Hopeless

Capítulo 2. Meeting point

Una semana había pasado desde que su padre volviera con ellos, y en ese tiempo se había comportado de manera normal. Dormía con su madre, desayunaba con ellos, se iba a trabajar, volvía por la noche y cenaban de nuevo todos juntos. Su madre le contó, un día que intentó explicarse, que había encontrado trabajo como comercial y por eso se pasaba casi todo el día fuera. Parecía un padre de familia cualquiera sino fuera porque ninguno de sus dos hijos le hablaba.

Rukawa sabía que eso le estaba enfureciendo, y pensó en pedirle a su hermano que contestara cuando su padre le hablara, sin embargo no lo hizo. No cuando él mismo no estaba dispuesto a dirigirle la palabra a ese energúmeno.

Pero su padre no parecía darse por vencido.

- Tienes entrenamiento todos los días? – le preguntó esa mañana mientras desayunaban.

- …

- No es muy cansado?

- …

- Kaede… tu padre te está hablando… - intervino su madre en voz baja.

- Me voy al instituto, que se me hace tarde – dijo Rukawa levantándose.

- Kaede… - murmuró Tomoyo Rukawa apenada.

Dejó el vaso de leche en el fregadero y rodeó la mesa de nuevo para despedirse de Touya pasando una mano por sus cabellos despeinándole, como siempre hacía a pesar de las quejas de éste. Cuando salió de la cocina notó los ojos de su padre clavándose en su nuca y un escalofrío le recorrió la espalda.

La tormenta se acercaba.

Subió a su cuarto para recoger la mochila y al bajar de nuevo y pasar junto a la cocina no escuchó ninguna conversación. No pudo evitar sentir miedo al saber que estaba su padre a solas con su madre y su hermano, pero intentó tranquilizarse pensando que eso había sucedido varias veces durante la semana y no había pasado nada. Además sólo debía preocuparse de su madre, ya que su padre nunca le había puesto la mano encima a Touya.

Eso era algo que aunque le aliviaba, seguía sin entender. No era porque Touya sólo fuera un niño, ya que tenía nueve años y él recibió su primera paliza a los cinco. Tampoco era porque se le pareciera más, pues ambos eran clavados a su padre: el mismo pelo negro, la piel blanca y los ojos azul oscuro.

En cuanto a su madre… no sabía que hacer.

Cogió la bicicleta y en apenas diez minutos ya había llegado al instituto. Afortunadamente no se encontró con Sakuragi en la entrada.

Pero se lo encontró a la hora del almuerzo mientras subía las escaleras en dirección a la terraza. El pelirrojo las estaba bajando solo, al verle le miró con odio en los ojos castaños y le barró el paso.

- Vas a la terraza, zorro? – preguntó con una sonrisa malvada.

- A ti que te importa? – contestó Rukawa intentando pasar, pero Sakuragi se lo impidió de nuevo.

- Porqué te gusta tanto ese sitio?

- No te importa – repitió cansado. Ni en sueños le explicaría el motivo.

- Haznos un favor a todos y tírate desde ella algún día, si?

- Do'aho…

Definitivamente aquel insulto sacaba de quicio al pelirrojo, pero nunca imaginó que tanto. Apenas lo dijo Sakuragi dejó a un lado su sonrisa siniestra y una mueca aún más demoníaca se formó en su rostro. Rukawa no tuvo tiempo de reaccionar al ver como levantaba las manos para empujarle, y un segundo después estaba rodando escaleras abajo.

xXx

- Esto te escocerá un poquito – le dijo la señora Nanahara, acercándole un algodón a la frente.

Rukawa estaba sentado en la camilla, mirando el suelo con aire ausente.

- Aún no me has dicho como te has caído.

- No me acuerdo.

