DISCLAIMER: Este cuento esta basado en la obra de JRR Tolkien, a quien perteneces la mayoría de los personajes, yo solo estoy jugando un poco con ellos.

NOTA: muchas gracias a todas aquellas personas que se han tomado la molestia de hacer un "review". Gracias por sus comentarios y concejos.

PROVICIONES

CAPITULO 2

El Encuentro

Los tres elfos cabalgaban serenamente por las márgenes de río, no habían decidido todavía si acamparían ahí o emprenderían el camino de regreso a la ciudad esa misma tarde. De pronto un sonido extraño llego a sus oídos, los tres compañeros apresuraron el paso siguiendo aquel extraño ruido temiendo haber encontrado aquello que tanto preocupaba al Señor de Riveldel.

El sonido cada vez se volvía mas fuerte, incluso, hubo momentos es los que los elfos desearon no tener el sentido del oído tan desarrollado, podían decir incluso antes de llegar que era gente, y por lo que escuchaban bastante.

Los guerreros sacaron sus arcos al sentir que ya estaban cerca del grupo de desconocidos, El corazón les latía de sobremanera, ellos eran solo 3 y por lo que habían concluido se enfrentarían a un grupo numeroso de personas, los cuales no sabían si era amigos o enemigos, por lo que habían decido llegar de manera silenciosa y sorpresiva, tratando de sacarle ventaja al hecho de conocer el terreno como la palma de su mano.

Ya estaban literalmente frente a los causantes de aquel ruido, los elfos se miraron entre si, no se necesitaba mas para ponerse de acuerdo; Salieron de entre el bosque empuñando sus armas, dispuestos a todo por el bien de Rivendel y Tierra Media.

Diana estaba en el paraíso, nada mejor para desaparecer la tensión que dejarse llevar al ritmo de un poco de música a todo volumen, esa siempre había sido su mejor medicina, no importaba que tan grande fuera el problema, nada mas cerrar lo ojos y dejarse llevar, normalmente su estado de animo era el que dictaba el tipo de música a escuchar; y en este momento estaba desesperada.

Algo la hizo abrir los ojos, estaba de frente a su carro y su sexto sentido le decía que lo que fuera que la hizo detenerse estaba a sus espaldas. Lentamente se fue volteando, su instinto le decía que no debía hacer movimientos bruscos, que podía ser un animal.

-Indios- ese fue su primer pensamiento, frente a ella estaban tres hombres a caballo, sin montura, con el pelo largo, lacio vistiendo algo que parecían túnicas y portando arcos y flechas.

Diana fue conciente en cuestión de segundos que los arcos y las flechas le apuntaban a ella, inmediatamente levanto los brazos demostrando que no estaba armada.

-Hola- dijo, hablan español?- , parecía que no, los indios no daban señal de que le entendieran, tan solo la veían desde arriba de sus caballos con expresiones indescriptibles, Diana semi bajo los brazos y señalo la laptop queriendo dar a entender que la iba a apagar, no bien había dado un paso rumbo a la computadora los tres hombres se pusieron mas tensos, lo que hizo a Diana retroceder-estos en su vida han visto una laptop- pensó, -haber, como le hacen en las películas para comunicarse,…porque estos se escaparon de un película, ¿me funcionara el ¡yo Jane tu Tarzán, película equivocada,¡Hao¡, no creo-, haber, va de vuelta se dijo a si misma, y armándose de todo el valor que pudo juntar, dijo de la manera mas pausada que podía, a la vez que señalaba la computadora y movía las manos.

-Voy a apagar la música para poder platicar, no estoy armada, ¿esta bien?- El corazón le latía a todo, no podía creer que le hubiera salido la voz.

Esta vez si logro bajarle a la música, -primer logro, pensó, aquí va el yo Jane

-Mi nombre es Diana, dijo, ¿me podrían decir donde estoy? Llevo 3 días perdida.

