Hola a todos!
GOMEN NASAIIII!

De verdad siento mucho haber demorado tanto... y además...

Este capitulo se ha vuelto muy largo. Asi, que para ponerlo antes decidí romperlo en dos partes.

Espero no los decepcione

Ikijigoku: El Infierno en la Tierra

Capítulo 15 Parte 1: Final que es solo comienzo...

Misao seguía mirando preocupada los acontecimientos que sucedían fuera de su hogar. Cientos de efectivos policiales estaban intentando detener a los hombres de Shishio que furiosamente eran comandados por la dura mano de Kamatari.

Pero la Okashira tuvo que contener el aliento, cuando misteriosamente, y para el horror de Kamatari, las tropas de Shishio comenzaron a caer al piso sin razón aparente.

"Kaoru, debes ver esto" susurró Misao, aún impresionada por lo que veían sus ojos.

Kaoru se asomó a la ventana, no había querido hacerlo, sabía que la imagen que se encontraría era una muy cruel, inocentes peleando con inocentes. Pero ante el asombro de su mejor amiga la curiosidad le pudo más, y lo que sus ojos encontraron la dejó con la boca abierta.

Los hombres de la ley estaban parados, atónitos, mirando como sus rivales caían al piso en masa, Kamatari gritando órdenes que ya nadie escuchaba, una mirada de horror en sus femeninas facciones.

"Kenshin..." susurró Kaoru... "lo lograste..."

Una lágrima recorrió su mejilla, pero nadie supo, si era de felicidad porque la batalla había terminado... o de preocupación por la suerte que podía haber corrido la persona que amaba.

x x x x

El grito de angustia de Kenshin sacudió tanto a sus acompañantes, que los dolores y el aturdimiento de la explosión parecieron disiparse en un momento, el primero en llegar junto al pelirrojo fue Aoshi.

Lo que encontró, le dejó una cara de horror, incluso para el hombre que parecía demostrar poco en su vida diaria, la imagen de Kenshin mirando a los pelirrojos caídos con una expresión de pánico en el rostro y con ojos que parecían ausentes le quedaría engrabada mucho tiempo.

El titubeo del ex Okashira duró solo un momento, luego se agachó junto a una de las pocas personas que podía llamar 'amigo' en este mundo.

"Himura!" dijo intentando llamar la atención, Kenshin seguía con las órbitas desenfocadas, las rodillas en el piso estático sin poder moverse, era demasiado grande el horror que estaba sintiendo en ese momento como para hacer más nada.

"HIMURA, ESTAN VIVOS!" le dijo el Okashira, una vez que chequeó a cada muchacho.

"Es más de lo que se puede decir de esta cosa..." Saito estaba de pie junto a un cuerpo semi mutilado, de entre los escombros que se veían se asomaban vendajes ensangrentados... y de Houji... digamos que es una bendición para todos los presentes que su gabardina cubriera lo que quedó del cuerpo...

Yumi había caído inconsciente, aparentemente intentó saltar hacia Shishio pero un pedazo de escombro la golpeó en la sien. Tenía un pequeño rastro de sangre en el costado de su cabeza, pero no parecía grave.

Sanosuke y Yahiko, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, y motivados por la preocupación que sentían hacia los pelirrojos lograron hacerse camino hacia la terrible escena.

"como estan?" dijo Yahiko preocupado,

"muy mal" susurró Aoshi..." la herida de la cabeza de Kiriko no me gusta nada... y Kenji... esta perdiendo mucha sangre... si no nos apresuramos..."

Aoshi no necesitaba terminar la oración...

Mientras hablaba el ninja se arrancaba pedazos de su unifome negro, intentando improvisar y detener el sangrado de los muchachos.

Sanosuke se paró junto a su amigo, y como pudo, con su mano izquierda le colocó una mano en el hombro.
"Kenshin..." dijo con suavidad.

El pelirrojo seguía con su mirada vacante...

"KENSHIN ESTAN VIVOS" Sanosuke sacudió a su amigo, y la luz de los ojos del ex rurouni pareció retornar... manejo una sonrisa muy débil... muy falsa "h...hai" susurró.

