Lo se, se que este debería de ser el ultimo capitulo (q conste que lo es!) Pro al final me decidid a dividirlo en 2. Lo tengo escrito desde hace ya bastante tiempo, pero esque me daba muxisima pena publikrlo...

Ay, no sep, ustedes me diran que tal me qedo, i ya viendo, segun el nº d rr q reciba, ya vere cuando publico la continuacion...

m dejo de rollos, a leer!

TIERRA DE LOS SUEÑOS (I)

- ¡Vaya, vaya, pero si son mis seis alumnos favoritos!- exclamó. Era Albus Dumbledore.

- ¿Profesor Dumbledore? ¿Qué hace usted aquí?- la cara de los seis muchachos era de completa perplejidad. El director de la escuela estaba vestido de una forma muy peculiar, y, tras él, se alzaba una gran puerta, que tenía grabadas unas palabras en el marco superior: "TIERRA DE LOS SUEÑOS"

- Oh, bueno, es que soy el guardián de la tierra de los sueños- comentó el director con orgullo, con una gran sonrisa. Los otros chicos se miraron entre ellos, sin entender a lo que el director se refería. Albus pareció reparar en ese detalle-. Bueno, os lo explicaré... Pero es una historia muy larga- dijo el anciano, como si le costase mucho esfuerzo.

- ¿Por qué cuando la gente va a contar algo siempre dice que es una historia muy larga?- preguntó Susan, frunciendo el entrecejo. Dumbledore la miró severamente, y no tardó en continuar:

- Bueno, como ya sabéis, yo, en verano, me dedico a trabajar en este mundo, el mundo de los cuentos, y esta es la última parte del mundo este. Aquí es donde os esperan los retos más difíciles y complicados de todo este mundo. Al final, es donde se encuentra la salida a este mundo. Pero no os creáis que va a ser sencillo, por que las pruebas que os vais a encontrar van a ser muy duras y tenéis que superarlas juntas- dijo el director, dejando aún más confusos a los seis chicos.

- Ah, ya, ¿pero qué se supone que tenemos que hacer?- preguntó James, mientras pasaba un brazo por encima del hombro de Lily, que lo miró raro.

- Bueno, no puedo adelantaros lo que os espera, como guardián de la puerta, pero tenéis que entrar de dos en dos- dijo el director, con una sonrisa-. Así que poneros en parejas, si no me equivoco, os encontraréis todos en la salida.

James, que seguía con el hombro por encima de Lily, le sonrió a la chica, para indicarle que quería ser su pareja. Lily miró de soslayo a Susan, que ya se había colocado de forma autómata al lado de Sirius y luego se volvió hacia James, asintiendo. Quizás, no lo pasaría tan mal.

- Bueno, veo que ya están listos- dijo con una sonrisa afable, en el momento en el que Remus y Anna se tomaban de la mano, detrás de Susan y Sirius-. Nos veremos en Hogwarts, alumnos, espero que os vaya bien... Ya me contaréis, ¿no?- añadió, guiñando un ojo. Los seis chicos sonrieron, mientras, tras el director de su escuela, la puerta de la tierra de los sueños se abría.

Sólo se veía humo, quizás señal de lo desconocido que les esperaba allí dentro. James y Lily, los que estaban más adelantados, se miraron, con una sonrisa y se despidieron con la mano de sus amigos, entraron en lo desconocido, rumbo a un sitio que no conocían, donde estaban seguros vivirían una experiencia inolvidable.

Cuando Lily y James desaparecieron, Sirius vio con desconfianza un resplandor que se produjo después de que los dos chicos quedasen invisible.

- ¿Pero a dónde han ido?- preguntó con recelo, volviéndose hacia Dumbledore. Este hizo un gesto negativo con la cabeza, recordándole que no podía decir aquello. Sirius arqueó una ceja, esperaba volverlos a ver pronto.

- Venga, Sirius, vamos, ¿no me irás a decir que tienes miedo, verdad?- preguntó con sorna Susan, con una sonrisa de superioridad, para picar a su novio. Estaba claro que esos dos nunca iban a cambiar. Sirius la miró con furia, y con una sonrisa de suficiencia le respondió:

- ¿Miedo yo? ¡Ja! ¡Vas a ver!- dijo, mientras se adelantaba con paso seguro hasta la puerta. Susan, negando con la cabeza, lo siguió, despidiéndose con la cabeza de Remus, Anna y Dumbledore.

