CAPÍTULO V
Sueño o Ilusión
Yo te llevo, muy dentro de mí...
La locura que viví por ti
Aún se alberga en mi corazón
Te dejé partir... ¡ no me explico la razón!
Por que paso la vida pensando
Paso la noche soñando con tu amor...
Con tu amor...
Fue mi orgullo, o mi estupidez
Que me entorpeció, no tuve sensatez
Quizá no supe valor tu amor...
Aunque te ofendí, te suplico tu perdón...
Vienen a mi mente tantas cosas
Que ni yo me puedo perdonar
Pero nunca, nunca, te he dejado de amar...
Yo te llevo, muy dentro de mí...
¿Y si tu... me llevas muy dentro de ti?
Los dos sufrimos igual decepción...
El separarnos fue una tonta decisión.
----------- » Sexto Día...
Después de la plática con los gemelos, Camus se sentía un poco mejor, aunque no terminó comentando nada de lo que quería decir acerca de la plática de anoche y de la extraña carta de Milo, el simple hecho de que dieran esperanzas de que Milo le era fiel aun después de lo sucedido, era algo que le calmaba el corazón. Fue a su templo con tranquilidad, y al llegar a su habitación quedo en cuenta cuan cansado se encontraba, así que se metió a duchar para poder tomar un descanso. Cuando salió aún era algo temprano pero se acostó en su cama agotado...
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Una sensación extraña le incomodaba, sentía algo muy frío recorrer su brazo derecho, luego subió hasta su cara a la altura de la mejilla. Abrió los ojos buscando lo que sentía, pero no logró ver a nada ni a nadie en las cercanías. Se desperezó y vio la hora del reloj, las 7:12 de la tarde. Se apartó de la cama, y se vistió con ropas de frío, pero ni aún así se pudo deshacer de aquella extraña sensación de frío que sentía en la mejilla. Salió del lugar para volver a su acostumbrada rutina de ver el atardecer. En cuanto estuvo afuera, alguien en las escaleras le llamaba la atención, se asomó para ver quien era, y el cabello azul confirmó a uno de los gemelos. Aguardó a que llegara hasta el nivel del templo, mientras echaba una mirada de reojo a la 8va casa, volvió la vista las escaleras y ya no vio a nadie, lo busco entre los pilares, porque si era Kanon, no era de dudarse, más no vio nada.
Repentinamente una fuerte luz llamó su atención de la 3ra casa, de géminis, al parecer una fuerte explosión de energía había sido liberada de ese lugar¿Los estaban atacando?. Trató de echar a correr hacia el lugar, pero la mano de alguien le detuvo, se volvió para ver quien era y se encontró de frente a Milo...
.- No vayas... – le decía fríamente – ya es tarde para los gemelos.
Camus que no entendía nada de lo sucedido, trató de zafarse del agarre de Milo, quien al ver que intentaba soltarse, le aferró con más fuerza y lo obligó a acercarse a él.
.- Milo... – le llamó Camus extrañado, algo andaba mal. - ¿Qué está pasando?...
.- Escucha Camus – apremió el santo de escorpión - El Fimbul se acerca, no hay tiempo para cometer más errores. Debes decirle a la Diosa de los griegos, que el yote más temido entre los Asas ha regresado, para iniciar el Ragnarok – decía con gravedad al momento que otra fuerte explosión de energía en el templo de Aries cargaba el ambiente pesadamente – La pelea entre hermanos está cercana, tomarán a 5 de ellos para enfrentar a los restantes – una explosión más cerca de ellos, en la 10ma casa hizo que Camus casi perdiera el equilibrio – y debilitaran desde adentró a los sobrevivientes aprovechando la discordia de Vasar. No partas a Asgard por nada, olvídate de lo que ya no vale más, de lo que ya no existe. Pero no olvides nunca aquello que se te fue designado el día en que acuario te bendijo con su poder... – Tres casas más abajo un fuerte sonido hizo volver la vista a Camus, la casa de Escorpión había sido destruida hasta los cimientos, asustado volvió la vista a Milo, pero en su lugar encontró a Vasar que le miraba fríamente –
.- Demasiado tarde - le dijo con furia – Ya no lo podrás salvar...
Se jalo con fuerza para pode liberar su brazo, y abrió los ojos. Volteó a su alrededor confundido, aún estaba en su habitación completamente desierta... solo había sido un mal sueño. Se volvió a recostar sintiendo que el corazón le latía con fuerza, el sueño había sido muy real, y aunque estaba sudando, aún sentía esa sensación fresca es su mejilla. Vio el reloj. Las 6 de la tarde, se alistó y salió del templo sin dejar de pensar en lo que acaba de pasar. Al parecer en todo este asunto, había algo oculto, y Milo había tratado de informarle. Desde el día en que se marcho, había tratado de decirle algo, pero ya fuera por Vasar o por el pleito que traían, no había logrado decir nada más allá... excepto... por la carta que le había dejado antes de marcharse...
