Hopeless

Capítulo 15. Blue eyes

Se despertó y vio en el reloj de pared que aún era muy temprano. Sentado sobre las rodillas de su madre, Touya apoyó la cabeza en su pecho y se revolvió un poco, intentando encontrar una postura que le permitiera volver a dormirse. Su madre sí que estaba completamente dormida aún, y era lógico, pues se había pasado otra noche casi entera en vela. Ambos se encontraban en la habitación de Kaede en el hospital. Su hermano llevaba inconsciente desde que ingresara hacía tres días, pero los médicos les habían dicho que estaba evolucionando bien. O algo así creyó entender.

Aunque el primer día él lo pasó con el señor Anzai, un anciano muy simpático que por lo visto era el entrenador de su hermano, los siguientes se había negado a permanecer con él o a ir al colegio. No, no iba a moverse del lado de su madre y de su hermano hasta que este último se despertara.

Entreabrió los ojos para contemplarle, y grande fue su sorpresa al encontrarse con los ojos azules de Kaede mirándole.

- Nii-san! – exclamó bajando de un salto del regazo de su madre.

Caminó rápidamente hacia él y le cogió de la mano. Pero Rukawa no tenía fuerzas ni para apretársela.

- Hola chibito… - musitó débilmente.

- Hola nii-san… - en aquel momento poco le importó que su hermano le llamara con ese apelativo – Cómo estás?

- Me duele… al respirar… - murmuró - Cuánto tiempo… llevo aquí?

- Tres días…

En ese momento Tomoyo se despertó. Al ver a su hijo mayor con los ojos abiertos se llevó las manos a la boca, a la vez que intentaba no ponerse a llorar de la alegría.

- Kaede…

Se levantó de la incómoda silla donde había dormido cuatro noches y se acercó a Rukawa para depositar un beso en su frente.

- Mamá…

- Cariño, cómo estás?

Rukawa no contestó. Se quedó mirando a su madre con los ojos cada vez más cristalinos y brillantes por las lágrimas que amenazaban por salir. No quería echarle la culpa pero no podía evitarlo. Recordaba perfectamente por qué motivo se había despertado en un hospital. Recordaba estar caminando hacia el aparcamiento en busca de su bicicleta, a su padre aparecer de improviso frente a él y clavarle una navaja dos veces en el estómago, caer al suelo y sentir su escupitajo sobre la mejilla… Luego recuerda que consiguió levantarse y caminar hasta toparse con… Sakuragi? Sí, Sakuragi fue el que le encontró…

- Cariño… Cómo estás? – repitió Tomoyo.

- Dónde está…? – preguntó Rukawa.

- Eh?

- Dónde está papá…

Tomoyo se mordió los labios.

- N-no lo sé…

El chico moreno cerró los ojos e inspiró lo más profundamente que pudo, que no fue mucho, pues era cierto lo que le había dicho a su hermanito: cada vez que respiraba sentía un dolor tirante e intenso en el vientre.

- Mamá… No puedo más… - la voz quebrada de Rukawa denotaba claramente la desesperación que sentía – No puedo más…

- L-lo sé, cariño… Y yo…

- NO! – gritó sorprendiéndola – No lo sabes! Es la quinta vez que papá me envía al hospital! Pero esta vez ha intentado matarme de verdad!

Tomoyo iba a replicar pero Kaede la interrumpió y siguió gritando.

- Me da igual que seas mi madre! No tienes derecho a hacernos pasar por esto! Porque quién crees que será el siguiente, eh? DIME, QUIÉN CREES QUE SERÁ EL SIGUIENTE!

Touya dio un paso atrás, encogido y asustado. Tomoyo le sujetó del hombro y lo mantuvo junto a ella.

- Te he dicho que lo sé… - dijo con voz suave pero firme – La policía está buscando a tu padre, le van a detener por agresión e intento de homicidio. Pero de todas maneras me avisaste de que debía elegir y he elegido… así que yo también le he denunciado. Os he elegido a vosotros… a los tres.

Por un instante se hizo un silencio absoluto en la habitación.

Rukawa no sabía si estar más sorprendido por el hecho de que su madre por fin hubiera denunciado a ese monstruo o por sus últimas palabras.

- C-cómo? – balbuceó.

- Estoy embarazada – anunció mirando a los dos.

La cara de Rukawa era un poema. Touya reaccionó antes.

- Vamos a tener un hermanito? – preguntó feliz de la vida.

- O hermanita… - sonrió Tomoyo. Mirando a su hijo mayor se puso seria de nuevo y añadió – Y si, es de él. Pero no quiero que nunca le conozca. Cuando sea mayor le explicaremos el porqué.

