Olaaa!

Weno, aqi stoi io, d nuevo a la krga, para prsentaros st kpi, q ia s l nº 15!

Weno, prdon x no actualizar ants, pro m fue un muy dificil, n srio, stuve 2 meses sin ordenador, me fi de vacaciones.. puff, q espero q os gust el capitulo, en serio, muxos bss a vr si os gust st kpi, okis? M qedo un poco raro, pro sta vz no se vana podr qejar xq m qedo corto, xq creo q s uno d los q m a qedado + largos d todos los kpis q st ff, x no dcir l + largo!

Otra cosa: Muxas asias x sus rrs, n srio q m acn muxa ilusion i io nu sep q aria sin ellos, n srio, sigan djando, x favor!

Weno, mjor no m nrrollo + i os prsnto aqi l kpi, ok? Muxos bss, cuidsen muxo!

NADA QUE PERDER

Tres chicos y tres chicas caminaban con un rumbo fijo, pero en medio de una situación que se les hacía a todos extraña. En esta ocasión no había gritos, peleas, miradas reprobatorias, ni ningún tipo de gesto obsceno. Se respiraba un aire de cordialidad, de un montón de sentimientos que caminaban con ellos, como si los estuvieran rodeando. Y aquello sentimientos confundían a los cansados estudiantes de Hogwarts.

Susan March y Lily Evans abrían la marcha. Las dos iban en silencio, pensando en lo que les estaba pasando.

Susana Alexa March nunca había tenido tanta seguridad de una cosa en su vida, pero tampoco nunca antes había dudado tanto antes de tomar una decisión, pues si de algo se caracterizaba la campesina era de ser muy decidida y nunca dudaba ante nada. Esta vez le había costado algo más, se iba a jugar todo, el resto ya no importaba, solo, por una vez en su vida, se iba a dejar llevar por su corazón, en vez de por la razón.

Liliana Mariana Evans no era menos. Tenía expresión seria de nuevo, ¿qué más daba con quien la habían comprometido sus padres? ¡Si a ella no le daba la gana, pues no se casaba! No podían obligarla, e incluso estaba planteándose dejar el trono a su hermana, lo que hace el amor... ¡Cualquier cosa antes de separarse del guapo príncipe que venía detrás y que no paraba de mirarla! Con la seguridad de aquella palabras que se fue repitiendo mentalmente, Lily caminó más segura, dándose cuenta que estar en aquel mundo, lejos de la civilización, con sus amigas, con aquellos traviesos chicos a los que, no podía negarlo, les había cogido cariña y a uno de ellos algo más que eso, la habían hecho madurar. Estaba dispuesta a dar toda aquella vez, ya no le importaba el resto del mundo...

Y fue así, entre personas casi mudas, vagando por sus pensamientos, como llegaron, casi a la noche, a un gran prado, a orillas de un apacible lago. Anna no pudo disimular un bostezo, todos estaban cansados. Se miraron unos a otros, con indecisión:

- ¿Paramos aquí?- preguntó Sirius, que también tenía algo de sueño-. Estamos ya cerca del territorio este enorme, así que lo mejor es descansar para mañana poder irnos hacia allí...

- Por mí, bien- lo secundó Lily, sentándose en la hierba y mirando el lago en calma. Al fin parecían haber caído en un territorio sin sobresaltos, donde había calma y tranquilidad... Que equivocada estaba la pelirroja de ojos verdes.

Nada más decidirlo entre todos, una casa idéntica a la que había a orillas del bosque de Aladín empezó a materializarse al lado de ellos, a orillas del lago. Los seis chicos no tardaron en entrar dentro, seguros de que allí encontrarían... A unos viejos amigos.

Y efectivamente, allí, en el mostrador, con cara muy sonriente, algo más alegre que la última vez que la vieron, estaba Alice, con una sonrisa en los labios y muy contenta.

- ¡Hola, chicos!- los saludó, sonriendo. Los seis no tardaron en estar junto a ella-. ¿Qué tal el viaje?- les preguntó amablemente.

- Bueno, más o menos- contestó Anna, no muy segura-. Por así decirlo, un poco extraño, nunca había hecho un viaje tan raro, contando las excursiones culturales que tenía que hacer con mi padre de pequeña...- comentó, negando con la cabeza, como si tan sólo con recordarlo sintiese que lo estaba viviendo de nuevo.

