CÁPITULO IV
La sonrisa perfecta
Me sorprendo otra vez
buscando tus besos
y algo que nos robó
el paso del tiempo
Duele ver en mis ojos
La tristeza que esconde el corazón
El amor que inventamos
Se lo ha llevado ese ladrón...
¿Qué puedo pensar, Si todo ya es nada
el olvido no sabe nunca volver hacia atrás
el invierno derrama, hojas secas en nuestro corazón
la rutina es quien mueve las agujas del reloj
¿Dime que fue de la pasión?
¿Dime porque se nos rompió?
Hoy solo la soledad esta a mi lado
Al oír ese adiós de tu voz...
Nordi ha marcado mi camino, y cual volve jugaré con mi destino... Syn ha decidido cerrarme las puertas por mis errores pasados, pero la verdad es que ya nada importa desde que Nott se adueño de mi alma, desde que Rimfakse se ha vuelto mi único compañero, porque Skinfakse ha huido con Dag a un sitio que ya no merezco...
Ahora solo Vasar reina en mi corazón y aún así Hraesvelg murmura a mi oído tu voz... pero Forseti siempre es justo, y si las nornas así lo han decidido, entonces rogaré a Urdur por que nunca olvide a quienes protege, pediré a Verthandi por mis pasos, y suplicaré a Skuld por que algún día las sendas de mi aliado Rimfakse huyan ofendidas por el hermoso Skinfakse montado por mi amado Sol...
Pagaré el precio necesario para que ni Skoll ni Hati cumplan su misión, aunque de ello dependa lo que soy... aunque con ello pierda todo lo que soy...
Scorpio no Milo
Los días habían pasado cual minutos, y las sombras se habían apoderado de cada rincón que a su paso encontraban. Por 4 días seguidos la nieve había caído monótonamente sin parar, cubriendo con su majestuosidad al glorioso santuario. El sol se había ocultado tras las nubes privando de su luz a su tan amada tierra, y el clima se había estacionado en un imperecedero anochecer... tan similar a la añorada Siberia... pero tan distante...
El invierno acallo con su pureza el animo de toda Grecia, y solo el viento se atrevía a romper ese inmortal silencio con su melancólico cantar en un monologo extraño, muerto, porque por primera vez cantaba solo, porque por primera vez no era coreado por las hojas de los árboles cercanos, y sus tonos antes cálidos, ahora eran coloreados del blanco más frió por los copos de nieves que se arrullaban en su estar.
La noche se aproximaba, o al menos eso creía. Los días habían dejado de tener sentido sumidos en la oscuridad, y las horas habían dejado de tener significado sin motivos por los que desear avanzar. Una figura negra veía al norte el blanco paisaje, tan apacible, tan quieto que pocos captarían que era un ser vivo. Como se había hecho costumbre desde aquel día, Camus salía de su templo a esas horas, para ver caer la hermosa y fría nieve, que ofendida por la belleza del acuariano se apartaba molesta en su caminar. Vestido de negro completamente se enmarcaba aún más su extrema belleza, y su frío mirar cobraba aún un acento más cruel y despiadado, más sin embargo, sus ojos dejaban ver la verdad...
Una vez más, en su mirar se demoraba en el octavo templo, notando con tristeza la frialdad que le recorría en esos momentos, y aunque dos casas más estaban en situaciones semejantes, solo la 8va parecía entristecida por la ausencia de su dueño.
Giró sobre si dispuesto a entrar de nuevo a su templo, cuando de reojo vio que una silueta subía los escalones hasta su casa. Al principió era solo la figura de un hombre, luego tomó forma en un joven de cabellos azules que subía difícilmente entre la nieve...
.- «No... no lo creo» - pensó para sí confuso al ver a quien se acercaba, sintiendo que el corazón le latía con fuerza dentro de su pecho.
Se mantuvo escéptico deseando no hacerlo, mientras el joven subía hacia él, la gruesa gabardina que traía estaba humedecida hasta la altura de las rodillas, y una larga bufanda le cubría casi todo el rostro, pero aún así, sus cabellos largos y azules eran fáciles de distinguir aún a la sombra de la noche... «Milo» Era lo único que ocupaba su mente en ese momento, y aunque aún estaba dolido, no pudo evitar avanzar hasta el borde de las escalinatas de su templo, el joven captó el movimiento sutil del francés y se detuvo para mirarlo un segundo, luego siguió subiendo...
