Riza puso una mano en su sien, en un vano intento de aliviar el dolor. Sentía como si le estuvieran taladrando la cabeza. Al final c rindió y su mano cayó a descansar en la mesa, junto a la pila de papeleo aún sin terminar. Exhalo un suspiro y trato de relajarse, sus ojos desviandose automáticamente hasta descansar en el techo. No ayudo.

Sabía que debía haberse quedado en su casa, pero era demasiado terca como para incluso escucharse a si misma. Nunca había faltado al trabajo y pensó que un pequeño dolor de cabeza no iba a hacer que comenzara. Pero su pequeño dolor de cabeza decidió que no quería ser ignorado y había crecido hasta convertirse en una migraña monumental.

Aún así Riza pensó que podría aguantar el resto del día, pero parecía que su migraña no era lo único que estaba en su contra. El coronel se había negado a trabajar, Maes había ido más de tres veces a la oficina pregonando las nuevas fotos de su hija, Armstrong había estado demostrando la técnica heredada x generaciones para ya no sabía q, Havoc había llenado la oficina de humo… al fin, todos parecían haber contribuido para que Riza no pudiera trabajar.

Por eso es que ahora la teniente estaba sola en la oscura oficina, tratando de acabar el papeleo que le faltaba (que era todo, por que no había podido avanzar nada en todo el día) y con el firme propósito de no volver a la oficina x el resto de la semana. Pero una mirada al papeleo hizo que toda su determinación colapsara y antes q se diera cuenta se había levantado, recogido sus cosas y decidido acabar el papeleo la próxima vez que viniera a la oficina (que esperaba que no fuera pronto)

Le pareció que la puerta del cuartel estaba a kilómetros de su oficina. Sus piernas temblaban a cada paso, el piso daba vueltas y de repente tenía mucho frío, pero su cara estaba caliente y sus ojos le ardían. Al final llego a la puerta y el aire frío la atravesó como un cuchillo, haciendo que pusiera sus brazos alrededor de su cuerpo en un intento de mantener el calor.

Su mente estaba ocupada con el único pensamiento de llegar a su casa y acurrucarse en su cama con una taza de té con mucha azúcar, con Black Hayate a los pies de su cama. No notó la sombra junto a la puerta, aún cuando paso a su costado. No noto como la sombra la seguía mientras bajaba las escaleras. No lo notó, es más, hasta que la sombra puso una mano en su hombro, logrando q su alma abandonara su cuerpo por unos segundos.

Riza se volteo rápidamente y su mano golpeo el brazo del extraño, separándolo de su cuerpo. Su otra mano trato de sacar su arma, pero sus dedos estaban entumecidos y torpes y no podía agarrarlas. Trato de gritar, pero de repente sintió como sus piernas cedían debajo suyo, sus brazos cayeron inertes y tuvo una visión fugaz del cielo antes de que la oscuridad la rodeara

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Riza gruño. Sentía como su conciencia regresaba a ella lentamente, pero estaban tan cómoda y calientita! Las sábanas eran suaves contra su piel y estaban impregnadas de un olor desconocido que lograba relajarla y hacerla sentir que todo estaba bien en el mundo.

La teniente se movió en un intento de volver a conciliar el sueño. Estaba levemente conciente de que su dolor de cabeza se había ido y al menos ya no sentía en el Polo Norte. Hundió la cabeza en la almohada e inhalo ese maravilloso aroma, tratando de averiguar a que le recordaba.

Su imagen inundo su cerebro como una marejada y por un segundo se pregunto como no había reconocido su olor. Las preguntas de por que el dicho olor estaba ahí fueron bloqueadas x las memorias del día anterior, sus piernas cediendo debajo suyo y su mirada de preocupación justo antes de ese destello del cielo estrellado seguido de la maravillosa inconciencia. Repentinamente Riza ya no tenía tantas ganas de dormir.

Como un rayo, se levanto hasta quedar sentada en la cama, de tal forma que las sábanas se enredaron a su alrededor. La luz le obligo a cerrar los ojos y su dolor de cabeza volvió a hacer acto de presencia. Trato de taparse los ojos con una mano y salir de la camisa de fuerza que se habían vuelto las sábanas, pero podía sentir latir a su cerebro y de repente todo daba vueltas…

Pudo sentir unas manos posarse en sus hombros y podía escuchar, como si estuviera muy lejos, una voz diciendo cosas que no podía entender. Pero el tono era tranquilizador y esas manos le daban confianza, hacían que se sintiera protegida.

Las manos la empujaron lentamente hasta que quedo de nuevo echada en la cama. Trato de ver a su dueño, pero la luz repentina la había cegado y tuvo que pestañear un par de veces antes de poder ver la cara de la persona junto a él.

