Capítulo 4. La liberación de un príncipe
"No me parece bien!", exclamó Dardelos mientras bajaba las escaleras de la humilde casita.
"Por qué?", respondía Brianda moviendo efusivamente las manos con las cejas alzadas. "Creo que es lo mejor! La ruta que he señalado en el mapa es la más correcta"
Dardelos acabó de bajar el último escalón mientras su amiga iba detrás de él discutiendo la posibilidad de escoger una ruta u otra.
"Si viajáramos por la ruta rumbo a Ithilien hacia Minas Tirith allí podríamos alojarnos varios días. Después atravesaríamos Rohan y bordearíamos Isengard rumbo a Rivendell"
"Tardaríamos años yendo a pie!", respondió exaltado el muchacho. "Y eso nos acerca demasiado a Mordor: atravesando Ithilien nos encontraremos orcos que nos harán picadillo… pero si lo prefieres cogeremos la ruta de Moria donde acabaremos asados si son ciertas las leyendas del Balrog."
"Entonces… qué sugieres?", dijo Brianda poniendo los brazos en jarras.
Los dos amigos se quedaron en silencio mirándose el uno al otro en el pequeño saloncito. Brianda miró a su alrededor pensando en las opciones que tenían, no muchas. En ese momento la puerta se abrió y de la calle apareció la anciana Goldwyn llevando en un cesto algo de fruta para sus invitados. Brianda y Dardelos corrieron a ayudarla y la mujer se lo agradeció con una sonrisa cálida en su rostro.
"Al fin habéis despertado", dijo jovialmente.
"Cuánto hemos dormido?", preguntó Dardelos sorprendido.
"Dos días exactos"
"Vaya!", exclamó Brianda sin poder contenerse."Y… qué hambre", añadió en boz baja. Dardelos le propinó un codazo, aunque él también deseaba comer algo.
"No te preocupes… comed estas frutas… las acabo de recoger especialmente para vosotros"
"Gracias!", respondieron a la vez, olvidándose de sus modales.
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"Qué bien he desayunado…", dijo Brianda masajeándose su barriga.
"Y yo!", respondió Dardelos.
"El que no quería molestar a nadie…"
Dardelos lanzó una mirada asesina a la chica que provocó su risa. Poco después paró, volviendo de nuevo al asunto del viaje. Debían partir cuanto antes. Clavó sus ojos verdes brillantes en el infinito.
"Dardelos… coger la ruta que he señalado es la única solución…"
"Lo sé", respondió mirándola con preocupación. "No tenemos otra salida… debemos partir ya".
Brianda se levantó apesadumbrada de nuevo por el camino duro que emprendían. Allí encontró a Goldwyn y ésta la miró con ojos inteligentes. Dardelos mientras tanto subió a la habitación a por todas sus pertenencias.
"Me temo que nos tendremos que marchar ya", dijo tristemente Brianda.
"Hay algo que puedo hacer por vosotros", dijo a la vez que llegaba Dardelos.
Brianda la miró con sorpresa. Cogió sus dagas y puñales y siguieron a la mujer, que salía a la calle y daba la vuelta a la casa. Brianda y Dardelos cruzaron miradas de incredulidad al ver un establo con varios caballos preciosos.
"Mi hijo era un gran jinete", utilizó estos caballos para sus numerosos viajes. "Ahora podéis utilizarlos vosotros"
"No! De verdad que no es necesario… no entiendo por qué es usted tan hospitalaria con nosotros…", dijo Brianda.
"Aún debe haber alguien bueno en el mundo… sino, estaremos perdidos" "Nada está perdido aún. Por favor, aceptadlos"
Al final, los muchachos se acercaron a los caballos. Dardelos escogió un bonito caballo de color marrón clarito y con las crines claras y Brianda se acercó a un majestuoso caballo de color blanco. Éste la miró intensamente a los ojos verdes y relinchó feliz.
"Parece que le has gustado… es una muy buena elección. Su nombre es Idrial. La mejor yegua.". Brianda sonrió dulcemente y acarició a la yegua, que la seguía mirando detalladamente. "Y el del señor Dardelos se llama Orthel, rápido como ninguno.
"Muchas gracias… no se como se lo podemos agradecer…", comenzó el chico.
"Sólo lleguen bien a Minas Tirith"
Los chicos sonrieron y montaron en sus caballos. El trayecto así parecería más sencillo y ahorraría muchas más energías y días.