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Legolas, Elladan y Elrohir no podían creer lo que veían, ellos habían salido de entre los árboles dispuestos a combatir lo que parecía era un grupo numeroso de la raza de los hombres, pues las voces que habían escuchado eras varias y las expresiones distaban mucho de ser pacificas; en cambio ante ellos se encontraba una mujer, eso no quedaba a duda ya que la extraña y escasa ropa que llevaba no dejaba duda al respecto, moviéndose de una manera escandalosa, los elfos se dieron cuenta que los "extraños" movimientos de la dama podía decirse que seguían el "ritmo" de las voces, las cuales ahora se daban cuenta salían de una pequeña caja negra, la cual se encontraba sobre otra cosa igual de extraña, en realidad toda la escena era increíble, ninguno de los tres sabia que hacer o pensar, ninguna de las cosas que rodeaban a la mujer emanaban vida, se sentían frías, era obvio para los elfos que no pertenecían a la naturaleza.

De pronto lo mujer se detuvo, lentamente fue dándose vuelta, durante un momento se les quedo viendo perdida en sus pensamientos, luego hablo.

-Hola, soy Diana, ¿Hablan español? Dijo en la lengua común.

Legolas estaba estudiando a la mujer, no era alta y en si ella no parecía presentar amenaza alguna, pero todo lo que le rodeaba era extraño, empezando por la caja negra de la cual salían las voces, la mujer, trato de decir algo con las manos al tiempo que se acercaba a la caja, lo que hizo que los elfos se incomodaran, esto no paso desapercibido para la mujer ya que retrocedió, rato después Diana como dijo llamarse la mujer volvió a hablar, esta vez dijo que iba a apagar la música, que no estaba armada, o sea que lo que estaban oyendo se suponía era música,

-Definitivamente no- pensó Legolas, estaba el príncipe todavía pensando eso cuando la música seso.

Elladan fue el primero en reaccionar y dirigiéndose a los otros elfos comento en voz baja, -No parece ser peligrosa y dice estar perdida, hay que averiguar bien quien es antes de llevarla ante nuestro padre.

-No me gustan las cosas que la rodean, dijo Elrohir estan muertas-

-A mi tampoco me gustan las cosas que la rodean, hay que saber bien que son antes de intentar llevarlas a la ciudad- Dijo Legolas

-También hay que intentar que se vista porque no me gustaría que Lathani me viera llegar con ella -, dijo Elladan, pensando en la escena que se le armaría con su novia.

Después de eso bajaron sus armas y se bajaron de sus caballos.

Ahora fue el turno de Diana de sorprenderse, los tres hombres eran muy altos, al principio ella se lo había atribuido al hecho de que estaban sobre sus monturas, pero ahora estaban con los pies en la tierra, además era obvio de que si bien habían bajado sus armas estaban en guardia, se les notaba en el andar y en como inspeccionaban todo con la mirada.

Uno de los hombres se acerco a ella, lo que hizo a Diana retroceder, demostrando por primera vez el miedo que tenia.

-No nos tema, y permítanos presentarnos- dijo uno de ellos, Soy Legolas hijo de Thranduil de los Bosque Negros del Norte, y mis acompañantes son Alladan y Elrohir de la casa de Lord Elrond de Rivendel, dijo señalando a los otros dos, andábamos de cacería por esta zona del bosque cuando escuchamos un ruido totalmente desconocido a nuestros oídos, motivo por el cual empuñamos nuestras armas, pero nunca fue nuestra intención asustarla.

Diana estaba asombrada, sin palabras, no hacia dos minutos había dudado de poderse comunicar con estas personas y ahora le hablaban en perfecto español, con una pronunciación y maneras digna de protocolo de embajada, además ya de cerca se pudo dar cuenta de que los tres hombres eran horrorosamente guapos, lo que menos le sorprendió fue el hecho de que no reconoció ninguno de los nombres que dijeron.

-Mucho gusto-, contesto Diana en automático, después de unos momentos en incomodo silencio se dio cuenta de que los hombres esperaban que ella se presentara.

