Roy estaba aburrido. Y enfadado. Estaba aburrido por que era tarde, toda la gente estaba en su casa descansando y el seguido atorado en la oficina trabajando. Como odiaba el papeleo. Lo que más odiaba era que estaba solo, hasta la teniente Hawkeye se había marchado hace un rato.

Sin embargo, eso no era lo único q lo molestaba. Hoy era su cumpleaños. Y absolutamente nadie se había acordado. La verdad no podía culparlos, generalmente era Hughes quien se acordaba de los cumpleaños. Roy no sabía como, pero Hughes se sabía el cumpleaños de todos en la oficina y había hecho su deber el q siempre se celebrara y de q todos los demás supieran.

Tampoco es que fuera muy aficionado de su cumpleaños. Más de una vez se había quejado con Maes de que no quería ninguna celebración. Para él, no era más que un día cualquiera. Digamos que sus recuerdos de ese día no eran los mejores. Pero igual había contado con que alguien (quien sea!) se acordara, aunque sea alguien (y no es que estuviera pensando en alguien específico) diera una muestra de que le importaba.

Roy suspiro y trato de volver al trabajo, pero era inútil. Sin pensarlo, sus ojos cayeron en la mesa más cercana a la suya, la mesa de Hawkeye. El alquimista suspiro de nuevo a la imagen de su subordinada. Su subordinada…Roy no sabía cuantas veces había deseado que eso no sea cierto. Sabía q Hawkeye era muy útil en la oficina y su mano derecha, pero había veces en q deseaba q no estuviera…ahí, trabajando con él. Así al menos él tendría una oportunidad…

La amaba. No sabía cuando comenzó, demonios, tampoco sabía cuando se dio cuenta. Lo único q sabía era q no pasaba un día sin que pensara en ella, en lo suave que se veía su piel, lo dulce que parecían sus labios, lo mucho que deseaba besar cada centímetro de su cuerpo y pasar una mano por su pelo…

Roy trato de apartar esos pensamientos. Estaban mal. Para comenzar, ella era su subordinada. Cualquier relación entre ellos q no fuera estrictamente profesional estaba prohibido. Además, él sabía que ella no lo veía así. Sabía que ella no sentía nada por él, excepto respeto y tal vez admiración. No estaba muy seguro en ese punto…

El sonido de la puerta lo hizo levantar la mirada. No pensó que quedara nadie en el edificio… pero lo que vio lo dejo con la boca abierta.

Hawkeye estaba ahí. Pero no era Hawkeye la soldado, su mano derecha, la q veía todos los días. Había algo raro en ella, algo q Roy no lograba definir. Su pelo estaba suelto y caía un poco debajo de sus hombros y Roy tuvo que conceder que le quedaba mucho mejor que su estilo normal. Tenía un abrigo sobre sus hombros, que llegaba hasta el piso y la cubría completamente. Eso también lo hizo pensar, no hacia tanto frío como para usar un abrigo.

-Te-Teniente!-su voz sonaba débil, incluso en sus oídos y Roy juraba que la sintió temblar -¿Qué hace aquí?-

-Yo..yo le traje un regalo- el coronel noto que sus (hermosos) ojos estaban fijos en el piso, en un intento de evitar su mirada.

-¿Un regalo?-el coronel no pudo ocultar su confusión, pero el hecho de que su voz también temblaba lo tranquilizo (algo)

-por…por su cumpleaños- la boca del militar era una "o". ¡Se había acordado! Una sonrisa ilumino su cara, se había acordado de su cumpleaños! Roy sabía que no debía sacar conclusiones apresuradas, pero se había acordado! Eso debía significar algo, no?...no?

-mmm…teniente?- dijo una vez que el silencio se extendió por lo q él pensó que era demasiado tiempo

-ah?- recién ahí la teniente levanto la mirada del piso, aparentemente sacada del medio de sus pensamientos

-me lo da?- Roy continuo al ver que ella no entendía –mi regalo?- vio como su subordinada se sonrojaba y bajaba la mirada de nuevo, lo que sólo logro confundirlo más. Pero cuando levanto la mirada el alquimista vio la decisión en sus ojos. Hawkeye estaba actuando extraño, pero ese pequeño gesto, tan normal en ella, lo conforto un poco, le dio un poco de normalidad al asunto.

-tu regalo…tu regalo- La teniente tomo un respiro profundo antes de continuar –esta aquí- y con un movimiento rápido, Riza se quito el abrigo q cayo al piso revelando una vista que Roy solo había visto en sus sueños (y no por que no quisiera)

Trato de decir algo, pero ningún ruido salio de su boca. La abrió y cerró varias veces, logrando una gran imitación de un pez fuera del agua. Sus ojos recorrieron la esbelta figura de Riza y pudo sentir su temperatura elevarse más de unos cuantos grados. Y ahí entendió por que había traído ese abrigo.

La teniente llevaba una minifalda negra que Roy reconoció como la que le había regalado hace un tiempo por su cumpleaños, una broma refiriendo su "sueño" de pasar una ley que hiciera que el personal femenino usara minifalda al trabajo. En ese momento, Riza le había disparado y le había gritado que se la pondría cuando el fuera capaz de sostener su llama bajo la lluvia. El coronel se pregunto si debería salir e intentarlo.