Mentía. Por supuesto que recordaba como Sakuragi le había tirado por las escaleras, y sabía que por aquello podrían expulsarle, aunque no entendía que eso le preocupara. El pelirrojo en cambio no se había preocupado por él al verlo tendido en el rellano, pues al levantar la vista aún aturdido se había visto solo. Unos minutos después aparecieron unos alumnos de segundo que le ayudaron a levantarse y le acompañaron a la enfermería.

- Ahora te pondré los puntos; con dos bastarán.

"Dos más", pensó amargamente. Había perdido ya la cuenta de las veces que habían tenido que ponerle puntos.

- Listo – anunció la señora Nanahara – Ya puedes irte. Vuelve dentro de unos días y te los quitaré.

- Gracias.

Rukawa salió de la enfermería y se encaminó hacia su aula. El tobillo le dolía un poco, pero prefirió no decir nada; sólo faltaría que le dejaran sin entrenar. Al pasar por delante de los baños entró y se miró en el espejo. Afortunadamente el largo flequillo le tapaba la herida, así nadie le pediría explicaciones.

Se pasó la práctica de baloncesto pensando en lo que había pasado.

Pero qué problema tenía el doa'ho? Acaso pretendía acabar con él? Sabía que le odiaba, pero nunca pensó que hasta ese punto. Era sólo porque la chica que le gustaba estaba enamorada de él igual que sus otras estúpidas fans?

Si era por eso realmente era un idiota.

- Rukawa, puedes venir un momento? – le llamó el entrenador Anzai durante unos ejercicios.

- Qué ocurre? – preguntó acercándose.

- Te pasa algo en el tobillo?

- Ehh… no. Creo que en algún momento he pisado mal y lo tengo un poco adolorido, eso es todo.

- Deberían mirártelo en la enfermería.

- No hace falta, de verdad. No es nada importante.

- Bueno, pero si mañana te sigue doliendo prométeme que irás a ver a la señora Nanahara o a tu médico.

- Claro…

Era ya la segunda vez que tenía que prometerle algo al entrenador Anzai. Antes de volver con los demás decidió preguntarle una cosa.

- Entrenador… recuerda lo que me hizo prometer respecto a Sakuragi?

- Sí, por?

- Por qué no le pidió a él lo mismo?

- A él ya le advirtieron en la clínica – explicó el gordito - Por qué lo preguntas? Ha ocurrido algo?

- No, nada…

xXx

Era ya muy tarde cuando regresaba a su casa. El tobillo le dolía bastante y más al pedalear, así que tuvo que caminar lentamente todo el trayecto arrastrando la bicicleta.

Al llegar vio la luz del jardín encendida, y a su padre sentado en el porche fumando un cigarrillo. Después de dejar la bicicleta en el garaje se dirigió a la entrada como si no hubiera nadie pero su padre se levantó y lo agarró del brazo para detenerle. Rukawa se soltó bruscamente como si el contacto le quemara.

- Hijo… - murmuró Kaoru con voz triste.

- No me llames hijo! – exclamó Rukawa.

- Pero lo eres…

- PUES NO LO PARECE! – gritó. No pretendía hacerlo, pero había tenido un día horrible, y lo que menos quería ahora era soportar a su padre haciendo de tal.

- Tranquilízate. Sólo quiero hablar contigo.

- De qué?

- De… qué te ha pasado en la frente? – exclamó alargando una mano hacia el flequillo de Kaede.

- Nada - por supuesto Rukawa se apartó de inmediato.

- Pero si hasta te han puesto puntos… Te duele?

Esa pregunta fue demasiado.

- NO SEAS HIPÓCRITA! – explotó - DESDE CUANDO TE PREOCUPAN LOS GOLPES EN MI CARA, IMBÉCIL!

Pudo ver como su padre apretaba los puños y empezó a levantar uno. En ese momento la puerta de la casa se abrió y por ella apareció Tomoyo, alertada por los gritos.

- Qué pasa aquí? – preguntó colocándose al lado de su marido.

- Parece que Kaede se ha peleado hoy en la escuela – dijo Kaoru señalando la herida en la frente del chico.

- Yo no me he peleado con nadie!