Rukawa sólo asintió. Estaba demasiado conmocionado como para pronunciar palabra.

- Bueno, bajaré un momento para avisar al médico y también a tus amigos de que te has despertado. Se van a alegrar mucho, estaban muy preocupados por ti.

- Mis amigos…? – preguntó confundido.

- Sí, tus compañeros de equipo. Siempre hay uno en la sala de espera de la planta baja, es como si estuvieran haciendo turnos… En este momento están… no me acuerdo como se llaman… un chico con los cabellos teñidos de rojo y uno moreno con el pelo de punta…

Demasiadas sorpresas seguidas para Rukawa después de tres días inconsciente. Sakuragi y Sendoh estaban juntos en el hospital esperando por él?

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Juntos pero no revueltos, Sendoh y Sakuragi estaban sentados en la sala de espera a tres sillas de plástico de distancia. Sendoh permanecía con la vista al frente mientras que el pelirrojo le miraba de reojo de vez en cuando. Seguía sin entender que hacía allí el puercoespín, tan amigo de Rukawa era? Si era así era normal la manera con la que le había hablado y tratado la tarde anterior cuando llegó al hospital con el rostro desencajado.

- - - Flashback - - -

Después de comer un bocadillo en la cafetería, Sakuragi se dirigió en la sala de espera con la intención de pasar allí la noche. Era el turno más pesado y largo pero lo había elegido él, era su manera de compensar al zorro por sus agravios.

Al pasar frente a la entrada principal del hospital se topó con Sendoh que en ese momento llegaba. Nada más verle el puercoespín se abalanzó furioso sobre él y agarrándole de la camiseta le empotró contra una pared.

- Más te vale que Rukawa no esté aquí por tu culpa – dijo entre dientes.

- No digas tonterías, imbécil – gruñó Sakuragi a la vez que se soltaba de su agarre.

Sendoh se le quedó mirando las ojeras y algo le dijo que no había sido él. Respiró hondo e intentó calmarse para averiguar que había pasado.

- Cómo está? – preguntó con un leve temblor en la voz – Que tiene?

- Qué es lo que sabes? – preguntó a su vez Sakuragi.

- No mucho – dijo Sendoh – Hikoichi me ha contado esta tarde que Rukawa estaba ingresado en el hospital porque le habían atacado hace dos días en el instituto… pero no sabía nada más…

- Ya… - murmuró el pelirrojo – Pues sí, eso es lo que ha pasado.

- Pero quien fue! Y por qué está ingresado? Tan fuerte fue la paliza?

- No fue una paliza… Le apuñalaron.

Sendoh le miró con los ojos muy abiertos. Cuando se recuperó de la impresión, su gesto se transformó en una mirada muy dura, la misma que le había dedicado en el gimnasio el día que agredió a Rukawa.

- Quién fue?

Sakuragi dudaba si decírselo o no, pero estaba claro que Sendoh no se conformaría con un 'no lo sé', o peor aún, un 'no puedo decírtelo'.

- Fue su padre…

Observó de nuevo la sorpresa en el rostro del capitán del Ryonan. Segundos más tarde, viendo que parecía haberse quedado en trance, Sakuragi le contó lo que habían dicho los médicos del estado del kitsune para tranquilizarle, y le explicó lo de los turnos que habían organizado para vigilar que no apareciera el señor Rukawa. Sendoh solamente asintió y se dirigió a la sala de espera con él.

- - - Fin del flashback - - -

Continuó mirando a Sendoh mientras se preguntaba como habría empezado su amistad con Rukawa. De pronto Sendoh se dio cuenta por fin de que estaba siendo observado y se giró hacia él.

- Eh… voy al baño… - dijo el pelirrojo para disimular, pues si bien era cierto que tenía ganas, podría haber esperado perfectamente.

Se levantó y dejó solo a Sendoh con sus pensamientos.

Akira se sentía completamente estúpido por no haberse dado cuenta de lo que estaba pasando, de quien era la persona que estaba dañando a Kaede. Pero como iba a saberlo? No conocía a su padre, pues las dos únicas veces que fue a su casa no se encontraba en ese momento.

"Aún así debí haberlo intuido y no dejarle solo", pensó con tristeza al recordar como Rukawa se negó a contarle lo que le pasaba y a él no se le ocurrió otra cosa que cortar su relación.

También recordó las palabras de su hermana, de que quizás cuando se decidiera hablar con él de nuevo ya fuera demasiado tarde.

"Por favor… por favor que no lo sea…"

De pronto sintió a alguien correr hacia él.

- Buenos días! – saludó Touya con una gran sonrisa.

