El silencio empezaba a reinar en la sociedad de almas, mientras en los alrededores, en los distritos, parecía empezar a reinar el caos, había llegado a sus oídos la traición de tres de los capitanes Shinigamis, uno de ellos de los más prestigiosos que había pasado por la sociedad de almas. El descontrol de los distritos no pasaba por alto en la sociedad y habían decidido poner medios para calmar a los agitados habitantes. Varios shinigamis de cada una de las divisiones se encargarían de esa tarea, mientras que los capitanes y tenientes estudiarían detenidamente el asunto de los traidores.
Y ese no era el único problema, había tres divisiones sin capitán y una de ellas no podía contar ni con su teniente, este era el caso de la 5 división. Alguien debía ocuparse de ella, pero..quién. La situación no estaba para perder el tiempo, si bien, no sabían cuando tendrían noticias de los traidores pero no podían relajarse, podían aparecer en cualquier momento, y debían estar preparados.
Empezaron a llegar capitanes y tenientes a la sala donde ya los esperaba el capitán de la primera división que se había encargado de reunirlos a todos. El tiempo era algo por lo que no se iba a dejar dominar, había que actuar rápido y con cabeza. Eso era algo que ya había decidido el capitán Yamamoto Pero la situación en la que se encontraban nunca había sucedido y enfrentarse a lo desconocido siempre era algo a lo que uno debía enfrentarse con prudencia.
Los rostros de los capitanes eran de preocupación y seriedad, algunos habían perdido a un compañero, otros a un amigo y otros a personas que significaban más que eso. A pesar de la tremenda tristeza que habitaba sus corazones, con su postura erguida estaban en la fila destinada para los capitanes y en la de los tenientes. A pesar de todo, era un milagro que la mayoría hubiera salido ileso o con vida de sus enfrentamientos. Pero..habían aprendido de aquellos huéspedes inoportunos, que se habían enfrentado a la superioridad de las divisiones y de los capitanes incluso siendo conscientes de ello. Se habían esforzado en superar sus miedos, en acabar las fronteras que no se sabe quien, habían puesto entre ellos. Les habían dado el valor de afrontar cualquier situación por complicada que pareciese y es que sin duda, esta lo era. Zaraki había aprendido a escuchar a su zanpakutou, algo que nunca le había importado. Además había encontrado a un gran contrincante que le había hecho hervir la sangre.
El silencio lleno la sala por escasos minutos, donde parecía no atreverse entrar ni el sol. Entonces, por fin la voz se alzo en la sala, cuando el capitán de la primera división empezó a exponer lo que debían tratar, aunque era algo que esperaban ya todos los capitanes.
Yamamoto: No podemos dejar por mucho más esta situación tal como esta. Debemos actuar rápidos pero siendo precavidos, Aizen ha sido muy listo y podemos esperar que no será una lucha fácil.
Con eso estaban de acuerdo todos los capitanes aunque había uno que pasaba bastante de todo lo que no fuese de su interés, cosa que nada más era la investigación.
La falta de palabra volvió a llenar la sala. Pero no tardó en llenarse de nuevo con la palabra de Yamamoto.
Yamamoto: capitán Hitsugaya, capitán Zaraki, quiero que ustedes dos con sus respectivos tenientes y si queréis alguien más de vuestra división, acudan al mundo humano.
La expresion de Hitsugaya seguía siendo fría como era habitual, mientras que la expresión de Zaraki había cambiado a una de satisfacción, sabia que si iba podría encontrarse de nuevo con Ichigo.
Yamamoto: Quiero que os encontréis con aquellos chicos que entraron, será bueno tener aliados, también quiero que encontréis a Uehara y a Yourichi. Aunque seguramente sepan todo lo ocurrido quiero que vosotros capitanes tratéis con ellos. Han empezado a aparecer menos grandes y vacíos en el mundo humano, es necesario tener a alguien allí, confío en ustedes.
Respecto a los demás capitanes y tenientes...excepto Abarai que tb acompañará a los capitanes de la 10 y 11 división, necesito que cada uno se ocupe de un par de cosas.
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El sonido de la lluvia no calmo el espíritu de varios shinigamis que veían próxima la guerra, una guerra que sin duda pronto llegaría.
Bajo la lluvia se podía escuchar el resonar de una zanpakutou, mientras la empuñaban con fuerza. Al joven capitán no le importaba la lluvia que caía sobre él, sería un mejor entrenamiento. Solo se centraba en el sonido de su zanpakutou y su voz en la cabeza diciéndole que se harían más fuertes.
Los charcos hacían del campo fango, mientras su espada cortaba el aire.
Su teniente lo observaba, pensó que quizás ella debía hacer lo mismo, en vez de auto compadecerse por la lejanía de su recuerdo de infancia, Gin, aquel que se alejaba de ella sin decir nada, sin un por qué, que ella no encontraba a pesar de buscarlo.
Pero a pesar de desear ir hacia su capitán y ponerse a entrenar con él, solo podía mojarse bajo esta lluvia que parecía borrar un poco su agonía, al menos, un poco
El capitán de la 10 división entrenó hasta quedarse totalmente agotado, a pesar de levantarse como en otras ocasiones a lo largo del entrenamiento de la fría tierra. Miró al cielo mientras las gotas de lluvia caían en su rostro. y en un susurro su pensamiento se escucho: - pronto..muy pronto.
Y se dirigió hacia su habitación, necesitaba volver a estar bajo el agua, pero no de la lluvia y tras ponerse su equipo de capitán, volvió a salir de su habitación para perderse entre los pasillos de la oscura sociedad.
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Se podía oír la respiración débil de Hinamori, en aquel cuarto de penumbras. Hitsugaya se había situado a su lado. Aunque ella ya había despertado hace apenas dos días, tenia que quedarse aún en la enfermería. Él acudía a verla cuando sabia que estaría dormida, pocas veces se quedaba más de 10 minutos si ella estaba despierta. Pronto debía acudir al mundo humano, y ella, se quedaría aquí..Pero debían encontrar a Aizen, no podía estar tranquilo sabiendo que este andaba por ahí a sus anchas, podría intentar algo de nuevo con Hinamori, y eso era algo que no se podía permitir el capitán de la 10 división. Hyourinmaru había nacido por el deseo de protegerla, y aún así, había fallado. Pero no permitiría que volviese a ocurrir, no de nuevo.
Se quedo mirándola por un breve espacio de tiempo para luego decir un débil cuídate momo camas mojadas...adiós.
Y tras decir eso al viento en la presencia de la dormida chica, se dio la vuelta y silenciosamente salió de la habitación.