Aoshi con un gruñido de esfuerzo, pudo levantar en sus brazos a Kenji "debemos ir al hospital ahora... no hay nada mas que hacer"

Kenshin asintió, y se dispuso a acercarse a Kiriko, pero sus propias heridas, y el estado exhausto en el que se encontraba le hicieron tambalear. Se mareó un poco, pero con un ronquido de esfuerzo logró incorporarse, levantando a Kiriko en el proceso.

Kenshin tenía los dientes apretados, y su estado no era para nada bueno, se notaba que había pasado el límite, era un milagro que estuviera consiente.

"Battousai, creo que debes dejar que otro cargue a la niña" dijo Saito.

Kenshin encogió los ojos y miró a su ex rival con una mirada desafiante "creo que puedo hacerme cargo de mi propia hija"

Dio un par de pasos hacia la salida, pero el esfuerzo que ponía a cada paso no le pasó desapercibido a nadie. Haciendo caso omiso a estas cosas, Aoshi fue el primero en dirigirse a la escalera.
Toshio, quien se quitó la armadura, estaba feliz de descubrir que la herida proporcionada por Shishio no era más que una cortada en el costado. Había que atenderla, pero no corría riesgo su vida. Tomándose la herida, él también se incorporó al grupo.

Kenshin llegó al pie de la escalera y se detuvo antes de bajar el primer escalón. De pronto, la simple tarea le parecía monumental. Determinado, observando el rostro inconsciente de su hija y la horrible herida que se asomaba por entre su cabello decidió dar un paso, pero la sensación nauseabunda no le dejaba.

Se encontró con la impresión de que le apoyaban una mano en el hombro y levantando la vista se encontró con las órbitas de la persona que una vez llamó enemigo.

"Battousai... no le harás ningún bien a la niña si colapsas por la escalera..."

Mientras decía esto Saito se sacaba su algo estropeada, pero aún útil chaqueta policial. Suspirando, Kenshin le entregó la niña, y el policía, en un acto incaracterístico que parecía no encajar con su persona envolvió gentilmente a la pequeña en su chaqueta, cargándola en sus brazos. Kenshin observaba con esa mirada preocupada que solo un padre con el corazón roto puede tener.

Saito apretó los dientes, la palidez de la chiquilla no le pasó desapercibida, y ahora, teniéndola en brazos se dio cuenta lo pequeña que era... es que, despierta, la pelirroja despedía un aura, que imponía su presencia en la habitación...

Sin embargo ahora...

"Arigatou..." susurró Kenshin inclinando la cabeza.

Saito hizo un sonido con la garganta "no lo hago por ti"

El grupo, con dificultad logró salir del edificio... para su alivio, se encontraron con una escena que nunca se imaginaron...

El entero batallón de Shishio estaba inconsciente... regados en el piso... los pocos que no eran personas poseídas habían salido huyendo en cuanto descubrieron su inminente derrota. Y las fuerzas policiales, ahora presentes, llegaron rápidamente al grupo...

El camino en carruaje hecho hacia el hospital... mucho mas veloz que a pie, pero a todos les pareció un viaje largo y tortuoso.

Y así cayó la noche...

x x x x

La espera... mas que nada, mas que la batalla, que la situación de vida o muerte que había vivido, la espera era la mas terrible de las cosas. Kaoru estaba sentada en la parte de afuera de la Aoiya, sintiendo un terrible dejavu, pero con una sensación nauseabunda de miedo en la base de su estómago.

De pronto una presencia a su lado le hizo levantar la vista "Parece que mi baka-deshi lo logró otra vez..."

Kaoru asintió y sonrió de manera casi imperceptible "Hai..."

Estaba preocupada, preocupada mas allá de lo imaginable... las horas pasaban y no había señales de nadie, ni siquiera de sus hijos.

Una parte de su mente esperaba ver a Sanosuke llegar en cualquier momento, acompañado de Aoshi, Yahiko y sus pequeños, con un Kenshin pulverizado pero vivo...

"Hiko-san... como están sus..." preguntó ella buscando la mirada del maestro del Hiten.

Hiko ondeó una mano "Mujer, el día que algo tan trivial como una bala derribe al Gran Hiko Seijurou será el día que mi baka deshi no sea más baka".

