JUNTO A TI, POR ÚLTIMA VEZ
Capitulo 3
"El tercer beso"
Fue así como inició una conversación tranquila, que se prolongaría mucho más… Tenían tanto que decirse el uno al otro, cosas que se habían estado guardando en lo mas profundo de su ser, sin saberlo. Cosas sencillas y comentarios casuales que nunca habían podido pronunciar, y en esta ocasión se desahogaban.
Pasaron el resto de la noche platicando. De manera muy diferente de las ocasiones anteriores, en las que siempre terminaban lastimados. En esta ocasión hablaban como viejos amantes que se volvían a encontrar, luego de una larga ausencia. Dieron sus impresiones acerca de cómo les parecía Japón; después de todo, pasaron cincuenta años sin saber nada de lo que ocurría… Hablaron de lo extraño que resultaba ver a Kaede con surcos de arrugas en el rostro siendo que sus últimos recuerdos de ella eran de cuando ella apenas era una niñita… Cosas que podían parecer comunes para otros, para ellos significaba volver al momento en el que se habían quedado, volver a ser aquellos que se comprendían y se querían…
Duraron así horas, sentados frente al fuego de la fogata iluminándoles las caras, incluso después, luego que la leña encendida quedó reducida a cenizas.
Estaban inmersos en aquella charla, riéndose de anécdotas pasadas, de las memorias que no solían pronunciar en voz alta y que daban ocultas en el suave velo de la memoria desde su trágica separación. Riéndose. Increíble que volvieran a reír juntos, olvidándose por una vez de
las circunstancias que los obligaban a estar separados y sintiéndose libres de disfrutar aquellos instantes, ya que tal vez nunca se repetirían. Era tan agradable para Inuyasha ver a Kikyo sonriendo, como solía hacerlo hace 50 años, ya que había extrañado esa sonrisa desde el día en que se borró de sus labios, dejando en su lugar, solo la mirada taciturna y la expresión de seriedad que mostraba a menudo, y mas aún se sentía feliz ya que aquella sonrisa y aquella mirada de jubilo estaban dedicadas solo a él.
-Creo que mi ropa ya debe estar seca- dijo Kikyo, al quitar la mirada del rostro del chico mitad bestia para observar su atuendo de sacerdotisa que yacía colgado en las ramas de un árbol.
Se levantó del suelo para tocar la tela. Luego de comprobar que la ropa estaba lista se volvió a ver a Inuyasha con una seriedad fingida fuera de serie.
-No me vallas a ver, Inuyasha –le advirtió, y luego esbozó una sonrisa juguetona al ver como al escuchar esto la cara de Inuyasha después de sorprenderse se tornó totalmente roja.
-Yo no tengo ninguna intención de verte! –se excusó, mas avergonzado que ofendido, y al decir esto volteó hacía otro lado intentando ocultar el carmín de sus mejillas.
Cuando Kikyo se vistió y volvió al claro donde hacia unas horas la fogata les proporcionaba su luz, aquella sonrisa sincera seguía adornando su rostro. Ya vestida, como estaba y con aquel hermoso gesto en el rostro a Inuyasha le pareció estar 50 años atrás observando como otras tantas veces a la dulce sacerdotisa Kikyo… De la que se había enamorado.
Ella parecía feliz.
-Esta un poco arrugado –comentó sentándose nuevamente y alisando distraídamente su atuendo con las manos.
-Aún así te ves preciosa –dijo Inuyasha, que observaba como sus largos cabellos negros se deslizaban sobre su rostro.
Ella volvió a sonreír, pero daba la impresión de haber recordado algo.
-Oye Inuyasha –su tonó de voz era sereno, tal como si fuera a decir un comentario sin importancia-, pronto amanecerá… Y tú tienes que volver con tus amigos ¿Cierto?
Un instante de silencio. Ella se sujetaba el listón al cabello
-eh… si –su voz alegre se esfumaba al decirlo, sin embargo ella no perdía la simpatía que había obtenido aquella noche.
-Entonces creo que es hora de despedirnos
No contestó. ¿Despedida? Parecía terrible tener que retornar a la realidad. Él inclinó la cabeza para mirar el suelo. No estaba dispuesto a aceptar otra separación, era injusto… No después de ver nuevamente a su antigua Kikyo. Pero ¿Cómo evitarlo¿Como decirle que deseaba estar a su lado….? Como antes.
-¿Despedirnos, Kikyo…¿Eso es lo que deseas…? –preguntó incrédulo, por fin
Y ante esta pregunta; después de tanto tiempo, lo poco que quedaba de aquella sacerdotisa fría se derritió, permitiéndose dejar que su rostro demostrara inquietud. Pero recupero su serenidad y dulzura al observar que el amor de Inuyasha era lo único que hablaba… Ahora sabía que él seguía amándola.
Silencio, ella meditaba algo. Al no tener respuesta el chico mitad bestia inclinó la cabeza, mirando solamente el suelo.
