CAPÍTULO VII

Las cuevas de Rind

El ayer y hoy confundo yo,
el mañana... ya llegará
el espíritu tiene voz,
ahora calla... no canta más.

Éste es el día, yo debería
marcharme un año, viajar sin más,
sufrir errores, ir sin destino
sentir adentro esta agonía,
que sopla al norte
cuando estoy mal.

Te dejas ir como meciéndote,
todo está bien y que, entérate...
Lo siento, pero el mundo
nunca fue tremendo
y quiero más... y más...
y más... y más... y más...

Porque a veces he de admitir
que eres tal y como soy yo,
tan tremendo no debe ser,
tú que vives siempre... con... tus
temores de normalidad
que tanto el mundo no cambiará.

Y así te digo hasta que puedas
tú rompe todo, asombra a quien
no cree... no,
no cree en ti...

Los ataques sencillos ya habían quedado descartados desde que Mu trató de llegarle por detrás sin ser notado, semejante bestia se movía a una velocidad impresionante y, tanto sus garras como sus mandíbulas, poseían una fuerza legendaria y descomunal. Justo como las grandes sagas nórdicas lo mencionaban.

.- Si no hacemos algo pronto – decía Shura esquivando un zarpazo de la garra izquierda –esta cosa va a acabar con nosotros –

.- Lo sé – respondió Camus tratando de alejarse de las mandíbulas de la bestia – Pero, si usamos nuestros poderes podríamos ser detectados, recuerden que estamos en los lindes de Asgard –

.- Es eso o morir aquí sin siquiera haber llegado a las tierras nórdicas – añadió a las espaldas del animal – Es preferible hacer algo, aunque uno de nosotros pueda ser descubierto en el ataque –

.- Vuestras palabras hablan con verdad – dijo Shura – Pero no creo que uno de nosotros pueda solo con esta bestia. Algo me dice que se lanzará contra el primero que se atreva a encender su cosmos –

.- Eso lo sé bien – respondió Mu librándose por poco de ser golpeado por la bestia – Es por ello que usaré mi técnica de la pared de cristal para hacer un pequeño campo de fuerza, y así, ustedes dos puedan aprovechar para atacarlo sin ser notados –

.- Es muy arriesgado – observó Shura – No me termina de agradar eso de quedar descubiertos –

.- No hay opciones –

.- ¿En verdad quieres hacer eso? – pregunto Camus desde el otro lado con su típica frialdad, pero pidiendo con la expresión una respuesta sincera. Mu asintió – Entonces así será –

Camus se lanzo desde la derecha del animal dispuesto a atacarlo, y Shura hizo igual desde la izquierda al entender la maniobra del acuariano. Fenrril se volvió para defenderse de sus agresores, y Mu aprovecho el momento en que estuvo descubierto para encender sus cosmos y formar la pared de cristal. La bestia, al sentir el cosmos del carnero tras de ella, se volvió dispuesto a acabar con aquella energía que se alzaba impetuosamente a sus espaldas, pero fue en ese momento, que aprovechando la hazaña del primer santo, Camus encendió su cosmos y con uno de sus ataques, la ejecución aurora, logró congelar al animal, justo antes de alcanzar al carnero.

.- Gracias Camus – soltó el carnero con alivió al ver las fauces del animal congeladas frente suyo –

.- No fue nada – dijo el francés al dar por terminado el encuentro.

.- No era tan poderoso como pensaba – añadió Shura acercándose desde la izquierda –

