Hola a todos!

Lamento la demora, pero pasé por un breve bloqueo que por suerte se terminó.

Esta vez no respondo comentarios personalmente pero los AGRADEZCO INFINITAMENTE y sepan que los he leído a todos y me han encantado. No los respondo porque son las 5 am y como he estado atrasada en mis actualizaciones estoy apuradísima por subir esta historia (e ir a dormir!)

Espero les guste y no se olviden que pueden visitar mi pagina de profile para ver mi fanart de este fic!

Ikijigoku: El infierno en la tierra
Capitulo 10: El caos comienza

Ruidos, cantos, platos chocando, Sanosuke pidiendo una ronda más de arroz a gritos, Misao preguntando por Aoshi, Kaoru y Yahiko tirándose de sus ropas mientras se miran con ojos malignos, Kiriko sorbiendo té calladamente, Shiro y Kenji compitiendo la fuerza de sus brazos el uno contra el otro con los codos apoyados en la mesa.

El pelirrojo sonrió al entrar a la habitación y encontrarse con la familiar escena que era típica en el almuerzo de la Aoiya, el único que parecía fuera de lugar era su maestro, quien ante tanto ruido estaba refugiado en la esquina más alejada de la habitación murmurando cosas no muy bonitas mientras Omasu le servía sake para calmar al irritado hombre.

Todo sería muy normal, sino fuera porque los oniwabanshu tenían a dos de sus más nuevos miembros posicionados estratégicamente rodeando el edificio. El hogar de los ninjas estaba vigilado las veinticuatro horas lo que les permitía a los residentes en su interior vivir una especie de tranquilidad aunque fuera ficticia.

Con una sonrisa Kenshin se sentó junto a su maestro, y el hombre mientras tanto le miraba malignamente.

Cuando el morocho de algunas canas finalmente se hartó de que su alumno sonriera estúpidamente de esa manera le arrojó un platillo de sake que noqueó al pobre pelirrojo que con un "ORO!" calló hacia el costado.

"Patético... todo mi entrenamiento ha ido a la basura si no puedes esquivar eso" susurró Hiko mientras tomaba otro plato y lo colocaba frente a la mujer a su lado.

Kenshin se incorporó frotándose la sien y al mismo tiempo quitando pedazos de loza de su cabello "Shishou, es la tercera vez en dos días... no es muy cortes con nuestros anfitriones romper la loza de esa manera... no no lo es".

Hiko pareció incrementar su tamaño diez veces mientras su ex alumno pareció encogerse "Quien crees que fabrica la loza que hay aquí, hmm? BAKA"

"De cualquier forma Shishou... porqué me golpeaste esta vez?" Kenshin sonreía nuevamente su sonrisa desentendida.

"Porqué? Porque no puedo creer que soportes esto todos los días! Con razón pareces estupidizarte con los años" masculló Hiko cruzándose de brazos.

"No le hagas caso otou-chan" dijo Kiriko con una sonrisa mientras se sentaba entre medio de los dos hombres "Ojii-san está de mal humor porque se le terminó su sake favorito. Ne ojii-san?". Hiko abrió los ojos grandes como dos platos, su nieta adoptada le había leído a la perfección. Sería que con los años el se había vuelto evidente en sus actos? No, Hiko quitó ese ridículo (para él) pensamiento de su cabeza y concluyó lo mas obvio, Kiriko era excelente leyendo a las personas.

"Hmp" simplemente dijo Hiko "este sake de tercera que hay aquí me da dolor de cabeza... Baka-deshi!" gritó en dirección a Kenji. De todas formas Kenshin no pudo evitar sobresaltarse muy levemente al escuchar la estruendosa voz que le había atormentado desde que era un pequeño niño.

Kenji levantó la vista tranquilamente, de haber sido su padre en la misma situación tantos años atrás, el joven Kenshin hubiera tenido que salir corriendo ante el comando de su maestro a cumplirle las órdenes obedientemente.

Kenji no sentía el mismo temor-respeto que su padre en esa época, pero aún así, Shishou era Shishou y contemplaciones cariñosas de "nieto" o no, Kenji tenía que cumplirle. El muchacho se levantó y fue hacia el hombre de la capa

"Hai Shishou?" dijo expectante.

Hiko hizo una mueca casi decepcionado por la falta de temor que impartía en su estudiante más joven "Ve a la tienda de siempre a traerme el sake que ya sabes" el morocho metió la mano en el gi y sacó una bolsita, se la arrojó al muchacho que la atrapó sin dificultad.

"Quédate con el cambio" dijo. Kenji abrió los ojos sobresaltado, sabiendo que en la pequeña bolsa de tela azul había más que para una jarra de sake.

"er... Shishou... es demasiado..." dijo Kenji no queriendo aceptar tanto, mucho menos frente a su padre que sabía que desaprobaría tan excesivo regalo.

"Me estas cuestionando?" dijo el hombre levantando una ceja amenazadoramente. Al muchacho le salió una gotita y sacudió las manos frente a él "Iie iiee..." rió nervioso.

"Bien, si te parece demasiado llévate a tu hermanita y cómprale algo lindo, un lindo moño o algo, no sé, algo para una mujercita" dijo dando vuelta la cara mientras cruzaba los brazos.

Kiriko sonrió de lado a lado "Arigatou jii-san!" felizmente abrazó al hombre por el cuello. Antes de que Hiko protestara se separó de él.

"No demoren demasiado... no sabemos que esperar del enemigo" dijo un poco preocupado Kenshin.

Sus hijos asintieron y en eso apareció Shiro "Yo voy con ustedes"

Misao levantó la cabeza desde donde estaba y habló en dirección a su hijo "Bien, pero no te vayas desarmado".

Los tres jóvenes colocaron armas en sus cinturas y pronto salían del establecimiento.

"Aww, que mal que Seijurou-san decidió que baka enana tenía que acompañarte ne? Sino podríamos encontrar fines mucho más divertidos para el dinero extra"

Shiro tenía una sonrisa de lado a lado.