Kaoru tuvo que sonreír. Hiko ya no llevaba su capa, y se podían ver claramente los vendajes por debajo de su gi, pero otra cosa que eso, no había nada que indicara que el hombre había recibido tres disparos solo unas horas atrás.

"OTOU-SAN!"

Shiro, que había estado callado junto a Misao salió corriendo en dirección de la solitaria figura de Aoshi que se hizo presente al final de la calle. Pocos segundos después le siguió Misao, por un lado feliz y estática de ver a su marido, por el otro, preguntándose donde diablos estaban Himura y los demás.

Abrazó al hombre por la cintura, sin importarle que este estuviera cubierto de sangre... que Misao pudo notar que no era sólo de él.

"Aoshi..." susurró la mujer con lágrimas en los ojos. Unos momentos después, Kaoru se unía al grupo ayudada por uno de los Oniwabanshu, no quería interrumpir la reunión, pero sus aterradas órbitas azules demostraban la desesperación que sentía. Gentilmente Aoshi apartó a la mujer en sus brazos y miró hacia la sra. Himura.

Odiaba tener que ser el portador de tan malas noticias... pero el resto del grupo estaba demasiado herido como para llegar del hospital. Cierto, podían haber enviado un emisario, pero el ex Okashira aprovechó la oportunidad de chequear por si mismo que su familia y camaradas estuvieran a salvo.

"Shinomori-san..." susurró Kaoru casi en borde la histeria pero logrando mantener la compostura.

"Kaoru-san... debe venir conmigo al hospital... " ante los ojos de terror de Kaoru Aoshi agregó rápidamente "estan todos vivos... pero no hay tiempo que perder..."

Kaoru asintió, no le gustó el "pero"...

Al final de la calle había un carruaje, y pronto, Aoshi, Misao, Hiko y Kaoru desaparecían a la mayor velocidad que el artefacto permitía.

En el camino la Sra. Himura intentó presionar al ex okashira para que le diera más información, pero se encontró con una pared. Una pared que para aparentar ser tal, se veía inusualmente cansada y agotada emocionalmente.

Entraron en el edificio de dos plantas, construcción occidental, finalmente al menos en medicina, cosas como los grandes hospitales comenzaban a asemejarse a aquellos en los países occidentales. Las camas era lo más evidente a simple vista, pero había otras cosas, como los estetoscopios... o las menos agradables a la vista, jeringas.

Y por supuesto, luz eléctrica, la más preciada de las innovaciones, que solo algunas partes de Tokio y Kyoto poseían en esa época.

Aoshi les indicó el segundo piso, y apoyada por Misao Kaoru subió la escalera lo más rápido que pudo, no sabía si era el olor a hospital, o los ecos de sus pasos en los pasillos silenciosos. Pero sentía un profundo terror y no se le iría hasta ver a su familia a salvo con sus propios ojos.

Dobló un pasillo, sin prestarle atención al letrero en la pared lateral "CUIDADOS INTENSIVOS" rezaba éste en Kanji y en inglés. Pero lo único que veían sus órbitas zafiro, aterradas, era la figura pequeña y cabizbaja sentada en la puerta de una de las habitaciones, postura derrotada, cabello pelirrojo cubriendo los ojos. Gi azul en pedazos con sangre cubriéndolo de pies a cabeza, hakama blanca destrozada y totalmente teñida de rojos de distintos tonos...

Ni siquiera vio a Sanosuke que estaba a su lado, pues la mujer, con un tobillo herido no lo pensó dos veces y con ojos llenos de lágrimas gritó lo único que sabía su cerebro y su corazón en ese momento

"KENSHIN!" poco importó que estuviera en un hospital, poco importó que hubiera un letrero pidiendo silencio... y poco importó su pierna herida... corrió hacia la persona que más amaba en este mundo lanzándose hacia él, agachándose a su lado y deteniéndose en seco cuando vio su rostro.

En las órbitas vacías, lo único que quedaba era dolor, culpa, y su rostro, que de pronto aparentaba la edad que tenía llevaba la cara de angustia más terrible que le hubiera visto a su marido jamás...

"Ken...shin..." susurró ella, colocando una mano en la mejilla cicatrizada, acariciando suavemente.