-Disculpe, me gano la sorpresa-, dijo, -no esperaba que hablaran español, bueno no es que no pensara, lo que pasa es que los vi de pronto,…….empezó a balbucear.

En eso el hombre al cual nombraron Alladan, se acerco a ella y le dijo en forma serena -disculpe si la hemos asustado o puesto nerviosa, esa nunca fue nuestra intención; Si es tan amable de contarnos las circunstancias que la pusieron en este predicamento, por ser nosotros de la región, quizá estemos en posición de ayudarla.

Quien es Tarzán aquí- pensó Diana

-Discúlpenme a mi, dijo todavía incomoda,- me gano la sorpresa, continuo, Soy Diana Rodríguez, Salí de la ciudad de Santiago rumbo al aeropuerto de Ensenada hace 3 días, temo que me perdí durante la tormenta del lunes, trate de volver a la carretera pero fue inútil, el mapa que traigo no se porque no me sirve- por precaución había dejado de lado el tipo de carga que traía.- si me pueden decir como volver se los agradecería mucho, me estaban esperando unos amigos, así que ya he de tener un buen grupo de gente preocupada.

Los elfos escuchaban con atención a Diana, no entendiendo del todo,-¿Qué era aeropuerto?- a la vez que trataban de ver con mas detenimiento las extrañas cosas que acompañaban a la mujer.

-Si me presta su mapa puedo indicarle donde se encuentra- dijo Elrohir.

Nada mas abrir el mapa Elrohir se dio cuenta de que algo andaba muy, muy mal, si bien el elfo esperaba un mapa en el cual los nombres fueran aquellos con los que la raza del los hombre identifica las ciudades y ríos de Tierra Media, esperaba poder identificar algo, en su lugar tenia un papel totalmente atravesado por líneas excesivamente rectas de diferentes colores, lleno de palabras y números que desconocía – ¿autopista, ¿reserva, ¿interestatal, ¿internacional, ¿kilómetro?

Diana sabía que "algo" andaba mal, no era necesario que le dijeran, esos hombres eran extraños se les notaba, a demás mientras que uno estudiaba su mapa los otros dos inspeccionaban el carro y el remolque, que decir de la laptop, como su nunca en su vida hubieran visto uno.

-Disculpe, me lo permite- dijo el elfo refiriéndose al mapa, -Legolas, Elladan- los llamó para que vieran el mapa.

Los tres hombres se pusieron a discutir algo sobre el mapa en un idioma totalmente desconocido para Diana, la cual aprovecho este momento para estudiarlos con detenimiento.

Haber, pensó, son tres, dos son hermanos, dijo, imposible no darse cuenta, son idénticos, son muy educados, hablan algún tipo dialecto, no andan a la moda, no saben lo que es una laptop, han de ser de alguna comunidad de esas que se apartan del mundo, que desperdicio, con lo guapos que están, son altos, delgados, tienen facciones finas, las orejas puntiagudas ¿¿¿QUE?.

Los tres "hombres" escogieron ese momento para acordarse de su existencia.

-Señorita Diana-, comenzó uno de los gemelos a hablar, se notaba que estaba incomodo, -Desgraciadamente no podemos ayudarla, no reconocemos ninguno de los lugares que su mapa señala, pero nos gustaría que nos acompañara hasta Rivendel, allá hay gente que la puede ayudar, además no es seguro que una mujer permanezca sola en el bosque.

¿Por qué tienen las orejas puntiagudas, a Diana se le salio antes de poder darse cuenta de los que decía.

-Es parte de ser elfo-, le contesto el gemelo.

-Elfo-, repitió Diana, ¿Cómo Santa Claus elfos, o ¿Cómo Harry Potter elfos, o ¿Cómo que elfos? Dijo mientras iba subiendo la voz claramente poniéndose histérica.