Kenji asintió levemente, no era que le molestara tanto su hermana, pero de haber salido solo con Shiro podrían haber gastado el dinero en... bueno en esos pergaminos que a él y a su amigo les gustaba comprar.
Kiriko caminaba detrás de los muchachos, mirando el suelo mientras lo hacía, molesta con Shiro por acaparar la atención de su hermano.
El camino siguió silencioso, la tienda que Hiko frecuentaba quedaba muy lejos del otro lado de la ciudad y los muchachos estaban concentrados investigando los alrededores, cuidándose de un posible ataque.

"Vas bien ahí atrás?" dijo Shiro de pronto colocando sus manos en la nuca mientras se estiraba.

Kiriko no le contestó.
"Bien, acostúmbrate, así te sirve de entrenamiento cuando seas esposa de algún pobre infeliz".

Kiriko apretó los dientes molesta y empezó a repetirse como un mantra
'No usar Mitzurugi Ryu para peleas sin sentido'
'No usar Mitzurugi Ryu para peleas sin sentido'
'No usar Mitzurugi Ryu para peleas sin sentido'

Cuando se calmó una respuesta pudo procesarse en su cerebro "Ni tu madre ni la mía respetan esa estúpida tradición" dijo la pelirroja sintiéndose triunfal. Nunca en su loca vida caminaría cinco pasos detrás de ningún hombre, y como enfatizando su punto caminó hacia delante de los muchachos.

"Ahora quién sigue a quien, mhh?"

"Ahora vas a ver!" Shiro salió corriendo de tras de Kiriko que corría a gran velocidad mientras reía divertida. La cantidad usual de gente en las calles de Kyoto dificultaban la persecución.

Kenji miró al cielo como pidiendo ayuda "HEY ESPERENME Y DEJEN DE COMPORTARSE COMO NIÑOS!"

Siendo el mayor del grupo al pobre Kenji siempre le dejaban a cargo y terminaba haciendo de niñera de su hermana y amigo. Salió corriendo detrás de ellos mientras maldecía a los dos.

xx xx

Cuando el golpeteo de las alas de una de las palomas mensajeras hizo eco en el techo del local todos los corazones de los ocupantes saltaron en sorpresa, el momento que todos habían esperado los últimos días había llegado. Buenas noticias era lo último que esperaban recibir en uno de los mensajes.

Misao corrió escaleras arriba para tomar el mensaje, mientras Kenshin maldecía su suerte, sabiendo que faltaba mucho para que sus hijos retornaran de la tienda de sake. Pronto la okashira bajó las escaleras, su apuro reflejado en el golpeteo constante de sus tabis en el piso de madera, mirada determinada mientras el papel estaba apretado fuertemente en su puño.

"Shishio se dirige hacia Kyoto con una gran partida de hombres, al menos mil quinientos, tienen caballos, lanzas y armaduras entre ellos"

"MIL QUINIENTOS!" dijo Sano sobresaltado.

"Misao-dono, cuánto falta para que lleguen a Kyoto?" Si Kenshin quería ocultar que estaba preocupado no lo logró muy bien.

Misao pareció contemplar la pregunta un par de segundos "El mensaje fue enviado por uno de nuestros miembros desde un pueblo a una hora de aquí".

Kenshin y el resto del grupo asintieron..

"Muy bien minna!" dijo Misao en un tono comandante que dibujó una pequeña sonrisa en su marido, Aoshi acababa de aparecer vestido en su completo uniforme azul de ninja. "Ya saben lo que hay que hacer!".

"HAI!" gritaron los miembros del oniwabanshu en respuesta. Pronto la Aoiya se convirtió en el cuartel general que realmente era y cientos de palomas partieron llevando mensajes a los muchos miembros del clan, incluso a aquellos que no eran activos excepto en tiempos de necesidad.

Kaoru no entró en pánico, no estaba en su naturaleza, pero sus ojos nerviosos de madre preocupada pronto encontraron a los violetas de su marido. Kenshin le devolvió la mirada preocupada pero pronto manejó a dibujar una pequeña sonrisa. "estarán bien" murmuró desde el otro lado de la habitación, y aunque la morocha no lo escuchara directamente las palabras llegaron a su corazón. Por ahora sería suficiente.

"Tengo que ir donde Saito" dijo Kenshin mientras de costumbre chequeaba su sakabatou una vez más "En caso de que algo así sucediera ya teníamos un plan designado" anunció.

El resto del grupo le rodeó en silencio, sabiendo que tal vez esta sería la última vez que estuvieran todos reunidos en esa habitación.

"Por supuesto sabrás que iré contigo" dijo Sanosuke dando un paso adelante y golpeando sus puños entre ellos.

Kenshin sonrió levemente "No lo tendía de otra forma Sano".

"No piensas dejarme atrás tampoco" el autoproclamado samurai de Tokio dio un paso hacia delante mirada quemando en los ojos de su mentor.
Finalmente para el muchacho había llegado la hora de demostrarle a todos que era un hombre, que podía pelear junto a Himura Kenshin sin ser protegido como el niño que había sido tantos años atrás.

Kenshin miró a Yahiko sosteniéndole la mirada centímetro a centímetro, pero luego los ojos violetas viajaron rápidamente a la figura de su esposa, y Yahiko entendió, por una parte su mentor quería que se quedara atrás, cuidando de Kaoru. Para el muchacho era un sentimiento comprensible, ya que él sentía que la mujer era como su hermana y nunca permitiría que nada le sucediera. El muchacho se encontraba en una encrucijada, en parte enfadado con Kenshin por pedirle tal cosa.

La batalla de voluntades fue detenida cuando Kaoru leyó las intenciones de los dos hombres más cercanos a ella, poniendo mirada determinada dijo "Soy la maestra de Kamiya Kasshin y como tal, mi mejor estudiante tiene que representarme en la batalla mientras yo ayudo a proteger la Aoiya" su tono no daba lugar a discusiones.

Yahiko asintió, aliviado en parte porque la decisión fuera sacada de sus manos, Kenshin no se veía tan feliz.

"Daijoubu" dijo Kaoru sonriendo.