.- ¿Todo bien Camus? –
.- «No... Saga» - pensó Camus desilusionado, aunque estaba molesto, deseaba verlo... ¿por qué, ni siquiera él sabía la respuesta – Solo rutina – le contesto a Saga disimulando su decepción
.- Ah... ya veo – contestó el santo llegando a su lado, lo observó con cuidado, y meditando sus palabras se aseguro de hablar lo más correctamente posible... - ¿Quieres...?... ¿Quieres hablar? –
.- ¿Hablar? – repitió el caballero sin cambiar su fría expresión - ¿Hablar de que?
.- De... de la persona que esperabas ver subiendo las escaleras – soltó Saga respetuosamente, sabía que tenía que tener sumo cuidado para no quemarse con el hielo –
.- No sé de que me hablas – espetó el francés y dio la media vuelta para abandonar el lugar.
.- Sé que tuviste problemas con él antes de que se fuera – continuó el gemelo y Camus se detuvo al oír esto último – ¿Qué fue lo que pasó Camus?
.- Eso no te incumbe –
.- No – admitió el caballero sabiamente – Claro que no, pero tal vez pueda llegar a ayudarte en algo.
.- Gracias – contesto el caballero fríamente – Lo consideraré cuando así sea necesario. –
.- Vamos Camus... No sé a quien estas tratando de engañar, si a ti mismo o a alguien más, pero...
.- Te repito – atajó Camus volviendo su inexpresiva mirada a Saga, quien calló al verlo – No sé de que hablas. Y si solo has venido a eso, temo que has perdido tu tiempo. -
Y dicho eso se metió en su templo y cerró las puertas sin darle la oportunidad a Saga de decir nada más. Camus no tenía ni idea de porque Saga parecía repentinamente tan interesado en lo pasado aquel día, pero eso no importaba, ya que Camus no soltaría nada al respecto. Negarlo hasta la muerte era lo mejor a su ver. Nunca aceptaría abiertamente que extrañaba a Milo, porque eso sería como darle la victoria abiertamente, aceptar que alguien lo había manipulado con tanta facilidad y luego lo había dejado a su suerte cuando así le había parecido. No. Un error había sido suficiente, jamás abriría de nuevo su mente y su alma a alguien más con las facilidades que le dio al santo de escorpión, porque el precio había sido caro. Una decepción era suficiente.
Aguardo un tiempo hasta asegurarse de que Saga se devolviera escalones abajo a su templo, entonces salió de su casa. Caminaría el resto de la noche, ya ni siquiera se molestaba en intentar dormir, esa lucha ya estaba perdida desde hace cuatro noches atrás. Subió a la doceava casa y pasó por ella sigilosamente, lo último que deseaba en esos momentos era hablar con alguien, después del intento fallido de Saga por sacarle algo al respecto. Caminó un rato entre la nieve y no se dio cuenta de a donde lo llevaban sus pasos hasta que se topó con una gran puerta, la que llevaba al salón principal del templo en donde descansaba Atenea. No debían ser menos de las 11 de la noche, y aun así las luces tintineantes de las artonchas, bailan dentro del umbral. Adentro dos voces hablaban en apenas un susurro, como si temieran ser escuchadas, eran Shion y Atenea.
De haber sido Milo, se hubiera quedado escuchando la conversación descaradamente, pero como no era el caso, decidió alejarse del lugar pero notó que la puerta estaba entre abierta y las voces de ambos le llegaron con claridad.
.- ¿No han regresado? – preguntaba ella preocupada
.- No, y eso es lo que más me preocupa – contestaba Shion con el mismo tono en su voz – Después de lo que me dijo Vasar aquella tarde, sospeché de sus verdaderos motivos, y decidí mandar a Aioria aquella misma noche a que investigara la situación en Asgard en secreto.
.- ¿Y sabes algo de él?
.- Nada... de ninguno de los tres, ni siquiera los espías del santuario han traído mensaje de ellos, es como si hubieran desaparecido –
.- Esta situación se nos está saliendo de las manos... – comento Saori levantándose de su lugar y poniendo alerta a Camus - ¿Crees que el santuario esté en peligro?
Shion medito su respuesta
.- No lo creo, pero aún así tenemos que estar alerta. Contamos con 3 caballeros dorados menos de lo usual –
.- Si lo que dijo Vasar es cierto, tal vez nos estamos precipitando. Aguardaremos un tiempo más, si las cosas continúan así me encargaré de hablar con Hilda personalmente.