Los dos entraron, y se produjo un nuevo resplandor. Susan y Sirius se habían embarcado en su última aventura en ese mundo, aunque no fuera la última aventura que fueran a vivir juntos. Sabían que aquel mundo los había unido mucho más de lo que jamás habían estado y ninguno de los dos iba a olvidar su estancia allí. Pero querían disfrutar de lo poco que les quedaba y estaban dispuestos a enfrentarse a lo que se podía venir de un momento a otro, ambos sabían que quizás no lo tenían muy fácil, pero nunca podían rendirse sin haber luchado antes.

Sólo quedaban Remus y Anna, que aún seguían tomados de la mano.

- Bueno, será mejor que entremos, ¿no?- se atrevió a comentar Remus, algo nervioso. Anna asintió-. Profesor Dumbledore, nos veremos pronto, espero- se despidió. El director asintió, con una sonrisa.

Anna y Remus, tal y como lo habían hecho sus cuatro amigos antes, caminaron hacia la puerta, algo más inseguros que los cuatro anteriores. Anna sonrió, mientras el humo los envolvía y los enviaba hacia lo que les esperaba en ese momento.

Lily sintió una sacudida muy fuerte en el estómago, como había sentido las escasas veces que había viajado en traslador. De pronto, dejó de sentir el cálido y reconfortante brazo de James rodeándola y se sintió muy mojada. Abrió los ojos y lo que vio la dejó algo sorprendida. Estaba en medio del agua, en lo que parecía un océano, pues ahora entendía por qué se sentía mojada. Podía ver el fondo, donde había arena y unas cuantas rocas con algas.

Pero de pronto, al verse las piernas, se llevó el susto de su vida. ¡Sus piernas no estaban! En su lugar había una escamosa y viscosa cola. Entonces lo entendió. ¡Era una sirena! ¡¿Cómo diablos se había transformado en una sirena! Respiró hondo y vio como las burbujas salían de su boca. Miró a un lado y a otro para ver si veía a James, pero nada, estaba completamente sola. ¡¿Qué iba a hacer!

Fue un impulso, quería salir a la superficie, quizás así lograría encontrar a James, no podía ser muy difícil... Movió la cola. Era fácil de manejar y se sorprendió con la facilidad que se movía. No era cansado, iba bastante rápido. No tardó en divisar la superficie. Asomó la cabeza, mirando de un lado a otro. Vio detrás de ella un gran barco que se dirigía hacia allí. Se apartó de su trayectoria de forma apresurada, mirando con curiosidad al interior del barco, sin saber muy bien por qué.

Y lo que vio la dejó con la boca abierta. Era un elegante buque, muy grande, donde parecía estarse celebrando una fiesta. Había mucha gente, todos vestidos de forma muy elegante, muchas luces y música a alto volumen. Lily notó como casi todo el mundo se reunía en torno a una persona, y cuando se separaron un poco, pudo ver a James, con cara completamente desconcertada, como si no entendiese que hacía allí.

El chico, al igual que la pelirroja, nada más desaparecer en la puerta, había sentido aquella sensación en el estómago. Luego, había aparecido allí, en aquel gran barco, con multitud de gente rodeándolo y hablándole como si le conocieran de toda la vida. Por lo que le decía la gente, había deducido que era su cumpleaños, y no entendía muy bien qué hacía allí, como si estuviese viviendo la vida de otra persona. Lo que más le preocupaba era que no había rastro de Lily, y eso lo inquietaba. ¿Dónde estaba? ¿Era esa la prueba de la que hablaba Dumbledore?

Miró al cielo, preocupado. El cielo se estaba nublando, aquello no le decía nada bueno, y eso que James no sabía mucho de navegación. Y lo que él tuvo en un principio como un mal presentimiento, se convirtió en realidad. De pronto, las olas del mar empezaron a hacerse más grandes y se desató una tormenta. Cundió el pánico entre los navegantes, mientras James buscaba su varita desesperadamente. ¡No estaba! ¡Aquello no le podía estar pasando a él!

Lily vio, asustada, como la tormenta que se había desatado hacía unos escasos momentos zarandeaba el barco donde estaba James. Y vio con horror, como el barco no aguantaba la fuerza del viento y de las olas combinadas. ¡El barco donde estaba James iba a naufragar! Vio con horror como el chico, en uno de los movimientos bruscos del barco salía despedido de él. Sin pensárselo dos veces, Lily se sumergió, en dirección hacia donde James había caído.

