Hopeless
Capítulo 6. Pain
Por la mañana temprano Sendoh fue a despertar a Rukawa, y después de esquivar lo que supuso un involuntario manotazo de desagrado le invitó a desayunar y después lo condujo a su habitación. Ni rastro de Meiko en la casa, pero Kaede prefirió no preguntar.
- Ponte esto – dijo Sendoh con unos vaqueros y unos pantalones en la mano.
- Gracias – Rukawa cogió la ropa que le ofrecían para no tener que volver a su casa con la ropa de deporte que llevaba el día anterior ni con ese hortera pijama verde.
- Como volverás? Vienen a buscarte?
- Uh?
- A tu casa. Cómo vas a volver?
- Pues… andando.
- No, ni hablar. Yo te presto dinero para el tren o para un taxi, lo que quieras.
- No, no hace falta. Da igual si llego tarde a clase.
- Es culpa mía por haberte traído sin nada. Tendría que haber buscado tu bolsa de deporte en los vestuarios, espero que no te la hayan robado… Pero sólo pensé en alejarte de Sakuragi cuanto antes…
Se hizo un silencio incómodo. Rukawa optó por comenzar a desvestirse.
- Por qué os estabais peleando? – se atrevió a preguntar por fin Akira.
- Él… me odia… es así desde que nos conocimos – explicó – Pero desde que se lesionó está muy agresivo, y utiliza cualquier excusa para que peleemos...
- Y tú no te defiendes? – al ver a Rukawa fruncir el ceño añadió - Sakuragi no tenía un solo golpe, y me extraña que pueda él solo contigo…
El chico de ojos azules suspiró y terminó de quitarse la parte inferior del pijama, sin notar el destello que eso produjo en el chico mayor.
- Tendría que haberlo hecho, pero dudé al recordar la promesa que le hice a mi entrenador.
- Qué promesa es esa? – preguntó Sendoh obligándose a apartar los ojos del paquete de Rukawa.
- Precisamente que no me pelearía con él… para no agravarle la lesión...
- Pues yo de ti dejaría a un lado esa promesa, y la próxima vez que te provoque dale una buena paliza… Que estúpido… Si se queda lisiado para siempre será su problema…
- Tampoco es eso… en el fondo es buena persona…
Rukawa palideció de pronto al escuchar salir de su boca las mismas palabras que había oído decir a su madre tantas veces.
Cómo podía ella decir eso de alguien que le hacía tanto daño?
- - - Flasfback - - -
- Porque le quiero.
- - - Fin del flashback - - -
Pero él no quería a Sakuragi! Por qué le estaba defendiendo entonces?
Era porque estaba acostumbrado a escuchar sandeces de su madre y se las había contagiado? O por que sí que sentía algo por el doa'ho?
Que la noche anterior hubiera dudado de su sexualidad no ayudaba en absoluto…
- Te encuentras bien? – la amable voz de Sendoh interrumpió sus divagaciones.
- Sí… Por cierto, qué hacías en Shohoku?
"Quería verte".
- Ehm… pues… quería hablar con el señor Anzai sobre un posible partido de práctica, pero llegué tarde.
Rukawa levantó de nuevo la vista encontrándose con aquellos hermosos ojos violetas que le miraban brillantes, y sonrió para sus adentros.
Se sintió estúpido por haber pensado por un momento que quizás se sentía atraído por Sakuragi.
Si era gay y le gustaban los chicos, el culpable sería Sendoh.
Terminó de vestirse y después de una pequeña discusión acabó aceptando el dinero para volver en tren, prometiendo que al día siguiente se lo devolvería, ya que el entrenamiento terminaba una hora antes. Se despidió amablemente de su anfitrión, y por supuesto bajó a pie las ocho plantas hasta la salida del edificio.
xXx
Cuando llegó a su casa ya no había nadie, así que tenía todo el día para pensar que contar sobre su maltrecha cara. Se cambió y cogió el almuerzo que le había dejado preparado su madre encima de la mesa de la cocina.
Lo primero que hizo al dejar la bicicleta en el aparcamiento fue ir a los vestuarios a recoger su mochila, que afortunadamente nadie había tocado. Después se dirigió a su aula y entró a punto para la segunda clase. Notó las miradas de sus compañeros y también la del profesor, pero nadie le dijo nada. Se acomodó en el pupitre y se dispuso a dormir hasta la hora del almuerzo.
Aquel día tuvo bastante suerte: no se encontró a Sakuragi ni a nadie del equipo que le preguntara que le había pasado, porque naturalmente no fue al entrenamiento.
Pero la suerte se le terminó en el mismo momento en que por la noche puso los pies en su casa.
- Qué te ha pasado en la cara? - le preguntó su padre apareciendo en la entrada.
- Una pelea – admitió Rukawa mientras se descalzaba. Olía a alcohol. Mala señal.
- Y dónde estuviste anoche?
- En casa de un amigo – contestó.
- Pero si tú no tienes amigos – se burló Kaoru.
- Por tu culpa – masculló el chico moreno.
- Tengo yo la culpa de que nadie te soporte?
- Tienes la culpa de que tenga miedo a…! – se calló abruptamente.
- Tienes miedo, Kaede? – una sonrisa cínica se formo en el rostro de aquel hombre.
- De ti ya no.
La sonrisa se le borró de inmediato. Rukawa pasó hacia el comedor en apariencia tranquilo, pero con el corazón a mil. Kaoru le siguió y de pronto le cogió por el cuello.
