AVISO: este fic contiene SLASH (relaciones hombre/hombre). No es subido de tono (este capítulo) pero la tendencia es homosexual, así que si te ofende en algún punto no lo leas...

DISCLAIMER: Los personajes y escenarios son creación inigualable de J. K. Rowling y aclaro que mi fanfiction no está hecho con fines de lucro. Siempre trato de tener ideas lo más originales posibles, si llega a haber coincidencia con alguna otra creación pido mis debidas disculpas a su autor...

cordialmente,

La Dama Norris.

Siniestra Snape: Muchas gracias por leer! Bueno espero q t guste como continua, tarde pero seguro aquí esta. Lo que no logro explicarme es como sabes lo q ocurre en el 2do capítulo si todavía no lo he publicado OO puede que lo hayas leído en otra página? Agradezco q m hallas dejado un review aquí, cada vez se reciben menos comentarios en no sé por qué será (al menos m ocurre a mi, jaja)

Youko Sakuma: Jaja! A mi también me gustan los rareslash, estuve de búsqueda estos días. Bueno, intento además mantener el canon de los personajes, el problema con los rareslash es a veces q al no estar tan establecidos se tiende a deformar sus personalidades, y eso intento q no cambie. Gracias por leer ojala t guste como sigue!

Susana: Disculpa q m ría leyendo nuevamente tu review. Es decir (y discúlpame q t lo diga), no puedes saber mucho de madurar si luego d leer todo lo q puedes criticar es el nivel d "madures" (m gustaría saber q entendes por madures) del autor. No creo q tenga nada q ver cuan "maduro" sea un autor para saber escribir y además no creo q tengas la suficiente información sobre mi persona como para "aconsejarme" q madure, acepto q critiques mi fic, pero deliberadamente creo q no debe importarte lo q soy o dejo d ser en mi vida privada. Cuando necesite terapia de crecimiento recurriré a tu persona, por el momento no la quiero. Espero encuentres algún fiction que este a tu altura, personalmente lamento no estarlo. Sayonara "chica madura".

-.-.- Capítulo 2 -.-.-

Esa noche en el Gran Comedor, el viejo director anunció a los alumnos el evento que se llevaría acabo a cargo del profesor Charlie Weasley. Acabada la cena, Draco se limpió los labios y se puso de pié antes que sus compañeros terminaran la comida de sus platos, precipitándose con paso rápido fuera del salón. Sabía gracias a la información que pudo sacarle a su profesor de pociones, que los dragones del evento habían llegado ayer a la media noche, y permanecían en las mazmorras conforme se organizaba todo. Cada dragón llevaba un "collar domesticador". Como los dragones no son criaturas domesticables había que usar el método del collar, esto permitía que los dragones se sintieran controlados, aunque no hubiese ninguna especie de magia de por medio, cuando lo llevaban al cuello conocían sus límites y esto evitaba que se violentaran o desobedecieran órdenes. Este detalle le había interesado mucho a Draco.

Se había entretenido bastante con él, criticando por supuesto todo lo referente al tema. Snape era hombre de pocas palabras, pero cuando hablaba con Draco siempre encontraba el apoyo que buscaba para darle a la lengua, y esto aprovechó él para enterarse con detalle en que lugar de las mazmorras estarían cautivas las criaturas.

Esperó con impaciencia que les llegara a todos la hora de dormir, y salió precipitadamente de la torre de Slytherin. En otra etapa de su vida, Draco no hubiera sido capaz de llevar un plan como este, teniendo en cuenta el riesgo al que estaba expuesto, teniendo a alguien que podía encargarse de ciertos asuntos en vez de él. Pero este año tenía cierta extraña y salvaje disposición que lo cegaba de cualquier prejuicio y esta vez tenía una idea en mente difícil de sacar…

Puertas oscuras, pasillos sórdidos, olores excéntricos y mucha humedad. Eso eran las mazmorras. Y conforme más caminaba menos se oían sus pasos, precisos y ligeros, internándose más y más en los laberintos carceleros. Bajaba escaleras caracol con peldaños en mal estado, y aún así estaba tan decidido a cumplir con su cometido que no vacilaba en ningún momento. Bueno, hasta que llegó al sector que no tenía luz.