- ¿Y Frank?- preguntó James al no verlo por allí. Ante la sola mención del muchacho, la sonrisa de Alice se ensanchó aún mucho más. Susan alzó una ceja, poniéndose en alerta.

- Andará por ahí, con los preparativos, así que me quedó yo aquí solita en el hotel, ya me estaba aburriendo...- dijo Alice, ahora cambiando a una expresión soñadora-. No es que tenga mucho clientes, lo cierto es que casi todo el mundo que hay por aquí ya tiene sitio donde dormir.

- ¿Con los preparativos para qué?- preguntó Remus, al que le picó un poco la curiosidad. Anna le miró de forma reprobatoria, pero prefirió no decir nada. La castaña tenía una idea bastante acertada sobre de qué preparativos se trataban, y la nueva sonrisa de Alice no hizo más que confirmárselo:

- Para la boda, por supuesto- contestó ella de forma casual. Anna sonrió, mientras Susan y Lily felicitaban a la futura Alice Longbottom que no podía más que sonreír.

- Bueno, es un poco tarde...- Sirius parecía molesto de que los chicos hubieran sido apartados del tema de conversación, por que las chicas habían empezado a hablar sobre si el vestido no se qué, que si estos zapatos, que si que capa de maquillaje combinaba mejor, que si el peinado, el perfume... Vamos, de esos temas de conversación que a los chicos no les agrada demasiado y que los hace parecer excluidos-. ¿No deberíamos de irnos a la cama ya?- preguntó, esperanzado.

- ¿Pero no vamos a cenar?- protestó Susan, que tenía mucha hambre. Las chicas asintieron, y al final, con el voto decisivo de Remus, que al contrario de sus amigos, prefirió cenar primero, los seis chicos acabaron en el comedor del hotel, cenando de forma animada.

- ¿Esto qué es?- preguntó James con desconfianza mientras señalaba un inofensivo faisán al horno. El pobre nunca había visto uno en su vida, y no es que fuera de ese tipo de personas que quieren probar todo lo nuevo, si no más bien al contrario, era algo alérgico a las nuevas comidas y a los nuevos sabores.

- Sólo es un faisán, James- dijo Lily, sonriendo de forma inocente y sirviéndose un gran pedazo del animal-. ¿No quieres?- le preguntó, muy sonriente. El chico negó con la cabeza, la verdad es que cuando Lily ponía esa cara de niña buena, no podía haber nada bueno detrás-. Pues mejor, más para mí- dijo la pelirroja, encogiéndose de hombros, ante la atenta y minuciosa mirada de James.

- Bueno, vale pero sólo un poco- acabó diciendo cuando la chica repetía por segunda vez. Lily sonrió, aquella técnica la solía usar su madre con ella para que probara comidas de pequeña.

- Que linda pareja hacen, ¿no crees?- comentó Anna, mirando sonriente a Lily y a James. Remus, que estaba a su lado, asintió, él y Sirius sabían mejor que nadie todo por lo que tenía que haber pasado James para que Lily tan sólo aguantase sin insultar a James cinco míseros segundos.

- ¿Mejor que nosotros?- preguntó Remus en un falso tono de enfado. Anna rió por lo bajo, haciendo como que lo pensaba.

- No sé, no sé, habría que ver... Déjame comprobarlo...- y se acercó al licántropo, dándole un suave y corto beso en los labios. Se separó, mirándolo a los ojos y con una sonrisa traviesa. Remus también la miraba, cada día le gustaba más aquella chica.

- ¿Necesitas comprobarlo otra vez?- preguntó el chico, con cara de que le costaba mucho comprobarlo-. Es que creo que no me ha quedado muy claro, no lo sé...

- Sí, yo también pienso igual- confirmó ella, que todavía no había probado bocado, al igual que el chico, que la atrajo hacia sí, mientras le daba un dulce beso, esta vez algo más largo que el anterior. Los dos se olvidaron de que delante estaban sus amigos, pues unos estaban demasiado ocupados con los faisanes, y los otros, pues digamos que estaban ocupados sin más en la trabajosa labor que los mortales llamamos... comer.