.- Es hora de irnos –

Mu apagó su cosmos, y el campo de fuerza se desvaneció. La bestia aún se erguía frente al carnero, dándole una vista del lugar muy aberrada de lo que les esperaba en Asgard. Shura y Camus se adelantaron un poco para poder orientarse y volver a tomar el rumbo que los llevaría las cuevas de Rind, pero cuando Mu se volvió para seguirlos, escuchó a sus espaldas como él frió hielo se resquebrajó de golpe y la cabeza del animal se liberó repentinamente buscando a su agresor. Antes de poder reaccionar, Fenrril se lanzó contra el acuariano, quien al escucharlo venir, solo alcanzó a voltear a tiempo para evitar que las fauces del animal lo agarraran por completo, solo su brazo derecho fue aprisionado por los colmillos de la bestia, quien trataba de sobremanera arrancar el brazo del francés. Camus trató de liberarse a toda costa muy consciente de que ya no contaba con el campo de fuerza, pero el animal se aferraba dé tal manera que parecía poseído por una furia incontrolable. No había opción, si quería liberarse, solo con sus poderes podría hacerlo, alzó su mano izquierda y la dirigió a la cara del animal. Fenrril lo veía retadoramente aún jaloneando al francés, pero justo un segundo antes de que Camus pudiera hacer algo, la bestia se desplomó sobre un costado sin vida, liberando al fin a su presa. Mu había acabado con el animal.

.- ¿Estas bien Camus! – preguntó Shura al ver la herida que la bestia le había ocasionado. Cuando menos uno de los colmillos había atravesado el brazo, y de no ser por un brazalete que traía, con eso hubiera sido suficiente para que la bestia hubiera logrado su objetivo.

.- No es nada – respondió Camus aferrando la herida con su mano izquierda tratando de detener el rojo líquido que emanaba desde el interior –

.- Si claro – le espetó el capricornio incrédulo.

.- Déjame te ayudo – se ofreció el carnero, y cortando un poco de tela de su túnica, improvisó un vendaje para el francés – Es algo profunda – dijo evaluando la herida – pero no creo que sea de mucho cuidado. Es una suerte que hayas traído puesto ese brazalete, por un segundó pensé, que esa bestia iba a... –

.- Debe ser de un material muy resistente – observó Shura – Ni siquiera se ha rasgado, y te puedo asegurar que ese animal podía romper piedras con sus fauces. Dudo incluso que alguna de las armaduras doradas, hubiera podido sobreponerse a semejante ataque –

.- Tienes razón – comentó Mu observando de cerca el brazal– es tan delgado como una hoja de metal, pero es muy resistente. Nunca antes había visto algo así... –

.- Gracias – dijo Camus y luego se alejó de golpe de Mu – Es hora de irnos, ya hemos perdido mucho tiempo... –

La entrada principal a Asgard, era un largo puente llamado Bilfrost, que según contaban las antiguas leyendas nórdicas, eran custodiado por un Dios guerrero del mismo palacio: Heimdall. Por lo tanto, quedaba claro que esa ruta no era disponible para el posible ingreso a las tierras nórdicas sin ser notado. Muchas otras rutas sugerían la entrada al Asgard navegando por las aguas del Midgard, pero gracias a la discordia de Vasar, la mayoría de las rutas habían quedado congeladas, y de seguro las navegables estarían bien vigiladas. Por lo tanto, descartadas las anteriores, solo la entrada por las cuevas de Rind era el camino más factible. Y ese era el camino que él había escogido. La ruta en si era un peligro, por eso es que carecía de guardias. Según las leyendas, hasta lo mismos Dioses nórdicos evitaban el cruce por los territorios de la Diosa Rind, ya que grandes peligros esperaban a los osados que se atrevieran a cruzarlas...

Desafortunadamente, la entrada de las cuevas, eran custodiadas por una bestia mitológica con forma de lobo, pero en proporciones descomunales. Los nórdicos lo llamaban: Fenrril. Este, era un contratiempo con el que Camus no contaba, ya que, según los santos de la orden de bronce, el caballero Fenrril había caído en la primera pelea que se tuvo con los nórdicos cuando la Señorita Hilda fue poseída por el Nibelungo... pero al parecer una cosa era el caballero, y otra, la bestia mitológica en sí.

Caminaron un tiempo más desafiando a la ventisca, cuando una gran cueva se irguió frente a los santos. Las legendarias, Las cuevas de Rind. Un viento que salió desde su interior les dio la bienvenida, murmurando sollozos y llantos ahogados que parecía haber recolectado en su viaje a través de las grandes cuevas. Aunque la primera impresión los inquieto un poco, ninguno de los tres santos dudó en entrar.