¿Pero que era lo que quería decir?. Metió la mano en el bolsillo de su gabardina y extrajo de ahí un pequeño pergamino con el escrito inconfundible del santo de escorpión. Apostaba sobre todo, que entre las palabras había un mensaje oculto, después de todo, Milo era ese tipo de personas que le gustaba hacer sufrir a la gente con sus intrigas. Bajó las escaleras y fue con Saga, tal vez él podría ayudarle.
.- ¿Una carta? – le preguntó extrañado el caballero dentro de su templo.
.- Si – confirmó Camus enseñándosela – Es de Milo sin duda, después de todo es su letra¿Sabes que quiere decir? – Le preguntó el francés. Saga le dio lectura rápida y pareció captar algo en ella.
.- Es una clave o algo así – le dijo a Camus corroborado sus sospechas – Parece que se ha querido lucir hablando en dos lenguas... pero no sabría decirte cual.
.- Si, también supuse lo mismo – se lamento el acuariano – no puedo entender la mitad del mensaje por todas esas cosas que puso...
.- Bueno, vamos sobre lo que entendemos, haber si podemos captar algo... Ok, el primer párrafo menciona algo de que ha decidido partir – dijo Saga examinando el manuscrito – Supongo que eso tiene que ver con Asgard... "Sin ha decidido... pasado... Nott... Skinfakse...?" No entiendo esto...
.- ¿Pero que tal la primera línea de la segunda estrofa? – comentó Camus sonriendo amargamente –
.- "Ahora Vasar reina en mi corazón" – leyó Saga pensativo - ¿Por qué me suena ese nombre? – "Urdur... Verthandi... Skuld...", parecería el nombre de tres estados, o periodos... mmm... Vaya, si que se ha lucido el insecto ponzoñoso al escribir esto... – comento Saga entre dientes, pero Camus lo escuchó y lo volteó a ver con una mirada represiva por el comentario – Disculpa, la costumbre Û... -
.- ¿Alguna idea? – preguntó Camus volviendo al escrito –
.- Déjame buscar algo acerca de Vasar en mis registros, estoy seguro de haber escuchado algunas de estas palabras por ahí... Mientras tanto¿Por qué no vas a la casa de escorpión, tal vez puedas encontrar algo...
.- ¿Al templo de...? – repitió Camus apenado...
.- ¡Claro! – le apremió un Saga sonriente - ¿Quién mejor que tú para ir a buscar algo ahí? –
Y sin más, maldiciendo a Saga por ponerlo en esos asuntos, el acuariano salió del templo de géminis rumbo a la octava casa. Casi todos los días pasaba por ahí, claro, era necesario para poder ir a las demás casas por debajo de la del escorpión, pero desde que Milo se marchó, no se había siquiera parado ahí, mucho menos entrado, claro esta.
La nieve se había atiborrado en la entrada del templo, guardando celosamente su majestuosidad bajo su osamenta fría y blanca. Camus no pudo evitar sentir celos al ver la casa del bienamado Milo cubierta por la nieve que había llegado junto con ese bastardo Vasar. Pasó sobre la nieve sintiendo un particular placer por pasar por sobre de ella. Cuando entró, se sintió ajeno a aquel lugar, ese templo no se parecía en nada al templo que él conocía, algo estaba raro en todo aquello, luego cayó en cuenta de que se reflejaba en el piso brillante del templo, y los pilares y paredes cercanas se erguían orgullosamente limpias. Al principio incrédulo volvió a salir del templo y fijo su vista en la parte más alta de este donde se leía semioculto por la nieve:
Escorpio
Volvió a entrar y aún desconcertado fue hasta la habitación del santo, que al igual que el resto de la casa, permanecía impecable, aún después de 6 días desierta. Más sin embargo, ese desconcierto que había embarcado a Camus cuando entro al templo, desapareció por completo al entrar a aquella habitación... aunque ordenada y limpia, aún olía a Milo, y esa calidez tan notable en él, aún estaba latente en aquella habitación, e inundando el alma de Camus pareció darle la bienvenida con los brazos abiertos. Una fugaz sonrisa de Milo apareció en su mente y el francés no pudo evitar sonreír...
.- Ah, Milo... – suspiro deleitado por todo aquello - ¿Cuánto habrás pagado para que te limpiarán todo esto? - U...