Rompiendo toda la atmósfera la presencia del ex okashira obtuvo la total atención cuando colocó un pie dentro del círculo de amigos "Himura, yo iré con ustedes, confió que los demás miembros del oniwabanshu serán suficientes para proteger la Aoiya" el morocho miró firmemente a su mujer que asintió.

Hiko cansado de ser ignorado se incorporó desde el lugar en su rincón donde había estado observando lo que él denominaba como "un melodrama de bajo fondo". Moviendo su capa para aumentar el efecto e imponer su presencia su voz profunda dominó ante todas las presentes "Será una molestia, pero mientras esté aquí no puedo permitir que destruyan el maldito lugar. Y ahora Kenshin" en esto el pelirrojo se sobresaltó, si su maestro usaba su nombre era porque la situación era lo suficientemente seria "deja de lucir tan patético parado allí como un cachorro abandonado y ve" bueno, ya era demasiado pedir que dirigiera más de dos oraciones sin insultarle.

Kenshin le sonrió y suspiró, inclinando la cabeza muy levemente pero lo suficiente para que su maestro supiera que estaba agradecido.

"Me preocupan los muchachos" dijo Misao parándose en la puerta del establecimiento y mirando entre los transeúntes que paseaban totalmente ignorantes del peligro inminente.

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"GOMEN NASAI OBAA-SAN!" gritó cuando se disponía a levantar una pobre viejecita que se le cruzó mientras perseguía a Kiriko y Shiro.

A Kenji no le quedaban palabras para maldecir, incluso había utilizado un par en inglés. "Malditos mocosos..."

Kiriko perdió su risa cuando miró hacia atrás y sólo pudo ver oleadas de gente. Un mar de colores que eran los kimonos le bloqueaban la vista y su corta estatura no le permitía ver mucho.

Suspiró pensando en lo tonta que había sido y pateó la tierra levemente con su sandalia abriendo al mismo tiempo sus sentidos para detectar a su hermano. Si estaba cerca el Kenki de Kenji le indicaría el camino como una especie de cordón invisible.

Nada... no sentía nada, la interferencia de las personas en sus problemas diarios, la abundancia de auras a su alrededor y una nueva sensación como de peligro inminente que empapaba el ambiente no le permitían posicionar al otro pelirrojo. Suspiró nuevamente rascándose la nuca mientras sus ojos alertas seguían buscando rostros familiares y su cerebro pensaba en como salir de la situación.

Kenji por supuesto también estaba utilizando su sexto sentido para localizar a su hermana y amigo, pero parecían no encontrarse muy cerca. Algo le oprimió la boca del estómago, una sensación que en su corta vida ya había aprendido a identificar como peligro. Pero por mas que lo intentaba no podía apuntarlo a ningún lado, simplemente el peligro parecía empapar el ambiente.

Cuando llegó a una encrucijada en el camino, donde de cuatro calles distintas fluían transeúntes Kenji concluyó que había perdido a su hermana oficialmente. Si no la encontraba su madre no estaría feliz y su padre le miraría con esos ojos desaprobatorios que eran peores que cualquier rezongo de Kaoru. Volver a la Aoiya con las manos vacías no estaba en sus planes.
Shiro no le preocupaba tanto, después de todo el joven había vivido toda la vida en Kyoto y conocía la ciudad muy bien, en cambio su hermana no, y eso, junto con la sensación de peligro le ponían muy intranquilo.

Decidiendo que no se daría por vencido tan rápidamente tomó una dirección al azar y comenzó a correr por la calle mientras esquivando gente gritaba el nombre de su hermana.

Kenji tuvo que parar abruptamente cuando un kunai le cortó el paso, si no lo hubiera detectado el afilado y pequeño cuchillo que había venido desde arriba le hubiera quitado algo más que unos cabellos.

Levantó la mirada hacia el techo de un establecimiento y tal como lo había predicho vio a Shiro haciéndole un signo de la victoria parado sobre el tejado. Pesadamente el muchacho desenterró el arma de la tierra y miró a su amigo que ya había saltado junto a él.

"Planeabas matarme?" dijo Kenji devolviendo el kunai mientras levantaba una ceja molesta.

Shiro sonrió un poco "vamos, los dos sabemos que puedes detectar eso y más".

Iba a continuar discutiendo el tema cuando una preocupación mayor a las bromas homicidas de su mejor amigo tomaron lugar en su mente "Kiriko?" dijo simplemente.

"Baka enanana se perdió en la multitud, subí al techo a ver si la podía ver, pero no hubo suerte".

La conversación de los dos jóvenes fue interrumpida cuando vieron una bandada de palomas pasar por sobre sus cabezas. Shiro se sobresaltó "Kenji, son las palomas de emergencia! Algo terrible debe estar sucediendo en la Aoiya!"

"KUSO" susurró el pelirrojo, intentando decidir que hacer "No te separes de mí, busquemos a Kiriko unos minutos más... sino la encontramos volvamos a la Aoiya, confío que ella hará lo mismo"-

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Kiriko buscó a su hermano y a su archi-enemigo durante unos minutos más, había visto las palomas en el cielo y las identificó como aquellas que utilizaban los oniwabanshu, automáticamente haciéndola preocupar. A pesar de sus esfuerzos no pudo encontrar rastro de los dos muchachos y luego de unos cuantos minutos decidió volver a la Aoiya, pensando que sería la decisión más razonable.

Se encontró en una encrucijada de calles y se paró allí, mirando a la gente pasar mientras pensaba cual era la dirección correcta

"Anou de gozaru Obaa-san..." dijo amablemente a una viejecita que pasaba. La mujer la miró un instante y al siguiente pareció echarse a correr, porque con una mirada de pánico desapareció en la multitud murmurando algo que sonaba como 'muchachos pelirrojos demoníacos engendros del diablo'.

La joven se rascó la cabeza y se encogió de hombros, luego de preguntar a varias personas finalmente alguien le prestó la atención suficiente y le indicó el camino al distrito de Juuban, donde Kiriko sabía que se encontraba la Aoiya.

Pero antes de que pudiera echarse a caminar ruidos de silbatos y gritos sobresaltaron su atención. Por una de las calles una gran patrulla de policías se hacían camino diciendo que Kyoto había entrado en ley marcial y que los ciudadanos que no podían huir de la ciudad debían quedarse en sus casas.