Pero luego llegó el problema: Tres habitaciones de dos personas. Los seis chicos se miraron entre sí, Alice ya se había ido a la cama, y nadie parecía tener ganas de ir a despertarla. La pregunta era... ¿Quién dormía con quién? La última vez, los tres chicos habían dormido juntos, Lily y Susan en otra habitación y Anna tenía una sola para ella. Pero todo apuntaba que tenían dos opciones:

1ª: Chico-Chica, Chico-Chico, Chica-Chica (Orden variable)

2ª: Chica-Chico, Chico-Chica, Chica-Chico ( " " )

- ¿Cómo repartimos las habitaciones?- preguntó Lily, intentando parecer casual, aunque mirando a los chicos de forma desconfiada. Pero por la mente de las tres chicas pasaba el mismo pensamiento: Era mejor que fueran ellas quienes distribuyeran las habitaciones, pues sabe Dios qué tipo de distribución organizaban los tres chicos.

- Pues podíamos...- empezó Sirius, con una cara que aparentaba ser seria, pero sin poder disimular una mirada muy pícara que le lanzó a Susan y no pasó inadvertida por Susan, y a la que la molestó algo:

- Sirius, ahorrátelo, ¿vale?- pidió, lanzándole una mirada de advertencia. A ver qué pensaban sus amigas con las ideas extrañas del muchacho.

- ¡Pero si no sabes lo que iba a decir!- protestó Sirius, algo molesto, aunque consciente de que la chica lo había calado. Susan resopló, no era el momento de discutir. Se volvió hacia sus amigas, esperando que estas tuvieran una idea mínimamente más satisfactoria para todos.

- ¿Y si lo echamos a suertes?- propuso Lily, no muy segura, pero al ver la cara de los tres chicos, añadió-. Yo seré el jurado- la sonrisa de los tres desapareció casi en el acto-. Bien, cada uno tiene que hacer un papel con su nombre, los chicos lo dejáis en una urna- hizo aparecer dos urnas-. Las chicas lo dejamos en la otra, y yo, con los ojos vendados, cojo un papel de cada una- explicó la chica-. Los que coja, compartirán habitación, y las otras dos chicas se quedarán con la segunda, mientras que los otros dos chicos, con la tercera.

Y así se hizo. Una vez echados todos los papeles, fueron revueltos por los merodeadores, concretamente, uno de ellos, mientras Lily tenía los ojos cerrados, se preocupó de dejar su papel encima del resto, y en la urna de las chicas, el de una de ellas más a mano que el resto, sin que los demás chicos se dieran cuenta.

Lily se aproximó a la urna de las chicas, guiada por Susan y cogió el primer papel que encontró. Sin desdoblarlo, se quitó primero la venda, y ante la atenta mirada del resto de los chicos, lo abrió.

- ¡Mierda!- masculló, enfadada. James sonrió enigmáticamente-. ¿No podemos repetirlo?- preguntó, cruzándose de brazos. El resto negaron con la cabeza-. Está bien, soy yo- acabó aceptando Lily entre dientes.

Eso hizo que la sonrisa de James se ensanchara, pero Lily no lo vio, pues en ese momento, la pelirroja se vendaba de nuevo los ojos, algo nerviosa, mientras acercaba con las manos temblorosas hacia la otra urna, de nuevo guiada por su mejor amiga. De nuevo intruso su mano en el recipiente, tocando un primer papel. ¿Debía de coger aquel? Removió la mano, nerviosa, palpando otro. Decidió jugar un rato con ellos, mezclándolos, como jugando con ellos. Finalmente, acabó cogiendo uno, algo indecisa.

Mientras ella se volvía a quitar la venda, James mostraba una mirada de preocupación. Lily había removido mucho los papeles, ahora el tenía un tercio de las posibilidades de que le tocase con la pelirroja... Lily, una vez sin venda, desdobló el papel, algo nerviosa, y cuando lo vio, se puso algo más blanca de lo normal.

- Insisto, ¡Tenemos que invalidar esto!- dijo, nerviosa, ocultando el papel tras de sí, turbada. El resto la siguieron mirando de igual forma, hasta que la pelirroja se hartó-. Está bien, pero insisto en que prefiero ir a dormir con las chicas en el suelo- añadió, con insistencia. Los demás no le hicieron mucho caso a lo último que dijo, así que Lily se dignó a anunciar la persona con la que compartiría la habitación-. Sirius Black.

Lo primero que vio Sirius fueron sendas miradas de advertencia por parte de James y de Susan, que no parecían muy contentos con los resultados del sorteo.