Examinó el cuarto con la vista nostálgicamente y la pregunta que le hizo Saga el día anterior regresó a su mente «¿Qué es lo que sientes por Milo en este momento?»... recordó el beso de aquella tarde antes de la inoportuna llegada de Vasar... la despedida en el templo de Acuario el día que se marchó... y luego recordó el sueño tan extraño que había tenido hace un par de horas. « ¿Es que acaso no vale lo suficiente como para pelear por él?»...
.- Valdría toda la pena del mundo... – contestó por fin el francés a la pregunta que Saga le había hecho.
Y ahora seguro de sí, empezó a buscar ente las cosas del santo escorpión algún indicio para descifrar todo aquello, pero ahora, una energía renovada era lo que lo impulsaba a llegar al fondo de todo esto.
Pasó alrededor de media hora buscando sin éxito, al parecer cuando se limpió todo el lugar, alguien se había encargado de desaparecer cualquier indicio que pudiera ayudar. Dejó a un lado el escritorio y se volvió a un librero cercano, en donde asomaban algunos libros...
.- Veamos que tienes... "Budismo", este debe ser de Shaka, "Kama Sutra"¡Maldito bicho pervertido!... "Constelaciones del occidente", "Diccionario Francés" ¿Quién diría, "Mitologías"... –
Este último llamó la atención del santo, lo saco del resto de la pila de libros y al tenerlo en la mano, algo resbaló desde adentro y fue a dar al piso, Camus lo levantó, era una fotografía donde salía el sonriente a las afueras de su templo, volteó la fotografía y leyó: "Sonríe porque cree que la cámara no tiene rollo" ...
.- Maldito... – pensó Camus sonriendo irónicamente al recordar ese momento – No le vuelvo a creer una de esas... – se dijo convencido y trató de regresar la fotografía a las hojas del libro, pero este cayó de sus manos y derramó en el piso cuando menos un centenar de fotografías, todas ellas, de Camus.
El francés no pudo evitar ponerse rojo al descubrir la cantidad de fotos que Milo guardaba de él. Se agachó para recogerlas y devolverlas a su lugar, mientras trataba a duras penas de no imaginarse que clase de fotografías tendría dentro de aquel pequeño libro en la repisa.
Terminó de levantar todo y decidió dejar el resto de los libros por la paz, ya que al parecer Milo los usaba solamente como álbunes fotográficos. Continuó buscando entre las demás cosas, hasta que se topó con un estuche negro. Adentró había una guitarra que Camus le había regalado a Milo hace mucho tiempo ya. Cuando la saco de su lugar y la examinó, noto que a pesar del tiempo el instrumento seguía intacto, como la primera vez que la había visto en aquel escaparate. Se sentó sobre la cama y con un ligero toque, las notas afinadas de las cuerdas dibujaron sonetos en el aire.
i«¿Qué tal?»
«Vaya... has mejorado mucho...»
«Pues claro. Nada que el gran escorpión no pueda dominar»
«Si claro ¬¬, como digas»
«Bueno, el concierto no fue gratis , te toca»
«¿Cómo?»
«No te hagas el que la Virgen te habla. Toca una canción»
«Am... creo que estoy un poco oxidado, hace mucho que no toco una guitarra»
«Entonces ocuparemos tus manos en otra cosa»
«¿Estas tratando de...?»
«Si»
«Mejor te canto algo»
«Sabia que lo harías »
«¬¬ Bien... ¿Cuál quieres que te toque?»
«"Tu aire"»
«Como te gusta esa canción»
«A mí me gusta, todo lo que me recuerda a ti»
Hoy te perdí, una vez más al despertar...
Si soñará la realidad, y viviera lo que se fue.
Mi amor, míralo, pintando un cuadro sin color
Puedo ver un paisaje gris que refleja mi interior... y en el...
Palomas blancas vuelen raso, sobre el tejado brilla el sol
Y ríen todos menos yo, que ahora soy un reo más
Pidiendo a gritos la verdad
Mi vida eres tu, y si te vas, vendrá la oscuridad...
Dame tu aire un día más
Para que pueda respirar, que un rayo de luz
Me haga brillar, que muera "soledad"...
Camus cayó de golpe al abrir los ojos para asegurar el siguiente acorde, algo frente a él le había llamado la atención, la silueta de una persona. Alzó la vista sorprendido por no haber sentido la presencia de quien se había acercado, y por segunda ocasión en ese día, se encontró de frente a Milo. Solo estaba ahí, frente a él observándole detenidamente. Hizo la guitarra a un lado y se paró lentamente, evitando cualquier movimiento brusco, temiendo en todo momento volver a voltear y perderlo de vista una vez más...
