FLORES AMARILLAS
Capítulo once.
Estaré a tu lado, siempre.
Todos queremos escuchar un 'te amo' de los labios de esa persona. Queremos sentirnos únicos, sabiendo que su corazón nos pertenece y estar seguros de entregárselo sin miedo al rechazo; sin que se rompa aquél amor tan profundo y hermoso. Aspiramos a encontrar la persona indicada, la persona que nos dé cariño y nos ame, la persona que nos demuestre que somos muy importantes.
Queremos a una persona que nuestra vida dependiera, de jamás sentirnos solos, de que nunca nos traicionarían. Deseamos que, cuando estamos solos y tristes, o asustados, alguien nos dé aquél valor de que todo se puede lograr y que lo ultimo que se pierde es la esperanza.
¡Lo deseamos mucho pero mucho, mucho! Y cuando lo encontramos, somos felices. La vida tiene un nuevo sentido, todo parece nuevo y deslumbrante, aunque ya lo hubiéramos visto millones de veces. Estamos distraídos, con una sonrisa tonta en los labios, más sensibles y cariñosos. Estamos seguros de lo que queremos; y es a esa persona.
A medida que se agranda ese sentimiento maravilloso que es el amor, nos damos cuenta de que lo único que queremos es ver a esa persona feliz. Ver esa sonrisa que tanto nos gusta, ver sus ojos brillar con un nuevo sentimiento, saber que no está triste y es infeliz..
¡El amor, el amor! Es tan complicado, pero tan fácil de entender. Nos confundimos siempre, porque así aprendemos. Tenemos dudas, pero nos ayuda a estar seguros. Tenemos miedo, porque así sabemos afrontarlo.
Algunas veces yo me pregunto¿cómo será abrazarte? Y luego, me sigo preguntando¿cómo será besarte? Y cuándo encuentro la repuesta, cuándo puedo hacerlo; no lo hago. ¿Por qué me comporto así? Es el miedo¿qué tal si te ríes de mí¿Qué tal si después terminas odiándome¡Tantos miedos e inseguridades!
Sin embargo… ahora… ¡Ahora mí corazón revienta de alegría¡Soy amada, soy amada! Estoy tan contenta que podría gritarlo a todo el mundo, ir al monte Everest y gritar de la emoción. Podría derrumbarse todo, y ni cuenta me daría… Podría ser el último día de la Tierra y sólo quisiera verte otra vez, ver tus ojos y que me vuelvas a decir: 'Te amo... Kagome'
–.–
Kagome mantuvo sus ojos abiertos, sin poder analizar las palabras que resonaban en su cabeza una y otra vez, una y otra vez. Te amo. La amaba, de verdad la amaba. Te amo. Sus ojos se llenaron de lágrimas; lágrimas de felicidad y se mordió el labio, temerosa de empezar a gritar de emoción. Te amo. Te amo. Te amo.
¡I-InuYasha la amaba, él estaba enamorado de ella, de verdad sentía lo mismo, era correspondida! Sus puños se apretaron en las ropas del joven y ocultó lo más que pudo su rostro empapado. ¿Era todo verdad, o todo un sueño¿Estaba segura de haber escuchado o sólo fue su imaginación, un producto de su corazón desesperado por escuchar esas palabras?
–I-Inu... –llamó Kagome entre llorozos, sin atreverse a mirarlo, mantenía su rostro bien escondido en su pecho; no quería derrumbarse -. ¿Q-Qué…?
Él no se movió, ni siquiera pareció respirar. Esta era su oportunidad de retirar lo que había dicho, de mentir, de decir que se equivocó. Todo podría decir, pero que evada la verdad. Podría ocultar que le gustaba abrazarla, podría ocultar que de verdad la amaba, podría ocultar que le encantaban sus besos. Quiso decirlo, su boca se había abierto para formar una mentira pero fue tapada por los labios de Kagome.
¿Desde cuándo ella empezaba los besos?
Se quedó como una piedra; tenso, tenso, pero a gran velocidad respondió el beso, cerrando sus ojos e intentando pensar únicamente en Kagome. La lengua de ella entró suavemente en su boca, explorando, a igual que su lengua. Fue un beso lento, un beso tierno y lleno de tanta pasión, de tanta entrega. Algo en esa caricia era nueva, algo sabía diferente, y Kagome entendió lo que era: amor.