Los techos abovedados, paredes de piedra oscura y perpetua, que daban la imagen de cripta. Pero Draco no aminoró la marcha hasta que comenzaron a aparecer cadenas y grilletes en las paredes, aunque estas sin dueño. Se preguntó si su padre estaría en una de ellas y un escalofrío le recorrió con violencia la espina dorsal. Miró sobre su hombro. Oscuridad, ni siquiera se veía por donde había venido. No es que de todas formas estuviera seguro de saber como volver. Ante este pensamiento ya no estaba tan confiado de seguir avanzando. Su corazón comenzó a agitarse, comenzó a pensar que quizá hubiera sido mejor idea quedarse en su sala común y el día del evento dar alguna excusa coherente para no ponerse los malditos arneses. Pero no era sólo por miedo a la humillación pública que estaba haciendo esto, había algo más importante que lo motivaba: la expulsión de Charlie Weasley.

El odio entre Weasleys y Malfoys es genético podría decirse, ningún Malfoy se negaría a una oportunidad para degradar a un Weasley. Y si tenemos en cuenta que había llamado a ese apestoso dragón con su nombre, estaba más que ratificado que no se llevaría bien con ese profesor hasta el fin del año. No volvería a fracasar como con el idiota de Hagrid, esta vez no estaría Dumbledore detrás con sus tejes y manejes, no si algún alumno caía desde veinticinco metros en el aire.

Hacía cerca de veinte minutos que estaba caminando derecho por aquel pasillo que aparentemente no tenía fin, cuando tropezó con algo y cayó al suelo. Se levantó mirándose instintivamente la camisa, la cual se había ensuciado levemente. Con cara de asco se puso de pié, palpándose la ropa para quitarse el polvo, y giró la vista para verificar que había trastabillado con una ventanilla de rejas a la altura del suelo. Sin pensar más en su ropa se arrodilló para espiar a través de la ventanilla. Pudo oír lo que parecían ser ronquidos. Abajo estaba igual de oscuro que arriba, pero ese reflejo azul que provocaba la efímera luz en el espacio le dejaba distinguir grandes montañas de escamas.

Se llevó una mano al pecho con emoción.

"¡Creí que jamás encontraría a estas bestias!"

Ahora sólo tenía que encontrar el modo de llegar hasta el piso inferior y arrebatar los collares de esos dragones. Era como ponerle el cascabel al gato, pero la clara sed de venganza lo hacía continuar. Sabía que volver por donde había venido sería inútil, así que siguió caminando. De repente sintió que el suelo por el cual andaba ya no era el mismo: carecía de firmeza. Cascos de piedra podridos se resquebrajaban levemente cuando él los pisaba, el terreno comenzó a ser desigual, húmedo y se dio cuenta que no era seguro seguir caminando por allí. Pero cuando giró sobre sus talones el suelo terminó por romperse y Draco cayó abruptamente al vacío.

Podría haberse roto algunos huesos de no haber caído sobre un montículo de… ¿paja?

Sintió ruidos y supo que no estaba solo. Eran… bufidos y el frote de escamas, como el de las víboras cuando se arrastran. Tragó con dificultad… ¿acaso habría caído exactamente en…? Los escombros del piso superior habían hecho un increíble revuelo, y al parecer habían golpeado las montañas que tenía enfrente. OK, era la primera vez que veía a una montaña moverse. Quizá esas no fueran precisamente montañas.

Unos ojos amarillos intensos de reptil se abrieron en la oscuridad y lo observaron. Draco comenzó a temblar y a retroceder, con tan mala suerte que tropezó con una cola de dragón. Éste se movió, y ahora eran varios ojos amarillos los que lo observaban.

No voy a gritar, pensaba Draco, no quedaré en ridículo.

Sacó la varita y apuntó a la oscuridad, sin estar seguro de donde comenzaba un dragón y donde terminaba el otro. Sería imposible distinguir desde allí los collares que llevaban puestos, y de todas formas no se atrevía a disparar estando él ahí dentro. Detrás no tenía salida, sólo montículos de paja. Por delante dragones varios, no podía distinguir exactamente cuantos eran. Entonces unos ojos se le acercaron y pudo sentir la respiración cenicienta y la proximidad de la gran criatura inspeccionándolo. Comenzó a temblar como nunca en su vida y se paralizó en el lugar, las piernas no le respondían y no atinaba siquiera a mover la varita. El dragón echó humo por la nariz con impaciencia, y Draco supo que estaba poniéndose nervioso, así que hizo un esfuerzo sobrehumano por no estornudar. Sintió otra respiración sobre su hombro derecho y la sangre se le congeló. Comenzó a implorar a los mil dioses y el un sudor frío se resbalaba por su mejilla. Los minutos de inspección lo estaban matando, y cuando no pudo soportarlo más comenzó a llorar en silencio. Este era el final, a pesar de los collares los dragones no acataban la orden de cualquier persona, y si estaban con hambre evidentemente no esperarían mucho más.