Lo cogió sin mucho esfuerzo, la verdad es que se desenvolvía muy bien en el agua, como ya había podido comprobar. Sin mirar atrás, nadó hacia lo que distinguió como una playa, llevando a un James inconsciente a sus espaldas, boca arriba para que pudiera respirar. A duras penas pudo depositarlo sobre la playa, pero ella no pudo salir del agua, era imposible. Quedarse tan cerca de la orilla era peligroso, podría bajar la marea... Tuvo que contentarse al ver como unos aldeanos encontraban al muchacho, y al reconocerlo, se lo llevaban a cuestas. Algo le dijo a Lily que James estaba bien, pero no se quedó muy tranquila. Tenía que conseguir ir a tierra firme como fuera, James no la había visto y dudaba que se le ocurriera buscarla en el fondo del mar. ¿Pero qué podía hacer para conseguir ir a la superficie si no contaba con su varita?

Susana Alexa March abrió los ojos, tras un viaje de lo más extraño. Estaba en una habitación lujosa, pero ligeramente destartalada. Se sorprendió al verse a sí misma en un espejo y ver la ropa que llevaba puesta. No se parecía en nada a la que llevaba antes, llevaba una ropa vieja y triste, como si fuera ropa ya usada por varias generaciones. ¿Qué estaba pasando allí?

De pronto, una puerta que estaba a sus espaldas y todavía no había visto, se abrió de improvisto. Apareció allí una señora que bien podría haber sido su madre, con aspecto autoritario. Miró con algo de desprecio a Susan y le dijo de forma cortante y maléfica:

- Tienes que limpiar toda esta sala, ni se te ocurra dejar ni una mota de polvo- dijo con una sonrisa burlona-. Yo y tus hermanastras vamos a salir, así que atiende si viene alguien.

- Pero...- Susan, absolutamente desconcertada vio como la mujer le cerraba la puerta en sus narices. ¿Quién era esa señora y por qué demonios le decía que tenía que limpiar? ¡No pensaba limpiar por que una señora que no conocía de nada le dijese que lo hiciera!

¿Dónde diablos estaba? ¿Y dónde estaba Sirius? ¿Y los demás? ¡Aquello empezaba a ponerla de los nervios! Tenía que encontrarlos, pero, ¿cómo? Estaba en una casa que no le sonaba de nada y aún encima, le mandaban limpiar. ¡Qué limpiase la señora ésa!

Sirius Orión Black de pronto, se encontró sentado en una silla lujosa, en una habitación lujosa, con una decoración aún más lujosa. De pronto, escuchó como una puerta lujosa se abría y entraba un hombre de edad madura con ropa lujosa y un montón de exuberantes medallas colgadas de su elegante ropa.

- ¡Hijo!- exclamó, acercándose a él con una sonrisa. Sirius se quedó algo estático. ¿Por qué ese hombre lo llamaba hijo y parecía conocerlo de toda la vida, cuando él era la primera vez que lo veía?-. Quiero informarte que los mensajeros ya han partido con las cartas para el baile de esta noche, todo el reino está invitado. ¡Haber si por fin puedes encontrar a una buena mujer para que ocupe junto a ti el trono!

¿Trono? ¿Baile? ¿Esa noche? ¿Una buena mujer? ¡¿De qué diablos hablaba! Sirius lo miró con algo de desconcierto pero el rey no tardó en confundirlo con nerviosismo por la gran noche.

- No te preocupes, lo harás bien- le dijo con una sonrisa-. Confío en tu criterio y como mi heredero, sé que harás una buena elección y llevarás bien el reino. Bueno, te tengo que dejar, que tengo una importante reunión con mis consejeros. ¡Buena suerte, hijo!

Y el rey se fue dejando a Sirius mucho más confuso que antes. ¿Dónde estaba Susan? ¿Dónde estaba James, Remus, la pelirroja loca y Anna? Allí estaba pasando algo raro, Sirius conocía las "pruebas" de Dumbledore y siempre eran cosas raras. ¿Qué tenía que hacer en esta ocasión?

La cabeza de Anna daba muchas vueltas, y para cuando empezó a ser consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor, se encontró en una casa pintoresca, con una mujer con cara amable y bonachona, que portaba una cesta recubierta con un pequeño paño y le daba unas precisas instrucciones que la chica no entendía muy bien del todo.