Caminaron alrededor de unas tres horas vadeando un rió que zigzagueaba entre las rocas murmurando palabras inaudibles. Los grandes hielos que se erguían desde dentro reflejando una helada luz azul, indicaban a los viajeros, que en otros tiempos, grandes cantidades de aguas surcaban alegremente los largos pasadillos de esas cuevas. Poco a poco fueron escuchando en las lejanías las voces del agua al caer de una gran altura, y cuando se hubieron acercado lo suficiente, una brisa fría les recibió abriendo paso a una gran cámara que había aparecido frente a ellos. Era un lugar enorme, custodiado por grandes árboles que se alzaban sin hojas hasta tocar con sus ramas la parte más alta de la bóveda. Un gran farallón de inmensas rocas escalaba desde el fondo de la cámara hasta lo alto, cubría de lado a lado el gran espació, y desde lo alto, el agua se precipitaba al fondo de la cañada prolongando eternamente una bruma fría que recorría todo el lugar, bastando solo un par de minutos para poder humedecer a los fríos viajeros.

El ruido de la cascada, despareció por completo un leve suspiro que el francés dejó salir al sentir que su brazo se entumecía, por la herida, la humedad y el frío en conjunto.

.- ¿Todo bien? – preguntó Shura nuevamente al ver de reojo cuando Camus frotaba su brazo para poder ganar algo de calor.

.- No es nada - respondió el francés secamente, y Shura volvió a dudar de su respuesta.

.- Hace frío aquí – dijo Mu dándoles alcance – Tal ves deberíamos buscar un lugar donde podamos descansar un momento.

.- Sería bueno – acepto el capricornio en conjunto con su opinión - Sino ando muy errado con los horarios, no debe ser menos de las 2 de la mañana. Hace más de 24 horas que dejamos el santuario, no nos vendría nada mal un descanso –

.- Sé que lo que menos quieres es retrazarte – añadió el carnero al ver a Camus algo indeciso – Pero hay que andarnos con cuidado, tal vez tu tengas mucha resistencia al frío Camus, pero puedo apostar que incluso a ti te está afectando este clima. Si queremos llegar a Asgard, primero, tendremos que asegurarnos de salir con bien de estas cuevas. – observó el santo inteligentemente y Camus asintió no muy convencido.

Anduvieron un poco entre los alrededores, hasta que encontraron una pequeña abertura en las grandes rocas resguardadas por algunos arbustos espinosos. No era un lugar muy cómodo, pero al menos los protegía de la fría brisa y les facilitaba unos leños secos para una hoguera. Pronto Mu y Shura cayeron presos de los cantos de Morfeo, sin embargo, Camus no pudo conciliar el sueño en todo ese tiempo.

Aguardó en la entrada de la pequeña cueva recostado en una de las paredes observando el frío paisaje, embelesado por las voces del agua cercana. Una sombra entre los árboles lo hizo salir de su encimamiento y lo trajo a la realidad. Alguien a lo lejos caminaba entre los grandes troncos de los árboles abriéndose paso entre la espesa bruma que le cubría hasta las rodillas. Camus entornó bien los ojos mientras trataba de ocultarse bien entre las rocas para no ser notado. Era un joven vestido con túnicas quien rondaba el lugar, solo su contorno era visible, el resto se ocultaba entre la bruma y las sombras, de seguro sería un enviado del Valhala que habría sido enviado a corroborar la presencia de algún santo extraño en las cuevas. Sin embargo, lejos de buscar, el joven avanzaba todo el tiempo hacia enfrente, hacia la caída del agua. El francés decidió seguirlo a distancia prudente, hasta que el muchacho se detuvo frente a la gran caída del agua, y Camus quedo justo por detrás de él.

El ruido del agua inundaba con su clamor sobre todo, y la brisa espumosa acompañada de una aire místico se alzaba por el lugar jugando con los cabellos y la túnica del joven muchacho. Aunque el francés no hizo ningún movimiento, el joven pareció sentir su presencia volviendo su vista por encima de su hombro. La luces de los cristales cercanos hicieron blanco en los ojos turquesa del muchacho y Camus no pudo evitar salir de su escondite al ver al santo del escorpión parado frente a él. Milo sonrió dulcemente al verlo y Camus se quedo inmóvil sintiendo como su corazón latía con rudeza dentro del pecho... trató de acercarse pero Milo volvió su vista de nuevo a la cortina de agua que se precipitaba frente suyo, y sin más, la cruzó al otro lado desapareciendo entre el clamor del canto fúrico del agua.