El corazón de Sendoh dio un vuelco. Se levantó, solo para agacharse frente a Touya, y le cogió de los hombros.

- Qué sucede, Touya? Se ha despertado? – preguntó esperanzado.

- Sí – contestó el pequeño agrandando su sonrisa – Hace un ratito. Y ahora que mi madre está hablando con un médico me ha pedido a ver si podías subir a verle.

- C-claro… - sonrió Akira a la vez que se le humedecían un poco los ojos.

- Y el otro chico? El friki? – preguntó mirando a su alrededor.

- Sakuragi? Ha… ha ido al baño creo…

- Vale, pues le esperaré para darle la noticia!

- D-de acuerdo… Hasta ahora, Touya…

- Hasta luego!

Sendoh comenzó a caminar hacia las escaleras con el corazón a mil. No entendía que Kaede quisiera verle. Lo lógico sería que no quisiera volver a saber nada más de él.

Parado frente a la puerta de la habitación con la mano en el pomo, inspiró profundamente. Luego abrió la puerta lentamente y dio un paso hacia el interior.

Rukawa, que en ese momento estaba mirando hacia la ventana, volteó a mirarle y en ese momento los ojos azules y los ojos violetas se encontraron.

Se quedaron mirando el uno al otro unos instantes sin decir nada. Sendoh no se atrevía ni siquiera a acercarse y se quedó parado junto a la puerta que había dejado entreabierta. No hacía ni una semana que le había visto por última vez y le daba la sensación que llevaba años sin verle.

- No vas a pasar? – preguntó finalmente Rukawa.

- Eh… sí… - murmuró Sendoh.

Dio unos cuantos pasos más hasta situarse en el lado izquierdo de la cama. Se fijó en que el número 11 del Shohoku estaba tan pálido que el color de su piel se confundía con el blanco de las sábanas y de su camisola; lo único que destacaba en el lecho era el despeinado cabello negro sobre el cojín.

- C-como estás…? – tartamudeó. Apenas podía sostenerle la mirada.

- Podría estar mejor - dijo el moreno con voz neutra.

- Kaede, yo… - Sendoh no lo soportó más y desvió la vista de sus ojos a la mano de Rukawa – Lo siento… Siento mucho lo que pasó entre nosotros, me precipité, fui un gilipollas… Sigo sin entender por qué no me contaste nada de lo que pasaba en tu casa pero debería haber seguido a tu lado igualmente y no dejarte tirado… Quería venir un día de estos a hablar contigo pero no podía imaginarme que pasaría algo así… De verdad que lo siento… Yo… No sé que hacer ahora, me siento un completo imbécil, si me dieras otra oportunidad para ser al menos amigos te prometo que…

- Akira… - interrumpió Rukawa – Quieres callarte y besarme de una vez?

El capitán del Ryonan le miró sorprendido y se encontró con una bella sonrisa adornando los finos labios de Kaede.

- C-claro que sí… - balbuceó a la vez que le devolvía la sonrisa.

Se inclinó despacio sobre él mientras enredaba una mano en su pelo hasta tocar con delicadeza sus labios con los suyos, y muy poco a poco profundizó el delicioso beso.

Afuera de la habitación y a través de la puerta entreabierta, Sakuragi contemplaba atónito como el puercoespín le comía la boca a Rukawa.

Cuando reaccionó esos dos continuaban enrollándose, así que decidió dejar para otro momento la disculpa que le tenía preparada al kitsune y dejarlos solos.

Empezó a caminar por el pasillo con la intención de volver a la sala de espera de la planta baja, donde había dejado al hermano pequeño de Rukawa comiéndose un helado. Ahora entendía por qué el niño le había sugerido con una sonrisa pícara: 'Si quieres subir a ver a mi hermano espera que termine de hablar con el erizo'. Seguro que el astuto chiquillo ya sabía o intuía lo que había entre ellos.

"Pero como es posible?", se preguntaba Sakuragi, "El kitsune y el puercoespín juntos?".

Aunque le había sorprendido, no le molestaba, pero aún así se sentía tan mal… Por qué? Por qué esa opresión en el pecho por haberles visto besándose?

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que ni se dio cuenta cuando se cruzó al bajar las escaleras con un hombre de unos cuarenta años, moreno y de ojos azules.


N/A: lo sé, dije que era el último capítulo, pero me estaba saliendo el doble de largo de lo normal y decidí dividirlo… Además, me gustaba como quedaba cortándolo por aquí jejeje. Pero prometo actualizar y subir el último capítulo como mucho este fin de semana, y entonces ya sólo me quedará el epílogo.

Muchos besitos.

Khira