- Cariño, recuerda que debes de coger el camino que bordea al árbol más grande, tienes que llevarle esto a la abuelita, que la pobre sigue muy enferma y cuídala mucho, ¿vale? No te entretengas por el camino, ya sabes las clases de criaturas que se esconden en el bosque, así que tú no hagas caso de ninguna de ella, especialmente al lobo, cuídate mucho, ¿vale?- le decía la señora, con una sonrisa en los labios. Anna estaba muy desconcertada, mientras la señora le pasaba la cesta y le daba un abrazo que casi la dejó sin respiración.

- ¿Qué lleve lo qué a dónde?- repitió ella incrédula, preguntándose qué hacía allí-. ¿Quién es usted?- preguntó de nuevo, muy confusa. Pero a la señora pareció hacerle mucha gracia la pregunta.

- Anda, hija, déjate de decir tonterías y vete a llevarle esto a la abuela- y condujo a Anna, que seguía sin entender nada a la salida de la casa-. Suerte, cariño- y sin dejar que ella dijese nada más, le cerró la puerta en las narices

Y la confusa de Anna Send se vio a sí misma, delante de un bosque que no conocía de nada, con un encargo que no acababa de entender muy bien, una cesta de la cual ignoraba su contenido y sin Remus a su lado. ¿Qué estaba pasando allí?

- Definitivamente, sólo a mí me pueden pasar cosas tan raras- se dijo Anna a sí misma. No sólo estaba sabe Dios dónde, si no que llevaba puesta una ropa de lo más extraña. Era como un vestido muy cursi para los gustos de la chica, rojo, con una caperuza a juego.

¿Qué iba a hacer? Lo único que se le ocurrió fue cumplir con el encargo, quizás así averiguaría como se salía de aquel extraño sitio. ¿Qué podía perder por intentarlo?

Remus se miró a sí mismo asombrado, incluso más asombrado que por el extraño paisaje de un bosque que lo rodeaba. ¡Estaba convertido en lobo! Eso era de lo más extraño que le había pasado en la vida. Pero estaba consciente de sus actos, podía controlarlos. ¿Qué estaba pasando? Nunca había estado transformado en lobo y poder controlar sus actos... ¡Además, era de día! ¿Cómo podía estar transformado en lobo de día?

Miró a su alrededor. Comprobó, con sorpresa, que podía ponerse de pié, igual que en su forma humana. Un miedo lo invadió de repente. ¿Y si se quedaba para siempre convertido en lobo? ¿Qué iba a hacer? Se sacudió esos pensamientos de la cabeza, no, eso era imposible...

Miró a su alrededor. No había nadie, ¿cómo diablos iba a salir de aquel bosque? Dios, tenía que hacer algo, aquella era la prueba más extraña que le habían puesto nunca, pero lo único con algo de sentido que se le ocurrió fue quedarse allí esperando, a ver si ocurría algo. ¿No era una prueba? Bueno, pues esperaría el momento de tener que superar la prueba, era lo único lógico que se le ocurrió.

Y así, Remus John Lupin, en su forma de lobo, extrañamente consciente de sus actos, se acurrucó en la orilla del camino, dispuesto a encontrar algo que le indicase lo que debería de hacer. Después de todo, era una prueba, así que si que tarde o temprano la prueba se tenía que presentar, ¿no?

Poco sabía el merodeador que la prueba había empezado desde el instante que había cruzado la barrera hacia la tierra de los sueños.

Lily nadaba de forma desesperada hacia el fondo del mar. ¡Claro! ¿Cómo no lo había recordado antes? Todo aquello le sonaba de algo, no sabía muy bien cómo, pero se había metido en medio del cuento de la Sirenita. ¡Y para colmo, ella era la sirenita! Tenía que encontrar en el medio del mar la guarida de esa tal... ¿Cómo se llamaba? ¡Úrsula! Ella le robaría la voz, Lily podría ir a la superficie, James la reconocería y luego matarían a la Úrsula esa para que le devolviese su voz. ¡No era tan difícil! Por lo menos sabía de qué iba el cuento, aunque no recordaba muy bien el final... Malo sería, ¿no?

Pero había un pequeño fallo en su plan. ¿Dónde diablos estaba el escondite de Úrsula? Recordaba que la tal Úrsula tenía de mascotas a dos anguilas eléctricas... Bueno, eso no le importaba mucho en ese momento, pero quizás la ayudase... Encontró una manada de peces por el camino, que, a lo contrario de cómo hacían cuando era humana, no se escaparon de ella.

