Capítulo 2

Alguien llamó a la puerta. Legolas y Gimli, ambos acomodados en las camas que se les habían asignado, intercambiaron una mirada. ¿Quién podría ser, que venía a estorbarles a esas horas, en medio de su reposo tras la agotadora batalla? Habían cerrado la puerta bajo llave a propósito.

"Abre tú."

"No, hazlo tú."

Volvieron a llamar a la puerta, esta vez con mucha más insistencia. Ninguno de los dos se movió.

"¡Gimli!.¡Legolas!.¡Si no me abrís la puerta ahora mismo os arrepentiréis por el resto de vuestras preciosas vidas!"

Legolas y Gimli dieron un salto al reconocer la voz de Aragorn, que a juzgar por el tono de su voz no se encontraba de muy buen humor. El elfo se levantó, corrió a la puerta y la abrió.

"¡Por Elbereth la Bella, Aragorn!.¿Se puede saber que te... qué es ESO?" - exclamó el elfo, dando un salto hacia atrás. Allí, en los brazos de Aragorn y envuelto cuidadosamente en harapos, había un hombrecito muy pequeño, mucho más pequeño que un hobbit, de carita redonda y suave, con una diminuta nariz y una boquita tan pequeña que Legolas dudaba que pudiera gesticular palabras; los ojos estaban cerrados, pero podía verle las manos diminutas, muy arrugadas y desde luego de veían muy frágiles también; casi no tenía cabellos en la cabeza, y los pocos que tenía eran muy rubios.

Aragorn se volvió al elfo, exasperado. "Esto, Legolas, es un bebé." - dijo con sarcasmo. Pero Legolas parecía más confuso aun, y hasta se le veía precavido y cauteloso, como si aquella inocente criatura le diera mala espina. Gimli se había acercado a ellos, y miraba al pequeño con una sonrisa en el rostro barbudo.

"¿De dónde lo has sacado, amigo?" - preguntó el enano, echando una ojeada más de cerca al bebé.

"Es una larga historia." - suspiró Aragorn, sentándose en un sillón, procurando no hacer ningún movimiento brusco que pudiera despertar al bebé. - "Me alegro de haberos encontrado aquí," - dijo, tras comprobar que el pequeño seguía profundamente dormido - "Tengo que ir a buscar algunas cosas para el niño. Legolas, tómalo y cuida de él hasta que yo vuelva.

De repente, Legolas pareció alarmarse. Es más, Aragorn y Gimli jurarían que vieron una luz de pánico en los ojos del elfo. Se echó atrás como acobardado.

"¡No! No podría...!

"¿Y por qué no?" - le preguntó Aragorn, sorprendido ante la reacción de su amigo. Legolas miraba al pequeño con inquietud en esos ojos azules.

"¿Y si...?.¿Y si se rompe?" - farfulló el elfo. Por gran vergüenza suya, Aragorn y Gimli se echaron a reír. Legolas bajó la mirada, sintiendo el calor subirle a la cara y llegarle a las orejas picudas.

"¿Romperse? No digas tonterías, Legolas... Anda, cógelo." - dijo Aragorn entre carcajadas, poniéndose en pie y haciendo ademán de entregarle el bebé. Pero el elfo, testarudamente, se apartó más, negando con la cabeza.

"Oh, por el martillo y las tenazas, dámelo a mí, Aragorn." - exasperó el enano, alargando sus brazos hacia el pequeño. Aragorn se lo entregó cuidadosamente.

"Volveré enseguida." - dijo en montaraz antes de salir y cerrar la puerta sin hacer el menor ruido.


Notas de la autora:

Vaya! recibí muchos reviews por un primer capítulo Muchas gracias a littleVampi, Athena Hiwlva, Rakkie.Tolkien, Lalwen Tinúviel, Kagome-Black, Ely, Sonia11, kalid, Usagi-cha, Davinci y VaniaHepskins!