.- Como diga –
Se escucharon pasos dentro del templo. Camus se alejó lo más rápido posible del lugar hasta quedar lo suficientemente lejos del umbral para poder ser visto. Shion salió del lugar rumbo a su templo, y a los pocos minutos las luces del templo de Atenea se apagaron.
La conversación que habían tenido Saori y Shion, habían dejado consternado a Camus. Algo debía andar muy mal para que no hubiera noticias de los caballeros de oro. Temió por Milo, luego se reprendió por hacerlo, Milo aceptó ir, y por lo tanto debía saber a lo que se atenía. Y aunque ya no quiso pensar en todo ese asunto, no pudo alejar ese pendiente de su pecho.
Entendía bien que cuando se mandaba a un caballero a una misión, el resto de los santos poco sabía de lo que en ellas se trataba, ya que se manejaba un alto código de seguridad, aún después de que las misiones fueran realizadas. Pero aún así estaba seguro de que todos los movimientos de los misioneros, eran bien monitoreados en cada momento, ya fuera por ellos mismos que mandaban reportes de sus avances y observaciones, o por los espías que el santuario tenía colocado a lo largo de todo el mundo.
Esta situación en la que no se tenía nada de los enviados, era algo de alarmarse, y ahora que había oído escuchar a Saori y a Shion en las mismas condiciones que el, realmente estaba alarmado. Ya fuera por la responsabilidad de Shaka y de Aioria, o por la manera a la que Milo le gustaba presumir de todo lo que hacía, a estas alturas deberían de tener noticias de los tres caballeros de la orden dorada que fueron a Asgard. Su corazón le decía que algo andaba mal, pero su mente le reprochaba por pensar en Milo. «Pagaré el precio que sea necesario para que ni Scoll ni Hati cumplan su misión, aunque con ello dependa lo que soy... aunque con ello pierda todo lo que soy...» ¿Qué le había querido decir Milo en ese fragmento de la carta, La verdad es que Camus poco o nada había entendido del confuso manuscrito del santo de Escorpión, pero de algo estaba seguro, con esa última línea, Milo daba a entender claramente que algo se tenía entre manos, y que estaba dispuesto a todo para lograrlo... «¿Quieres hablar?»... las palabras de Saga sonaban tan tentadoras en ese momento...
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------- » Quinto día...
Era cuando menos la tercera vez que Camus subía ese escalón y eso ya empezaba a irritarlo, ¿Por qué demonios era tan indeciso?.
.- «¡Basta Camus!» - se reprendió «Eres lo suficientemente maduro para afrontar esto de frente» se dijo tratando de convencerse y decidido bajo el escalón por cuarta vez dándose importancia, luego la seguridad flaqueó - «¿A quien quieres engañar?» - pensó - «mejor deja esto por la paz» - y dando media vuelta volvió a subir el peldaño, luego para su pesar cayó en cuenta de que había vuelto a caer en lo mismo - «¡Maldición!» - fue lo único que atino a pensar exasperado por su actitud y un segundo después un fuerte golpe en la cabeza lo hizo terminar con lo que hasta ahora era una eterna lucha.
.- ¡Haber si ya te vas decidiendo Camus, no tengo todo tu tiempo! – le reprochó Kanon desde lo alto de la pared cercana de rocas, sosteniendo una piedra en sus manos, parecía aburrido - ¡Saga te está esperando, ve de una buena vez! –
Camus sintió que se ponía rojo por la vergüenza, no había notado que Kanon lo observaba, ¿desde cuando estaría ahí?. Luego molesto por la repentina interrupción y por el comentario del gemelo, Camus alzó su mano y en un rápido destello congeló las piernas del santo, satisfecho y ya más tranquilo, decidió terminar este asunto con Saga lo más pronto posible.
.- ¡Oye! – gritó Kanon congelándose - ¡¿Por qué demonios hiciste eso, Todavía que te ayudo a que te decidas! –
Empezó a bajar las escaleras que descendían desde la casa de Cáncer hasta la casa de Géminis caminando sobre la nieve imitando a los elfos nórdicos que tenían la cualidad del paso ligero sobre cualquier elemento. Extrañamente sintió algo raro en el ambiente, como si alguien lo observara, se detuvo y examino los alrededores celosamente, aunque tal vez eso era algo para preocuparse, Camus no sentía que aquel que lo viera fuera una amenaza. No vio a nadie y continuó caminando, a los pocos segundos dejó de sentir aquella incomoda sensación. Al fin, llegó al templo de los gemelos zodiacales, y en la puerta estaba Saga esperándolo, Camus tomó aire y fue hacia él.