.- Milo... – lo llamó
El santo de escorpión le observó detenidamente a los ojos, como si quisiera ver algo en ellos...
.- ¿Camus?... – preguntó el griego con un tono raro, como si tratara de conocerlo
.- ¿Cuándo... cuándo regresaste de Asgard? –
Camus trató de acercarse, pero el escorpión desaprobó con la mirada su acto y dio un paso atrás en forma defensiva. El francés se detuvo al ver a reacción de este, al tiempo que una opresión en el pecho se apoderaba de él.
.- Milo – lo llamó por segunda vez, en esta ocasión un tono de súplica fue lo que acentuó su nombre.
El griego lo observó en silencio de una manera extraña, luego tan repentinamente como su última reacción, sonrió dulcemente al francés y dio media vuelta para salir del lugar. Camus, que no podía entender nada de lo que estaba pasando y mucho menos ese rechazo tan grande del dueño de ese templo, al ver las intenciones del escorpión se apresuró al frente de él para cerrarle el paso.
.- Esta vez no – le dijo al griego cuando Camus se planto en la entrada de la habitación – te dejé ir la última vez – continuó hablando con su semblante frió – no volverá a pasar... -
Ante la acción del dueño de la aurora, Milo se quedó helado, lo miraba sorprendido, como si nunca hubiera esperado esa actitud de Camus. Agacho la mirada y pareció murmurar algo. Alzó la vista de nuevo y una vez más una cálida sonrisa adornó su rostro, y con un ligero roce de su mano, acarició la mejilla del francés dejando un rastro frío por donde pasaba.
.- Eso ya no depende de ti, mi amad... Camus – fue lo que dijo como resignándose, y aunque mantenía esa sonrisa en su rostro, no era difícil ver en sus ojos una clara tristeza – Esta será la última vez que volvamos a vernos.
.- ¡No! – exclamo el francés al oír tales blasfemias que ofendían solo con su mención - ¡Esta vez no te vas a ir Milo!... no así...
En un acto claro de desesperación, el acuariano tomó la mano que Milo había puesto en su rostro y la aferró con fuerza retando con la vista al escorpión. Camus no estaba dispuesto a dejarlo ir, no ahora que lo había visto después de tanto tiempo, no ahora que sabía que esta despedida le dolía tanto a Milo como a él, no ahora que por fin estaba decidido a pelear por él con quien fuera necesario. Pero sus intenciones empezaron a esfumarse cuando la vista empezó a nublársele y la fuerza comenzó a abandonarlo...
.- No... –
... y antes de que se diera cuenta...
.- ¡Milo! –
...oscuridad...
Si me dejas ahora, mi espíritu se irá tras de ti,
Cabalgará día y noche, sintiéndose soñador y quijote
Porque ataste mi piel a tu piel, y mi boca a tu boca,
Clavaste tu mente en la mía como una espada en la roca
Y ahora me dejas como si fuera yo cualquier cosa...
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Abrió los ojos lentamente, aún se sentía mareado. No recordaba bien lo que había pasado ni donde estaba, hasta que volvió la vista a un costado, y notó que estaba en la habitación de Milo, recostado en su cama. Se levantó de golpe al recordar lo pasado, busco frenéticamente en los alrededores, pero no encontró a nadie. «Milo» era lo único que pensaba en esos momentos, así que sin más, decidió ir a buscarlo. Pero antes de poder salir de la habitación, un libro sobre el escritorio llamó su atención, un libro que no estaba ahí la última vez que revisó el lugar. Estaba abierto en una hoja, al inicio de un capítulo donde se leía: "Sagas y Eddas nórdicas", y un poco más abajo a media hoja, una palabra estaba resaltada con un trazo rojo "Fimbul"
.- ¡Fimbul! – repitió Camus. Esa palabra era la que Milo le había dicho en su sueño – "El ocaso de los dioses inicia con la llegada del invierno llamado Fimbul, con inmensas nevadas, hielos y vientos gélidos en todas las direcciones" –
Al fin las palabras empezaban a tener sentido... ¿pero como?. Camus pensó en como podía haber soñado en eso sin saber nada acerca de la mitología nórdica, luego recordó esa sensación helada que había sentido en aquella ocasión mientras soñaba, y la que sintió en esta casa, cuando Milo le acarició la mejilla: Era la misma... pero... Imposible, Milo no tenía esa cualidad... era lo más ilógico y a la vez lo más lógico que podía ocurrírsele a Camus en ese momento.
Levantó el libro del escritorio para continuar leyendo, cuando notó de reojo la hora de un reloj cercano: 7:10 PM marcaba.