-Solo quiero pedirte algo –dijo Kikyo luego de salir de sus pensamientos con una resolución.
Él volvió a mirarla interrogativamente, cuando ella se levantó del suelo.
-¿Qué es lo que me pedirás? –masculló al tiempo que él también se erguía, para quedar frente a ella.
Sentía un doloroso vacío en el estomago ¿Le pediría a caso no volverla a buscar como en otras ocasiones? Y aunque así fuera él sabia que no respetaría tal cosa… Iría tras ella hasta el fin del mundo si es que fuera necesario, ahora le era necesario.
-Un beso
-… Kikyo, tú…-casi se le sale el corazón de la sorpresa. Ella, quien tan dura había sido con él por tanto tiempo, quien con solo una mirada fría como las añejas a esta noche le podía que se alejara, ahora con su sonrisa y calida mirada le pedía que la besara.
Inuyasha estaba paralizado de la sorpresa. Pero parecía que Kikyo interpretó mal aquella reacción, por que luego de unos segundos dijo con convicción:
-Ya se que estoy muerta, no necesito que nadie me lo diga. Soy solo la esencia de aquellas almas enfurecidas y tristes que no encuentran paz –tomó aliento para continuar-, pero lo que queda de la sacerdotisa que amaste esta en mi y aun puede sentir…
-¿Por qué me dices todo esto? –dijo. Volvía a reflejarse en sus ojos un dejo de tristeza
-Por que Ahome esta viva, y aunque te ama ella tampoco pertenece a esta época, las dos somos algo efímero. Y cuando sea mi turno de desaparecer no quiero que me recuerdes con tristeza, sino como algo que te causo felicidad, un lindo recuerdo ¿No lo entiendes?
Inuyasha estaba conmocionado y terriblemente confuso… Pero sabía que ella tenía razón. Se acerco a su rostro lentamente, rozó con su mano aquella tersa mejilla para contemplarla unos segundos y después la besó. Apenas una caricia, un segundo ya que aquel amor tan profundo era mucho más que pasión, era algo tan puro que solo aquello bastaba para hacerse saber lo mucho que se amaban.
Ella le miró con ternura… Aquel fue su tercer beso
-Por favor Inuyasha, nunca dejes de luchar por lo que quieres y sé muy feliz…
-¿Pero que dices, Kikyo!-y la asió del brazo como si temiera que se fuera- ¡Ahora voy a luchar por ti!
-¿Y Ahome? –al escuchar aquel nombre le soltó ligeramente el brazo-, no la vas a dejar sola, eso tú y yo lo sabemos muy bien…
Retiró con delicadeza la mano de Inuyasha de la suya, se acercó a él y se apoyó en su pecho, esperando el alba. El la abrazó. Aspiraba profundamente el suave aroma de sus cabellos, que a pesar de ser creados de huesos y barro seguía siendo el mismo, y acariciaba su cabeza con dulzura, hasta que el listón se enredó entre sus dedos y el largo y sedoso cabello de Kikyo quedo suelto. Ninguno durmió, ni dijeron nada en aquel lapso de tiempo, solo se abrasaron…
El cielo se aclaraba esparciendo luz sobre la oscura noche, el sol salió para los dos. Solo entonces se desprendieron. La mañana les reclamaba un adiós y ellos, parados uno frente al otro sujetado sus manos acordaron en silencio ceder a la realidad.
-Te deseo lo mejor, mi Inuyasha
-Siempre que pueda te pretejeré, aun cuando te niegues
-Eso no va a pasar… -Kikyo apretó por ultima vez sus manos y luego de desprenderse de ellas se dio la vuelta para seguir su camino.
Inuyasha solo la miraba alejarse, pero pronto se percato que aquella era la "despedida", el final de todo aquello que habían pasado… el final, y que no la volvería a ver. Un sentimiento entre desesperación e inquietud lo recorrió como un escalofrío y gritó emocionado:
-Kikyo, TE AMO!
Aquello había salido de lo más profundo de su alma. Aquellas palabras que había deseado decir desde que se reflejó en sus ojos por primera vez aquella hermosa mujer y que habían permanecido latentes esperando… Una espera que terminaba aquí y dejaba solo la deliciosa paz del desahogo. Aún cuando no esperaba respuesta la silueta lejana de aquella sacerdotisa se detuvo un momento, volteo sonriendo.
-Yo también… Te amo
Aquella fue la última vez que escuchó su voz, sabiendo que aquel momento lo llevaría en su memoria hasta el día de su muerte.
♦ ♦ ♦
Se quedó inmóvil durante horas, aunque en repetidas ocasiones sintió el deseo de correr tras ella, momentos en que pensaba "todavía puedo darle alcance", pero no debía dejarse llevar por el impulso, lo sabia. Era cierto. Anhelaba que tenerla junto a él y hubiese podido seguirla si hubiese tenido suficiente testarudez, pero algo lo detenía, palabras que le rondaban por la cabeza y que eran lo único que lo sujetaban al suelo:
"Las dos somos algo efímero"
-¡Aquí esta, Excelencia!