.- Espero que Kanon no te haya importunado – le saludo Saga sonriente – Pasa.
La chimenea en la sala de estar estaba crepitando con una descomunal alegría, como si quisieran lucirse ante la belleza que los visitaba. Saga invitó a Camus a sentarse en uno de los sillones, ofreció una bebida, pero Camus se negó. Luego después de un largo silencio en que ninguno de los dos se disponía hablar, Saga interrumpió el arrullo del fuego cercano...
.- Camus... – dudó - ¿Esto tiene algo que ver con Vasar?
.- ¿Vasar? – preguntó Camus como si eso fuera punto y aparte de la conversación –
.- ¿No es? – dijo Saga preocupado, al parecer el asunto no iba por ahí, así que era mejor dejar de hablar de ese tema antes de meter la pata – Entonces olvídalo U -
.- Ya hablaste, ahora lo dices – reclamo el acuariano como si acaba de caer en cuenta en ese detalle - ¿Por qué piensas que esto tiene algo que ver con ese caballero? –
.- Mmm... – volvió a dudar el gemelo confundido «Que fácil tomo el control de la conversación ¬¬U ». Camus lo ponía nervioso, nunca había hablado con el antes, era muy frío para su gusto, no entendía como Milo podía interesarse en semejante pedazo de hielo – Bueno... – se resigno con pesadez – El día de la fogata me pareció verlo con Vasar... digamos... de una manera... extraña... - «Atenea se apiade de mí, si el problema entre Milo y Camus no era por este lado » -
Camus lo miro calculadoramente, como si evaluara las sospechas de Saga, durante ese escaso tiempo Saga maldijo a Milo por el favor que le había pedido la noche después de la fogata i «Cuídalo» /i fue todo lo que dijo y se fue sin más. Solo a ese bicho se le ocurrían semejantes cosas.
.- Ya qué... – soltó Camus cansinamente – Si, ese bastardo tiene la culpa – admitió recargándose en el respaldo y cerrando los ojos... se frotó las mano por el frío. Saga suspiró aliviado, ya no tenía que preocuparse –
.- Si el asunto te molestaba tanto, ¿por qué dejaste ir a Milo con él cuando estábamos en la reunión aquella noche? –
.- El es libre de tomar decisiones propias – respondió el francés molesto por recordar aquella escena – No tengo porque entrometerme en sus asuntos –
.- Ya veo – murmuró Saga analizando las cosas – Antes de eso, cuando el patriarca les dio las ordenes a Shaka y a él, Milo se separó de nosotros, supongo que con el motivo de consultar su decisión...
.- Así es –
.- ¿Qué le sugeriste? –
.- Nada. Vasar nos interrumpió –
.- ¿Qué le hubieras dicho? –
.- La misión de un caballero siempre es primero –
.- No pregunté eso – atajó Saga mordazmente tratando de disimular su sonrisa, se le hacía extraño ver a Camus sacarle la vuelta a algo tan evidentemente - ¿Qué ibas a decirle?
Camus guardó silencio. Estaba dispuesto a hablar con Saga, pero eso no era la excepción para que pudiera contarle todo. Por otro lado, el gemelo entendió perfectamente la posible respuesta con la simple actitud de Camus –
.- Sé que no existe el "hubieras"... Pero, estoy seguro, que si lo hubieras hecho, Milo habría tomado en cuanta mucho tu opinión. –
.- Eso no cambaría nada – dijo Camus pesimistamente volviendo a frotarse las manos.
.- Nunca lo sabrás – acertó el caballero de géminis sintiendo que al fin estaba logrando algo -... y ¿ahora que piensas hacer? –
.- Nada, las cosas ya han tomado su rumbo – contestó Camus volviendo a su fría voz – Ya no es necesario pelear –
.- ¿Qué ya no es necesario? – repitió Saga incrédulo - ¡¿Qué ha significado Milo para ti todo este tiempo, ¡¿Es que acaso no vale lo suficiente como para pelear por él!. ¿O solo has estado jugando todo este tiempo?... –
.- ¡Nunca! – exclamó Camus ofendido por la mención – Milo fue todo para mí...
.- ¿Fue? -
.- ¡Así es! – dijo Camus acaloradamente tratando de contenerse, sin saberlo Saga había desatado la furia contenida que el acuariano se guardaba tan celosamente desde la llegada de Vasar a la casa de acuario –
.- Camus... ¿Qué es lo que sientes por Milo en este momento? – pregunto Saga, Camus lo volteó a ver sin alterar su expresión, pero el gemelo sabía que esa pregunta le había caído de sorpresa al francés.