Para completar el atuendo se había puesto un polo negro sin mangas y con la espalda descubierta (se q no puede verla, pero les estoy describiendo el atuendo para q se hagan una idea) El polo le quedaba a la perfección, dejando todas sus curvas (que el uniforme ocultaba tan bien) a la vista, además de la mayor parte de su busto, ya que tenía un escote que hizo que el cerebro de Roy se congelara instantáneamente.

Riza jugueteo con sus manos, pero se obligo a detenerse antes de comenzar a caminar hacia el estupefacto coronel. Si el cerebro de Roy hubiera estado funcionando y si hubiera podido apartar la mirada de sus piernas (que la minifalda dejaba completamente al descubierto) hubiera podido notar como parecía dudar a cada paso. Pero poco a poco la duda fue desapareciendo y para cuando llego al escritorio del alquimista todo asomo de esta había desaparecido.

Al verla a su lado Roy trato de levantarse, sus ojos fijos en la mujer enfrente suyo. Pero Riza puso una mano en su hombro y lo empujo de nuevo en la silla. El coronel se dejo caer suavemente y Riza dejo su mano en su hombro mientras se posesionaba enfrente de él. Una vez ahí la teniente se sentó entre el ya olvidado papeleo y lentamente retiro su mano de su hombro. Roy estaba teniendo problemas para mantener su mirada en su cara, por q en la posición en la q estaban sus ojos estaban alineados con una parte de su anatomía q el sabía que no debería estar viendo se quería conservar su integridad física.

-¿Qué…?-Al fin el coronel recupero su capacidad de hablar (y aparto la mirada de su pecho) pero Riza lo interrumpió antes de que pudiera decir algo más. La teniente puso un dedo en sus labios para silenciarlo y Roy sintió su piel arder bajo su toque. Pero Riza no se detuvo ahí y Roy solo pudo abrir más y más sus ojos en sorpresa mientras la teniente ponía una mano a cada lado de su cara y lo obligaba a mirarla a los ojos. Lentamente ambos se echaron para adelante, Roy sintiendo como su piel se incendiaba bajo las manos que lo atraían lentamente hacia si.

El beso fue gentil e inocente, pero Roy pudo sentir la pasión en sus delicados labios. El beso fue rápido, no duro más que unos segundos, pero Roy sintió una flama en su interior que no había sentido nunca, una flama que nada tenia que ver con la alquimia y que parecía que lo iba a hacer explotar si no encontraba una forma de calmarla pronto.

Pero cuando el beso se acabo y Roy vio esos brillantes ojos se dio cuenta que no quería calmarla. Quería estar con ella y sentir esa flama cada día, todos los días, desde hoy y para siempre. La amaba. Desde el día que la vio y hasta el día que muriera, él la amaba y nada ni nadie en este mundo la iba a alejar de él.

Cuando el beso se rompió Riza miro expectante a Roy. Esperaba que dijera algo, lo que fuera, que declara su amor o la botara de su oficina. Sabía que había tomado un gran riesgo haciendo eso, pero había llegado a un punto donde pensó que se volvería loca si no lo hacia. Bueno, aún si la botaba al menos tenía ese beso para recordarlo.

De repente entendió lo que acababa de pensar. ¡oh Dios mío¡él no me ama¡debe pensar que estoy loca¡oh Dios mío¡oh Dios mío¡Qué acabo de hacer¡Oh Dio…! Como un rayo, el hecho de que con las justas tenía ropa encima la golpeo con fuerza ¡Tengo que salir de aquí!

Roy salió de su estupor el segundo que sintió sus manos abandonar su cara. Miro con confusión como Riza saltaba de la mesa y prácticamente corría hacia la puerta, hasta que capto que estaba corriendo lejos de él

-¡Riza!- el coronel trato de detenerla, pero para cuando se paro ella ya estaba en medio de la oficina recogiendo su abrigo. Roy pensó que la vio dudar por un segundo, pero sus movimientos eran veloces mientras abrazaba el abrigo contra su cuerpo y cerraba la distancia entre ella y la puerta, murmurando todo el tiempo cosas que no llego a entender.

Riza puso una mano en la manija de la puerta y casi exhalo un suspiro de alivio. Un poco más y estaría fuera de su presencia. Esa idea hizo que su corazón se retorciera de dolor, ya que no había nada que deseara más que estar a su lado. Su mano temblaba ligeramente mientras abría la puerta, pero lo ignoro. Tenía que salir de allí.

Pero parece que nada salía como lo había planeado ese día, por que de repente una mano apareció en la puerta junto a la suya. No tenía que voltear para saber de quien era, y la teniente no pudo evitar tragar saliva cuando la mano empujo la puerta, cerrándola con fuerza. Estaba atrapada.