.- 7:12... esa era la hora que marcaba el reloj en mis sueños – pensó Camus perturbado por ese detalle, convencido de que algo significaba – Salí de cuarto... vi a uno de los gemelos... la casa de géminis... ¡Saga y Kanon esta en peligro!.
Según su sueño, lo que seguía después de la salida del templo, era la explosión de energía proveniente de la tercera casa. Salió corriendo del lugar con el libro a cuestas y velozmente se deslizó hasta el templo de los gemelos zodiacales. Pero cuando llegó a la puerta del mismo, la explosión que había sentido en sus sueños, dejo de ser simplemente un sueño para hacerse una realidad. Se apresuró a entrar cuidándose de las sombras a cada paso que daba, hasta que llegó a la sala principal. Ante él, una figura se precipitaba al piso inconsciente, mientras otras tres les observaban desde las sombras, que al verlo llegar se pusieron en ofensiva. Camus lamentó no llevar puesta su armadura, pero eso no iba detenerlo ahora que tenía enfrente a tres intrusos. Encendió su cosmos y con la luz que emanó de él, partes de las siluetas de los caballeros enemigos fueron iluminadas...
.- ¿Qué!... Aioria... Shaka... Milo. –
Frente a él, las tres armaduras doradas regresaban un destello frió y amenazador, mientras que los rostros de sus dueños se perdían entre las sombras. Sin saber que hacer, el más cercano Camus, Shaka, alzó su cosmos dispuesto a atacar, y así hubiera ido, si la voz de Aldebarán no hubiera llegado desde alguna parte por detrás de los tres caballeros dorados.
.- Déjalo – ordenó Milo fríamente – luego nos ocupamos de él. Shaka obedeció y los tres desaparecieron del lugar.
.- ¡Camus! – le llamo Aldebarán al llegar a la sala - ¿Qué ha pasado aquí? – preguntó al ver la silueta de Kanon enfrente de él, y no muy lejos de Camus la de Saga.
.- Los atacaron –
.- ¿Quién? –
Camus no respondió. Solo volvió una mirada de soslayo al dueño de la segunda casa -No lo sé... – mintió. Aldebarán no quedo convencido de la respuesta del acuariano, pero su segunda pregunta quedo al aire cuando el resto de los caballeros dorados arribaron a la tercera casa. Shion y Atenea también estaban entre los recién llegados.
.- ¿Qué pasó aquí? – preguntó Shion desconcertado
.- Alguien los ataco – respondió Aldebarán - Creo que Camus los vio.
Las miradas curiosas se volvieron a Camus, que se había acercado a Saga para examinarlo. «No vayas.. Ya es demasiado tarde para los gemelos»... Era lo que recordaba Camus al ver a Saga inconsciente, su sueño se estaba haciendo realidad...
.- ¿Camus? – El francés volteó sorprendido al sentir una mano en su hombro, era Atenea quien le hablaba... - ¿Qué sucedió?
.- Am... –
«Debes decirle a la Diosa de los griegos, que el yote más temido entre los Asas ha regresado, para iniciar el Ragnarok».
.- ¿Sí? –
.- Asgard – dijo al fin – Asgard nos está atacando.
Los caballeros se vieron incrédulos por la mención del dueño de la onceava casa. Era imposible que un caballero, por débil que fuera, pudiera pasar por los templos de las 12 casas sin ser detectados. Pero para Camus eso ya no era raro, eso ya había pasado una vez, aquel día cuando Vasar llegó hasta la 8va casa del zodiaco sin ser detectado por ningún dorado. Él sabía eso, pero no sabía como lo había hecho. Recostó nuevamente a Saga en el piso con cuidado, y notó algo en su mano. Era un pequeño papel arrugado, Camus lo tomó y lo abrió, era la carta que Milo había dejado, pero había algo nuevo escrito al pie de esta, algo que Saga había añadido...
.- ¿Pero como pudo entrar alguien sin ser notado? – preguntó un dorado incrédulo
.- Fácil – atajó Camus irguiéndose por detrás de Saori – Aprovechando la discordia de Vasar...
.- ¿La discordia de Vasar? –
.- Si – afirmó el caballero apretando el pequeño pergamino en su mano – Esta nevada esta bloqueando nuestros sentidos...
Mil gracias a todos los que leen este fic, y mil perdones por la demora de las actualizaciones, debido a factores externos, no he podido estar al día con los pendientes y es por ello que extiendo mis disculpas a todos aquellos que han aguardado tranquilamente a la publicación de los nuevos capítulos.
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Nadeshiko, no comas ansias, no haré tanto de emoción apartar de ahora en adelante ;).