Algo le indicaba que no estaba bien, que aquello era una trampa más de las cuevas de Rind, que no debía caer en la trampa... que no debía ir. Pero sus pies no le respondían como era debido, y uno tras otro se fueron adentrando a las frías aguas. El frío líquido le dio la bienvenida clavándose en sus piernas como pequeñas agujas, y la brisa se precipitó de manera estridente entre sus cabellos y rostro, dando un abrazo que le calaba hasta el alma. La herida del brazo agudizó su dolor, como tratando de advertir un peligro inminente, y de su boca empezó a escaparse el calor en finas nubes de platas... Sabía muy bien que aquello podía ser una de las trampas de las legendarias cuevas, pero aún así, la mente y corazón le jugaban sucio, como a cualquiera le hubiera pasado al momento de ver aquel oro tan apreciado tan cerca de ti. Camus continuó caminando haciendo caso omiso de las advertencias que le llegaban desde todas partes, hasta que estuvo justo enfrente de la caída, en donde, entre las aguas que forman un mural, pequeñas aberturas le mostraron un pasadizo que permanecía oculto por la gran pared...

Después de adentrarse, caminó por un tiempo más, un tiempo indefinido, tan corto como eterno... no sabría decirles... Un luz lo deslumbró al pasar por un gran arco que coronaba el final del pequeño corredor. Se cubrió los ojos por el repentino cambio, mientras trataba de acostumbrar su vista para poder ver. Junto con la luz, un canto había llegado a los oídos de Camus, un canto de cuando menos tres voces féminas que dibujaban sonetos tristes a su alrededor... un canto quedo y majestuoso, casi como una melodía celeste entonada por ángeles. Cuando sus ojos se hubieron acostumbrado a la luz, alzó la vista y observó el lugar en donde estaba, y enseguida quedó maravillado por el esplendor de las grandes paredes que se levantaban a su alrededor. Al parecer había llegado a una especie de palacio, en donde altos pilares decoraban las majestuosas paredes labradas sobre piedra de mármol, como las antiguas construcciones recordadas en la época medieval antigua. Una larga alfombra roja decoraba el piso con motivos dorados, al fondo a la derecha estaba edificada una gran puerta de madera con vistas en platas y oro. Largas cortinas que hacían juego con la alfombra, cubrían de techo a piso algunas ventanas al lado izquierdo y al frente; largos candelabro de bronce caín desde el techo vestidos con galas y con luces destellantes, reflejando sus luces hogareñas en los más bellos muebles de madera... todo aquello realzado por la belleza del canto que se escuchaba venir de todos lugares.

Era imposible pedir a alguien no quedase deslumbrado por aquel hermoso paisaje. Camus lo observaba atónito desde el umbral, maravillado por el mundo inconcebible que había aparecido frente a él... «Disculpe» le dijo una voz por detrás de él, Camus se volvió de golpe al no reconocerla y frente a él habían aparecido dos personas, una pareja, o al menos eso parecía, ya que ambos eran figuras fantasmales de plata vestida con galas, como arreglados para un festejo. Eran figuras muy reales, pero la fisonomía borrosa y casi indistinta de los ojos era algo que les hacía verse vacíos. El muchacho era quien le había hablado para pedirle paso, y la muchacha se volvía a él con una sonrisa tonta al ver al caballero frente suyo... El francés sin entender se hizo a un lado abriendo el paso, y volviendo la vista al frente vio a un centenar de parejas bailando ante el compás de una solitaria arpa. Hombres y mujeres vestidos con ropas finas se movían a coro con la música del instrumento, dibujando en su danza estelas de luz que parecían finos trazos plateados en el agua.