Él finalmente le encontró la mirada, y pareció reconocerla, salir momentáneamente de ese lugar oscuro donde él mismo se había colocado

"Shessha...shessha otra vez... otra vez..." agachó la cabeza... y Kaoru comprendió sin que se lo dijeran... algo terrible le había sucedido a sus hijos... pero...

"Kenshin!" y lo abrazó con todas sus fuerzas acunando la pelirroja cabeza en su pecho, mientras el gi de Kaoru, ahora no tan blanco, se empapaba con las lágrimas silentes del hombre destrozado que estaba en sus brazos.

Kaoru lo mantuvo así aferrado a su cuerpo, como si ella fuera su pilar para seguir respirando, pero la mujer levantó el rostro en dirección de Sanosuke "Sano" dijo conteniendo lágrimas.

Sanosuke cerró los ojos... "Jou-chan... Kenji y Kiriko... intentamos evitarlo... pero se colocaron en la batalla final con Shishio... y"

"iie..." susupiró Kaoru, ahora sí, gotas gruesas le caían por más que intentaba detenerlas y ser fuerte.

"Hubo una explosión... y se llevaron la peor parte... están los dos vivos... demo... " Sanosuke no podía continuar, se le encogía el corazón. Para ese momento el grupo estaba rodeado de Aoshi, Hiko y Misao.

"SANOSUKE MALDITA SEA; DINOS!" dijo Misao desesperada, sacudiendo los hombros del ex gangster.

"Los médicos dijeron que no pasaran la noche maldita sea!" y diciendo esto Sanosuke pateó una pared... Sus dos brazos habían quedado casi inutilizados, y no había dejado que los médicos le revisaran demasiado, sólo se había dejado colocar unos vendajes.

Al escuchar las palabras de Sanosuke el cuerpo de Kenshin comenzó a temblar furiosamente, mientras entre sollozos el destrozado hombre suspiraba "Sheshha es un padre terrible... shessha nunca fue merecedor de esa felicidad... esto es...es un castigo que shessha merece, no ellos, no ellos... ellos me prometieron.. me pro..metieron"

Kaoru no entendía del todo lo que Kenshin estaba diciendo, tal vez más tarde intentaría sacarlo de eso... Sheshha... indigno... Kenshin no hablaba así desde que había nacido Kenji... Obviamente su marido se estaba culpando de todo, como siempre.

Kaoru le besó la cabeza con suavidad de madre "anata" le susurró. Kenshin no levantó la vista, y Kaoru con toque amoroso le colocó ambas manos en el mentón, levantándole la mirada. "anata... iré a ver a los niños, tu sólo espera aquí y regreso enseguida".

El destrozado hombre no pudo más que asentir, emocionalmente agotado, y físicamente herido, a Kaoru no se le pasó por alto, el ojo negro, la ceja partida y todavía sangrando, o el labio hinchado y violeta. Había recibido una dura golpiza, pero había sobrevivido.

Se levantó con la ayuda de Misao. "Sano... cuida de él un rato por mí" dijo suavemente.
Sanosuke asintió. "jou-chan, no creo que te dejen pasar"

Kaoru, que ahora le daba la espalda a su amigo dijo "Nadie... nadie puede apartar a una madre de sus propios hijos" Y apoyada por Misao se dirigió a la puerta frente a ella donde golpeó con suavidad.

Salió una enfermera, vestida con el sencillo kimono crema que llevan estas trabajadoras del hospital,
"Himura Kaoru... quiero ver a mis hijos"

"Himura-san, como le expliqué a su marido, en este momento los estamos atendiendo, sólo se pondrá en el camino si entra"

"Muévase, quiero ver a mis hijos" dijo Kaoru con las cejas fruncidas y nada amablemente. Estaba cansada, agotada física y mentalmente, y muy asustada, entre medio de todas esas emociones, la cortesía no era una prioridad.

Pero la enfermera, con determinación ganada de años combatiendo familiares demandantes le puso un brazo impidiéndole el camino, eso fue, hasta que una sombra le cortó el paso de la luz, y la mujer de sencillas facciones tuvo que mirar hacia arriba.

Por detrás de la madre preocupada un masivo hombre muy musculoso y alto parecía ocupar el marco de la puerta, pero lo más atemorizante era su mirada, y la katana llevada con confidencia en el lado izquierdo de su cintura.

