CAPITULO II
La decisión del Escorpión
No se por donde comenzar
Es muy difícil para mí,
¿cómo explicar que ya acabó?
El sentimiento cambia...
Ay amor... perdóname,
Solo intento no hacer daño
Sin mentiras, sin engaños
Ay amor... entiéndeme,
Se que es duro, y no se lo que hacer...
Ya había pasado un buen rato desde el incidente con Vasar en la casa de escorpión. Milo se había encargado de terminar todo a tiempo, y ahora todos los caballeros estaban sentados alrededor de una fogata muy alegremente. El escorpión como siempre, era el centro de atracción, mientras Camus solo le observaba de lejos con su típica mirada fría. La nieve aún seguía cayendo, pero no apago el ánimo de nadie, ni siquiera la del bicho que tanto odiaba el frío... Y aunque era algo extraño, algunos pensaban que era una forma de festejar de Camus, o de algún caballero de cristal. Pero tanto el griego como el francés, estaban convencidos de que este asunto tenía que ver con Vasar y el asunto de Asgard.
Desde aquella tarde, ambos morían de curiosidad por preguntar al patriarca que era lo que había pasado, pero hasta el momento, aún no había aparecido en la reunión.
Decía venir del Asgard, Kaen Vasar era su nombre – Decía Milo comentando lo sucedido con Aioria, Saga, Kanon, Shura, Doko y Shaka –
Que raro – dijo Aioria con tono preocupado – Yo estaba en mi templo a esa hora, y no sentí ninguna presencia... claro, a excepción de ustedes dos...– antes esta mención Camus agudizó su oído, al parecer no era el único que no pudo sentir la presencia de aquel caballero...
Yo estaba en el coliseo – añadió Saga igualmente preocupado – Cualquiera que hubiera pasado por mi casa, lo habría sentido...
Mmm... No confío en ese caballero –
¿Dices que tu lo sentiste Milo? –
Si. Tarde un poco en darme cuenta, pero lo sentí –
Y Camus... ¿El no te dijo nada?
No – se lamento Milo y volteo a ver de reojo a Camus, quien mantenía la mirada perdida (pero atento a la conversación) –
¿Pero por que tu si lo has sentido? – pregunto Shura incrédulo –
Eso es fácil – Intervino Shaka – Según lo que dice Milo, ese caballero proviene de Asgard, por tanto, es un caballero que maneja poderes relacionados con los hielos... ¿Y quien mejor para poder detectar ese tipo de Cosmoenergía, sino Milo, Camus es su mejor amigo, ya debe conocer ese tipo de energía de cabo a rabo.
Ah, es cierto – dijo Shura y se sentó pesadamente en un tronco cercano, mientras que Milo hacía como que agarraba algo de unas bolsas cercanas para evitar que los presentes notaran lo rojo que se había puesto. Mientras que al otro lado del círculo de amigos, Camus hacía lo mismo –
Cuando Shaka se dio cuenta de la reacción de ambos, hecho a reír disimuladamente (solo pocos sabían de la relación del escorpión y el acuariano). Luego notó que las charlas habían cesado y que todos veían hacia un mismo punto. Shion acababa de llegar con el caballero que se les había aparecido a Camus y a Milo aquella tarde. Muchos hubieran jurado que era un hermano gemelo de Camus, a excepción de que se veía más frío por los colores más claros de sus cabellos y ojos. Milo se puso de pie inmediatamente cuando Kaen poso su vista en el, mientras que Camus se dedico a tratar de matarlo con la mirada.
Atención – dijo Shion una vez que todos los caballeros lo observaban al recién llegado con recelo – Shaka, Milo, mañana saldrán a una misión a Asgard, no tengo asegurado nada, pero parece que algo grande esta ocurriendo en ese lugar, es por ello que les dejaré tomar la decisión, si desean ir o no, ya de ustedes depende... Si aceptan ir, os esperaré mañana a primera hora– Milo y Shaka hicieron una reverencia en aceptación a la orden del patriarca - Aioria te espero mañana a la misma hora, os tengo otra misión... – Aioria hizo lo mismo – Ahora, tomemos un descanso, mañana será un día difícil – añadió y se sentó cerca de la fogata –
El resto de la reunión los caballeros de oro, trataron de sacarle algo a Shion, quien por su parte se negó a dar cualquier tipo información. Aprovechando esto Milo, se separó del grupo y fue con Camus para comentar lo de la decisión de su misión.
¿Piensas ir? – preguntó Camus tratando de que no se notara el disgusto que tenía por la reacción de Milo cuando el caballero de Asgard llegó
No sé – respondió Milo sin retirar la vista de la fogata – La verdad es que esa actitud del patriarca si me ha perturbado... ¿De cuando acá da la oportunidad de elegir?... algo sabe, pero no lo quiso decir enfrente de todos...
