Reconstrucción de un amor.
(Palimpsesto)
Capítulo IV
–Hola.
–Hola.
–¿Cómo estás?
–Bien, gracias ¿y tú?
–Bien también ¿quieres fuego?
–No–se estuvo un rato callado y luego continuó sonriendo con timidez–. Quiero hablar contigo. ¿Recuerdas la última vez que nos vimos?–el otro asintió tiesamente–. Bueno, he recordado, y quiero hablar contigo–repitió con vehemencia.
–Como quieras–respondió, seco.
–¿Qué te parece si vamos al parque que tanto me gustaba?
Seto sonrió con calidez y ese gesto sincero deshizo el hielo.
–Me gustaría mucho–repuso.
Se encaminaron con paso lento y en silencio. Se sentían jóvenes de nuevo: ansiosos y tímidos y, a pesar de estar uno junto al otro, se hallaban solos y abandonados. "Ojalá todo fuese más fácil. Ojalá todo fuese distinto. Ojalá fuese otro tiempo. Ojalá fuésemos jóvenes", pensaban ambos, inseguros y nerviosos. Jou encontraba que Seto lucía más serio, más triste, más solitario que nunca antes. Seto, que Jou aparentaba más edad de la que tenía y que su natural alegría se había esfumado.
–¿Cómo recuperaste la memoria, Jou?
–Gracias a ti.
–¿A mí?
–Sí, aquella noche que nos vimos hace casi un mes ya, me dio un vuelco en el corazón. Mientras regresaba a casa, no hacía más que pensar en ti, Seto. Tus ojos tristes y tus palabras me decían que había algo más, algo que tú intentabas ocultarme. Y aquello me provocó gran desesperación e impotencia por no poder recordar. Te sentí tan cerca y tan lejos cuando hablamos, y yo quería comprender tu dolor, áquel que intentaste disimular ante mí.
"Esa noche no pude dormir. Cada vez que cerraba los ojos, tu imagen serena y apesadumbrada aparecía ante mí. Y veía tus ojos y oía tus palabras de otro tiempo, y todo aquello me causaba violentas sensaciones y una incertidumbre enorme. Al día siguiente, fui a ver a Yugi, y le conté sobre nuestro encuentro y sobre todas las sospechas que éste me acarreó. Él me miró callado y conmovido y luego asintió. Después de un rato habló. Tú, hacía siete años, le habías entregado una carta para mí, puesto que ignorabas dónde yo vivía. Él la guardó con la determinación de nunca enviármela, pues presumía que sólo me causaría pena y dolor, pero al verme esa mañana tan ansioso y a punto de obtener mis recuerdos, me la pasó. La leí en mi casa, a solas. Al principio, no comprendí mucho por la excitación que me abrumaba y me hacía temblar. La releí varias veces y me embargaron tantas emociones y tantas reminiscencias fugaces y violentas de otra época, que me desmayé, y soñé esa noche toda una vida. Poco a poco, fui reconstruyendo la historia de nuestro amor. Y me sentí feliz por ese reencuentro y me sentí triste por nuestro final, porque al leer la carta, comprendí que aún me amabas y que guardabas esperanzas sin saber de mi destino y comprendí tu angustia y tu desconsuelo de aquella noche en que tú eras un desconocido para mí. Escribiste tantas palabras ciertas… que quise una vez más, como tú, que fuésemos Mokuba, Seto y yo para siempre. Pero el tiempo pasa… –suspiró profundamente–. Yugi me contó sobre Mokuba–y su voz se quebró de pronto–, lo siento tanto."
–No. No digas nada–pidió con voz débil y sin mirarlo a los ojos.
–Pero…
–Por favor… me duele recordar…
–Está bien.
Se quedaron en silencio y se sentaron en el banco de siempre sin mirarse a los ojos. Seto cogió una mano de Jou entre las suyas y la apretó con ligereza y un calorcito tibio les invadió el cuerpo frío, y se sintieron menos solos y menos tristes.
–¿Crees que haya una oportunidad para nosotros, Jou?–preguntó quietamente Seto, por fin dirigiendo su mirada azul al rostro bañado por las lágrimas de su compañero.
Jou negó suavemente con la cabeza, pero no se desprendió de las manos de Seto.
–¿Por qué?
–No sabes cuántas veces fui a despedirme para siempre de ti, y me quedaba afuera del edificio, apoyado en un árbol, frente a tu ventana, y ahogado por una pena de la que no podía escapar. Fueron cinco años, y siempre el mismo tono duro y las mismas palabras secas y siempre juntos, pero solos. Pensé que nunca lograría separarme de ti, pero al final, desperté de mi enamoramiento ciego y comprendí que yo podía continuar sin ti. Eso me dio el suficiente valor para terminar nuestra relación y el día que todo acabó entre nosotros, me sentí contento por esta pequeña victoria y muy triste porque yo te quería.
"No me has preguntado cómo perdí la memoria… fue debido a ti. Después de un año de estar viviendo en el extranjero, un día te vi caminando por la vereda de enfrente. Pensé que venías por mí, y me ilusioné. Tú doblaste le esquina sin verme y una angustia oprimió mi corazón, sentía que si no te alcanzaba, nunca más te vería y tú estabas aquí por mí y perderías el viaje… y tuve miedo y corrí tras de ti. Me atropellaron… Estuve un año en un hospital… y me hice amigo y me encariñé de quienes se preocuparon por mí. A veces, venían mi hermana y mis amigos a verme y no lograba recordarlos, y con ellos me sentía muy desolado. El médico que me atendía es mi pareja en la actualidad. Él siempre me acompañó durante los momentos más difíciles y fue él quien me incitó a que regresara a Japón.