- Eeeh... Chicos, ¿podríais ayudarme?- Lily se sorprendió al oír como su voz dentro del agua sonaba exactamente igual que fuera. Los peces la miraron con interés-. ¿Sabríais decirme donde está la guarida de Úrsula?- les preguntó, algo insegura. El que parecía el cabecilla de ellos le respondió.

- Claro, está dentro de la oscura fosa que hay al fondo- le dijo-. Pero no te aconsejo que vayas por ahí, esa bruja es muy peligrosa- añadió, como advertencia.

La pelirroja asintió, dándoles las gracias y se encaminó hacia la fosa que veía con nitidez. No tenía miedo, se había enfrentado con criaturas tenebrosas mucho más peligrosas, además, tampoco era para tanto. El lugar un poco tétrico, sí, pero tampoco era para tanto.

- ¿Quién osa entrar en mis dominios?- una voz algo escalofriante. Lily se dio la vuelta para encontrarse cara a cara a lo que parecía un pulpo con cara y brazos de mujer, con una sonrisa basta y endemoniada. Sus cabellos, blancos como la cal y muy largos y enmarañados caían libremente en todas direcciones.

- Tengo un trato para ti- dijo la sirena, sin andarse con rodeos. Se le notaba que tenía sangre de realeza en las venas y por la forma de negociar y mirada fija y segura, en ningún momento dudando-. Quiero que me vuelvas humana- declaró, como si eso lo solucionase todo.

- Ya, ¿y con eso qué gano yo?- le preguntó Úrsula con escaso interés.

- Mi voz.

James abrió los ojos, estaba rodeado de gente que corría de un lado a otro. De pronto, una doncella lo vio y exclamó:

- ¡El príncipe ha despertado, está vivo!- exclamó la mujer. James se vio atosigado por un montón de gente que le preguntaba qué tal estaba, que menos mal que había sobrevivido al naufragio...

James se libró de todos ellos con algo de dolor de cabeza y decidió alejarse de palacio. Estaba algo confuso, no recordaba muy bien lo que había sucedido después de salir despedido del barco. Estaba empezando a desesperarse y decidió relajarse un poco dando un paseo por la playa próxima al castillo. No sabía muy bien cómo, pero la tranquilidad de las olas bajas de la orilla producía un efecto calmante en él, en contraste con las bravas a las que había hecho frente aquel mismo día.

De pronto, distinguió una figura a lo lejos, en la playa, cerca de unas rocas donde la arena era algo más gorda de lo normal. No cabía duda, era una figura humana y James tuvo un presentimiento, tenía que ser, no podía ser otra... Sin pensárselo dos veces, el chico echó a correr en dirección a la chica, con una cálida sensación al verla por fin.

- ¡Lily!- exclamó, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca como para distinguirla, muy contento. La pelirroja levantó la vista, se le quedó mirando, pero no dijo nada, sólo lo observó con sus ojos esmeralda brillándole. Luego esbozó una sonrisa, en señal de que se alegraba de verlo-. No te vas a creer lo que me ha pasado- dijo James, sin darle mucha importancia al hecho de que Lily no le contestara-. Primero estaba en un barco enorme, la gente extraña parecía conocerme de toda la vida, y parecía que era mi cumpleaños o algo así, pero luego se desató una gran tormenta...

- ...- Lily negaba con la cabeza, como si no se supiera ella la historia, cuando había tenido que salvarlo y llevarlo hasta la orilla. ¿Acaso no le contaron su milagrosa aparición en tierra seca cuando la corriente iba en dirección contraria? Iba a ser que no. James empezó a extrañarse de que la pelirroja no hablase y que hiciera gestos extraños.

- ¡Lily!... Eeeoooo, Lily, ¿me escuchas?- preguntó un desconcertado James, pasando su mano por delante de la cara de la chica. Lily puso los ojos en blanco y asintió, en señal de que lo escuchaba-. ¿Pero por qué no hablas?- preguntó James, confuso.

- ...- Lily se agachó, con un dedo y de forma cuidadosa, escribió en la arena unas palabras que no tardó en leer James: "No puedo hablar, No tengo voz". James cambió su mirada de las palabras a la chica, algo sorprendido. ¿Cómo no iba a poder hablar? ¿Así, de repente?