Era el sentimiento amor, un sentimiento tan nuevo que lloró a lágrima viva. ¿Por qué era tan sensible? parecía una tonta. Pero estaba tan contenta¡tanta confusión y dolor valieron la pena! Lloraba para deshacerse de cada uno de los recuerdos amargos, de las palabras dolorosas y de la frustración que sintió desde hace dos meses.
Con sutileza y lentitud, Kagome cortó el beso, manteniendo sus ojos aún cerrados, para no dejar escapar más lágrimas. Igual sus llorozos y gemidos la delataban e InuYasha la abrazó con fuerza, mucha, como temiendo de que se desvaneciera de la nada. Como siempre que era abrazada por él, se sintió segura, protegida y soltó todo; todo. Sin miedos, sin vergüenzas, todos sus sentimientos más dolorosos y profundos que marcaron su alma.
–¡Te amo! –exclamó Kagome, InuYasha le acarició torpemente la cabeza, escuchando atentamente -. ¡También te amo, InuYasha, y mucho!
–¿Mucho? –preguntó él, separándola de sí y acariciando su mejilla mojada. No podía verla por la oscuridad, pero sabía que era verdad, era verdad.
–Sí, mucho, mucho –respondió la chica, dejándose acariciar como una pequeña gatita que buscaba cariño -. Desde que me besaste por primera vez.
Él sonrió, recordándolo. Ahora no podía volver atrás y, en cierta forma, estaba agradecido. Sus ojos brillaron enternecidos y volvió abrazarla con fuerza. ¡Esa tonta de Kagome, llorando por nada!
–¿Me perdonas por ser tan tonta y de llorar? –río ella, sacándose las lágrimas que sobraban. InuYasha la tomó por los hombros y con suavidad la recostó otra vez en la cama.
–Sí, te perdono, por todas tus tonterías –fue hacia el velador de noche y lo prendió, iluminando con suavidad la habitación -. Mmm, hermosa noche¿no? –comentó él, pensativamente, al escuchar como el viento soplaba con fuerza y hacía tirar algo.
–Mañana será un día bello –contestó Kagome, firme, algo sonrojada por encontrarse en esa forma con el muchacho. Estaba nerviosa, muy nerviosa. "¿Y-Y qué hago ahora¡No le puedo decir que se aleje de mí, me ha dicho que me ama...! Y yo también se lo dije", su sonrojo leve se hizo muy notable. "¡Ay, dios mío! Y-yo no soy buena en esto, n-no tengo experiencia... Solamente citas con Hoyou y eso no me ayuda", se mordió el labio, muy insegura. "Tranquila, Kagome, ya dormiste con él y no pasó a mayores¿o sí? B-bueno, estuvo a punto pero.."
InuYasha comenzó a besarla. Instintivamente, ella también cerró los ojos y se dejó llevar. A medida que sentía como sus lenguas empezaban a jugar una vez más, una pasión desenfrenada nació en su pecho, su vientre parecía latir. ¿Qué estaba pasando?
El muchacho se separó de ella y se miraron unos segundos, algo sonrojados y él siguió besándola por la comisura de los labios y empezó a bajar. Kagome intentaba con todas sus fuerzas no soltar ningún gemido o suspiro, pero se estremecía al sentir los labios de InuYasha bajando hasta tocar su gargantada y abrió los ojos, sintió como comenzaba a besarla. Jugaba con su cuello, lo mordía y, después los suavizaba lamiéndolo hasta que dejó una visible marca roja.
Corrió un poco el primer tirante del camisón y siguió jugando con su hombro, jamás imaginó que la piel de Kagome fuera tan sabrosa. Ella enroscó sus finos dedos en el cabello negro de él y soltó un gemido mezclando con su nombre.
De su hombro, siguió la clavícula y también la mordió juguetonamente. Sintió como la muchacha se ponía tensa al ver como bajaba hacia el nacimiento de sus senos, por lo tanto; se detuvo. Se separó un poco y volvió a mirarla a los ojos. ¿Estaba bien hacerle esto, no pudo evitar preguntarse.
La amaba sobre todas las cosas y podría esperarla hasta que en verdad ella quisiera entregarse a él. Kagome se dio cuenta de que él se había detenido, miró su rostro levemente sonrojado, su ceño fruncido había desaparecido y sólo se mostraba a un chico inseguro. Ese era el mismo InuYasha que la había besado, el mismo que le mostraba sonrisas alegres, el mismo que la abrazaba y consolaba cuando tenía su pesadilla, el mismo InuYasha que le confesó que la amaba.