"Pensé que podría vivir de nuevo, sin necesitar de mi pasado. Al comienzo, resultó, pero luego empecé a sentirme vacío. Veía los intentos e inútiles esfuerzos de mis amigos de antes y de mi hermana para que yo los recordara y los quisiera otra vez, y en mis sueños surgieron imágenes que yo reconocía brevemente y que luego olvidaba. Luego se me hizo más que necesario recuperar mi vida de antes.
"Ahora que recuerdo todo, me siento muy solo. Porque tengo un pasado y un presente que no puedo encajar. Quiero a los de antes, pero me siento extraño… supongo que aún falta tiempo… y quiero a los de ahora…
"Me siento dividido en dos, Seto. Siempre pensé que recuperar mi pasado me ayudaría a forjar mi presente. Ahora comprendo que me equivoqué. Pero no puedo, no puedo ni quiero volver contigo. No, no digas nada. ¿Crees que no lo sé? He leído tu carta todos los días desde que recordé mi pasado y todos los días me he preguntado porqué estamos así si todo pudo haber sido tan distinto. Sé que has cambiado. Han sido diez años durante los cuales no nos hemos visto, y es normal que el tiempo nos trasforme de una u otra manera. Entonces yo también he cambiado. Tenemos más de treinta años… y me siento increíblemente viejo e inseguro. Quisiera poder atreverme… pero tengo miedo. A veces recuerdo aquel tiempo que compartimos juntos, y todo me duele y me entristezco, y no deseo volver a lo mismo. Si fuese otra vez joven, tal vez me arriesgaría, porque no tendría nada que perder, pero ahora no. Él me da estabilidad, él me quiere y me ama cómo no te imaginas. Ya sé que tú me quieres, y sé cuanto yo te quise también, y cuanto te quiero… Pero tú, él y yo somos diferentes y yo lo estimo mucho. Y lo quiero. He estado más de ocho años con él, y hemos aprendido a querernos tan lenta y pacientemente, que no puedo borrar esos años de un plumazo y empezar todo de nuevo contigo, aunque quisiera. Y no quiero, porque el sufriría demasiado, y lo amo. Me duele ¿sabes? Me duele esta separación que tengo en el alma, porque me hace sentir muy solo. Pero así son las cosas, y hay que seguir. Siempre podemos ser amigos y querernos, siempre podemos recordar aquello que nos alegra. Siempre podemos volver a vernos y reconocernos."
–Jou…
–Ya te lo dije, Seto, hemos cambiado tanto… ¿acaso podríamos volver a amarnos? Yo te recuerdo en ese pasado y tú también. Diez años son muchos y, en mi caso, es toda una vida. ¿Cuánto tardaríamos en desilusionarnos al descubrir que no somos los mismos?–Jou sonrió con nostalgia y con pena.
–Entonces tenemos que despedirnos de nuevo.
–Sí, pero estamos en paz el uno con el otro.
"Cómo dueles, Jou", pensó Seto. "Cómo dueles, Seto", pensó Jou.
–Nos vemos.
–Sí.
Seto atisbó el cielo azul. Qué pena todo esto. ¿Pero ya no había aceptado que lo había perdido para siempre¿Nunca dejarían de doler tantos desencuentros? Se sintió llorando hondamente, pero ya no había porqué avergonzarse. Siempre podía volver a empezar. Hoy no, claro. Pero a veces la felicidad no es más que caminar en ese parque apaciblemente y admirar todo a su alrededor sintiéndose en calma y tal vez recordar sólo un poco, porque si era demasiado quizá lloraría de nuevo.
Fin.
Nota de la autora: Gracias por leer.
Este es el final, pero aún falta el epílogo. Sólo quiero decirles que este epílogo aclarará algunas cosas, pero esencialmente no cambiará nada. Este es el final que siempre imaginé, y no lo encuentro triste. Dudo que a muchas este capítulo les haya gustado, pero ojalá hayan intentado comprenderlo.
Y tal vez, para quienes lean el epílogo, comprendan que Seto y Jou no son infelices, y que les espera un bonito reencuentro.
Y muchas gracias a:
Sahel: Gracias por encontrar tan bonito el fic. Sólo espero no te desilusiones con este final.
Rei Dark Angel: Este capítulo es más largo… ya ves. Y bueno... ¿Qué te ha parecido?
AGUILA FANEL: Gracias por felicitarme… Pero este es el final… ¿Lo encuentras demasiado triste?. ¿Qué es la felicidad en realidad?
Elian: El epílogo no será triste, te lo aseguro.
keyq: Este capítulo es más largo. Mokuba ha muerto, pero Seto prefiere no recordarlo, porque a veces duele mucho recordar a quienes hemos perdido. Pero en el epílogo, Seto tendrá algo que nunca imaginó.
Sekari Sumeragi: Es el final de esta historia, pero queda el epílogo. No es tan triste este capítulo, creo yo. La historia que tú escribes sobre Trowa y Quatre la encuentro aún más triste, pero bien hilvanada.
En el epílogo habrá una mejor solución.
Kida Luna: Gracias. Ojalá te haya gustado.
