría un gran susto. ¡Perfecto! Nunca sabrá lo qué le sucedió.

–Jejejeje… Ya verá esa Kagome.

¡Achis!

–Alguien estará hablando sobre mí –susurró Kagome, algo confundida. Siguió lavando los platos, con aquella sonrisa de triunfo. ¡Cómo no podía estar feliz! Se había vengado de InuYasha en todas las letras.. eso sí que es vida.

Tarareando una canción, se sacó el delantal y lo colgó en el pequeño perchero que estaba justo al lado del marco de la puerta. Se ató el cabello en una trenza mientras subía las escaleras a paso lento. Cuando llegó al ultimo escalón escuchó como una puerta se cerraba con fuerza y sonrió de oreja a oreja.

–¡Qué tengas buenas noches, InuYasha¡¡Y qué no te quemes más¡Ho, ho, ho, ho, ho! –río Kagome malignamente.

"Grrr... ¡Ya verá!"

En cambio, la chica cerró la puerta suavemente. Suponía que el chico tendría un táctica ya hecha, por lo tanto no debía confiarse mucho. Un escalofrío recorrió su espina dorsal a imaginar a InuYasha tramando quién sabe qué cosas, luego se río por lo bajo; era cómico.

Se sacó la camiseta y luego la falda, tanteó con la mano la luz del velador. La luz iluminó todo el cuarto, creando sombras tétricas del los muebles, ella sonrió nerviosa, volviendo a sentir ese mal presentimiento y rápidamente se puso el mismo camisón.

"Es todo tu imaginación, Kagome, tu imaginación", pensó la muchacha tapándose velozmente con las mantas de la cama, hasta la cabeza. ¿Estaría dejándose llevar? El viento sopló fuertemente, y algo se cayó. Ahogó un gemido y se dio la vuelta, dando su espalda contra la puerta. Tranquila, nada podría pasar... Nada puede pasar, al menos nada malo.. o eso creía.

–.–

1:30 de la madrugada..

La puerta hizo un leve chillido al ser movida, por suerte el viento sopló y algunas ramas golpearon contra el vidrio. Los ojos de InuYasha brillaron como los de un perro y cerró la puerta tras de sí. Kagome se encontraba dándole la cara, completamente dormida y los ojos de él se enternecieron, parecía tan inocente.. "¡No¡Es ahora o nunca! Deja de pensar en eso y pon en marcha el plan" 'Te arrepentirás de esto, créeme', comentó su ¿voz interior?.

Susurrando un pequeño: 'shh', InuYasha siguió avanzando. La madera crujía a sus pies y todo se mantenía en un silencio calmo. La respiración de Kagome lo desesperaba cada vez más, debido a la tan calmada... Se detuvo centímetros de ella y la vio dormir.

¿Cómo sería verla dormir entre sus brazos¿Cómo sería sentir su peso en su pecho¿Sería bonito verla despertar junto con la mañana y recibir una sonrisa, junto con un 'buenos días, InuYasha'? Pero juntos, como una pareja.. "¡No, no, no¡Con un demonio, deja de pensar en ello!", hizo un movimiento brusco con su cabeza, intentando sacar todo esos pensamientos tan incoherentes y estúpidos.

–InuYasha... –gimió Kagome, apretando fuertemente las sabanas y frunciendo el ceño con debilidad. Su rostro dio a entender que estaba sufriendo una pesadilla.

Nuevamente su rostro se tensó. ¿Estaba soñando con él? Movió la cabeza violentamente. ¡No podía distraerse! Se volvió hacia la ventana, dejó que una pequeña persiana de madera cayera lentamente y todo se quedó a oscuras. Ni un rayo de luna pasó.

Esto requería de paciencia y práctica, pero como ya lo había hecho antes para asustar a su hermano (y lo había logrado, aunque se ganó un buen chichón en la cabeza), tal vez no tenía la misma agilidad que cuando niño pero, sintiendo el movimiento de Kagome bajo suyo, pudo entender que ella estaba despierta.

El plan era simple y maligno. Él debía encontrarse arriba de ella, como vio una vez en un programa de lo paranormal, y tenía que poner ambas manos a los costados de Kagome, haciendo que el colchón bajara un poco ante su peso. Acercó sus labios hasta el oído de ella y dejó que su aliento golpeara suavemente allí.

Bum, bum, bum… El corazón de Kagome se encontraba a mil por ahora. ¿Qué era eso¿Un fantasma, un duende, una criatura sobrenatural? Cerró con fuerza sus ojos. "¿Dónde estás, InuYasha!"

Y… Bum, bum, bum.

–Bu.

BUM, BUM, BUM, BUM

Kagome abrió los ojos como platos, abrazando lo primero que encontró y gritando.. InuYasha se quedó quieto, no porque ella fue rápida, sino… porque ella gritó su nombre. ¡Le había llamado¡Estaba pensando en él! Quería que él la rescatara aunque se hubieran peleado.

Lágrimas.. Las lágrimas de Kagome no se hicieron esperar, lloraba de verdad y estaba espantada, abrazando quién sabe qué cosa. Se sentía segura y mientras estuviera así, ya no se iba a preocupar más. Lentamente dejó de llorar, sufriendo nada más que gimoteos. Lo llamaba muy bajito, tanto que ni ella misma se entendía, pero no le importaba, quería que él estuviera con ella y llegara, lo necesitaba... ¡Ya!

–Te amo, discúlpame.. –susurró InuYasha, desesperado por calmarla. Nunca imaginó que esto sucedería, sólo era un juego, nada malo y la abrazó con fuerza.

Kagome dejó de llorar, dejó de gemir y de llamarlo silenciosamente. Estaba paralizada, todo su cuerpo se encontraba aturdido debido a lo que acabó de escuchar. Era él, InuYasha la estaba abrazando y le acabó de decir 'te amo'. ¿Era esto posible¿Era verdad o sólo un sueño?

¿Era correspondida?

Continuará.

Hola, chicas, gracias por todo y lo lindas que son conmigo. Leo cada uno de sus review y me agrada saber que le gusta tanto la historia, un poco loca pero bueno. En el próximo capítulo habrá lemon y se terminará, este fic, dentro de dos o tres capis. Sólo eso. Un beso enorme y gracias.

PD: Perdonen por el capítulo tan corto (y extraño).. pero ya me mal acostumbré je, je, je

¡Ah! Antes que se me valla... Lo que hizo InuYasha, yo lo vi en la tele, no me acuerdo el programa ya que estaba más dormida que despierta. Y créenme, yo e visto y escuchado cosas más locas que las que hizo éste.