Afrodita rezó para que todo terminara. Si todo salia bien en los siguientes minutos, viviría. De lo contrario, podia darse por muerto. Apreto al bebe contra su pecho y tomo la mano de su hijo de ocho años. Habia mucho ruido en el aereopurto atestado y tuvo miedo, aquneu aquellos hombres ya la habian puesto al tanto de lo que sucedería.

Tenia veintidós años, los ojos azul claro y expreción de inocencia en el rostro, razón por la cual ellos lo escogieron para hacer este trabajo.

La vida era dificul en Moscú. Tenia que sobrevivir en una habitación pequeña del cuarto piso de un edificio infestado de ratas. Afrodita Fedov deseaba que su hijo tuviera una vida mejor. Kikino iba a acabar como su padre, trabajando en un club nocturno que no era más que un burdel. Iba a tener sábanas limpias y agua caliente. Un departamente bonito en un buen vecindario.

Afrodita mecio al bebe, envuelto en una frazada azul, y de pronto le llego su turno. El Funcionario de inmigración le hzo una señal para que se acercara, examino el pasaporte y los boletos de avión de Afrodita. El pasaporte era un obra maestra de falsificación indetectable, además de que el funcionario era amable. "Trata de no tener miedo", se dijo.

El hombre le sonrio a Kiki, miró un momento al bebé y luego sello las paginas del pasaporte y se lo devolvió a Afrodita junto con sus boletos.

- Gracias Señor, que su estancia en Nueva York sea agradable. Pero ahí no acababa todo. Afrodita saco su maleta de la banda movil que transportaba el equipaje. Pago por un carrito y se acercó a la Aduana de Estados Unidos, empujándolo con una mano, el bebe en la otra y Kiki tomado del cerrito.

La mayoria de los pasajeros pasaba libremente, los oficiales de Aduanas casi no detenian a nadie. Uno de ellos la miró y Afrodita fingio atender al bebé, meciendo al pekeño mientra susurraba:

- Duérmete, Alexei.
- ¿Es su equipaje Señor?- el oficial de Aduana puso una mano en el carrito

Afrodita sintio que el corazón se le salia del peccho.

- Da... mi ... mi quipaje.
- Pase por aquí porfavor.

El empujo el carrito hacia el mostrador; las piernas le temblaban como si fueran gelatina. El hombre sacó la maleta y la puso en el mostrador de metal.

- Abra la maleta porfavor.

Afrodita, nervioso busco a tientas la cerradura de la maleta. Al fin la encontró. Con el Bebé en un brazo, Trato de abrirla, pero la mano le temblaba.

- Permitame Señor- ofrecio amablemente el oficial de Aduanas.

Abrio la maleta y registro las pertenencias de Afrodita. Entre la ropa barata, habia una caja pekeña envuelta para regalo que llamo la atención del Oficial. La sacó y la puso a un lado. Cuando termino de registrar la maleta, tomo la caja y la agitó.

-¿Qué contiene Señor?
- Un regalo para mi prima. Es un pañuelo.

El hombre observo detenidamente a Afrodita.

- ¿En que vuelo llego Señor?
- En el vuelo de Moscú. Acabo de llegar- meció al bebé, tratando de calmar su propio nerviosismo.

El hombre fruncio el entreceño.

- ¿El bebe está bien?
- Fue un viaje muy largo. No creó que este bien.

El hombre miró la caja que tenia en la mano.

- Sea tan amable de pasar a mi oficina- indicó. El mismo empujo el carrito hasta una puerta. Otro oficial de Aduanas la abrió para que entrarán.

El hombre puso la caja sobre la mesa, mientras su colega se quedaba de pie al lado.

- Me temo que tendré que abrir la caja, Señor. ¿Tiene alguna objeción?

Afrodita asintió, tratando de no temblar.

- No, abrala si quiere

Mientras el colega observaba, el oficial quitó con cuidado la envoltura, abrio la caja y halló un pañuelo barato de nailon. Se veia un poco molesto por no haber encontrado nada.

- ¿Me permite ver su pasaporte?

Afrodita rebusco en su bolso de mano y saco el pasaporte. El oficial examino las paginas.

- ¿Son sus hijos?
- Sí.
- ¿Qué edad tiene el bebe?
- Tres semanas.

El oficial miró el bulto que lelvaba en brazos.

- NO ha estado bien- comentó Afrodita en voz baja-. EL vuelo fue muy largo...
- Si ya me explico. No lo entretengo más Señor.

El oficial rodeo el escritorio para entregarle su pasaporte a Afrodita. Miró al bebe envuelto en una frazada azul de algodón; tenia el rostro sereno y los ojos cerrados. El oficial titubeó, pero entonces su intuición lo hizo alcanzar la mano para tocar la mejilla del bebé. Palideció, miró a Afrodita horrorizado y su expresión revelo lo que Afrodita ya sabia.

- Señor, el bebé esta muerto.