"Mucha suerte", Goldwyn levantó la mano y continuó: "cruzad el río Harnen por el puente que hay más allá y continuad todo recto hacia que vislumbréis las montañas Blancas. Allí veréis la ciudadela de Minas Tirith", hizo una pausa y prosiguió. "No necesitaréis entrar en Ithilien, solo lo bordearéis. Cuidado con los pueblos Haradrim que os encontréis por el camino, no correréis la misma suerte que ahora"
"De acuerdo", asintió Brianda sintiendo como se le secaba la garganta.
"Parece que hay alguien interesado en que continuéis vivos… alguien que desea vuestro bien", los chicos fruncieron el ceño sin entender. "Da igual ahora… cabalgad veloces. Suerte".
Los caballos automáticamente salieron disparados hacia lo desconocido mientras Brianda miraba atrás. Goldwyn habría entrado a casa de nuevo, porque ya no estaba. El pueblo ue les había acogido ahora se confundía con la arena y el río que había dejado atrás cada vez se hacia más lejano.
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Los días fueron pasando y aconteció que consiguieron llegar a la desembocadura del Anduin, uno de los ríos más importantes de la Tierra Media.
"Es… precioso", susurró Brianda.
El río se bifurcaba en ocho partes formando unos gigantes deltas y después… el inmenso mar. Como colocada en un sueño se encontraba una isla con una gran vegetación casi en la desembocadura.
"Tolfalas", dijo Dardelos asombrado. "Pocos han visitado este lugar, pero sin duda será uno de los parajes más bellos de toda la Tierra Media".
"Sí…"
Tras unos minutos en los que los caballos descansaron comiendo hierba y los compañeros se tumbaban a descansar y también a comer los manjares que Goldwyn les había preparado se pusieron de nuevo en marcha, aunque ahora les acontecía una duda mayor: cómo cruzar el último tramo del río.
"Y ahora? Alguna brillante idea?", propuso Brianda.
"Va a ser que no", dijo Dardelos estudiando el camino. Sus ojos negros se encontraban entornados y su pelo negro se encontraba alborotado y empapado de sudor. En ese momento de reflexión se escuchó el sonido de un cuerno y el grito de tropas de hombres. Miraron hacia el mar y vieron que llegaban a Tolfalas unos barcos repletos de corsarios.
"Por Manwë!", gritó Brianda horrorizada. "Son eso ejercitos?"
"Mucho me temo que sí… debemos apretar el paso y encontrar una solución cuanto antes".
No había acabado Dardelos de pronunciar esas palabras cuando los caballos relincharon y salieron corriendo despavoridos hacia el mar, como unica salida. Dardelos y Brianda intentaron correr tras ellos pero se quedaron paralizados cuando vieron, con el temor inundando la sangre de su interior, como un pequeño grupo de orcos corrían con un prisionero humano. Su olor pútrido les inundó los sentidos y, como por instinto, sacaron sus espadas y dagas. Los orcos detuvieron su paso y soltaron una especie de gorgoteo que se identificaba como una risa maligna.
"No querías aventuras?", dijo Dardelos con su ironía a flor de piel.
"Debemos liberar al prisionero… salvar nuestro pellejo", respondió Brianda con la boca seca. Los orcos avanzaron y se colocaron en círculo.
"Carne humana…", dijo la voz ronca de un orco.
En cuestió de segundos Brianda soltó la daga que tenía en su mano y fue a parar a la cabeza del orco, que cayó muerto al momento. Dardelos miró asombrado a su compañera, que corrió para recoger su arma, y así empezó la pelea.
Dardelos cogió con fuerza la espada de Vladek y empezó a matar orcos. Se le acercaban de dos en dos pero con una velocidad que no esperaba los mataba. Sus manos se iban llenando de sangre de orco a medida que avanzaba. Mientras tanto Brianda lo hacía bastante bien. Sus dagas se movían con furia y parecían rayos de luz. No se dio cuenta de que un orco se le acercaba por detrás dispuesto a matarla cuando oyo el grito de Dardelos. El orco levantó su mugrienta espada y Brianda no tuvo más remedio que echarse a un lado. Para entonces era tarde pero de repente… el prisionero de los orcos se interpuso y con un golpe decidido le cortó la cabeza a la criatura.
Brianda suspiró agradecida. Pocos orcos quedaban ya y entre los tres compañeros consiguieron matarles: El extraño y Dardelos se encargaron de unos pocos y en cuestión de minutos ya habían acabado con ellos. El forastero se movía ágilmente y combinaba además patadas en sus movimientos. Solo quedaba un orco y Brianda se enfrentó a él. Se movía torpemente aunque las descargas de sus movimientos eran muy potentes y Brianda, en cuanto el orco levantó el brazo para atacar le esquivó y le calvó las dos dagas por la espalda. Habían acabado con el grupo de orcos.