Camus se levanto de su lugar, y fue a una de las ventanas cercanas, ahí, se vio reflejado en el helado cristal, quien le hizo notar sádicamente que había adoptado en todo este tiempo algunas similitudes en los gestos y acciones de Milo.
.- No contestes si no lo deseas – añadió Saga desde sus espaldas – La respuesta no debo saberla yo, sino tu.
.- Lo que yo piense ya no importa más – respondió Camus con un nudo en la garganta, le dolía saber la respuesta y no estar seguro si Milo correspondía a ello – El ya se decidió.
.- ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? – preguntó Saga con curiosidad. – si ni siquiera haz hablado con él para preguntarle. -
.- Suficiente fue ver las actitudes que tomo, y la forma en como lo besó –
Camus calló, igual hizo Saga. Un silencio incomodo inundó el lugar. Saga quedó impactado por la respuesta sin saber que hacer exactamente, eso si no lo esperaba, aunque viniendo de Milo, eso no debía sorprenderle.
.- ¡¿Qué hizo que! – interrumpió otra voz, era Kanon que salía de detrás de unos pilares - ¿En serio Milo hizo eso? –
.- ¡¿Desde cuando estás ahí Kanon! – le reprochó Saga.
.- ¡Eso no importa! – se indignó el caballero y luego se acercó decidido al acuador.
.- Mira Camus – le soltó ásperamente mientras lo tomaba por las ropas molesto – Tal vez lo único bueno que puede tener ese bicho desgraciado, es el hecho de que te es muy fiel. Además, si lo que hizo es cierto, bueno, bien venido al mundo humano Diosito de Hielo, podemos cometer errores, nadie es perfecto. – Kanon estaba tan metido en su plática que poco notó que la mirada del francés había cambiado a una de sorpresa – Tu mejor que nadie deberías de saber a la perfección las ideas locas y extraña que le pasan a ese bicho por la mente... Deja de comportarte como un idiota, haz a un lado esa lástima que sientes por ti y empieza a actuar como es debido, pelea por el -
Luego la mirada de desconcierto de Camus volvió a su acostumbrado estado, entonces fue que Kanon cayó en cuenta de lo que estaba haciendo, soltó a Camus de las ropas al recordar que había llamado "idiota" al más despiadado caballero de la orden dorada. Por reacción se cubrió el rostro esperando lo peor cuando notó que Camus lo observaba tan fríamente, pero al cabo de unos segundos de seguir intacto, abrió los ojos temerosos. Camus le sonreía...
Kanon cayó al piso asustado por la visión, y aunque sentía que temblaba de pies a cabeza, no pudo evitar sentir que se ponía rojo, Camus se veía tan lindo cuando sonreía...
.- Gracias – dijo el francés a Kanon y luego volvió la vista a Saga con el mismo gesto – Muchas Gracias. –
Saga que no acaba de entender la reacción tan rara que había tenido su hermano, se quedó helado al ver el gesto que el santo de la 11va casa le hacía, y al fin, después de tanto tiempo, había podido comprender él porque Milo amaba tanto a ese caballero, y lo estúpido que había sido al marcharse con Vasar... y aun así, no pudo evitar envidia del escorpión.
.- De nada... – respondió Saga apenado al escuchar que le flaqueaba la voz – Para cualquier cosa que gustes «Cualquiera... » -
.- Sí, bien. – Aceptó el acuariano y fue a la puerta, ya en ello se detuvo y se volvió - ¿Podrías...? – dudo, pero luego sonrió - ¿Podrías prestarme un par de guates, Hace frío afuera.
.- Si... ¿Cómo negarme? – respondió Saga y le entregó a Camus unos extras que traía en su bolsillo de la gabardina.
.- Gracias – fue lo último que dijo y salió del lugar
.- Maldito bicho hijo de toda su... que afortunado es – dijo Saga aún frío por la visión de Camus.
.- Si... – asintió Kanon – y Maldita sea...
.- ¿Por qué? – preguntó Saga volteando a ver a su hermano...
.- Olvide decirle a Camus que me quitará estas botas de hielo que me hizo el favor de ponerme hace rato – se lamento Kanon volteando a verse los pies desilusionado...
.- ¬¬ ¿Y quien te dice que no se acordó? – le reprochó Saga por su torpeza - Kanon, si te preguntan, no eres mi hermano.