Así, que al final, las habitaciones quedaron distribuidas así: Susan y Anna en la primera, Lily y Sirius en la segunda y James y Remus en la restante. Vamos, que en la segunda habitación iba a resultar un desastre.

- Black, te sales a fuera mientras me cambio- le dijo Lily con tono autoritario nada más entrar en la habitación asignada. Cogió la cama más cómoda y se tumbó en ella, algo cansada.

- ¿Por qué no te cambias en el baño?- preguntó Sirius molesto. Tampoco iba a permitir que la pelirroja se pusiera en plan feminista y que empezase a dar órdenes todo el rato. Se le ocurrió pensar que James tenía un gusto muy extraño para las mujeres, mira que le gustaba raritas.

- Por que necesito mi espacio- bufó Lily, mientras echaba al chico de la habitación a empujones, tras levantarse de la cama con aires-. Y ni se te ocurra entrar antes de que yo te lo diga- añadió, y como no se fiaba mucho del chico, decidió cerrar la puerta con magia, no fuera a ser...

Sirius se cruzó de brazos en mitad del pasillo, molesto. ¡A saber cuánto tardaba la pelirroja! Pero los minutos iban pasando de forma muy lenta para el pobre de Sirius, y Lily no le daba indicado que entrase. ¡¿Cómo podía tardar tanto en cambiarse! Llevaba más de un cuarto de hora para ponerse un simple pijama... Un nuevo temor asaltó a Sirius. ¿Y si Lily se había olvidado de él? ¿Y si se había ido ya a la cama sin decirle nada? ¡Maldición, había olvidado su varita dentro de la habitación! ¿Y cómo abría ahora la puerta? ¿Qué haría ahora? ¡Dios, sólo a él le pasaba esas cosas...!

A la mañana siguiente, Susan se despertó muy temprano, con renovadas energías. Anna seguía dormida, y se removía, intranquila, en su cama. Con algunas ganas de ir a dar una vuelta y despejarse, Susan se vistió. No sabía qué hora era, pero en ese momento eso no le importaba. Con sigilo, salió de la habitación, cerrando la puerta lo más suave que pudo. Pero cuando se dio la vuelta, se encontró con una escena que consiguió sacarle una sonrisa.

Cierto merodeador de pelo negro y eterna cara de niño bueno, así como unos cautivadores y pícaros ojos negros, en ese momento cerrados dormía plácidamente en medio del pasillo, acurrucado en una esquina (N.A: ¡Qué mono, mi niño!) Con una sonrisa, casi una risa, Susan se acercó a Sirius Orión Black, que dormía ajeno a que la chica lo observaba.

Una perversa idea surcó la cabeza de Susan. Con una sonrisa traviesa, se agachó y con cuidado y algo de dificultad, consiguió coger a Sirius en brazos. Casi pierde el equilibrio cuando lo levantó del suelo, pero con algo de dificultad consiguió transportarlo, puesto que Susan, gracias al quidditch poseía una gran fuerza física. Consiguió caminar sin despertar al chico hasta a las afueras del hotel, sin que nadie la viese y aunque sus manos flaqueaban, al final consiguió llegar a orillas del lago.

Y entonces, tras un suave balanceo, lo hizo:

¡PLAF!

Sirius Orión Black despertó de golpe, completamente empapado, en el lago, al lado de Susana Alexa March, que no podía parar de reírse como nunca lo había hecho en su vida. Sirius bufó, molesto. Iba a tener que retirar lo que había pensado ayer de las chicas tan raras que le gustaban a su mejor amigo, porque la que le gustaba a él, se llevaba la palma.

- ¿Qué haces?- Sirius estaba algo molesto, eso de ser despertado tirado a un lago, no era algo que podía considerar como la mejor forma de empezar un día. Con una sonrisa traviesa, algo más despierto, el moreno empezó a salpicar a Susan.

Resultado: dos minutos después, Susan también estaba en el lago, cubierta de pies a cabeza de agua, riéndose junto a Sirius. Pero ocurrió algo que ninguno de los dos esperaba que sucediera:

De pronto, un animal no identificado, nadando a una velocidad bastante alarmante, empezó a rodear a Susan. Nadaba a nivel de superficie, y era tan la velocidad que cogía que Susan no se podía mover, se quedó rígida en el sitio, muda de la impresión.

