Capitulo 13 : Las dos caras del dolor

Las escaleras se hacían cada vez más pesadas ... con cada escalón su ilusión se iba desvaneciendo, y aunque hubiese deseado que ciertos ojos picaros le siguieran también sentía como se iba cayendo en un profundo vacío que era su corazón desolado... y la imagen que llegó a encontrar donde debió de haber encontrado otra escena, estaba dando vueltas en su cabeza... torturándolo, como si no fuese suficiente con el dolor que ya sentía su corazón vació...

Suspiró cuando llego a las puertas de Acuario... y volteó deseando que Milo viniera detrás de él... viniera corriendo detrás de él, diciéndole que lo que había pasado era una errónea vista de un ángulo mal tomado... quería intentar creer que no fue lo que vio, engañarse a si mismo con tan solo las palabras de la voz sensual de Milo... más nada de eso pasó... nada...

Apretó la maleta en su mano y entró a su templo tan lento, que tardó más en adentrarse a sus aposentos que en subir desde Escorpio hasta Acuario... más aun así se le hizo sumamente rápido cuando ya estaba pisando la alfombra de su hermosa habitación, decorada al mejor estilo francés...

Giró los ojos para encontrar todo exactamente como lo había dejado, no había huellas de movimiento alguno, salvo una ligera capa de polvo que cubría cada una de sus pertenencias, la mesa que fungía como mesa de arreglo personal con un portarretrato sobre la madera finamente tallada y muy bien barnizada, pulida al extremo que ni el polvo aligeraba su brillo...

Se acercó a dejar la maleta en la cama, abriéndola para sacar de entre las ropas que traía finamente dobladas dentro de la valija, sacó la pequeña figura de Acuario, que alguna vez el caballero de Escorpio le habría regalado en alguno de sus cumpleaños... suspiró y se acrecí a dejarla en su lugar original antes de su viaje...

Detrás del portarretrato...

Después tomo este para ver la imagen... una imagen que jamás podría olvidar... era una fotografía que había conseguido por métodos no muy limpios, de Milo de frente... estaba serio, con ese semblante suave pero a la vez arrogante, sensual... así era como le gustaba verlo desde lejos... más deseaba una mirada más allá que la seductora que conocía en las turquesas de Milo...

Más después de haber presenciado lo que pasó en la recamara de Milo... sabia que eso jamás pasaría... suspiró pesadamente, y dejó el portarretrato en su lugar, odiaba verse debilitado... y desde ese momento juro que no volvería a salir de su ataúd de Hielo... congelando todo lo que afuera le pudiese dañar... involucrando a la recién pareja encontrada en un beso entre tierno y apasionado...

O así le pareció a Camus desde el ángulo que estaba...

Después de volver a suspirar tan suavemente, se miró en el espejo que estaba frete de sí, sobre la masita que en la que estaba recargada su mano... al mirarse, solo pudo ver en sus zafiros, una ola de tristeza... y se juró que cuando se viera al espejo, después de esa noche... no encontraría ese manto de desolación, si no ese siempre congelante aire de superioridad...

Por que él, era Camus de Acuario, el maestro de los hielos...

Se dio la media vuelta para encontrarse en oscuras completamente... algo que le pareció completamente fuera de lugar, ya que había encendido las velas suavemente y de paso la lámpara que iluminaba su recamara... más todo estaba en sombras... y al acercarse al interruptor de la lámpara que estaba al lado de la puerta... sintió como alguien le tomaba la mano... y le jalaba tapándole la boca...

Los brazos que le rodeaban eran fuertes, más fuertes de lo que a el le hubiese gustado, Camus estaba cansado, estaba agotado por el viaje y principalmente por el dolor sentimental dentro de su vacío pecho... así que no pudo hacer mucho para safarse del agarre, mas momentos después, sintió un trozo de tela en su nariz y boca, y un olor que reconoció... Cloroformo...

sintió como las piernas le flaqueaban, como las fuerzas, pocas fuerzas, le fallaban ya... y dejo de resistirse, perdiendo completamente el sentido, entre esos brazos fuertes que le sujetaban posesivamente...

En otra parte, bajo las salvajes olas del mar que parecían intentar mitigar el dolor de un corazón que estaba resguardado bajo su cuidado, y que ese corazón estaba entregado al dolor más tormentoso de todos... un amor que parecía ser correspondido, peor el temor a haber hecho las cosas mal...

Tenia tanto miedo de levantarse de donde se encontraba para caminar siquiera a la entrada de su pilar y encontrarlo de nuevo, ahí, parado frente a la puerta, sonriéndole, con ese semblante serio perdido en otra dimensión y regalándole esa mirada tierna que tanto había anhelado...

Tenia tanto miedo de enfrentarse a él... tenia tanto terror de enfrentar su propio sentimiento...

Suspiró de nuevo y abrió los ojos... y encontró como su cuarto estaba echo un lío... sonrió con ironía y sarcasmo... algo que se había convertido en su principal semblante, más que había abandonado desde que miró a Saga con esa tristeza en sus ojos en Géminis en aquella batalla donde él había defendido el que fuese su templo alguna vez, y del que había huido cobardemente solo por que sentía que no era correspondido, y que al sacar su sentimiento, sabia que Saga se alejaría de él...