Camus observó el lugar tratando de engañarse al creer que todo aquello era un sueño, y así lo hubiera creído, sino hubiera notado entre la multitud la figura sólida de un joven. Vestía una túnica negra de gala y un sutil antifaz le cubría los ojos, más no su rebelde cabellera azulada que le caía a cascadas por los hombros... Se paseaba entre las parejas danzantes, y saludaba con caballerosidad a las parejas que descansaban a un lado de la pista de baile. Una mujer le llamó la atención y lo saludó alegremente con el pretexto de robarle un beso de a mejilla, que luego fue y presumió a un grupo de damas que le observaban desde la distancia...

...Increíble... no había cambiado...

Camus se adentró entre la gente guardando una distancia prudente y tratando de no ser notado, pero antes los ojos del escorpión, poco le duró la intención antes de que este lo viera. Se disculpó con una pareja con la que hablaba, y zigzagueando entre los danzantes llegó a un lado de Camus. Lo saludó con una leve inclinación sin siquiera inmutarse por encontrarlo ahí... el francés lo observó con recelo, pero antes de poder comentar nada, Milo colocó el dedo índice sobre sus labios e hizo callar las preguntas que luchaban por salir. Extendió la mano y la ofreció a Camus para invitarlo a bailar, todo el tiempo con esa expresión fría. Antes de poder negarse, Milo lo había jalado a la parte central de la gran sala y habían empezado a danzar al compás del arpa. El francés estaba algo inquieto por no poder ver los ojos de Milo y por la inexpresión de su rostro. Un movimiento al compás de la música lo hizo volver la vista a un lado y vio como las demás parejas que antes danzaban, habían abierto un circulo para dejarles libres, y yacían inclinadas en una reverencia. Alzó la vista por encima del hombro del escorpión y notó que las grandes cortinas rojas habían sido corridas completamente y habían abierto paso a grandes espejos que cubrían las grandes paredes. Giraron sobre si una vez más cuando la música así lo requirió, y al fin pudo ver el reflejo que los majestuosos espejos le regresaban. Milo danzaba ligeramente con esa falta de expresión en su rostro, pero no bailaba con Camus, sino con Vasar, quien le devolvía a través del espejo la misma expresión que de seguro tendría Camus al verse reflejado como otra persona...

Asustado, el francés interpuso sus brazos para poder separarse de Milo, y aunque no pudo hacerlo por que el escorpión lo aferraba con fuerza, las figuras inclinadas se esfumaron asustadas con un grito ahogado, como si algo malo hubiera pasado. La música cesó y la soledad y el silencio se adueñaron del lugar. Camus trataba de zafarse con todas sus fuerzas viendo de reojo como su reflejo, Vasar, intentaba hacer lo mismo. Alzó la vista de nuevo y vio a Milo frente suyo viéndole con esa frialdad indistinta, alzo su mano y liberando el brazo del francés, lo tomó suavemente por el mentón y dejó un frío beso en sus labios. Aprovechando que había quedado su brazo libre, Camus se separó de golpe de su compañero al sentirse extraño por las reacciones del dueño de la octava casa. Busco en los alrededores tratando de entender algo de todo aquello, pero una vez más los espejos le devolvieron una visión bizarra de la realidad. Milo aún seguía ahí con Vasar, unidos en un beso. Volvió su vista al santo frente de él, y se sorprendió al ver que la inexpresiva mirada se había tornado en una de odio encarnizado. El escorpión alzó su mano dispuesto a atacar con alguna de sus agujas, y esa fue prueba suficiente para Camus, para comprobar que esa persona frente a el no era Milo. Alzó sus manos dispuesto a responder al ataque.

Milo se lanzó y Camus atacó. Él frió de la aurora fue esquivado por nada por su contrincante y aprovechando su velocidad se acercó desde su izquierda y aprovechó para atacarle cuando menos con 4 agujas escarlatas... Camus cayó de rodillas adolorido e incrédulo... «No puede ser», pensaba para sí aferradamente... había querido creer que aquel no era Milo, pero la esencia del cosmos que lo ataco y la inconfundible técnica de las agujas, le dejaron muy claro que se enfrentaba contra el dueño de la octava casa del Zodiaco: Milo de Escorpión. Se levantó buscando a su contrincante y lo encontró justo por detrás suyo, dispuesto a un nuevo ataque con ese odio reflejado en su rostro.