- ¿Por qué?- preguntó y se apartó para mirar el nuevo mensaje que la chica había escrito en la arena: "Una bruja me la robó, pero ahora no importa, hay que acabar el cuento"-. ¿Qué cuento?- James cada vez entendía menos.

"Estamos dentro de un cuento, nosotros somos personajes del mismo. Tenemos que hacer que el cuento termine para salir de aquí, o al menos eso creo"

James la volvió a mirar, contento de tenerla allí y a la vez sin entender muy bien lo que había dicho. Si el cuento tenía que tener un final feliz... Con una sonrisa, se acercó a ella y la besó de nuevo, otra vez más, con deseo y gran ternura a la vez. Lily, olvidándose de forma momentánea de su súper plan para acabar bien el cuento, no pudo más que corresponderle.

De pronto, Susan escuchó el ruido del timbre. La chica, saliendo de la sala donde hasta entonces había estado recluida, no tardó en encontrar la puerta principal, dejándose llevar por el ruido del timbre, que sonaba con insistencia. La chica abrió la puerta, para encontrarse con un cómico pregonero, que al verla, se aclaró la garganta, desenrolló un rollo de de pergamino y empezó a leer con voz autoritaria:

- Se les comunica a todos los habitantes del reino que hoy a las ocho de la noche tendrá lugar en palacio un baile en honor al príncipe donde el joven elegirá a una afortunada doncella entre las asistentes para convertirla en su reina. Se ruega puntualidad, todas las mujeres del reino están invitadas...- Susan lo miró desconcertada, y mucho más cuando el mensajero se fue sin siquiera despedirse.

Susan cogió con algo de desconfianza el pequeño folleto que le había dejado el pintoresco personaje y, al abrirlo, sus ojos se abrieron como platos. Salía una foto del príncipe. Era Sirius.

Decidido, tenía que ir a la fiesta esa. No podía ser tan difícil encontrar el castillo, ¿no? Bueno, mientras tanto, tenía que pensar en qué diablos hacía en esa casa y por qué tenía esa ropa tan mugrienta puesta. No tuvo tiempo de pensar mucho cuando la puerta se abrió y por ella aparecieron tres damas vestidas de forma reclamante. Una era la que antes le había ordenado limpiar a Susan (cosa que no había hecho) y las otras dos eran chicas, pintadas con demasiado maquillaje, con una ausencia notable de belleza natural y porte orgulloso. Ambas la miraron con desprecio y superioridad.

- Espero que hayas limpiado- dijo una de ellas, con la barbilla bien alta y pasando por delante de ella rumbo a la habitación. Susan no tardó en deducir que la señora que le había gritado antes era la madre de ambas.

- Tú- le dijo despectivamente la madre de las dos chicas, de una edad parecida a la de Susan-. Hemos venido antes por que corre un rumor de que el príncipe da una fiesta y están enviando invitaciones domicilio a domicilio. ¿Ha llegado alguna?- le preguntó con tono duro.

- Eeeh, sí, vino un mensajero y trajo un folleto...- dijo Susan, sin saber muy bien por qué le contestaba a la mujer, quizás por que le infundía algo de miedo.

- ¡Cenicienta!- se oyó un grito furioso. Susan, que no sabía a quien llamaban, se sobresaltó cuando la hermana que había ido a la habitación donde había aparecido ella la miró con furia y le habló a ella-. ¡¿Por qué no has recogido y limpiado la habitación!- la estaba hablando a ella.

- Por que no me daba la gana- dijo Susan, arqueando una ceja-. Y no sé por qué os tengo que dar explicaciones y por qué os tengo que limpiar la, de hecho, no os conozco de nada- dijo la chica, cruzándose de brazos. Las tres "damas" cruzaron una mirada completamente desconcertada y se volvieron hacia la joven con furia.

- ¡¿Cómo te atreves!- rugió la madre, mirándola con odio-. Aún encima que te acogí en mi casa cuando murió tu padre, así me lo pagas, ¡mala pécora! ¡Fuera, no te quiero volver a ver! ¡Ya te puedes ir largando!

Susan, completamente sorprendida, las miró a las tres con indiferencia y salió de la casa, algo extrañada. Bien, ese sitio no le sonaba de nada. ¡Mira que Dumbledore les ponían pruebas raras! ¿Dónde diablos estaba? Bueno, la cuestión era de hacer tiempo hasta que fuera el baile, eso no podía ser tan malo, ¿no?