- ¿Qué es eso?- Sirius se acercó a la chica, mientras el animal, o lo que quiera que fuera, iba aminorando velocidad. Cuando por fin pudieron definir con claridad al animal Susan puso una cara muy rara e indescifrable, mientras Sirius contemplaba al animal con recelo, pues era la primera vez que veía uno-. ¿Qué es esta cosa?- preguntó finalmente el chico, mirando a Susan, algo desconcertado.

- ¡Es un pato!- exclamó Susan, algo turbada. El animal, con su graciosa cola, su pico redondeado y sus ojitos saltones, que en ese momento, ya casi detenido en el lago, observaban a Susan con gran interés-. Pero no es un pato cualquiera...- Susan había reparado en el color grisáceo de las plumas del ave-. ¡Es el patito feo!- exclamó, lo que provocó que Sirius se desconcertara aún más de lo que ya estaba.

- ¿El patito qué?- Susan, armándose de paciencia, se dedicó la próxima media hora en contarle a Sirius el cuento del patito feo, así como lo que era un pato, ese animal desconocido hasta entonces para Sirius.

Lily Evans de extraño buen humor, con una sonrisa dibujada en su cara, algo extraña en ella. Lo primero que hizo fue mirar a su cama de al lado, que extraño, estaba intacta, nadie había pasado allí la noche. ¡Maldición, había cerrado la puerta con magia y Sirius se había quedado fuera! Bueno, no es que la chica lo lamentase mucho, así había dormido sin ningún tipo de sobresaltos ni nada raro.

Con algo de curiosidad que siempre caracterizaba a la pelirroja, decidió salir de la habitación para averiguar dónde había pasado la noche su compañero de habitación. Claro que, la chica no se dio cuenta de que salía al pasillo en camisón, y en un mundo como aquel, donde cualquier ley no era tomada en cuenta, aquello no era algo muy prudente.

- Vaya, Lily, ¿madrugando, no?- preguntó una voz en un tono un tanto extraño para el gusto de Lily. La pelirroja giró la cabeza, y allí, apoyado elegantemente en el marco de la puerta de su habitación estaba James Potter, mirándola con una sonrisa juguetona y traviesa.

Fue en ese mismo instante cuando Lily cayó en la cuenta de que había salido al pasillo en camisón, y cabe destacar que en la habitación hacía bastante calor y el pijama, por así decirlo, no dejaba mucho que trabajar a la imaginación. Las mejillas de Liliana Mariana Evans se tornaron de un color carmesí, que hizo una extraña combinación con su pelo rojo oscuro.

- Al menos yo tengo la certeza que durante la noche, mi único sueño no ha sido relacionado con escobas ni snitchs, por lo que he madrugado por que me ha apetecido- contestó Lily, picada, y sin darle tiempo al chico para replicar, cerró la puerta, para cambiarse lo más rápido que pudo.

- Y yo que pensé que las mujeres tardabais mucho en arreglaros...- comentó James, cuando en menos de un minuto, Lily volvió a salir, perfectamente vestida, peinada y bastante serena.

- Tópicos- dijo Lily simplemente, de mejor humor, mientras se encogía de hombros. La chica cuando quería podía darse prisa... aunque algo de magia nunca venía mal, ¿no?-. ¿Bajamos a desayunar?- preguntó, pues con todo el lío del faisán de la noche anterior, que cabe destacar, Lily se había terminado por comérselo entero, la chica volvía a tener hambre. Lily era una de esas chicas con suerte a las que comer mucho no las engordaba casi nada.

James aceptó y ambos, charlando amenamente (es decir, James intentando por milésima vez averiguar por que Lily odiaba el quidditch) Se dirigieron al restaurante del hotel, donde tú mismo, con un simple golpe de varita, podías materializar cualquier plato.

Y vamos, cualquier persona que no los conociera de nada, si los hubiera visto en el transcurso de aquel desayuno, habría tenido la certeza absoluta de que aquellos dos chicos eran una pareja de enamorados normal y corriente, sin ningún tipo de preocupaciones, sin nada que perder, pero si mucho que arriesgar.

Así que, cuando Anna entró en el lugar, medio dormida, y se encontró con la escena de Lily, de forma muy maternal, intentaba que James se comiese todo el desayuno, así que la chica, con una sonrisa, decidió dejarlos solos, y cuando salió del comedor y se encontró con Remus, que venía en ese momento hacia allí, no pudo más que obligarlo a salir de allí rápido.