Las cabezas de los reptiles se irguieron y Draco se dio cuenta que lo habían encerrado en un círculo. Lo observaban con los ojos encendidos y se relamían. Lo último que vio antes de cerrar los ojos con fuerza fue una boca que se abría y mostraba filosos e inmensos dientes. Pero esa bocanada jamás llegó. Abrió los ojos temiendo encontrarse dentro de una caverna de colmillos, pero lo único que vio fue un hombre de cabellos anaranjados que estaba protegiéndolo. Tenía un fornido brazo levantado, y ante esta seña el dragón que estaba por devorarlo se había detenido. El hombre llevaba además una antorcha, y gracias a ella ahora podían distinguirse los colores de los dragones y donde se encontraban exactamente cada uno.

Draco sintió que lo tomaban del cuello de la camisa con brusquedad y lo levantaban del suelo.

"¡Ah, suéltame!" gritó desesperado y con lágrimas en los ojos cuando un dragón rojo comenzó a elevarlo vertiginosamente.

"¡Diablos!" exclamó el hombre pelirrojo, y al voltearse Draco pudo ver que se trataba de Charlie Weasley. Perfecto, una vez más se humillaba frente al mendigo ese. Hizo un movimiento con la antorcha y el dragón quedó estático, aún manteniendo al rubio en el aire "¿Cómo diablos llegaste hasta aquí?", gritó Charlie enérgico.

"¡Eso no importa ahora, sólo bájame!", chilló Draco con fastidio.

Charlie alzó una ceja. Bueno, no era un hombre cruel pero como ya sabemos entre Weasleys y Malfoys hay un odio visceral. Así que no hizo más que preguntar:

"¿Esa es manera de pedir un favor, niño?"

"¡ÓYEME TÚ, QUIEN TE CREES QUE…!" ante el grito de Malfoy el dragón movió la cabeza, tambaleando a su víctima con violencia "¡POR FAVOR AYÚDAME!"

El pelirrojo sonrió.

"Suéltalo" ordenó.

"¿QUÉ ME SUELTE?", el dragón sacudió la cabeza de un lado a otro, diciendo claramente 'no'. El paquete realmente le había gustado.

Tras varias insistencias Charlie se vio obligado a sacar la varita, y automáticamente todos los dragones que se encontraban en el calabozo retrocedieron.

"No me obligues a usarla", le advirtió al dragón. Y realmente no quería usarla, jamás había tenido que lastimar a un dragón para hacerlo entrar en razón. Éste parecía haberse intimidado pero aún no accedía del todo. El cuello de la camisa de Draco comenzó a resquebrajarse por la presión de los colmillos, y el chico rubio pegó un alarido de terror. Charlie suspiró y alzó la varita: "Envertestátil"

El dragón recibió el impacto y tiró la cabeza para atrás. Pero no fue porque él haya soltado a Draco que este cayó, sino porque la tela de su camisa terminó de romperse. Charlie lo atajó a tiempo entre sus brazos. Una mano sosteniendo la varita y la otra la antorcha, la cual el rubio miraba con temor de que le quemase el cabello. A la criatura roja no pareció gustarle que le arrebataran el exquisito manjar, así que cuando los dragones rompieron la ronda para dejar pasar a Charlie y a Draco, lanzó un alarido de tristeza. No iba a desafiar a una varita, no otra vez.

Cuando hubieron salido de la celda de los dragones, Charlie bajó de sus brazos a Draco, quien aún estaba estático y temblando; dejó la antorcha colgada en una de las paredes de piedra y se dispuso a cerrar la pesada puerta de hierro. Una vez que le hubo dado la última vuelta a la cerradura (que tenía un tamaño considerable) sacó la gran llave, se la guardó en uno de los bolsillos de su campera de jean de mangas rotas y volteó hacia el chico suicida.

"¿Quieres explicarme que carajo hacías a estas horas por las mazmorras¿Acaso no sabes que el despacho de Snape queda al menos cinco plantas más arriba?", increpó el pelirrojo torciendo el rostro con ira, olvidando todas las formalidades.

Draco se sonrojó enseguida.

"¡Sé perfectamente donde queda el despacho del profesor Snape!" gritó furioso, a lo que Charlie respondió con un tic nervioso en la parte superior del labio, demostrando la poca paciencia que tenía "¡Y no vine a verlo a él!"

