Red de Engaños
Parte Uno
A las tres de la mañana, en Nueva York, Camus March despertó en la oscuridad e intuyó una presencia en el dormitorio. Una furiosa tormenta se habia desatado durante toda la noche, los relámpagos destellaban en el cielo y caia una lluvia torrencial, En cuanto Camus abrió los ojos, tuvo la horrible sensación de que habia alguien cerca de ella.
Mientras apartaba las frazadas y comenzaba a levantarse, mdetectó la silueta de un hombre a su lado.
- No te muevas.- ordenó él
A pesar de la advertencia, Camus continuo incorporándose, presa del panico, enconces el hombre le dio una bofetada que le dejo la cara ardiendo.
- ¡Quieto!- El resplandor de un relámpago ilumino la habitación y el miró el rostero del intruso.
No tenia cara...
Llevaba puesto un pasamontañas negro que apenas dejaba ver los ojos verdes y tenia un cuchillo de carnicero en la mano enfundada en un guante de cuero. Cuando Camus intentó gritar, el hombre le tapo la boca con la otra mano. Aterrorizado, se hizo obvillo y la camiseta se le subio, dejando entrever su piel blanca. Con cuidado, el hombre colocó el cuchillo en la mesita de noche. Camus sintio que una mano se le deslizaba sobre la piel, mientras el le forzaba a abrir las piernas-
-¡Quieto o te corto el cuello!
El hombre se desabrocho los pantalones y se puso encima de el. Camus March nunca habia estado más asutado en su vida que en ese momento...
Despertó gritando y apretó una almohada contra el pecho. En esta ocasión, no se trataba de una pesadilla, si no que estaba despierto de verdad. Jadeante de terror, aspiro profundamente...
Camus March soltó la almohada y retiró las mantas. Prendio la lampara que tenia en una mesita de noche, se levanto con trabajos y fue a la ventana. Haciendo un esfuerzo por respirar despacio, percibio un murmullo discordante. Era la lluvia que caia a cantaros intensa e incesante... que siseaba del otro lado de la ventana abierta.
Nueva York dormía, pero el estaba completamente despierto. Como siempre, tuvo la pesadilla durante una tormenta. Y como siempre, sintio el miedo y la angustia se apoderaba de su cuerpo.
Fue a la cocina, encendió la luz, saco una botella de agua de la hielera y sirvio una porcion generosa en un vaso. Le dio un trago grande, volvio al dormitorio arrastrando los pies y se sentó en la cama. Se llevo el vaso a la frente y miró los numeros verdes en el reloj digital : 3:05.
En un dia claro, desde el condominio en Long Beache. Long Inslad, se veia hasta Cove End, la casa abandonada de sus padres situado al otro lado de la ensenada. Camus se habia mudado al departamento con la esperanza de empezar de nuevo, incapaz de seguir viviendo en aquella casa, pero no habia logrado olvidar. Estaba atrapado en su pasado. Seguia teniendo la misma pesadilla y los recuerdos continuaban atormentándolo.
Solo habia una persona con la que podia hablar de su desesperación, a media noche o a cualquier otra hora. Descolgó el auricular y marco un numero. A poco más de once Kilómetros de distancia, en Elmont, Long Island, el telefono sono un par de segundos antes de que un hombre con voz soñolienta contestara...
-
¿Hola?
- Soy yo.
- ¿Camus?¿Te encuentras
bien?...¿Te... te pasa algo?
- Lo siento, Milo.Ya spe que
hace tiempo no hablamos, pero no sabia a quien más llamar.
-
No te preocupes, Camie. Me gusta ayudarte.
- Te desperte.
-
No importa. Supongo que estabas soñando, Camus.¿Es por
eso que llamaste?
- Fue el mismo sueño. Ese hombre se veia
muy real, como siempre- se le quebró la voz- Atenes pensaba
que con el tiempo me sería más facil. Pero no ha sido
asi. Ya pasaron dos años, y a veces parece como si todo
hubiese sido ayer. Sigo extrañándolos mucho.
- Sé
que no es facil, Camus. Pero tienes que entender que ese hombre no va
a regresar. Nunca. Por favor comprendelo. Quiero que vayas a
acostarte y cierres los ojos, trata de dormir...
El lo oyo mientras miraba como atontado la lluvia que caia incesantemnente, y sus palabras le consolaron.
- ¿Siges ahí,
Camus?
- Si, aquí estoy. Tengo sueño.
- Buenas
noches, Camus. Trata de descansar- y añadió con un
asomo de risa intencionada en la voz, como si tratara de aliviar su
angustia- : Si yo me encontrara ahí, tú sabes, y
tuviéramos ese tipo de relación, me ofreceria a
arrullarte hasta que te durmieras.
- Lo sé. Buenas noches,
y... gracias por escuchar, Milo-
- ¿Para que son los
amigos? Descansa. Nos hablamos pronto.
La ultima palabra de Milo fue "cuidate" y en seguida se cortó la comunicación.
Todo estaba en silencio. No se oia nada, salvo el sonido susurrante del agua que escurria por la ventana y el retumbar lejano de un trueno. Cuando colgó el telefono, Camus March se acostó de lado y miró con los ojos empañados los oscuros rios de lluvia que bajaban por el cristal hasta que el sueño que anhelaba lo venció.