-No conocemos los elfos de Santa Claus o Harry Potter, Elladan y yo somos elfos de Rivendel y Legolas de los Bosque Negros, también están los de los Puertos Grises y los de Lothlórien….

Fue en ese momento que Diana comprendió que tan perdida estaba, no sabían quien era Santa Claus o Harry Potter, la ropa que llevan era extraña, desconocían las computadoras…. ¿Dónde estoy? murmuro mientras levantaba la cabeza y veía a los tres seres que estaban junto a ella, ¿Qué es este lugar, las lagrimas le corrían libremente a la vez que las piernas dejaban de sostenerla.

Legolas fue el primero en reaccionar, se apresuro a sostenerla mientras caía al suelo.

La cabeza de Diana era un tumulto de ideas sin forma ni orden, por un lado quería salir corriendo, por el otro sabia que se tenía que quedar, quería confiar en los extraños que tenia al lado, tenia miedo, quería llorar, estaba llorando…. Se soltó riendo.

Los elfos se dieron cuenta de que la Diana estaba sufriendo un ataque de nervios, se sentaron en el suelo con ella sin poder hacer nada, a esperar que le pasara, ahora mas que nunca sabían que tenían que llevarla ante Elrond.

Diana se había quedado dormida, ante esto Elladan fue por su capa y la tendió en el suelo para recostarla.

-Definitivamente no representa ningún peligro, por lo que puedo ver- comento Elladan, -Ni siquiera parece saber donde esta, y no parece una trampa, hay que llevarla a la ciudad-

-Tenemos que pensar como le vamos a hacer para convencerla de ir a Rivendel con nosotros, su reacción no fue muy buena cuando supo que somos elfos- continuo Elrohir.

-Llevarla a ella no creo que valla a ser tanto problema como el llevar sus cosas- comento Legolas

-Mientras se nos ocurre que hacer porque no prendemos un fuego y preparamos algo para cenar, ya esta obscureciendo y mañana va a se un día largo.-

Rato después se encontraban los tres elfos alrededor de un fuego cocinando un conejo, estaban discutiendo como llevar a Diana a Rivendale y que hacer con sus "cosas", - no se ustedes pero esa caja de la que salen voces me pone nervioso- dijo Elrohir, - y que decir de esas dos moles de metal-

-A mi me gusta la caja grande gris- menciono Legolas, - me gustarla verla por dentro-

-Meterme a esa cosa, nunca, yo metí la mano ese cubo azul, y todo adentro esta helado cual si fuera invierno, para mi que es brujería- dijo Elladan

-Hermano mío, no se si decir que ere valiente o que, yo por nada meto la mano en nada de lo que la dama traiga, llámale precaución.-

-Ya se- dijo muy emocionado uno de los gemelos, - hay que irse dos de nosotros y Diana a Rivendale y el otro que se quede aquí haciendo guardia a las cosas, después mandan un grupo de elfos de la ciudad para llevárnoslas.

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La despertó el aroma a la comida y los ruidos que su estomago estaba haciendo, al principio Diana no entendía que hacia en el suelo dormida, poco a poco la mente se le fue aclarando mientras recordaba, tres hombres, elfos, esto la termino de despertar, se dio cuenta que estaba dormida sobre una de las capas que traían los "elfos", le costaba trabajo incluso pensar la palabra, vio que estaba todavía en su campamento a los pies de su carro, -me debí haber quedado dormida- pensó, -sus caballos estaban todavía ahí, lo que significaba que ellos estaban cerca-.

Así recostada en el suelo, empezó a repasar su situación, -¿Qué hago, salgo corriendo, me quedo con ellos, después de mucho pensar, decidió que iba ir con ellos a donde fueran, ella no era precisamente experta en vivir al aire libre por un lado, además de que no podía eternizarse en ese lugar, quien sabe que mas seres extraños existan, esperando que alguien de sus conocidos la viniera a rescatar.

