Viajando lentamente por la gran ciudad, unos ojos turquesas miraban a su alrededor, nieve... caía nieve, era la época cuando el frió se apoderaba de todo, y la nieve cubría por donde caía... vistiendo los edificios y el contexto en un vestido blanco, tan puro... tan suave... tan frió... como el...
Bajo un poco el cristal polarizado de la limosina donde iba sentado, admirando el paisaje, y cuando abrió el cristal, el aire frió le dio de lleno en la cara, sintiendo como era una brisa refrescante, y aunque me gustaba la sensación a la vez la odiaba, ya que le recordaba a el... a el... solo a él...
Cuando llego al lugar de la cita, bajo de la limusina y se coloco el abrigo y la bufanda para entrar al elegante restaurante donde aquel chico de ojos azules le esperaría...
Cuando entró, el jefe de meseros le recibió con una cálida sonrisa que Milo no respondió, solo le dio el abrigo y la bufanda para que los guardara mientras otro empleado le indicaba en que mesa debía esperar a Camus.
Cuando llego a la mesa, se detuvo, ahí estaba, sentado mirando hacia fuera, recargando su mentón en la mano mirando la nieve caer y cubrir todo... sintió como una punzada dentro de el le decía que fuera y le abrazara, olvidando todo...
Olvidando su frialdad...
Cuando se acercó, Camus volteo a verlo con esa mirada inexpresiva y Milo se sentó frente de él, la guerra de miradas, una fría e inexpresiva, la otra llena de pasión y rencor... resentimiento... aunque ambas... con amor mutuo... muy dañado pero al fin era amor...
No,
no intentes disculparte
No juegues a insistir
Las excusas ya
existían antes de ti
Milo... –comenzó Camus con una voz suave, extendiendo su mano hacia la de Milo que estaba en la mesa, más la mano de Milo se deslizo para evitar el contacto, Camus encerró su puño y no insistió más con aquel, toque...
Aquí me tienes... ¿qué es lo que quieres decirme?... – Milo le miró directamente a los ojos... más Camus sonrió suavemente...
Me alegra que... hayas venido... mi amor... – dijo suavemente... Milo negó levemente...
No... no soy más tu amor... – Camus quedo de hielo
Pe... pero Milo... – Milo negó... Camus le miró con una tristeza profunda.
No,
no me mires como antes
No hables en plural
La retórica
es tu arma más letal
Camus le tomo la mano, y aunque Milo intentaba zafarse, Camus apretaba fuertemente... mientras le miraba a los ojos... mientras le suplicaba que no le hiciera aquello... que él le amaba, desde siempre...
Deja de engañarme... deja de engañarte... Camus... no me amas...
Yo siempre te he amado Milo, lo sabes... solo que...
Solo que eres el más frió de todos... solo que jamás has sido un poco cariñoso conmigo... solo eso... –Milo volvió la mirada molesto... no quería verle... en ese momento el mesero llego a pedir la orden, la cual Camus pidió en francés, Milo solo se le quedo mirando...
Camus sabia perfectamente los platillos favoritos de Milo, eso lo hacia bien, eso eran puntuación para Camus, más... la frialdad de todo en él, de cada facción de Camus le hacia perder toda esperanza de verle... toda esperanza de que cambiase aunque sea un poco, por él... por ambos... por el amor que... se tenían...
Milo no dudaba del amor de Camus, pero... pero... ya no soportaba...
Voy
a pedirte que no vuelvas más
Siento que me duelas todavía
aquí
Adentro
La cena transcurrió tranquilamente, entre comentarios de Milo sobre la cena, las miradas y sonrisas frívolas de Camus, que eran lo que callaban al chico de ojos turquesas... esas frías miradas, esas sonrisas tan inexpresivas... esas eran las que le alejaban a Milo de Camus, eso era lo que a Milo le lastimaba... el poco afecto de Camus...
La cena terminó y ambos salieron del restaurante en silencio, ninguno de los dos dijo nada, y ambos subieron a la limosina de Milo, después de pasar por los abrigos y las bufandas, aunque habría que decir que Camus no la necesitaba mucho, él amaba él frió y para él, esa época era la mejor, cosa que Milo, odiaba, pero... por Camus hizo todo...
...todo...
Acabó de un viaje lento, un viaje que para Milo parecía interminable, Camus por su parte solo se limitaba a ver el paisaje blanco y puro, tan bello ante sus ojos que se maravillaba cada vez que veía algo así de esplendoroso...
Llegaron poco después al departamento de Milo, el cual bajo de la limosina y abrió la puerta de Camus, este sonrió más Milo no le respondió ante la sonrisa, Camus se extraño... Milo jamás rechazaría una sonrisa... y menos una de él, y más cuando era así de tierna...
Y
que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a
alguien así
Al entrar al departamento, Milo dejo su abrigo en el sillón y se fue directamente a la barra a servirse su vino tinto tan ansiado, Camus sonrió... y se acerco a Milo y de paso dejar el abrigo junto al de Milo...
Milo... -susurró contra su oído mientras le abrazaba por detrás, Milo solo le miró por el espejo de el minibar de madera, con ojos llenos de rencor, y de algún tipo de odio... Camus no se inmutó... amaba a Milo, y quería una oportunidad...
Otra más...
... la ultima quizás.
No
se puede vivir con tanto veneno,
La esperanza que me dio tu
amor
No me la dio más nadie,
Te juro, no miento
Milo se escapó del abrazo de Camus, y aunque en el fondo no quería separarse de su frió calor, tenia que hacerlo, el ya no podía más... no resistiría más dolor y más frialdad de Camus, y siempre era lo mismo... el día en que Milo le decía algo... Camus era el más tierno, dulce... el mejor de todos... después...