- ¿Por qué no vamos tú y yo a hacer algo divertido?- sugirió Remus, con una sonrisa. Los últimos días había estado más contento que lo de costumbre. Anna no pudo más que sonreír, aceptando encantada la proposición del joven licántropo y los dos, muy mimosos, se encaminaron hasta el exterior por la parte trasera, sin ver a Susan y a Sirius.

Después de comer era cuando los muchachos habían fijado el momento para partir. Y lo curioso fue que, para los seis muchachos, la mañana se pasó muy rápido.

Susan y Sirius se dedicaron a explorar los alrededores, procurando no perderse. Claro que ambos insistían en que tenían un sentido de orientación mejor que el otro, pero cuando se encontraron en una bifurcación y cada uno quería ir por un lado diferente, y al final resultó que el camino que había elegido Susan era el correcto, el orgullo de merodeador de Sirius se vio gravemente herido, lo que causó que Susan se divirtiera en sobre manera.

Y, como no, no había mejor momento que, a las doce del medio día, cuando el sol se acercaba al centro del soleado cielo para que Sirius lo decidiera. Le daba ya igual el resto del mundo, por que, sinceramente, ¿Qué más le daba lo que pensasen los demás? Eso nunca había sido un obstáculo para él, y, a decir verdad, las únicas opiniones que le habían importado eran las de James y Remus, de los que sabía de sobra su aprobación. Desde luego, su familia era lo que menos le importaba en ese momento, sabía que jamás lo aprobarían, pero que se aguantaran. Él era libre de tomar decisiones, y sabía que la que iba a tomar en aquel momento, era muy importante, pero también tenía la certeza absoluta de que no se iba a arrepentir.

- Sussie- la llamó, pues la chica estaba demasiado ocupada prendiendo una hoguera. La chica se volvió hacia él, y clavó sus ojos de color marrón verdoso en los negros como el carbón de Sirius, en señal de que le prestaba atención-. Sólo era porque quería que lo supieras...- tomó aire, muchas veces había hecho aquel tipo de comentarios, pero ninguna vez en serio, lo que lo diferenciaba de aquella ocasión-. Que a mi ya no me importa lo demás, me da igual lo que pase... Yo... Yo quiero estar contigo, ya no importa lo demás, por eso... ¿Querrías ser mi novia?

Susan entreabrió la boca, algo descolocada por la repentina declaración del chico. Una extraña desconfianza se apoderó de ella, él había tenido muchas novias, él era una persona importante, admirada, con gran apellido... ¿Cómo sabía que ella no era tan solo una más? Se encontró de nuevo con sus ojos, y fue al verlos cuando supo lo que debía contestar.

- Claro- fue una palabra estúpida, dicha con un hilo de voz, pero no tuvo tiempo ni para pensar lo estúpido que había sonado, porque ya los labios de Sirius estaban sobre los suyos y los besaban apasionadamente.

Anna y Remus, por su parte, habían pasado una mañana bastante entretenida. La chica se había empeñando a alimentar a los pobres e indefensos patos, que, según ella, deberían de estar muriéndose de hambre. Remus, al que no es que le parecía del todo divertido, pero había accedido al ver que a su novia le hacía mucha ilusión.

No se lo pasaron mal, de hecho, los dos chicos mantuvieron una charla tranquila, relajada y disfrutaron del sol de aquellos días, aquellos días de verano que cada vez se acortaban y anunciaban que dentro de poco empezaría Septiembre en su mundo, y con ello, el colegio. Los dos tenían grandes ganas de que eso sucediera, de hecho, ambos consideraban Hogwarts como un refugio, donde, estaban personas que las querían de verdad. Y los dos tenían a alguien que añadir a esa exclusiva lista, el uno al otro.

Lily y James, tras desayunar, se habían percatado de la ausencia de sus amigos. Aunque ninguno sabía donde estaban, conociéndolos como los conocían, eso no era nada que les importase mucho, pues sabían que ellos eran bastante mayorcitos como para cuidarse solos.

Así que los dos chicos había decidido en pasar la mañana juntos (N.A: ¿Si no, que iban a hacer? ¿Mirar al infinito?) Pero como los dos estaban algo cansados, y no les apetecía hacer nada en particular, decidieron quedarse en el hotel, para hablar un poco. Los dos chicos conversaron, animados, un tema que les preocupaba mucho a los dos: Todo lo referente a lo monárquico.