"Mujer, le recomiendo que deje pasar a esta madre, si no quiere armar más disturbio del que ya hay".

Asintiendo la enfermera se hizo a un lado, visiblemente intimidada por el hombre frente a ella, y antes de que pudiera impedirlo, la madre preocupada, su amiga que le ayudaba a caminar, y el hombre masivo se metieron en la habitación.

Ahora si, Kaoru dobló una esquina, y paró en seco cuando con un alarido se llevó una mano a la boca.

"por Kami..." susurró.

Allí estaban sus hijos, acostados cada uno en una cama del estilo occidental, con médicos a su alrededor. A Kenji le estaban cociendo una herida en el hombro izquierdo, y un gran vendaje cubría su pecho... vendaje que a pesar de estar colocado recientemente llevaba un poco de sangre aún. Tenía varias magulladuras en el rostro.

Kiriko tenía un doctor y una enfermera a su lado, en su cabeza colocado un gran vendaje envolviéndole que mostraba signos de que necesitaba cambiarse pronto, el brazo derecho no se veía muy bien, y eso era exactamente lo que el médico estaba revisando al momento de entrar Kaoru.

La pobre madre se acercó angustiada, sin saber a cuál de los dos pequeños chequear primero. Se acercó a Kenji, que era la cama que tenía más próxima.

"Dígame sensei... como se encuentra mi hijo"

El hombre que estaba atendiendo la herida de Kenji levantó la vista de su tarea y se encontró con las órbitas llorosas de una madre, suspiró "a decirle la verdad, es todavía muy pronto... sin embargo..."

Ante la mirada cuestionante de Kaoru y sus acompañantes el médico no tuvo otra opción que continuar, por más que odiara ser él quien tuviera que dar ese tipo de noticias. "...lamento informarle señora Himura, que estamos haciendo lo posible, sin embargo... sin embargo, y aunque todavía es pronto para asegurarlo, y debido a la gravedad de las heridas... no creemos que estos muchachos pasen la noche"

Al escuchar esto, a Kaoru se le dio vuelta el estómago, una sensación nauseabunda le acompañó a un grito de angustia. Cayó de rodillas, derrotada por la vida, y comenzó a toser, su estómago intentando deshacerse de lo que allí no había.

Misao, a pesar de ser pequeña en tamaño, demostró gran fortaleza, sosteniendo a su amiga.

"Siempre hay una esperanza, no es verdad doctor?" dijo con órbitas acuamarinas y serias.

"no quiero dar falsas ilusiones" respiró hondo el médico.

"iie...iie..." susurraba Kaoru ..." no lo creeré... traigan a Megumi... ella sabrá que hacer..." sollozó.

Megumi, esa esperanza mantenía a Kaoru dentro de la cordura, y a pesar de todo el miedo y dolor que sentía, podía percibir en su amiga y confiada doctora un rayo de ilusión.

"Lo mismo dijeron de Kenshin aquella vez!" levantó las órbitas zafiro y desafiante miró al médico.

"lo siento señora.. yo..."

pero lo que el hombre tuviera para decir, los oídos de Kaoru ya no escuchaban...
"Misao..." le dijo a su mejor amiga, susurrando en plegaria.

"Enviaré a alguien ahora mismo, a buscar a Megumi a Tokio... no te preocupes..."

"Arigatou.."

Mientras las mujeres hablaban, el treceavo maestro se acercó a Kiriko, no le gustaba para nada la quietud que demostraba la niña. La manipulaban como si fuera una muñeca, y ni siquiera los párpados de la pequeña se movían.

"sensei" dijo Hiko de manera respetuosa "cuál sería el diagnóstico"

El otro doctor, un hombre joven, vestido con una túnica verde agua respiró hondo, nunca le gustaba ver niños o jovencitos en estas condiciones, era la parte más cruel de su trabajo "La herida de la cabeza es muy seria, ya logramos cerrarla... pero si se genera hinchazón... nada podemos hacer... que esperar..."

"y el brazo? Que le sucedió en el brazo?"