Instantáneamente la gente empezó a entrar en pánico, a cerrar los negocios y a correr por la calle. Luego de los horribles eventos vividos en Kyoto tantos años atrás, ni siquiera los habitantes más jóvenes que no los habían presenciado escapaban a ser presas del miedo y la desesperación.

Pronto Kiriko se vio empujada y pechada por un mar de gente a la que poco le importaba una niñita sola.

Sin que ella lo supiera, y a poca distancia de allí su hermano y Shiro tenían un problema similar "No te separes de mi Shiro!"

"Hai!" gritó el morocho.

Las oleadas de pánico que se podían percibir de las personas eran un impacto sensorial muy grande y Kenji buscaba a sus alrededores frenéticamente cualquier signo de una mancha colorada.

De pronto Shiro le gritó a su amigo y Kenji tuvo que levantar la vista para encontrarlo, sonrió por la buena idea del ninja en entrenamiento y pronto los dos jóvenes saltaban de techo en techo mientras buscaban en las calles.

'algo terrible debe estar sucediendo... finalmente el enemigo se está moviendo' pensó Kiriko apretando su Sakabatou. No lo analizó más, y como pudo, a empujones mientras pedía disculpas por los mismos se hizo camino calle abajo en dirección de su hogar temporal.

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No quedaba más que irse, los preparativos estaban hechos y Kenshin sabía que Saito lo esperaría en el punto acordado.

"Ikku de gozaru" dijo firmemente mientras se dirigía a la puerta. Sus acompañantes Sanosuke, Yahiko y Aoshi asintieron mientras junto a él salían del lugar.

Kenshin no quería mirar atrás... realmente no quería hacerlo, si lo hacía sabía que la mirada de Kaoru le rompería el corazón... si lo hacía sabía que su determinación se derrumbaría en mil pedazos, pero por supuesto la voz melódica que tanto amaba le hizo parar en seco.

"Kenshin..." dijo ella 'Sonrié Kaoru... sonríe, Megumi-san dijo que esa era la mejor medicina para él... entonces onegai... kami dame fuerzas'

Y fue en medio de esos pensamientos de Kaoru cuando sus ojos se cruzaron y Kenshin fue recibido por una sonrisa que podría iluminar la más oscuras de las noches.

"Te estaré esperando Kenshin..." dijo ella aún con su sonrisa, y sin embargo una lágrima salió de uno de sus ojos, silenciosamente dejando un húmedo camino en su mejilla.

Kenshin asintió y mientras lo hacía una mata de tupido cerquillo colorado cubrió sus ojos "Hai..." susurró, pausó un momento que pareció durar una eternidad "dile a los niños... diles..."

"Lo saben... pero se los diré" dijo ella sin perder la sonrisa.

Kenshin volvió a asentir y enderezando su postura sin agregar más palabras se alejó junto con sus compañeros, siluetas desapareciendo bajo ese sol de otoño que parecía no calentar los corazones.

Kaoru sintió una mano en su hombro y volteando su rostro levemente encontró la cálida mirada de su mejor amiga "Estarán bien..."

"Hai..." suspiró Kaoru 'Kenshin... sé que no quisiste prometérmelo cuando te lo pedí... pero onegai, retorna a mí... onegai...'

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Kenji no podía seguir perdiendo el tiempo, corría hacia la Aoiya seguido de su amigo mientras bajo él la gente seguía fluyendo en pánico, oficiales de policía guiándoles desesperadamente como si fueran ganado al matadero.

Ya habían llegado al distrito número diez, lugar donde residía la Aoiya y para asombro de los dos muchachos vieron que todos los caminos estaban bloqueados por una fuerte custodia policial.

No que les importara demasiado, ya que el viaje de techo en techo si bien era cansador ponía pocos obstáculos. Escucharon los gritos y reclamas de algunos oficiales, diciéndoles que ese era territorio prohibido y que retrocedieran, naturalmente ignoraron esas órdenes y con gran agilidad siguieron su trayecto hacia la base ninja.

Kiriko no tuvo tanta suerte, no que no se le hubiera ocurrido saltar a un techo y tomar un atajo, podía hacerlo, pero su baja estatura haría que la hazaña le costara energía que no sabía si podía desperdiciar.

Finalmente a empujones y pura fuerza de voluntad llegó al distrito diez, solo para ser detenida por una barricada policial.

"Pequeña, será mejor que busque a sus padres y se refugie ahora, que no escuchó que Kyoto está bajo ley marcial?"

"Hai, sr policía-san, es que verá, vivo en este distrito" dijo apuntando en dirección más allá del policía.

El hombre de uniforme azul completo hasta con gorrita la observó unos momentos, no podía decir que la niña estaba mintiendo, pero nunca había observado una muchacha así, parada frente a él como si tuviera gran altura en lugar de llegarle por arriba de la cintura, una katana asegurada confidentemente en las cintas de su hakama azul.

"Si vives en este distrito lo siento por ti, está marcado como el de más riesgo de todos y los ciudadanos están prohibidos de ingresar a él bajo ningún concepto. Además, vete antes de que te arreste por llevar armas ilegales". El policía le miraba firmemente esperando descorazonarla.

"Es que no entiende! Puedo ayudar... además..." la pelirroja sacó un papel que estaba asegurado en un bolsillo dentro de su gi blanco.

El policía lo miró con ojos abiertos como platos al reconocer el apellido. Himura, y el sello de Yamagata en el papel.

"Eso te excusa el arma jovencita, pero tengo estrictas órdenes del capitán, no puedo dejar pasar a nadie. Sumanai Himura-san" dijo inclinando la cabeza levemente.

Kiriko suspiró en frustración, tenía que pasar a cualquier costo "Entonces exijo ver al capitán" su voz firme y confidente no pudo evitar que un par de policías rieran divertidos.
El uniformado sonrió amablemente "Lo siento señorita, pero nadie puede ver al capitán en este momento"

"No lo entiende, tengo que pasar! Puedo ayudar!"
Ante estas palabras todos los presentes (algunos civiles que habían parado sus reclamos para curiosear) comenzaron a carcajear. Kiriko arrugó la nariz.