Era la voz de Sango, quien le apuntaba desde lejos con el dedo, mientras corría hasta él seguida del monje. Cuando llegaron hasta él comenzaron a hablar muy deprisa y haciendo ademanes exagerados, parecían enojados… No les prestó mucha atención, seguía mirando el horizonte sin escuchar lo que parloteaban. Al verse ignorados la exterminadora y el monje se molestaron aun más, pero Inuyasha parecía desconectado, y así siguió durante varios minutos mas hasta que se percató realmente que ellos estaban allí.
-¿Qué decían…? –preguntó distraído
-¿Dónde habías estado? –aunque la pregunta era absurda, pues todos lo sabían.
-Ah! Eso… - y siguió ignorándolos una vez mas.
Lo habían buscado toda la mañana, Ahome estaba muy mal… Pensaba que se había ido con Kikyo y había permanecido sentada en su extraño futón plegable llorando durante horas, con Shipo a su lado. Por primera vez desde que podía recordarlo Inuyasha no se sintió culpable por hacer sentir mal a Ahome, sino todo lo contrario. Se sentía feliz de que lo apreciara de aquella manera… Por alguna razón que no alcanzaba a precisar ahora miraba aquella muestra de cariño como algo agradable. Desde ahora no dejaría que nada ni nadie lastimaran a Ahome, ni siquiera él mismo.
Cuando volvió al campamento junto a Sango y Miroku miró como los ojos hinchados por el llanto de la colegiala brillaban al verlo, pero guardaban cierto dolor. Ni siquiera los reclamos de Shipo le molestaron.
-¿Cómo esta Kikyo? –preguntó enjugándose los ojos en un mal intento de disimular.
Como siempre, Ahome nunca andaba con rodeos. Pero ante esta pregunta Miroku y Sango se sintieron fuera de lugar y se alejaron discretamente jalando de la cola a Shipo que no entendía que podía tener de malo que Ahome le diera una buena regañada a ese tonto. En cambio Inuyasha no se inmutó, de ahora en adelante lo que concerniera a Kikyo se lo guardaría solo para él.
-Ahome… -dijo como respuesta- Todo el tiempo que dure nuestra búsqueda estaremos juntos ¿verdad?
Se quedó muda. No estaba segura de haber escuchado bien.
-eh... si, si…-contestó asintiendo repetidas veces, aunque aun estaba algo confusa
-Me da gusto
Se acercó a ella y se sentó a su lado sin verla, pues sabia que si lo hacia terminaría sonrojándose. Estaba dispuesto a seguir el consejo de Kikyo.
♦ ♦ ♦
Muy lejos de aquel lugar, en la aldea de la anciana Kaede muchos dijeron haber visto que una sacerdotisa visitaba la tumba de la antigua protectora de la perla de Shikon.
Kikyo había ido a su propia tumba
Allí se encontraron un arco y un carcaj lleno de flechas junto a un traje de sacerdotisa.
Las almas enfurecidas y tristes que habían mantenido con vida aquel cuerpo hecho de barro y huesos por fin encontraron paz bajo el cobijo que proporcionó el amor de Inuyasha. Ya no existía motivo por el cual sufrir. La venganza quedaba olvidada…
Así fue como se desvaneció por completo
lo que quedaba de la esencia de la sacerdotisa Kikyo
Fin
Notas de la Autora:
¡Valla! El primer fic que termino de publicar… Se siente bien. A este fic le tengo mucho cariño y estoy muy contenta de terminar de darlo a conocer. Lo empecé a escribir a se casi dos años y lo terminé en poco menos de una semana –y fue por que hacia tanto frió aquel inviernoque no podía aguantar mucho sin guantes-… Ahora solo puedo exhalar un suspiro de alivio y satisfacción.
Espero les haya gustado el final. Me agrada mucho la parejea de Kikyo/Inuyasha y definitivamente este fue un fic sobre ellos… a pesar del final. Me encantaría que me mandaran algún mensajito, critica, opinión, demanda… Lo que sea al respecto, pues me encantaría saber que les pareció.
Y claro! Este fic no seria nada sin los ánimos y los empujoncitos que me da usted, lector. Le agradezco infinitamente sus reviews:
the black Misao¡Gracias por tu review! Y creedme, te comprendo… A mi tampoco me agrada mucho Ahome. Por cierto… ¡Me encantaría que me dijeras que opinas del final!
Hada Azul¡Te lo agradezco! La verdad es que lucho contra un severo problema de gramática… Respecto a lo de crueldad… Considero que no podía dar mas de lo necesario.
Holly-san: Me encanta que te haya gustado y te doy las gracias por tu review… En ocaciones los mensajes que nos llegan de los lectores son el combustible del escritor, gracias! Ah! Y lo de la opción de reviews anónimos¡No tenia idea de que existiera esa opción!