Sirius caminaba de un lado a otro, algo sorprendido. Tenía que encontrar a Susan, estaba seguro de que ella tenía que estar cerca, si no el director no les habría dicho que entrasen de dos en dos. ¿Pero donde podía estar la chica? Una cosa tenía clara, si se quedaba sentado en aquel extraño trono la chica no aparecería sola, por sí misma, quizás tendría que salir a buscarla.

Miró con algo de desconfianza las puertas de la lujosa habitación donde se encontraba. Según tenía entendido, en donde fuera que estaba, era el príncipe y si era el príncipe, tenía autoridad, así que podría salir de aquella sala y del edificio en el que estaba sin ningún tipo de privación, ¿no?

Confiado, Sirius se encaminó hacia las puertas y las abrió. Se sorprendió al comprobar que estaban custodiadas por dos centinelas. Ambos lo saludaron, lo que hizo que la sonrisa de Sirius se ensanchara bastante, puede que aquello no estuviera tan mal... Bueno, lo importante en ese momento era encontrar a Susan, y luego ya decidiría lo que tenía que hacer.

Pero el chico se encontró con un nuevo obstáculo en su camino: No sabía donde era la salida de aquel edificio o palacio (no lo sabía muy bien, sólo que era enorme) Podía preguntar a alguien... Pero la gente que se encontraba (vasallos que se inclinaban de forma respetuosa y jóvenes doncellas que correteaban de un lado a otro, haciendo apresuradas reverencias) no parecía tener mucho tiempo, y cuando él empezaba a hablar, la servidumbre ya se había retirado. Después de dar unas cuantas vueltas y reconocer que había pasado por delante de una estatua cuatro veces, Sirius acabó reconociendo (cosa que iba en contra su orgullo de merodeador) que se había perdido.

De pronto, cuando estaba por quedarse donde estaba y gritar para que viniese alguien a ayudarle a encontrar el camino, escuchó una voz a sus espaldas:

- ¡Hermano!- exclamó una voz algo infantil a sus espaldas. Sirius se dio la vuelta para toparse cara a cara con una mujer vestida de forma muy elegante, de porte altivo y una sonrisa, que tan sólo se inclinó levemente. Sirius se desconcertó. ¿Desde cuando tenía una hermana?-. ¿Qué haces en esta zona del palacio?- le preguntó algo desconcertada.

- Pues yo... La verdad es que no...- Sirius no sabía muy bien quien era aquella chica, pero algo en ella le inspiraba confianza.

- Anda, déjate de excusas tontas que te tienes que ir preparando para el baile, ¡Por fin voy a conocer a mi futura cuñada! ¡Elige bien! Yo te ayudo a elegir la ropa, que con el gusto que tienes son capaces de asustarse- le dijo de forma cariñosa y lo condujo hacia una elegante sala donde estaba un hombre que se sobresaltó al verlos.

- Su majestad- dijo haciendo una pronunciada reverencia-. Su alteza- besó la mano de la chica, que sonrió complacida-. ¿Se les ofrece algo?

- Claro, pero ya te he dicho que me llames Elizabeth- respondió con naturalidad ella, ante la atenta mirada de Sirius, que aún no entendía muy bien qué hacía allí y mucho menos por qué lo trataban como a un miembro de la realeza-. Quisiéramos elegir unos trajes para esta noche- Sirius cayó en la cuenta de que el hombre era un sastre.

- Como guste, su alteza- dijo con una sonrisa. Elizabeth puso los ojos en blanco, ese hombre nunca cambiaría.

Sin encontrar muy bien las palabras para decir que él no era quien creían que era, Sirius se pasó toda la tarde probándose lujosos trajes que lo dejaron maravillado y entre el buen trato y los continuos halagos de la gente del castillo, no encontró el momento adecuado para decir nada. Quizás tuviera suerte y encontrase a Susan en el baile...

Anna se adentró en el bosque, algo desconfiada. Quizás no era tan buena idea como había pensado antes, pero era lo único que se le había ocurrido hacer. Cada vez que se alejaba más de donde había aparecido, el bosque se hacía más terrorífico, oscuro y tenebroso. Aunque eso no era algo que le preocupase mucho a Anna.