"MOU!" dijo golpeando el piso con su piesito. "Qué es lo que se requiere para ver al capitán?"

El policía suspiró "Ya se lo dije, lo siento pero no la puedo dejar pasar"

Un joven policía que se encontraba detrás dio un paso adelante, flexionó las rodillas apoyando sus palmas sobre éstas, agachándose lo suficiente como para mirar a la niña a los ojos, llevaba una espada en la cintura, estilo occidental.

"Vamos Souta, que dices? Un pequeño duelo con la chiquilla, si gana la dejamos pasar ne?"

El mencionado Souta, el policía que hubiera hablado con Kiriko hasta el momento suspiró "Kojiro... siempre buscando una excusa para lucirte, este no es el lugar ni el momento... y ahora jovencita, vete antes de que nos causes más problemas" el policía estaba perdiendo la paciencia.

"Iie" dijo ella, ojos volviéndose dos líneas, órbitas violetas brillando.

"Que niña más valiente! Aceptas el reto entonces!" dijo Kojiro felizmente .

"No desgraciaré mi estilo desenvainando en una pelea sin sentido como esta" dijo Kiriko dando un paso al frente. "Pero si para pasar tengo que vencerte lo haré".

El obviamente autoconfidente policía colocó una mano en su mentón y con una sonrisa divertida dijo "y como piensas vencerme sin desenvainar mmhh?"

Kiriko lo observó durante unos momentos, su mente trabajando rápido, los resultados del análisis aparecieron rápido en su cabeza
'postura débil, necesidad de lucirse, espada occidental o sea que su golpe será largo y lento, no querrá matarme porque es policía entonces buscara distraerme y luego golpearme con una patada o la empuñadura'

Kiriko sonrió y se puso en la clásica postura de Kamiya Kashiin, una rodilla flexionada delante de la otra, hombros en alto, Sakabatou aún envainada levantada frente a ella. Seis años de entrenamiento hacían su estancia perfecta.

"Postura de dojo! Que tierno!" dijo el policía.

"ven," dijo ella calmadamente "y te mostraré que tierno es mi golpe" para entonces un pequeño círculo se había formado alrededor del par.

Todo terminó muy rápido, el hombre se lanzó hacia ella manos sobre la cabeza sosteniendo la empuñadura como si fuera una herramienta para arar la tierra. Al grito de "KYAA!" la sakabatou envainada de Kiriko golpeó con el abdomen del hombre que cayó de rodillas.
Hasta la propia pelirroja quedó impresionada, había leído mal a su enemigo y éste era peor de lo que pensaba, el pobre se tomaba el abdomen mientras sus compañeros miraban con ojos abiertos aquella extraña escena.

Kiriko sonrió su sonrisa infalible, ojitos cerrados con labios curvados de lado a lado, patentada original de Himura Kenshin pero ella tenía derechos de uso por ser heredera directa.

"El capitán por favor" dijo sin perder la sonrisa. "Ohh... y Kojiro-san?" dijo refiriéndose al policía en el piso "cuando quiera pase por el dojo Kamiya en Tokio y le daré un par de lecciones gratis".

El hombre apretó una mano en rabia, sus compañeros rieron sueltamente.

x x x x

Casi sin aliento los dos adolescentes llegaron al hospedaje conocido como la Aoiya, en la puerta dos hombres jóvenes en sus mediados veinte vestidos en sus uniformes azules de ninja hacían guardia.

Inclinaron la cabeza en respeto cuando vieron al hijo de la okashira ingresar, Shiro apenas devolvió el gesto, mas apresurado que nadie por entrar y averiguar porqué las manzanas que rodeaban su hogar estaban vacías.

"Kiriko-chan? Está aquí?" dijo apresuradamente el joven Shinomori a su madre, la primer persona que vio cuando entró en el lugar.

Kenji escaneó la habitación y rápidamente, su vista y sus sentidos dieron cuenta de quien faltaba

"Otou-san?" dijo mirando a Kaoru, quien ya estaba vestida en su uniforme de kendoka.

"...al frente de batalla... junto con Sanosuke, Aoshi y Yahiko. Kenji... y tu hermana?" Kaoru estaba preocupada pero antes de entrar en pánico esperó una buena respuesta.

"Quieres decir que no volvió?" decía Shiro en ese mismo momento "KUSO; esa chibi enana!" el muchacho golpeó una pared con la mano.

"Nos separamos en el mercado... y no la pude encontrar, pensé que iba a volver sola" dijo Kenji rápidamente.

"Kami-sama, es un loquero allí afuera... quien sabe que le puede pasar" dijo Kaoru "KENJI PORQUË LA DEJASTE SOLA!" reclamó como naturalmente lo haría cualquier madre.

Kenji dio un paso atrás ante la mirada de su madre "Lo siento okaa-san, la busqué, de veras, pero confié que podía retornar sola"

"Sumanai Kaoru-san... ha sido mi culpa" dijo Shiro inclinando la cabeza y esperando salvarle el pellejo a su mejor amigo.

Kaoru suspiró "Aún así, Kenji esta a cargo cuando salen solos, él lo sabe muy bien" dijo la mujer.

"Oi Mujer" dijo Hiko apareciendo "Ten un poco de fe en la baka-deshi de mi baka-deshi, la niña estará bien".

"Sumanai okaa-san..." dijo Kenji luciendo avergonzado, luego, sin perder más tiempo corrió escaleras arriba, dejando a todos los de la habitación mirando el lugar vacío que el joven ocupara unos momentos antes.

Kenji retornó con sus protectores de antebrazos de cuero colocados, otro par guardado en un saco asegurado a la derecha de su cintura, opuesto a su sakabatou.

Mirada determinada...

"Adónde piensas que vas?" dijo Kaoru colocándose entre su hijo y la puerta del lugar.

"Al frente, con otou-san" su voz pedía disculpas, pero su mirada no.

"Iie jovencito, esperamos un ataque pronto y lo último que necesita tu padre es preocuparse por ti también. Además, me pidió que ustedes dos no abandonaran la Aoiya".