Es cierto – asintió Camus notando la preocupación del griego – Puede que esto sea peligroso...
¿Crees que debo rechazar la orden? – preguntó Milo volteando a ver a Camus
...Creo que... –
¿Puedo hablar con usted...? – Interrumpió una voz a un lado de ellos. Camus alzó la vista y vio a Kaen parado a un lado de los dos viendo fijamente al escorpión - ¿A solas...?. Si me hace el favor de acompañarme...
Milo se sorprendió por la llegada del caballero, ante la mención volteo a buscar el permiso de Camus (o al menos algún gesto de apruebo), pero al contrario Camus decía claramente con la mirada que ni se atreviera a levantarse...
Bueno... – dijo el griego sobreentendiendo la mirada del francés y buscando con la vista a Kaen – Tal vez en otra oca... sión... – no pudo terminar, por que el Asgard ya se había adelantado... Milo no supo que hacer, volteo una vez más a buscar a Camus y trato de excusarse – Será solo un minuto, vamos, no te pongas así –
Como gustes – contestó el santo de acuario y levantándose de su lugar fue a donde estaban los demás caballeros con Shion, dándole la espalda a Milo.
Milo por su parte, aún dudo un tiempo más en decidirse, sabía de sobremanera que a Camus no le agradaba nada el Asgard, pero tenía uno de esos presentimiento extraños que no lo dejaba en paz, desde la primera vez en que había visto por primera vez los ojos de Kaen Vasar. Aunque estaba seguro de que esto le traería problemas con Camus más tarde, decidió seguir a Kaen lejos del grupo, entre los árboles que los rodeaban. Caminaron un corto tiempo hasta que las pláticas de los caballeros y el sonido de la fogata, se convirtió en un murmullo casi inaudible. Milo se detuvo de golpe...
¿Qué es lo que quieres Vasar? – pregunto secamente. Kaen se detuvo y volviéndose fijo su frío mirar en Milo.
Kaen... decidme Kaen si no le molesta – dijo el Asgard
Vasar esta bien – atajó Milo, convencido de que no le gustaba mucho la familiaridad con la que el extraño deseaba que le tratasen –
... Como gustéis – contestó este sin cambiar su tono de voz – Se que apenáis nos conocemos, caballero del Escorpión, y os pido que perdone mi imprudencia, pero os quisiera pediros un favor... –
¿Un favor? – repitió Milo acabando de caer en cuenta que no podía apartar la vista de los ojos fríos de Kaen... ¿por qué, no podía explicárselo –
Así es – afirmo el caballero del Heimdall – Os quería pedir que no rechazarais la orden que os pidió vuestro patriarca –
¿Por qué? – preguntó Milo nuevamente notando un cambió en el mirar de Kaen, muy leve, pero muy obvio... era... que lo que le pedía, lo pedía de la forma más sincera...?
En Asgard, es muy común que el poder de los caballeros esté relacionado con los Hielos y la nieve. Cuando vine al santuario creía a toda costa que nunca encontraría un caballero de verdad que pudiera ayudarnos en esta situación. Y así fue. Una tras una fui pasando entre las doce casas, y nadie salió a recibirme, nadie siquiera notó mi presencia... nadie, excepto usted, caballero del Escorpión.
Nada que el gran Milo no pudiera notar – dijo el escorpión dándose aires de importancia –
Usted es el único que puede ayudar a Asgard en esta situación – terminó el caballero del Heimdall volviendo a su mirar frío acostumbrado –
Bien, el problema es precisamente ahí – dijo Milo poniendo su mejor sonrisa sarcástica y recargándose en un árbol cercano – No veo un buen motivo por el que tenga que arriesgar mi pellejo por un caballero que apenas si conozco, y que además se atrevió a insultar a Camus en mi presencia –
Así que su nombre es Camus – murmuro el caballero - ¿Es por él por quien se queda?... ¿Es por él por quien te quedas Milo? – Milo sintió un vuelco en el corazón por aquella pregunta y de su rostro desapareció su sonrisa (¿Pero que demonios le pasaba!)–
... Así es – afirmo el griego casi deseando no decirlo... ¿por qué de repente se sentía tan nervioso?.
¿Pero por que?- pregunto Kaen notando el repentino cambió en el caballero y acercándose cada vez más a él – Tal ves vosotros pensáis que él es todo para vos..