Apenas la vio su cerebro se congelo por un segundo y trato de decir algo, pero tenía la garganta demasiado seca y no pudo emitir más que un ruido indefinido, un gruñido de dolor. Lentamente, las manos la alzaron de nuevo y llevaron un vaso a sus labios. No se había dado cuenta que tenía tanta sed y el vaso se acabo en un abrir y cerrar de ojos. Volvió a echarse en la cama y de nuevo vio el rostro de su salvador

-¿Ro…Roy?- su voz sonaba rara, como seca y sentía como le ardía la garganta

-Al fin te levantaste. ¿Sabes que casi me matas de un susto? Nunca, nunca me hagas eso de nuevo…-

-¿Qué paso¿Dónde estoy?- una mirada a su alrededor le demostró que no conocía el lugar en donde estaba.

-¿Qué que paso? Te desmayaste, eso paso. Colapsaste en la entrada del cuartel- Riza lo miro sin entender un segundo antes que todo cayera en su lugar

-¡Fuiste tu! Pero q…como…¡Se suponía que tú ya te habías ido!-

-¿Y dejarte así? Estaba esperando que salieras, no te habías visto bien todo el día y quería preguntarte si te pasaba algo-

-¡Estaba bie…!-respondió automáticamente

-¡Riza te desmayaste en la puerta del cuartel¡¡Obviamente no estabas bien!-

-Era solo un dolor de cabeza…-respondió sonrojándose. No había podido evitar ver la expresión de preocupación en su rostro.

-¡Solo un dolor de cabeza¡Riza, te desmayaste¡Estabas ardiendo en fiebre y tenías escalofríos!- Riza volteo a verlo. ¿Había sido miedo eso que oyó en su voz? –Ni siquiera deberías haber ido a trabajar…¿Por qué no dijiste nada?-

De nuevo Riza volteó la mirada, evitando responder. Escucho el suspiro de exasperación de Roy y apretó las sábanas en sus puños. No estaba segura de por que no dijo nada, solo q…. Trato de distraerse y una mirada a su alrededor trajo a su mente su anterior pregunta

-¿Dónde estamos?- Roy levanto la mirada al oír su voz y se quedó mirando sus ojos por un segundo antes de responder

-Mi casa. Te hubiera llevado a tu casa, pero no sabía donde vivías y no pensaba q quisiera ir a un hospital…- El ruido hizo q Roy levantara la mirada -¿Qué demonios haces!-

Riza estaba luchando con las sábanas de nuevo, tratando en vano de levantarse. Su cara estaba roja y por un momento Roy pensó que le había regresado la fiebre, pero luego noto que era sólo un sonrojo. Por un momento no entendió, hasta que logro escuchar los pedazos de frases que Riza estaba murmurando. Frases como "su casa", "que van a pensar", "fraternización" y "romper las leyes" llegaron a sus oídos y casi lo hicieron sonreír.

-Teniente- ella volteo a mirarlo, sorprendida. No había notado q se habían estado llamando por nombre hasta hace un momento, y que el usara su rango de nuevo le hizo notar lo impersonal que era- todavía no esta bien, la verdad dudo mucho que pueda llegar a su casa en su estado. Como su superior, es mi deber asegurarme que su salud no se vea comprometida. No se va a mover hasta que este completamente recuperada y no hay lugar a reclamos-

Riza estrujo las sábanas entre sus manos y dejo su mirada fija en la cama. Sabía que eso era una orden, no había necesidad que lo dijera, su tono lo había dejado bien claro. Se debatió entre su deseo de irse y su costumbre de siempre obedecer. Podía sentir lágrimas en sus ojos, pero se negó a dejarlas salir. "Como su superior"…¿eso era todo?

Sus reflexiones fueron cortadas por una mano en su mentón, que la obligo a levantar la mirada y fijarlas en un par de ojos negros. La mirada que le dirigió, tan llena de preocupación, de ansiedad, de miedo y de algo que Riza ni siquiera quiso tratar de adivinar hizo que se detuviera en seco.

-Y como su amigo, no podría estar tranquilo conmigo mismo sabiendo que la deje ir en ese estado. ¿A quién le importa lo que piensen los demás o esas estúpidas leyes? Lo único que pasa aquí es un hombre, como cualquier otro, cuidando de uno de sus amigos más cercanos-

Se quedaron así por unos segundos, hasta que Roy pareció notar el hecho de que su cara estaba a solo centímetros de la de Riza. Dejo caer su mano de su mentón, se enderezo, miro para el costado y tosió para disimular su incomodidad. Luego se volteo y salió del cuarto diciendo que iba atraerla algo para comer.

Riza se quedo mirando la puerta fijamente un segundo, antes de sonreír. Le hubiera gustado reflexionar en todo lo que acababa de pasar, pero su cabeza aún le dolía. Decidiendo que podía hacerlo después, Riza se echo en la cama, llevó las sábanas hasta su mentón y enterró la cabeza en la almohada. Sintió como su olor la inundaba, rodeándola y en ese momento supo que todo estaría bien.

Cuando Roy regreso 15 minutos después, Riza estaba profundamente dormida. Sonrió, dejo el tazón de sopa en la mesita del costado y se sentó al borde de la cama, dispuesto a observarla como lo había estado haciendo toda la noche.