Kenji bajó la cabeza, cabello ocultando sus ojos, Kaoru ensanchó la vista cuando un fuerte dejabou pasó por su mente, llenándola de miedo, porque sabía cual era la decisión de su hijo.

"Sumanai de gozaru okaa-san..." levantó la vista y ojos azules determinados le miraban, eran los mismos ojos que habían seguido a un rurouni desde Tokio hasta Kyoto, y Kaoru entendió.

"Kenji..." susurró la mujer en un intento de que su hijo se quedase ".. tu padre quería que supieras que..."

"Me lo puede decir él mismo cuando me vea, ne?" el muchacho sonrió y le colocó una mano en el hombro a su madre,

"Hai" dijo Kaoru sonriendo más para confortar a su hijo que de sentimiento genuino.

"Shishou..." dijo Kenji dando media vuelta en dirección al hombre y mirando a su maestro con grandes ojos suplicantes.

"Tu padre ya luce patético por los dos de ustedes, así que no hay necesidad de que tú también lo hagas" dijo Hiko cruzándose de brazos, capa acompañando el movimiento.

"Hai, arigaotu" dijo el muchacho inclinando la cabeza levemente. Ya casi ponía un pie fuera de la Aoiya cuando escuchó

"Matte Kenji!" su mejor amigo.

"Shiro" dijo el pelirrojo mirando al muchacho de ojos acuamarinos " necesito que te quedes aquí y protejas la Aoiya por mí... y si no encuentro a Kiriko junto a mi padre... como supongo que lo haré"

cuando escucharon eso Misao y Kaoru que estaban escuchando cada palabra se sobresaltaron, ojos ensanchándose.

"Si no encuentro a Kiriko" continuó Kenji "y ella vuelve aquí, protégela por mi"

"Hai" Shiro asintió y los dos muchachos estrecharon la mano, no al estilo occidental sino mas bien un apretón de hermanos, chocando miradas mientras lo hacían.

"Bien... me iré ahora..." Si seguía perdiendo el tiempo tal vez sería muy tarde, pensó.

"Oi Baka-deshi"

Kenji se detuvo a solo dos metros de la puerta al escuchar la voz, vio a su maestro parado junto a su madre (Kaoru tenía varias lágrimas recorriendo su rostro, lo que rompió el corazón del muchacho).

"Dile a Kenshin que no olvide... que la voluntad de vivir es más grande que nada"

"Hai Shishou... y gracias"

corriendo bajo el sol en la misma dirección que más temprano tomara el otro Himura, el joven Kenji desapareció a lo lejos, perdiéndose en el camino. Kaoru cayó de rodillas, la dura realidad golpeándola tan fuerte que por los cinco minutos que duró su llanto decidió dejar de pretender y simplemente ser una mujer que temía por la vida de su familia.

x x x x

Kiriko se horrorizó de la vista que la recibió. Poco después de atravesar la línea policial y doblando una esquina logró ver una turba de hombres armados luchando con la policía. La escena le partía el corazón ya que sabía que los hombres de ambos bandos eran inocentes, lo percibía en los kenki dobles de los atacantes.

El policía que la acompañaba se maldijo por permitir que la pequeña presenciara la escena y tomándola del brazo poco gentilmente la llevó dentro de un edificio que Kiriko reconoció como una estación de policía.

Dentro era todo caos mientras los agentes tomaban armas y municiones y se preparaban a unirse con sus compañeros luchando fuera, sub oficiales gritando órdenes.

Souta, el policía que acompañaba a la pelirroja la guió hasta el fondo del lugar, donde golpeó una puerta con urgencia. Hubiera ganado el duelo o no, no podía permitir pasar a la pequeña, pero algo en esa niña pelirroja de singulares ojos le había llamado la atención, y presumió que su papel era importante, no sólo por el nivel habilidad demostrada en el breve combate, sino también por el extraño edicto del Ministro Yamagata que llevaba consigo, y finalmente el apellido.

Del otro lado de la puerta se escuchó una voz fría que Kiriko reconoció "adelante" dijo.

Entró y lo primero que vio fue a un hombre muy alto de espaldas, delgado pero de espalda ancha, cabellera negra engominada hacia atrás.

"Más vale que tengas una buena excusa para interrumpirme" habló el hombre alto.

Souta tragó saliva "Capitán hemos encontrado a esta pequeña en..."

Saito suspiró en molestia, "Puedo percibir a quien tienes ahí a cien metros de distancia... vete, yo me encargo"

Sorprendido Souta hizo una pequeña reverencia y salió de la habitación contento de haber enfrentado al lobo y salir intacto de la hazaña.

Dejando bruscamente los papeles sobre la mesa Saito se dio vuelta y miró hacia abajo, encontrándose con dos intensas órbitas violetas.

"Ahora sé que el karma existe" dijo mientras se encendía un cigarrillo.

"Yo también estoy feliz de verte, Saito" dijo-

"Oi, más respeto a tus mayores quieres, es que el Battousai no te enseñó nada chibi-Tanuki?" el hombre decía esto mientras daba vuelta su escritorio, mirando unos papeles mientras parecía ultimar detalles, de qué cosas, no quedaba claro.

"GRRRR" Kiriko apretó los dientes "No soy tanuki! Y no soy CHIBI!"

Golpeteando su cigarrillo para que cayeran las cenizas Saito sonrió su sonrisa depredadora "Para mí lo eres..."

La mano de Kiriko se acercó automáticamente a la empuñadura de su katana y Saito tuvo que levantar una ceja, realmente divertido "Guarda el juguete para más tarde niña, seguro que lo necesitarás. Y ahora explícame que hace tu escuálida persona en mi oficina".

"Necesito llegar a la Aoiya inmediatamente, pero no me han dejado pasar"

"No puedo permitirte el paso, la invasión comenzó, para estas alturas la Aoiya debe estar rodeada"

"Oh no!" dijo Kiriko ojos grandes y anchos en horror. "Tengo que ir!"