¡Eso no te incumbe! –
Pero... – continuó sin prestar atención a las palabras de Milo – Si así lo fuera¿por qué es que no puedes dejar de fijar tus ojos en mi?... ¿Por qué si sabes que yo no le agrado prefieres seguirme a mi que a él?... – decía mientras lo arrinconaba contra el árbol y se acercaba a sus labios, Milo no pudo ni moverse, no podía dejar de mirar aquellos hermosos ojos... - ¿Por qué dejas que haga esto? – terminó la última frase en un leve murmullo y cerrando los ojos le dio un beso al escorpión quien le correspondió dulcemente...
Camus hubiera deseado a toda costa que nada de aquello hubiera ocurrido... Sentía un gran peso en el pecho que le dolía a muerte. ¿Por qué tuvo que seguir a Milo y a Vasar¿Por qué?... Algo le decía que lo que vería lo destrozaría, y sin embargo, aún así lo hizo...
Siguió a Milo sigilosamente entre los árboles y escuchó la conversación que sostenían ambos caballeros¿por qué lo había hecho, No tenía ni la menor idea, el nunca había hecho eso, por más celoso que se sintiera, por más desesperación que tuviera, nunca había espiado a Milo. Tal vez fue su sexto sentido que lo previno, o tal vez el destino, pero fuera como fuese, él había estado presente. Al principió se sintió avergonzado por seguirlos, Milo estaba firme en su posición, y hasta lo defendió de ese estúpido bastardo, pero después, cuando estuvo a punto de marcharse, escuchó la pregunta de Vasar... «¿Es por él por quien te quedas Milo?», y luego el escorpión dudó... y todo se perdió en ese momento...
Camus se había dejado caer en su cama pesadamente. No tenía deseos de dormir, pero estaba seguro que no tenía energías ni para mantenerse de pie. Vio al techo cuando menos un par de horas sin pensar en nada fijo, dejando de ves en cuando que unas cuantas lágrimas resbalaran en silencio por su rostro, inmediatamente después se las limpiaba con coraje, no iba a dejar que Milo se diera el lujo de lastimarle... Luego de limpiarse bien, escuchó que alguien se movía afuera, era Milo, quien regresaba de la reunión. La puerta se abrió y el caballero solo atino a cerrar los ojos, haciéndose el dormido. El griego se le acercó y lo observo un par de minutos sin decir nada, luego se inclino sobre Camus y le dio un beso en la frente...
Tómame... o déjame...
Pero no me pidas que te crea más...
No me beses en la frente, sabes que te oí llegar
Y tu beso sabe a culpabilidad...
... Luego se dejó caer en el piso aun lado de la cama, agachó la mirada y se tapo los ojos con la mano derecha...
Perdóname... – dijo y Camus abrió los ojos sabiendo que ya de nada le servía fingir. Se sentó sobre la cama y vio de reojo a Milo, quien aún seguía en el piso, sin poder volver la vista a Camus... – Lo lamento –
No te atrevas a mentirme – atajó Camus quien no podía olvidar lo que había pasado esa noche –
Yo no sé que fue lo que me pasó... – intento disculparse el griego pero Camus se levanto de un salto de la cama se hincó frente a Milo y le retiro la mano de la cara con un repentino ataque de furia –
¡Pues yo si lo sé! – le grito Camus obligando a Milo que lo viese a los ojos - ¡Desde que llegó ese idiota nos has podido separar tu vista de él!.
Es que... –
¿A quien tratas de hacer tonto Milo! -
Pero... –
¡Tal vez Shaka tenía razón! – continuó el francés sumamente molesto mientras el griego trataba inútilmente de desviar la mirada - ¡Ese infeliz y yo somos muy similares, no solo en apariencia, sino en nuestra energía!... Fue por eso que lo sentiste ¿verdad¡¿A ti solo te basta que te miren fríamente para atraparte!.. ¡No importa quien ¿verdad, Solo con que el bastardo sea tan frío como el hielo!...
Camus, sabes que eso no es cier...
¡Lárgate, no quiero saber nada de ti -
Milo cerró ojos dolido por las palabras de Camus, mientras que el acuariano intentaba a toda costa calmar su respiración. Realmente estaba muy molesto y ahora odiaba como nunca al santo del escorpión... Se levanto esforzándose lo más posible para no darle un puñetazo a Milo. El escorpión aún mantenía la mirada gacha cuando se dirigió a la puerta, Camus no volteó a verlo, ni siquiera le importaba si lloraba o no, solo quería que saliera de la habitación y no volverlo a ver nunca...
Discúlpame Camus... –
Fueron las últimas palabras de Milo antes de salir del lugar. En cuanto la puerta se cerró tras de él, Camus hecho a andar de un lado al otro en la habitación para tratar de controlarse sin mucho éxito, luego sin más, la desesperación le gano y de un solo golpe echó abajo uno de los pilares cercanos...