- Había ocasiones en las que no podía aguantar más. Era demasiada presión, la verdad. Mis padres esperaban que yo siempre fuera recta, me comportase de forma correcta, y que siguiera de forma rigurosa las normas. Eso me acabó hartando, pues también debía aguantar los comentarios de mi hermana, que estaba celosa de que, a pesar de ser ella la primogénita, mis padres quisieran que yo gobernase... La verdad es que eso no me importa mucho, yo creo que incluso, si de ese modo no fuera a hacerle un gran favor a mi hermana, hasta habría renunciado al trono...- comentaba Lily, contenta de poder hablar de aquel tema con alguien que sabía que la entendían.

- Bueno, yo la verdad no tengo hermanos, pero sí seis tíos y cuatro tías. Mis tíos son como mis padres, la verdad, pues hace ya casi dos años que no los veo, no es que se preocupen por mí mucho, la verdad, lo único que les preocupa es que voy a asumir el trono, y eso traerá mucho prestigio a la familia. Nunca me he atrevido a decírselo, pero muchas veces me he planteado no aceptar el trono, la verdad, tampoco es algo que me entusiasme. Lo mío son las aventuras, la informalidad, un mundo sin reglas, digamos un ambiente... distinto- James miraba la linda sonrisa de Lily, la verdad es que había estado muchos años ciego. ¿Cómo no se había podido dar cuenta antes que la mujer que buscaba estaba tan cerca de él? ¡Había estado ciego!

- James...- Lily había bajado la mirada, algo intimidada por la mirada fija de James, que se había quedado medio embobado.

- Lily, ¿sabes qué? Nunca lo había pensado, pero quizás tú y yo nos parecemos más de lo que creía...- James se acercó más a la chica y la tomó de las manos-. Vamos a hacer un pacto, ¿vale?- Lily se extrañó.

- ¿Un pacto?

- Sí, un pacto- afirmó James, sintiendo la delicada piel de Lily sobre la suya-. Vamos a prometer, que, a partir de ahora, no vamos a permitir que los demás decidan por nosotros. Vamos a prometer que, por una vez, vamos a pensar en nosotros antes, de todas formas, es casi seguro que hay personas que lo podrán hacer mejor que nosotros, y nosotros podemos disfrutar de la vida como gente normal.

- Y no nos podemos permitir mirar atrás, vamos a seguir nuestro destino, vamos a luchar por esto, ¿vale? Aunque ahora, a Hogwarts. Si después de este curso, seguimos decididos a hacer esto, lo haremos. Pero tenemos que estar seguros- dijo Lily, con una sonrisa. James se acercó aún más, de acuerdo con lo que acababa de hacer la princesa.

- Claro que sí, princesita- y mientras Lily sonreía, sus labios se juntaron y sellaron aquel pacto con un beso, ese pacto que iba a ser muy importante en su vida, ese pacto que los iba a marcar y que los iba a condicionar, aunque ellos no lo supieran.

Después de todo, eran jóvenes, se querían, y aún tenían sueños, esperanzas, alegrías, que creían que en ese momento, nadie les podía arrebatar. Y, de forma u otra, estaban en lo cierto, pero nadie puede predecir lo que espera en el futuro, pero aquella promesa fue lo que separó dos etapas de sus vidas, una en la que eran demasiado cobardes para afrontar la verdad, y otra, donde los dos juntos, había reunido las fuerzas suficientes para cumplir sus sueños, sus deseos y tenían aún una esperanza en sus corazones.

Después de la comida, los seis muchachos, tras reencontrarse, decidieron reemprender su marcha, dispuestos a afrontar el terreno desconocido que se encontraba cerca de allí ya, donde estaba la salida de aquel mundo. Todos sabían que el final de aquella aventura estaba por llegar, pero también tenían la absoluta seguridad que después, vendrían muchas más aventuras.

Tras despedirse de Alice, dejaron atrás el lago y se internaron en el bosque, que siempre caracterizaba a los cuentos populares. No tuvieron que caminar mucho para oír como una voz muy conocida y divertida los llamaba:

- ¡Vaya, vaya, pero si son mis seis alumnos favoritos!- exclamó. Era Albus Dumbledore.

CONTINUARÁ...

Bueno, Dumbly parc q no l pagan muxo n Hogwarts i tien q coger el plurimpleo, asi q a vr q pasa aora n la tierra dsconocida