"Estáis bien?", dijo Brianda abrazando a Dardelos.
"Sí, si… y tú?"
"Perfecta". Después, los shîrianos miraron con extrañeza al hombre que se había encontrado prisionero.
Era increíblemente apuesto. Tenía el pelo castaño tirando a rubio y unos hipnotizantes ojos azules. Era pálido, por lo que no era de la zona de Harad, y un poco más alto que Brianda.
"Se encuentra bien?", dijo Dardelos mirándole atentamente. El extraño, que vestía ropas rasgadas, tenía los ojos clavados en Brianda, y ella en los de él. Había algo en él… Apartó la mirada de la chica inmediatamente y se apresuró a contestar.
"Sí, por suerte".
"Quién sois?", habló Brianda.
"Por qué pensáis que os lo debería decir? No es muy común ver a una dama y a un hombre andar por estas tierras…", dijo desconfiado.
"Si no confía en nosotros entonces pregúntese por qué le hemos rescatado de los orcos", continuó Brianda.
"Tarde o temprano habría escapado igual", dijo mirándolos con sorna.
Dardelos y Brianda intercambiaron miradas de desconfianza y empezaron a caminar en busca de sus caballos.
"Soy Eäroth, príncipe de Anfalas", dijo escuetamente. "Ahora vosotros".
Brianda y Dardelos se acercaron de nuevo a Eäroth ahora más relajados, aunque sorprendidos de que fuera un príncipe.
"Disculpe, alteza", dijo con un toque de burla Dardelos, que molestó a Eäroth y a Brianda. "Soy Dardelos"
"Y yo soy Brianda"
"Un auténtico placer", dijo el príncipe cogiendo la mano de Brianda mientras la miraba fijamente con esos profundos y electrizantes ojos azules. La chica sintió que sus mejillas ardían y que algo se removía en su interior y su corazón latía rapidísimo. Dardelos, incómodo por la situación se intentó llevar a Brianda, que continuaba atontada. Eäroth hizo una mueca al no comprender que le sucedía al chico. En el reino aún le decían que era joven para andar por ahí solo, y por eso tal vez le hubieran capturado, aunque era el mejor espadachín de toda la región. Tenía veinte años.
Súbitamente, el príncipe pronunció:
"A dónde viajáis?", Dardelos se giró con extrañeza. "Es mi región… la conozco bien… y es mi deber saber quien ronda por mis tierras", añadió.
"Nos dirigimos hacia Minas Tirith", respondió Brianda."Podrías indicarnos el camino?"
Dardelos la lanzó una mirada inquisitiva aunque no añadió nada. Brianda por su parte no entendía lo que le sucedía a su amigo y Eäroth esbozó una amplia sonrisa. ¿A qué se debía ese cambio de actitud?
"Debemos buscar a nuestros caballos", dijo Dardelos de mala gana. Tener a un nuevo compañero no le hacía mucha gracia debido a las preguntas que se podía formular acerca de sus procedencias, las cuales no podían desvelar. Además, no sabían si de verdad era un príncipe o era un secuaz de Sauron. No debían ni podían confiar en nadie.
Se prometió a sí mismo mantener los ojos abiertos hasta Minas Tirith.
Dardelos silbó y los caballos aparecieron corriendo y relinchando. Ahora se planteaba otro problema.
"Como viajará el principito", pensó Dardelos.
Brianda y Dardelos acordaron que ellos montarían en un caballo y Eäroth en otro. Los dos shîrianos montaron en Idrial y cabalgaron hacia la desembocadura del Anduin.
Ya abajo, Eäroth les dio la solución a sus problemas. Había un embarcadero que les llevaba hacia la otra orilla en muy poco tiempo. Todos, incluido Dardelos se alegraron de la noticia y cabalgaron en busca de su objetivo.
"Ahí está!", dijo alegre Brianda. "Pero… espera… esos no son barcos normales… son barcos corsarios!"
"Acerquémonos", propuso Eäroth. "Parecen vacíos"
"Los corsarios estarán saqueando comarcas de alrededor, aunque habrán corsarios montando guardia", dijo Dardelos razonándolo. "Mirad. Ahí hay dos corsarios".
Efectivamente había dos corsarios afuera del barco. Tenían barbas y greñas negras que hacían que les tuvieras respeto. Los caballos además suponían un problema. Otro más. De repente, Eäroth tuvo una idea.
Brianda se acercó con los andares de una dama y los corsarios la prestaron atención. Al principio, Brianda tuvo una actitud de prevención debido a que los corsarios empuñaron sus espadas, aunque pronto las bajaron y esbozaron una sonrisa. Mientras, los otros dos compañeros junto a los caballos pasaban por detrás, confiando en Brianda, que les miraba de reojo de vez en cuando en tensión.