Legolas llevaba horas inspeccionando las cosas de Diana, de sobremanera le había llamado la tensión una cosa grande de color gris, fácilmente un hombre cabía adentro, de hecho varios y por dentro parecía que tenia mas cosas que verle, aunque tenia que reconocer que no se había atrevido a meterse, lo que fuera estaba amarrado a otra cosa del mismo material pero de diferente color, la caja (como le había puesto) estaba totalmente cerrada, pero algo tenia adentro pues en la parte de atrás tenia unas puertas. Estaba dándole la veinteava vuelta al carro cuando vio que Diana estaba despertando.

¿Se siente mejor, pregunto acercándose.

-Si, gracias-, contesto Diana.

-Hemos preparado un poco de comida, nos gustaría que nos acompañara-. Dijo el elfo.

Diana decidió que este seria un muy buen primer paso para conocerlos mejor, sea lo que fueran, habían sido lo suficientemente gente como para tratar de ayudarla, además de no ser por las orejas pasaban por hombres normales – bueno eso de normales, demasiado altos, limpios y educados para ser normales- pensó.

-Señorita, comenzó uno de los gemelos, disculpe que le pregunte, pero que ha pensado en lo referente a acompañarnos a Rivendel.

-Como ustedes dijeron, no me puedo quedar sola aquí en medio de la nada, y si ustedes pueden ayudarme a volver a mi casa…….. Creo que lo mejor que puedo hacer es acompañarlos- dijo

Diana no se dio cuenta de la tranquilidad que cruzo el rostro de los elfos

-Bueno, entonces será bueno que durmamos un poco, mañana emprendemos camino de regreso a Rivendel, yo hago la primera ronda- Dijo Elladan.

Al oír que era hora de descansar Diana se metió al carro, ante la mirada atónita de los elfos, pues no se había ni siquiera atrevido a abrir las puertas, puso seguro y se acostó a dormir.

-No se si ir con ellos a Rivervetuasaber sea lo seguro- pensó, pero por lo pronto hoy en la noche yo adentro y ellos afuera.

Para cuando Diana despertó la mañana siguiente los elfos ya habían levantado su campamento y parecían listos a partir.

-Buenos días- dijo Diana.

-Buenos días- contesto Legolas, que bueno que ya se ha despertado, entre mas pronto salgamos mejor, espero que no le moleste comer un poco de lembas mientras caminamos.

-¿Lembas?

-Es una comida que nos mantiene llenos durante los viajes, no es malo y si muy llenador se lo aseguro, si desea probarlo, además de que es muy práctico, ya que se puede comer mientras se avanza-.

-Muchas gracias, no se valla a ofender, pero todavía traigo provisiones en la hielera y también es comida para el camino-.

Se oyeron dos buenos días mas a la vez que los hermanos llegaban.

-Todo listo, hemos decidido que uno de nosotros se va a cuidar su cosas mientras vienen de la ciudad por ellas y que Usted parta con los otros dos-.

¿Por qué, no hay camino?

-Claro que si- contesto casi ofendido uno Elladan, los caminos de Rivendale son de los mejores.

-Entonces cual problema-, contesto Diana, -ustedes dirigen y yo los sigo-.

Ninguno de los tres elfos pareció entender lo que Diana quiso decir.

¿Cómo que usted nos sigue? Pregunto Elladan.

-En el carro, ¡hay perdón no me acordaba¡ miren esa cosa verde que ustedes ven, donde dormí anoche, Diana veía como la escuchaban atentamente, se llama carro, y puede moverse de un lugar a otro, digamos que es mi caballo.

-No es que dude de lo que usted dice, simplemente lo tengo que ver- dijo Elrohir.

Diana se fue rumbo al carro, si poder disimular las ganas que tenia de verles las caras a esos tres cuando oyeran a su lindo carrito.

Antes de cerrar la puerta Diana les dijo a los elfos. – Detengan a sus caballos, igual y se asustan-. Los cuales por alguna razón hicieron casa.

Ya que vio que tenían a los caballos bien sujetos, prendió su hummer.