Sonrió, cerró los ojos y.. sin poder evitarlo, al sentirse tan feliz, segura y cansada, cayó en un profundo sueño. InuYasha sólo suspiró.
–.–
No sabía como ni tampoco por qué, pero Kagome tuvo razón: el día era bello. Las nubes parecían unas finas pinceladas en el vasto cielo azul y el sol era brillante, brillante. Los pájaros cantaban y si agudizabas el oído, podías escuchar el batir de sus alas. Cerró los ojos y besó la sien de ella, que se encontraba segura entre sus brazos.
InuYasha sonrió feliz, mientras bajaba un poco la mirada y la veía dormitar. Bien, lo que había pensado no sucedió y en cierta parte le gustó; ¿para qué arruinar la sorpresa? Jugueteó un poco con los bucles de la chica, y siguió cuidando su sueño.
Miró la hora en el reloj y descubrió que apenas eran las ocho y media. ¡Qué importa que sea muy temprano! Era mucho mejor: así podría ver a su Kagome dormir. "Mi Kagome", qué bien sonaba eso... Saber que era suya.. ¿Qué más daba ahora el egoísmo!
Ella lo amaba, era lo único que quería saber.
–Ay, ay, ay.. ¿Qué me has hecho, mujer? –preguntó InuYasha, muy bajito, besando su cabello; sintiendo aquel embriagador aroma.
Es verdad, en cierta forma, lo había cambiado: ya no era tan gruñón, tampoco agresivo (en eso Miroku estaba profundamente agradecido), y hasta era un poco más seguro de sí mismo. Podía mostrar sus sentimientos sin miedos (de acuerdo, aún tenía esos miedos); le hizo ver cómo era preocuparse por alguien, le hizo ver lo qué era amar a alguien.
"No es Kikyo... No lo es", pensó, entrecerrando sus ojos violetas. Sintió como Kagome se movía y lo abrazaba con más fuerza, y luego lo soltaba... pero de vuelta lo abrazaba con fuerza; y así sucesivamente hasta que finalmente se detuvo. La miró enternecido, parecía una niña pequeña.. ¿Con quién estará soñando?
"Hueles.. tan.. bien", nuevamente sentía como ese olor a bosque con un dejo de flores lo embriagaba. ¡Era Kagome qué lo hacía así! Tan tonto.. tan idiota.. Tan..
–Mmm.. ¿ah? Bu-buenos días, InuYasha –bostezó Kagome, reincorporándose y rascándose el ojo derecho, muy soñolienta.
El chico parpadeó sorprendido. ¿Ya se despertó¡Vaya! Le devolvió la mirada con un dejo de desilusión, ya no podría cuidarle el sueño. Kagome se acercó un poco y le besó la mejilla, dejándolo aún más sorprendido y.. sonrojado.
–¡Pero mira! Ya es hora del desayuno –Kagome se sentó a los pies de la cama y buscó sus pantuflas debajo de ella, se las puso y luego agarró una bata rosada (cortesía de Shiôya) -. Dentro de poco estará listo, si quieres puedes tomar un baño, InuYasha –sonrió con cariño, sus ojos despenarían mucha dulzura.
InuYasha observó sus ojos. Decían la verdad, no mentían y tampoco temían en mostrar sus sentimientos. ¿Se la merecía¿Merecía ese cariño de aquella mujer, tan perfecta y dulce? Sonrió levemente, tratando de responder aquél mismo sentimiento que ella desprendía.
Kagome se sonrojó un poco y carraspeó algo incómoda, pegó un pequeño saltito y bajó corriendo las escaleras hasta la cocina. El chico meneó la cabeza en señal de resignación, bostezó y se levantó de la cama, sus pies descalzos se deslizaron con sutileza por las escaleras y espió por la cocina.
La chica tenía los fósforos contra su pecho y miraba fijamente la hornalla, sus lagunas azules parecían dos cristales, brillando pensativos. El sol delineaba su figura inocente y angelical, pero indudablemente sensual para él.
No aguantó más y siguió sus impulsos, InuYasha se acercó con rapidez y la rodeó con sus brazos, besando sus labios casi con desesperación. Kagome se encontraba un poco sorprendida¿estaba siendo espiada? Sin embargo, correspondió a sus besos sin ninguna objeción.