Calmadamente Saito tomó una larga pitada y se levantó "Imposible, por mucho que disfrute de atormentar al Battousai no puedo permitir que corras ese riesgo... no te preocupes por la Aoiya, he despachado suficientes hombres para llegar hasta ahí y mantener el lugar a salvo"

Kiriko arrugó sus cejas en molestia "Y qué se supone que haga yo mientras tanto? Quedarme aquí? Porque te aseguro que no lo haré"
Saito comenzó a caminar hacia la puerta, todo el trayecto sin prestarle atención a la pequeña "Iie, el ataque caerá aquí pronto, y no quiero que mis hombres se distraigan protegiendo una chiquilla".

Kiriko cruzó los brazos y levantando la barbilla dijo orgullosamente "para tu información, acabo de derrotar a uno de tus hombres de un solo movimiento".

Saito con su típica media sonrisa y exhalando humo la miró con cierto aire predador "No esperaría menos de la sangre del battousai" Kiriko iba a abrir la boca para decir algo, pero antes que pudiera Saito echó su cigarro al piso y dijo "Ven, hija del battousai o no, no puedo dejarte aquí".

Kiriko asintió y se fue detrás del lobo, preguntándose a donde irían luego.

x x x x

Kenshin, Sanosuke y Aoshi habían llegado sin mucha dificultad al punto de reunión designado por Saito, sólo que en lugar del lobo de Mibu esperándoles estaba un hombre rubio vestido con un kimono rojo, un set de espadas llevado en su espalda.

"TU!" dijeron Sanosuke y el hombre rubio al mismo tiempo.

"Cabeza de pollo!"
"Cabeza de escoba!" agregaron también al unísono.

Sanosuke contempló al rubio unos momentos y agregó "bueno, ya no cabeza de escoba pero si de Mopa!" el ex gangster rió.

Chou a quien su cabello había vencido la gravedad y ya no iba hacia arriba sino que doblaba en una extraña curva hacia atrás apretó sus dientes en rabia. Los dos hombres se miraban batallando con los ojos-

Kenshin rompió el combate "Maa maa... Chou, dónde está Saito, se suponía que nos veríamos aquí"

"El viejo lobo tuvo que ir a arreglar unos problemas en una de las estaciones. Me pidió que les dijera que lo esperen"

Kenshin no podía creer que Saito se hubiera demorado, "Pero no podemos perder tiempo, mientras estamos aquí la ciudad está siendo invadida... y la Aoiya..." 'Kaoru, Kenji, Kiriko'... pensó.

"Me sorprende que no estés con Shishio ahora" dijo Sanosuke mirando al hombre cuyos ojos parecían ser desparejos.

"'tas loco o que te pasa? Shishio seguramente me liquide en el momento que ponga sus ojos sobre mi... naa, prefiero pasarme esta" dijo el hombre cruzándose de brazos.

"Planeas pelear contra él entonces?" dijo Kenshin esperanzado de tener aunque sea uno más en su bando.

"JA! Como si eso fuera a pasar, en cuanto venga el lobo io me rajo de acá" Chou cruzó los brazos orgulloso de sus palabras habladas en su característico lunfardo.

"Era de esperarse de un perro de tercera categoría" dijo Aoshi quietamente.

A Chou le tembló un ojo y Sanosuke tuvo que detener al ex juppon gatana mientras Aoshi lo ignoraba mirando en dirección opuesta.

Cuando el lapso terminó Sanosuke miró cuestionantemente a su mejor amigo "Oi que haremos ahora Kenshin?".

Kenshin miró hacia el cielo un momento pensando, a lo lejos podía sentir el peligro que envolvía a Kyoto, tan parecido a los años de la revolución, no era una sensación placentera para el pelirrojo.

"Esperemos un rato... de todas formas, no tenemos idea de la locación exacta de Shishio".

x x x x

"A dónde estamos yendo?" preguntó Kiriko mientras miraba hacia arriba corriendo junto al hombre con pasitos rápidos, por supuesto Saito corría a velocidad normal.

"Al punto de reunión... con el battousai"

El rostro de Kiriko se iluminó.

"Queda muy lejos?" dijo a la manera ansiosa de cualquier niño.

"Iie"

"porqué vamos a pie?"

Saito le tiró una mirada mortal y Kiriko se calló la boca, decidiendo que era mejor seguir al lobo.

Doblaron una esquina, y se encontraron con un pequeño regimiento

"Ohh, genial" dijo el lobo de Mibu casi maldiciendo. La pequeña tropa bloqueaba el paso a su destinación.

"Muévanse ahora si no quieren tener una muerte dolorosa" dijo Saito firmemente, Kiriko dos pasos detrás de él, mano a milímetros de su empuñadura.

Eran unos veinte hombres, armados con armas diversas, desde lanzas hasta katanas, algunos llevaban armaduras y todos tenían ese extraño kenki doble.

De pronto, aunque la persona en sí Saito nunca la había visto, reconoció su aura... además de que tan ridícula vestimenta no podía ser pasada por alto.

"Todavía con tu obsoleta filosofía?" dijo quien tenía un kimono largo decorado con pequeños ojos dibujados, un caparazón de tortuga en su mano izquierda, y en la derecha una lanza que de un lado tenía una gran punta filosa y del otro una esfera metálica.

Saito sonrió de esa manera tan lobuna "Veo que me extrañabas tanto que decidiste venir a visitarme?"

"Difícilmente, pero he venido a tener mi revancha... ahora mi Shin Gan conjunto con mi visión recuperada son inigualables"

Saito rió cuando escuchó esto "Ahou..."

El hombre frente a él apretó los dientes visiblemente enfadado, el resto de la tropa parecía estar bajo su comando y se mantenían quietos, detrás de él.

"Te lo probaré" dijo levantando la lanza.

"Escuché que peleaste con el battousai recientemente y difícilmente escapaste... aún así crees que podrás conmigo?"

El hombre de la lanza preparó su estancia "Tendremos que averiguarlo!" dijo.

Saito se colocó en posición de gatotsu.

"MATTE!" gritó Kiriko colocándose delante del lobo.

Saito levantó una ceja visiblemente molesto "Espero que tengas una buena excusa para interrumpirme"

El adversario simplemente miraba la escena frente a él, realmente interesado en ver como una niña detenía al lobo de mibu.

