Notas de la autora: Gracias a todos los que dejaron sus reviews! Usagi-cha, Lalwen Tinúviel, VaniaHepskins, Jawg, Kagome-Black, kidCat y Lara! Un abrazo para todas! XD
Me voy de viaje este fin de semana, pero espero que el mes que viene pueda centrarme más en mis otros fics.
Capítulo 3
Legolas observaba con los ojos muy abiertos al enano y a la nueva criatura. Gimli se había sentado sobre la cama con el bebé en sus brazos, la cabecita recostada contra su pecho. Desde que Aragorn había salido, Legolas les había estado observando con mudo asombro, pero sin atreverse a acercarse un poco más para mirarlos de cerca, guardando su distancia. Hasta que Gimli alzó los ojos y le llamó en un susurro, para no despertar al pequeño que dormía profundamente.
"Ven aquí, elfo. Siéntate a mi lado."
Al principio Legolas iba a protestar y ha quedarse en su sitio, pero la curiosidad lo venció: quería ver a aquella extraña criatura de más cerca. Casi tentativamente, Legolas se acercó y se acomodó al lado de Gimli, sobre la cama. Mirando por encima del hombro del enano, observó al bebé, aunque no podía ver mucho de él pues estaba bien envuelto en una manta. Sólo el pequeño rostro, relajado en un dulce sueño, asomaba entre los harapos.
Gimli sostenía y acunaba al bebé con mucha cura y talento, como si lo hubiera echo antes muchas veces. El pequeño parecía muy cómodo y contento en sus brazos.
"Cualquiera diría que nunca antes habías visto a un bebé." - dijo Gimli mirando a Legolas con una feliz sonrisa. Legolas observó que los ojos del enano brillaban con una calidez que no había visto antes. Ni siquiera en presencia de la Dama Galadriel.
Legolas se encogió de hombros. "Será porque nunca antes había visto a un bebé, Gimli." - respondió el elfo como si aquello no tuviera ninguna importancia.
"¿Qué?" - balbuceó el enano, incrédulo.
"En mi hogar no ha habido nuevos retoños desde hace muchos años, Gimli. En realidad, yo soy contado entre los más jóvenes."
"¡Pero cómo es eso posible!"
Legolas se encogió de hombros de nuevo. "Los elfos siempre hemos deseado concebir nuestros hijos en días de paz..."
Gimli asintió. Entendía a lo que Legolas se refería. Hacía muchos años que el mal se había instalado en el Bosque Negro, y al elfo no le gustaba hablar de ello.
"¿Cómo haces eso?" - le preguntó el elfo.
"¿El qué?"
"Eso. Sostener al bebé con tanta tranquilidad."
Gimli intentó no reír. "No es muy difícil." - dijo con una sonrisa - "Sólo se necesita un poco de práctica. Mi familia es muy numerosa, ¿sabes? Y he sostenido a todos mis hermanos menores y a mis primos."
Por un momento los ojos de Legolas brillaron. "Yo soy hijo único," - dijo, apenado - "Cuánto me gustaría tener una familia numerosa como la tuya."
Gimli decidió rápidamente cambiar de tema para alegrar el ambiente. "¡Pues bien! Esta es tu primera oportunidad de acunar a un bebé. ¡Cógelo!" - le invitó, ofreciéndole el pequeño. Legolas, que en esos últimos minutos había parecido más a gusto en la presencia del niño, volvió a acobardarse.
"No. Parece muy feliz en tus brazos." - dijo, moviendo sus caderas para sentarse ligeramente más lejos de Gimli. El enano resopló.
"Al menos tócalo."
El rostro del elfo se volvió lívido.
"¿Qué te pasa? Tócale. Así. ¿Lo ves? No muerde." - dijo el enano, acariciando las suaves mejillas del pequeño, que se movió suavemente y abrió la boca, bostezando. Cuando se volvió a su amigo, se encontró con una rara expresión en el rostro élfico. Legolas estaba tan blanco que parecía casi enfermizo, como si la aterrara la mera idea de tocar al bebé
"¿De qué tienes miedo, elfo?" - exasperó el enano.
"Yo no tengo miedo." - anunció Legolas fervientemente, pero mirando de reojo al pequeño de un modo poco convencible.
"Entonces tócale."
"Pero y si-- ¿y si se rompe?" - titubeó el elfo.
"¡No me vengas con eso otra vez! No se romperá. Tócale. Y verás como esta echo de un material más sólido de lo que parece."
Legolas tomó una bocanada de aire, como habiendo acabado de hacer una importante decisión y, dudando al principio, acercó una de sus largas manos. Estaba convencido de que le mero contacto de su mano iba a causarle dolor al pequeño, debido a la gran diferencia de tamaño y proporciones que había entre ellos. Se sorprendió cuando el bebé ni se inmutó al hacer contacto su dedo con la mejilla de éste.
"¿Lo ves?" - dijo Gimli - "No ha sido para tanto." - Acercó el bebé hacia Legolas para que le pudiera echar un mejor vistazo, y apartó ligeramente los harapos que lo cubrían.
"¡Tiene dedos en las manos! ¡Y pies!" - exclamó el elfo.
"Pues claro. ¿Qué esperabas? ¿Pezuñas?" - rió el enano. El elfo acariciaba ahora el rostro del pequeño, pasando su dedo por la frente, las mejillas y la pequeña nariz. Miraba las manitas del bebé con mudo asombro. Tan pequeñas. Tan arrugadas. Acercó una mano para tomarla cuidadosamente en la suya, pero cuando sus dedos rozaron la suave piel, la mano del pequeño rodeó uno de sus dedos, tomándole suave, pero firmemente. El sorprendido elfo cayó al instante en una profundo lazo con el bebé, pues la Hermosa Gente son dotados de fuertes emociones.
Legolas sonrió por primera vez desde que vio entrar a Aragorn por la puerta con un bulto en sus brazos.
"Ai, qué hermosa criatura. Estoy conmovido, Gimli."
Gimli sonrió. "Yo también."
Hubo un corto silencio.
"Crees que...¿Crees que podría sostenerle?" - titubeó Legolas. Gimli le miró con burlona sorpresa.
"¿Sostenerle?"
"Sí... Acunarlo." - dijo el elfo, bajando la mirada a sus propias manos, un poco sonrojado.
Gimli le miró con seriedad, mientras que en su interior se estaba partiendo de risa. "¿Crees que estás preparado para dar ése gran paso?" - dijo en tono serio, pero con un brillo de diversión en los ojos. - "¿Estás seguro?"
Legolas asintió casi imperceptiblemente, pero alargó sus brazos hacia el bebé, haciéndole saber al enano que quería tomarlo en su regazo.