.- ¡Levántate! – le ordenó fríamente - ¡Si realmente quieres terminar con esto¿por qué demorarlo más! –

Camus se puso de pie nuevamente comprendiendo que debía pelear si quería salir de esto. Milo se lanzó nuevamente en ataque y Camus trató nuevamente de acertarle con su ejecución, pero el dolor de 5 agujas más se unieron a sufrimiento.

.- ¡Vamos! – lo retaba el escorpión cada vez más molesto – ¿A qué demonios estás jugando! –

El francés no sabía como responder, ya que ni siquiera podía rebatir las palabras del escorpión porque, aunque usaba sus poderes, realmente no quería pelear con él... Milo se molestó más aún al ver la reacción de Camus, y se lanzó una vez más para clavar otras 5 agujas, esta vez, el acuariano ni siquiera pudo reaccionar, dio la vuelta sobre sí y quedo de frente nuevamente frente al francés preparando su último tiro: Antares. Camus alzó la vista con la poca fuerza que le quedaba, estaba exhausto por el veneno y el dolor... Vió a su alrededor buscando a su agresor... Y ahí estaba él, con su túnica negra, su sutil antifaz, parado a un lado de un espejo congelado por los cristales de la aurora de Camus... la persona que él había venido buscando desde el santuario, la persona por quien desobedeció las ordenes de su Diosa, la persona... quien iba a matarlo...

En último intento el francés trató de ponerse de pie sin mucho éxito. Milo avanzó lentamente acercándose a él, y Camus lo vio con recelo esperando lo peor; el escorpión se movió un poco y un destello en los cristales causado por su brazalete llamó su atención en el gran espejo congelado. Ahí, en el reflejo, estaba por primera vez él, y también estaba Milo, pero este último aparecía sin antifaz y sus ojos turquesas eran coronados por lágrimas, también, finas heridas le atravesaban por todo el cuerpo que Camus reconoció inmediatamente como las 14 agujas escarlatas con las que el griego le había atacado...

Yo hubiera dado todo con gusto... ¡Todo!... todo... excepto a ti... – dijo Milo con un tono de voz bajo, pero con rencor – y tu... me haz obligado a esto... –

Milo se lanzó desde la distancia portando en sus manos el último aguijón del escorpión, dispuesto a todo para lanzar su última aguja. El francés, por su parte, entendiendo al fin las palabras del santo, se puso de pie y haciendo caso omiso de sus heridas, encaró de frente el ataque...

.- Al igual que tu... también estoy dispuesto a dar todo... excepto...

El trayecto de la última aguja se detuvo justo antes de poder tocar Camus. El sonido de los cristales al estrellarse y una luz segadora, fue todo lo que Camus alcanzó a captar antes de aparecer en otra cámara... Frente a él se alzaba una hermosa laguna y la bóveda de rocas era adornada por árboles frondosos que parecían sostenerles. Vagas luciérnagas se paseaban en el ambiente, y con su luz iluminaban el sendero en donde Camus permanecía parado. Algunas construcciones de fina madera blanca, sobresalían entre las plantas, y la música de las 3 voces había vuelto a aparecer, esta vez, con un tono más dulce... En el medio de la laguna el agua brotaba alegremente dibujando figuras en el aire al compás de las canciones... Todo aquello era un paisaje élfico, concebido dentro de las cuevas de Rind...

.- Bienvenido – le dijo la voz de una mujer amablemente, que había aparecido a su lado. Era hermosa, de largos cabellos blancos, irradiando una sutil luz azulada que le daba un aspecto divino y dueña de una voz celestial – Es un placer tener al fin al santo de la 11va Casa... Esta – dijo ella entendiendo las preguntas del francés – es la fuente de Urdur... Mi fuente –

.- ¡Entonces usted es...! –

.- Si – sonrió ella adelantándose por el camino – Soy la norna del pasado: Urdur –

.- ¿Pero que es lo que paso? –

.- Todo fue solo una visión – le dijo Urdur llegando hasta el centro de la fuente caminando sobre el agua y volviéndose a él con su mejor sonrisa –