"A decir verdad, no sabemos con certeza la razón de la herida... lo que sabemos es que lo tiene dislocado, y hay daños en los tendones del codo... en este momento me disponía a colocarle el brazo en posición... para luego vendarlo"

Hiko, que tenía experiencia en dichas heridas, sabía que no sería nada agradable para Kaoru ver esa escena, levantó la mirada y vio a la desconsolada madre mirando en su dirección, con Misao junto a ella.

"Misao" dijo secamente Hiko, un hombre que se considera tan por sobre todas las cosas, que los honoríficos lo tienen sin cuidado la mayor parte del tiempo "porqué no acompañas a Kaoru a que se refresque un poco? Yo me quedaré aquí"

Misao entendió la intención de Hiko, y con una Kaoru shockeada y angustiada mentalmente, no fue muy difícil convencer a la mujer de ir a respirar un poco de aire, lavarse la cara y chequear en su marido, con la promesa de volver pronto.

En poco tiempo, con la ayuda de Hiko lograban volver al lugar el brazo de la aprendiza mas joven del Hiten Mitsurugi... pero lo que le preocupaba terriblemente al treceavo maestro fue que la dolorosa acción, no provocó el más mínimo de los cambios en la joven.

x x x x

Afortunadamente para ambos padres, una hora mas tarde les permitieron quedarse en la habitación junto a los chicos. Pese a las innumerables insistencias del staff médico, las heridas de Kenshin quedaron sin atender, el hombre destrozado junto a su mujer, que no le soltaba la mano en ningún momento. Los dos esperando, y él, lentamente sumiéndose en un mar de culpa del que tal vez nadie lo pudiera sacar...

Afuera de la habitación, Hiko caminaba nerviosamente de un lado a otro, Sanosuke estaba sentado contra la pared en una postura algo derrotada e incaracterística del usualmente vívido hombre.

Aoshi estaba parado, recostado contra la pared, y Misao había salido en busca de un carruaje para enviar un mensaje a Tokio y traer a Megumi lo antes posible.

"Shinomori" dijo Hiko de pronto, provocando que el exhausto ninja saliera de su trance y levantara la mirada.

"Comprendo las heridas debido a la explosión que mencionó aquí nuestro cabeza de pollo... pero la niña... la forma en la que tenía su brazo derecho, no me lo explico... a menos..." Hiko cayó, esperando que Aoshi le completara la oración.

"Es como lo teme Seijurou-san... nunca olvidaré lo que mis ojos vieron en el día de hoy, porque de todas las proezas asombrosas que he visto en mi vida... tengo que asumir que ver el Ougi del Hiten Mitsurugi, ejecutado por tres personas en perfecta sincronía, tiene que ser lo más asombroso que he presenciado y que presenciaré"

Hiko abrió los ojos en sorpresa, pero luego se retuvo, volviendo a su usual rostro impasivo que le caracteriza "Ahora me lo explico..."

Las horas pasaron tortuosamente, en determinado punto de la noche, casi llegando a la madrugada, Kenji dio señales de estar soñando, el muchacho parecía estar batallando demonios en su sueños y una fiebre atroz apareció de pronto. El toque de Kaoru con sus palabras reconfortantes parecieron calmarlo un poco, logrando que su hijo siguiera en su febril sueño, pero un poco más cómodo.

A pesar de esto Kiriko no daba señal alguna, sus párpados no se movían en ningún momento, y su cuerpo se sentía muy frío a pesar de las mantas que ahora la cubrían. La única señal de vida que su cuerpo daba era el tenue movimiento que hacía su pecho al respirar.

x x x x

Hiko rompió el silencio de pronto, sorprendiendo a Sanosuke y a Aoshi "Son fuertes... como su padre, superarán esto" anunció casi intentando poner soberbia en sus palabras, pero pareció más que quería convencerse a si mismo que a los dos hombres que esperaban junto a él.

Aoshi y Sanosuke apenas asintieron... la madrugada tenía a todo el mundo agotado más allá de lo imaginable... pero nadie se movía de la vigilia. Habían llegado el resto de los Oniwabanshu junto con Misao, y hasta Shiro dormía ahora en un rincón... todos esperando.

Toda la familia unida... esperando... rezando...