"Si utilizas gatotsu contra él... le matarás, y si haces eso, la persona inocente que se encuentra en ese cuerpo morirá también..." dijo apasionadamente la pelirroja.

"Eres tan molesta como tu padre... algún día esa filosofía acabará por matarlos"

"Hasta ahora... no le ha ido tan mal"

"Y qué sugieres que haga?" dijo Saito saliendo de su pose gatotsu y claramente molesto con la interrupción.

"Yo seré su oponente" Kiriko dio un paso adelante, frente a Usui.

El hombre de la ridícula vestimenta no pudo más que reír.

"Eres patético Saito, escondiéndote detrás de una niña" el resto de la tropa enemiga rió acompañándole.

"Te equivocas Ahou... el patético eres tu, que serás vencido por una niña de doce años" el hombre vestido de policía calmadamente se encendió un cigarro, como para disfrutarlo mientras observaba un espectáculo.

Usui abrió los ojos pues esa confidencia no esperaba escucharla. Kiriko miró brevemente al lobo de Mibu, la cara de la pelirroja mostraba asombro de que la persona que menos esperaba depositara esa clase de confianza en ella.

"Sólo una cosa chibi tanuki, ten cuidado con el caparazón, está pensado para ocultar su técnica".

Kiriko asintió cuando escuchó el consejo del ex shinsen gumi.

Usui se sobresaltó "Eso no es muy honorable de tu parte Saito"

"Y tu te piensas honorable? A punto de batirte con una niña"

Kiriko dio dos pasos al frente, claramente indicando que quería que el combate empezara. Estaba nerviosa... este era un enemigo importante, pero no podía dejar que Saito combatiera... no, había visto que la persona atrapada en ese cuerpo casi se liberaba en el combate contra su padre y sólo esperaba lograr liberarlo del todo.

"No me atacas?" dijo Usui cuando vio que Kiriko no hacía ningún movimiento.

"Iie.." dijo simplemente la pelirroja, sus ojos habían perdido su redondez normal y ahora eran como dos finas líneas con órbitas violetas encendidas.

"Me encanta ver sangre... y pronto me daré un festín con la tuya... mi visión interior me dice que tienes miedo... como un conejito asustado"

'miedo? Tengo miedo de este hombre?... tal vez un poco... pero eso no quiere decir que me baya a vencer... iie... tengo que atacar yo primero... porque si no lo hago, se quedará allí esperando romper mi confidencia'

"Ya verás que miedo te tengo!" Kiriko se adelantó enfrentando su temor, saltó en el aire muy alto con gran velocidad.

"baka" pensó Saito al reconocer el ataque, no el mejor que podría haber elegido. El policía se preocupó levemente... no era buen momento para traer al battousai devuelta pero si algo le pasaba a la niña estaba seguro que su anhelado combate final llegaría sin lugar a dudas.

Kiriko fue cayendo con gran velocidad al grito de RIU TZI ZEN, su oponente no tuvo más que levantar el caparazón para bloquearla levantando su lanza a continuación.

Afortunadamente la velocidad casi divina de la pelirroja le hizo picar desde el escudo a unos metros alejada del enemigo, sin embargo una larga cortada apareció en su hakama al momento de aterrizar.

"La próxima, tu cabeza" dijo Usui.

Kiriko apretó los dientes mirando con ojos horrorizados la nueva apertura en su ropa y la muy delgada línea roja que apareció en su muslo.
"Shimmata" susurró.

"Ahou, pon más cuidado" dijo Saito "De lo contrario tendré que eliminar al bastardo yo mismo"

Kiriko asintió, pensando mientras tanto cómo diablos le iba a ganar al enemigo, cuando la respuesta saltó instantáneamente a su mente cargó hacia él sin el más mínimo cuidado, de frente.Usui confidentemente levantó su escudo para hacer su viejo truco, pues, realmente, que hombre maduro, ex asesino del bakumatzu vuelto del infierno tomaría realmente enserio a una pre adolescente de un metro treinta?

Cuando se disponía a enterrar la punta de su lanza en el pecho de la jovencita, el ágil y pequeño cuerpo dio una media vuelta rapidísima, enterrando el lado sin filo de la sakabatou en la espalda del hombre al grito de "RYU KEN ZEN!"

Usui salió volando hacia delante, cayendo inconsciente en el acto.

Kiriko cayó de rodillas al ver al oponente caer, no por cansancio, no por estar herida, sino por la adrenalina, el miedo y la emoción de haber ejecutado un ataque que sólo había visto hacer a su padre y hermano. Su respiración salía rápida y entrecortada y su corazón golpeaba salvajemente en su pecho.
Levantó la vista y vio una mano ofrecida hacia ella "buen combate"

Sería el único comentario que la pelirroja escuchara del lobo, pero era suficiente.

La tropa miraba incrédula como su capitán había sido derrotado, y no es que no tuvieran fe en sus habilidades personales, pero la mayoría de ellos simplemente estaba feliz de haber salido del infierno, sin ningún apuro a retornar.

"Bien, quien quiere que lo mande al infierno primero?" dijo Saito dando un paso, su mirada intimidaría al mas valiente de los hombres.

Uno de ellos, casi tartamudeando dijo algo acerca de reagruparse y esperar órdenes de un superior. Como eran hombres sin honor, condenados por quien sabe cuanto tiempo a tormentos en el infierno y sin ganas de retornar pronto a ese lugar salir corriendo no les fue difícil.

"Cobardes" susurró Saito "Bien, chibi-tanuki, será mejor que nos apresuremos, el battousai espera"

"HAI!" dijo Kiriko enérgicamente y ya saliendo de su shock por la batalla vivida.

Corriendo en la misma dirección por la cual se hubieran alejado sus enemigos el lobo de Mibu y la aprendiza más joven del Hiten Mitsurugi se alejaron a toda velocidad.


Continuará.-

Bien... no del todo batallas pero las hubo como prometido, así que por favor no olviden dejar comentarios, que se acerca el final

NOS VEMOS Y GRACIAS A TODOS POR LEER Y SEGUIRME TODO ESTE TIEMPO
MYKS