- Qué te ha pasado, cariño? – le preguntó su madre levantándole el flequillo con cuidado.

- Fue una caída durante el entrenamiento.

- Seguro?

- Es que tú no te has caído nunca?

Rukawa miró a su madre con expresión irónica. Se produjo un silencio tenso en el porche.

- Me voy a dar un paseo – anunció Kaede. No podía soportar aquel ambiente.

- Pero ya es la hora de cenar! – dijo Tomoyo.

Pero Rukawa ya había salido del jardín y caminaba por las calles bien iluminadas de su barrio.

El corazón le latía fuertemente en el pecho. Por qué? Nervios, angustia, miedo? Todos esos sentimientos se entremezclaban en su interior, provocándole un intenso malestar.

Con la tranquilidad que sentía apenas una semana antes…

Por qué su madre le había dejado volver?

Llegó a un parque vacío y se sentó en uno de los bancos. Apoyó los codos en las rodillas y la cabeza en las manos, dejando que entre éstas y el lacio cabello le taparan el rostro.

No quería llorar. Tenía que ser fuerte. Por su hermano y por su madre, y también por él mismo. Respiró hondo y no permitió que las lágrimas escaparan de sus ojos.

Como siempre.

- Rukawa?

Levantó la cara sorprendido, sobretodo porque había reconocido la voz de inmediato.

- Sendoh…

El capitán del Ryonan estaba de pie junto al banco, mirándole con cara de preocupación.

- Qué haces aquí? – preguntó recuperando su expresión neutra habitual.

- Vengo de visitar a un amigo; y tú?

- Vivo por aquí cerca.

- Es un bonito barrio… pero te queda algo lejos de Shohoku, no?

- Un poco.

- Oye, te encuentras bien? – preguntó Sendoh sentándose en el banco a su lado.

- Sí.

- No lo parece.

- Te he dicho que sí.

- Vale, como quieras.

- …

- Seguro?

- Eres un poco pesado, lo sabías? – murmuró Rukawa levantándose.

Sendoh le imitó y se colocó enfrente suyo.

- Sí, un poquito – sonrió. Luego le miró de nuevo serio – Ya sé que apenas nos conocemos, pero si necesitas algo, cuenta conmigo.

Diciendo esto quiso cogerle del hombro en un gesto amable, pero Rukawa dio un paso atrás impidiéndole que llegara a tocarle. Sendoh abrió más los ojos, sorprendido.

"Mierda", pensó Rukawa, "La costumbre".

- Yo… me tengo que ir – dijo pasando por su lado.

- Rukawa! – le llamó Sendoh antes de que se alejara mucho.

- Qué? – contestó girándose un momento.

- Sea lo que sea… ya verás como se soluciona.


N/A: buenas! Aquí les traigo el segundo capítulo de esta historia. Como habrán visto Sakuragi está un poco desquiciado, pero no va a ser así durante todo el fic. En cuanto a Sendoh, pues ya ha hecho aparición, y cobrará más protagonismo en próximos capítulos. Paso a comentar los reviews:

Nihonko: gracias! Supongo que ahora ya sabes cual es, mejor dicho era, la situación.

Ankin: el 'primer' capítulo es muy cortito pero es solo porque es el prólogo, y el único que estará escrito en primera persona. Me alegro de que el segundo te haya gustado tanto. A que son monos los dos hermanitos? XD Muchos besos y gracias por los reviews.

Mashou no tenshi: gracias por darle la oportunidad a esta historia. Pues Hanamichi está lesionado de la espalda, y odiar al zorro, lo ha odiado siempre, aunque hacia el final de Slam Dunk se deja entrever una posible reconciliación. Pero yo lo que he hecho ha sido crear una situación que provoque que el odio irracional de Sakuragi crezca de nuevo por una razón muy sencilla que explicaré en un par de capítulos (pero en el capítulo 'Again' se da ya una pista).

Nos vemos pronto en el próximo. Besos

Khira