"Entonces dame una buena razón para no castigarte de por vida. ¡Mira lo que me has hecho hacer, por tu culpa lastimé a uno de mis dragones¿Cómo piensas que me verán ahora?", se restregó el rostro con las manos, con una potencia que de haberlo hecho en un rostro como el de Draco lo hubiera deformado. Este mientras tanto observó con desagrado la remera que llevaba puesta, empapada en sudor, y frunció la nariz con repugnancia "No será lo mismo, siempre he intentado que me respeten por propia voluntad, nunca quise infundirles miedo¡y gracias a ti todo lo que he cosechado con estas criaturas se echó a perder!", la desesperación de Charlie no se fundamentaba en sus palabras sino en sus movimientos: toscos y energéticos. Draco retrocedió unos centímetros.

"Para empezar, esos dragones NO pueden ser tuyos, es ilegal", exclamó Malfoy con altanería.

"Son de La Asociación Protectora de Dragones de Rumania, eso es cierto, pero están a MI cargo. ¡Y si los dragones llegan a tener algún daño el único responsable seré yo, diablos!"

"¡Esas insubordinadas bestias por las que tanto te preocupas casi acaban conmigo, 'señor profesor'!", exclamó siseando las últimas palabras con desprecio.

"¡Nadie te mandó a meterte en la celda de los dragones!"

Charlie y Draco quedaron mirándose furtivamente, sus gritos haciendo eco por el pasillo. El mayor se dejó vencer por los nervios, olvidando sus deberes de profesor, y tomó a Draco de la solapa de la camisa "Quiero que me digas que hacías ahí adentro antes de que te arrepientas"

Malfoy torció los labios.

"¿Estás amenazándome, Weasley?"

"¡Contéstame reptil repugnante!", el rostro pecoso se le enrojecía de manera alarmante.

"Eso no se verá bien en tu historial docente", siseó Draco con media sonrisa.

Charlie suspiró profundo. Estaba excediéndose, era consciente de eso, pero no soltaría al mocoso hasta que dijera la verdad. Draco reparó entonces en la llave de las celdas que el profesor llevaba colgando en el pantalón y se preguntó que pasaría si… Con un rápido movimiento se soltó del pelirrojo y dio una patada lateral al soporte que sostenía la antorcha en la pared, y esta cayó al suelo cerca de un montón de paja, la cual comenzó a encenderse. Charlie se puso delante de Draco, empujándolo hacia atrás para protegerlo del fuego y sacó la varita para apagarlo. Entonces el rubio tuvo la oportunidad perfecta para arrebatarle las llaves y salir corriendo.

"¡Oye, devuélvemelas!", cuando sintió el tirón de las llaves echó a correr tras Draco. Sabía que esas llaves también cerraban unas rejas que se encontraban más adelante y separaban la celda de los dragones de las escaleras para salir de ese calabozo. Si el niño Malfoy llegaba a ellas antes que él podría dejarlo encerrado. "¡Vuelve aquí, ahora!"

Draco corría con ojos desorbitados, conforme miraba las llaves calculando cuantos lugares de las mazmorras eran capaces de abrir. Por delante tenía una reja, supo que era su oportunidad para huir y sacarse al desalineado profesor de encima. Sabía que tendría que ser rápido, abrir la reja, salir y cerrar la reja antes de que el engendro Weasley llegara. Pero justo cuando estaba a pocos centímetros, sintió que algo lo tomaba por los pies y se fue de bruces al suelo. Entonces soltó las llaves, que pasaron por medio de dos barrotes y cayeron del otro lado.

Charlie soltó los tobillos de Draco y se lanzó hacia la reja, aferrándose a los barrotes. Por más que estirara un brazo o una pierna hasta desgarrársele, jamás podría alcanzarlas. Volteó apretando los dientes para ver a un rubio maldiciendo en mil idiomas mientras se ponía de pie.

"¡Idiota¡Soltaste las llaves!" le recriminó con ojos cargados de furia.

"¡Fue culpa en primer lugar por tomarme de los pies!" contestó Draco frotándose la rodilla, la cual se había raspado al caer.

"¡De no haberlo hecho me hubieras dejado encerrado!"

"¡Y ahora estamos encerrados ambos!"

"¡Diablos!" Charlie se sentó sobre un montoncito de paja con rudeza, recostándose contra la pared y respirando agitado "Ahora habrá que esperar que un milagro nos saque de aquí antes del evento"

"¿Acaso no hay nadie que baje a la celda de los dragones a darles de comer o algo?" preguntó Draco esperanzado.

"Me temo que soy el único encargado. Duermo aquí con ellos todas las noches, los alimento, para lo único que los abandono es para comer en el Gran Salón y para dar clases"

El Slytherin se quedó mirándolo estupefacto: ese hombre estaba más demente de lo que creía.

"¿De modo que podemos quedarnos aquí hasta mañana y nadie lo sabrá?"