Ambos retrocedieron unos pasos, tratando de buscar apoyo, hasta que ella se detuvo a sentir la mesa. El muchacho la agarró por la cintura y la impulsó de una vez, y la sentó sobre la mesa. Kagome rodeó su espalda, aferrándose fuertemente. Cuando InuYasha abandonó sus labios, soltó un gemido ahogado de protesta. ¿Por qué no la seguía besando? Aún tenía bastante oxigeno. Él, como la otra noche, siguió un delicado camino por la comisura de sus labios hasta llegar a su garganta y de ahí, hasta el final de su cuello.
Comenzó a besarlo con suavidad, luego lo mordió juguetonamente y finalmente lo lamió, sentía como el cuerpo de ella se estremecía entre sus brazos y sonrío. Le encantaba saber que ella se estremecía por él, le encantaba saber que esas sensaciones las despertaba él. Volvió a besarla, tomándola por sorpresa. Era tan maravillosa, tan única... era su Kagome, un pequeño ángel caído del cielo tal vez, pero era suya.
Kagome se encontraba muy nerviosa, pero simplemente se dejaba guiar por esos sentimientos que nacían en su pecho. Estaba segura, quería sentirlo, quería sentir a la persona que más amaba en el mundo más cerca, crear un lazo irrompible para los dos. ¿Estaría bien crear una vida íntima en sólo tres meses que llevaban conociéndose? Kagome no le importó¿para qué cuestionarse, para qué romper ese momento tan agradable¡Bah!
Separaron sus labios con lentitud, entreabriendo sus ojos. InuYasha estuvo a punto de decir algo, pero ella lo calló, colocando su fino dedo en sus labios y negando con la cabeza, sonriéndole. "No hables", decían sus ojos azules, "no lo hagas".
InuYasha la abrazó y permanecieron así sin hacer nada, sólo disfrutando con la compañía del otro. Vio un tirante rosado y lo tomó, se maravilló al ver como se deslizaba suavemente sobre el hombro de la chica y caía, dejando ver aquella piel blanca y suave; volvió hacer lo mismo que hizo con su cuello: lo besaba, lo lamía y lo mordía.
Kagome sólo soltaba gemidos y suspiros, apretando más su abrazo. Una ola de pasión chocó con fuerza sobre su espalda, sintiendo los labios de su amado. Era un simple beso en el hombro pero sentía que iba a desfallecer. Quiso acariciar su espalda, sin embargo el pijama empezaba a molestarle. InuYasha sintió como ella intentaba sacarle la camiseta, se separó de la muchacha y, sin dejar de mirarla, se la sacó.
Kagome ya lo había visto, aquel pecho delgado pero musculoso, pero jamás imaginó sentir aquella piel entre sus manos. Cuando él volvió a abrazarla, gimió con suavidad cuando sus manos acariciaron su espalda. Los músculos estaban tensos, al parecer él estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo.
Una vez más, InuYasha contempló maravillado como el otro tirante caía de su hombro. El camisón ya dejaba ver su escote y el chico comenzaba a lamer su clavícula y seguía bajando. Pegó un pequeño brinquito al sentir como una mano de InuYasha comenzó a acariciarle su seno, soltó un suspiró y ocultó su rostro entre el cuello de él y sus manos siguieron acariciando su espalda.
InuYasha sentía a intervalos unas pequeñas descargas eléctricas por toda la zona que las pequeñas manos de Kagome acariciaban, cada vez que apretaba su seno, ella pasaba sus uñas sobre su piel. Puro placer, sin siquiera llevarlo acabo. Con lentitud, la fue recostando sobre la mesa de la cocina. Colocó un seno sobre su boca y su lengua jugueteaba con el pezón, mientras que su otra mano se encargaba del otro.
Kagome se sintió un poco confundida al ser impulsada hacia la mesa y no poder acariciar más la espalda fuerte de InuYasha. Gimió mucho más fuerte al sentir como sus labios estaban en su seno y la mandaban hacia mares de puro placer. Tanto placer... Se sentía tan completa al recibir la caricias de InuYasha. Soltó un quejido al notar algo duro entre su entrepierna, pero lo ignoró. Ya imaginaba que sería aquello.