La teniente se quedo mirando la puerta intensamente, como si pudiera atravesarla con la mirada. Trato de reunir sus pensamientos, de decir algo coherente, de tratar de explicar, de rogar que la dejara ir, pero su cerebro no parecía obedecerle. Además, el hecho de que podía sentirlo detrás suyo, tan cerca que podía oler su aroma y sentir el calor que su cuerpo (sus rodillas temblaron al pensar en su cuerpo) emanaba tampoco la ayudaba que digamos.

Pero todo pensamiento (racional e irracional) se corto cuando sus brazos rodearon su cintura y la atrajeron hacia él. Hundió su cara en su pelo rubio e inhalo su esencia. Era intoxicante, como una droga, y Roy deseo que pudieran quedarse así para siempre.

-Eres tan hermosa…-murmuro en su cuello, tan débil que primero ella pensó que lo había imaginado. Pero sintió como sus brazos la soltaban un poco y lentamente Roy hizo q se diera la vuelta. De todas maneras se negó a mirarlo y dejo su mirada clavada en su pecho. Sin embargo, aún en un momento así no pudo evitar admirar su pecho. Solo tenía la delgada camisa que usaba debajo del uniforme puesta, de forma que podía notar cada músculo y pudo sentir como su propio cuerpo se calentaba. Roy Mustang definitivamente tenía muy buen cuerpo.

Roy no entendía a esta mujer. Ella había venido por él, en ese atuendo (no q se estuviera quejando) y lo había besado, y ahora se negaba a mirarlo y huía de él. Soltó una de sus manos y la uso para levantar su cara hasta que se encontró de frente con sus (hermosos) ojos.

Todo lo que había planeado decir (lo que se puede planear en 3 minutos) desapareció de su cerebro y el coronel solo se dejo llevar. Agacho su cabeza lentamente, pero se detuvo a u centímetro de su cara. La podía sentir temblar en sus brazos. El brazo en su cintura la acerco más a él y su otra mano se movió a la parte de atrás de su cabeza, acabando con la distancia que los separaba, juntando sus labios con los de ella.

El beso fue tan inocente como el primero, pero cuando se separaron el coronel estaba sin aire y la teniente tenía un tinte rosado en las mejillas. La mano que estaba en su cabeza se movió a acariciar su mejilla y ella cerro sus ojos y se recostó contra esta, una sonrisa en los labios. El alquimista sonrió también y movió su otra mano a su otra mejilla, sosteniendo su cara de la misma manera en la q ella sostuvo la suya no hace mucho. Riza abrió sus ojos y miro directo a los ojos negros enfrente suyo, solo que esta vez por voluntad propia.

-Te amo- las palabras escaparon sus labios antes de que pudiera detenerlas, sin embargo, el momento en que abandonaron sus labios supo q eran completamente ciertas y solo esperaba que ella lo notara.

-yo también te amo- fue lo único que pudo responder, lágrimas de felicidad deslizándose por sus mejillas. Su sonrisa se ensancho con su respuesta y suavemente limpio las lágrimas, acariciando su mejilla al mismo tiempo.

-Entonces, ese fue todo mi regalo? A decir verdad, me pareció un poco pequeño, de verdad esperaba más de ti Riza – dijo cuando ella dejo de llorar. Riza vio su sonrisa y un brillo travieso lleno sus ojos, algo que el nunca había visto antes, pero que no podía esperar para volver a ver

-bueno, Roy, esa era solo la primera parte – la sonrisa de Roy se ensancho antes de congelarse cuando ella se acerco a él, de forma que su cuerpo se presiono contra el suyo, y se puso de puntillas para ronronear en su oído –pero si quieres el resto de tu regalo, vamos a tener que ira a otra parte – se separo de él y casi suelta una carcajada ante su mirada, pero no había dado ni un paso hacia la puerta cuando el agarro su brazo y la jalo de nuevo contra si, enredando sus brazos a su alrededor de nuevo.

-¿Por qué? No hay nadie más aquí- sonrió de forma picara ante su mirada de espanto y, imitándola, la acerco más a él y susurro en su oído –además, nunca fui muy paciente para abrir mis regalos. Siempre preferí romper la envoltura…-

-¡Roy¡No podemos!- pero él no la escucho y comenzó a besar apasionadamente su cuello -¿Que tal si alguien nos descubre!- un quejido de placer escapo sus labios, interrumpiendo su oración, cuando una de las manos de Roy comenzó a deslizarse por su pierna.

-No hay nadie aquí más que nosotros. Ya te dije que no quiero esperar – fue su única respuesta, murmurada entre besos –y es mi cumpleaños, se supone que me complazcas –eso pareció derretir la poca reserva que le quedaba, y Riza puso sus brazos alrededor de su cuello, acercándolo más y obligándolo a volver su atención a sus labios

-Supongo que tendré q hacerte caso. Después de todo, es tu cumpleaños- Roy sonrió y movió sus manos a su cintura, levantándola del suelo. Automáticamente Riza puso sus piernas a su alrededor y el coronel la cargo hasta el sillón. Roy la deposito en el sillón. y se detuvo un momento para admirar a la hermosa mujer debajo suyo, la mujer que amaba.

-sabes que, regalos como esta hacen que me comience a gustar mi cumpleaños-