Pero él ultimo beso que recibió en sus labios, le había confirmado que no hubiese sido así... pero... ¿quién hubiese sabido?... si Saga solo lo trato con indiferencia, y si cada que él intentaba acercarse, solo Saga huía ante sus saludos, sus miradas, sus contactos, eso hacia que Kanon perdiese cada vez más la posibilidad de que Saga viera dentro de el sus sentimientos retorcidos...

Suspiro entrecortadamente y dejo caer la cabeza hacia atrás... para recargarla en el colchón tan suave que aprecia querer abrazarlo APRA que su dolor disminuyera, pero sabia que nada lo aria, más que una mirada, una palabra, un susurro... un simple roce de Saga le calmaría, solo eso... nada más...

Se sintió completamente estúpido... pero llevo su mano a sus labios, y acariciando con la yema de sus dedos sintió como el sabor de los labios de Saga estaban en sus labios aun, y ansiaban, gritaban que los volviera a embriagar con ese dulce néctar que representaban los labios de Saga...

así que decidido se levantó de su asiento en el suelo al lado de la cama y se miró al espejo que se presento frente de sí... y miró su rostro... su rostro en el cual miró a Saga... sonrió, y acaricio la imagen con los dedos, sintiendo el frío del vidrio que reflejaba única y solamente su reflejo, más ese no era Saga...

Lo sabia a la perfección, lo notaba por que a pesar de todo, había diferencias entre las gotas de agua de la tercera casa del Santuario de Grecia... los ojos, el r5asgo de ellos, el brillo de las esmeraldas, el largo del cabello, la tonalidad de la piel... la suavidad de esta... la manera de sonreír... el color que por muy poco era diferente entre sus cabellos...

Siempre había algo que los diferenciaba...

Kanon era un completo imbecil... y Saga... solo era un tonto enamorado... más ambos compartían algo que no se atrevían a enfrentar... o más bien, Kanon era el UNICO que temía a enfrentarse a este sentimiento, aun sabiéndose correspondido de una manera que jamás imaginó...

En su rostro se dibujó una sonrisa suave y cerró los ojos... para acariciarse de nuevo los labios... al abrir los ojos vio el reflejo de su mano en su boca, y sus ojos brillantes, anhelantes... a sabiendas que necesitaba ir por él... que debía enfrentarlo, que debía...

Que necesitaba... estar a su lado...

así que con la intención de marcharse... suspiró por ultima vez y abrió el cajón de la cómoda que tenia enfrente de sí, para sacar una caja cuadrada, negra y pequeña, al abrirla, un reflejo dorado iluminó su rostro ensoñador que estaba decorado con una sonrisa enamorada... acercando la caja a sus ojos... después saco de esta una cadena de oro con un dije partido a la mitad... jamás había usado esa cadena, por que sabia que Saga lo odiaría cuando la usara...

Ese dije, lo habían partido a la mitad exactamente un día antes del enfrentamiento para conseguir la armadura de Géminis, prometiéndose que no se iban a separar, pasara lo que pasara, pero al parecer, ninguno de los dos había cumplido esa promesa, ahora ambos estaban mas lejos del otro que nunca...

O... quizás no...

Se colocó la cadena y se miro al espejo... el dije resplandecía contra la poca luz que estaba suavemente filtrada hacia el cuarto, se podría apreciar aun de lejos, que el grabado de un "INI" desde el centro de la partición del dije hacia fuera...

Kanon tomo el dije entre sus dedos y besó la superficie de oro, para después salir de su recamara a paso lento, pero seguro, no sabiendo lo que le esperaría al llegar al Santuario que le vio crecer... que le vio enamorarse perdidamente de Saga... y el que también le vio huir cual cobarde...

Sus pasos entre los corales eran suaves, eran lentos, más aceleró el paso para llegar a la superficie exactamente al lado de Cabo Sunión, que le traía muchos recuerdos... demasiados para los que él hubiese deseado tener, y que sabia que poco ayudarían a lo que estaba decidido hacer...

Suspiró y se infundó valor el mismo, teniendo en cuenta de que su amor, era su fuerza en ese momento... así que salió de la playa para encaminarse por aquel sendero rocoso que conocía tan bien... para llegar a la entrada del Santuario... se detuvo antes para observar la majestuosidad del Sagrado Santuario de Atenea que era coronado por la estatua de la diosa, y decorado con el enorme reloj de fuego que estaba apagado en ese momento...

Suspiró de nuevo, valiente... para subir los escalones hacia géminis, no faltaba nada... y su corazón latía fuertemente, tan intenso que parecía que saldría de su pecho para salir corriendo hacia la recamara de Saga y abrazarlo con fuerza, besándolo con esa indescriptible pasión que estaba reprimida dentro de si, que por culpa de aquel beso robado horas antes, se había despertado...

Al entrar al templo, se extraño al verlo tan vacío, así que decidió levantar un poco su presencia, dándose a notar... pero nada sucedía, así que se aventuró hacia la recamara de su hermano, tocando suavemente abrió, para... encontrarla vacía... así que se desesperó... asusto... y demás cosas... pensando tonterías... y en su pecho aun estaba aquel dije dorado resplandeciendo...

Lo tomo entre sus manos rezando, pidiendo a los dioses que Saga llegara a su templo... estaba ansioso...

Saga... aparece pronto... – dije en un suave susurró echado en la cama de su hermano tomando fuertemente el dije entre sus manos... con los ojos cerrados...

Y sin darse cuenta... el cansancio del viaje realizado, la tensión, y el dolor, la angustia, y demás cosas, le habían agotado al grado de quedarse dormido en la cama de su hermano mayor.