De pronto, se encontró con un grave problema. Delante de ella había una bifurcación de caminos. ¿Por cuál debía de ir? Recordó las palabras de la señora que le había dicho que fuera hacia allí: el camino que bordeaba al árbol más grande. ¡Ninguno de los dos caminos lo bordeaba! Miró con desconfianza el del lado derecho. El camino parecía hacerse algo más claro y menos terrorífico, pero Anna era de ese tipo de personas que pensaba que la naturaleza estaba así para tenderte una trampa. El del lado izquierdo se hacía algo más oscuro y frondoso. Miró durante unos escasos segundos al derecho y lo decidió.

Con paso inseguro, la castaña se encaminó hacia su izquierda, internándose en lo más oscuro del bosque. Fue cogiendo confianza a medida que avanzaba y cuando el camino empezaba a estar más claro y la luz del sol se filtraba con más intensidad entre las hojas de los árboles, lo oyó. Fue algo que la dejó totalmente desconcertada, fuera de lugar, no podía ser...

Pero sus augurios se convirtieron en realidad cuando, delante de ella, a lo lejos, se empezaba a formar una silueta en la lejanía. De ella provenía el sonido que había escuchado segundos antes y que en ese momento se repetía una vez más. No lo podía creer, no sabía si estar contenta, triste o asustada, simplemente, no podía casi ni reaccionar. ¿El sonido? Un aullido ¿El responsable? Un lobo u hombre lobo.

Remus levantó la vista, había olido un olor que le sonaba muy familiar, lo podría distinguir a distancia incluso, no podía ser, no era posible... ¿Era ella? ¿Qué hacía allí? Pero él estaba convertido, podía hacerle daño... Podía controlar sus actos, ¿no? Pero, ¿y si perdía el control? ¿Y si de pronto dejaba de ser consciente de lo que hacía? ¿Qué podría pasar? ¿Y si le hacía daño?

El lobo levantó la vista y vio su silueta al fondo del camino, quieta, expectante. No le cupo duda que sus aullidos la habían advertido de su presencia. ¿Se iba a acercar? ¿O le tenía miedo? Algo dentro de él se murió al pensar eso. ¿Iba a ser así? Él era el raro, el que una vez al mes no era humano, el que podía morderla, el que era un peligro para ella. Quizás era mejor que no se acercase, él podía perder la conciencia de un momento al otro, era peligroso, no quería hacerle daño.

Anna lo miró fijamente, como evaluando la situación. Él no se movía, no hacía ningún movimiento agresivo, sólo parecía observarla. Se adelantó, con algo de miedo. Había visto con sus propios ojos algunas de las transformaciones de su padre, y la verdad es que sabía lo agresivos que se podían llegar a poner los hombres lobo.

Pero algo dentro de ella le daba una sensación de tranquilidad que no sería la idónea al acercarte a un hombre lobo transformado. Lo sabía, la diferencia del rabo era notable, era imposible que fuera un lobo de verdad. Pero algo la desconcertó mucho. Era pleno día, ¿qué hacía transformado? Algo le decía que aquel hombre lobo era Remus, pero iba en contra de los principios de la física. Era imposible que estuviera transformado de día. Pero era un hombre lobo, de eso no tenía duda, y un extraño instinto muy afinado en la chica le decía que él era Remus John Lupin.

No sabía muy bien lo que hacía, pero como en una especie de sueño, como en un trance, se acercó al animal, de forma lenta, sin ser todavía muy consciente del riesgo que corría, por que le daba igual, sabía que era Remus, no tenía ninguna duda, era él.

Remus la vio acercarse. No se movió del sitio, veía como sus ojos brillaban de forma muy especial. Y entonces, Anna se agachó a su lado, lo podría reconocer en cualquier situación, él no se movió, ella no dudó. Le acarició suavemente el lomo, con una sonrisa.

Entonces, una luz blanca empezó a brillar desde el interior del cuerpo del lobo que tenía la mente de Remus.

CONTINUARÁ...

No me decidia por donde cortar el capitulo, pero decidi dejarlo asi, no lo se mui bien. Ya me diran si os gusto o no, muxisimas asias x vuestros rr, q m acen muxo + bien dl q imaginais.

Vosotros juzgareis, pliss djar rr! Kntos + djeis, ants actualizo, asi q vosotros vereiss!

Aixx, el proximo ya es el ultimo, q penitaaa!

Bueno, espero q os este gustando i ayais disfrutado, xq solo qda uno!

AnnaBlack22