Las horas pasadas en el pasillo le dio tiempo a Sanosuke y a Aoshi de contar exactamente lo que había sucedido y todos quedaron helados al escuchar los terribles acontecimientos.

x x x x

Kenshin le tomaba la mano a su hija... sentado en una silla junto a ella le acariciaba la mano con el pulgar, mirándola cada segundo, esperando que abriera los ojos.

Sintió un calor envolverle y levantando la vista se encontró con Kaoru, que le había colocado una manta en los hombros.

"Sumanai..." susurró él, "esto ha sido toda mi culpa..."

Kaoru sacudió la cabeza y cerró los ojos, respiró hondo y le tomó el rostro a su marido apartando gentilmente los mechones que intentaban en vano ocultar el dolor reflejado en sus ojos.

"Kenshin... nunca pensaría eso... no es tu culpa que hayan salido tras de ti..."

x x x x

Cuando los rayos de la mañana entraban Kenshin tenía el rostro apoyado sobre la cama de su hija, todavía tomándole la mano, pero dormido por el estado de agotamiento total que lo agobiaba.

Kaoru había hecho vigilia un rato más, puro instinto maternal y pura voluntad de proteger a su familia mantuvieron sus ojos alertas por unos minutos extra. Pero Misao entró en el lugar, le abrazó y eso era lo último que recordaba la mujer.

Los médicos se maravillaron que los muchachos hubiesen pasado la noche, pero no tenían muchas esperanzas.
Kenji seguía teniendo altas temperaturas, y Kiriko seguía sin mostrar algún signo de conciencia, dolor, o algo más.

Un coma, eso habían dicho los doctores que era su condición. La herida de su cabeza se había hinchado... de recuperarse, no aseguraban que llegara a ser la misma muchacha de antes.

La tarde del primer día, con un Yahiko incorporado, a pesar de las protestas del staff médico y con ayuda de Sanosuke, que se había atendido sus heridas finalmente. Llevaron a Kenshin a que se curara, bañara y cambiara.

Claro que no bastó con los dos hombres, el pelirrojo fue persuadido con un furioso treceavo maestro que amenazó con arrastrarlo al río mas cercano y arrojarlo allí.

Pero lo que movió a Kenshin no fue esto, sino la promesa de su maestro, de que él se quedaría cuidando de todo en su ausencia.

Había pocas personas en el mundo a quien Kenshin confiara tanto como ese hombre.

La noche del segundo día...

"Okaa-san..."

Misao levantó su vista y miró a los ojos de su hijo, que no la miraba directamente. La okashira estaba agotada, ella se había autoimpuesto el cuidar de Kenshin y Kaoru mientras estos a su vez hacían vigilia en sus hijos.

Iba y venía de la Aoiya varias veces al día, traía comida, ropa, todo lo que fuera necesario.

Cansadamente, la mujer le quitó los mechones que cubrían los ojos de su hijo, sonriendo débilmente, deseando nunca tener que pasar por lo que sus amigos.

"dime hijo..." susurró.

"Crees... que...se pondrán bien?" el muchacho también susurró, como si compartiera un secreto con su madre.

Misao miró en dirección al techo, sumida en pensamientos "Claro que sí" concluyó.

La vida no podía ser tan cruel con nadie, pensó la morocha, Himura, había sufrido lo suficiente.

Shiro sonrió de lado a lado.

"Bien, iré a servir la cena... es hora de obligarles a esos dos a que coman algo, francamente, un bebé obstinado sería más fácil de persuadir" sacudiendo la cabeza y con las manos en la cintura Misao salió en busca de sus amigos para obligarlos que comieran, algo, lo que sea.

Aunque fuera una simple bola de arroz, para la Okashira era una victoria. Que necesidad había que enfermaran mientras cuidaban de los chicos?

Un rato después Shiro se encontró misteriosamente solo, todos habían ido a distenderse, a comer o alguna otra cosa. El único que quedaba en el usualmente poblado pasillo era él.

Asomó la cabeza en la habitación a la que nunca lo habían dejado entrar y vio una enfermera terminando de chequear en su mejor amigo.

Tragó saliva al ver la palidez del muchacho..

"anou...Kangofu-san..." susurró el muchacho llamando la atención de la mujer de kimono claro.