.- ¿Solo una visión, Pero... fue tan real... –

.- Si... – asintió ella – lo fue, porque esa visión fue tejida por Skuld la... –

.- Norna del futuro... – completo Camus y la norna asintió encantada por la inteligencia del acuariano – Eso quiere decir que lo que vi en esa visión es lo que... –

.- No... Skuld es muy especial con los destinos que teje para las personas – aclaró ella – no sé cuan cierta sea la visión que ella te mostró, ella nunca revela sus planes –

.- Si es así¿porque es que...? –

.- Solo fue una prueba... una prueba más de las cuevas de la Diosa Rind –

.- ¿Una prueba¿Para que? –

.- Como ya debes de saber, en las cuevas de Rind, se guardan los tesoros más importantes en toda Asgard... ello incluye, desde un simple pedazo del oro más hermoso – instruyó ella apareciendo en su mano una pepita de oro deslumbrante – hasta la persona más atesorada de uno – añadió apareciendo con la ayuda del agua la silueta del santo del escorpión – Todo lo que se guarda aquí tiene un valor sobrehumano para aquel que lo desea –

.- Quiere decir... ¿qué guardan la esencia de esa persona o...? –

.- No, la esencia no, el sentimiento... En tu caso, es el amor a esta persona lo que hemos decidido resguardar en estas cuevas. Sin embargo – decía ella mientras la figura de agua tomaba una figura corpórea idéntica ala de Milo y se acercaba hasta Camus – Tan hermoso sentimiento, no puede ser resguardado sin que antes... el dueño decida dárnoslos... -

Camus observaba la figura del Milo cuando escuchó las palabras de la norna, e inmediatamente dudó de las intenciones Urdur. ¿Darles su sentimiento?... ¿es que acaso, esto era una trampa...?... La silueta de Milo desapareció entre las aguas incorporándose a ellas nuevamente...

.- ¿Dárselos? – pregunto Camus temiendo haber escuchado correctamente – ¿Quiere decir que este sentimiento se perderá?

.- Si, no solo tu, sino él... ambos perderán esta unión especial... – asintió ella captando la preocupación en la inexpresiva mirada del acuario – Pero no temas, yo no puedo obligarte a que me permitas ser la guardiana de tan magnifico tesoro – le aclaró ella y Camus respiró un poco más aliviado, pero aún a la defensiva – Solo puedo ofrecerte algo por el... –

.- Lamento decepcionarle – atajó Camus – pero no me interesa cualquier oferta que usted podría darme – le dijo cortantemente y ella volvió a sonreír mientras se acercaba -

.- Caballero Camus, la prueba que le puso mi hermana, fue para comprobar si su amor era tan valioso a tal grado de preferir la vida de la persona a la que usted ama, o la propia. No sabe con cuantas creces paso usted nuestra prueba, y cuan complacidas estarían las valquirias de las cuevas en cuidar vuestro tesoro... –

.- Gracias, pero no –

.- Ofrezco... – continuó ella sin prestar atención a las palabras de Camus, pero sin retirar esa vista compasiva de él – Vida... la vida de Milo, su libertad y su felicidad –

Las palabras de Urdur tomaron por sorpresa a Camus, no esperaba una proposición así. Ella aguardó en silencio mientras Camus trataba de concebir el costo y el beneficio de las proposiciones de la norna... Según lo que Urdur había dicho, la visión que había visto hace tan solo unos cuantos minutos atrás, podía ser pare de un futuro, más también solamente podía ser parte de una prueba... El futuro era incierto, y había la posibilidad de que algún día realmente tuviera que enfrentarse con Milo, en una batalla similar a la de esa ocasión, y la posibilidad de que el resultado fuera peor que el obtenido en esa misma ocasión...