Charlie asintió tocándose la barba candado con los dedos índice y pulgar, fingiendo que meditaba sobre la situación mientras ocultaba la satisfacción que le causaba la cara de sufrimiento del chico Malfoy. Él no tenía demasiados problemas para adaptarse a las circunstancias, pero el pendejo nariz parada sí los tendría.

"Espero que te alegres de habernos dejado encerrados" dijo en tono mordaz conforme se desarremangaba los dobleces del pantalón. El frío húmedo le hacía erizar los pelos rojizos de las piernas.

"¡Deja de echarme la culpa!", Charlie le dirigió una mirada temeraria "Al menos debes tener una cama para dormir por aquí ya que te quedas todas las noches" comenzó a buscar con la vista como si de repente fuera a aparecerle una.

Charlie sintió que se tentaba de risa.

"Cama hay en mi despacho y casi no la uso. Nadie me obliga a quedarme aquí¿sabes? Yo lo hago porque amo a estar con mis dragones, y sé que luego del evento partirán y no los veré por largo tiempo"

"Pe-pero… ¿dónde duermes?"

"Como acabas de quemar lo que usaremos para dormir, tendremos que entrar al cuarto de dragones a buscar más" Draco observó la paja quemada que había quedado en las zapatillas de Charlie.

"¿Acaso supones que me acostaré en un montón de paja?" exclamó alterado y un escalofrío le recorrió la espalda.

"Quizá el suelo te venga mejor para la columna entonces" Draco bufó sacándose un mechón de cabello del rostro y caminó tras Charlie sin remedio

Cuando llegaron nuevamente a la puerta del calabozo de los dragones, Draco no pudo evitar ponerse detrás de Charlie con las rodillas tiritándole. El mayor sacó la varita y pronunció un alohomora que lo ayudó a abrir la pesada puerta de hierro. Cuando pasaron entre los dragones guardó la varita, pero era obvio que las criaturas ya los miraban de otra forma. Suspiró con tristeza y se dispuso a tomar abundante paja. Miró a Draco por sobre su hombro con suspicacia.

"Ha… hablando enserio, no deseo dormir en eso"

Charlie puso los ojos en blanco.

"Como quieras" pero cuando Draco lo vio darle la espalda, el estómago comenzó a rugirle y ante una nueva necesidad, el tema de dormir en algo distinto a una cama no parecía tan terrible. Tomó con el rostro fruncido algo de esa paja mugrienta y fue tras Charlie una vez más. Uno entre todos los dragones aún seguía al rubio con la mirada, y fue cuando éste llegaba a la puerta que no pudo soportar no entrar en acción nuevamente.

A Draco se le cayó parte de la pajería y cuando se agachó a recogerla… sintió algo detrás que lo estaba haciendo ponerse rojo, justo entremedio de sus nalgas.

"¡Serás pervertido, maldito Weasley! Si no fueras tan grandote -¡y valla que lo eres!- juro que…" en ese instante sintió aquel aliento a azufre tras su oreja y tragó en seco. Miró hacia la puerta comprobando que Charlie se alejaba lo más tranquilo llevando la paja, y volteó para encontrarse con aquel dragón rojo "¡Aléjate!" bufó acalorado "¡Aléjate, bestia perversa!"

Pero con esto sólo consiguió encabronar al dragón el cual, olvidando cualquier tipo de restricción, rodeó la cintura de Draco con sus pequeñas manos, las cuales ocupaban toda la espalda del joven rubio.

"¡No, espera!" gritó alterado cuando la criatura comenzó a 'probarlo' con la lengua áspera, que se filtraba por su oreja y su cuello mórbidamente "¡Ugh¿Acaso te has comido un muerto?" ¡Qué pregunta! Se suponía que los dragones criados en cautiverio no comían seres humanos… a menos que tuvieran mucha hambre. No podía usar los brazos para detenerlo y ese aliento lo estaba ahogando "¡Diablos¡Charlie!" gritó desesperado. Odiaba llamar a ese Weasley por su nombre pero peor hubiera sido llamarlo profesor. Comenzó a toser y supo que no aguantaría mucho más en ese estado. Y sí, el chico era un poco sensible.

Sin embargo no fue porque Charlie lo hubiera oído que regresó, sino porque había notado la ausencia de Draco. Pero cuando llegó no encontró a Draco… y tampoco al dragón rojo.

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Bueno, aki he el 2do… no es mi intención hacer zoofilia dragónica, no se preocupen! xD Eso que he visto sitios que se dedican especialmente a sexo con dragones de varias categorías xX yo paso! Muchas gracias a quienes se han interesado y me han dejado comentarios tan hermosos!