/nota: Kangofu-san sra. Enfermera

"No debería estar aquí muchachito" dijo ella amablemente pero con las cejas arrugadas.

"Me preguntaba... si me permitiría verlos un momento... es que... ellos son importantes para mí".

La mujer tomó una bocanada de aire.

"Bien 10 minutos máximo, estaré afuera si necesitas algo"

Shiro se inclinó lo más bajo que puedo y luego, una vez que la enfermera salió de la habitación se dirigió rápida pero silenciosamente junto a su amigo.

"Baka" le susurró al muchacho, pero en sus órbitas no se reflejaba la diversión que había intentado ponerle a sus palabras.

Se quedó en silencio, como pensando que decir, pero nada le venía a la mente. En su formación el muchacho tenía muy arraigada la idea de proteger a la gente que te es importante, y aún así, aquí estaba su mejor amigo, alguien a quien consideraba prácticamente un hermano, y que habían crecido juntos.

"Gomen nasai" susurró.

Luego de otros segundos de silencio agregó con una sonrisa amarga

"Tienes que ponerte bien amigo... así saldremos a perseguir chicas pronto, ne?"

Shiro casi pudo escuchar a Kenji alardeando acerca de las heridas de batalla y como atraían a las chicas.

Y eso le traía a alguien a la mente... chicas...

Tuvo que respirar hondo y juntar coraje, se dio vuelta y vio lo que no quería. La figura pálida de Kiriko, que de pronto se veía muy pequeña, delgada, esa no era ella.

Hasta su intenso cabello había perdido el brillo, saliendo ahora de entre los vendajes.

"Chichiue onna" dijo... nena de papá...

uno de los tantos sobre nombres que le molestaban a la pelirroja. Pero al no ver reacción alguna el muchacho apretó los dientes.

Se acercó junto a ella.

"Me dicen que no estás luchando" dijo con tono recriminatorio

"dicen que no saben cuánto más vivirás..." pausó un poco, como esperando respuesta.

"Ne Kiriko... contéstame! Ya te vas a dar por vencida?" le dijo

y aun... no había respuesta.

Por mas que el muchacho apretó los dientes... por más que cerró los ojos... una lágrima logró escaparse, y antes de que pudiera evitarlo se sentó en la cama junto a ella, tomándole la delgada mano en el mismo movimiento.

Se acercó un poco, como temiendo que alguien más que Kiriko le escuchara.

"Me dicen que fuiste muy valiente... mi padre no ha hecho más que hablar de ti..."

otra sonrisa amarga escapó su boca.

"pero siempre ha sido así... verdad?... siempre que los Himura vienen a la Aoiya eres el centro de atención de todo el mundo..."

Pausó otro poco.

"Te digo un secreto?... siempre he estado celoso de ti... supongo que por eso te digo nombres y me comporto como un idiota..."

"gomen nasai".

"Ya! Habla, di algo! Grítame si quieres"

la frustración de Shiro crecía... así como su preocupación...

"si despiertas... prometo no pelearte... tanto"

Se limpió una lágrima con el reverso de la mano, y fue entonces que sintió una mirada sobre su hombro, levantó la vista y vio la mirada cansada de Kenshin, con esos ojos que habían perdido su brillo.

"Himura-san... yo" Shiro se levantó rápidamente, un poco avergonzado sin saber exactamente de qué.

Tragó saliva, intentando contener las lágrimas que bordeaban en sus ojos.

"Se pondrán bien, ya verás!" rápidamente el chico se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

Kenshin sonrió amargamente, en el joven rostro de Shiro, tan similar al de Aoshi, vio el optimismo y energía de Misao. Shiro era un buen muchacho y Kenshin se alegraba de que fuera amigo de sus hijos.

"Claro..que si" contestó el pelirrojo cansadamente.

x x x x

continuará...

Bien, aquí va la primer parte.

La segunda ya la tengo casi terminada

Asi finalmente podré terminar este fic

Me entristece un poco, pero tiene que hacerse por mas que me cueste...

Espero escuchar de ustedes pronto y porfis

Denle una oportunidad a mi nuevo fic, que prometo se pondrá bueno (creo, jeje)

Bakumatsu no Hikari:

Gracias y dejen review!

Hasta la próxima

Myks