.- Bien¿cuál es su elección caballero? - pregunto Urdur sacando de sus pensamientos a Camus –

.- ... – el francés dudó y hubiera aceptado, sino hubiera sido por las últimas palabras que Milo le dijo en la prueba de Skuld: « Yo hubiera dado todo con gusto... ¡Todo!... todo... excepto a ti...». Cuando contestó lo hizo con gran seguridad – Gracias... pero no... Alguien me dijo, que era mejor pelear propias batallas para obtener propias victorias... El camino fácil no se hizo para mí... – contestó Camus de la forma más natural posible – Prefiero luchar, aunque después me arrepienta de los resultados –

.- Buena decisión – aceptó ella aún más sonriente – Haz hecho la mejor elección Camus de Acuario. Un tesoro tan precioso como ese que siempre poseerán usted y Milo, moriría olvidado en estas cuevas –

.- ¿Entonces no hay problema? –

.- Claro que no. Ahora ya puedes pasar por las cuevas, has pasado las pruebas y has demostrado que eres un caballero digno... Mi deber era solamente tentarte y condenarte, nada personal – aclaró ella un poco apenada – es solo mi deber... pero agradezco a Odín que haya hecho caso a tu corazón, y que no permitas que nadie más tome las riendas de vuestros deseos. Ve con Odín Camus... más bien... – volvió a corregir - Ve con Atenea y lucha por tus sueños. Sigue las raíces de este árbol – le indicó ella mientras señalaba unas gruesas raíces que iban desde la laguna hasta algún lugar entre las cuevas – Ellas te conducirán al Yggdrasil, el árbol divino, colocado justo detrás del Valhala –

Dicho eso, la norna desapareció junto con la laguna y en el lugar que había estado apareció la caja de la armadura de Acuario...

.- No la olvides – le dijo Urdur a lo lejos – la necesitarás...-Camus agradeció su ayuda, y fue a recoger la caja, cuando otras dos voces familiares lo encontraron –

.- ¡Camus! – el francés volteó y vio a Shura y a Mu por detrás de el.

.- Mu, Shura – Saludo Camus recordando al fin que no había venido solo.

.- ¿Estas bien? –

.- Si – contestó este acabando de notar que las heridas de las agujas habían desaparecido – ¿Dónde estaban? – Mu y Shura se miraron extrañados...

.- Bueno... – dudó Mu... - ¿Me crees si te digo que me entreviste con una norna llamada Verthandi? –

.- ¿Verthandi?.. ¿La Diosa del presente? –

.- Si... ella... –

.- Ya que lo mencionan – añadió Shura – yo conocí a una chiquilla de la edad de nuestra Diosa con un carácter... –

.- Skuld – dijo Camus – la norna del futuro –

.- Si... –

.- ¿Entonces todo pasaron pruebas? – preguntó Camus sabiendo la respuesta.

.- Si – contestaron los dos al unísono –

.- Y parece que nos fue bien a todos – observó Shura – Ahora se por que dicen que las cuevas son peligrosas. Sino pasas la prueba, puedes morir en ella, y si la pasas, las nornas se encargan de condenarte con tentaciones realmente valiosas para uno... –

.- ¿Qué te ofrecieron Shura? – preguntó Mu curiosamente.

.- No te importa – contesto el capricornio sonrojándose. – Dime tu primero y luego considero mi respuesta –

.- Hasta juras – contestó el carnero divertido.

.-¡Ya vámonos! – gruño Camus molesto y se adelantó a seguir las rutas guiadas por las raíces –


Regreso con dos capítulos más, sigo pidiendo perdón por las demoras, y agradezco por que se mantenga leyendo el fic, no saben lo que me alegra que después del éxito que tuvo en su antigua publicación, siga atrayendo personas con su trama. Mil gracias por sus reviews.

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SHADIR.- Gracias por tus palabras, y aquí te traigo la continuación, espero que te guste. Lo de Kanon, sin duda fue gracioso, de vez en cuando como que me pega un arranque se esos XD jajaja.

TIKAL-NEKO.- Eres rápida. La verdad si me había quedado con el pendiente si te había llegado el correo, por aquello de que el servidor te lo detectara como "correo no deseado", pero bueno, ya vi que no fue necesario. Gracias por tus palabras, y que bueno que te gustó el fic. Mil gracias por tus palabrasy por todo el tiempo que le dedicaste al fic para leerlo XD.

NADESIKO.- Listo, dos capítulos más por la demora, mil perdones. Y si Milo y Camus terminan juntos... bueno, eso solo leyendo lo sabrás, aunque por la gente que me conoce, te digo que no te hagas de esperanzas ;).