- SUÉLTAME, IMBÉCIL! – gritó Rukawa temiendo como acabaría aquello mientras intentaba zafarse, pero su padre le agarró más fuerte y le estampó violentamente contra la mesa, que se arrastró y tiró varias sillas, causando un fuerte estrépito.
Su madre apareció en el comedor de inmediato seguida de Touya. Ambos contemplaron aterrados como Kaoru pateaba una y otra vez a su hijo mayor, quien se había llevado un fuerte golpe en la espalda y apenas podía moverse del dolor.
- BASTA! LE VAS A MATAR! – chilló Tomoyo acercándose e intentando detener a su marido en vano.
- Aparta, zorra! – gritó Kaoru girándose para golpearla en la sien.
La mujer cayó al suelo aturdida. Eso bastó para que Rukawa reaccionara y se levantara de un salto. Justo antes de que un fuerte mareo le invadiera estrelló su puño en la nariz de ese monstruo al que llamaba 'papá'.
Quizás no debería haberlo hecho. A su padre no le importó que después cayera al suelo medio desvanecido, porque continuó golpeándole hasta que se cansó.
Touya lloraba al saber que era incapaz de ayudar a su hermano mayor. Aliviado vio como finalmente su padre le dejaba en paz y se iba de la casa con un fuerte portazo.
Su madre estaba ya incorporándose, así que acudió primero junto a Kaede.
- Nii-san… nii-san… despierta por favor…
Rukawa abrió los ojos pesadamente. La escena le era dolorosamente familiar; él en el suelo sangrando y sin poder moverse, Touya llorando a su lado, y a unos metros su madre, esta vez sentada también llorando.
- Mamá… ayúdale, por favor… haz algo…
- Kaede… e-estás bien? – tartamudeó Tomoyo acercándose a rastras.
No contestó. En lugar de eso intentó incorporarse sin mucho éxito.
"Creo que me ha roto una costilla", pensó preocupado.
Touya empezó a llorar con desesperación, tapándose la cara con sus pequeñas manos.
- Ey… tranquilo… - susurró Rukawa.
Al final consiguió levantarse un poco hasta quedar sentado con la dolorida espalda apoyada en una de las sillas que habían caído al suelo. Alargó una mano y acarició el pelo de su hermano con cariño.
- Tranquilo… - repitió con una sonrisa muy falsa – Estoy bien…
Estaba tan cansado de decir mentiras…
De pronto sonó el timbre y los tres dieron un respingo. Tomoyo se levantó temblorosa y acudió a abrir la puerta.
- Quedaos aquí… - susurró asustada.
Desde el comedor Rukawa y Touya escucharon impotentes como su madre en lugar de pedir ayuda le decía a la policía, avisada seguramente por algún vecino, que los ruidos habían sido por un pequeño accidente doméstico y que no necesitaban nada.
Rukawa se mordía el labio inferior para no gritar de rabia. Cuando su madre despidió a la policía y volvió con ellos se levantó como pudo y sin mirarla siquiera se dirigió a su dormitorio.
xXx
Mientras Rukawa hacía esfuerzos sobrehumanos para no echarse a llorar en la oscuridad de su habitación había dos chicos desvelados en la cama pensando en él.
Sendoh era el primero que no podía sacarse al chico de ojos azules de la cabeza.
Era gay?
Esa pregunta se había repetido en su mente todo el día. La primera respuesta había sido: 'Y qué si lo soy?', pero inmediatamente sintió miedo.
Él era Akira Sendoh, el capitán y jugador estrella del Ryonan, uno de los equipos favoritos para participar en el campeonato nacional el verano siguiente, famoso por los artículos que escribía Yayoi Aida, la hermana mayor y algo pederasta de Hikoichi.
Qué diría la gente si se enterara de su homosexualidad?
Le quitarían el puesto de capitán? O directamente le expulsarían del equipo?
No, eso no era probable, porque en ese caso su padre, que era abogado, podría hacer que le metieran un buen puro al instituto.
Precisamente lo que más le preocupaba era la reacción de su familia y de sus amigos.
Rió por lo bajo al pensar en cual sería la reacción de sus ex-novias. Le odiarían, se desmayarían, o intentarían traerle de vuelta del 'lado oscuro'?. Sin embargo él no se arrepentía en absoluto de haber salido con ellas y mucho menos de haberse acostado con algunas. Nunca se había enamorado de verdad, pero el sexo con mujeres lo había disfrutado enormemente.
Quizás era bisexual.
Y como sería el sexo con Rukawa?
Cerró los ojos e intentó imaginarlo. Recordó su piel blanca y sus labios finos, y pensó en aprisionarlos bajo los suyos…
Dios… sólo de pensar en besarle ya se había excitado…
Por su parte Hanamichi Sakuragi también pensaba en el kitsune, pero no de una forma tan erótica como Sendoh.
"Que fue lo que hice, pensaba el pelirrojo mientras daba vueltas en su cama. La mala conciencia no le dejaba dormir.
"Por qué me comporté así?"
"El zorro no tiene la culpa de mi lesión, y aunque así fuera, no me serviría de nada lesionarle yo a él"
Había una cosa que le extrañaba mucho, y era que hasta que apareció Sendoh, estaba ganando la pelea muy fácilmente, cosa que nunca antes había pasado, pues Rukawa sabía luchar tanto como él. El zorro ni siquiera había llegado a golpearle.
Una rara sensación de malestar le invadió por completo.
N/A: Hola! Perdón por la demora, se me murió el PC, y ahora estoy con uno 'provisional'. Espero les guste el capítulo (uy, si és así es que son unas malvadas XD). Muchos besos y hasta el próximo!
Khira