"Ven aquí… pequeña", dijo lascivamente un corsario mientras se acercaban a ella. Brianda le pegó una patada en la entrepierna y al otro un puñetazo en la nariz que los dejó a los dos tirados en el suelo, retorciéndose de dolor.
"Eso por mis amigos… pequeños. Hasta la vista!"
Brianda subió corriendo al barco mientras se reía traviesamente. Un poco de adrenalina nunca venía mal. Corrió hacia el timón, donde se encontraba Eäroth. Mientras, Dardelos cortaba con un cuchillo las amarras y los corsarios hacían resonar el cuerno. Poco después empezaron a llegar los propietarios del barco mientras Dradelos y Brianda observaban cómo se alejaban poco a poco de la costa. Vieron como muchos cogieron sus arcos y prendieron fuego a las flechas. Se metieron corriendo dentro del barco, y una flecha consiguió llegar al barco. Brianda vio como esa flecha no impactaba contra las velas pero sí contra la cubierta, así que corrió para pisarla y apagarla.
Poco a poco las flechas no llegaron, aunque causaron desperfectos al barco. Ya se vislumbraba la otra orilla, y había que navegar con cuidado debido a que la corriente era muy fuerte en la desembocadura.
Brianda se sentó cuando se aseguraron que ya nadie podía detenerlos y suspiró. La luna se alzaba por encima de sus cabezas. Eäroth controlaba el timón, parecía que tenía experiencia en ello; y Dardelos fue a sentarse en la cubierta junto a su amiga.
"Menos mal que no te ha pasado nada, Briandita", dijo Dardelos abrazando a su amiga, que apoyó su cabeza en el hombro de éste.
"Lo se. Menudo día", respondió cerrando los ojos. Dardelos esbozó una sonrisa. Pronto, Brianda estaba dormida y su amigo optó por llevarla dentro para que estuvieran todos juntos.
Eäroth se encontraba concentrado manejando el barco y giró la cabeza cuando vio a Dardelos llevando a Brianda dormida en brazos. Sonrió al ver la cara de la chica aunque no hizo ningún comentario hacia Dardelos ahora que la muchacha no estaba para imponer paz. Se situaron en un lugar donde Earoth podía verles y poco a poco Dardelos también se quedó dormido quedando únicamente el joven.
Miró largamente a Brianda. No se parecía a ninguna de las chicas que su padre le había ofrecido para casarse… era diferente. Con estos pensamientos torturándole toda la noche miró a la luna, y pensó que Brianda y la luna tenían algo en común: que eran igual de mágicas y bellas.
Holaaa! Lo siento… lo siento de verdad. Es que este curso ha sido muy duro y decidí no escribir durante un laaargo tiempo, aunque aquí estoy de nuevo. Espero que os haya gustado el capítulo. Tiene de todo, eh?
Qué os a parecido el nuevo personaje? Que tiernooo! Ains, va de tipo duro, pero por dentro es un ositoo! Jeje. Bueno, ahora me dejo de tonterías y voy a responder los reviews.
HADA: Bueno, he tenido muchos exámenes pero espero actualizar ahora más seguido ya que tengo vacaciones! Siii! Jejeje. Bueno, sobre el nombre de Brianda la verdad es que me parece un nombre así muy…de la época. No se, me encanta el nombre y se lo puse a la prota. Nonononono, jajajaja, no tengo mente retorcida para liar un caos con la vieja, mwjajajaja. Tendrá un papel muy importante a lo largo de la historia. Que te ha parecido el capi? Espero no haberte defraudado. Muchos besos y nos leemos!
Isil: Holaa! Me gusta mucho tu nick :) Espero no haberte defraudado con este capítulo y espero actualizar pronto. Muchas gracias por el review, me animan mucho. Muchos besos!
alatar lady of the ring: Aiya! Bueno, lo de crear una nueva raza me rondaba por la cabeza desde hace tiempo, y la idea principal (muy principal y muy básica que no tiene ahora nada que ver con la historia) me vino viendo la película de "El Rey Arturo", y Ginebra (Keira Knightley) como Brianda, aunque esa idea se ha transformado y ya poco tiene que ver. Por algo se comienza ;) NOOOO! DEMENTORES NOOOO! Jajaja. Bueno, espero no haberte defraudado. Muchos besines.
Y gracias también a los que habéis leído y no me habéis dejado review. Hasta pronto! (muy pronto, espero, si no quiero llevarme dementotes de regalo). Besos.
. Eresse .