Cuando dejó el seno para ocuparse del otro, por primera vez fue conciente de Kagome. Escuchó sus gemidos, mezclados con su nombre, también su respiración jadeante y sus tímidas caricias que le daba en su cabeza y hombros, buscando sentir su piel. Fue conciente de lo que estaban haciendo, fue conciente de lo hermosa y maravillosa que era... Fue tan conciente, que nunca imaginó amar tanto a una mujer y también nunca imaginó encontrar una tan especial y maravillosa como lo era ella.
La tomó por la espalda y la impulsó una vez más al estar derecha. La besó con más fervor que nunca, sintió aquél sabor dulce y tierno de los labios de Kagome. La amaba, la amaba y estaba seguro de querer hacer el amor con ella. De experimentar, de descubrir lo que era amar y ser correspondido.
Con todo su tiempo, con paciencia y tranquilidad, mezclando con algunos arrebatos de violenta pasión, ambos se fueron desnudando. El pequeño cuerpo de Kagome se estremeció contra el fuerte cuerpo de InuYasha, anticipándose de lo que venía: el culmino de todo, el clímax.
El muchacho tragó con fuerza, y fue entrando en aquella caverna cálida y virgen de su amada. Se deslizó con suavidad, entrando y saliendo, se abría a su paso mansamente. Escuchó contra su oído los gemidos de dolor, mezclados con placer, de Kagome, entendiendo perfectamente que a ella le causaba dolor… Se detuvo por un momento.
Jamás imaginó que Kagome fuera virgen. Ella era hermosa y, además, muy gentil con lo demás... La abrazó con fuerza y la penetró de una sola vez. Kagome gimió fuerte, y se aferró a él. Sus caderas se movieron, siguiendo el ritmo que InuYasha impuso primero.
Se sintió completo. Estaba su pequeña chiquilla entre sus brazos, haciendo el amor. A cada embestida, ella se estremecía cada vez más violentamente y gemía su nombre. La amaba.. No había dudas, la amaba sobre todas las cosas; más que a Kikyo, más que a nadie...
Con un propio gemido ronco, dejó que su semilla llenara el vientre de ella.
Una ultima embestida más, Kagome se mordió el labio inferior, tratando de acallar el ultimo grito de placer que moría en su garganta, sintiendo como aquél líquido caliente recorría su vientre. Se dejó caer sobre la mesa, jadeando, sudorosa pero feliz. ¿Esto era hacer el amor, no pudo evitar preguntarse.. Era como acariciar el cielo con las manos, sentir que jamás se iba a separar de él... Era descubrir con el cuerpo cuanto lo amaba.
InuYasha se recostó entre sus senos, con la respiración entrecortada. Respiró profundamente, sintiendo con más fuerza el olor de Kagome. ¿Necesitaba decir palabras? No, tampoco podría decirlas. Se reincorporó un poco y fijó sus ojos violetas en los azules de su amada. Ella le mostró una sonrisa cansada, junto con su típica mirada dulce.
La tomó entre sus brazos, intercambiando más que miradas. Subió en silencio las escaleras y fue hacia la habitación de huéspedes, la acostó en la cama y luego él también se acostó, tapándola con las mantas. Ella rápidamente se acurrucó como un perrito sobre su pecho, y cerró los ojos, completamente cansada.
InuYasha besó su frente. En un mundo tan mierda, en un mundo donde todos mataban a todos y al parecer el amor estaba en 'peligro de extinción', ella continuaba siguiendo inocente. Era su niña, su pequeña, su Kagome, su adorada novia.
¿Era su novia, verdad, Inu no pudo evitar preguntárselo. Por más que sean las.. consultó con el reloj.. las doce y media del mediodía, sintió como todo el peso del agotamiento y el sueño lo invadía.
Y, junto con Kagome entre sus brazos, cayó en un sueño profundo.
–Estaré a tu lado; siempre –susurró muy pero muy bajito a su pequeña bella durmiente, acurrucándola con más fuerza entre sus brazos.
"Ahora sé lo que quiero..". Sí, lo sabía; simplemente la quería a ella: quería a Kagome Higurashi.
Continuará…
¡Aquí está el esperado lemon, chicas, espero no haberlas decepcionado¡Gracias por sus review!
PD: Sé que tuvo algunos errores, pero lo hice en una noche, donde me encontraba pervertida. ¡Compréndanme!