... después todo volvía a empezar...
Milo se acerco a el ventanal que tenia el la sala, miraba hacia la ciudad blanca por la nieve y cerró los ojos bebiendo un poco de su vaso, el liquido rojizo oscuro se deslizo por el suave cristal llegando a sus labios carnosos... Camus... solo le miraba expectante... sabia lo que paso, sabia todo lo que Milo sufría u bajó la mirada...
No se puede vivir con tanto
veneno
No se puede dedicar el alma
A acumular intentos
Pesa
más la rabia que el cemento
Camus se acercó de nuevo a Milo, pero esta vez solo se acercó al grado de quedar a centímetros separados el uno al otro... más no lo tocó no se atrevía ya a hacerlo... mientras que el con los ojos cerrados suspiraba, Milo miraba hacia la ciudad con esos ojos llenos de un dolor acallado desde mucho tiempo atrás...
Camus suspiró...
Milo... yo... –no supo que decir, y aunque sabia que tenia que decir algo... no supo que decir en si...
Calla... –susurró Milo al verle por el poco reflejo en el ventanal... – calla... solo calla... – Camus se destrozo en ese momento.. sintiendo que con eso, todo se había terminado... y solo atino a abrazar de nuevo a Milo...
Por favor... Milo... – Milo ni se movió, nisiqueira respondió el abrazo, su dolor era tal que no quería más, y al ver a Camus así, seria acrecentar su dolor... y ya no quería más...
Espero
que no esperes que te espere
Después de mis 26
La
paciencia se me ha ido hasta los pies
Aparto con su brazo a Camus, y se acerco lentamente hacia la mesa del minibar en su sala, dejando ahí el vaso, mirando a Camus después por el espejo, después se giró a verle a los ojos directamente... Camus noto en ese momento, todo el daño causado por si indiferencia... y se quedo como la nieve, blanca y pura, fría... fría hasta más no poder...
Atónito del descubrimiento Camus quiso acercarse más la mano de Milo se lo impidió...
No te acerques Camus du Verseau... – Camus se quedo hecho piedra aun más, Milo jamás le había llamado por su nombre... solo una vez... cuando le pidió ser su pareja... eso... le dio mala espina...
Mi... Milo... tu... –
Calla... –dijo con el mismo tono de voz... – calla que no quiero oírte, ahora escúchame...
Pero Milo...
Que calles! ... ya no soporto esto Camus, ya no... – Camus se desplomo... sus ojos miraron directamente los de Milo...
Yo te amo!
Mentira! – las lagrimas en ambos pares de ojos no se hicieron esperar, Camus se convulsionaba desesperado entre los sollozos... Milo por su parte solo dejaba salir las lagrimas de ese par de ojos que solo se les veía el rencor... después... se volvió para no mirar a Camus... suspiro...
Camus se volvió a acercar y Milo solo le empujo, sin decir nada, se alejó de el...
No soportaba ver ni oír llorar a Camus, pero su dolor era más grande, era la primera vez que era egoísta con Camus, pero Camus siempre fue el que pensaba en si mismo y Milo, salía sobrando, para Milo jamás había tiempo, ni una sonrisa, ni una palabra de aliento... no había nada...
Eso ya era el colmo...
... ya...
Y
voy deshojando margaritas
Y mirando sin mirar
Para ver si así,
te irritas y te vas
Camus intento de nuevo acercarse, más la mirada de Milo era más que referencia que no quería acercarse a él... que no lo quería ni ver... así que solo se sentó a su lado sin decir nada... Milo tomo entre sus manos una rosa que estaba en el florero a su lado... y comenzó a verla, suavemente acariciándola con la yema de los dedos...
Primero comenzó a deshojarla... sabia que Camus odiaba que destrozaran a la naturaleza... así que lo hacia a propósito, para que se enfadara y se fuera...
En el momento que Camus cruzara esa puerta... todo acabaría...
Todo...
Voy
a pedirte que no vuelvas más
Siento que me duelas todavía
aquí
Adentro
Y
que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a
alguien así
Camus miraba con algo de desespero el cómo Milo deshojaba esa pobre rosa... se la arrebato de las manos y acaricio a Milo en el rostro...
Dime algo... dime que me vaya pero di algo Milo... – Milo no contestó, le miró, si pero su mirada parecía no hacerle caso... parecía que su mente estaba perdida... Milo... Milo se comenzaba a hundir en el dolor... antes de perderlo para siempre...
Camus se quedo entristecido y dejo un beso suave en los labios de Milo... después se levantó y dejo la rosa en el minibar... después se acerco de nuevo a Milo... e intento como siempre por ultima vez... decirle que le amaba, aunque fuese la ultima...
El Sabia que jamás olvidaría a Milo, pero... ¿el se olvidaría de él?... lo más seguro... jamás le dio lo que debía, jamás le supo amar... era Milo, mucho para el...
No
se puede vivir con tanto veneno
La esperanza que me dio tu amor
No
me la dio más nadie
Te juro, no miento
Cuando Camus tomo su abrigo una mano le detuvo y su corazón salto de emoción... más esa emoción se acabo rápidamente... Milo le miraba suavemente, aunque aun con ese dolor tatuado en el rostro...
Nunca olvides... que te amé como a nadie... que eras mi todo... y que todo lo deje por ti... – Camus sintió que todo se le caía encima, se soltó de Milo, lo beso rápidamente y salió aprisa, el dolor de Milo le dolía también a él, y parecía que solo le causaba mucho dolor a su amor... y lo mejor era...
Separarse para siempre...
No
se puede morir con tanto veneno
No se puede dedicar el alma
A
acumular intentos
Pesa más la rabia que el cemento
